uy buena reposición de “LA SYLPHIDE” en el Colón
UN IMPREVISTO QUE SALIÓ
MUY BIEN
Martha CORA ELISEHT
Tras algo más de 30 años, el Ballet
Estable del Teatro Colón incluyó un clásico dentro de la Temporada 2019: “LA SYLPHIDE”, con música de Jean
Madeleine Schneitzhoeffer y coreografía de Pierre Lacotte (basada en la
original de Filippo Taglioni), cuyas representaciones tendrán lugar entre los
días 20 al 27 del corriente, donde participará la Orquesta Estable del
mencionado organismo, bajo la dirección musical de Tara Simoncic. La
escenografía y el vestuario pertenecen al Teatro Colón (según los originales de
Pierre Ciceri y Eugène Lami, respectivamente), mientras que Rubén Conde se hará
cargo de la iluminación. Actuarán como coreógrafos invitados Anne Salmon y Jean Christophe Lésage.
En la función ofrecida el pasado
viernes 23 del corriente, el reparto
estuvo integrado por los siguientes bailarines: Macarena Giménez (La Sylphide), Hernán Cornejo (James), Edgardo Trabalón (Gurn), Camila Bocca (Effie), Igor Gopkalo (La Bruja), Analía Sosa Guerrero (Madre de Effie), Ludmila Galaverna,
Ayelén Sánchez y Emilia Peredo Aguirre (Tres
Sylphides) y la pareja formada por Natalia Pelayo y David Gómez, quienes
tuvieron a su cargo el Petit Pas de Deux del
1° Acto.
Para esta ocasión, Paloma Herrera
–Directora del Ballet Estable- invitó a dos prestigiosos bailarines del
American Ballet Theatre para los roles principales de James y la Sylphide:
Hernán Cornejo y Misty Copeland. Debido a una lesión que sufriera la étoile, fue reemplazada a último momento
por Macarena Giménez en las funciones de Abono. Sin embargo, al ahondar en el
curriculum de la bailarina estadounidense, este ballet no figuraba dentro de su
repertorio. Y en el caso de nuestro compatriota Hernán Cornejo, días antes del
debut había manifestado en declaraciones a la prensa que si bien sí la tenía en
su repertorio, siempre había bailado la
tradicional coreografía de August Bournonville (1836) y no la de Lacotte (1972).
Por lo tanto, tuvo que aprender nuevamente la coreografía en sólo cuatro días.
De todos modos, fue un gran acierto
haber contratado a Tara Simoncic para dirigir a la Orquesta Estable, ya que se
trata de una directora de ballet. Y esto es fundamental, porque respeta los
tiempos de los bailarines para que haya una coordinación perfecta con los
compases de la música. No sólo ofreció el clima de misterio que ronda a la
protagonista –una criatura sobrenatural y etérea, que habita en los bosques y
que enamora a James irrumpiendo justo
el día de su boda con Effie- , sino
que además, Oleg Pishenin y Jorge Bergero se lucieron respectivamente en los
solos de violín y violoncello de las escenas de amor, sino que además, Rodolfo
Rosón brindó el bellísimo solo de corno del 2° Acto en el Gran Pas de Deux. La excelente iluminación de Rubén Conde puso el
marco perfecto para los momentos de luz –los preparativos para la boda- como de
oscuridad –la aparición de la Sylphide, el
sueño de James y la noche de las
brujas-, logrando unos magníficos efectos. El vestuario – basado en dos
colores: rojos y celestes, correspondientes a los diferentes clanes de Escocia-
fue soberbio, al igual que los tutús románticos
para las sílfides en el 2° Acto.
También fueron estupendos los efectos especiales –desaparición de la Sylphide
en la escena del Pas de Trois y
las sílfides volando en el bosque- y
brindaron una producción de gran
jerarquía.
En cuanto al ballet y sus
protagonistas, y pese a los contratiempos anteriormente mencionados, Hernán
Cornejo demostró que no sólo fue capaz de aprender en pocos días la coreografía
de Lacotte, sino que lo hizo con la habitual maestría a la cual ya tiene acostumbrado
al público argentino. Sus trucos, piruetas, solages
y developés fueron de una
precisión increíble y formó un magnífico trío junto a Macarena Giménez y Camila
Bocca en el Pas de Trois del 1° Acto.
El delirio fue total al encarar sus piruetas como solista en el Grand Pas de Deux del 2° Acto y el
público estalló en aplausos. Camila Bocca ofreció una flûte magnífica en su solo del 1° Acto y sus arabesques fueron sumamente correctos. A su vez, Macarena Giménez
tuvo la difícil tarea de reemplazar a Misty Copeland y encarnar a la
protagonista a la que hace alusión el título de la obra (Sylphide). Y lo hizo muy bien, porque es una bailarina etérea y
posee el physique du rôle perfecto
para esta ocasión. Ha mejorado muchísimo su técnica y sus desplazamientos, lo
que le permitió consolidar su posición e hizo un muy buen Grand Pas de Deux en el 2° Acto, al igual que el Pas de Trois anteriormente mencionado.
Mejoró su panché y su souplée e hizo una muy buena
performance. Quizás estuvo algo inexpresiva en el 1° Acto, pero fue creciendo
actoralmente a medida que avanzaba la obra hasta verse envuelta en el chal
mágico que le ocasiona la muerte en brazos de James. Edgardo Trabalón ofreció un muy buen Gurn, pero en materia actoral, Igor Gopkalo se llevó los laureles
al encarnar a la bruja Magda. Es un
gran bailarín de carácter y lo demostró con creces. Las escenas de conjunto
también estuvieron bien logradas y merece una mención aparte la pareja formada por Natalia Pelayo y David
Gómez, quienes tuvieron a su cargo el Petit
Pas de Deux del 1° Acto. Ella es una bailarina consagrada y suplente de
solista, mientras que él es una joven promesa que poco a poco, se va
afianzando. La interpretación fue magnífica y él posee no sólo una muy buena
técnica, sino también, una gran plasticidad. También fue muy bueno el trío de Sylphides formado por Emilia Peredo Aguirre,
Ayelén Sánchez y Ludmila Galaverna.
Afortunadamente y pese a todos los
contratiempos, todo salió bien. No obstante, si se tiene en cuenta que –en
general- los contratos se firman de un
año para otro, es indispensable informar a los bailarines invitados que no sólo
cuenten con la obra en su repertorio, sino también con la coreografía que se va
a reponer. A juicio de quien escribe, parece una desprolijidad –por no decir
una irresponsabilidad- por parte de quienes hicieron las contrataciones o
sugirieron el elenco. Sin ir más lejos, otra compatriota que brilla como étoile en París –Ludmila Pagliero- está
considerada como la principal intérprete
de este rol en la actualidad. Y si se tiene también en cuenta que la última vez
que se representó en el Colón fue con dos colosos de la talla de Ghislaine
Tésmar y Michel Duval, con más razón todavía como para ofrecerla con
intérpretes de alta calidad y gran jerarquía. Porque justamente fue la que
inició la gran tradición del ballet
romántico y el uso de las zapatillas de punta, marcando un hito en la historia
de la danza clásica.
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