viernes, 26 de abril de 2019


CON EL CORAZON EN LA MANO

Orquesta Filarmonica de Buenos Aires, 4º Concierto de Abono, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solistas: Adriana Mastrangelo (Mezzosoprano), Sección Femenina del Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez , Coro de Niños del Teatro Colón: Director César Bustamante, Daniel Marcel Crespo (Corneta de Postillón). Programa: Gustav Mahler. Sinfonía Nº 3 “Sueño de una Mañana de Verano”. Teatro Colón, 25 de Abril de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

  Ya desde los momentos previos se lo vió a Enrique Arturo Diemecke absolutamente reconcentrado y muy justo en sus apreciaciones,  es decir, sin extenderse en demasía en las explicaciones previas. Indudablemente necesitaba subir al podio, comenzar la interpretación y que sea solo la música la que por si sola diera las respuestas al público.
   Y así fue. Ya desde el poderoso acorde inicial a cargo de los cornos se percibió que el ajuste sonoro era impecable y que se podía estar en presencia de lo que finalmente fue. Un verdadero “Capolavoro”, quizás el mejor concierto de Diemecke al frente de la Filarmónica en 19 años consecutivos de presencias en su podio .

  Pero previamente quiero referirme a la obra en sí. “Sueño de una Mañana de  Verano”  probablemente  haya sido para Mahler  su trabajo mas ambicioso. La dividió en dos partes. La primera, el despertar, el amanecer, la puesta en movimiento de todas las fuerzas de la naturaleza, hasta llegar a la plena luminosidad (recuerden quienes hayan visto “Muerte en Venecia” de Lucchino Visconti la imagen de la Crisálida rompiendo el capullo emergiendo a la vida, con los acordes del comienzo de esta obra de fondo). La segunda: integrada por los cinco movimientos subsiguientes denominados: “Que me dicen las Flores”, “Que me dicen los Animales”, “Que me dice el Hombre” en donde emplea el texto de Nietzche de “La Canción de Medianoche” de “Así Hablaba Zarathustra”, “Que me dicen los Angeles”, “Que me dice el amor”, pero este “amor” al que Mahler se refiere es amor a Dios,  un correlato del Movimiento Anterior, en donde un Coro de Mujeres y Niños interpretan un Lied con base en uno de los poemas del Ciclo de Armin y Brentano “El Cuerno Mágico de la Juventud”, en el cuál se refiere a las sensaciones que Simón Pedro le transmitió a Jesús durante la última cena y Jesús le respondió de modo tal que  el primero pudo percibir la salvación de su alma. El plan original incluía un 7º movimiento con un último Lied basado en un poema del mismo ciclo que daba una continuidad a la hilación, pero extendía inútilmente el trabajo, sobre todo después del inmenso movimiento anterior que finalmente hoy cierra la obra y es como la conocemos. Pero por suerte ese Movimiento excluido sirvió para Cerrar la Sinfonía Nº 4 y no es otro que Nuestro bien conocido lied “La Vida Celestial”, que da correlato a ambas sinfonías y que los reconstructores de la Sinfonía Nº 10 del gran compositor bohemio citan en el primer andante central.  Entonces, estamos ante una Sinfonía de grandes dimensiones, con densa Orquestación; Cornos, Celesta, Glockenspiel, Trombones, Trompetas, Corneta de Postillón, Tubas Wagnerianas, arpas y una amplia sección de  Percusión, cuerdas  y vientos, Coro femenino, Coro de Niños y una Mezzosoprano solista.

    Volvamos entonces después de esta introducción previa al escenario del Colón. Diemecke dio en el punto exácto de la interpretación para construír una versión que podemos situarla a la par del inolvidable Franz Paul Decker con la Orquesta Estable hace ya 31 años y a ambas apenas un escalón por debajo de la de Zubin Mehta  y la Filarmónica de Israel hace un par de años atrás. ¿Cuál es la diferencia?. El refinamiento absoluto y las sutilezas que un gigante de la batuta logró luego de 50 años ininterrumpidos de titularidad del organismo.  En la presente, Diemecke logró un sonido homogéneo con puntos muy altos en Daniel Marcel Crespo y su solo de Corneta de Postiillón fuera de escena en el tercer movimiento, la Sección íntegra de cornos con Martcho Mavrov a la cabeza que tuvo su noche de gloria. El solista de trombón. Y los sectores de vientos y cuerdas , aquí fundamentalmente con Nicolas Favero Urbiztondo como Concertino Invitado, Alija Guibaidulina y Delmir Lujla en solo de guía de segundos violines. Una inmensa Adriana Mastrangelo, con total autoridad en los dos Lied y en el segundo, la ratificación del Extarordinario momento que vive el Coro Estable, aquí solo en la sección femenina, de la mano de Miguel Martínez y el soberbio trabajo de Cesar Bustamante al frente del Coro de Niños.

  Pero por sobre todos, un solo nombre: Diemecke,  que cerró el trabajo con un conmovedor sexto movimiento para una versión imponente. Ojalá tengamos muchísimas noches más con este resultado.

Donato Decina

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