Verdi – Nabucco
Teatro Colon - 02/06/2022
Nabucco es la tercera opera escrita por Giuseppe Verdi, y el primer gran éxito
en su larga carrera. Fue compuesta en momentos muy difíciles de su vida
personal, ya que había perdido a su esposa y a sus dos hijos y venía del
fracaso de su segunda opera; “Un giorno di regno”. Pensaba en dejar
definitivamente la composición, pero no pudo hacerlo, ya que un contrato
firmado con el empresario Merelli le imponía la creación de otras dos operas. Llega
entonces a sus manos un libreto de Temístocle Solera, ”Nabuccodonosor”,
rechazado anteriormente por el entonces famoso compositor prusiano Otto Nicolai.
El libreto llama la atención del maestro de Busetto por las frases que se
convertirían en adelante en un canto a la libertad “Va, pensiero, sull'ali dorate”.
La opera se estrena en la Scala el 9 de marzo de 1842, con el barítono
Giorgio Ronconi, como Nabucco, y la soprano Giuseppina Strepponi, (quien años
más tarde sería su segunda esposa y quien además mucho tuvo que ver con el
estreno de la obra), en el rol de Abigaile. Fue un éxito extraordinario que
marcó el inicio de una carrera triunfal para Verdi y con la cual comienzan esos
“años de galera” en los cuales el Maestro trabaja intensamente componiendo
diecisiete operas en doce años.
En el Teatro Colon, Nabucco fue representada solo en cinco temporadas.
Llega por primera vez en 1914 con Carlo Galeffi (Nabucco); Cecilia
Gagliardi (Abigaile), Nazareno de Angelis (Zaccaria); Giuseppina
Bertazzoli (Fenena); y Lucas Botta
(Ismaele) bajo la dirección de Tulio Serafin.
Cuarenta y dos años más tarde, en 1956, con Mario Sereni; Maria
Caniglia, Mario Petri, Isabel Casey y Francesco Albanese, dirigidos por Alberto
Erede
En 1972, con Cornell MacNeill, Daniza Mastilovic, Bonaldo Giaiotii,
Martha Colalillo y Horacio Mastrango, dirigidos por Fernando Previtali.
En 1988 se representó en forma de concierto con: Lajos Miller, Adelaida
Negri, Nino Meneghetti, Elisa Brex y Liborio Simonella, dirigidos por Reinaldo
Censabella
Finalmente en 1991 con 2 elencos diferentes. En el primero: Eduard Tumagian, Linda Roark Strummer, Evgeni
Nesterenko, Lucila Ramos Mañe y Pedro Caligiuri dirigidos por Anton Guadagno.
La versión que nos ofrece el Teatro Colon en esta temporada, tiene por
fortuna una sólida base en la dirección orquestal del Maestro Carlos Vieu al
frente de la Estable y la del Coro Estable de la casa. En perfecto estilo verdiano,
Carlos Vieu llevó adelante un excelente trabajo con los tiempos y el pulso que
Verdi pide para su obra. El coro por su parte, se lució vocalmente y se adaptó
a las extravagantes exigencias que la regie le impuso.
El barítono protagonista, Sebastian Catana fue bastante deslucido en su
presentación. Canto y actuación anodinos, voz despareja, no estuvo a la altura
para un rol protagónico en el Teatro Colon.
La soprano Rebeka Lokar, fue solo correcta. Lokar es la fiel
demostración de que cantar bien un rol en teatros chicos, no es lo mismo a
cantarlo en un teatro como el Colon. Si bien la puesta no ayudaba, la voz de la
soprano Lokar tampoco está a la altura de una Abigaile en esta sala. Esto dicho
no en desmedro de la cantante, pero queriendo resaltar que no todas las voces
son para el Colon.
El bajo Rafat Siwek, encarnó con corrección el rol de Zaccaria.
Guadalupe Barrientos, al contrario de Lokar, demostró que su voz se
luce en este teatro a pesar de las circunstancias de una puesta, y encarnó muy
bien el rol de Fenena.
No caben dudas que Dario Schmunk es un gran cantante. Estuvo muy bien
como Ismaele, pero también fue víctima de las circunstancias escenográficas.
Bien el resto del elenco en roles comprimarios.
En el programa de mano para las funciones de Nabucco, es el mismo Stefano
Poda, responsable total de la producción escénica, quien se encarga de explicarnos que es lo que
pretendió hacer con esta opera, y dice: “El argumento no se puede reducir a
una lucha entre dos pueblos, ni a una ilusoria actualización del libreto, para
contarnos sin originalidad que la historia humana se repite. Sería una
operación solo aparentemente moderna, en la que “más actual” significa “más
reconocible” o “menos aburrido”, pero sin llevarnos a descubrir horizontes
verdaderamente nuevos.”.
Esta y otras disquisiciones que Stefano Poda escribe en el programa de
mano, nos deja perfectamente aclarado que aquí no se trata de lo que Verdi
quiso hacer con Nabucco, sino de lo que Poda quiso o quiere hacer con cualquier
opera, en este caso usando a Nabucco como excusa.
Y no es que el trabajo de Poda, quien ya en 2011 conocimos con su
“polémico” Trittico puciniano, sea malo; todo lo contrario, visualmente y en lo
que a trabajo se refiere, es muy meritorio; el tema es encontrarle la opera
adecuada. Nabucco definitivamente no lo es y difícilmente se encuentre alguna.
¿No sería mejor, que Poda escriba su propia opera para decir lo que quiera sin usar (en el cabal sentido de la
palabra) obras que no le pertenecen? ¿O acaso, Poda es un “co-autor” de
Nabucco?.
El Maestro Verdi, escribió en 1847 una carta en la que decía: "Allo scopo di impedire le alterazioni che si fanno nei teatri alle
opere musicali, resta proibito di fare nelle mie opere qualunque intrusione,
qualunque mutilazione, insomma qualunque alterazione che richiegga il più
piccolo cambiamento, sotto la multa di cento franchi che io esigerò per
qualunque teatro ove sia fatta l'alterazione".
1847, G.Verdi.
Por esta
carta, el Teatro Colon se convierte en deudor del gran Giuseppe Verdi por un
monto equivalente a esos 100 francos de aquellos días.
Roberro
Falcone
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