domingo, 15 de diciembre de 2024

 


Momento de pasajes sinfónico-corales durante la interpretación del "Requiem de Guerra" Op. 66 de Benjamín Brtitten con la Orquesta Sifónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional junto a la sólida conducción del Maestro Emmanuel Siffert captado por la cámara de Martha Cora Eliseht.


UN FINAL INMEJORABLE

 

Orquesta Sinfónica Nacional: Concierto de cierre de la temporada 2024, Director: Emmanuel Siffert. Solistas: Mónica Ferracani (Soprano), Ricardo González Dorrego (Tenor), Víctor Torres (Baritono), Gretel Thomas (Voz Infantil). Participación del Coro Polifónico Nacional, Director: Antonio Domeneghini y del Coro Nacional de Niños, Directora: María Isabel Sanz. Programa: Obras de Debussy y Britten. Auditorio Nacional, 13 de Diciembre de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Y continúan los cierres de temporada 2024, en este caso, los correspondientes a algunos organismos pertenecientes a la Dirección Nacional de Elencos Estables como lo son la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Polifónico Nacional y el Coro Nacional de Niños. La Dirección estuvo confiada al principal director de orquesta invitado de esta temporada, Emmanuel Siffert .

 

  Dos obras opuestas entre sí monopolizaron la programación de este concierto. En primer lugar pudo apreciarse la poco frecuentada “Salut Printemps” de Claude Debussy, autor también del texto, basado en un poema de Anatole de Segur, para coro de mujeres con una breve  intervención solista de soprano y pequeña orquesta. En esta oportunidad fue ofrecida en versión con coro de niños y una voz infantil solista. Exaltación de la felicidad y la belleza, tiene una maravillosa línea melódica y  muy delicada orquestación. Siffert logró exponer todas estas características mencionadas, contando además con la inestimable colaboración del Coro Nacional de Niños, impecablemente preparado por María Isabel Sanz, el que exhibió emisión homogénea, afinación perfecta, amalgama sonora y ataques precisos. Párrafo aparte para la breve pero estupenda intervención solista de la niña Gretel Thomas quién muy bien guiada por sus padres (reconocidos intérpretes de Ntro. Medio) sabe ya lo que es plantarse frente al público, cantar con magnífica soltura y revelarse portadora de un bellísimo timbre vocal. Este brevísimo momento sirvió como un grato bálsamo antes de la fortísima obra que sobrevendría a continuación.

 

      El “Requiem de Guerra”, Op. 66 de Benjamin Britten surge como consecuencia del encargo al compositor para la reapertura de la Catedral de Coventry, severamente dañada por los ataques alemanes a las Islas Británicas durante la segunda guerra mundial. Sabido es que Brtitten mantuvo una férrea actitud anti belicista y que junto a su pareja, el tenor Peter Pears, al estallar la contienda decidieron partir a Canada primero y a Estados Unidos luego para evitar la convocatoria al frente de batalla. Tras la guerra sobrevino el regreso y con ello el inicio de un fecundísimo período creativo en el que vio la luz, entre otras, esta obra. Consta de los números del ordinario tradicional para difuntos:”Requiem et Kyrie”, “Dies Irae”, “Ofertorium”, “Sanctus”, “Agnus Dei” y “Libera Me” con los textos en latín entonados por la soprano y los coros a los que intercala poemas de Wilfred Owen en lengua inglesa interpretados por tenor y barítono, los que describen las luchas mantenidas, la inutilidad del conflicto, flota en el aire la crítica hacia los líderes por no solucionar las diferencias y tras  el final, el reconocerse rivales, decir cada uno lo suyo y comenzar juntos el arduo camino de la reconciliación. Britten emplea una gran orquesta sinfónica con todos los cánones y el lenguaje del post-romanticísmo, mientras que un conjunto de cámara alterna con la formación principal en diferentes pasajes de la obra. Un coro de mayores y otro de niños intervienen también. En el caso de los últimos lo hacen creando un efecto “Celestial”. Momentos reflexivos se alternan con pasajes de una ·violencia sonora” que no deja indiferente a oyente alguno. Instantes de una energía arrolladora se hacen presentes, fundamentalmente a través de fanfarrias y de pleno uso de los instrumentos de percusión. Puede reconocerse en muchísimos pasajes  la esencia de la música inglesa, exaltada por Britten como pocas veces.

 

   La versión ofrecida por Siffert estuvo a la altura de las muy buenas labores ofrecidas por las orquestas de Ntro. medio, las dos del gran Maestro Stuart Bedford (colaborador habitual del compositor) junto a la Filarmónica de Buenos Aires, la del Maestro Pedro Ignacio Calderon al frente de la Sinfónica Nacional y la realizada por Guillermo Scarabino en el Teatro Colón. Tuvo por parte del Mtro. Sieffert  cabal comprensión de la partitura,  total control del conjunto en los pasajes de bravura, plena conexión con los solistas y las masas corales e instantes de suprema sutileza. El color exhibido en el número final en donde se amalgaman  todas las fuerzas intervinientes fue sencillamente formidable. Brillante desempeño del Coro Polifónico Nacional con la guía de Antonio Domeneghini, preciso en todos los ataques y absolutamente seguro en cada intervención. También una vez más, el Coro Nacional de Niños bajo la guía de María Isabel Sanz repitió otra magnífica intervención y en la faz solista, tres desempeños rutilantes, los de Mónica Ferracani, Ricardo González Dorrego y Víctor Torres con soberbia línea canora, saber en el decir y expresividad intachable.

 Superados algunos tropiezos que meses atrás impidieron su realización, esta obra llegó para mostrar la calidad de estos tres elencos estables. Hubo funcionarios presentes que serán los responsables de que el alto nivel de todos los conjuntos oficiales  no decaiga.

 

 

Donato Decina



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