sábado, 14 de octubre de 2023

 





REAFRIMANDO CONVICCIONES SIN GOLPES BAJOS

 

Centro Cultural Kirchner, temporada 2023. “Stabat Mater (Escenas del dolor reciente)”, espectáculo creado y preparado por Pablo González Aguilar basado en el “Stabat Mater” de Giovanni Batista Pergolesi. Intérpretes: Marisú Pavón (Soprano), Lidice Robinson (Mezzosoprano), Coro Femenino, Orquesta de Cuerdas y Organo: Preparador y Director Musical: Miguel Angel Pesce. Organo: Mariano Irschick. Equipo de Realización Conjunta de Vestuario: Teatro Auditorium y Escuela de Artes Visuales Martín Malharro (Ciudad de Mar del Plata). Caracterización: Daniela Pérez. Videos: Michel  Steimberg, Danilo Zantleifer y Mariano García. Ilustraciones y Gráfica: Danlo Zantleifer. Puesta en escena e Iluminación: Pablo González Aguilar. Sala Argentina, 13 de Octubre de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  En estos días en que estamos imbuidos en un nuevo proceso electoral y a cuarenta años de la plena recuperación democrática, Pablo González Aguilar, creador de “Lírica Libre” de la Ciudad de Mar del Plata, rinde homenaje a quienes han luchado durante los “Años de Plomo” por la inclaudicable defensa de los derechos humanos y la búsqueda de la verdad por todas las consecuencias acarreadas durante el accionar de la dictadura cívico-militar que  gobernó de facto la Argentina entre 1976 y 1983.

 

  La base fundamental del relato está dada en los intercambios y conversaciones que el Director escénico mantuvo a lo largo de los años con Ledda Barreiro, referente en Mar del Plata de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, además de una permanente mención a la otra entidad, las Abuelas de Plaza de Mayo, aquellas que aún ya muy mayores continúan en su gran mayoría pugnando por saber datos del paradero de sus nietos nacidos en cautiverio,  entregados a familias sustitutas y en el peor de los casos a familias de los mismos represores quienes se encargaron de destruir toda huella posible que permitiría establecer el paradero de los hoy señores de casi cincuenta años.

 

  Impresiona el impacto que provoca ver un crucifijo cuyos maderos parecieran estar conformados por pedazos de hormigón  recubiertos de alambrada de púa. ¿Cómo no recordar esas alambradas cercando las bases militares, mientras amenazantes carteles en las veredas del perímetro advertían que en caso de detención los centinelas abrirían fuego?. Junto al apoya pies, un pañal. Pañal que tomará forma de pañuelo en la cabeza de cada madre y que fue la última prenda que cubrió a Jesús en su crucifixión. Todo un símbolo.

 

  El paralelismo: la estoica María quién junto a algunas amigas ve morir injustamente a su hijo. Las madres en ronda, queriendo saber dónde estaban sus hijos.

 

La simbología: Ledda Barreiro contemplando el oleaje del Mar. La recordación de la infancia de su hijo junto a los otros niños jugando. Las abuelas buscando. Los gritos de felicidad: el Mundial 78. Los gritos desgarradores: A pocas cuadras la E.S.M.A. y la tristemente célebre capucha de torturas de las que los realizadores visuales consiguieron hasta las fotos de su construcción. Los rostros duros: Videla, Massera, Martínez de Hoz. La otra realidad: las filas en la Av. De Mayo para denunciar ante el tribunal de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y justamente los “slogans”: “Los Argentinos somos Derechos y Humanos”. La caída de las vendas: Malvinas: el velo se descubre y comienza a saberse como se resolvió la lucha armada. Las marchas previas al 30 de Octubre de 1983. Las rondas con aparición de Hebe de Bonafini y el Premio Nobel a Adolfo Pérez Esquivel (Quién al finalizar este espectáculo sería homenajeado en el Auditorio Nacional cuatro niveles más arriba).  La dicotomía: Juicio a las Juntas/Indulto (breve aparición de una foto del Presidente Menem).El final: se reabren las causas por robo de bebés. Algunos represores ya están muertos pero sin embargo, Videla y Etchecolatz van a prisión en donde mueren. Los encuentros de los nietos recuperados con sus verdaderas familias y el símbolo de Estela de Carlotto junto a su nieto Ignacio Guido. Y la imagen final, la de Ledda Barreiro ya en otra dimensión viendo emerger del mar a su hijo (Por que no pensar que en aquellos tristes vuelos el pudo terminar así), quién va a abrazarla, ese gesto tan necesario que se multiplica en muchos otros abrazos más.

 

  Y junto a esta línea argumental,  la música, en la que cada episodio del “Stabat Mater” se ve completado por una cita de los evangelistas del nuevo testamento de la Iglesia, quienes repiten palabas o frases de Jesús. Cada uno de esos números está actuado reflejando cada palabra de los textos. Hay dos solistas y un arreglo para Coro Femenino el que se convierte de esta manera en el grupo de Madres que peticionan por el paradero de sus hijos. Las solistas se convierten en dos madres que se encuentran a buscar a sus hijos, adoptan el Pañal/Pañuelo se unen a las demás, rondan, reflejan su dolor y tienen la esperanza de que en algún momento llegará ese abrazo del final en esa otra dimensión.

 

  Hay un trabajo muy fuerte de realización visual y recopilación fotográfica, con lugares como el Faro Punta Mogotes, antigua sede de la infantería de Marina (Lugar de formación entre otros del tristemente célebre Alfredo Astiz, hábil para infiltrarse y pésimo en la guerra en la que se rindió sin siquiera disparar una vez). Los montajes son impecables, la realización del vestuario (hecha por el teatro Auditorium de Mar del Plata con la colaboración de la escuela de artes visuales “Martín Malharro, también de la misma ciudad)  es de impecable factura y una muy correcta iluminación del Director Escénico, siguiendo a cada protagonista con total justeza.

 

  En lo musical, el arreglo de Miguel Angel Pesce es convincente y la concertación conmovedora. El balance entre coro y grupo instrumental fue impecable  tanto como el ida y vuelta permanente con las solistas, las que ratificaron una vez más sus cualidades vocales y actorales. Quiero resaltar muy especialmente la voz de Lidice Robinson la que ha experimentado  una magnífica evolución en la zona grave, llegando a una profundidad insospechada.

 

  El resultado nos deja un espectáculo en el que el espectador no sale indiferente, deja espacio a la reflexión, sin golpes bajos y por supuesto, ratificando que nunca más vuelva a ocurrir.

 

Donato Decina

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