domingo, 22 de diciembre de 2024

 

CON CRITERIO Y MUY BUEN GUSTO

 

Teatro Argentino de La Plata, temporada 2024. Ballet: “Don Quijote” en tres actos con música de Ludwig Minkus/Wassili Solowjov-Sedoy y coreografía de Viktor Filimonov, basada en el original de Marius Petipa, a partir del episodio “Las Bodas de Camacho” de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra. Intérpretes: Darío Lesnik (Don Quijote), Juan Pablo Caballero (Sancho Panza), Alejandra Baldoni (Tabernera), Nadia Osorio (Kitri/Dulcinea), Miguel Angel Klug (Basilio), Mariela Milano (Mujer de la Calle- Solista en el Bolero), Martín Alvarez Kalbermater (Torero Principal-Solista en el Bolero) Aldana Jiménez (También en Seguidilla)-Jazmín Gude Alonso (Amigas de Kitri), Martín Quintana (Lorenzo, padre de Kitri), Israel Ayala (Camacho), Cecilia Mattioli Zartmann (Gitana Principal-Seguidilla), Valentín Fernández (Gitano Principal), Agustina Gómez Saavedra (Reina de las Dríades), Sol Infer (Cupido-Seguidilla), Alice Inuy, Miguel Moyano, Marcos Becerra, Esteban Schenone (Gitanos), Candela Díaz (Grand Pas-Primera Variación), Nadina Stroker (Grand Pas-Segunda Variación).

Escenografía: Augusto González Ara. Vestuario: Eduardo Caldirola. Iluminación: Esteban Ivanec. Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, Directora: María Fernanda Bianchi. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Diego Censabella . Sala Alberto Ginastera, función del 20 de Diciembre de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

 Siempre actúa como estímulo el presenciar una función de un ballet de las características de “Don Quijote”, la célebre  creación original de  Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus basado en el episodio de “Las Bodas de Camacho” del libro del inmortal Miguel de Cervantes Saavedra. En una época tan propicia como el fin de año con sus balances, alegrías y esperanzas, bien vale  la iniciativa del Teatro Argentino de La Plata su programación para el cierre oficial de la Temporada 2024 de la Sala Alberto Ginastera. La historia del Caballero Andante, su escudero, sus delirios y arrebatos sumado a su relación con los demás, bien graficadas por Petipa en sus coreografías , llegó al coliseo platense en una versión de Viktor Filimonov basada en el original antes citado, con un agregado por fuera de la obra en sí y es la inserción de un cuadro de piratas tras la ensoñación que Don Quijote tiene tras el episodio de los molinos de viento, en la taberna en donde se resolverá la trama de la historia, donde el hidalgo de algún modo logra con su intervención que Lorenzo , padre de Kitri, acepte la boda de su hija con Basilio. Este agregado no lleva música de Minkus, sino que se trata de una página compuesta por Wassili Solowjov-Sedov de carácter muy contrastante con la música de Minkus, en donde cuatro piratas  que se encuentran en la taberna amenizan con sus danzas y acrobacias a la concurrencia, tras lo cual se retoma la acción principal. Puede entenderse su inclusión como un recurso para no demorar en demasía el cambio de cuadro, pero más allá de la calidad de sus intérpretes, a los que mencionaré líneas más abajo, el resultado es de dudosa eficacia.

 

  El espectáculo mostró la labor sin fisuras del cuerpo de baile platense, capitaneado desde esta temporada por María Fernanda Bianchi, de los que cabe señalar el derroche de ganas de hacer, frescura y simpatía a lo largo de toda la función, sumado a la formidable respuesta que dio en todas las escenas de conjunto con movimientos pulcros y precisos.

 

  Un grupo de muy buenos bailarines tuvieron su cargo los roles principales, comenzando por quienes tienen responsabilidad en los personajes más actuados que bailados. En ese sentido fueron muy buenas las labores de Darío Lesnik como el protagonista, con movimientos precisos para mostrar la divagación de Don Quijote. Juan Pablo Caballero como un simpatiquísimo Sancho Panza al que lo convirtió en una criatura muy querible. Martín Romano como Lorenzo, padre de Kitri  quien pasa de ser Padre severo a Padre elogiable, Israel Ayala como Camacho, un verdadero “Dueño del lugar” con la típica actitud de no registrar lo que ocurre alrededor suyo, redondeando una muy buena caracterización y María de los Angeles Cataldi como la simpática tabernera que atiende a Don Quijote y su Escudero antes de que partan rumbo a la aventura.

 

 En cuanto a los personajes danzados, iré analizando desde los roles más pequeños hacia los principales.  Las dos variaciones que lleva el célebre Grand Pas del tercer acto encontraron tanto en Candela Díaz (Primera) y Nadina Stroker (segunda) a dos muy buenas exponentes del estilo con gracia en los desplazamientos. Los Piratas a los que hemos hecho referencia líneas arriba fueron magníficamente expuestos por Alice Inuy, Marcos Becerra, Miguel Moyano y Esteban Schenone con agilidad, estupenda técnica, magníficos desplazamientos y soberbia actuación, independientemente de la eficacia o no de la inclusión de ese segmento dentro del espectáculo. Entrando en el magnífico cuadro de la ensoñación de Don Quijote, se apreció un muy buen momento del llamado “Ballet Blanco” en el que lucieron  Agustina Gómez Saavedra, de estupenda prestancia como Reina de las Dríades y Sol Infer descollando como un simpatiquísimo Cupido con una dinámica escénica muy acertada. En éste último caso, en el acto final, Infer lució a pleno en la seguidilla previa a la culminación del Ballet. En el inicio del segundo acto, en la célebre escena del campamento gitano descollaron Valentín Fernández como el Gitano Principal con muy buena técnica y gran soltura escénica y, fundamentalmente, Cecilia Mattioli Zartmann con una entrega total en el personaje de la Gitana Principal, adueñándose con plena autoridad de la escena y mostrando total plasticidad, estupenda técnica y conexión con Fernández en los momentos decisivos del cuadro, por lo que en nada sorprendió que se ganara una de las más altas ovaciones de la noche. También se la pudo apreciar en la seguidilla final, en la que volvió a exponer su calidad interpretativa.

 

 Ingresando ya en el análisis del primer acto encontramos aquí la aparición de los principales intérpretes, encontrando en Aldana Jiménez y Jazmín Gude Alonso a dos muy buenas bailarinas  en los roles de amigas de Kitri. Fueron el complemento ideal para la protagonista con actuaciones convincentes y elegancia en los desplazamientos. En el caso de la primera, lució plenamente en la seguidilla final, la que como quedó dicho líneas arriba contó también con las actuaciones de Sol Infer y Cecilia Mattioli Zartmann . Puntales fundamentales de éste ballet son los personajes de la Mujer de la Calle y el Torero Principal, quienes  llevan adelante un juego de seducción en paralelo al romance de la pareja estelar y aquí encontramos en Mariela Milano y Martín Alvarez Kalbermater a dos muy buenos bailarines con plena conexión, dominio escénico y muy buena técnica, virtudes que repetirían durante el Bolero que integra el acto final.

 

 Llegamos entonces al análisis de la pareja protagónica. Nadia Osorio y Miguel Angel Klug conformaron una muy buena dupla. Se entendieron desde el vamos, tienen plena conexión, dominio escénico, técnica de primer nivel, estupendos desplazamientos, gracia y expresividad en la actuación. El momento del Grand Pas de Deux, lo más  esperado de la función, fue magníficamente expuesto tanto desde lo individual (Klug descolló en los giros y Osorio de la misma forma, sumada a su gracia en el momento del abanico), como en la dupla en sí (las bajadas y la seguridad que Klug le brindó a Osorio durante los giros de ella en el aire). Y para Osorio vaya el reconocimiento para su Dulcinea en el cuadro de la ensoñación en donde se apreció a una exquisita intérprete de “Ballet Blanco”  con suma elegancia y refinamiento técnico.

 

  Todo esto no es posible si no se cuenta con una marco musical acorde y es lo que brindó Diego Censabella al frente de la Estable Platense con su concertino titular, Nicolás Favero, a la cabeza. Buen ajuste, sonido limpio y buenas respuestas en todos los sectores.

  La acción transcurrió en un marco escenográfico excepcional realizado con inteligencia y muy buen gusto por Augusto González Ara, realzado a su vez por la impecable iluminación de Esteban Ivanec, quienes supieron retratar la biblioteca de Don Quijote, la aldea plena de luminosidad, el campamento gitano con el fuego en la noche, el efecto técnico en la pelea de Don Quijote con los molinos de viento, la belleza del marco de la ensoñación y una magnífica realización del interior de la taberna en donde se decidirá el final feliz para la pareja protagónica. Completó este marco el muy buen vestuario de un profesional de los quilates de Eduardo Caldirola, acorde a cada escena de la obra.

 

  Más allá de la reserva que uno pueda tener respecto de la inclusión de la escena pirata, fue un muy buen final de temporada para esta compañía que muestra deseos de superación en cada espectáculo que lleva adelante.

 

 

Donato Decina

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