sábado, 13 de abril de 2019

Muy buena performance de la Orquesta Estable del Colón en el CCK

UN DEBUT A TODA ORQUESTA
Martha CORA ELISEHT  y Donato DECINA
           
El pasado sábado 6 del corriente se produjo el primero de los conciertos extraordinarios que ofrecerán los cuerpos Estables del Teatro Colón en el Centro Cultural Kirchner (CCK). Esta vez, la Orquesta Estable hizo su presentación de la mano de Enrique Arturo Diemecke, con la actuación del violinista Freddy Varela Montero –concertino de dicha agrupación- como solista.
El programa estuvo compuesto por las siguientes obras: el Concierto para violín y orquesta n° 2 en Sol menor, Op.63 de Sergei Prokofiev (1891-1953) y la Sinfonía n° 4 en Fa menor de Piotr Tchaikovsky (1840-1893). Si bien en el programa original estaba previsto ejecutar la Sinfonía “Manfred”Op.58 del mencionado compositor, la misma se canceló a último momento por razones de fuerza mayor -según fuentes allegadas a esta cronista-.
No es habitual que se abra un concierto con una obra de la magnitud del mencionado Concierto n° 2 para violín de Prokofiev, ya que posee una gran complejidad –tanto desde el punto de vista orquestal como del instrumento solista-.  La misma se inicia con un solo de violín en el primero de los tres movimientos que componen la misma (Allegro moderato), que es replicado por un contrapunto ofrecido por cellos y contrabajos en la tonalidad de Sol menor. Pero nada parece difícil para Varela Montero, quien la ejecutó de manera precisa, con una musicalidad pocas veces escuchada, superando la dificultad técnica y con un fraseo impecable. Por su parte, Diemecke estableció un equilibrio sonoro perfecto entre la orquesta y el instrumento solista, sin caer en excesos y con una notable performance de los solistas instrumentales -excelentes los solos de Diego Fainguersch (fagot), Jorge de la Vega (flauta), Rubén Albornoz (oboe) y Elián Ortiz Cárdenas (contrabajo)-. Lo mismo sucedió durante los otros dos movimientos restantes (Andante assai y Alllegro bien marcato, que fueron ejecutados sin pausa), donde la Estable brilló con un sonido puro, siguiendo perfectamente el orden de la partitura y las indicaciones del director. Naturalmente, le público estalló en aplausos al final de la obra, lo que obligó a Freddy Varela Montero a realizar un bis: una partita de Johann Sebastian Bach, que también fue ejecutada de manera impecable, con un sonido prístino.  

La segunda parte nos trajo el anunciado reemplazo de la Sinfonía Nº 4 de Tchaickovsky. Se notó mucho el tema de la preparación “de apuro” ya que fueron perceptibles algunas pifias y entradas a destiempo. Diemecke, seguramente llevado por las circunstancias, llevó la versión "de rienda corta” , lo que traducido esto significa “tempi” algo mas lento de lo habitual, mayor contención, incluso se aplaudió el retorno al escenario de Freddy Varela Montero pero ya en su rol de Concertino e inclusive no tanto brillo en el final en donde hasta la percusión estuvo contenida. Con todos estos elementos es que la interpretación pudo llegar a buen puerto y el espíritu del trabajo de Tchaickovsky estar `presente. Lamentablemente las circunstancias antes descriptas llevaron al cambio de obra. Ojalá podamos escucharlas por estos intérpretes y en esta sala en algún momento.

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