Muy buena performance de la Orquesta Estable del
Colón en el CCK
UN DEBUT A TODA
ORQUESTA
Martha CORA ELISEHT y Donato DECINA
El pasado sábado 6 del corriente se produjo el
primero de los conciertos extraordinarios que ofrecerán los cuerpos Estables
del Teatro Colón en el Centro Cultural Kirchner (CCK). Esta vez, la Orquesta
Estable hizo su presentación de la mano de Enrique Arturo Diemecke, con la
actuación del violinista Freddy Varela Montero –concertino de dicha agrupación-
como solista.
El programa estuvo compuesto por las siguientes
obras: el Concierto para violín y
orquesta n° 2 en Sol menor, Op.63 de Sergei Prokofiev (1891-1953) y la Sinfonía n° 4 en Fa menor de Piotr
Tchaikovsky (1840-1893). Si bien en el programa original estaba previsto
ejecutar la Sinfonía “Manfred”Op.58
del mencionado compositor, la misma se canceló a último momento por razones de
fuerza mayor -según fuentes allegadas a esta cronista-.
No es habitual que se abra un concierto con una obra
de la magnitud del mencionado Concierto
n° 2 para violín de Prokofiev, ya que posee una gran complejidad –tanto
desde el punto de vista orquestal como del instrumento solista-. La misma se inicia con un solo de violín en el
primero de los tres movimientos que componen la misma (Allegro moderato), que es replicado por un contrapunto ofrecido
por cellos y contrabajos en la tonalidad de Sol menor. Pero nada parece difícil
para Varela Montero, quien la ejecutó de manera precisa, con una musicalidad
pocas veces escuchada, superando la dificultad técnica y con un fraseo
impecable. Por su parte, Diemecke estableció un equilibrio sonoro perfecto
entre la orquesta y el instrumento solista, sin caer en excesos y con una
notable performance de los solistas
instrumentales -excelentes los solos de Diego Fainguersch (fagot), Jorge de la
Vega (flauta), Rubén Albornoz (oboe) y Elián Ortiz Cárdenas (contrabajo)-. Lo
mismo sucedió durante los otros dos movimientos restantes (Andante assai y Alllegro bien
marcato, que fueron ejecutados sin pausa), donde la Estable brilló con un
sonido puro, siguiendo perfectamente el orden de la partitura y las
indicaciones del director. Naturalmente, le público estalló en aplausos al
final de la obra, lo que obligó a Freddy Varela Montero a realizar un bis: una partita de Johann Sebastian
Bach, que también fue ejecutada de manera impecable, con un sonido prístino.
La segunda parte nos trajo el anunciado reemplazo de
la Sinfonía Nº 4 de Tchaickovsky. Se notó mucho el tema de la preparación “de
apuro” ya que fueron perceptibles algunas pifias y entradas a destiempo.
Diemecke, seguramente llevado por las circunstancias, llevó la versión "de
rienda corta” , lo que traducido esto significa “tempi” algo mas lento de lo
habitual, mayor contención, incluso se aplaudió el retorno al escenario de
Freddy Varela Montero pero ya en su rol de Concertino e inclusive no tanto
brillo en el final en donde hasta la percusión estuvo contenida. Con todos
estos elementos es que la interpretación pudo llegar a buen puerto y el espíritu
del trabajo de Tchaickovsky estar `presente. Lamentablemente las circunstancias
antes descriptas llevaron al cambio de obra. Ojalá podamos escucharlas por
estos intérpretes y en esta sala en algún momento.
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