sábado, 13 de abril de 2019


Excelente apertura de la Temporada de Ballet en el Colón con “DON QUIJOTE”

MERECIDO HOMENAJE AL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA
Martha CORA ELISEHT

            La Temporada de Ballet Estable del Teatro Colón abrió sus puertas con un clásico: “DON QUIJOTE”, de Ludwig Minkus,  con coreografía de un astro de la danza mundial: Vladimir Vassiliev –considerado como el mejor bailarín del mundo por parte de la prensa internacional, al igual que quien escribe- , que retornó al Colón luego de una prolongada ausencia. Las funciones se representaron con diferentes solistas entre los días 3 al 14 de Abril inclusive y esta cronista tuvo la oportunidad de apreciar la función ofrecida por el Ballet Estable el pasado domingo 7 del corriente, con los siguientes intérpretes: Isaac Hernández (Basilio), Margarita Shrainer (Kitri/ Dulcinea), Igor Gopkalo (Don Quijote), Roberto Zarza (Sancho Panza), Maximiliano Cuadra (Camacho), Gerardo Wyss (Espada), Ayelén Sánchez (Mercedes), Ludmila Galaverna y Camila Bocca (amigas de Kitri), Matías de Santis (padre de Kitri), Natalia Pelayo (Gitana), Sergio Hochbaum (Gitano), Paula Cassano (Reina de las Dríadas), Georgina Giovannoni (Cupido) y Julián Galván (Tabernero).
            La dirección del Ballet estuvo a cargo de Paloma Herrera –Directora Estable de la agrupación- , mientras que Viktor Barykin se desempeñó como asistente de coreografía. La escenografía estuvo a cargo de Enrique Bordolini, con vestuario de Eduardo Caldirola e iluminación de Rubén Conde. Actuó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección del Maestro Carlos Vieu en el podio.
            A diferencia de la conocida coreografía de Zarko Prebil, la presentada por Vassiliev arranca desde el prólogo con una modificación inteligente: en lugar de presentar a Don Quijote como el personaje de Cervantes que enloquece a costa de leer numerosas novelas de caballería, se lo presenta como cliente del barbero Basilio, quien afeita a Don Quijote acompañado por su novia –Kitri-. En ese momento, aparece Cupido, quien arroja una flecha al corazón de Don Quijote y se enamora de Kitri, a quien confunde con Dulcinea del Toboso. De esta manera, quien es neófito en materia de ballet puede comprender mejor por qué Don Quijote cree que Kitri  es Dulcinea. Las actuaciones de Igor Gopkalo y de Roberto Zarza -como Don Quijote y Sancho Panza, respectivamente- han sido excepcionales, ya que son dos bailarines de carácter y excelentes actores, que deleitaron al público con sus intervenciones desde el prólogo de la obra.
            Con respecto de la presente coreografía, Vassiliev realizó numerosas modificaciones, pero respetó la original de Maruis Petipa en el célebre Pas de Deux que corona las bodas de Kitri y Basilio en el 3° Acto del ballet. Por otra parte, incorpora la de Kasyan Goleizovsky  en el baile de la Gitana del 2° Acto, donde se vio a una sobresaliente Natalia Pelayo en la interpretación de dicho rol. Vestida en color rojo fuego, interpretó dicha danza de manera sublime y recibió una ovación por parte del numeroso público presente. Sí se notó la imposición de la disciplina en las escenas de conjunto y en los trucos y piruetas ofrecidos por la pareja protagónica, que merecen un comentario aparte. Hubo muy destacadas actuaciones de Ludmila Galaverna y Camila Bocca  en las escenas del 1° y del 3° Acto, donde ofrecieron las variaciones de las amigas de Kitri y previas al Pas de Deux final, respectivamente. También se lució Paula Cassano en su interpretación de la Reina de las Dríadas, mientras que Georgina Giovannoni se destacó en el rol de Cupido. Los cuadros de las escenas de conjunto estuvieron muy bien logrados –sobre todo, la entrada de los toreros en el 1° Acto y el Fandango del 3° Acto en la taberna-. Ayelén Sánchez estuvo muy correcta en su rol como Mercedes, pero no brilló en el escenario como en otras ocasiones. En cambio, sí lo hizo Gerardo Wyss en el rol del torero Espada, quien supo conjugar con gran destreza y precisión las escenas de uso del capote con las piruetas, developées y solages que exige la coreografía. Lo mismo sucedió con Maximiliano Cuadra en el rol de Camacho, donde debe interpretar un personaje ridículo y amanerado-lo cual es tremendamente difícil desde el punto de vista actoral-, pero supo hacerlo con holgura.
            ¿Qué se puede decir de la pareja protagónica?... El mexicano Isaac Hernández sorprendió al público argentino con su ductilidad, virtuosismo y maestría. No sólo posee una técnica perfecta, sino que además, ejecutó piruetas difíciles de sostener con una precisión absoluta y con una plasticidad que, por momentos, hizo recordar a muchos de los allí presentes a Julio Bocca en sus comienzos. Ni hablar de sus Solage y su developée en el Pas de Deux del 3° Acto, que fueron impecables. Por algo demostró que es el Primer Bailarín del English National Ballet y el que Vassiliev eligió para interpretar sus principales coreografías. Margarita Shrainer también demostró por qué es una de las principales solistas del Teatro Bolshoi de Moscú. Alumna de la gran Nadiezhda Pavlova, posee una técnica perfecta, una gran ductilidad y plasticidad y, por sobre todas las cosas, un souplée y un cambré admirables. Se desempeñó con gracia y soltura escénica desde el inicio del 1° Acto, donde hace su entrada y formó junto a Isaac Hernández una pareja protagónica excelente. Esto se comprobó en su flute del 3° Acto, donde utilizó el abanico en su variación del Pas de Deux final, donde hubo perfecta coordinación de movimientos y un panchée impecable, al igual que su developée final. Con respecto de este último ítem, respondió perfectamente ante la aceleración de la orquesta por parte de Carlos Vieu, lo que produjo el éxtasis total hacia el final de la función. La Filarmónica tuvo una destacadísima actuación de la mano de Vieu, quien la dirigió de forma brillante. (A esta altura de las circunstancias, se puede decir que esta obra  es un caballito de batalla de la Filarmónica, ya que a lo largo de los años, sus integrantes la ejecutaron  infinita cantidad de veces).
            Luego del cierre del telón –y a modo de las grandes producciones de Broadway-, la orquesta siguió tocando para la presentación final de todo el elenco, hasta que Vieu hizo su aparición de la mano de Margarita Shrainer, lo que produjo una ovación del público. Pero a diferencia de otras funciones,  Vladimir Vassiliev no hizo su aparición sobre el escenario que tantas veces lo vio bailar y lo consagró. Quizás, a una le hubiera gustado que así fuera, pero como toda estrella, probablemente decidió dejar de lado su protagonismo como coreógrafo para dar lugar a que las nuevas estrellas del ballet brillen  con luz propia. Sí se puede decir que encandilaron al público con su luz e hicieron brillar al caballero de la triste figura en una apertura digna del Colón, que no se veía desde hacía bastante tiempo.

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