jueves, 1 de agosto de 2019


UN MUY LOGRADO ESPECTACULO

Teatro Colón, Temporada 2019: Opera: ”Ariadna en Naxos”, Comedia en un Prólogo y un Acto con Música de Richard Strauss y Libreto de Hugo Von Hofmannsthal. Intérpretes: Carla Filipcic Holm (Prima Donna/Ariadna), Gustavo López Manzitti (Tenor/Baco), Jennifer Holloway (Compositor), Hernán Iturralde (Maestro de Música), Ekaterina Lekhina (Zerbinetta), Pablo Urban (Maestro de Danza/Scaramuccio), Luciano Garay  (Arlequín), Santiago Martínez (Brighella), Iván García (Truffaldino), Laura Pisani (Náyade), Florencia Machado (Dríade), Victoria Gaeta (Eco), Mariano Fernández (Peluquero), Román Modzelewski (Sirviente), Ariel Casalís (Oficial), Carlos Kaspar (Mayordomo), Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía: Diego Siliano, Vestuario: Luciana Gutman, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Video: Matías Otarola, Coreografía: Ignacio González Cano. Dirección Musical: Alejo Pérez. Dirección Escénica: Marcelo Lombardero. Función del 31 de Julio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Una Opera dentro de Otra. Tal vez sea la mejor denominación para este trabajo de la dupla Richard Strauss-Hugo Von Hofmannsthal, que surgió como complemento a las representaciones de “El Burgués Gentilhombre” de Moliere (parte de cuya música incidental tomaría luego rumbo independiente) y que, transformación mediante luego del discreto estreno que entre obra y Opera insumió 6 horas de duración, se transformaría solo en Opera. Ariadna y Baco, Zerbinetta y sus Compañeros. Orquestación reducida, clima de intimidad que abundará en la segunda parte. Todo un desafío.

  Una vez más Marcelo Lombardero puso en escena un producto de genuina calidad, acorde a lo que nos acostumbra a ofrecer. A un palacio de época con ambientación actual muy logrado visualmente, tanto por la reconocida categoría de Diego Siliano   en los aspectos escenográficos, como por el sostén que Matías Otalora brindó en el soporte visual con las proyecciones al fondo de escena, la que estuvo magníficamente iluminada por José Luís Fiorruccio.   La realización de este trabajo de equipo se completó con el muy buen vestuario de Luciana Gutman. Entonces en esa ambientación del prólogo, en la que un sufrido compositor que ha elaborado en for mato operístico “Ariadna en Naxos” para ser ofrecida en casa de un mecenas, se ve obligado a aceptar que su trabajo sea ofrecido a la par de un espectáculo de comediantes que desempeñan personajes tomados de la “Commedia dell arte”, guiados todos por Zerbinetta, ya que puntualmente al finalizar  la cena durante la que estos espectáculos serán ofrecidos se desplegarían fuegos de artificio.  Las tensiones, nervios,  caprichos de divos, partituras que hay que adaptar, un Maestro de Música que apoya a su alumno el compositor y quien es es el que le consigue al Mecenas, que aceptará estrenar su trabajo, fue puesto en escena de modo impecable por Lombardero, quien saca provecho de un equipo de cantantes a los que el bien conoce y sabe cómo extraerles lo mejor.  

  La segunda parte nos muestra un escenario a la antigua usanza, con iluminación a Candelabros a ambos costados en donde transcurre “Ariadna en Naxos”, a la que se le intercalará la actuación de los comediantes, quienes tomando el tema de la opera como punto de partida para su actuación, harán su presentación. Aquí Lombardero marcó diferentes guiños al Género, desde el vestuario de época de los cantantes de Opera y lo propio con el de los artistas populares, bien actual. Así Zerbinetta lucirá un “Body” a la usanza “Madonna”, Brighella con un conjunto blanco similar al que Freddie Mercury luciera en el mítico recital de “Queen” en Wembley, Truffaldino con una vestimenta que recordaba a “The Beatles” en el histórico álbum “La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pepper”, Scaramuccio rememorando con su presencia a los Stars de la segunda mitad de los 70’s de la pasada centuria y Arlecchino con un saco y guitarra que me llevó al recuerdo la imagen de B.B. King. El contraste entre ambos espectáculos no pudo estar mejor logrado y expresado. Tal vez por eso los gestos sobreactuados de los intérpretes de la opera con vestuarios del “seteccento” contrastó de buena manera con los espontáneos de los comediantes, cosa  que tal vez no todos puedan entender. En el remate fue la aparición de Baco desde adentro mismo del escenario con un vestuario que bien podría recordar a “Lucia di Lammermoor” o en Teatro a  “Los Tres Mosqueteros”. Se pudo apreciar el “Backstage” con los gestos de los interpretes a los asistentes, el paso de los técnicos y hasta los elementos utilizados como efectos como una víbora serpenteante llevada a pulso por los asistentes de escena o un barco, como en el Teatro de principios del siglo XX también conducido de igual manera. Lo cierto es que llegando al final, los asistentes apuran el desenlace y despojan la escena para que la culminación de los espectáculos coincida con los fuegos artificiales.
  
   En este punto la escena viró hacia una penumbra acorde con la comentada iluminación del escenario, mientras que los Comediantes y Baco eran realzados por los seguidores lumínicos, decisión a mi entender absolutamente acertada.

  En cuanto a las voces, haré especial hincapié en que todos tuvieron extraordinaria capacidad actoral, respondiendo con creces a los requerimientos del Director de Escena. Así en el Prólogo, Jennifer Holloway trazó de manera impecable al Compositor,  con muy buen decir y excelente presencia, siendo secundada de modo notable por Hernán Iturralde, con su acostumbrada versatilidad y noble línea de canto. Muy buenos en sus breves actuaciones tanto Román Modzelewski como el Sirviente, Mariano Fernández como el simpático Peluquero y Ariel Casalís como el oficial.
 Y  ya entrando en  el análisis de las actuaciones de quienes intervinieron a lo largo del espectáculo, tuvieron formidable desempeño el trío de Ninfas (Cuantos guiños aquí de los autores a Wagner) conformado por Laura Pisani (Náyade), Florencia Machado (Dríade) y Victoria Gaeta (Eco), con ajuste, afinación y mucha seguridad en las tres, completando el trabajo con muy buenas composiciones escénicas. En cuanto al cuarteto de Comediantes, Pablo Urban, quien en el prólogo interpretó también al Maestro de Danza, fue un muy noble Scaramuccio cumpliendo sobradamente en los dos roles con su característico histrionismo.  Santiago Martínez, con un muy correcto Brighella, mucho más cómodo que en el ministro de la reciente “Turandot”. Un extraordinario Iván García con  formidables graves para dar vida a Truffaldino y un Imponente Luciano Garay en Voz y Actuación como Arlecchino. Ekaterina Lekhina trazó una correcta Zerbinetta, con buen timbre, correcta actuación y justos agudos. Para el final la descollante actuación de la pareja central. Gustavo López Manzitti en una actuación memorable con formidable y acerado registro y absoluta soltura escénica y Carla Filipcic Holm con voz plena y estupendo desenvolvimiento, entregándoles  ambos al Teatro Colón sus mejores  actuaciones.

 Hubo actuación de bailarines para realzar la segunda parte del espectáculo muy bien conducidos por Ignacio González Cano, como así también figurantes que hacían las veces de técnicos de escena, muy buenos en el apoyo a la acción. Lamentablemente no fueron consignados en el programa de mano.

  Alejo Pérez redondeó una buena concertación para este nuevo Strauss en el Colón, la que creció con el correr de la función. La Estable arrancó algo destemplada, se fue asentando y tuvo brillo en el extraordinario final. En cambio no pudo ser mejor la comunicación con el palco escénico, siempre atento hasta en los mínimos detalles.

  Carlos Kaspar en el personaje actuado del Mayordomo fue el eficaz “Bastonero” de escena, tanto en su decisiva participación en el prólogo como el final, cerrando los cortinados e indicándoles a los presentes cuando había que iniciar los aplausos finales. Por fin pudimos disfrutar hasta el último compás.

Donato Decina

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