Soberbia actuación de la Orquesta
de cámara del Congreso de la Nación en el CCK
LA
MEJOR MANERA DE FESTEJAR
Martha
CORA ELISEHT
…” Cuando el músico es sincero/
toca trozos de su vida”
(Juan Carlos BAGLIETTO)
Los
versos de una de las estrofas de este hit que alguna vez supo inmortalizar
Silvina Garré hacen alusión a lo acontecido el pasado domingo 11 del corriente
en el Auditorio Nacional (Sala Sinfónica) del Centro Cultural Kirchner (CCK),
donde la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación se presentó bajo la
dirección de su titular -Sebastiano De Filippi- con la participación de Mariano
Rey como solista invitado, en un programa integrado por las siguientes obras:
-
Tres miniaturas
argentinas- Héctor IGLESIAS VILLOUD (1913-1988)
-
Concierto para
clarinete y cuerdas, Op.184- Eduardo GRAU
(1919-2006)
-
Allegro tangabile-
Astor PIAZZOLLA (1921-1992)
-
Serenata para cuerdas
en Do mayor, Op.48- Piotr I. TCHAIKOVSKY
(1840-1893)
Ante
una Sala Sinfónica prácticamente llena y, luego de la tradicional afinación de
instrumentos a cargo del concertino Pablo Pereira, el maestro De Filippi
hizo su presentación en el escenario provisto de un micrófono para
anunciar las obras y realizar una breve reseña sobre las mismas, dado la
carencia de programas de mano. Asimismo, anunció que la primera parte del
concierto estaba compuesta por obras de compositores argentinos, mientras que
la segunda, por la mencionada obra de Tchaikovsky. De paso, aprovechó la
ocasión para solicitar al público el ejercicio de una sana costumbre: no
aplaudir entre movimientos, sino hacerlo al final de la obra. Una excelente
oportunidad para educar al público y volver a una tradición que
-lamentablemente- se está diluyendo con el correr del tiempo. Acto seguido,
tuvo lugar la interpretación de las Tres piezas argentinas de Iglesias Villoud
(Canción de cuna/ Bailecito/ Huayno), donde hubo una perfecta marcación
de tempi, un estupendo pizzicato inicial en el Bailecito a
cargo de los violines seguido de un muy buen fraseo por el resto de las
cuerdas, al igual que un muy buen efecto strapatta (golpes de percusión sobre
la madera del contrabajo) en el Huayno final. Una muy buena versión de
esta breve y bella obra, que no forma parte habitual del repertorio de cámara -
a menos que se interprete dentro de un concierto formado exclusivamente por
obras de compositores vernáculos-.
El
Concierto para clarinete y cuerdas de Eduardo Grau consta también de
tres movimientos: Moderato assai/ Lento contemplativo/ Allegro scherzando y
sigue el esquema de escritura A-B-A, donde A corresponde a la orquesta junto
con el solista y B, al instrumento solista en sección central. En su
presentación, el maestro De Filippi se refirió a su “exhumación”, ya que no se
tocaba desde la década del ’80, fecha en la cual fue compuesto. Su línea
melódica es clásica, con buen diálogo entre la orquesta y el instrumento
solista en toda su extensión y que, a la vez, permite el lucimiento del
clarinete en sus solos centrales. En el caso particular de un virtuoso del
instrumento como Mariano Rey, la ejecución de los glissandi y trinos fue
perfecta, con un muy buen ensamble a cargo de las cuerdas en el 1°
movimiento. El Largo central abre con un solo de clarinete que fue
ejecutado con suma precisión y maestría, al igual que su homónimo de violín por
Pablo Pereira. El movimiento final abre con un pizzicato en cuerdas en
ritmo de chacarera hasta la introducción del solista, siguiendo la estructura
anteriormente mencionada. No sólo sonó bellísimo, sino también, majestuoso. El
público lo ovacionó unánimemente mediante un aluvión de aplausos y vítores,
tras los cuales, Mariano Rey interpretó junto a la orquesta el Allegro
tangabile de Astor Piazzolla en adaptación de Cristian Zárate, quien se
encontraba presente en el auditorio. Otra versión magistral del compositor
argentino más famoso internacionalmente, que sonó auténticamente piazzoliana y
que desencadenó un cálido y sostenido aplauso. Esto motivó a que Mariano Rey
hiciera dos bises: una transcripción para clarinete solo de Petroushka
de Stravinsky, donde el músico se lució en una auténtica demostración de
virtuosismo. El público no paraba de aplaudir y Rey ofreció una versión para
clarinete solo de Oblivion de Astor Piazzolla, donde bajó desde el
escenario subiendo las escaleras hacia ambos sectores del Auditorio Nacional
mientras tocaba tan célebre pieza, ya que quería compartir junto al público “esta
versión tan íntima”, según sus propias palabras. Esto le valió otro alud de
aplausos y se retiró sumamente ovacionado.
Compuesta
en 1880, la Serenata para cuerdas en Do mayor, op.48 de Tchaikovsky
consta de 4 movimientos: Pezzo in forma di sonatina: Andante non
troppo-Allegro moderato/ Vals: moderato- Tempo di valse/ Elegía: Larghetto
elegíaco/ Finale (tema ruso): Andante- Allegro con spirito. Se estrenó en
privado en Diciembre de ese mismo año y su primera ejecución pública fue al año
siguiente en Moscú, bajo la dirección de Eduard Napravnik. El tema inicial
del 1° movimiento actúa como leitmotiv o hilo conductor, que
posteriormente, se repite no sólo al final del mismo, sino también, de la obra,
otorgándole un carácter cíclico. La versión ofrecida por la Orquesta de Cámara
del Congreso fue muy compacta, versátil y, al mismo tiempo, temperamental, con
un muy buen desempeño de los violines y violas en las dobles cuerdas de la
introducción, mientras que la labor de los cellos y las violas se destacó en el
cantábile de la Elegía, de corte netamente rusa. Lo mismo sucedió
con el tema folklórico que el compositor introduce en el 4° movimiento, donde
el pizzicato en violines sonó en bloque, mientras las violas, cellos y
contrabajos ejecutan la melodía hasta volver al tema de la introducción. Naturalmente,
el Auditorio Nacional estalló en aplausos hacia el final para culminar una muy
buena labor por parte de los músicos.
Casualmente,
el concierto coincidió con el cumpleaños de Mariano Rey, quien decidió festejar
su aniversario haciendo lo que más le gusta: tocar. ¿Qué mejor para un músico
que celebrar su cumpleaños dentro del ámbito de una sala de conciertos?... Para
cualquier persona que posea sentido común, representa la mejor manera de
festejar. No existe mayor recompensa para un artista que el cariño y el aplauso
de su público.
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