lunes, 6 de noviembre de 2023

 Exitoso retorno a un indispensable espacio…


                                                                        Por Jaime Torres Gómez

Definitivamente, la recuperación de los espectáculos en su conjunto (¿aún en

pandemia…?), es plena.

Sin, embargo, la gradualidad de apertura en algunos espacios ha discurrido más

lenta de lo esperado, como en el caso de la magnífica sala de la Fundación

Corpartes, donde recién, hace poco más de un año, retomó su oferta de

espectáculos.

En la actualidad, la parrilla programática de Corpartes, a diferencia de antaño, no

es comparable frente a la realidad económica que enfrenta, dándose hoy una

política muy conservadora en su oferta, no obstante manteniendo, en lo macro,

su histórico perfil.

Sin perjuicio de lo anterior, en lo logístico, urge disponer de facilidades para

estacionamientos, como lo fue por muchos años, en el entendido que buena parte

del público llega en auto, instándose poder implementar convenios con espacios

cercanos para incentivar (y fidelizar) una mayor audiencia.

En este contexto, tras cuatro de ausencia, recientemente la Sinfónica

Nacional de Chile -que inauguró

el Teatro Corpartes, presentándose luego muchas veces- regresó para un par de

programas, celebrándose este retorno ante las excepcionales condiciones

acústicas que caracteriza a esa sala, y asimismo una nueva instancia para

expandirse a otros públicos.

En lo programático -con visos “experimentales”-, se ofrecieron

grandes hits de música para el cine de John Williams, y luego una propuesta en

base a diversas suites. Ante una buena concurrencia, se dio cuenta de la

conveniencia de perseverar presentándose en Corpartes, ora ante los beneficios

artísticos para la misma orquesta (excelente acústica), ora una mayor cobertura

territorial de sus actividades.   

Se asistió al segundo programa, al presenciarse el anterior en el Teatro de la

Universidad de Chile, sede de la Sinfónica. A priori, hubo calibrado interés al

incluirse una obra de culto de la música nacional, como la Suite

Latinoamericana de Luis Advis, seguida de las Suites de los ballets El Lago de

los Cisnes y Cascanueces, de Tchaikovsky. No obstante al tratarse de una

presentación dirigida hacia una nueva audiencia, fue excesivo disponer

de dos suites tchaikovskianas (con una, suficiente…), pudiendo combinarse

con otras suites como las de El Pájaro de Fuego, La Cenicienta (Prokofiev),

o Raymonda (Glazunov), entre muchas, diversificando mejor el programa.


Magníficamente dirigido por Christian Lorca, ascendente director nacional, abrió

con una excelente versión de la “Suite Latinoamericana”. Con una perspectiva

continental, esta obra plasma ecos sonoros de distintas locaciones a través de

un discurso de genuina inspiración vernácula, con eclécticos recursos

compositivos y gran oficio de orquestación.

De completa asimilación, Lorca ausculta las bondades intrínsecas de la obra,

brindando total unidad e idiomatismo. Gran manejo de las transiciones, resaltando

la elocuencia (y profundidad) del tema conductor a partir del preludio. Excelentes

balances, transparencias y matices, más concentrada respuesta de los sinfónicos.

La segunda parte con las Suites del Lago de los Cisnes y Cascanueces,

nuevamente mostraron la solidez musical de Christian Lorca, ofreciendo versiones

sin tropiezos en todo sentido. Excelentes indicaciones de dinámica, carácter y

coherentes acentos, dando cuenta de un director que merece máxima atención en

su desarrollo profesional.

En suma, un exitoso retorno de la Sinfónica Nacional a un espacio indispensable

de la vida cultural de Santiago como es el Teatro Corpartes, y magníficamente

liderado por una batuta local en ascenso...

No hay comentarios:

Publicar un comentario