lunes, 30 de octubre de 2023

 Excelente concierto de la Sinfónica Nacional junto a Alejandro Jassan en el CCK


TRES JOYAS QUE BRILLAN CUANDO SE LAS TOCA

Martha CORA ELISEHT


Luego de la pandemia, en estos últimos dos años parece haber un resurgimiento

de obras de música clásica que se han rescatado después de mucho tiempo. En 2022

hubo una notable recuperación de partituras de compositores nacionales -

principalmente, obras de Alberto Williams, con motivo de cumplirse el 50° aniversario

de su fallecimiento- y, durante el transcurso del corriente año, tanto de compositores

nacionales como extranjeros. Tal es el caso del repertorio que la Orquesta Sinfónica

Nacional ofreció en su último concierto el pasado viernes 27 del corriente en la Sala

Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK), con dirección musical de Alejandro

Jassan y la participación de Pablo Sangiorgio como solista invitado.

El programa estuvo formado por las siguientes obras:

- Scherzo sinfónico- Virtú MARAGNO (1928-2004)

- Fantasía escocesa en Mi bemol mayor para violín y orquesta, Op.46- Max

BRUCH (1838-1920)

- Sinfonía n°2 en Si menor, Op.5- Alexander BORODIN (1833-1887)

Alejandro Jassan es uno de los mejores directores de orquesta argentinos y demostró

su amplia experiencia y conocimiento del repertorio vernáculo desde los primeros

compases del Scherzo sinfónico de Virtú Maragno. Compuesta en la década del ’50, es

una obra de la primera etapa de este gran músico santafesino, que supo conjugar el

folklore local con la vanguardia italiana y fue profesor a cargo de la Cátedra de

Contrapunto en el Conservatorio de La Plata. Tal como lo indica su título, es un scherzo

en ritmo de malambo de breve duración, que posee numerosos contrapuntos y

cromatismo orquestal desde su inicio a cargo de la percusión y los bronces hasta la

entrada de las cuerdas. Posee también ribetes que remedan la obra de Carl Nielsen (en

cuerdas) y Ginastera (en metales) y permite el lucimiento de todas las secciones de

instrumentos. La perfecta marcación y dominio de tempi por parte del director y la labor

de los músicos permitieron una versión brillante de principio a fin en todos los aspectos.

La Fantasía Escocesa en Mi bemol mayor, Op.46 fue compuesta por Max Bruch en

1880 luego de un viaje a Escocia. En aquel entonces, el músico alemán se desempeñaba

como director de la Liverpool Philharmonic Society y decidió componer una fantasía

para violín y orquesta en 4 movimientos basada en temas folklóricos escoceses (Grave.

Adagio cantábile (Trough the Word Laddie)/ Allegro scherzando (The Dusty Miller)/

Andante sostenuto (My heart is in the Highlands- I´m a Doun of lack O´Johnie)/ Allegro

Guerriero (Hey Tuttie Tatie- Scots Wha Hae). Fue dedicada al gran virtuoso del violín

Pablo de Sarásate, pero también intervino otro gran violinista en su composición:

Joseph Joachim, quien la estrenó en Liverpool en 1881. Bruch quedó muy disconforme

con su interpretación y decidió volver a representarla junto a Pablo de Sarásate en 1883,

al frente de la Orquesta de la Liverpool Philharmonic Society. Ahí se convirtió en un


éxito rotundo, pese a que se ejecuta en muy raras ocasiones (la primera vez, en el caso

particular de esta cronista). Para su interpretación, se colocó al arpa entre los primeros y

segundos violines para que actuara de manera concertante con el violín. Pablo

Sangiorgio fue un solista excepcional: abordó desde el trémolo en el grave inicial con

un sonido prístino y un fraseo impecable, que se continuó con una excelente línea

melódica en el cantábile – que no sólo permite el lucimiento del solista, sino también de

todos los grupos de instrumentos- y continuó con la apertura de la melodía en el

vibrante Allegro scherzando en ritmo de giga escocesa, donde el solista enfrenta pasajes

de notable dificultad, cuyo fraseo debe sonar a la perfección. Sangiorgio lo logró

merced a su prodigiosa digitación, con una notable ejecución del pasaje de escalas

ascendente y descendente, al igual que el fraseo en cascada. Luego de un pasaje

bellísimo a cargo de las violas, se pasa directamente en modo attaca al Andante

sostenuto, donde el violín ejecuta una serie de variaciones sobre los dos temas escoceses

mencionados en la descripción de los movimientos (My heart is in the Highlands y I´m

a Doun for Lack O´Johnie), mientras la orquesta ejecuta la melodía. Aquí, el violinista

se destacó en los trinos mientras el oboe introduce la melodía final, seguido por el

solista y la orquesta. El impactante Allegro guerriero final es un Allegro molto maestoso

in tempo di marcia basado en dos canciones patrióticas escocesas (Hey Tuttie Tatie y

Scots Wha Hae -esta última, con letra de Robert Burns-), que fueron interpretadas con la

majestuosidad que requiere dicho movimiento. El solista hizo gala de su digitación y

precisión en las variaciones sobre los temas anteriormente mencionados, logrando un

muy buen dúo con el arpa en el concertante. Tras el fraseo en la fuga final, el Auditorio

Nacional se puso de pie para ovacionar a los intérpretes, motivo que obligó a Pablo

Sangiorgio a ejecutar un bis: Capricho para Buenos Aires II, de Bernardo Stalman, una

exquisita obra para violín solista en ritmo de tango -género que domina a la perfección,

ya que se desempeñó como concertino de la Orquesta de Tango de Buenos Aires-. Otra

ovación y numerosos vítores para este gran talento nacional.

Por último, la Sinfónica Nacional brindó una versión perfecta de cabo a rabo de la

mencionada Sinfonía n°2 en Si menor, op.5 de Borodin, que fue compuesta entre 1869 y

1876, orquestada por Borodin y revisada a posteriori para su publicación tras la muerte

del integrante del Grupo de los Cinco por Rimsky- Korsakov y Alexander Glazunov en

1877. Se la conoce también como Sinfonía Heroica, ya que remeda una reunión de

héroes de guerra en su primer movimiento (Allegro moderato). La marcación y el

dominio de los tempi por parte de Jassan fueron perfectos desde el inicio y continuaron

en el resto de los 4 movimientos que integran la obra (Scherzo- molto vivo/ Andante/

Finale: Allegro). El bellísimo scherzo- molto vivo posee reminiscencias de las Danzas

Polovtsianas de El Príncipe Igor, que permite un gran lucimiento de las cuerdas y las

maderas. Todos los solistas de la Sinfónica se lucieron y, muy especialmente, el corno

en la apertura del 3° movimiento (Andante). Y la interpretación y dirección del Allegro

in tempo di drushba final fue magistral desde todo punto de vista. Un concierto de

calidad excepcional de la mano de una gran batuta.

Lo bueno de la programación de las orquestas sinfónicas durante el transcurso del

corriente año es que han incluido obras que se representan en muy escasas

oportunidades y, por ende, son absolutamente desconocidas -en el caso particular de

quien escribe, las dos únicas veces que escuchó la sinfonía de Borodin fue,


precisamente, por la misma orquesta-. Tres auténticas joyas que brillan con luz propia

cada vez que se las ejecuta.

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