domingo, 10 de septiembre de 2023

 

Concierto de Leonardo Chacón Oribe

.Leonardo Chacón Oribe, piano

.Espacio Colectivo de Experimentación Musical (ECEM), Mar del Plata, 9

de septiembre, hora 18.

El pianista marplatense –radicado en Buenos Aires- Leonardo Chacón

Oribe, brindó su primer recital profesional en su ciudad natal. Antes de ello

actuó en tal carácter en otras sedes.

El programa se inició con la Sonata nro. 1, en fa menor, opus 2 de

Ludwig van Beethoven (1770-1827). El opus 2 está integrado por las sonatas

números 1, 2 y 3. La primera, compuesta entre 1794 y 1795, y dedicada a

Franz Joseph Haydn muestra, de manera evidente, que gran parte de los

elementos del lenguaje pianístico del gran compositor ya estaban presentes en

la que está numerada como su primera obra del género (aunque en rigor no lo

sea, ya que antes Beethoven había escrito otras).

Prueba de la importancia y vigencia de su lenguaje son la clara impronta

rítmica del Allegro en fa menor, en compás binario, el desarrollo a través de la

transformación de una célula rítmica, la concisión, el ímpetu y un toque claro y

destacado que, en el segundo movimiento, (Adagio en 3/4) recuerda a Mozart.

El cuarto movimiento (Prestissimo en fa menor en compás de 2/2) evoca, en su

fuerte impulso inicial, a obras como la sonata Waldstein. Es un movimiento

temáticamente muy rico, donde la forma de desarrollo habitual es manejada

con mucha libertad y cierra con una nutrida recapitulación de los motivos

anteriores. Va de suyo que no se trata de un trabajo de iniciación sino de una

obra adulta y fundante, de complejidad temática y técnica.

El Estudio Nro. 7 (Eroica) en mi bemol mayor, de Franz Liszt (1811-

1886) fue la siguiente obra. Descriptiva y de gran sonoridad en toda la

extensión del instrumento, es uno de los 12 estudios trascendentales. Está

concebido en escalas descendentes de gran bravura, luego de las cuales se

presenta el tema central heroico.

Le sucedieron los Funerales, de las Piezas poéticas y religiosas del

mismo autor y una de sus obras más conocidas, donde –tal como sucede en el

poema sinfónico Muerte y Transfiguración, de Richard Strauss- las

connotaciones de la muerte van pasando del dolor inicial al tránsito del alma a

un ámbito liberador, en una textura de gran expresividad, donde el compositor

renuncia a todo efecto y cada elemento tiene una función definida en el

programa de la obra. Hay un momento de virtuosismo antes de retomar el tema

inicial. Se trata de una obra en que la demanda es expresiva y a la vez técnica.

Las Danzas Argentinas, opus 2 de Alberto Ginastera (1916-1983)

cerraron el programa. Integrado el conjunto por la Danza del Viejo Boyero; la

Danza de la Moza Donosa y del Gaucho Matrero, su paleta de sonidos es de

una enorme riqueza que se apoya en las escalas que el compositor utiliza tanto

como en la impronta exuberante y rítmica de la primera, la dulzura de la

sencilla línea melódica de la segunda e intensa bravura de la última, con su

tema central que alterna con rápidos desarrollos que lo enmarcan y que

finalmente lo resuelven en un gran final.


Fuera de programa interpretó los Preludios del opus 11 de Alexander

Scriabin (1872-1915) números 22, 13, 10 y 9, que corresponden a una serie de

24 preludios. Son de una belleza serena e introspectiva.

En el sentido de las obras elegidas fueron el cierre ideal para el

concierto.

Distintos lenguajes, distintas exigencias con un elemento común: el

virtuosismo de las obras.

Discípulo del maestro Aldo Antognazzi, Leonardo Chacón Oribe es un

solista de gran manejo técnico, muy perfeccionista y formado en la idea del

maestro Antognazzi de que el abordaje de las creaciones musicales es parte

de un proceso interior, un aprendizaje del intérprete donde el significado de las

obras es tan central como la técnica destinada a abordarlas.

La forma es una parte del hecho musical pero debe servir a algo que

vaya más allá de ella y en esa síntesis –forma y significado- es donde reside el

hecho musical.

Antes de iniciar el concierto Leonardo Chacón Oribe se refirió –con gran

concisión y claridad- al programa que iba a abordar, a las exigencias de las

obras, a su lenguaje y a las razones por las cuales las había incluido.

Nuevamente es de lamentar no solo la inexistencia de programas de

mano, que nos priva de conocer la información general del intérprete además

de las obras que integran el programa, agravado ello porque no se cuenta

siquiera con un anuncio general con tal información. El efecto pandemia se

extiende más allá de la pandemia misma e instala una nueva forma de pobreza

en la cual el hecho musical pierde una de sus características, una básica, que

es saber quién y qué habrá de tocar.


Un suma, pudimos acceder a un programa de obras de gran importancia

musical por un pianista joven pero ya muy formado, de gran manejo en la

técnica y la expresividad.


Eduardo Balestena

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