sábado, 2 de septiembre de 2023

 La Sinfónica en consolidado retorno a Las Condes…

                                                                        Por Jaime Torres Gómez

La continuidad de actividades del Teatro Municipal de Las Condes cada vez

valida su indispensable presencia en la oferta de espectáculos en Santiago.

Con una inteligente línea curatorial ante lo diverso, se ha logrado

fidelizar un amplio espectro de público. Y en este contexto, se destaca la creciente

demanda por presentaciones de música docta.

Dentro de las alianzas con diversas instituciones, exitoso ha sido el convenio con

el CEAC de la Universidad de Chile, facilitando la presencia sistemática de

la Sinfónica Nacional, dependiente de dicha casa de estudios.

La última presentación en el TMLC -con una alta afluencia de público, como es

recurrente en las presentaciones de la Sinfónica en dicho espacio- contempló el

retorno del talentoso director español Francois López Ferrer, a quien no se le

veía hacía varios años luego de haber sido Director Asociado de esta agrupación.

Con una sólida formación musical, López Ferrer ostenta una interesante carrera

como invitado en orquestas europeas y norteamericanas, siendo del todo

interesante verlo ahora con mayor experiencia.

La función presenciada correspondió a la segunda, no jugando a favor el apoyo

acústico Constellaton del Municipal lascondino -puntualmente en la primera parte

del programa-, con una desbocada intensidad sonora y no adaptada al

carácter propio de las obras (de mayor intimidad), no proveyendo debidos

balances más dificultades en percibir texturas y matices, traducido en

distorsionadas versiones del maestro invitado…

Los últimos resultados del Constellation en el TMLC (a diferencia del año pasado,

con espléndidas experiencias), instan a reenfocar las pruebas acústicas previas, al

ser cada obra un mundo en sí mismo, ameritando un tratamiento específico (no

estandarizado) que propenda hacia un buen resultado artístico.  

No obstante la limitación señalada, pudo calibrarse, en lo macro, la entrega de

las Tres Tonadas del destacado compositor nacional Pedro Humberto

Allende (1885-1959) como en la Quinta Sinfonía de Franz Schubert.

En el caso de las escasamente ofrecidas Tonadas de Allende, son parte de las 12

originales para piano, de las que el compositor orquestó algunas para cuerdas. En

el caso de las ofrecidas, correspondieron a las N° 10,11 y 12, al parecer también

orquestadas por el mismo Allende. Y no obstante su densidad orquestal, se da un

refinado manejo de texturas y transparencias, sin duda influenciadas por la

estética impresionista subyacente, propia de buena parte de la producción


allendina. La versión de López Ferrer, de correcto armado, aunque difícil asimilarla

mejor ante los “inmisericordes decibeles” del Constellation, no favoreciendo una

adecuada percepción de balances, acentos y voces internas…

Luego, una conceptualmente acertada versión de la Quinta de Schubert, obra de

cautivante amabilidad y atípica en la producción del genial compositor austríaco

(de “económico orgánico” al prescindir de clarinetes, trompetas y timbales, e

incluso sin mayor requerimiento de cuerdas). Si bien López Ferrer brindó

amabilidad de discurso global, no fue ideal ocupar un excesivo contingente de

cuerdas, máxime al verse inorgánicamente amplificado por la mala aplicación del

Constellation, traduciéndose en una versión de grueso espesor, no obstante una

idiomática adopción de tempi y musicales fraseos.

Feliz y “milagrosamente”, la segunda parte subsanó ciento por ciento las

“aberraciones” sonoras de marras, presenciándose, sin alteraciones, las bondades

de una formidable versión de la Misa Solemne a Santa Cecilia, de Charles

Gounod. Del todo oportuno haber programado esta magnífica obra luego de

muchos años de ausencia. Y como es recurrente en Gounod, esta Misa es de una

honestidad de contenido de irrefrenable audición ante su belleza y enjundia

melódica, notable manejo de la armonía más la íntima correlación texto-música, a

pesar del “jocoso” agregado final del Himno “Domine Salvum”, aludiendo al

emperador Napoleon III, de prosopopéyico carácter, aunque reemplazado luego

por una oración por la Patria…

La versión firmada por López Ferrer, absolutamente triunfal en todo orden,

obteniendo lo mejor de la Sinfónica en carácter, balances, texturas, matices y

belleza de sonido, asimismo gran entrega del Coro Sinfónico de la Universidad

de Chile (dirigido por Juan Pablo Villarroel) y del excelente trío de solistas con la

soprano Andrea Aguilar, el tenor Felipe Gutiérrez y el barítono Arturo Jiménez,

todos hoy en día en sus mejores momentos de sus carreras. Gran y justo

reconocimiento del numeroso público a la gran entrega.

En suma, una nueva y consolidada presentación de la Sinfónica Nacional en el

Teatro Municipal de Las Condes, con un entusiasta y numeroso público fidelizado,

más una buena oportunidad para apreciar los avances de un director con gratos

recuerdos de su residencia como Asociado de la decana orquestal del país…

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