miércoles, 9 de agosto de 2023

 

Extraordinario debut del Ensamble Arcangelo junto a Avi Avital en el Colón


LA BELLEZA DEL BARROCO EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN

Martha CORA ELISEHT


Uno de los instrumentos antiguos más conocidos es la mandolina. Este pequeño

instrumento de cuerda pulsada posee una caja de resonancia de fondo curvo que se

fabrica mediante la unión de costillas de madera en forma peraltada, similar a una

almendra (mandorla, en italiano). Fue muy popular en la época del Renacimiento entre

los años 1640 a 1670 para acompañar danzas y comenzó a tener un rol protagónico de la

mano de compositores como Antonio Vivaldi y Arcangelo Corelli, quienes escribieron

sonatas y concertos grossos para dicho instrumento. Posteriormente, cayó en desuso y

hoy en día, su uso se limita al repertorio barroco, ya que no hay muchos compositores

que escriban obras para la misma. No parece ser el caso de Avi Avital, quien rescató a la

mandolina de su prolongado olvido logrando una revitalización del repertorio para este

cordófono mediante composiciones por encargo. El talentoso músico israelí está

nominado a un premio Grammy por su virtuosismo y la calidad de sus interpretaciones.

No es la primera vez que se presenta en Buenos Aires -lo hizo en 2019, donde se

presentó como solista de mandolina junto al ensamble de música barroca LA FOLLIA en

el Teatro Coliseo-, pero sí se produjo su debut en el Teatro Colón el pasado lunes 7 del

corriente junto al Ensamble Arcangelo bajo la dirección del clavecinista Jonathan

Cohen- director musical y artístico de la agrupación- en el Ciclo del Mozarteum

Argentino, ofreciendo el siguiente programa:

- Concierto en La menor para violín, cuerdas y bajo continuo, RV 356

(versión para mandolina)- Antonio VIVALDI (1678-1741)

- Sinfonía para cuerdas en Re menor, RV 128- Antonio VIVALDI (1678-1741)

- Concierto en Re menor para clave, cuerdas y bajo continuo, BWV 1052

(versión para mandolina)- Johann S. BACH (1685-1750)

- Concierto en Do mayor para mandolina, cuerdas y bajo continuo, RV 425-

Antonio VIVALDI (1678-1741)

- Concierto de Brandeburgo n°3 en Sol mayor, BWV 1048- Johann S. BACH

(1685-1750)

- Concierto en Fa menor para clave, cuerdas y bajo continuo, BWV 1056-

Johann S. BACH (1685-1750)

Fundado en 2010 por Jonathan Cohen, el Ensamble Arcangelo es uno de los

conjuntos más importantes de música barroca en la actualidad. Sus integrantes forman

parte de las orquestas más prestigiosas de Europa y, a diferencia de Avital, era la

primera vez que visitaba la Argentina. La calidad de sus integrantes y el sonido

auténticamente barroco impactaron desde los primeros compases de la versión para

mandolina del Concierto en La menor de Vivaldi, donde Avi Avital hizo gala de su

maestría logrando el mejor sonido de su instrumento -obra del luthier israelí Arik

Kerman- en sus tres movimientos (Allegro/ Largo/ Presto). Su prodigiosa memoria y su


magnífica digitación hicieron el resto. Jonathan Cohen actuó simultáneamente como

director y clavecinista, logrando un excelente acompañamiento. Los cellistas y el

contrabajista lograron un perfecto contrapunto en graves, mientras la mandolina

interpretaba la melodía principal en la fuga que cierra el concierto. Y, en las obras

donde solamente actuó el Arcangelo, fue magistral; sobre todo, en la Sinfonía para

cuerdas en Re menor de Vivaldi y el célebre Concierto de Brandeburgo n°3 en Sol

mayor de Bach, donde tanto el concertino Colin Scobie como el solista de 2° violín

Michael Gurevich se lucieron en sus respectivos solos. Una auténtica cátedra de

interpretación del repertorio barroco, coronada por múltiples aplausos y vítores por

parte del público.

Luego que Avital deslumbrara con su asombroso fraseo y su prodigiosa

digitación cerrando la primera parte del concierto con una versión para mandolina del

Concierto en Re menor para clave, cuerdas y bajo continuo de Bach, el músico israelí

brindó una exquisita versión del Concierto en Do mayor para mandolina, cuerdas y

bajo continuo de Vivaldi, compuesto en 1725 y cuyo primer movimiento (Allegro) ha

servido como cortina musical de avisos publicitarios y programas radiales en la década

del ’60. Escrito para auténticos virtuosos, fue abordado con gran maestría tanto por el

solista como por el ensamble, sonando de manera celestial. Lo mismo sucedió con la

versión para mandolina del Concierto en Fa menor para clave, cuerdas y bajo continuo

de Bach en sus tres movimientos (Sin especificación/ Largo/Presto), donde el

cromatismo del Presto final permite que la orquesta realice ecos a la medida del solista.

Esto último le vino de perlas al israelí, quien fue ovacionado junto con el conjunto

instrumental en una auténtica noche de Colón.

Naturalmente, el público quería más. Sin anunciar qué iba a interpretar, Avital

tomó su instrumento y, como se dice vulgarmente, “la rompió” como solista

interpretando una improvisación sobre una danza folklórica búlgara del compositor

israelí Paul Ben- Haim (1897-1984), donde se puso de manifiesto su virtuosismo y su

calidad interpretativa. Ante otra ovación de vítores y aplausos, decidió ofrecer junto al

ensamble otro bis: el Largo del Concierto en Do mayor para flauta, RV 443 de Vivaldi

(en transcripción para mandolina), que sonó magistral. A su término, sí marcó el final

del concierto, donde todos se retiraron sumamente conformes por el logro obtenido.

Esta crónica merece más de un título. Avi Avital cumplió “el sueño del pibe” de

tocar en uno de los escenarios más importantes del mundo como lo es el Colón. Y

Jonathan Cohen, un maestro desde todo punto de vista. Juntos lograron sublimar la

belleza de la música barroca elevándola a la máxima potencia y a su máxima expresión.

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