sábado, 14 de diciembre de 2024

 Muy buen recital del pianista austríaco Ingolf Wunder en el Palacio Paz


PASIÓN Y ENTREGA COMO INGREDIENTES


FUNDAMENTALES


Martha CORA ELISEHT


En el penúltimo de los conciertos dentro del Festival CHOPINIANA 2024 que

se desarrolla en el Palacio Paz, el pasado miércoles 11 del corriente se presentó el

pianista austro- suizo Ingolf Wunder, quien interpretó el siguiente programa:

- Preludio de la libertad

- Vals a la luz de la luna

- Fantasía Atlántida

- Meditación Mediterránea- Ingolf WUNDER (1985)

- Sonata en Do sostenido menor, Op.27, n°2 (“Claro de Luna”)- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

- Nocturno en Do sostenido menor, Op. Póstumo

- Nocturno en Mi bemol mayor, Op.55, n°2

- Fantasía Impromptu en Do sostenido menor, Op.66

- Polonesa Fantasía en La bemol mayor, Op.64- Frederic CHOPIN (1810-1849)


No es la primera vez que este talentoso pianista visita la Argentina, sino que se

presentó en el Festival CHOPINIANA en dos ocasiones. Esta vez, lo hizo en su doble

calidad de intérprete y compositor, ya que en su extenso curriculum figuran estudios de

perfeccionamiento en la Universidad de Música y Artes Escénicas de Viena (Universität

für Musik und darstellende Kunst aus Wien) y diplomado en dirección orquestal. Su

estilo es apasionado y virtuoso, con una pulsación y digitación magníficas y su entrega

hacia la música es total, aunque tiende a usar el pedal en exceso -según opinión de quien

escribe-. Este último ítem fue señalado por varios pianistas presentes en la sala.

La primera parte del recital estuvo compuesta por cuatro de sus obras, de buena

línea melódica y estilo impresionista, con uso de escala diatónica para lograr la

característica típica del impresionismo musical en los glissandi. Mientras el Preludio de

la libertad sorprendió por su belleza melódica y su profundidad sonora, el Vals a la luz

de la luna posee pasajes donde el ritmo de ¾ típico se distorsiona mediante una serie de

variaciones; luego, retoma la melodía original cerrando con una recapitulación brillante.

A diferencia de las anteriores, la Fantasía Atlántida está escrita en tono menor y en su

desarrollo se intercala una melodía con reminiscencias españolas. Por último, la

Meditación Mediterránea abre con una serie de glissandi que brindan un efecto onírico

y, asimismo, geográfico. El desarrollo incluye una serie de pasajes de gran dificultad

técnica, que fueron resueltos de manera eficaz y con gran virtuosismo, lo que valió el

aplauso del público.


Si bien la celebérrima Claro de Luna estaba incluida en la primera parte del

programa, Wunder decidió hacer una modificación en el orden y, por dicho motivo, la

tocó en la apertura de la segunda parte del concierto. Dedicada a Giulietta Guicciardi -

quien fuera alumna de Beethoven-, fue compuesta en 1801 y, junto con la otra sonta

publicada en el Op.27, publicada en 1802. Tras la muerte de Beethoven, el crítico

alemán Ludwig Rellstab la apodó “Claro de Luna” en 1832 por relacionar el 1°

movimiento de la sonata con el claro de luna reflejado en las aguas del lago de Lucerna.

Representa una de las obras más populares y difundidas del genio de Bonn junto con las

Sinfonías n°5 y 9 y la bagatela para piano Para Elisa. Consta de 3 movimientos: Adagio

sostenuto (Do sostenido menor, 2/2), Allegretto (Re bemol mayor, ¾) y Presto agitato

(Do sostenido menor, 4/4) y, en este caso, si bien la interpretación del 1° fue correcta, se

apreció la tendencia del pianista de usar excesivamente el pedal en el 2° y 3°

movimientos, lo que le jugó en contra por la reverberación producida por el

revestimiento de mármol de la sala. Precisamente, en este último movimiento se

apreciaron numerosos errores y sufrió un traspié que fue subsanado rápidamente, pero

se notó. Le fue algo mejor en la interpretación de los dos nocturnos de Chopin, que

sonaron precisos y algo más románticos, pero no sucedió lo mismo con otra obra tan

famosa como la Fantasía Impromptu en Do sostenido menor, Op.66, donde se lo apreció

muy seguro en el Allegro agitato inicial, pero hubo exceso de pedal en el moderato

cantábile central antes de pasar al presto final. En cuanto a la Polonesa Fantasía en La

bemol mayor, Op.61, Wunder se lució por ser una obra de gran complejidad armónica,

que se escuchó muy correcta desde la métrica y desde el punto de vista técnico. No

obstante, sonó algo excesiva a oídos de esta cronista; precisamente, por su tendencia a

usar el pedal en forma exagerada.

Si bien se retiró aplaudido, en esta ocasión no hubo bises. Un buen recital y un

hermoso programa que permite el lucimiento de un virtuoso, pero que opacó la labor del

intérprete. Un festival con grandes pianistas y numerosos contrastes.

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