viernes, 24 de febrero de 2023

 

EN EL FINAL, EL PUBLICO ELIGIO

 

Teatro Colón, temporada 2023: Concierto realizado junto a la Dirección de Música del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en adhesión al 70º aniversario de la inauguración del primer Anfiteatro del Parque del Centenario, hoy “Anfiteatro Eva Perón”. Presentación de la Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Silvio Viegas. Programa: Obras de Verdi, Tchaickovsky, Gomes y Liszt. 23 de Febrero de 2023.

 

NUESTRA OPINION: BUENO.

 

   La suspensión de éste concierto por razones meteorológicas en su fecha original del pasado Viernes 17, obró, sin dudas, como disparador para el imponente lleno que presentó el Anfiteatro “Eva Perón” en esta nueva fecha con una fila de público que tomó la forma de un perfecto abrazo al perímetro de este espacio y que tras el ingreso cubrió todos los sectores disponibles, incluida la grada superior que pocas veces se habilita y hasta las escalinatas en donde el público de muy buena gana aceptó sentarse. Esta es la prueba cabal de la avidez de este tipo de manifestaciones en época estival, lo que debe llamar a la reflexión, hablando del 40º aniversario del retorno de la democracia del que tanto hincapié se hace con motivo del próximo espectáculo que el Colón ofrecerá en unos días más en el Predio Ferial de Palermo, en el sentido de que debe pensarse seriamente en retornar  a los espectáculos que el Colón ofrecía por aquellos años de conciertos que efectuaban durante Febrero tanto la Orquesta Estable como la Filarmónica de Buenos Aires, primero en la sala del Teatro con entradas pagas a precios accesibles, los que luego se repetían en Parque Lezama o en la Glorieta de Barrancas de Belgrano, por supuesto con entrada gratuita. Y hablando de historia, el primitivo anfiteatro del que se cumplen 70 años de su inauguración, albergó producciones “Coloneras” tanto de ballet como ópera, conciertos y recitales como el que ofreciera el tenor Tito Schipa en su última visita a la Argentina. Un incendio del que mucho se habló, acaecido a comienzos de la década del 60 del pasado siglo, privó al público por casi veinticinco años de este ámbito formidable. Alrededor de 1985, durante la gestión del entonces Intendente Municipal Facundo Suarez Lastra con la dupla Mario “Pacho” O`Donnell/Félix Luna al frente de la Cultura de la Ciudad le devolvió el escenario, emplazado cerca de la actual y definitiva ubicación, a la que se arribó alrededor de mediados de la década del 2000, pensado en principio para el Colón, pero luego traspasado a la órbita de la Dirección General de Música para albergar a toda clase de manifestaciones culturales. Desde ese entonces, el Colón presentó producciones tanto operísticas (“El Barbero de Sevilla” por ejemplo)de Zarzuela (Una inolvidable “Verbena de la Paloma” en dupla con “La Revoltosa” con Director y voces provenientes del Teatro “La Zarzuela” de Madrid), como de Ballet (Con Julio Bocca y Raquel Rossetti entre otros), La Camerata Bariloche o la Filarmónica de Buenos Aires en noches inolvidables y más aquí en el tiempo los conciertos que prepararon el regreso a la sala luego de las refacciones del “Master Plan”. Como puede apreciarse el nombre del Anfiteatro “Eva Perón” va indisolublemente asociado a la presencia allí de Ntro. Primer Coliseo.

 

  Y es en este concierto en donde la Estable se presentó de manera muy digna con el Maestro Brasileño Silvio Viegas (Titular de la Sinfónica Provincial de Santa Fe) a su frente, a pesar de una muy deficiente amplificación que motivó que los técnicos del “Eva Perón” debieran hacer reemplazo de algunos micrófonos en las pausas entre obra y obra hasta alcanzar un aceptable equilibrio sonoro. El Maestro Viegas ofició de muy buen y agradable comentarista de las obras,  ya que los programas eran ofrecidos únicamente por código QR (habrá que reveer eso, hay público mayor que no entiende esos vericuetos tecnológicos y hay gente que por seguridad no lleva encima sus celulares).  El programa dio comienzo con una vibrante y sentida versión de la Obertura (o Sinfonía) de “I Vespri Siciliani” de Giuseppe Verdi en donde Viegas puso nervio, logrando además contener desbordes. Aquí se notó mucho la falencia del sonido ya que por ejemplo la fila de violonchelos se vio perjudicada por una emisión que no logro captar la plenitud de su discurso.

 

  Mejor suerte corrió la “Suite” integrada por los cinco  números fundamentales del Ballet “La Bella Durmiente del Bosque” de Tchaickovsky. Aquí sí la Estable respondió con creces a los requerimientos del Maestro Viegas quién logro exponer la belleza de estos números en todo su esplendor, culminando con una magnífica versión del célebre Vals.

 

  El primer músico de trascendencia internacional que Brasil dio al Mundo es Carlos Gomes y de El no podía faltar la Obertura de su ópera más famosa. “O Guarani” (O “Il Guarany”,  tal como se la conoció en su estreno mundial en Italia). Fama que llega hasta Ntros. dias,  contando además con una grabación íntegra protagonizada por Placido Domingo. La versión de Viegas expuso todo el color y la belleza sonora de esta bonita página.

 

  El cierre “formal” vino de la mano de una muy buena versión del poema sinfónico “Los Preludios” de Franz Liszt, guiado por Viegas hasta en los más imperceptibles detalles y con estupendas respuestas de todos los sectores de la Orquesta Estable, lo que desató la ovación del público en premio a la muy buena labor. Ahora bien, en los comentarios previos el Maestro Viegas anunció al público que si la respuesta de éste al concierto era positiva en cuanto al nivel de aplausos, habría un “bis” Argentino. Al final preguntó al público si lo hacían y ante la respuesta afirmativa dijo que lo harían para que el público acompañe cantando “en la casa de los campeones del mundo” y acometió con la canción popular “Muchachos” (No olvidar nunca que la letra original de hace veinte años plagiaba una frase de Enrique Santos Discépolo del tango “Esta noche me emborracho”) en un al menos polémico arreglo del compositor brasileño Fred Natalino el que incluyó citas al comienzo del Himno Nacional (el público se puso de pié pensando que el bis era Ntra. canción patria y quedó desconcertado hacia donde iba el arreglo) e inclusive a la polémica Marcha del Mundial 1978, dada en el contexto de la dramática dicotomía que el País vivía por entonces (recordar que la versión oficial fue grabada utilizando a la hoy Banda Sinfónica de la Ciudad y a la sección Masculina del Coro Estable del Teatro Colón), por lo que si bien fue muy aplaudida la versión, ubicarla luego de un programa de tanta envergadura e inmediatamente después de Liszt resultó de un verdadero mal gusto.

 

  El público pedía otro “bis”. Tras intercambiar unas palabras con el Concertino, el Mtro. Viegas anunció que sometía a votación del público si preferían la repetición de “Muchachos” o del Vals de “La Bella Durmiente” de Tchaickovsky, y el soberano eligió lo que había ido a escuchar: abrumadoramente triunfó Tchaickovsky, poniendo las cosas en su lugar: Quien quiera oír, que oiga.

 

Donato Decina

jueves, 9 de febrero de 2023

 

Orquesta de Cámara en sólido inicio de año

                                                                                         Por Jaime Torres Gómez

 Después de un año con muchas novedades programáticas tras la llegada de Emmanuel Siffert como Director Titular, la Orquesta de Cámara de Chile inició el 2023 con un programa magníficamente dirigido por Rodolfo Fischer, destacado director chileno radicado en Suiza.

Gran interés revestía presenciar el retorno del maestro Fischer como invitado a esta agrupación luego de varios años de ausencia, confirmando sus credenciales de solvencia artística. Por otro lado, gran interés revestían las obras consultadas, asimismo el alto nivel de la Orquesta de Cámara, especialmente ahora con un renovado liderazgo artístico con Siffert desde la titularidad, siendo hoy los conciertos de esta agrupación ineludibles de asistir…

La presentación correspondió a la del Teatro California en Ñuñoa, de formidable acústica y sede de la orquesta. Se inició con  la Obertura “La Bella Melusina” de Félix Mendelssohn, obra poco frecuentada localmente. De carácter feérico, está basada en los cuentos de la princesa-hada Melusina, quien se intercambiaba una vez a la semana en mitad serpiente o sirena. La pieza brinda fuerte protagonismo a los clarinetes, que presentan el primer tema (de Melusina), para luego expandirse ampliamente con magistrales elementos melódicos y rítmicos. Gran versión de Fischer y los camaristas, con certeras exposiciones temáticas y completa fluidez en las líneas melódicas, más un esmaltado sonido y precisión de  ensamble.

Siguiendo con la línea editorial de la Orquesta de Cámara de Chile respecto la difusión de los compositores nacionales, se ofreció el Concierto para Orquesta de Cámara, de Gustavo Becerra. Siendo un compositor de culto y con un amplio catálogo de obras (muchas estrenadas en otros países), esta pieza, de 1970, no es de lo mejor en la producción becerriana, fundamentalmente al no presentar mayor unidad global, siendo los dos últimos movimientos los que concitan mayor interés. Ubicada hacia el final del denominado “tercer período creativo” de este compositor, no es posible identificar claramente los rasgos estilísticos dominantes, siendo, a la postre, una obra divagatoria (discurso errático), no obstante con debido oficio en lo rítmico y armónico, más un interesante compendio entre la tonalidad y atonalidad. Buen trabajo de ensamble e intento dilucidador de la batuta invitada.      

Y con una triunfal versión de la Tercera Sinfonía de Franz Schubert culminó este primer programa de los camaristas chilenos. Siendo una obra de juventud (escrita a los 18 años), constituye una magistral muestra de coherencia discursiva y sentido de proyección compositiva, con una inteligente asimilación de la tradición en la estructura de los clásicos más ciertos guiños premonitores hacia desarrollos posteriores del género sinfonía, desarrollados después en el romanticismo.

La versión del maestro Fischer acertó en completo idiomatismo y profundo conocimiento de la obra, obteniendo lo mejor de los músicos nacionales. Excelente trabajo en calidez de texturas, empáticos tempi, hermosos fraseos,  más un soberbio manejo de las transiciones, dinámicas y transparencias.

En suma, un sólido inicio de temporada de la Orquesta de Cámara de Chile, reflejando una amplia versatilidad programática y magníficamente dirigida por una de las más distinguidas batutas nacionales.

 

RECUPERACIÓN SINFÓNICA….

     Por Jaime Torres Gómez

La normalización de los espectáculos hoy en día está al ciento por ciento del nivel pre-pandemia, no obstante al albur y consecuente adecuación a las variabilidades propias de las medidas sanitarias pertinentes, en el entendido -aunque cueste aceptarlo-, que la pandemia en sí no ha acabado…

Dentro de este contexto, las agrupaciones musicales están con una casi completa recuperación de sus estándares cualitativos históricos, aunque aún con ciertas falencias de productividad…, esto dentro de un contexto por retomar las periodicidades históricas de las presentaciones.

La Sinfónica Nacional -la decana orquestal del país- ha tenido una gradual recuperación de su producción histórica, no descuidando su línea editorial tradicional, no obstante, aún, en cierta deuda con la música de los compositores chilenos. Y en otro orden, si bien últimamente se ha visto una recuperación de la productividad general, especialmente al propenderse a una mayor repetición de los programas, todavía se requiere (y se “clama”…) una necesaria diversificación hacia lo territorial…    

 Así, a lo largo del último semestre, la programación de la decana tuvo continuidad fundamentalmente en Santiago. A la vez, referirse a cada una de las presentaciones (felizmente fue posible asistir al ciento por ciento) daría pie a un lato (esperándose no “latoso”) relato…, ofreciéndose un sumario de las más relevantes presentaciones.

Principalmente dirigida por su excelente maestro titular (Rodolfo Saglimbeni), contempló algunos directores invitados, como en el caso de agosto con un deslumbrante concierto dirigido por el prestigioso maestro chileno Francisco Rettig, sin duda una de las más importantes batutas latinoamericanas.

Contemplando el formidable Preludio N° 2 del compositor nacional Alfonso Leng, pieza largamente ausente en la Sinfónica, tuvo una notable entrega en todo orden. Luego, una deslumbrante versión las Danzas Sacras y Profanas de C. Debussy, fungiendo de solista la destacada arpista María Chiossi, quien dio lección de completo idiomatismo y pulcritud técnica, más una dirección de Rettig a niveles superiores. Finalizó con una versión de visos antológicos de la Primera Sinfonía de J. Brahms, obra antes presenciada al maestro Rettig. Notable la profundidad conceptual y libertad interpretativa dentro de los cánones de irrestricto respeto a la partitura. Un triunfo artístico inapelable…

Por otro lado, interesante destacar los dos programas a cargo del emergente director nacional Pablo Carrasco. El primero, con excelente resultado, contempló una inteligente selección de música de películas, incluyendo una notable versión del Aprendiz del Hechicero de Paul Dukas, completamente ad-hoc a la lógica programática. Con un lleno total (a la sazón, la presentación más copada de público en pandemia), dio cuenta de un adecuado criterio de ampliarse a audiencias menos habituales a conciertos de música clásica.

El segundo programa a cargo de Pablo Carrasco se dio en el Teatro Municipal de Las Condes (dos funciones), y enmarcado dentro del exitoso convenio con dicho espacio. Se trató de un programa en extremo tradicional, con el Concierto N° 1 para Violín de N. Paganini más la Sinfonía N° 4 “Italiana” de F. Medelssohn, habiéndose deseado incluir alguna obra chilena de corta duración al inicio.

Relevante fue contar con el regreso del destacado violinista ruso Alexander Markov como solista, máxime al tratarse de una autoridad mundialmente reconocida en Paganini, y no defraudando en esta nueva visita a la Sinfónica. Si bien a ratos hubo algunas inexactitudes de pulso en la batuta, de ninguna manera afectó la globalidad de la entrega. Y antes, como primera obra, una formidable entrega de la Italiana, con muy buena calidad de sonido, excelentes balances, diferenciaciones de planos sonoros y matices, más una inteligente adopción de tempi. Quizás, en el segundo movimiento, faltó un mayor halo de misticidad, conforme al requerimiento de carácter en ese segmento.

Sobre el resto de los programas de la decana entre agosto diciembre, deslumbrantes fueron los resultados de su maestro titular, Rodolfo Saglimbeni, quien con justicia fue distinguido por el Círculo de Críticos de Arte de Chile por todas sus presentaciones del año 2022.

El primero consulto un interesante estreno en Chile de “Vigilia”, del compositor venezolano Juan Bautista Plaza (escrita en 1938), obra de magnífica factura orquestal y de marcado espíritu neorromántico, y no obstante su cautivante vena melódica, quizás su duración cercana a los 20 minutos se torna algo excesiva. Posteriormente, una versión de antología de Sheherezade de N. Rimsky Korsakov. Pletórica de idiomatismo, Saglimbeni extrajo lo mejor de sus músicos en todo orden, con importantes logros solísticos y de conjunto (espectacular desempeño en los solos de violín a cargo del concertino de turno, Fabián Cáceres, asimismo notables las intervenciones de la destacada arpista solista, María Chiossi, como los solos del fagot y corno). Sin duda, una de las versiones más impactantes en décadas de Sheherezade...

Posteriormente, un programa latinoamericano del máximo interés, con la Suite “Al Sur del Mundo” del connotado compositor chileno Guillermo Rifo, recientemente fallecido, junto a “La Noche de los Mayas” de Silvestre Revueltas. De acabado oficio composicional, la obra de Rifo explota al máximo las posibilidades tímbricas y colorísticas de toda la paleta orquestal, todo dentro de una atmósfera al más puro Raautavara… Deslumbrante resultado de los sinfónicos junto a su maestro titular. Lo mismo en Revueltas con La Noche…, largamente ausente, en una versión de completo idiomatismo y obteniendo una adherente respuesta de toda la orquesta (formidable el contingente extra de percusiones).    

A la semana siguiente, un programa largamente esperado junto a la decana del piano en Chile, la maestra Edith Fischer (1935), con el Cuarto Concierto para Piano de Beethoven, más la Sinfonía N° 5 de D. Schostakovitch, Con un descollante desempeño musical, la maestra Fischer (premio del Círculo de Críticos de Arte de Chile 2022) demostró nuevamente su solvencia artística y acabado oficio para sortear cualquier singularidad de ejecución, y a la vez, de absoluta colaboración el acompañamiento de Saglimbeni junto a los decanos sinfónicos. Y con una versión también digna de antología de la Quinta de Schostakovitch, dando triunfalmente término a este relevante programa sinfónico. Grandes logros en todo orden, dando cuenta de una orquesta en plenitud de forma más un liderazgo artístico de inapelable autoridad.   

Y de regreso al Teatro Municipal de Las Condes (nuevamente con dos funciones), se contempló una interesante Gala Wagner. Con una batería de oberturas, preludios y coros de óperas wagnerianas, constituyó un retorno más pleno del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile junto a la Sinfónica (poco antes había intervenido en La Canción del Destino de Brahms). Y debe consignarse del referente inmediatamente pre-pandemia de haberse ofrecido una gala similar (Teatro Caupolicán, enero 2020), sólo que en esta oportunidad hubo menos música que entonces, aunque igualmente con un excelente resultado global liderado por el maestro Saglimbeni.

Y terminando el año, Saglimbeni lideró una serie de presentaciones de la Novena Sinfonía de Beethoven, también con deslumbrantes resultados. Cabe señalar la alta convocatoria de la presentación al aire libre en el Parque Araucano, asimismo casi todas la funciones llenas en el Teatro de la Universidad de Chile más un lleno total en la presentación en la magnífica Aula Magna de la Universidad Santa María de Valparaíso (muy encomiable haberse trasladado a la Región de Valparaíso, en especial a la USM, sin duda la sala de mejor acústica en Chile). Autorizada lectura de Saglimbeni (notable el enfoque de la coda del último movimiento, con menos prosopopeya de lo habitual y de inusitado arranque…) más un buen cuarteto de solistas (gran labor de Patricio Sabaté como barítono, de completo empoderamiento) y del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile sólidamente preparado por su director, Juan Pablo Villarroel.     

En suma, la recuperación en pandemia del nivel cualitativo histórico de la decana sinfónica chilena es una realidad, esperándose para el presente año mayores pasos de una mayor diversificación de sus presentaciones en Santiago y regiones, más un incremento de repertorios menos frecuentados.

 

Municipal y la Ópera: balance y nuevos desafíos…

                                                                                        Por Jaime Torres Gómez

 

El desarrollo en pandemia de las artes escénicas en su conjunto evidencia buena recuperación, refrendado por una paulatina demanda presencial de público, amén de una completa flexibilidad de las medidas sanitarias.

 

Cabe señalar, en el caso de la ópera, que se ha visto parcialmente desarrollada, en buena parte ante las limitaciones de emplazamiento del soporte orquestal al inutilizarse los fosos respectivos. Sin embargo, conforme las últimas disposiciones sanitarias, hoy es posible utilizar dichos espacios, traduciéndose en producciones normalizadas, aunque aún al albur de las vicisitudes pandémicas

 

Durante este año, el Teatro Municipal de Santiago -hoy rimbombantemente denominado “Ópera Nacional de Chile”…- como lógico referente de la ópera en Chile (y sin soslayar excelentes ámbitos como los Teatros Regionales del Maule, Universidad de Concepción, Temuco y en su momento Rancagua), programó sólo 3 títulos en modalidad híbrida, respondiendo así al desarrollo del género ante las fuertes restricciones sanitarias y económicas.

 

A la vez, conforme el estado actual del panorama económico, tanto a nivel país como en particular la realidad financiera del Teatro Municipal, el desafío por incrementar la cantidad de títulos a futuro plantea interrogantes, tanto respecto las factibilidades reales de retornar a los históricos 6 títulos como a la forma de llevarlos a cabo, amén de no perder de vista la difusión de un transversal arco repertorístico que conjugue tradición y vanguardia, mandato tácito esencial a una factoría artística solventada mayoritariamente con recursos del Estado… 

 

El despliegue de esfuerzos de imaginación para viabilizar el desarrollo del género operístico, puso a prueba las capacidades creativas esperables del Municipal, cuyo balance no deja resultados del todo positivos. De hecho, considerando el único título levantado el año 2021 (Don Giovanni), sirvió de base en cómo luego llevar a cabo una temporada en circunstancias adversas, donde, lamentablemente a la luz de lo presenciado, en vez de superar puntos susceptibles de mejoras, a la postre visibilizaron más las brechas limitantes…

 

En este contexto, como una forma de atraer audiencias, los títulos escogidos lograron balancear algunos muy queridos por transversales públicos, como “La Bohéme” y “La Traviata”, anunciados en modo de concierto y derivados luego a semi-stage, junto a “Manon” de Massenet, menos conocida (aunque muy bienvenida…), que llegó completamente escenificada.

   

En el caso de La Bohéme, con natural éxito de público, la derivada semi-teatral no colaboró hacia un efecto que, a priori, se buscaba ante las limitaciones de marras, que era potenciar más la música por sobre el palco escénico, axioma en sí plenamente válido al existir buenos referentes. Y si bien el foco debió direccionarse hacia el desarrollo de una idea que discurriera sin desdibujar dicha opción, lamentablemente terminó siendo el Talón de Aquiles del híbrido ofrecido, donde, so pretexto de cierta “conceptualización teatral” (a cargo de Fabiola Matte), a la postre terminó siendo una mixtura desconcertadora que no enriqueció la experiencia musical.

 

Así, extemporáneo haber abusado de una cámara negra, a la vez -pudiendo hacerse- no haber utilizado elementos corpóreos, más un escolar diseño lumínico, y coronado con un risible uso de una vestimenta de rigurosa etiqueta, propia de una versión de concierto per se, que terminó confundiendo la trama interna. De hecho, hay híbridos que funcionan bien, pero en este caso no calificó al mínimo esperable de una factoría del nivel del Municipal de Santiago

 

En lo musical, gran triunfador fue el actual director titular de la Filarmónica de Santiago, el maestro italiano Roberto Rizzi-Brignoli, quien firmó una versión de innegable solidez analítica, transparente y desprovista de muchos aditamientos tímbricos (abusos de glissandi) recurrentes en ciertos enfoques de dudoso idiomatismo. Asimismo, el segundo elenco contó con una adecuada lectura del director residente de la Filarmónica, Pedro-Pablo Prudencio. Del primer elenco, destacable fue la soprano norteamericana Alexandra Razskasoff, de formidable material vocal y eficazmente administrado, amén de componer una certera interpretación de Mimí (notable su “decir” del personaje).  A la vez, excelente desempeño del emergente tenor peruano Ivan Ayón-Rivas como Rodolfo (magnífica proyección y belleza de timbre), quien, junto a Razskasoff, ameritan seguirles sus trayectorias. Y del segundo elenco, débiles la mexicana Yunuet Laguna, con destemples de vocalidad como Mimí, asimismo el venezolano Jorge Puerta con evidentes dificultades en la tesitura alta. Y de los comprimarios, en ambos elencos con parejos cometidos.

 

Por mejor carril discurrió La Traviata, tanto por una mejorada conceptualización teatral (a cargo de Francisco Krebs) y nuevamente con una deslumbrante dirección de Rizzi-Brignoli, con grandes logros en empáticos tempi, hermosos fraseos más un notable trabajo en texturas y gradaciones en planos sonoros. De menor jerarquía se percibió el enfoque de Pedro-Pablo Prudencio en el segundo elenco, especialmente al adoptar apurados tempi no siempre en correlato con una debida tensión interna.

 

De las voces, hubo resultados desparejos especialmente en el primer elenco, principiando con una inadecuada vocalidad para el rol de Violeta en el caso de Francesca Sassu (pesante especialmente en el primer acto, más errático manejo general del vibrato), buen desempeño general de Long Long como Alfredo, y definitivamente fuera de enfoque Javier Arrey como Giorgio Germont, con graves carencias de evolutividad interpretativa, quien nunca pudo despojarse de la altivez inicial del rol, y al umbral de la arrogancia interpretativa…

 

Por mejor carril estuvo el segundo elenco, con una buena progresión interpretativa de Yaritza Véliz como Violeta (aunque incómoda en las coloraturas del primer acto, luego bien ajustada en general, en especial hacia el final con una memorable entrega del Addio del passato…), buen rendimiento de Santiago Ballerini como Alfredo, y Javier Weibel bien empoderado en el rol de Germont en todo sentido.              

 

Mención especial la conceptualización teatral de Francisco Krebs, a gran diferencia de La Bohéme. Con buena correlación teatro-música, existió una adecuada conciliación de los elementos materiales disponibles, con una debida optimización del espacio, junto a logrados efectos visuales en base a inteligentes superposiciones lumínicas de la estructura de paneles disponible (último acto), no obstante un inadecuado uso de una cámara negra de fondo en el segundo acto, en perjuicio del diseño de luces respectivo.    

 

Y como último título, una esperada producción de Manon, de Massenet, al constituir la primera puesta en escena completa en pandemia. Así, altas expectativas existían sobre la propuesta de Emilio Sagi, bien conocido en el Municipal, más un alto interés al elenco liderado musicalmente por Maximiano Valdés, de gran afinidad con el repertorio francés, asimismo hacia la destacada soprano española Sabina Puértolas.

 

Los resultados tuvieron sus fortalezas en lo musical por sobre la producción en sí, esta última con una estructura innecesariamente pesada y con una apuesta escenográfica casi monocromática (permanente color musgo), que en vez de facilitar la recreación teatral, terminó confundiéndola, a excepción del vestuario de muy buena factura de Pablo Núñez.

 

Encabezada por una deslumbrante dirección del maestro Valdés -pletórica de idiomatismo, altamente colaborador con las voces más una ajustadísima respuesta de la Filarmónica-, además hubo notables participaciones de Sabina Puértolas como Manon y Galeano Salas como Des Grieux. Con excepcional vocalidad y musicalidad, Puértolas recreó con elocuencia de cátedra toda la progresividad psicológica de la protagonista, lo mismo Galeano Salas, con una hermosura de timbre raras veces encontrada más una musicalidad a borbotones. De los demás roles, todos plenamente ajustados en todo sentido.

 

Y en el caso del segundo elenco, la dirección de Pedro-Pablo Prudencio tuvo un rendimiento de menos a más, principalmente ante cierta debilidad estilística en el primer acto, optando por sonoridades algo destempladas y a ratos con velocidades innecesariamente rápidas, no obstante excelente en los dos últimos actos. Muy buen debut de la chilena Annya Pinto como Manon (toda una revelación, al tratarse de un rol de muchísima exigencia global y normalmente confiado a voces muy bien asentadas). En el caso de Andrés Presno, de importante material y arrojada entrega como Des Grieux, se trató de un tenor aún en formación y con pulimientos estilísticos pendientes del repertorio francés.

 

En suma, a la luz de la experiencia de lo realizado en pandemia más la realidad económica y sanitaria actual, el Municipal de Santiago aún está con tareas pendientes hacia una necesaria recuperación del nivel histórico de sus producciones de ópera, demandando máximos esfuerzos en imaginación ante la fuerza de la actual coyuntura.