Estreno local de “ANTIDOTUM TARANTULAE XXI” a cargo de la Filarmónica
A CADA TARÁNTULA LE LLEGA SU HALCÓN
Martha CORA ELISEHT
En la infancia y parte de la adolescencia, hubo películas que han dejado una
huella imborrable. En el caso particular de quien escribe, LA CRÓNICA HELLSTROM –
magistralmente dirigida por Jamie Uys en 1973- fue uno de los primeros documentales
que trató el fascinante mundo de los insectos y los arácnidos desde un punto de vista
estrictamente científico. En dicho film, una de las escenas muestra cómo una avispa -el
halcón de la tarántula, enemigo natural de la mencionada araña- sobrevuela su cueva
hasta aprovechar el momento en que sale de su escondite para paralizarla con su
veneno, matarla y, posteriormente, alimentarse de ella para luego, depositar sus huevos
a modo de nido.
Del extraordinario mundo de la entomología viene aparejado el título de esta
nota con motivo del estreno local de ANTIDOTUM TARANTULAE XXI, del compositor
italiano Giovanni Solima dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de
Buenos Aires, hecho que tuvo lugar en el Teatro Colón el pasado sábado 4 del corriente
bajo la dirección de Valentina Peleggí. El mencionado concierto formó parte del ciclo
DIVINA ITALIA y actuaron como solistas el propio compositor junto a Mario Brunello
(violoncellos) para interpretar el siguiente programa:
- Scheherezade, Op.35- Nikolai RIMSKY- KORSKOFF (1844-1908)
- Antidotum Tarantulae XXI (concierto para dos violoncellos y orquesta)-
Giovanni SOLIMA (1962)
- Los pinos de Roma- Ottorino RESPIGHI (1879-1936)
La mencionada obra de Solima fue compuesta por encargo de la Orquesta Sinfónica
de Chicago y estrenada en 2014 por dicha agrupación sinfónica dirigida por Riccardo
Mutti, con el compositor como solista junto a Yo-Yo Ma. Se basa en antiguas danzas del
sur de Italia como la pizzica de la Puglia -inmortalizada por Domenico Modugno- y la
tarantela, ya que se creía que poseían un aspecto curativo contra la mordedura de dichas
arañas (casualmente, tarantela deriva de tarántula). Posteriormente, pasaron a formar
parte del bagaje cultural del sur de la península y se tornaron inmensamente populares.
Solima realizó variaciones sobre tarantelas de Nicola Vicentino (1511-1572) y
Athanasius Kircher (1602-1680) en dos de sus 5 movimientos (Moderato assai/ Allegro/
Moderato assai, basado en Nicola Valentino/ Allegro: Antidotum Tarantulae, basado en
Athanasius Kircher/ Moderato assai (variazioini)), que representan un auténtico desafío
para los dos cellos solistas. La orquestación lleva maderas por 2, metales por 2,
trombón, tuba, abundante percusión y cuerdas. Se inicia en lo más grave a cargo de los
contrabajos apoyados por el parche, mientras el primer cello marca la melodía y el
segundo cello sirve de apoyo. Luego, ambos instrumentos tocan al unísono hasta la
entrada de la orquesta. Es una melodía absolutamente tonal, audible, con buena línea
instrumental, profundidad sonora y numerosos contrapuntos a cargo de los diferentes
instrumentos (clarinete, timbal, flauta, oboe, corno), donde los solistas demuestran todo
su virtuosismo en las numerosas variaciones y los movimientos rápidos. Tanto Brunello
como Solima han visitado la Argentina en varias ocasiones y son dos eximios
intérpretes de dicho instrumento, donde prevalecieron su digitación, fraseo y pizzicato
en pasajes de muy difícil ejecución (hay una parte donde tocan con el arco en la parte
superior del instrumento mientras ejecutan un pizzicato). A las melodías ya
mencionadas se le agregan ribetes de jazz y otros ritmos latinoamericanos como la
contradanza cubana y danzas antiguas europeas (sarabanda, bourrée) interpretadas por
la orquesta. La obra culmina con una extensa fuga a cargo de la orquesta, que se
evanesce paulatinamente para culminar con la melodía inicial a cargo del solista. Al
público le gustó y recibió numerosos aplausos. El dúo Solima/ Brunello alzó sus
instrumentos en señal de aprobación y ofrecieron un bis que hizo delirar al público
desde los primeros compases: una monumental transcripción para dos violoncellos de
Bohemian Rhaapsody de Freddy Mercury y Brian May, que sonó magistralmente. Una
jamás imaginó que la música de Queen se tocaría algún día en el Colón y el dúo de
cellistas italianos lo hizo posible. La ovación fue total y absoluta.
Llamó la atención que la celebérrima Scheherezade de Rimsky- Korsakov haya sido
la obra elegida para la apertura de este concierto, ya que, por lo general, se interpreta
como obra de fondo. La maravillosa suite sinfónica basada sobre los cuentos de Las Mil
y Una Noches es una obra que forma parte del repertorio de la Filarmónica y que
permite explotar al máximo la capacidad de los solistas de los principales grupos de
instrumentos, característica que una pudo apreciar desde el primer leitmotiv formado por
la escala de cuatro notas de la escala de tonos enteros descendente que representa al
sultán Shahriar hasta las notas a cargo de las maderas, previamente a la introducción del
leitmotiv de la protagonista representado por el violín -magistral interpretación de Pablo
Saraví, completamente compenetrado con la obra desde el Largo e maestoso del 1°
movimiento (El mar y el viaje de Simbad, Allegro non troppo) hasta el final, con un
excelente acompañamiento de Alina Traine en arpa-. La profesionalidad de los
integrantes de la orquesta hizo posible una versión correcta, con excelentes
intervenciones de los principales solistas de las correspondientes filas de instrumentos
en los movimientos restantes (La historia del Príncipe Kalendar/ Lento: andantino-
Allegro molto- con moto; El joven príncipe y la joven princesa: Andantino quasi
allegretto- Pochissimo piú animato; Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella
contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce: Allegro molto- vivo- Allegro
non troppo maestoso). Sin embargo, no puede decirse lo mismo del desempeño de
Valentina Peleggi en ciertas entradas y del manejo de los tempi en algunos pasajes
(entrada de trompeta a tiempo y el solo de trombón en el 2° movimiento, en tiempo más
lento de lo que una está habituada a escuchar). Observándola desde lo alto, dio la
impresión de que realizó gestos muy ampulosos y una marcación que no siempre
condecía con lo expresado en la partitura. Por lo tanto, la versión sonó como debía
merced al profesionalismo de la Filarmónica y es lo que esta cronista escuchó y vale la
pena recalcar. Sí tuvo muchísimo mejor desempeño en Los Pinos de Roma, donde se
respetaron los tempi y hubo un muy buen trabajo de cromatismo del poema sinfónico de
Respighi en sus cuatro movimientos (Los pinos de Villa Borghese/ Los pinos cerca de
una catacumba/ Los pinos del Gianicolo/ Los pinos de la Vía Appia). Con un orgánico
prácticamente completo, todos y cada uno de los músicos aportaron su granito de arena
para brindar una muy buena versión de esta obra maestra del máximo representante del
impresionismo italiano y se retiraron sumamente aplaudidos.
Independientemente que la extensión de las obras hizo que el concierto fuera muy
prolongado, el hecho de programar un poema sinfónico y una suite orquestal dentro del
mismo concierto llamó poderosamente la atención de quien escribe. Si fuera por el hilo
conductor de los comentarios del programa de mano (Compases de brújulas y danzas),
una de las obras no tendría que haberse incluido, ya que Los Pinos de Roma no tienen
nada que ver con las danzas. Lo mismo podría decirse de Antidotum Tarantulae XXI, ya
que tampoco tiene que ver con los viajes. Pero como formó parte de DIVINA ITALIA, el
repertorio italiano tiene obras de sobra como para integrar todo el programa a manera de
concierto temático, dentro del cual se incluía la obra de Solima. Y, con respecto de esta
última, el antídoto ha sido efectivo. Ahora bien: ¿para cuándo el antídoto contra los
celulares?… Es inconcebible que la gente no los apague o los silencie, aunque haya
indicación específica de hacerlo. Resulta sumamente molesto escuchar el sonido de una
alarma o de un ringtone mientras se está escuchando un concierto. A cada tarántula le
llegó su halcón, pero a los energúmenos que no silencian los celulares, no.
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