LA GEMA QUE FALTABA
ENGARZO A LA PERFECCION
Teatro
Colón, Temporada 2019, Ciclo: Grandes Intérpretes Internacionales. Actuación de la Orquesta Sinfónica de
Londres, Director: Sir Simon Rattle. Programa: Obras de Britten y Mahler. 18 de
Mayo de 2019.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE.
Con este Concierto que marcó el debut en la
Argentina, en Buenos Aires y en la Sala del Teatro Colón de la Orquesta Sinfónica
de Londres, Ntro. Coliseo máximo agrega a su historial el haber albergado en su
escenario a la totalidad de las mejores agrupaciones sinfónicas del mundo. Y la gran Orquesta Británica respondió con
creces a la inmensa expectativa creada en torno a estas presentaciones. Mas
allá de que una vez mas (y como sucede inexorablemente desde el año 2010) “De
Paraíso para Usted” no fue acreditado (como me ocurría en “Operayre” primero y
en “Opera Club” después), primó la expectativa que Uds. Lectores tienen por
conocer Ntra. Opinión. Así que pude estar en la sala, rebalsada de público, que
estalló en una ovación para recibir después de 22 años a Sir Simon Rattle, y, a sus espaldas ya dispuesta, de la Sinfónica
de Londres comenzó a surgir la música.
La formulación del programa presentación no
pudo haber sido mas genial. El gran sinfonista del Post-Romanticísmo, quien
llevó a la Orquesta a su mayor extensión y a las mayores posibilidades de
expresión, junto a uno de sus mas entusiastas adherentes, acaso uno de los dos
culminadores de lo que el público conoce verdaderamente como Sinfonía. Gustav
Mahler y Benjamín Britten, de ellos se trata y hablaremos (el otro “Culminador”
fue, sin dudas, Dimitri Shostakovich, también como Britten adherente a la forma
Mahleriana). No es casual la elección de las
Obras ni el Orden de interpretación. El inicio fue con la “Sinfonía da
Requiem”, Op. 20 de Britten, la que aún frente a la dureza del mensaje puede
culminar en la mayor luminosidad y la 5ª Sinfonía en Do sostenido menor de
Mahler, que se inicia con una inexorable Marcha Fúnebre (la que luego se ve
prolongada en un “Tormentoso”) para luego ir
paulatinamente cambiando a la mayor luminosidad. No puedo dejar de
mencionar el párrafo que escribiera uno de los mas grandes investigadores de la
Obra del gran compositor Bohemio, el Español José Luís Pérez de Arteaga, cuando
en el comentario que incluye la edición Española del sello Deutsche Gramophon,
de la mejor versión hasta ahora grabada de la Obra, debida a Herbert Von
Karajan junto a la Filarmónica de Berlín (de la que Rattle fuera titular hasta
el pasado año), manifestó que la Quinta de Mahler es “el pasaje de la Sombra a
la Luz” , mas allá de las circunstancias personales por las que el Compositor
atravesaba durante la composición de la Obra, que desembocarían en su matrimonio
con Alma Schindler. Pues bién, nada es casual y la inteligencia de Rattle al
armar la programación nos permitió apreciar con el mayor esplendor a la
Sinfónica de Londres.
Comisionada en 1940, para celebrar en aquel entonces
los 2600 años del ascenso al trono imperial de la aun dinastía gobernante,
Benjamin Britten compuso este trabajo bajo la influencia de la pérdida de sus
Padres, de su exilio Norteamericano ante la posibilidad de que tanto El cómo
Peter Pears, el fantástico tenor, además, pareja suya fueran convocados al
frente de batalla con la segunda conflagración mundial ya en marcha, la firma
por parte del comisionante (Japón) del “Pacto Tripartito” junto a Alemania e Italia,
con la previsible y consecuente entrada de este imperio en la contienda (la que
se materializaría al año siguiente con el ataque a Pearl Harbor y que pagaría
demasiado caro con los estallidos de las dos bombas nucleares en su territorio).
“Sinfonía Da Requiem”, marcado con el Op. 20 de su catálogo producto, es el
título de la composición. Tres movimientos cada uno denominado de acuerdo al
Ordinario en Latín de las misas de difuntos: “Lacrymosa”, “Dies Irae”y “Requiem
Aeternam . Casualdidad o no, puede decirse que el punto de partida musical,
deja flotando en el aire el recuerdo de un trabajo posterior asociado a la desgraciada gran contienda: el “Requiem
de Guerra”, que emerge a posteriori como una de las mas grandes creaciones del
Compositor Británico. El “Lacrymosa” inicial se presenta potente e inexorable,
la Orquesta va desde las sonoridades mas bajas hacia toda su potencia. Sin
solución de continuidad ingresamos al “Dies Irae”, el que adquiere por momentos un
vértigo inusitado, casi encontrando puntos de contácto con su gran coetáneo del
otro lado de la “cortina de Hierro”.: Shostakovich y luego el cierre con una
particular visión del descanso eterno, casi como invocando los recuerdos mas felices
de quienes nos precedieron en el camino de la vida, culminando en una paz poco común.
Una página así, sin embargo no tuvo su mejor esstreno ya que Japón canceló el
mismo, desencantado con el trabajo.
Podría decirse que Rattle talló como un verdadero Orfebre la versión y
la Sinfónica de Londres exhibió su esplendor en el escenario del Colón. Todas las
secciones son parejas, el sonido es mate, el brillo y el canto Orquestal fue
supremo. Primera gran ovación de la noche..
Al igual que en 1997, la Obra de fondo en el
debut fue la 5ª de Mahler. La evolución de Rattle interprete es formidable.
Cada detalle, cada frase resaltada, cada silencio están trabajados de manera
exquisita. Obtiene de la Orquesta todo lo que el se propone, independientemente
de los extraordinarios solistas que encabezan sus sectores que en todo caso ayudan aun mas en la
obtención del objetivo propuesto.. Si bien el primer movimiento es inexorable,
en Rattle se percibe un espacio, un
silencio hasta hacerlo más reflexivo.
Las notas finales del tormentoso siguiente quedarán en la memoria por el “tempi”
que el conductor pide, la ultima de ellas retardada y flotando en el aire. El
Scherzo central será escuchado en estilo verdaderamente vienés y en la parte
final el “Adagietto” y el Rondó nos confirmarán que la Orquesta recibe de su maestro
todo lo que este aprendió en su estancia Berlinesa. La fuerza y la apoteosis
del final serán escuchadas como pocas veces antes y el “rugido” del Colón no se
hizo esperar.
La gema quedó definitivamente tallada y
perfectamente engarzada tras la interpretación de la Canción de Cuna y la apoteosis
final de “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravinsky. Obsequio de lujo para una
concurrencia en estado de éxtasis.
Donato Decina
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