jueves, 19 de octubre de 2023

 


          Créditos: Servicio de Prensa Teatro Colón, Fotografía del Sr. Máximo Parpagnoli



Gran actuación de Osiel Gouneo junto al Ballet Estable del Colón


CON TODO EL FERVOR Y EL ESPÍRITU SHAKESPERIANO

Martha CORA ELISEHT


La obra de William Shakespeare (1564-1616) es gloriosa y monumental desde

todo punto de vista. Nadie lo ha superado desde el punto de vista de la variedad y

profundidad de sus obras, el recurso lingüístico y la representación de sus personajes.

Por ello es el mayor escritor de la literatura inglesa y uno de los más grandes a nivel

universal.

Asimismo, su extensísima obra ha sido fuente de inspiración para numerosos

compositores de ópera y música clásica: entre otros, Georg Friedrich Haendel (JULIO

CÉSAR), Giuseppe Verdi (MACBETH, OTELLO, FALSTAFF), Ambroise Thomas

(HAMLET), Charles Gounod, Piotr I. Tchaikovsky, Héctor Berlioz (ROMEO Y

JULIETA), Otto Nikolai (LAS ALEGRES COMADRES DE WINDSOR) y, más

recientemente, Thomas Ades (LA TEMPESTAD). Y dentro del ballet, a Sergei Prokofiev

(ROMEO Y JULIETA), Félix Mendelssohn- Bartholdy (EL SUEÑO DE UNA NOCHE

DE VERANO) y LA FIERECILLA DOMADA, estrenada en 1969 por el Ballet de

Stuttgart con coreografía de John Cranko y música orquestada por Kurt- Heinz Stolze

sobre melodías de Domenico Scarlatti (1685-1757). Precisamente y, luego de más de 18

años de ausencia de los escenarios porteños, el Ballet Estable del Teatro Colón decidió

incorporar este título a su temporada, cuyas representaciones tienen lugar entre el 15 y

el 21 del corriente sobre el escenario del mayor coliseo porteño bajo la dirección de

Mario Galizzi, con participación de Pablo Aharonian como coreógrafo repositor y una

supervisora coreográfica de lujo: Marcia Haydée, quien lo estrenó en Buenos Aires en

1982 junto a Richard Cragun en los roles protagónicos con la participación del Ballet

de Stuttgart sobre el escenario del Colón.

Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función el pasado martes 17 del

corriente, con el siguiente reparto: Camila Bocca (Catalina), Osiel Gouneo

(Petrucchio), Ayelén Sánchez (Blanca), Federico Fernández (Lucencio), Emanuel

Abruzzo (Hortensio), Vinicius Vasconcelos (Gremio), Lucas Garcilazo de la Vega

(Bautista), Adrián López (Sacerdote), Omar Urraspuru (Tabernero), Cecilia Lucero y

Luciana Barriero (Dos taberneras); David Gómez, Emiliano Falcone, Martín Vedia y

Nicolás Scianca (sirvientes de Petrucchio); Paula Cassano, Eliana Figueroa, Julieta

Urmenyi, Gerardo Wyss, Alan Ferreyra y Pablo Noriega (pas de six). La presente

reposición es una producción del Teatro Municipal de Santiago de Chile y contó con

escenografía y diseño de luces de Steen Bjarke (basada en el diseño de Elizabeth

Dalton), vestuario de Elizabeth Dalton, supervisado por Diana Eckmann e iluminación

de Rubén Conde. La dirección musical estuvo a cargo de Javier Logioia Orbe al frente

de la Orquesta Estable.

Una de las particularidades que posee esta joya del ballet es que, además de ser

eximios bailarines, los protagonistas también deben ser muy buenos actores para poder


interpretar a la intempestiva y colérica Catalina, quien -por momentos- debe alternar

pasos y figuras de la danza clásica (sostenuto, developée) con elementos de danza

contemporánea (giro, contracción, relajación) y recursos de pugilato para poder pelear

con Petrucchio. Por su parte, el bailarín debe desarrollar saltos y piruetas de extrema

dificultad para dar vida al tosco pretendiente -un campesino que ha cobrado una jugosa

herencia y le ofrece una muy buena dote a Bautista -padre de Catalina y Blanca- para

reclamar la mano de su hija. La menor de las dos hermanas es la antítesis de la mayor:

dulce, refinada y llena de pretendientes, está enamorada de Lucencio, pero no puede

casarse hasta que su indomable hermana no se despose. Todo esto genera una deliciosa

comedia de enredos al estilo de Shakespeare, donde los vecinos se quejan de los

escándalos provocados por la protagonista. Y, como dice el refrán, a todo chancho le

llega su San Martín: Petrucchio la hace pasar hambre, frío y penurias hasta que la

orgullosa Catalina depone su actitud y no sólo se transforma en una esposa ejemplar,

sino que les enseña a su hermana y a las demás mujeres cómo se debe tratar a un

marido.

La orquestación de Kurt- Heinz Stolze sobre la música barroca de Scarlatti

estuvo magistralmente interpretada por Logioia Orbe al frente de la Estable y es

fundamental para la coreografía de Cranko, donde se pudo apreciar el extraordinario

trabajo de Marcia Haydée en la preparación de los roles protagónicos:

fundamentalmente, el de Catalina, con una gran actuación de Camila Bocca. Su

desempeño no sólo fue brillante como bailarina, sino también, como comediante.

Derrochó gracia, soltura y simpatía sobre el escenario y reafirmó lo que esta cronista

manifestó hace exactamente 5 años atrás: ser la sucesora natural de Karina Olmedo

como prima ballerina del Colón. Ha tenido un enorme crecimiento profesional, motivo

por el cual fue elegida para este rol. Por otra parte, su partenaire no pudo haber sido

mejor: dueño de una técnica y disciplina sorprendentes adquiridas durante su formación

en el Ballet Nacional de Cuba, Osiel Gouneo es un bailarín excepcional. Sus

pirhouettes, saltos, entrechats y la monumental solage del 3° Acto fueron de una

perfección absoluta. Independientemente de los recursos acrobáticos -que fueron

festejados por el publico en todas y cada una de sus intervenciones-, resultó un

magnífico intérprete de Petrucchio.

La segunda pareja protagónica estuvo a cargo de Ayelén Sánchez y Federico

Fernández como Blanca y Lucencio, quienes también tuvieron una muy buena

actuación, al igual que Emanuel Abruzzo y Vinicius Vasconcelos como Hortensio y

Gremio respectivamente. Este último se destacó mediante sus dotes histriónicas para dar

vida a este último personaje. La interpretación de las taberneras a cargo de Luciana

Barriero y Cecilia Lucero fue muy correcta, al igual que el cuerpo de baile en las

escenas de conjunto. Si bien no hay tanta coordinación como en otros ballets, el Ballet

Estable se destacó en la primera y segunda bodas y especialmente, en el soberbio pas

de six del 2° acto, con una gran actuación. El numeroso público que se dio cita esa

noche en el Colón estalló en aplausos y vítores al final.

Desde que Mario Galizzi asumió la dirección del Ballet Estable se han sucedido

una serie de éxitos rotundos con estrenos locales, reposición de clásicos y títulos que

hacía muchos años que no se representaban, como en este caso. Una lección de buen


ballet con intérpretes de gran jerarquía para dar vida a este clásico shakesperiano, con

todo el fervor y el espíritu del genio de Stratford- on Avon.

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