lunes, 6 de noviembre de 2023

 

Muy buen concierto y estreno de “TEREZIN” a cargo de la Académica del Colón

 

MÚSICA PARA NUNCA MÁS OLVIDAR

Martha CORA ELISEHT

 

            Este es el primer año donde la Orquesta Académica del Teatro Colón organizó un Ciclo de Abono de conciertos. La agrupación dependiente del Instituto Superior de Arte de dicho coliseo brinda la oportunidad de perfeccionarse y foguearse a músicos muy jóvenes y talentosos que, con el correr del tiempo, pasarán a formar parte de las orquestas más prestigiosas del país. Asimismo, el Instituto Superior de Arte del Colón (ISATC) le brinda oportunidad a numerosos compositores mediante obras compuestas por encargo para su correspondiente estreno. Dentro de este ámbito, el pasado sábado 4 del corriente tuvo lugar en la sala principal del Colón los estrenos de la cantata TEREZIN, de Nelly Gómez y de He aquí la noche, de Claudio Alsuyet en el marco de un concierto a cargo de la Orquesta Académica del ISATC bajo la dirección de Paolo Bocchimuzzi, donde participaron los siguientes intérpretes: Iván Rutkauskas (piano), Denise Pertusi (soprano) y el Coro de Niños del Colón, dirigido por César Bustamante.

            El programa estuvo integrado por el siguiente repertorio:

-          Kikimora (leyenda para orquesta), Op.63- Anatoli LYADOV (1855-1914)

-          He aquí la noche (estreno mundial)- Claudio ALSUYET (1957)

-          Concierto para piano y orquesta n°2 en Fa mayor, Op.102- Dmitri SHOSTAKOVICH (1906- 1975)

-          Cantata por Terezin para narradora, coro de niños y orquesta (estreno mundial) – Nelly Beatriz GÓMEZ

-          Sinfonía n°1 en Re mayor, Op.25 (“Clásica”)- Sergei PROKOFIEV (1891-1953)

Desde la tradicional afinación de instrumentos se pudo apreciar una orquesta muy bien afinada y afiatada, característica que prevaleció durante todo el repertorio comprendido dentro del concierto. Discípulo de Carlos Vieu, Paolo Bocchimuzzi no sólo es un director joven y talentoso sino que, además, se desempeña como coordinador de la Académica. Formó un verdadero binomio junto con los músicos desde los primeros compases de la mencionada obra de Lyadov. Con excepción de El Lago Encantado, la producción de este gran compositor ruso es poco conocida y frecuentada por estas latitudes. Por lo tanto, ha sido un gran mérito incluir el poema sinfónico Kikimora, compuesto en 1910 y que se basa sobre una leyenda de la mitología eslava. Las kikimoras son espíritus femeninos que habitan las casas escondiéndose tras las paredes y son protectoras cuando la casa está en orden; caso contrario, hace ruidos, rompe la vajilla y es muy difícil poderla sacar. Se presentan en las pesadillas como mujeres hermosas que torturan a los hombres con sus deseos (casualmente, en inglés, el término nightmare deriva de dicha raíz, al igual que cauchemar en francés). La obra se inicia en tono menor en los instrumentos graves hasta la introducción de una melodía típicamente rusa a cargo del corno inglés, que alterna con un segundo tema a cargo de las cuerdas en trémolo, flauta y clarinete bajo. La alternancia de estos dos temas da el clima de suspenso y misterio anteriormente descripto hasta desembocar en un Allegro giocoso que posee reminiscencias de El Aprendiz de Brujo, de Paul Dukas. La marcación y dirección de Bocchimuzzi fue muy buena, al igual que en la obra de Alsuyet, que fuera comisionada por el Instituto Superior de Arte del Colón. Es una melodía muy bien elaborada, con un glissando inicial a cargo de las cuerdas, maderas y arpa donde hay un muy buen solo de flauta y oboe, con contrapunto a cargo del fagot. La entrada de la noche se anuncia mediante un trémolo en cuerdas con acompañamiento de trombones, que marcan ese clima noctámbulo tan particular. Según palabras de su autor: “La poética de la noche, tan representativa en la vida”. Posee una muy buena línea melódica, tonal, con efectos de claroscuro, muy bien ensamblada. Fue muy bien recibida por parte del público y el autor salió a saludar al escenario, siendo sumamente aplaudido.

Seguidamente, Iván Rutkauskas hizo su presentación sobre el escenario para brindar una excepcional versión del concierto n°2 para piano y orquesta en Fa mayor de Shostakovich. Compuesto en 1957, fue dedicado a su hijo Maxim con motivo de su graduación en el Conservatorio de Moscú. Su estreno se produjo a fines de ese mismo año con la presencia del compositor al piano y consta de 3 movimientos: Allegro/ Andante/ Allegro y los dos últimos se ejecutan sin interrupción (attaca). Pese a su breve duración (20 minutos), posee pasajes de gran dificultad técnica, que fueron abordados de manera magistral, con un perfecto dominio de cadencias, arpegios y arabescos. Los numerosos contrapuntos a cargo de las maderas (fagot, clarinete y oboe en el Allegro inicial) estuvieron perfectamente ejecutados, con un gran desempeño por parte de la orquesta. Unido esto a la precisa marcación de Bocchimuzzi, la versión fue de excelencia y se vio traducida en un sinfín de aplausos y vítores al final de su interpretación.

A continuación, el Coro de Niños hizo su presentación en el escenario junto a la soprano Denise Pertusi (narradora) para interpretar la segunda obra en calidad de estreno mundial: la Cantata por Terezin, compuesta por Nelly Gómez por encargo del ISATC y basada en poemas encontrados en dicho campo de concentración, ubicado a 60 kilómetros de Praga y donde miles de judíos provenientes de varios países europeos fueron deportados a partir de 1941. Ubicado en una antigua ciudad amurallada fundada sobre la confluencia de los ríos Elba y Ohre por la emperatriz María Teresa de Austria (de ahí deriva su nombre en alemán, Theresienstadt), fue una fachada donde los nazis trataron de mostrar a la Cruz Roja que los reclusos en dicho ghetto estaban bien atendidos. Para ello, llevaron a artistas de diferentes rubros (pintores, escultores, escritores) para que los niños y adolescentes hicieran dibujos y escribieran poemas. Desgraciadamente, sólo quedaron 17.200 de los 150.000 habitantes que dicho campo de concentración poseía hacia 1942 antes de partir hacia los campos de exterminio. En base a los poemas escritos por los niños de Terezin, la compositora ideó una cantata para narradora, coro de niños y un ensamble orquestal de 19 instrumentos, donde cada uno de los números que la integran abre con un solo de shofar. Las cuerdas en trémolo y el murmullo del coro infantil crean la sensación de miedo, incertidumbre y desolación ante la evacuación del ghetto mediante un lamento muy bien elaborado por la orquesta. El efecto de cuerdas divididas y disonancias- reforzado por la percusión- muestra la incertidumbre ante lo que vendrá (Mi corazón sigue latiendo, en palabras de la narradora, que repite el coro a 4 voces). El coro estuvo muy bien preparado y ensamblado, mientras la melodía in crescendo – donde posteriormente, la soprano se une al canto- finaliza abruptamente con un redoble de timbal, que representa la resolución y el destino final de aquellas almas inocentes. Un merecido homenaje y un cálido aplauso por parte del público a los intérpretes y la compositora, quien también estuvo presente sobre el escenario.

Por último, la Académica brindó una versión fresca y chispeante de la Sinfonía n°1 (“Clásica”) de Prokofiev, compuesta en 1917 y escrita según los cánones tradicionales en 4 movimientos (Allegro, en Re mayor (2/2) / Larghetto, en La mayor (3/4) / Gavotta. Non troppo allegro, en Re mayor (4/4) y Finale: Molto vivace, en Re mayor (2/2)). Sus texturas son económicas y su carácter, desenfadado y algo humorístico. Si bien posee disonancias propias del estilo del compositor, su base es tonal y representa el primer esfuerzo de Prokofiev respecto de este género, al cual retornaría en numerosas oportunidades durante el resto de su carrera.

Esta cronista se vio sorprendida por la diversidad de las obras comprendidas en el programa y por la calidad en sus interpretaciones. Es un orgullo para la Académica haber contado con dos estrenos mundiales, de los cuales, Terezin refleja los horrores de un pasado atroz, que amenaza con volver de la mano de los aprendices de Hitler. Hoy, más que nunca, se necesita de este tipo de obras para refrescar la memoria y no olvidar jamás las atrocidades del pasado cometidas por el odio y la intolerancia ante el hecho de pensar diferente o poseer otro credo. Desgraciadamente, la humanidad sigue cometiendo los mismos errores.      

No hay comentarios:

Publicar un comentario