jueves, 25 de abril de 2019


Excelente recital de Pavel Kowalski y el Cuarteto Petrus en el Festival KONEX

CON ALMA Y VIDA SOBRE EL TECLADO Y LAS CUERDAS
Martha CORA ELISEHT

            El pasado miércoles 24 del corriente tuvo lugar la segunda función de Gala del Festival de Música Clásica 2019 en la Gran Sala del Centro Cultural KONEX, que contó con el auspicio de la Embajada de Polonia en Buenos Aires, ya que se presentó el pianista de dicha nacionalidad Pawel Kowalski, quien ofreció un recital como solista durante la primera parte del concierto y que además, actuó como pianista acompañante junto al Cuarteto Petrus (integrado por los violinistas Pablo Saraví y Hernán Briático, el violista Adrián Felizia y la cellista Gloria Pankaeva), interpretando el Quinteto para piano y cuerdas en Fa menor, Op.34 de Johannes Brahms.
            La crítica europea en general y la de su país en particular consideraron a Pawel Kowalski como uno de los pianistas más versátiles de su generación.  Independientemente de su formación en la Academia Frederik Chopin de Varsovia y en la Hochschule für Musik de Köln, es un pianista de cualidades excepcionales. Dueño de una digitación más que prodigiosa y de una excelente pulsación, sus interpretaciones de Chopin fueron magistrales, con un sonido puro, diáfano y majestuoso. Sus arabescos, arpegios y trinos fueron de una perfección absoluta y el público enloqueció ante su genial interpretación del célebre Vals en Re bemol mayor, Op.64, nª 1 (más conocido como “Vals del Minuto”). Su recital como solista se inició con el Nocturno en Si bemol mayor, Op.16, nª 4 de Jan Paderewski (1860-1941), donde ofreció una versión luminosa de este gran compositor y pianista polaco, que tuvo –casualmente-el privilegio de ser el mejor intérprete de Chopin en su época.
            Seguidamente, Kowalski ofreció las siguientes obras de Frederik Chopin (1810-1849): el Nocturno en Fa sostenido mayor, Op.15, nª2;  la célebre Fantasía Impromptu, Op.66 –donde sorprendió al público con su técnica prodigiosa y la versatilidad de su interpretación-; el celebérrimo Vals en Do sostenido menor, Op.64, nª2 –ofreciendo una versión brillante del romanticismo chopiniano-; el mencionado Vals del Minuto, seguido de una selección de Mazurkas: la Mazurka en Si bemol mayor, Op.7, nª1; en Fa menor, Op.7, nª3; en Mi menor, Op.41, nª2;en Re mayor, Op.33, nª2 y en Do sostenido menor, Op.63, nª3. Luego de las mismas, el público estalló en aplausos y permitió que este gran pianista polaco ofreciera lo mejor de la noche: una magistral y majestuosa interpretación del más famoso de los Estudios que Chopin compuso bajo el título de Op.10: el nª 12 (conocido universalmente como “Estudio Revolucionario”). Sin lugar a dudas, el alma y el espíritu nacionalista de Chopin brillaron con tenacidad y firmeza sobre el teclado, logrando un deleite para los oídos de los allí presentes. Finalmente, se retiró ovacionado luego de cerrar su recital con la Balada nª 4 en Fa menor, Op.52. Si bien esta pieza no posee la fuerza y el dramatismo de la Polonesa Heroica, es una obra que está íntimamente ligada a la misma, ya que su tema principal – a mezzo voce- semeja una improvisación sobre la misma.
            Tras un breve intervalo, Kowalski se presentó junto a los integrantes del Cuarteto Petrus para ofrecer el mencionado Quinteto para piano y cuerdas de Brahms. Basado en su homónimo Op.44 de Robert Schumann, Brahms compuso esta obra en 1862 y, posteriormente, su autor realizó una transcripción para dos pianos. Pero finalmente adoptó su forma original de quinteto y fue estrenada en 1864. Posee cuatro movimientos (Allegro non troppo; Andante, un poco Adagio; Scherzo. Allegro y Finale: poco sostenuto- Allegro non troppo- Presto, non troppo), que fueron ejecutados con precisión, solemnidad y un enfoque netamente romántico –acorde a las características de la música del genio de Hamburgo- . Mediante el intercambio de miradas cómplices, los músicos marcaron correctamente sus entradas e interpretaron sus solos con maestría y una impecable calidad sonora. Excelente intervención de Pablo Saraví al marcar el comienzo del scherzo y el rondó del movimiento final, seguido por un muy buen contrapunto de Gloria Pankaeva en cello y de Adrián Felizia en viola. Naturalmente, Kowalski acompañó sin opacar a los demás instrumentos de cuerda -que estuvieron amplificados con micrófono, dadas las características de la sala-.  El público ovacionó a todos los integrantes hasta tal punto, que tuvieron que repetir el último movimiento del mencionado quinteto.
            Sin dudas, el lema del Festival se hizo presente en la Gran Sala del KONEX, donde tanto el alma polaca de Frederik Chopin como el romanticismo alemán de Brahms estuvieron presentes sobre el escenario, donde los músicos tocaron con alma y vida sobre las cuerdas y el teclado. Ojalá que se repita pronto y que podamos apreciar a estos excepcionales artistas sobre los mayores escenarios del país.

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