domingo, 27 de agosto de 2023

 


   Créditos: Prensa Teatro Colón. Fotografía de Máximo Parpagnoli.

DE LA INFLEXIBILIDAD A LA REFLEXION

 

Teatro Colón, temporada 2023, Opera de Cámara: “El que Dice Si”, Opera en un acto con Libreto de Bertold Brecht y Música de Kurt Weil (1930). “El que Dice No” Opera en un acto basado en el libro de Bertold Brecht (1933) con música de Martín Matalón. Elenco: En Ambas: Vítor Torres (Maestro), Adriana Mastrángelo (Madre). “El que Dice Si”: Adam D’Onofrio (Niño), Alvaro García – Ramiro Coni – Jesus Villamizar (Estudiantes). “El que Dice No”: Guadalupe Fustinoni (Niña), Mora Molinelli Wells-Avril Figueroa-Sol Sánchez Polverini (Estudiantes).  Coro de Niños del Teatro Colón, Director: César Bustamante, Asistencia: Helena Cánepa. Coreografía: Ignacio González Cano. Escenografía: Noelia González Svoboda, Vestuario: Endi Ruíz, Iluminación: Ariel Conde. Dirección Musical: Natalia Salinas (El que Dice Sí), Martín Matalón (El que Dice No). Dirección escénica: Violeta Zamudio/Nahuel Di Pierro. Teatro Coliseo (Corresponde al cíclo Colón en la Ciudad”), 27 de Agosto de 2023.

 

 NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Un autor, dos visiones. La primera dura, inflexible, un verdadero masazo.  La segunda, a partir de un debate, un llamado a la reflexión (tradición o disenso). Y dentro de estas dos posturas tanto de vida como estéticas, dos visiones surgidas a partir de una situación. Estas son las líneas principales de acción del espectáculo que la Opera de Cámara del Teatro Colón presentó en el Teatro Coliseo dentro del Ciclo  “Colón en la Ciudad”.

 

  Los enfoques que Violeta Zamudio y Nahuel Di Pierro brindaron de ambas visiones de Brecht se correspondieron con el sentido que el gran dramaturgo alemán brindó a ambas versiones de su texto. Uno de tipo rígido para “El que Dice Sí”, Historia de un niño huérfano de padre, cuya madre también muy enferma necesita imperiosamente medicamentos para salvar su vida. Su maestro de colegio, interesado por las inasistencias del niño al curso va a su casa en compañía del resto de sus alumnos para saber que le ocurre y al mencionar que se despedía para llevar adelante un viaje a pié hacia el otro lado de las montañas  en busca de sabiduría y de las personas capaces de elaborar medicamentos, atrae con ello la atención del niño quien de inmediato quiere partir junto a su maestro, aun cuando éste le advierte de los peligros que deberán afrontar. Junto a ellos, tres estudiantes se suman a la travesía. El ascenso a pié afecta seriamente al niño quien le manifiesta a su maestro que no puede continuar. Los estudiantes le recuerdan al docente que hay una tradición que indica que quién no puede continuar debe ser arrojado al valle de esas montañas lo que causa en la persona la muerte instantánea. El maestro se queda perplejo ante esta situación límite y decide interrogar al niño para saber si puede continuar, anticipándole lo que la tradición indica. El pequeño con admirable entereza le contesta que sabía que podía morir, que lo hizo pensando en salvar a su madre y le encomienda al maestro y a los estudiantes que continúen el viaje y que sean ellos quienes le lleven a ella los medicamentos salvadores . Así lo hacen, maniatan y preparan al niño y lo arrojan al valle. Aquí la Música de Weil es sumamente dura y contundente y el Coro de Niños que hace las veces de compañeros de escuela del pequeño se transforma por momentos en narradores de la historia, convergiendo luego tanto música como voces en un final seco y cortante. Es una obra sumamente breve, concisa, en donde la acción no da tregua. Está muy bien iluminada, el vestuario mezcla un tipo aldeano para el pequeño protagonista, al que luego en el momento del fatal desenlace se lo cubrirá con vendajes casi como una verdadera momificación,  prendas de estilo medioeval para los estudiantes, un aspecto de anciano para el Maestro pero con un perfil de portador de la sabiduría y en el caso de la madre, vestuario que caracteriza a la mujer enferma. Unas plataformas sobre el escenario, sobre las que luego irán ascendiendo el niño, el maestro y los estudiantes más un amplio espacio de circulación en el escenario completaron la puesta.

 

  En el final del intervalo, el Coro de Niños ingresó por el lateral de la platea entonando un cántico en latín como invitando al público a retomar sus lugares y a prepararse para lo que vendría.

 

  Tras una charla en la Universidad Marx en 1933 en donde se enfocó  “El que Dice Sí” y ante el giro que tomó la misma, Brecht sintió la necesidad de darle una vuelta de tuerca a la historia, y allí surge “El que Dice No”, la situación es la misma, solo que al momento en que el Maestro le advierte a su pequeña alumna la sentencia a la que se expone, la respuesta es No, negándose a morir, admitiendo que se puede fracasar en el intento, que quería llevarle a su madre los medicamentos, pero que por más que se trate de una tradición, no se puede matar a la persona por no poder salir airosa de dicho intento.  Aquí la visión de los Directores de Escena da un giro radical, la escena es luminosa, el vestuario es colorido, hay reflejadas situaciones de la vida cotidiana como el bulling,  la madre se desentiende de la suerte que correrá su hija en el viaje y hasta las estudiantes se conducen de otra forma. Todo en mecánico, casi psicodélico. Los personajes se conducen como protagonistas de una historieta. El texto está traducido al francés y en dicha lengua se canta y el vestuario está acorde con  los detalles mencionados anteriormente. Un maestro “robotizado”, la madre como una muñeca de ampulosos movimientos, los compañeros de colegio con caracterizaciones variopintas de corte satírico y hasta las estudiantes con un toque de “villanas” de este comic. La marcación escénica fue sumamente efectiva, la escenografía aquí fue más elaborada, la coreografía para todos los intérpretes fue mucho más dinámica  y el final entrelaza las dos versiones de la historia en donde el niño que muere en la primera retorna, es despojado de su “momificación” y se une a su contrapartida sobreviviente.

 

  La música de Martín Matalón para este episodio es libre, atonal, con momentos hasta de efectos electroacusticos de alta complejidad, los sonidos son el soporte y el canto brinda la línea melódica completando todo esto una visión sumamente elaborada e interesante.

  No cabe duda alguna de la creatividad de Violeta Zamudio y Nahuel Di Pierro, tanto por el enfoque y su interrelación con los diferentes estilos musicales. Hay un final con expresivas pancartas llevadas por los integrantes del Coro de donde se rescata el llamado a la tolerancia y el respeto al disenso, algo que en estos difíciles tiempos que vivimos es una luz que guía. El trabajo de equipo se completó con una estupenda iluminación de Ariel Conde, una muy cuidada ambientación de Noelia Gonzalez Svoboda, el creativo vestuario de Endi Ruíz y muy buenas coreografías aportadas por Ignacio González Prieto exigiendo hasta del Coro de Niños una activa participación que el conjunto cumplió con creces. 

 

  Descollante fue el desempeño del Coro de Niños preparado por César Bustamante con la asistencia de Helena Cánepa. Sumamente ajustado, impecable en las dicciones Germana y Francesa y con una libertad de movimientos encomiables.

 

  Muy correctos quienes cumplieron los roles de estudiantes de ambos episodios. Vaya entonces Ntro. reconocimiento tanto para Alvaro García,Ramiro Cony y Jesús Villamizar (El que Dice Si), como para Mora Molinellli Wells, Avril Figueroa y Sol Sánchez Polverini (El que Dice NO).

 

  Víctor Torres fue un estupendo Maestro en ambos episodios. Autoridad, oficio, señorío escénico y una voz magníficamente trabajada. Valen iguaes consideraciones para Adriana Mastrángelo quien en la presente temporada ha asumido gran parte del repertorio contemporáneo con total suficiencia y que demuesra estar mara mucho más que un solo repertorio.

 

  La Orquesta armada para ésta ocasión con el experto Elías Gurevich como Concertino e integrada por maestros importantes del medio brindo una labor excepcional con una magnífica concertación de Natalia Salinas en “El que Dice Si”.  Atenta a cada detalle, cada frase con ataques de suma justeza y magnífica conexión con el palco escénico. Y por supuesto una formidable guía de Martín Matalón concertando su obra para entregarle al público un trabajo de noble calidad.

 

  En el final, mi saludo y reconocimiento a los dos niños protagonistas. Tanto Guadalupe Fustinoni (El que Dice No) como Adam D’Onofrio (El que Dice Sí) demostraron no sentir peso alguno, tienen grato timbre y soltura escénica. Ojalá con el paso del tiempo los veamos encarando roles de importancia y cumpliendo interesantes carreras.

 

  El nivel alcanzado en este espectáculo como en la reciente “Il Campanello” nos hace pensar que estos trabajos merecen con creces la sala mayor del Colón.

 

 

                                                                                                                                          Donato Decina

No hay comentarios:

Publicar un comentario