sábado, 11 de mayo de 2019


DRAMATURGIA ATENUADA Y MUSICALMENTE EFECTISTA

Teatro Colón, temporada 2019, Opera: “Un Tranvía Llamado Deseo”, Dráma en tres actos con Música de Andre Previn y libro de Phillip Litell, basada en la obra teatral homónima de Tenesee Williams. Elénco: Orla Bolyan (Blanche Dubois), David Adam Moore (Stanley Kowalski) Sarah Jane McMahon (Stella Kowalski), Eric Fennel (Howard “Mitch” Mitchell), Victoria Livengood (Eunice Hubbell), Darío Leoncini (Steve Hubbell), Pablo Pollitzer (Joven Diariero), Alicia Cecotti (Mujer Mexicana/Enfermera), Eduardo Marcos (Doctor), Joaquín Tolosa (Pablo Gonzales), Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía: Enrique Bordolini, Vestuario: Gino Bogani, Iluminación: José Luís Fiorruccio, Videoescena: Alvaro Luna. Dirección Musical: David Brophy, Regie: Rita Cosentino.

NUESTRA OPINION: MUY BUENA

  A dos años de haber sido puesta en escena en México con el soporte instrumental de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico, de la que es Titular, Enrique Arturo Diemecke redobló la apuesta y programó su estreno en la Sala del Teatro Colón. El destino quiso que no fuese completo el espectáculo, ya que hace dos meses atrás Andre Previn, responsable de ponerle música al drama de Tenesee Williams y renombrado Instrumentista y Director de Orquesta, fallecía a los 90 años en su residencia en los E.E.U.U., por lo que  (Como desgraciadamente sucedió muchas veces en Ntro. Querido Teatro) su estreno en Buenos Aires trascendió, al quedar como homenaje póstumo.

  Para explicar mejor “Un Tranvía…”, iré en primer lugar a la obra teatral de Tenesee Williams, pasaremos luego a la adaptación para la ópera y luego a analizar la partitura, para luego sí desembocar en el trabajo escénico del Colón, las voces y la Orquesta.

  Para quienes aún no la conocen o solo oyeron la mención del título, habar de “Un Tranvía Llamado Deseo” es mencionar una de las cumbres del drama tetral Norteamericano, surgido de la pluma extraordinaria de Tenesee Williams, tan gigante como Eugene O’Neil o como Arthur Miller. El choque cultural que surge de modo mas nítido en los Estados Unidos Post segunda Guerra Mundial, aún vigente en Nros. Días. nos muestra a dos mujeres venidas a menos (Blanche y Sarah Dubois), que tienen diferentes actitudes ante la adversidad. Mientras la segunda ha emprendido una actitud de enfrentar la vida ante la pérdida de sus padres (prosperos productores rurales), los malos negocios familiares y la consabida de propiedades y patrimonio, parte de su pueblo natal rumbo a la ciudad principal del Estado, conoce a un trabajador (Stanley Kowalski), formado en una idiosincrasia diferente. Se enamora, se casa con El, viven modestamente en un suburbio de New Orleans cercano al Cementerio, pero completamente ensimismada y felíz. Poco le importa que su marido no tenga una formación mayor o posición social alguna. Blanche en cambio, siendo maestra decide quedarse en Laurel su pueblo natal, presencia el derrumbe patrimonial al que se llega por acción u omisión, puesto Este en manos de inescrupulosos. Su vida se denigra cada vez mas. La trama nos develará que tuvo un noviazgo y matrimonio con un joven que nunca asumió su condición homosexual, al que descubre por sorpresa con su amor masculino en situación de intimidad. Luego de semejante revelación y en medio de una celebración en un Casino, el joven se quita la vida en el lugar. La denigración de Blanche se ahondará cada vez mas, tanto como crecerán sus deseos sexuales. Primero sorprendida en las cercanías de un cuartel provocando a los soldados y luego provocando a un alumno adolescente del colegio en el que se desempeña. Por tal situación, el alcalde del lugar se ve obligado a pedirle que abandone su pequeña loalidad natal, por lo que decide acudir a New Orleans en busca de su hermana para que la ayude. Al llegar debe tomar dos tranvías: el de la ruta Deseo, que ha de conectárla con el de la ruta Cementerio, bjándose tan solo unas cuadras antes de este último (existió ralmente en New Orleans). Stella la recibe, pero Stanley enseguida desconfía. Aun así la acogen en la casa, pero los conflictos no tardan en aparecer ya que Blanche no acepta su derrumbe y Stanley es simple y quiere ser felíz con su mujer. Mas allá de su rudeza, el es amo y señor y no acepta las intromisiones externas. Si bien hay muchos roles secundarios, aquí aparecerán una pareja de vecinos (Eunice y Steve Hubbell), quienes son confidentes de Stanley y Stella, y Steve, además, compinche de las partidas de Poker del reducido círculo de amigos de Stanley. “Mitch” Mitchell (Un solterón apegado a su madre) es otro de los integrantes del Circulo de Stanley y termina emergiendo como el ideal de candidato para sacar a Blanche de la soledad y la soltería, mientras que Pablo Gonzales (Oh casulaidad, Williams ya en 1946  hacía referencia a la cultura inmigrante) completaba el Circulo de amigos y los personajes principales. Así, el Poker entre hombres, las visitas  y salidas entre las mujeres de los integrantes del Círculo y otros ocasionales personajes conforman el entorno de la escena. El drama se acrecienta con Stella embarazada, las expectativas y ansiedades puestas en el parto, Blanche que permanece e interfiere entre la pareja, Stanley que pierde los estribos ante las actitudes de su cuñada, por lo que decide investigar por su cuenta el porque de la perdida de patrimonio (que también afecta a su esposa) y quien es verdadeamente su cuñada. Ante las revelaciones de un viajante amigo que trabaja en la empresa en donde se desempeña, el que tiene su área de labor en el pueblo natal de las hermanas, se enterará del derrotero de su cuñada narrado líneas arriba y decide sacarla cuanto antes de la casa. Mientras tanto, anoticia a su amigo de quien es Blanche y genera una situación de violencia que culminará con la muerte de “Mitch” a golpes por parte de Stanley.  Blanche a su vez enloqueciendo más y más, seducirá a un joven canillita, pero finalmente se arrepiente y desiste del perverso juego. Provocará  la ira de su cuñado y la violenta violencia verbal entre ambos llevará al desemboque en una violación sexual a manos de Este y luego de seguir en su escalada de delirio  culminará duramente en un hospicio. Hasta aquí el original. Como dije unos párrafos mas arriba, Littell el adaptador y libretista, atenúa en parte la violencia. Aquí “Mitch” no muere, sinó que ante la revelación de su amigo, deja a Blanche, Esta comienza en su locura que desembocará en la Violación por parte de su cuñado, la que se intensifica con la presencia en la calle de una Mexicana que vende flores para el Cementerio. De modo sorpresivo, un médico y una enfermera aparecerán en el medio de  una reunión de poker de los hombres,  reducirán a Blanche y la llevarán a dicho hospicio.

  Musicalmente hablando, el tratamiento de Previn es totalmente melódico, mucho de Norteamericano, en donde el Jazz (tan caro a New Orleans y a Louisiana toda) y las referencias que por momentos trazan similitudes con “Porgy and Bess” son ineludibles, como así también dos partituras a las que conoció como Director de Orquesta, la Sinfonía Nº 4 y la Opera “Lady Macbeth de Mtensk” de Dimitri Shostakovich (casualmente por las que el Compositor, junto a Prokofieff y Myaskovky recibieran la reprimenda del “Comisariato Cultural” Stalinista). Y ya que entre paréntesis me referí a Prokofieff el comienzo no puede mirarse sin hacer una referencia a la música del ballet “Romeo y Juieta” con la que la inmortal página se inicia y hasta el Stravinski de la segunda parte de “La Conagracion de la Primavera” es una referencia también ineludible, por lo que se verá que ante tantas influencias, los golpes de efecto se multiplican y la acción termina imponiéndose ante el espectador. De todos modos, no debemos olvidar que “Un Tranvía..” es un ecnargo a Previn de la Opera de San Francísco, escrita y dedicada a Renee Fleming en su pleno apogeo vocal y por lo tanto se necesita una voz de ese calibre para afrontarla.

  En el aspecto visual, Rita Cosentino le extrajo todo el jugo al espacio físico, aunque jugando con el mas reservado de los ambientes de la casa: el Baño. Lugar en donde Blanche concurre recurrentemente, ya sea como lugar de distensión, inmersión mediante, o desahogo en llantos, o aún mas, para espiar a la joven pareja, lo que provocará una guerra de espacio con Stanley quien lo necesita para sus necesidades fisiológicas, con lo que se entabla también un “cuerpo a Cuerpo” en esa curiosa lucha. La escenografía de Enrique Bordolini da en el aspecto justo de vivienda Obrera muy derruída, con muebles super sencillos.  La Iluminación de José luís Fiorruccio dio justo con los muchos claroscuros escénicos. Alvaro Luna logró gran impacto visual con sus diseños videotécnicos. Gino Bogani diseño un magnífico y sobrio vestuario, acorde con las necesidades del libreto.  Y en lo actoral, la Puestísta le supo extraer lo mejor a cada cantante.

  Y hablando de lo vocal, aunque nunca sabremos que ocurrió con Daniela Tabernig, originalmente anunciada para el rol titular, tuvimos a Orla Boylan encarnando el difícil rol de Blanche, que ya lo ha hecho con el Director de Orquesta en Europa y que estuvo a la altura del desafío, mas allá de que su zona vocal más aguda aparece limitada y con algunas asperezas. Empero, su aporte actoral es muy bueno y convence al público. David Adam Moore, barítono Norteamericano, fue un extraordinario Stanley Kowalski, tiene buen porte, presencia escénica, voz de unos graves formidables y es excelente actor. Cuando se situó en el centro de la escena, dominó esta de punta a punta. La frágil e ilusionada Stella fue asumida por Sarah Jane McMahon, Norteamericana también, con una categoría rotunda. Tiene exquisito timbre vocal, convence en lo actoral y se gana con creces la ovación. Victoria Livengood regresó al Colón para otro triunfo rotundo. Dueña y señora de la escena, su Eunice, la vecina, fue de antología. Cuanto escenario y cuanta caracterización puestas al servicio de la función. Eric Fenell, trazó de maravillas al atribulado “Mitch”. Aunque con un caudal de voz un tanto pequeño, su deambular escénico, compensa la otra carencia y lo hace convncente. Darío Leoncini se lució en sus intervenciones como Steve el Vecino-Amigo, esposo de Eunice. A tono con la escena en la voz y en el lugar. Completaron el elenco, Pablo Pollitzer como el “joven Canillita”, muy bien en el diálogo con la protagonista. Joaquín Tolosa, como Pablo Gonzales (el último integrante del Círculo de Amigos de Stanley), muy correcto en sus breves intervenciones, Alicia Cecotti como la Florísta Mexicana y como la enfermera, incluso interviniendo en Off, siempre de modo acertado y, en un papel actoral, Eduardo Marcos como el médico que finalmente dominará e internará a Blanche.

  Finalmente en la parte musical, David Brophy, Director de Orquesta irlandés, condujo acertadamente a la Estable. Le extrajo todos los detalles, atento siempre a las sonoridades y a un ida y vuela permanente con el palco escénico. Reveló un profundo conocimiento de la partitura y demostró el porque ya la ha concertado varias veces. Se ganó el aplauso unánime de la Estable, la que esperó en el foso su salida a saludar para aplaudirlo Ellos también.  ¿Nace otra Sociedad del tipo Decker/Estable, Altinoglou/Estable o Lano/Estable?. Lo cierto es que luego de haber trabajado seriamente con la “Triada Italiana” (Palumbo, Benini y Pidó), mas Dimecke en lo Sinfónico, Brophy fue el heredero Directo y cosechó el beneficio.

Donato Decina

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