sábado, 30 de marzo de 2024

 Excepcional concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el CCK


UN REPERTORIO POCO CONVENCIONAL Y DE ALTO VUELO

Martha CORA ELISEHT


En un año caracterizado por la incertidumbre en materia de funcionamiento del

Estado y signado por las dificultades económicas, la Dirección Nacional de Organismos

Estables puso primera y apostó fuertemente a sus elencos brindando espectáculos

gratuitos de jerarquía. Tal fue lo que sucedió el pasado miércoles en el Ciclo de la

Orquesta Sinfónica Nacional en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK),

bajo la dirección de Yenny Delgado y la participación del contrabajista Julián Medina

como solista invitado para brindar el siguiente programa:

- Concierto n°15 en Re mayor para contrabajo y orquesta- Johannes M.

SPERGER (1750-1812)

- Sinfonía “Manfred”, Op.58- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

Previamente al inicio del concierto y, ante la consabida ausencia de programas de

mano, una voz en off anunció las obras que se iban a interpretar. (Un gran acierto según

opinión de quien escribe, que evita que los directores tengan que anunciar el programa.

Lástima que no indique que no se debe aplaudir hasta el final de cada obra, lo que

permite una educación del público que asiste quizás, por primera vez a una sala

sinfónica y hubiera matado dos pájaros de un tiro). Seguidamente, una formación

reducida encabezada por el concertino Gustavo Mulé se hizo presente sobre el escenario

del Auditorio Nacional para llevar a cabo la tradicional afinación de instrumentos

previamente a la aparición de la directora y el solista.

La obra de Johann Matthias Sperger es poco conocida entre el público local, pese a

haber sido un compositor austríaco muy prolífico. Su obra comprende 44 sinfonías,

conciertos instrumentales para flauta, viola, violoncello, trompa, trompeta y,

especialmente, 18 conciertos para contrabajo, de los cuales, el n°15 en Re mayor fue el

elegido para su interpretación. Consta de tres movimientos (Allegro/ Adagio/Rondó),

donde Julián Medina demostró por qué es uno de los mejores solistas de dicho

instrumento y ganador del Concurso Internacional Bottesini en 2022. Es una obra que

posee un sonido muy mozartiano y permite el lucimiento del solista, ya que explora

todos los matices del instrumento en registro de escalas ascendentes y descendentes. Por

su parte, Yenny Delgado supo acompañarlo muy bien, logrando un perfecto diálogo

entre la orquesta y el solista durante toda su ejecución. Mientras el Allegro inicial en Re

mayor es luminoso, el Adagio central en tono menor es sombrío y oscuro, con

numerosas cantilenas que deben tener una tensión interna necesaria. Medina supo

resolverlo perfectamente hasta la introducción del Rondó final por el contrabajo de

manera attaca (sin interrupción). Este tema es chispeante, divertido y sincronizado,

seguido por la orquesta con una monumental fuga con ribetes beethovenianos de la

primera época del genio de Bonn. Hizo gala del fraseo y de su técnica, logrando una

magnífica versión. El Auditorio Nacional estalló en aplausos hacia el final, lo que


motivó a Medina a ofrecer un bis: una transcripción para contrabajo de la Siciliana para

violín y piano de María Theresia von Paradis (1759-1824), compositora austríaca que

vivió en la misma época que Sperger y que fue una eximia pianista, pese a haber

quedado ciega a los tres años de edad. No obstante, su prodigiosa memoria le permitió

dedicarse a la enseñanza y creó un método para que los no videntes pudieran aprender

música y tocar el piano. Afortunadamente, su obra está volviendo a ver la luz tras haber

caído en el olvido durante muchos años y gracias a la sublime interpretación de Julián

Medina, una pudo ahondar sobre la vida y obra de esta gran mujer. Otra ovación de

aplausos para el solista, quien se retiró sumamente satisfecho del escenario.

Para la segunda parte del concierto, la orquesta se presentó con su orgánico

prácticamente completo para interpretar la Sinfonía “Manfred”, Op.58 de Tchaikovsky,

que consta de 4 movimientos: Lento lugubre. Moderado con moto. Andante/ Vivace con

spirito/ Andante con moto/ Allegro con fuoco. Basada sobre el poema homónimo de

Lord Byron, Manfred es un desclasado -hoy en día, un social outsider-, quien se

encierra en su castillo de los Alpes buscando olvidar su obsesión por su amor prohibido

hacia Astarté. Para ello, solicita ayuda a 7 espíritus, uno de los cuales se le presenta

tomando la forma de su amada (narrado en la sinopsis argumental del 1° movimiento).

El crítico musical – y mentor del Grupo de los Cinco- Vladimir Stasov le propuso a

Mili Balakirev componer un poema sinfónico sobre la obra de Byron en 1867. Por

diferentes motivos, el proyecto no se concretó hasta 1884, cuando Tchaikovsky y

Balakirev se reunieron en San Petersburgo y este último -quien quedó impresionado por

la obertura fantasía ROMEO Y JULIETA de su colega- le propuso escribir sobre

Manfred. En 1885, tras leer el poema original de Byron, Tchaikovsky se dedicó a la

tarea y se sintió identificado con el personaje -su homosexualidad le jugó más de una

mala pasada en aquel entonces-. Culminó su obra en Septiembre de ese mismo año y la

consideró “la mejor sinfonía que he compuesto”, según sus propias palabras. Permite el

lucimiento de toda la orquesta y los solistas de los principales grupos de instrumentos

en los diferentes caracteres de cada uno de los 4 movimientos que la integran. En el 2°

movimiento (Vivace con spirito), la Bruja de los Alpes aparece como un arco iris sobre

una catarata y le impone al protagonista condiciones que no está dispuesto a aceptar, ya

que prefiere seguir sufriendo. El 3° movimiento (Andante con moto) es de carácter

pastoral y representa la serenidad y simplicidad de la vida alpina, que le brinda al

protagonista cierto alivio y confort. Finalmente, en el 4° movimiento, un globo de fuego

rodeado de espíritus de Némesis -diosa de la venganza- y el Destino presentan una

visión idealizada de Astarté hundiéndose, que llevará al protagonista a la muerte. Hacía

mucho tiempo que una no escuchaba esta monumental obra por una orquesta argentina

y Yenny Delgado le imprimió a la presente versión tres características fundamentales:

brillo, enjundia y fuste. Una excelsa interpretación de la Sinfónica Nacional y un logro

más en su inmenso repertorio, que se vio coronado por una ovación de aplausos y

vítores.

Cuando se ofrecen obras poco convencionales -o que no se interpretan desde hace

algún tiempo- por un organismo sinfónico de excelencia y de manera gratuita, la gente

acude masivamente. Ante una sala completamente rebosante de público, la Sinfónica

Nacional demostró por qué sigue siendo una de las mejores orquestas del país. La

renovación de sus integrantes le sentó de perlas y le imprimió un sonido fresco,

vigoroso y brillante para ejecutar un repertorio poco convencional de alta jerarquía.


Queda aún mucha buena música por descubrir y la excelente tarea del programador Ciro

Ciliberto lo hace posible.

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