Extraordinario debut del Ensamble Arcangelo junto a Avi Avital en el Colón
LA BELLEZA DEL BARROCO EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN
Martha CORA ELISEHT
Uno de los instrumentos antiguos más conocidos es la mandolina. Este pequeño
instrumento de cuerda pulsada posee una caja de resonancia de fondo curvo que se
fabrica mediante la unión de costillas de madera en forma peraltada, similar a una
almendra (mandorla, en italiano). Fue muy popular en la época del Renacimiento entre
los años 1640 a 1670 para acompañar danzas y comenzó a tener un rol protagónico de la
mano de compositores como Antonio Vivaldi y Arcangelo Corelli, quienes escribieron
sonatas y concertos grossos para dicho instrumento. Posteriormente, cayó en desuso y
hoy en día, su uso se limita al repertorio barroco, ya que no hay muchos compositores
que escriban obras para la misma. No parece ser el caso de Avi Avital, quien rescató a la
mandolina de su prolongado olvido logrando una revitalización del repertorio para este
cordófono mediante composiciones por encargo. El talentoso músico israelí está
nominado a un premio Grammy por su virtuosismo y la calidad de sus interpretaciones.
No es la primera vez que se presenta en Buenos Aires -lo hizo en 2019, donde se
presentó como solista de mandolina junto al ensamble de música barroca LA FOLLIA en
el Teatro Coliseo-, pero sí se produjo su debut en el Teatro Colón el pasado lunes 7 del
corriente junto al Ensamble Arcangelo bajo la dirección del clavecinista Jonathan
Cohen- director musical y artístico de la agrupación- en el Ciclo del Mozarteum
Argentino, ofreciendo el siguiente programa:
- Concierto en La menor para violín, cuerdas y bajo continuo, RV 356
(versión para mandolina)- Antonio VIVALDI (1678-1741)
- Sinfonía para cuerdas en Re menor, RV 128- Antonio VIVALDI (1678-1741)
- Concierto en Re menor para clave, cuerdas y bajo continuo, BWV 1052
(versión para mandolina)- Johann S. BACH (1685-1750)
- Concierto en Do mayor para mandolina, cuerdas y bajo continuo, RV 425-
Antonio VIVALDI (1678-1741)
- Concierto de Brandeburgo n°3 en Sol mayor, BWV 1048- Johann S. BACH
(1685-1750)
- Concierto en Fa menor para clave, cuerdas y bajo continuo, BWV 1056-
Johann S. BACH (1685-1750)
Fundado en 2010 por Jonathan Cohen, el Ensamble Arcangelo es uno de los
conjuntos más importantes de música barroca en la actualidad. Sus integrantes forman
parte de las orquestas más prestigiosas de Europa y, a diferencia de Avital, era la
primera vez que visitaba la Argentina. La calidad de sus integrantes y el sonido
auténticamente barroco impactaron desde los primeros compases de la versión para
mandolina del Concierto en La menor de Vivaldi, donde Avi Avital hizo gala de su
maestría logrando el mejor sonido de su instrumento -obra del luthier israelí Arik
Kerman- en sus tres movimientos (Allegro/ Largo/ Presto). Su prodigiosa memoria y su
magnífica digitación hicieron el resto. Jonathan Cohen actuó simultáneamente como
director y clavecinista, logrando un excelente acompañamiento. Los cellistas y el
contrabajista lograron un perfecto contrapunto en graves, mientras la mandolina
interpretaba la melodía principal en la fuga que cierra el concierto. Y, en las obras
donde solamente actuó el Arcangelo, fue magistral; sobre todo, en la Sinfonía para
cuerdas en Re menor de Vivaldi y el célebre Concierto de Brandeburgo n°3 en Sol
mayor de Bach, donde tanto el concertino Colin Scobie como el solista de 2° violín
Michael Gurevich se lucieron en sus respectivos solos. Una auténtica cátedra de
interpretación del repertorio barroco, coronada por múltiples aplausos y vítores por
parte del público.
Luego que Avital deslumbrara con su asombroso fraseo y su prodigiosa
digitación cerrando la primera parte del concierto con una versión para mandolina del
Concierto en Re menor para clave, cuerdas y bajo continuo de Bach, el músico israelí
brindó una exquisita versión del Concierto en Do mayor para mandolina, cuerdas y
bajo continuo de Vivaldi, compuesto en 1725 y cuyo primer movimiento (Allegro) ha
servido como cortina musical de avisos publicitarios y programas radiales en la década
del ’60. Escrito para auténticos virtuosos, fue abordado con gran maestría tanto por el
solista como por el ensamble, sonando de manera celestial. Lo mismo sucedió con la
versión para mandolina del Concierto en Fa menor para clave, cuerdas y bajo continuo
de Bach en sus tres movimientos (Sin especificación/ Largo/Presto), donde el
cromatismo del Presto final permite que la orquesta realice ecos a la medida del solista.
Esto último le vino de perlas al israelí, quien fue ovacionado junto con el conjunto
instrumental en una auténtica noche de Colón.
Naturalmente, el público quería más. Sin anunciar qué iba a interpretar, Avital
tomó su instrumento y, como se dice vulgarmente, “la rompió” como solista
interpretando una improvisación sobre una danza folklórica búlgara del compositor
israelí Paul Ben- Haim (1897-1984), donde se puso de manifiesto su virtuosismo y su
calidad interpretativa. Ante otra ovación de vítores y aplausos, decidió ofrecer junto al
ensamble otro bis: el Largo del Concierto en Do mayor para flauta, RV 443 de Vivaldi
(en transcripción para mandolina), que sonó magistral. A su término, sí marcó el final
del concierto, donde todos se retiraron sumamente conformes por el logro obtenido.
Esta crónica merece más de un título. Avi Avital cumplió “el sueño del pibe” de
tocar en uno de los escenarios más importantes del mundo como lo es el Colón. Y
Jonathan Cohen, un maestro desde todo punto de vista. Juntos lograron sublimar la
belleza de la música barroca elevándola a la máxima potencia y a su máxima expresión.
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