viernes, 13 de octubre de 2023

Vibrante concierto de la Orquesta Nacional de Música Argentina en el CCK

 

MÚSICA PARA PENSAR Y REFLEXIONAR

Martha CORA ELISEHT

 

            Tras haber ganado el Premio otorgado por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina correspondiente a 2022 en materia de difusión, rescate y estreno de obras de compositores nacionales, la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” sigue acumulando méritos y se consolida como uno de los principales organismos sinfónicos del país. Esta vez, tuvo a su cargo el estreno mundial de la cantata “LA TIERRA Y EL HOMBRE” de Víctor Simón Oche, hecho que tuvo lugar en un concierto organizado el pasado miércoles 11 del corriente en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK), con la participación del Coro Nacional de Música Argentina y los cantantes María Paula Alberdi (soprano) y Martín Diez (tenor). La dirección musical estuvo a cargo de Gustavo Fontana y la coral, de Guillermo Tesone.

            La mencionada cantata sinfónico coral está compuesta de 14 números:

1)      Obertura: suelo y cielo

2)      El Hombre solo

3)      La Tierra sola

4)      En el monte infinito

5)      Llegó y no estaba

6)      La quemazón

7)      ¿Dónde está el oro?

8)      Lo que lleva el viento

9)      El Tiempo

10  Roca herida

11   La fiebre que sube

12  Semilla en la caja

13   El camino

14   Final

Nacido en Santiago del Estero, Víctor Simón es un afamado compositor, folklorista y arreglador musical. Alumno de Humberto Carfi e hijo de uno de los integrantes del conjunto folklórico “los Hermanos Simón”, residió durante muchos años en Canadá, donde fundó el Ensemble “Montreal Tango” y compuso numerosas obras no sólo dentro de este género, sino también, un concierto para piano y orquesta. De regreso al país en 2014, trabaja en el Departamento de Folklore de la Universidad Nacional de las Artes como director y arreglador de orquesta folklórica, cosa que se apreció desde los primeros compases de esta hermosa obra, cuya orquestación se basa -precisamente- en ritmos del folklore argentino y latinoamericano. Está escrita para una formación de orquesta de cámara clásica (2 cornos, 2 trompetas, maderas por 2, cuerdas, timbal, piano, guitarra, 3 bandoneones, bombo, batería y otros instrumentos de percusión como las claves y el güiro), coro a cuatro voces, tenor y soprano solista. La obertura se inicia con un allegro in tempo di malambo a cargo de la orquesta hasta la entrada del coro en tiempo de zamba, cuya letra evoca el cuidado del medio ambiente y qué podría llegar a pasar si se contaminan el suelo y el aire. El Hombre solo es un andante a cargo del tenor, con un tema de carácter romántico, donde narra su historia y cómo transformó a la Tierra, acompañado por un solo de bandoneón. Mediante un ostinato in crescendo se logra un clima muy especial, donde se lo culpa de los males que le ha causado al planeta. La Tierra sola está a cargo de la soprano luego de la introducción de un trémolo en cuerdas y un solo de piano en ritmo de zamba, donde narra junto al coro el daño que el hombre le ha causado. María Paula Alberdi posee muy buena voz: caudalosa, con buenos matices y, si bien la música sólo permite un registro central, hubo pasajes donde demostró muy buenos agudos, al igual que Martín Diez. Lo único malo es que cantaron con amplificación por micrófono, ya que hubiera sido mejor poder apreciar sus voces sin este recurso. En el curto número (En el monte infinito:¡ay, semillita!), los barítonos y bajos entran sostenidos solamente por la percusión en ritmo de baguala hasta la entrada de maderas y cuerdas, acompañando a las sopranos y mezzosopranos, respectivamente. Hubo una muy buena coordinación entre la soprano y el coro en “¡Ay, semillita!”, al igual que el tenor, formando un canon entre los cantantes y el coro a 4 voces. En Llegó y no estaba, el coro canta a cappella y todas las voces participan de un recitado donde narra la escasez del agua y sus consecuencias: los animales y las plantas mueren por la sequía. La quemazón – a cargo de la soprano solista- está escrita en ritmo de guarania, con una muy buena labor de las cuerdas, piano, maderas y bandoneones. Posteriormente, el tenor canta la segunda estrofa, donde cuenta la desolación causada por los incendios -haciendo alusión, principalmente, a los intencionales-, donde hubo un muy buen solo de corno solista en contrapunto con el piano y el bandoneón.

En el número siguiente (¿Dónde está el oro?), la cantata llegó a su expresión plena hasta ese momento. Escrita en ritmo de carnavalito, se inicia con la participación del coro a cappella, acompañado en contrapunto con el güiro y los platillos. Mientras el tenor (Hombre) hace referencia preguntando si el oro se encuentra en los bienes materiales, la soprano (Tierra) le responde que se encuentra en los recursos naturales. Fue sumamente aplaudida al final por el mensaje que deja a la humanidad. La orquesta se luce en el siguiente número (Lo que lleva el viento), donde la viola, el violín y el violoncello solistas se lucen en bellísimos solos en canon compuesto por estos tres instrumentos. Es un adagio de bellísima línea melódica, donde se lucen tanto los solistas de cuerdas como el piano. Todos los principales solistas de los diferentes grupos de instrumentos pudieron lucirse en todos los números de esta cantata. A continuación, El Tiempo se inicia con un solo de piano en ritmo de zamba, apoyado por el bombo hasta la entrada del coro, que alude al alivio causado por la lluvia, donde las plantas vuelven a reverdecer. Aquí también se establece la contraposición Hombre (bienes materiales) / Tierra (mujer, recursos naturales) a cargo del tenor y la soprano, donde se ejecutó un magnífico solo de viola a cargo de Elizabeth Ridolfi. El siguiente número (Roca herida) es una chacarera trunca donde el coro muestra el daño que sufre la roca cuando se la destruye con dinamita y cómo se contaminan los torrentes. Posteriormente, se unen el tenor y la soprano en el estribillo. La Fiebre que sube es una baguala que se inicia con golpes de timbal y bombo en contrapunto con los violoncellos y contrabajos antes de la entrada del fagot, el resto de las maderas y el coro. Tras un arabesco orquestal (Andante ondulante) con varias disonancias, entran el tenor y la soprano para narrar la devastación causada por el cambio climático y el aumento de la temperatura del planeta.  

En el antepenúltimo número (Semilla en la caja) fue donde se produjo el segundo clímax de la cantata y llegó a su máxima expresión. Abre con un solo de batería apoyado por las trompetas, cornos y cuerdas en ritmo de samba brasileño, sumamente alegre, donde el coro alude a la protección que ofrecen los árboles (el árbol amigo/ que te cobijó). El tenor y la soprano también se unen en el estribillo y culmina con un final brillante a cargo de toda la orquesta, con lucimiento de los solistas instrumentales. Fue el número más aplaudido y el que más gustó, ya que la versión fue vibrante. El penúltimo (El camino) es un allegro vivace que se inicia con un trémolo en cuerdas hasta la entrada del tenor y la soprano, quienes marcan el camino que se debe seguir: la protección del medio ambiente y los recursos naturales en una monumental fuga al estilo de Piazzolla, en ritmo de milonga. La Tierra le dice al Hombre que debe seguir el sentido de la vida, siguiendo el camino juntos, tomados de la mano, mientras el coro cierra al final del número. El movimiento final cierra con la misma melodía inicial, donde el coro alaba a la Tierra como nuestro hogar, a la que se debe cuidar y respetar.

La magnífica marcación y dirección de Gustavo Fontana al frente de la orquesta y la excelente preparación del coro a cargo de Guillermo Tesone lograron que el público estallara en un ferviente aplauso, numerosos vítores y sucedió algo que se observa muy pocas veces: el Auditorio Nacional se puso de pie de manera unánime. Tanto gustó, que hubo que bisar el antepenúltimo movimiento, que también se ejecutó de manera brillante.

            A juicio personal de quien escribe, ha sido no sólo uno de los mejores conciertos de la Orquesta Nacional de Música Argentina escuchados en este ciclo, sino también, uno de los mejores estrenos en materia de música nacional en lo que va de la presente temporada. Una obra magnífica, para pensar y reflexionar sobre un tema prioritario y de suma actualidad.          

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