Magnífica transmisión histórica por streaming de “LA WALKYRIA” en el Metropolitan
POR SIEMPRE WAGNER
Martha CORA ELISEHT
Continuando con la serie de
transmisiones históricas por streaming desde
el Metropolitan Opera House de New York, en el día de la fecha le tocó el turno
a “LA WALKYRIA” (DIE WALKÜRE) de
Richard Wagner (1813-1883) representada en dicho teatro en 1991 con puesta en
escena de Otto Schenk, escenografía de Günther Schneider- Siemssen, vestuario
de Rolf Langenfass e iluminación de Gil Wechsler, con un elenco compuesto por
los siguientes cantantes: Hildegard Behrens (Brünhilde),
James Morris (Wotan), Gary Lakes (Siegmund), Jessye Norman (Sieglinde), Christa Ludwig (Fricka), Kurt Moll (Hunding), Joyce Castle (Waltraute),
Jagalyn Bower (Rossweise), Katharina
Ikonomu (Helmwiege), Martha Thiegpen (Ortlinde), Diane Kesling (Siegrune), Wendy Hillhouse (Grimgerde), Pyramid Sellers (Gerhilde) y Sondra Kelly (Schwerleite). La dirección musical
estuvo a cargo de James Levine.
La primera jornada de la Tetralogía EL ANILLO DEL NIBELUNGO (DER NIBELUNGEN
RING) puede representarse tanto sola como dentro de la misma. La ventaja
que tiene cuando se representa la monumental obra de Wagner en forma completa
permite apreciar mejor el hilo de la narración y el orden de los
acontecimientos. No obstante, el Met la representa muy a menudo fuera del marco
de la Tetralogía –la última vez, en Marzo de 2019, con la soprano
estadounidense Christine Goerke como protagonista-. Sea como fuere, existe una
explicación sobre cómo sucedieron las cosas en el Prólogo (EL ORO DEL RHIN) en el 2° Acto, cuando Wotan le confiesa a su hija predilecta –Brünhilde, la walkyria que da el título a la ópera y su
protagonista- lo sucedido con el enano Albrecht, quien robó el oro a las ninfas
del Rhin para forjar un anillo cuyo propietario dominará el mundo. Debido a que
el dios debió darlo como parte de pago a los gigantes Fasolt y Fafner por la
construcción de su castillo –Walhalla-,
Fafner mata a su hermano Fasolt y
se transforma en un dragón para custodiarlo. Sólo podría conquistarlo un héroe
libre –no creado por el dios-, pero éste todavía no ha nacido. Mientras tanto,
para proteger su castillo, envía a las walkyrias a recolectar los cuerpos de
los héroes muertos para defenderlo. ¿Por qué? En el interín, Albrecht sedujo a una mujer y ha tenido
un hijo –Hagen, que aparecerá recién
en EL OCASO DE LOS DIOSES- y de esa
manera, prolonga su dinastía, que se contrapone a los intereses del dios. Ya
sea por acumulación de poder –en el caso de Wotan-
o de dinero –por parte de Albrecht-,
cualquiera de las dos cosas puede llegar a corromper el mundo. Ése es uno de
los principales mensajes que deja la tetralogía wagneriana, al igual que la
salvación del mundo mediante la redención por el amor –cuyo leitmotiv aparece cantado por Sieglinde en el 3° Acto, alabando la
bondad de Brünhilde por haberla
salvado mientras se encuentra gestando a Siegfried,
fruto de la unión con su hermano Siegmund-.
Pese a que cuenta con el aval de Wotan
(Wälsa), dicha relación incestuosa es imperdonable para Fricka, esposa del dios y diosa del
matrimonio. Por ende, le ordena proteger a Hunding
–esposo de Sieglinde- y matar a
su propio hijo. Sin embargo, Brünhilde desobedece
la orden de su padre y pagará muy caro su error: en vez de ser una walkyria
divina, será una mujer mortal y esposa del primer hombre que la encuentre. No
obstante, Wotan intercede a su pedido
de protegerla dejándola sumida en un sueño profundo y rodeada de una muralla de
fuego, para que sólo un verdadero héroe sea capaz de rescatarla de su letargo.
La puesta en escena de Otto Schenk
fue espectacular, con una escenografía y vestuario dignos de la mejor tradición
wagneriana. Los efectos de iluminación de Gil Wechsler hicieron mucho hincapié
en el claroscuro típico de las obras del genio de Bayreuth. En el 1° Acto, la
casa de Hunding es humilde y posee un
portón, que luego de la escena del descubrimiento de la espada Nothung
(“Ein Schwert verhies mir mein Vater”), se abre para dar paso al bosque
florido iluminado por la luz de la luna, donde tiene lugar la escena de amor
entre los gemelos Siegmund y Sieglinde (“Winter stürme wiehem den
Wonnemond”). Mediante un efecto magistral de iluminación se logra que la
espada brille cuando Siegmund más la
necesita. En el 2° Acto, en
contraposición a la oscuridad, Fricka aparece
íntegramente vestida de blanco, representando la pureza del matrimonio y brinda
luminosidad en medio de la oscuridad, mientras que Brünhilde luce la armadura clásica sobre falda y blusa naranja –el
resto de las walkyrias lo hace en
tonos de gris-. Y en el 3° Acto, una vez que Wotan pronunció su implacable castigo, la escena se ilumina al
quedar a solas con Brünhilde hasta el
final, cuando invoca a Loge para
rodear la roca de la walkyria con una muralla de fuego. Otro efecto de
iluminación espectacular.
En cuanto a los principales
intérpretes, James Levine demostró ser un profundo conocedor de la partitura,
logrando una muy buena profundidad y equilibrio sonoro desde el Preludio al 1°
Acto, crenado el clima de misterio que envuelve la huida de Siegmund hasta que llega a casa de Hunding. Su marcación fue sumamente
precisa y puso un énfasis especial en la célebre Cabalgata de las Walkyrias al inicio del 3° Acto. Y en cuanto a la
escena final, el telón iba cayendo a medida que se iba desvaneciendo la música.
Y que fue sumamente aplaudido al final. Por su parte, ha sido un auténtico
placer escuchar un tenor de los quilates de Gary Lakes encarnando a Siegmund, que estuvo acompañado por una
eximia Sieglinde: Jessye Norman.
Ambos formaron una pareja inolvidable desde el punto de vista vocal y actoral,
con un maravilloso intercambio de miradas cuando se reconocen a primera vista
el uno al otro como hermanos y descendientes de Wälsa. También estuvo muy bien el detalle de ofrecer hidromiel
–licor de la hospitalidad en la mitología nórdica- en un cuerno. Y en los
interludios, las miradas de cariño y ternura se correspondían plenamente. Los
matices dramáticos de Jessye Norman fueron estupendos, tanto en la consabida
aria de amor (“Du bist der Lenz”) como
en el diálogo con Brünhilde (“Niche sehre
dich Sorge un mich”). También ha
sido un auténtico placer poder apreciar a la legendaria Christa Ludwig como Fricka, cuya interpretación fue excelsa.
James Morris ha sido uno de los mejores intérpretes de Wotan de todos los tiempos–rol que también cantó en el Teatro
Colón- . Se destacó en la confesión junto a Brünhilde
en el 2° Acto (“Ein anders ist’s”) y
en el dúo del 3° Acto junto a la protagonista (“War es so schmächlich”) y en la escena de despedida de su hija
dilecta (“Leb wohl, du kühnes, herrliches
Kind”), donde ambos no sólo se fundieron en un abrazo lleno de ternura,
sino que también sucedió lo mismo cuando le besa los ojos para luego sumirla en
su sueño (“Der Augen, lichtende Paar”).
Por su parte, el bajo alemán Kurt Moll también encarnó un soberbio Hunding. Si bien la caracterización de
todos los personajes fue perfecta, la de éste en particular fue la mejor.
El rol protagónico estuvo a cargo de
Hildegard Behrens, quien interpretó una brillante Brünhilde de cabo a rabo a partir de su introducción en el 2° Acto (“Hojoho!”), donde no sólo demostró
tener una perfecta técnica vocal, sino también alcanzar sin dificultad las
notas agudas en los pasajes más dramáticos (“So
sah ich Siegvater nie” y “Siegmund!
Sich auf mich”). Y se lució desde el punto de vista actoral cuando decide
proteger a Sieglinde y enfrentar a su
padre. Por último, las diferentes cantantes que interpretaron a las Walkyrias en la célebre Cabalgata sonaron perfectamente bien
cantando al unísono, aunque hubo alguna que otra desprolijidad desde lo
individual.
Ha sido un auténtico placer poder
volver a escuchar a estos legendarios cantantes –muchos de los cuales actuaron
en el Colón- y apreciar este clásico wagneriano con una puesta en escena y un
vestuario dignos de la mejor tradición de
Bayreuth, merced al perfecto estado de conservación del material fílmico y
sonoro. Ya sea representada individualmente o dentro de la Tetralogía, es
Wagner en estado puro. Y eso es lo que realmente importa.
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