miércoles, 11 de diciembre de 2024

 


"El Campo de los Caídos", tal vez el momento mas conmovedor de "Alexander Nevsky" de Serguei Prokofieff- Alejandra Malvino, Mario Benzecry, La Libertador General San Martín y los Coros en el Auditorio Nacional.. Fotografía de la Autora de éste comentario.


Excelente actuación de la Orquesta Sinfónica Juvenil en el Auditorio Nacional


CON TALENTO, AHÍNCO Y ESPÍRITU JUVENIL


Martha CORA ELISEHT


A medida que va concluyendo el año, la mayor parte de los organismos

sinfónicos van cerrando sus ciclos con obras sinfónico- corales o piezas en calidad de

estreno local y/o primera representación en el país. Algo que la Orquesta Sinfónica

Nacional Juvenil “Libertador Gral. San Martín” ha tenido muy en cuenta en el concierto

ofrecido el pasado domingo 8 del corriente en el Auditorio Nacional del Palacio

Domingo Faustino Sarmiento (ex CCK), donde actuaron el Coro de la agrupación

LAGUN ONAK y el Coro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos

Aires -ambos dirigidos por Miguel Ángel Pesce-; el Coro Polifónico Nacional

Evangélico, bajo la dirección de Constanza Bongarrá y los siguientes cantantes:

Jacquelina Livieri y Mercedes Barel Ledri (sopranos), Alejandra Malvino (contralto) y

Fermín Prieto (tenor) dirigidos por Mario Benzecry.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Gloria en Re mayor, RV 589- Antonio VIVALDI (1678-1741)

- Cantata Siete son Siete, Op.30 (estreno local) Sergei PROKOFIEV (1891-1953)

- Cantata Alexander Nevsky, Op.78- Sergei PROKOFIEV (1891-1953)

Previamente a la tradicional afinación de instrumentos, Mario Benzecry se dirigió al

público provisto de un micrófono para anunciar las obras, presentar a los coros

invitados y realizar una breve reseña sobre las mismas.

De los numerosos Gloria compuestos por Vivaldi, el RV 589 en Re mayor es el más

conocido e interpretado. Fue compuesto en 1713 y forma parte de Los manuscritos de

Torino -compendio que abarca más de 300 piezas del prete rosso-. Su partitura estuvo

perdida durante 200 años y, afortunadamente, pudo recuperarse, junto con el RV 588.

Consta de 11 o 12 números (dependiendo si el 4° y 5° son contados como uno o por

separado), que se detallan a continuación:


1. Gloria in excelsis Deo [allegro] (Coro)

2. Et in terra pax hominibus [andante] (Coro)

3. Laudamus te [allegro] (Sopranos I y II)

4. Gratias agimus tibi [adagio] (Coro)

5. Propter magnam gloriam [allegro] (Coro)

6. Domine Deus [largo] (Soprano)

7. Domine Fili Unigenite [allegro] (Coro)

8. Domine Deus, Agnus Dei [adagio] (Contralto y coro)

9. Qui tollis peccata mundi [adagio] (Coro)

10. Qui sedes ad dexteram Patris [allegro] (Contralto)

11. Quoniam tu solus sanctus [allegro] (Coro)

12. Cum Sancto Spiritu [allegro] (Coro)


Debido a que hoy en día se prefiere que la música barroca se interprete con

instrumentos de época, resultó un tanto raro a oídos de quien escribe una interpretación

de esta celebérrima obra con instrumentos modernos. No obstante, tanto los solistas de

trompeta y oboe tuvieron una destacadísima actuación acompañando al conjunto de

cámara, al igual que la muy buena compaginación de los coros en el Gloria in excelsis

Deo. Sin embargo, hubo algunos desacoples y entradas a destiempo en uno de los coros

intervinientes en el Et in terra pax hominibus. Seguidamente, Jacquelina Livieri y

Mercedes Barel Ledri hicieron gala de su fraseo, maestría y línea de canto en el

Laudamus Te. La soprano rosarina se lució en el Dominus Deo, al igual que Alejandra

Malvino en Qui sedes ad dexteram Patris. Los coros fueron afianzándose a medida que

transcurría la obra y se los apreció sonando mucho más compactos en el canon a 4

voces del número final (Cum Sancto Spiritu). La labor de los intérpretes se vio coronada

por numerosos aplausos al final.

Tras los sucesos de la Revolución de Octubre de 1917 que culminaron con el

derrocamiento del Zar Nicolás II de Rusia, Prokofiev compone una cantata para tenor

solista, coro y gran orquesta sobre un texto caldeo procedente de la Mesopotamia escrito

en alfabeto cuneiforme del siglo III A.C. y traducido al ruso por Konstantin Balmont

(1867-1942), que alude a siete dioses que tienen el poder sobre los elementos de la

Naturaleza. Su estreno se produjo en 1924 en París bajo la dirección de Sergei

Koussevitzky y, posteriormente, su autor realizó una revisión en 1933 con el siguiente

texto:

.... ¡Siete, son siete!

No son ni hombres ni mujeres.

No tienen esposas, no tienen hijos,

Son como el viento errante,

Se extienden como redes, se estiran, se estiran,

¡Son malos, ellos! ¡Son muy malos!

No saben el bien.

No conocen la vergüenza.

No escuchan las oraciones...

La cantata es introducida por un momento breve e incisivo, sostenido por todas

las percusiones de la orquesta y seguido por el coro. Posteriormente, se produce la

entrada del tenor que canta las primeras líneas del texto en tono declamatorio, casi en un

recitativo. La violenta entrada de la orquesta acompaña luego al solista por pasajes

menos duros y más melódicos, mantenidos siempre en un registro alto y fuertemente

marcado. El coro repite con implacable insistencia: ¡Siete, son siete! La parte orquestal

se reanuda luego con una progresión oscura para llegar con el coro -sólo en voces

femeninas- a un salvaje sabbath. La coda final lleva la partitura a una repentina y

enigmática calma subrayada por los timbales. Finalmente, el tenor lleva la pieza a un

final rodeado de sensaciones misteriosas y casi místicas cantando en tonos muy graves.


Con un orgánico completo y una profusa orquestación que lleva maderas y metales por

4, corno inglés, 2 piccolo, contrafagot, clarinete bajo, requinto, 2 tubas, 8 cornos, arpa y

abundante percusión -que incluye, entre otros, dos bombos y doble juego de timbales-,

la Orquesta Sinfónica Juvenil brindó una memorable y vibrante versión -en calidad de

estreno local en el país- de la mano de Mario Benzecry, con gran lucimiento de todos

los principales solistas de los diferentes grupos de instrumentos. El hecho de colocar el

arpa entre las violas y los violoncellos hizo que resaltara el glissando de dicho

instrumento, logrando una mayor profundidad sonora. Los coros sonaron muy parejos y

precisos y la labor por parte de Fermín Prieto fue sublime; sobre todo, al sostener las

notas graves hasta que la música desaparece por completo al final de la obra -más

apropiadas para un bajo que para un tenor-, lo que le valió la ovación del público.

Después del suceso alcanzado con la música para la película Alexander Nevsky

-dirigida por Sergei Eisenstein en 1938-, Sergei Prokofiev decidió componer una cantata

para orquesta, coro y mezzosoprano/ contralto sobre este personaje histórico, un

príncipe que luchó contra los mongoles en el siglo XIII e impidió la incursión de los

Caballeros Teutónicos de la Orden Livona en la República de Novgorod; convocó al

pueblo ruso a levantarse en armas contra el invasor, capturó la ciudad de Pskov y triunfó

sobre los Cruzados en 1242. Los textos pertenecen a Vladimir Lugovskói y finalmente,

la Op.78 se estrenó en 1939 por la Orquesta Filarmónica y Coro de Moscú con el

compositor al podio y la mezzosoprano Várvara Gagarina en calidad de solista. Los

siete números que la integran se detallan a continuación:

1. Rusia bajo el yugo de los mongoles (Molto andante, Do menor)

2. Canción sobre Alexander Nevsky (Lento, Si bemol mayor)

3. Los cruzados en Pskov (Allegro, Do sostenido menor)

4. ¡Levántate, Pueblo de Rusia! (Allegro risoluto, Mi bemol mayor)

5. La batalla en el hielo

6. El campo de los muertos (Adagio, Do menor)

7. La entrada de Alexander a Pskov (Moderato, Si bemol mayor)

Con un orgánico completo que incluyó saxofón unido a la formación ya

descripta, la Sinfónica Juvenil brindó una versión excelsa y vibrante de tan consabida

obra, que se representa en muy pocas ocasiones y que siempre es un placer escuchar. En

el quinto número, el corno inglés y el trombón bajo tocan fuera de escena para recrear el

ámbito de la batalla entre las fuerzas del protagonista y los Caballeros Teutónicos. Los

efectos estuvieron perfectamente bien logrados y ambos instrumentistas tuvieron una

destacada actuación en el más largo y disonante de los números. Por su parte, Alejandra

Malvino se lució en el lamento a cargo de la contralto, quien busca a su amante muerto

en combate y besa los ojos de los caídos en la batalla. El desempeño de los coros fue

soberbio y la orquesta cierra con un final triunfante en la misma tonalidad (Si bemol

mayor) que identifica al protagonista. El esfuerzo de todos los intérpretes se vio

coronado por una ovación de aplausos y vítores.

En el año de su trigésimo aniversario, la Orquesta Sinfónica Juvenil ha tenido

numerosos logros, que se vieron coronados por la gira triunfal a Japón. Es el semillero

que nutre a las principales orquestas sinfónicas del país y representa el sueño de todo

músico joven que desea perfeccionarse integrando sus filas. Y una de las más

importantes de toda Latinoamérica, además de un orgullo nacional.


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