Momento de pasajes sinfónico-corales durante la interpretación del "Requiem de Guerra" Op. 66 de Benjamín Brtitten con la Orquesta Sifónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional junto a la sólida conducción del Maestro Emmanuel Siffert captado por la cámara de Martha Cora Eliseht.
UN FINAL INMEJORABLE
Orquesta
Sinfónica Nacional: Concierto de cierre de la temporada 2024, Director:
Emmanuel Siffert. Solistas: Mónica Ferracani (Soprano), Ricardo González
Dorrego (Tenor), Víctor Torres (Baritono), Gretel Thomas (Voz Infantil).
Participación del Coro Polifónico Nacional, Director: Antonio Domeneghini y del
Coro Nacional de Niños, Directora: María Isabel Sanz. Programa: Obras de
Debussy y Britten. Auditorio Nacional, 13 de Diciembre de 2024.
NUESTRA OPINION: EXCELENTE
Y continúan
los cierres de temporada 2024, en este caso, los correspondientes a algunos
organismos pertenecientes a la Dirección Nacional de Elencos Estables como lo
son la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Polifónico Nacional y el Coro
Nacional de Niños. La Dirección estuvo confiada al principal director de
orquesta invitado de esta temporada, Emmanuel Siffert .
Dos obras opuestas entre sí monopolizaron la
programación de este concierto. En primer lugar pudo apreciarse la poco
frecuentada “Salut Printemps” de Claude Debussy, autor también del texto, basado
en un poema de Anatole de Segur, para coro de mujeres con una breve intervención solista de soprano y pequeña
orquesta. En esta oportunidad fue ofrecida en versión con coro de niños y una
voz infantil solista. Exaltación de la felicidad y la belleza, tiene una
maravillosa línea melódica y muy
delicada orquestación. Siffert logró exponer todas estas características
mencionadas, contando además con la inestimable colaboración del Coro Nacional
de Niños, impecablemente preparado por María Isabel Sanz, el que exhibió
emisión homogénea, afinación perfecta, amalgama sonora y ataques precisos.
Párrafo aparte para la breve pero estupenda intervención solista de la niña
Gretel Thomas quién muy bien guiada por sus padres (reconocidos intérpretes de
Ntro. Medio) sabe ya lo que es plantarse frente al público, cantar con
magnífica soltura y revelarse portadora de un bellísimo timbre vocal. Este
brevísimo momento sirvió como un grato bálsamo antes de la fortísima obra que
sobrevendría a continuación.
El “Requiem de Guerra”, Op. 66 de Benjamin
Britten surge como consecuencia del encargo al compositor para la reapertura de
la Catedral de Coventry, severamente dañada por los ataques alemanes a las
Islas Británicas durante la segunda guerra mundial. Sabido es que Brtitten
mantuvo una férrea actitud anti belicista y que junto a su pareja, el tenor
Peter Pears, al estallar la contienda decidieron partir a Canada primero y a
Estados Unidos luego para evitar la convocatoria al frente de batalla. Tras la
guerra sobrevino el regreso y con ello el inicio de un fecundísimo período
creativo en el que vio la luz, entre otras, esta obra. Consta de los números
del ordinario tradicional para difuntos:”Requiem et Kyrie”, “Dies Irae”, “Ofertorium”,
“Sanctus”, “Agnus Dei” y “Libera Me” con los textos en latín entonados por la
soprano y los coros a los que intercala poemas de Wilfred Owen en lengua
inglesa interpretados por tenor y barítono, los que describen las luchas
mantenidas, la inutilidad del conflicto, flota en el aire la crítica hacia los líderes
por no solucionar las diferencias y tras
el final, el reconocerse rivales, decir cada uno lo suyo y comenzar
juntos el arduo camino de la reconciliación. Britten emplea una gran orquesta
sinfónica con todos los cánones y el lenguaje del post-romanticísmo, mientras
que un conjunto de cámara alterna con la formación principal en diferentes
pasajes de la obra. Un coro de mayores y otro de niños intervienen también. En
el caso de los últimos lo hacen creando un efecto “Celestial”. Momentos
reflexivos se alternan con pasajes de una ·violencia sonora” que no deja
indiferente a oyente alguno. Instantes de una energía arrolladora se hacen presentes,
fundamentalmente a través de fanfarrias y de pleno uso de los instrumentos de
percusión. Puede reconocerse en muchísimos pasajes la esencia de la música inglesa, exaltada por
Britten como pocas veces.
La
versión ofrecida por Siffert estuvo a la altura de las muy buenas labores
ofrecidas por las orquestas de Ntro. medio, las dos del gran Maestro Stuart
Bedford (colaborador habitual del compositor) junto a la Filarmónica de Buenos
Aires, la del Maestro Pedro Ignacio Calderon al frente de la Sinfónica Nacional
y la realizada por Guillermo Scarabino en el Teatro Colón. Tuvo por parte del
Mtro. Sieffert cabal comprensión de la
partitura, total control del conjunto en
los pasajes de bravura, plena conexión con los solistas y las masas corales e
instantes de suprema sutileza. El color exhibido en el número final en donde se
amalgaman todas las fuerzas
intervinientes fue sencillamente formidable. Brillante desempeño del Coro
Polifónico Nacional con la guía de Antonio Domeneghini, preciso en todos los
ataques y absolutamente seguro en cada intervención. También una vez más, el Coro
Nacional de Niños bajo la guía de María Isabel Sanz repitió otra magnífica
intervención y en la faz solista, tres desempeños rutilantes, los de Mónica
Ferracani, Ricardo González Dorrego y Víctor Torres con soberbia línea canora,
saber en el decir y expresividad intachable.
Superados algunos tropiezos que meses atrás
impidieron su realización, esta obra llegó para mostrar la calidad de estos
tres elencos estables. Hubo funcionarios presentes que serán los responsables
de que el alto nivel de todos los conjuntos oficiales no decaiga.
Donato Decina
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