domingo, 8 de diciembre de 2024

 Estupendo recital del italiano Giulio Biddau en el Festival CHOPINIANA


MARCA SU NIVEL POR MÉRITO PROPIO


Martha CORA ELISEHT


Nacido en Cagliari (Cerdeña) en 1985, Giulio Biddau no sólo es un gran

pianista, sino también un asiduo visitante a la Argentina. Ha ofrecido numerosos

recitales -tanto como solista como en colaboración con otros músicos de prestigio- y, al

igual que en su última visita al país en 2022, se presentó nuevamente en la sala del

Palacio Paz para participar en la actual edición del Festival CHOPINIANA 2024, hecho

que tuvo lugar el pasado miércoles 4 del corriente en dicho espacio para brindar el

siguiente programa:

- Sonata en Si menor, K.173

- Sonata en Re mayor, K.96- Domenico SCARLATTI (1685-1757)

- Sonata n°3 en Sol menor, Op.50- Muzio CLEMENTI (1752-1832)

- Ballade, Op.19- Gabriel FAURÉ (1845-1924)

- Sonata n°3, Op.58- Frederic CHOPIN (1810-1849)

Según el catálogo del clavecinista y musicólogo Ralph Kirkpatrick, Doménico

Scarlatti compuso alrededor de 555 sonatas para teclado durante sus años de servicio a

las monarquías portuguesa y española. Todas poseen una estructura binaria compuesta

por dos partes: la primera, a modo de exposición y la segunda, donde se repiten los

elementos rítmicos y melódicos que figuran en la primera. Cada parte se repite y acaba

con cadencias similares: la primera, en dominante y la segunda, en tónica. La genialidad

de Scarlatti radica en las modulaciones, que permiten explorar todo el teclado y los

matices del instrumento. Algunas presentan pasajes de suma dificultad técnica (saltos de

octava, arpegios complicados, entrecruzamiento de manos o escalas rapidísimas), que,

en este caso, fueron resueltas magistralmente por Biddau. El italiano grabó la edición

crítica de las sonatas para piano de Scarlatti en 2022 y demostró que es un experto en el

tema desde los primeros compases de la K.173 en Si menor (Allegro), logrando una

interpretación sumamente precisa, segura y convincente. Lo mismo sucedió con su

homónima en Re mayor, K.96 (Allegrissimo), que sonó como una auténtica filigrana

barroca de alto nivel. En efecto, las principales características de las interpretaciones de

Giulio Biddau son la delicadeza al percutir sobre el teclado, la sutileza y el refinamiento

sonoro. Estas características se mantuvieron constantes durante todo el recital, que

siguió con una estupenda versión de la Sonata n°3 en Sol menor, Op.50 de Muzio

Clementi (“Didone abbandonata”), publicada en 1821 y que consta de 3 movimientos:

Largo patetico e sostenuto e Allegro ma con espressione/ Adagio dolente/ Allegro

agitato e con disperazione. La interpretación descolló por la precisión y el refinamiento,

motivo por lo cual el pianista se retiró sumamente aplaudido.

Seguidamente, le tocó el turno al repertorio francés mediante una bellísima

interpretación de la consabida Ballade en Fa sostenido mayor, Op.19, compuesta en

1877 y dedicada a Camille Saint- Saëns. Fauré la concibió originalmente como una


compilación de piezas individuales, pero posteriormente, las unió en una única obra

llevando el tema principal de cada sección como tema secundario. Es una obra que

cabalga entre el romanticismo tardío y el impresionismo y se inicia con un andante

cantabile en la tonalidad inicial, seguida por un lento, andante y finaliza con un allegro

donde regresa el segundo tema a modo de conclusión. Es otra de las especialidades del

italiano, donde volvió a hacer gala de su delicadeza y exquisitez interpretativas.

No podía faltar la música de Chopin en el festival que lleva su nombre, motivo por

el cual Giulio Biddau decidió homenajear al poeta del piano con la Sonata n°3 en Si

menor, Op.58, publicada en 1844 en Londres, París y Leipzig en simultáneo y dedicada

a la condesa Elise de Perthuis. Posee 4 movimientos: Allegro maestoso/ Scherzo: molto

vivace/ Largo/ Finale: Presto non tanto, que fueron ejecutados de manera impecable,

con muy buena marcación y profundidad sonora desde los primeros compases del

allegro maestoso inicial, con especial marcación de tempi en la segunda parte de dicho

movimiento (sostenuto e molto espressivo), mientras que prevaleció un hondo

dramatismo en el scherzo: molto vivace. El 2° y 3° movimientos se ejecutaron sin

interrupción y el largo sonó muy marcial y, a su vez, romántico para desembocar en el

imponente movimiento final (Presto non tanto), que irrumpe con 8 compases de

extrema densidad que preceden al tema principal, apasionado y fogoso. Este

movimiento de gran riqueza rítmica y melódica permitió que Biddau volviera a lucirse

como el intérprete eximio que es haciendo gala de su pulsación y digitación, retirándose

ovacionado después de su interpretación. El pianista volvió a sentarse frente al teclado

para ofrecer un bis: una brillante versión del Estudio Op.10 n°12 (“Revolucionario”),

compuesto en ocasión del Levantamiento de los Cadetes contra las tropas rusas en

Polonia en 1831. Debido a su frágil salud y la imposibilidad de volver a su país natal,

Chopin descargó sus sentimientos hacia la revolución en forma de piezas musicales.

Nada mejor para concluir el recital y retribuir a un público que se puso de pie para

aplaudirlo tras tan brillante interpretación. Es un auténtico placer escuchar a artistas de

alta jerarquía que, además, marcan su nivel por sus propios méritos.

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