Monumental concierto de música
barroca a cargo del Ensamble FULMINI en el CCK
UNA
MAESTRÍA EN EXQUISITEZ Y BUEN GUSTO
Martha
CORA ELISEHT
Ciudad de Astengo, Echesortu y
Casas;
Cuna del onorevole Benvenuto.
En ti se han fundido cuatrocientas
razas;
Pero nunca ha salido un gringo
bruto.
Sin
lugar a duda, los versos del gran caseur Arturo Palenque Carreras
definen a Rosario como uno de los
grandes epicentros de la cultura nacional. Cuna de numerosos artistas, pintores
y escritores, es también la sede del Ensamble FULMINI de música barroca, creado
hacia fines de 2012 y cuya misión consiste en la interpretación de la música antigua
correspondiente al período barroco y clásico con instrumentos de época y
docentes especializados en la materia.
Además, sus objetivos comprenden el estudio de la técnica
correspondiente a cada instrumento de manera personal y particular y el trabajo
de la música desde una perspectiva histórica. La mayoría de sus integrantes son
muy jóvenes y no hace falta que emigren para especializarse en este tipo de
música, porque luego de haberse capacitado debidamente en Europa, los docentes
decidieron hacer escuela en su ciudad natal y de esta manera, formar a los
músicos jóvenes. Los instrumentos que utilizan son réplicas de instrumentos
antiguos (flauta dulce, flauta piccolo barroca, flauta de pan, oboe d’amore,
oboe barroco -cuyo sonido es similar al clarinete-, clave e instrumentos de
cuerdas usando cuerdas de tripa), lo que brinda una sonoridad especial, ya que
la afinación es diferente de la de los instrumentos modernos (415 Hertz en vez
de los característicos 440). Su repertorio está formado principalmente por
obras barrocas, que abarca desde tríos hasta obras sinfónico-corales.
Con
motivo de celebrar su décimo aniversario, la agrupación se presentó con un
concierto en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural
Kirchner (CCK) el pasado domingo 12 del corriente. Sus integrantes son: Agustín
Tamagno y Diego Nadra (oboes), María Eugenia Montalvo (flauta), Azul
Chiavia (fagot), Gustavo Di Giannantonio y Nicolás Toneatto (violines),
Lucas Soria (viola), Claudia Di Giannantonio (violoncello), Guillermo
Properzi (contrabajo), Jorge Lavista (clave) y Juan Carlos Saez
Kovacs (órgano) e interpretaron el siguiente repertorio:
-
“Les caracteres de la
danse”- Jean Férry REBEL (1666-1747)
-
Suite
de “The Fairy Queen”- Henry
PURCELL (1659-1695)
-
Suite
Burlesque- Georg
Philipp TELEMANN (1681-1767)
Ante
la consabida ausencia de programas de mano, el oboísta Agustín Tamagno ofició
como presentador y destacó que las obras comprendidas en el repertorio se
caracterizaron por ser tres suites que poco a poco, fueron despegándose
de la danza y de los textos - motivos originales por los cuales fueron
compuestas- para dar prioridad a la música.
En el caso particular de Les caracteres de la danse, Rebel
hilvana 12 danzas de la época (Courante, Menuet, Bourée, Chaconne,
Sarabande, Gigue, Rigaudon, Passepied, Gavotte, Sonate, Loure y Musette). Tras
comenzar con un bello e inspirado Preludio, las danzas seleccionadas por
este gran compositor barroco francés representan diferentes estados de ánimo.
Curiosamente, Rebel inserta una sonata entre la Gavotte y la Loure
para finalizar con otra sonata. La obra fue compuesta en 1715 y
ambas sonatas están escritas en estilo italiano. Este tipo de
composición ya permite entrever la separación de la música de la danza y fue
ejecutada magistralmente con el empleo de instrumentos de época, que le dieron
una sonoridad diferente. En el caso particular del oboe d’amore, éste suena
como una trompeta barroca, mientras que el oboe barroco, como un clarinete. Todos
los instrumentistas demostraron su experiencia y maestría a cargo de cada uno
de sus instrumentos, pero le otorgaron exquisitez y buen gusto a cada una de
sus interpretaciones. Por otra parte, el hecho de que el contrabajo usara
cuerdas de tripa permitió -por momentos- que sonara como un segundo
violoncello.
Tras
el éxito alcanzado con su ópera Dido y Eneas, Henry Purcell compuso The
Fairy Queen (La Reina de las Hadas) en 1692 como una opereta con un prólogo
y 5 actos, basada en El sueño de una noche de verano de William
Shakespeare. Acorde a la tradición inglesa de la opereta, sólo se podía incluir
música en escenas de amor o donde hubiera personajes fantásticos. Purcell
propuso que las antesalas de las escenas tuvieran música para que el espectador
pudiera imaginar lo que no podía apreciar en escena. El ensamble interpretó
algunos fragmentos de esta célebre obra (First music, Hornpipe, Second
music, Rondeau, First act tune (Jig), Dance of the fairies, Third act tune:
Hornpipe, Act V: Prelude, Monkeys dance y Chaconne), que fueron
interpretados con un enfoque muy dinámico, con un fantástico contrapunto entre
los tonos agudos y graves y una espléndida labor de todos los instrumentistas.
Georg
Philipp Telemann ha sido el compositor más prolífico de toda la música: se
estima que su producción abarcó más de 3000 obras, de las cuales sólo se
pudieron recuperar 800, ya que muchas se han perdido. En el caso particular de
la Suite Burlesque, se denomina así porque los números que integran la
misma están inspirados en personajes de la Commedia dell’Arte (Scaramouche,
Harlequinade, Colombine, Pierrot, Menuet 1 y Menuet 2, Mezzetin in turc). Tras
una breve Obertura al estilo francés, Scaramouche está
representado por una música en tono marcial, ya que era quien provocaba las
peleas entre los personajes -de ahí deriva el término escaramuza-,
mientras que Arlequín era acróbata y por lo tanto, representado por un Allegro
vivace; Colombina se representa con una melodía dividida, que le otorga un
carácter dulce y conciliador, mientras que el pizzicato en cuerdas es la
característica de Pierrot. Telemann introduce un Menuet porque
era su danza predilecta, pero lo transforma de tal manera, que cuando se quiere
bailar, cambia el ritmo y todos los pasos. Por último, Mezzetin se
representa con ritmo de una sarabanda alla turca, donde los oboes emulan
el “hic” del borracho para cerrar la obra. Una magistral interpretación para finalizar
el concierto. Tanto gustó, que
decidieron hacer como bis un número de otra suite de Telemann: “Los
Turcos” de LES NATIONS (Las Naciones), que también reunió las
características mencionadas anteriormente en cuanto a su interpretación.
Después
de las afortunadas intervenciones de Nikolas Harnoncourt, Helmut Rilling y
otros grandes músicos que insistieron que la música barroca debía tocarse con
instrumentos originales de época, hubo un auténtico renacimiento de la música
de este período, que permitió recuperar su belleza original. Es sorprendente
ver que esta tendencia prendió fuerte en el interior del país, donde se crearon
numerosas agrupaciones especialistas en música barroca con instrumentos de
época. Y es otro auténtico placer poder apreciarlas periódicamente en Buenos
Aires para rendir a la música antigua el homenaje que se merece.
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