CON CRITERIO Y MUY
BUEN GUSTO
Teatro
Argentino de La Plata, temporada 2024. Ballet: “Don Quijote” en tres actos con
música de Ludwig Minkus/Wassili Solowjov-Sedoy y coreografía de Viktor
Filimonov, basada en el original de Marius Petipa, a partir del episodio “Las
Bodas de Camacho” de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de Miguel
de Cervantes Saavedra. Intérpretes: Darío Lesnik (Don Quijote), Juan Pablo
Caballero (Sancho Panza), Alejandra Baldoni (Tabernera), Nadia Osorio (Kitri/Dulcinea),
Miguel Angel Klug (Basilio), Mariela Milano (Mujer de la Calle- Solista en el
Bolero), Martín Alvarez Kalbermater (Torero Principal-Solista en el Bolero)
Aldana Jiménez (También en Seguidilla)-Jazmín Gude Alonso (Amigas de Kitri),
Martín Quintana (Lorenzo, padre de Kitri), Israel Ayala (Camacho), Cecilia
Mattioli Zartmann (Gitana Principal-Seguidilla), Valentín Fernández (Gitano Principal),
Agustina Gómez Saavedra (Reina de las Dríades), Sol Infer (Cupido-Seguidilla),
Alice Inuy, Miguel Moyano, Marcos Becerra, Esteban Schenone (Gitanos), Candela
Díaz (Grand Pas-Primera Variación), Nadina Stroker (Grand Pas-Segunda
Variación).
Escenografía:
Augusto González Ara. Vestuario: Eduardo Caldirola. Iluminación: Esteban
Ivanec. Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, Directora: María
Fernanda Bianchi. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director:
Diego Censabella . Sala Alberto Ginastera, función del 20 de Diciembre de 2024.
NUESTRA OPINION: MUY BUENO
Siempre actúa como estímulo el presenciar una función
de un ballet de las características de “Don Quijote”, la célebre creación original de Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus
basado en el episodio de “Las Bodas de Camacho” del libro del inmortal Miguel
de Cervantes Saavedra. En una época tan propicia como el fin de año con sus
balances, alegrías y esperanzas, bien vale
la iniciativa del Teatro Argentino de La Plata su programación para el
cierre oficial de la Temporada 2024 de la Sala Alberto Ginastera. La historia
del Caballero Andante, su escudero, sus delirios y arrebatos sumado a su
relación con los demás, bien graficadas por Petipa en sus coreografías , llegó
al coliseo platense en una versión de Viktor Filimonov basada en el original
antes citado, con un agregado por fuera de la obra en sí y es la inserción de
un cuadro de piratas tras la ensoñación que Don Quijote tiene tras el episodio
de los molinos de viento, en la taberna en donde se resolverá la trama de la
historia, donde el hidalgo de algún modo logra con su intervención que Lorenzo
, padre de Kitri, acepte la boda de su hija con Basilio. Este agregado no lleva
música de Minkus, sino que se trata de una página compuesta por Wassili
Solowjov-Sedov de carácter muy contrastante con la música de Minkus, en donde
cuatro piratas que se encuentran en la
taberna amenizan con sus danzas y acrobacias a la concurrencia, tras lo cual se
retoma la acción principal. Puede entenderse su inclusión como un recurso para
no demorar en demasía el cambio de cuadro, pero más allá de la calidad de sus
intérpretes, a los que mencionaré líneas más abajo, el resultado es de dudosa
eficacia.
El espectáculo mostró la labor sin fisuras
del cuerpo de baile platense, capitaneado desde esta temporada por María
Fernanda Bianchi, de los que cabe señalar el derroche de ganas de hacer,
frescura y simpatía a lo largo de toda la función, sumado a la formidable
respuesta que dio en todas las escenas de conjunto con movimientos pulcros y
precisos.
Un grupo de muy buenos bailarines tuvieron su
cargo los roles principales, comenzando por quienes tienen responsabilidad en
los personajes más actuados que bailados. En ese sentido fueron muy buenas las
labores de Darío Lesnik como el protagonista, con movimientos precisos para
mostrar la divagación de Don Quijote. Juan Pablo Caballero como un
simpatiquísimo Sancho Panza al que lo convirtió en una criatura muy querible.
Martín Romano como Lorenzo, padre de Kitri quien pasa de ser Padre severo a Padre
elogiable, Israel Ayala como Camacho, un verdadero “Dueño del lugar” con la
típica actitud de no registrar lo que ocurre alrededor suyo, redondeando una
muy buena caracterización y María de los Angeles Cataldi como la simpática
tabernera que atiende a Don Quijote y su Escudero antes de que partan rumbo a
la aventura.
En cuanto a los personajes danzados, iré analizando desde los
roles más pequeños hacia los principales.
Las dos variaciones que lleva el célebre Grand Pas del tercer acto
encontraron tanto en Candela Díaz (Primera) y Nadina Stroker (segunda) a dos
muy buenas exponentes del estilo con gracia en los desplazamientos. Los Piratas
a los que hemos hecho referencia líneas arriba fueron magníficamente expuestos
por Alice Inuy, Marcos Becerra, Miguel Moyano y Esteban Schenone con agilidad,
estupenda técnica, magníficos desplazamientos y soberbia actuación,
independientemente de la eficacia o no de la inclusión de ese segmento dentro
del espectáculo. Entrando en el magnífico cuadro de la ensoñación de Don Quijote,
se apreció un muy buen momento del llamado “Ballet Blanco” en el que lucieron Agustina Gómez Saavedra, de estupenda
prestancia como Reina de las Dríades y Sol Infer descollando como un
simpatiquísimo Cupido con una dinámica escénica muy acertada. En éste último
caso, en el acto final, Infer lució a pleno en la seguidilla previa a la
culminación del Ballet. En el inicio del segundo acto, en la célebre escena del
campamento gitano descollaron Valentín Fernández como el Gitano Principal con
muy buena técnica y gran soltura escénica y, fundamentalmente, Cecilia Mattioli
Zartmann con una entrega total en el personaje de la Gitana Principal, adueñándose
con plena autoridad de la escena y mostrando total plasticidad, estupenda
técnica y conexión con Fernández en los momentos decisivos del cuadro, por lo
que en nada sorprendió que se ganara una de las más altas ovaciones de la
noche. También se la pudo apreciar en la seguidilla final, en la que volvió a
exponer su calidad interpretativa.
Ingresando ya en el análisis del primer acto
encontramos aquí la aparición de los principales intérpretes, encontrando en
Aldana Jiménez y Jazmín Gude Alonso a dos muy buenas bailarinas en los roles de amigas de Kitri. Fueron el
complemento ideal para la protagonista con actuaciones convincentes y elegancia
en los desplazamientos. En el caso de la primera, lució plenamente en la
seguidilla final, la que como quedó dicho líneas arriba contó también con las
actuaciones de Sol Infer y Cecilia Mattioli Zartmann . Puntales fundamentales
de éste ballet son los personajes de la Mujer de la Calle y el Torero Principal,
quienes llevan adelante un juego de
seducción en paralelo al romance de la pareja estelar y aquí encontramos en Mariela
Milano y Martín Alvarez Kalbermater a dos muy buenos bailarines con plena
conexión, dominio escénico y muy buena técnica, virtudes que repetirían durante
el Bolero que integra el acto final.
Llegamos entonces al análisis de la pareja
protagónica. Nadia Osorio y Miguel Angel Klug conformaron una muy buena dupla.
Se entendieron desde el vamos, tienen plena conexión, dominio escénico, técnica
de primer nivel, estupendos desplazamientos, gracia y expresividad en la
actuación. El momento del Grand Pas de Deux, lo más esperado de la función, fue magníficamente expuesto
tanto desde lo individual (Klug descolló en los giros y Osorio de la misma
forma, sumada a su gracia en el momento del abanico), como en la dupla en sí
(las bajadas y la seguridad que Klug le brindó a Osorio durante los giros de
ella en el aire). Y para Osorio vaya el reconocimiento para su Dulcinea en el
cuadro de la ensoñación en donde se apreció a una exquisita intérprete de “Ballet
Blanco” con suma elegancia y
refinamiento técnico.
Todo esto no es posible si no se cuenta con
una marco musical acorde y es lo que brindó Diego Censabella al frente de la
Estable Platense con su concertino titular, Nicolás Favero, a la cabeza. Buen
ajuste, sonido limpio y buenas respuestas en todos los sectores.
La acción transcurrió en un marco escenográfico
excepcional realizado con inteligencia y muy buen gusto por Augusto González
Ara, realzado a su vez por la impecable iluminación de Esteban Ivanec, quienes
supieron retratar la biblioteca de Don Quijote, la aldea plena de luminosidad, el
campamento gitano con el fuego en la noche, el efecto técnico en la pelea de
Don Quijote con los molinos de viento, la belleza del marco de la ensoñación y
una magnífica realización del interior de la taberna en donde se decidirá el
final feliz para la pareja protagónica. Completó este marco el muy buen
vestuario de un profesional de los quilates de Eduardo Caldirola, acorde a cada
escena de la obra.
Más allá de la reserva que uno pueda tener
respecto de la inclusión de la escena pirata, fue un muy buen final de
temporada para esta compañía que muestra deseos de superación en cada espectáculo
que lleva adelante.
Donato Decina
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