sábado, 14 de septiembre de 2019




CLASICOS RUSOS CON LOGROS IMPORTANTES

Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Gustavo Fontana. Solistas: Paula Peluso (Piano), Jonathan Bisulca (Trompeta). Programa: Obras de Glinka, Shostakovich y Rachmaninoff. CCK-Auditorio Nacional, 13 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Como desgraciadamente ocurre al comienzo de cada concierto de la Sinfónica Nacional, uno de los delegados sindicales toma la palabra previo al comienzo para narrar al público las vicisitudes artísticas y económicas por las que atraviesa el organismo, situación que definen como de “vaciamiento artístico”. A esta altura de las circunstancias debo recordar que en diferentes etapas, algunas más graves, otras no tanto, la Sinfónica nunca pudo desarrollar su trabajo en forma ordenada y previsible. La falta de presencia de la orquesta en localidades en las que jamás se vio una agrupación clásica de envergadura (como fue siempre la norma), ya es grave. La falta de arreglo salarial que viene de dos años a esta parte también lo es. El éxodo de músicos titularizados no solo al exterior sino también a otras formaciones locales en donde son mejor pagos es lamentable. Si usted es habitué de los conciertos de la Sinfónica y lee la nómina de músicos de hace un año con respecto a éste, verá que cada vez  aparecen nuevos nombres y faltan otros más habituales. Desde hace dos años la Asociación de Críticos Musicales de Argentina viene señalando como aspecto negativo de esas temporadas pasadas la falta de titularización de cargos ganados por concurso en la Sinfónica, al igual que en otros de carácter provincial y municipal. Aquí está la prueba palpable. No veo posible en el horizonte cambios. Seguramente los habrá del 10 de Diciembre en adelante. Al menos eso en lo personal espero. Quiero recordar que en otras gestiones se llegó a la suspensión por parte de los músicos de la prestación de sus propios instrumentos ante la falta de pago del plus correspondiente, lo que originó   la cancelación de lo que faltaba de esas temporadas. También que en el año 2002, la acción del entonces Secretario de Cultura de la Nación Rubén Stella impidió que la orquesta desapareciese como consecuencia de la crisis más brutal que el País atravesó, cosa que sí sucedió en otros lugares como en Mar del Plata en donde cesó entre otros grupos el “Quinteto Rego” que estaba en la órbita municipal. Recuerdo particularmente en ese año una Quinta de Beethoven en un lugar emblemático como el santuario de San Cayetano en Liniers. Casi una ofrenda de gratitud. Así y todo la Sinfónica Nacional es una agrupación que siempre se sobrepuso a la adversidad y en cada concierto se prodiga como si fuese la primera vez. Es un milagro que sus respuestas sean siempre de categoría. Y esta vez no fue la excepción.

  El concierto fue conducido por Gustavo Fontana, un  joven y probado conductor al que ya escucháramos en la presente temporada, el que tiene un buen y aceitado vínculo con los músicos de la orquesta. Comenzaron con una muy buena y limpia versión de la obertura de la ópera “Ruslan y Ludmila” de Mikhail Glinka, llevada con muy buen pulso y dinamismo. El discurso orquestal fue siempre sostenido y las respuestas de todos los sectores de la orquesta fueron impecables.

  La segunda obra de programa completó de alguna forma la audición de los dos conciertos que Dimitri Shostakovich compuso para la extraña combinación Piano y Trompeta. La noche anterior, la Sinfónica Nacional de Chile con la guía de nuestro bien conocido Rodolfo Saglimbeni, llevó  adelante en el mismo auditorio el Concierto Nº 2. Aquí, con la participación solista de Paula Peluso en piano y Jonathan Bisulca (solista de la orquesta) en trompeta se ofreció el Nº 1.

  La obra tiene cuatro movimientos y contiene muchos pasajes en donde el Piano es el instrumento más comprometido de los dos, empero, la trompeta también tiene participación en consonancia con cada movimiento. Solo en el movimiento final existe un dialogo más pronunciado entre ambos y de éstos con la orquesta. Paula Peluso tuvo un sobresaliente desempeño, muy firme, con excelente técnica y momentos de exquisito gusto interpretativo. Su sonido fue amplio  y prácticamente no tuvo fallas. Jonathan Bisulca ratificó sus dotes de muy buen trompetista, muy refinado, con momentos de muy alto vuelo. El diálogo entre ambos en el último movimiento fue irreprochable y la participación de la orquesta con Fontana fue estupenda en el acompañamiento. El acople entre todos no pudo ser mejor.

  Para el final Fontana llevó adelante la difícil Sinfonía Nº 2 Op. 27 de Serguei Rachmaninoff. Obra difícil, que exige mucho ajuste, canto orquestal y de amplísimo discurso. Tras una introducción en donde un “tempi” un poco más lento estuvo muy acorde con el sentido de la página, el resto fue transcurriendo dentro de la misma tónica. No ignoro que una cantidad de ensayos escasa para un programa harto comprometido haya sido la causa para ese temperamento. Tal vez algunos pasajes
daban para arriesgar algo más. De cualquier forma, la orquesta respondió con su característica solvencia, Fontana se movió muy cómodo y entre todos llevaron la versión a buen puerto. El fondo de la obra estuvo siempre presente.

  El resultado final nos muestra a una orquesta que aún en las peores circunstancias siempre le ofrece algo más a su público. Y este que en cada concierto llena el Auditorio Nacional, nunca sale defraudado y por eso el romance es inalterable.

Donato Decina    

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