sábado, 29 de junio de 2019


LOS GRANDES POR ALGO LO SON

Teatro Colón, Temporada 2019. Opera: “Turandot”, Drama Lírico en tres actos con Música de Giacomo Puccini y liberto de Giuseppe Adami y Renato Simoni en versión completada por Franco Alfano y Arturo Toscanini. Elenco: María Guleghina (Turandot), Kristian Benedikt (Principe Calaf), Verónica Cangemi (Liú, Esclava), James Morris (Rey Timur), Raúl Giménez (Emperador Altoum), Alfonso Mujica (Minístro Ping), Santiago Martínez (Ministro Pang), Carlos Ullán (Ministro Pong), Alejandro Meerapfel (Un Mandarín), Laura Polverini-Gabriela Ceaglio (Dos Doncellas), Fernando Chalabe (Príncipe de Persia), Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez: Coro de Niños del Teatro Colón: Director: César Bustamante, Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía y Concepción Original de Roberto Oswald  en Reposición de Cristian Prego, Vestuario Anibal Lápiz, Iluminación: Rubén Conde. Dirección Musical: Christian Badea. Reposición de Dirección Escénica: Matías Cambiasso-Anibal Lápiz. Función del 28 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: BUENO.

    Una vez más el poder de convocatoria de este título póstumo de Giacomo Puccini quedó puesto de manifiesto con un lleno casi total de la sala.  La historia de la Princesa despótica y el Príncipe capaz de entregar todo por amor revivió tanto como la  inolvidable puesta de Roberto Oswald. Este trabajo al que el inolvidable creador Argentino denominó “Puesta de Laca”, volvió a escena con una correctísima reposición de Escenografía de Cristian Prego, el magnífico vestuario de Anibal Lápiz, su co-equiper en tantos trabajos y a este marco original se acopló una magnífica iluminación de Rubén Conde, ajustada en todo momento, ubicándose en los lugares en que se debe estar. Esta puesta, concebida para el Luna Park, estrenada en el año 2007 con un suceso verdaderamente impresionante y llevada a México D.F. merced a la gestión de Roberto Iglesias y Marcelo Lombardero, vuelve ahora a Ntro. Máximo Coliseo en todo su esplendor. Tradicional, mostrando toda la riqueza de los usos y costumbres de la China Imperial, tuvo también una muy buena reposición de movimientos escénicos por parte de Matías Cambiasso y el propio Aníbal Lápiz, respetando inteligentemente la forma de trabajar los personajes por parte de los valores más experimentados que se encontraban en el escenario del Colón.

  Vocalmente hablando, tuvimos en María Guleghina a una protagonista inteligente, que se adueñó de la escena y cautivó al público con tan solo pronunciar “In Questa reggia…”, Veterana en el oficio, justamente hizo gala de ello cantando con inteligencia,  magnífica técnica y escena como pocas. Expresa y eso dice mucho. Otro tanto le cabe al Rey Timur de James Morris. Ya muy veterano, su voz sabe de innumerables batallas vocales y hoy con casi medio siglo de trayectoria profesional con solo cantar el relato de como subsistió junto a Liu habla de su inteligencia en el decir. Raúl Giménez como el Emperador Altoum, padre de Turandot, supo como expresarlo. Altoum es veterano, es venerado y es altivo, Giménez lo hizo como pocos. En cuanto a los valores actuales, Kristian Benedikt como Calaf, cantó en muy buena forma, tiene buen timbre, gran caudal vocal y es muy solvente. Muy eficaz en la escena de los enigmas, estupendo en el duo previo al final y realizando en muy buena forma el “Nessun Dorma” Tuvo también muy buena actuación. Verónica Cangemi como Liu, en esta segunda incursión en el Colón en roles que no son Barrocos o del Clasicísmo, realizó con corrección a Liú. Un muy buen “Signore Ascolta”, una muy buena factura en la escena previa al suicidio, pero el final de “Tu che di gel sei cinta” fue a mi entender sobreactuado en demasía, aun cuando a una gran parte del público le causo impacto, lo que se notó en los aplausos del final. El trío de “Mascaras” o ministros de la corte tuvo un desempeño irregular con un buen Carlos Ullán como Pong, un correcto Santiago Martínez para Pong (aun cuando para estos personajes le faltaría un “golpecito de horno”) y   un irregular Alfonso Mujica como Ping, el principal Minístro. Poseedor de una interesante voz y dignos recursos los que podrían estar mejor administrados. Correctos y en buen estilo para los demás cantantes intervinientes. El Coro de Niños con César Bustamante al frente tuvo notable desempeño, aportando la frescura que la partitura requiere . El Coro Estable, una vez más tuvo una muy buena faena de la mano de Miguel Martínez, aun cuando por momentos emitió muy en “forte”, pero eso ha sido más por decisiones de la Dirección Musical que por la preparación en sí.

  Y para finalizar, la batuta. Sorprendió y muy negativamente la concertación de Christian Badea.  Impropia a Mi entender de un profesional de su veteranía. De trazos absolutamente gruesos, tempi sin términos medios que pasa de los “piano” al “forte” sin solución de continuidad. Carente de matices, carente de las menores sutilezas, ha sido una proeza por parte de los cantantes haber podído hacer “Turandot” sín una guía, clara y firme.

  El hecho de que profesionales de dilatada trayectoria junto a buenas figuras de la actualidad, llevados en escena por “gente de la casa” hayan tenido que llevar por si solos a buen puerto a esta “Turandot” no hace más que repetir aquello de que “Siempre faltan cinco para el peso”.

Donato Decina


TEATRO Y MUSICA: ARTE EN ESTADO PURO

“Ciclo de Visitas Internacionales en la Sala Sinfónica del CCK”: Actuación de la Primera Actriz  Argentina Norma Aleandro junto a la Orquesta Sinfónica del Servicio Oriental de Radio Difusion Eléctrica del Uruguay (S.O.D.R.E.), Director: Diego Naser. Programa: Norma Aleandro y la O.S.S.O.D.R.E. (Fragmentos de Obras de William Shakespeare seleccionadas por Patricio Orozco, acompañados por una selección de obras de Compositores varios realizada por Diego Naser y adaptadas por Felipe Ortíz Verissimo) y la Sinfonía N 5, Op. 64 en Mi menor de Piotr Illich Tchaickovsky. 27 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Cuando una gigante de la escena sale al escenario, solo resta acomodarse en la butaca y dejarse llevar. Cuando Diego Naser atacó los acordes iniciales de la Sinfonía Nº 40 kv. 550 de Mozart y desde el lateral del escenario surgió la figura de la Sra. Norma Aleandro, la ovación reverencial verdaderamente emocionante con la que fue recibida fue el preámbulo a un momento de gloria. “Norma Aleandro y la O.S.S.O.D.R.E”, tal el título que se le dio a la primera parte del Concierto es una idea sumamente inteligente, llevada a cabo por Patricio Orozco en lo Teatral y Diego Naser en lo musical. Seleccionando fragmentos de Obras de Shakespeare a partir de sus heroínas (Julieta, Ofelia, Desdémona, Lady Macbeth, Las Alegres Comadres de Windsor) acompañadas e intercaladas con fragmentos sabiamente elegidos por el Director Titular de la Orquesta Visitante, no siendo menor el trabajo de Compaginación  y Adaptación Musical hecho por Felipe Ortíz Verissimo, el que resulto de suma importancia para el producto final.. Mas allá de un comienzo en donde un micrófono no estuvo correctamente ajustado (felizmente solucionado), escuchar a Norma Aleandro, verla actuar, recordar justamente su paso por las obras Shakespirianas (algunas registradas por la televisión), fue un verdadero placer . La interactuación con algunos músicos de la Orquesta, quienes asumieron los roles acompañantes a las diferentes heroínas fué muy lograda y el marco orquestal brindado por Naser fue magnífico. Los fragmentos musicales elegidos  fueron entre otros  (además de la 40 de Mozart): 7a. y 5ta. Sinfonías de Beethoven y la Obertura Egmont, “Romeo y Julieta” de Tchaickovsky, 1ª, 2ª y 5ª Sinfonías de Mahler, Obertura y Preludio al 4º acto de “Carmen” de Bizet, Sinfonía Nº 7 de Dvorak, Danzas Húngaras y Tercera Sinfonía de Brahms, fragmentos de “Macbeth” de Verdi, pequeños compases de Ravel y Mendelsohn y un final impresionante con la Variación “Nimrod” correspondiente a “Enigma” de Edward Elgar. Previo al final del espectáculo en donde el talento de Aleandro se fusionó con la imponente versión del fragmento de Elgar, hasta tuvimos el placer de ver cono Naser cedía a la talentosa actriz su batuta para que Ella condujera el pasaje de “Carmen”. Fue un momento muy conmovedor y realmente valdría la pena repetirlo.

  La segunda parte mostró el talento del Joven Director Uruguayo con una magnífica versión de la 5ª Sinfonía de Tchaickovsky. Visceral, con total entrega, sabiamente guiada con rendimientos notorios de algunos sectores. Más allá de que los bronces no estuvieran tal vez en su noche más felíz, la concepción de la obra estuvo siempre presente, con un final de alto voltaje emotivo. Naser está llevando a cabo en la O.S.S.O.D.R.E. una labor formidable, la que ya se insinuaba en ocasión de su visita del año pasado. Solo que ahora podemos corroborarlo y desear que este proyecto continúe adelante como bien se merecen Ntros. Hermanos Uruguayos. En mi humilde apreciación, estimo que junto a Alejo Pérez son las dos batutas con mayor proyección internacional que hoy tiene Sudamérica.

Donato Decina

viernes, 28 de junio de 2019


GASTON FRYDMAN: UN SOLISTA CON MUCHO FUTURO.

Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, actividades año 2019. Presentación de la AOrquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, Directora: Nathalie Marin. Solista: Gastón Frydman (Piano). Programa: Obras de Ludwig Van Beethoven. Teatro Colón, 27 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

   Siempre he seguido con sumo interés las actividades de la Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón desde su creación misma como Orquesta Académica del Teatro allá por los noventas del pasado siglo,  idea surgida de la inteligencia de Oscar Piluso sostenida por Pedro Pablo García Caffi en la que fue la mejor etapa de la historia de la Filarmónica de Buenos Aires. De ahí al semillero, la promoción de jóvenes valores que hoy son atriles de las Orquestas más importantes del País, compartido acaso con la Sinfónica Juvenil Libertador General San Martín y la Camerata Académica del Teatro Argentino de La Plata. Guillermo Scarabino fue quien sabiamente guió la primera etapa. Carlos Calleja fue el continuador. Sin embargo, un golpe de timón dado por García Caffi al comienzo de su gestión al frente del Colón redefinió el carácter del Conjunto y lo derivó al Instituto Superior de Arte. Desde allí por mucho tiempo solo Directores Invitados guiaron a la agrupación. Con la llegada de la actual gestión del Teatro y el cambio de las autoridades del Instituto sobrevino la creación de la regencia de la Academia Orquestal, hoy a cargo de Ezequiel Silberstein. El pasado año se evidenció un descenso en la cantidad de presentaciones públicas de Este organismo y en cambio se anunció la especialización en Instrumentos a la Usanza de Epoca para abordar el repertorio Barroco. Este año se ha dejado de lado esa experiencia y se han organizado una serie de seis presentaciones de este Conjunto Orquestal. A juzgar por el resultado global de esta presentación, se notó demasiado en el andamiaje del conjunto las consecuencias de todos estos cambios. Desafinaciones, pifias notorias, desacoples. Y Usted se preguntará por que coloco la calificación de muy bueno a este concierto. La respuesta está en que hubieron dos factores fundamentales para ello. El primero, un solista excepcional como Gastón Frydman, quien asumió la responsabilidad solista nada menos que con el Concierto para Piano y Orquesta Op. 73 “El Emperador” de Beethoven, al que lo debutó en esta  velada, logrando, momentos de una inspiración lírica absoluta, con muy buena técnica y mostrándose ampliamente solvente en los pasajes mas intrincados de la obra. Y en segundo lugar, la férrea conducción de la Directora de Orquesta Francesa Nathalie Marin, quien no se apartó de su concepción de las obras abordadas y mas allá de las situaciones narradas al inicio del presente comentario, supo cobijar a los jóvenes instrumentistas durante el transcurso de la interpretación de la Sinfonía Nº 6, op. 68 “Pastoral”. Tras los dos movimientos iniciales, en los que se notó la carencia por parte del conjunto de una guía permanetnte que la ajuste, Marin logró una respuesta muy buena en la secuencia de los tres movimientos finales . Mas homogénea, con mayor conexión y una mayor enjundia de la masa orquestal que comenzó a responder de manera favorable, haciendo entonces una versión que fue de menor a mayor, la que terminó por convencer a la concurrencia.

  Debe tomarse nota de todo lo señalado anteriormente y debe trabajarse con mayor intensidad. Me alarmó y mucho la caída en la calidad de la Academia Orquestal.

Donato Decina


Extraordinario concierto del Ciclo de Abono de la Filarmónica en el Colón

TEMPERAMENTO Y PERSONALIDAD EN ESCENA
Martha CORA ELISEHT

            El presente Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires se caracteriza por tener solistas y directores de prestigio, mientras que otros realizan su debut durante el transcurso de la presente Temporada. Tal fue el caso del director venezolano Manuel Hernández Silva y de la pianista croata Martina Filjak, quienes tuvieron a su cargo el 7° Concierto del mencionado ciclo en el Colón el pasado jueves 27 del corriente, donde se ejecutaron las siguientes obras: “Rincones de Buenos Aires”, de la compositora argentina Claudia Montero (1963), el Concierto n° 2 para piano y orquesta en Sol menor, Op. 22 de Camille Saint- Saëns (1835-1921) y la Sinfonía n° 8 en Sol mayor, Op. 88 de Antonin Dvorák (1841-1904).
            El mencionado director nació en Caracas y estudió en el Conservatorio Superior de  Música en Viena, donde se graduó con las más altas calificaciones. Dirigió las más importantes orquestas europeas y latinoamericanas –entre otras, dos prestigiosos organismos sinfónicos de su país natal: la Orquesta Juvenil “Simón Bolívar” y la Sinfónica Municipal de Caracas-. Actualmente se desempeña como Director titular de las Orquestas Filarmónica de Málaga y Sinfónica de Navarra.  Si bien no figura su edad en el programa de mano, Martina Filjak es una joven pianista croata con una prestigiosísima carrera internacional, ya que ha ofrecido conciertos como solista en las principales salas europeas y de Estados Unidos. También es una notable pianista de cámara, con un  repertorio que abarca desde Bach hasta Berio y que se destaca no sólo por su técnica impecable, sino también por poseer una personalidad avasallante sobre el teclado. Y, por sobre todas las cosas, por un temperamento pocas veces visto sobre el escenario.
            El concierto abrió con Rincones de Buenos Aires de Claudia Montero, que es una suite compuesta por tres movimientos: Plaza Francia, Llueve en Buenos Aires y Microcentro 12.30. Nacida en 1963, esta compositora radica actualmente en Estados Unidos y tras haber ganado cuatro veces el premio Grammy, es la primera vez que una de sus obras se estrena en el Colón. Fue compuesta en 1994 para orquesta de cuerdas y, posteriormente, realizó una versión sinfónica por encargo de la Orquesta de la Universidad de Taipei- que fue la que se escuchó en el día de ayer-. El primero de los tres movimientos –Plaza Francia- es un pasaje agradable y lírico, que –según la autora- remite a una sonoridad francesa, con un solo de violín hacia el final del mismo, que –en la presente versión- es ejecutado por la flauta, con una magnífica actuación de Claudio Barile, mientras que el segundo –Llueve en Buenos Aires- suena algo más barroco, con pasajes a cargo del oboe y clarinete.  Sin embargo, a quien escribe le pareció que el único movimiento que presenta música verdaderamente porteña es el tercero- Microcentro 12.30- que, precisamente, pinta al caos del microcentro porteño mediante influencias de tango, con ribetes típicamente piazzolianos. Si bien es una obra muy melódica, agradable al oído y fácil de comprender, los dos primeros movimientos parecen más música de película romántica de Hollywood que viñetas porteñas. De todos modos, la labor desarrollada por los músicos fue estupenda y tuvo muy buena aceptación por parte del público presente.
            Acto seguido, llegó la presentación de Martina Filjak, quien impresionó al auditorio no sólo por su estatura- aproximadamente 1,80 m-, sino por su arrolladora personalidad sobre el escenario. El mencionado concierto de Saint- Saëns es una obra muy poco frecuente en los programas de  conciertos- hacía prácticamente 30 años desde su última interpretación en el Colón, a cargo de Philippe Éntremont- y se inicia con un solo de piano en Sol menor en el 1° movimiento (Andante sostenuto), donde Martina Filjak demostró ser una experta en marcación de tempi –ejecutó con pianissimi con una sutileza y una sensibilidad exquisitas y los forti y tutti, con ahínco y garra- y brindó un arpegio magistral previamente al tutti con el cual entra el resto de la orquesta, ofreciendo una versión magnífica, muy sólida, compacta y con un equilibrio sonoro perfecto. No sólo hizo alarde de su magistral pulsación y de su prestigiosa digitación, sino que a la vez, mostró  su singular  temperamento interpretativo. Una recuerda pocas pianistas con  una personalidad tan avasallante en escena – por ejemplo, Elsa Puppulo, quien se imponía sobre el teclado-, lo cual fue aún mejor. La orquesta acompañó perfectamente a la pianista, bajo la magistral dirección de Hernández Silva. En el segundo de los tres movimientos (Allegro scherzando), el scherzo de Filjak fue magistral, con una profundidad y equilibrio sonoro entre orquesta y solista como hacía rato que no se escuchaba en el Colón. Se puede establecer un paralelismo entre este movimiento y la Serenata de Det var engang (Había una vez…) del compositor danés Peter Erasmus Lange- Müller (1850-1926), ya que ambas obras poseen un pasaje donde se escucha la misma melodía en Sol mayor. Finalmente, una tarantela (saltarello) abre el velocísimo 3° movimiento (Presto), donde tanto el piano como la orquesta avanzan velozmente hacia el tumultuoso final, arrancando en Sol menor y culminando el Sol mayor. Hacia el final,  el público estalló en aplausos y obligó a la pianista a hacer un bis. Martina Filjak se dirigió en un modesto castellano hacia la audiencia para interpretar una obra de autor argentino (probablemente, de Jacobo Fischer), que ejecutó con gran solemnidad. Y volvió a cosechar aplausos.
            Para la segunda parte del concierto, Manuel Hernández Silva eligió la Sinfonía n° 8 en Sol mayor de Dvorák, obra que integra el repertorio habitual de la Filarmónica y que la ha ejecutado en un sinfín de oportunidades. Pero pocas han alcanzado  el nivel de perfección y luminosidad que la ofrecida anoche por Hernández Silva, que descolló por su brillante calidad interpretativa y por la pureza de su sonido. Se ajustó fielmente  a la partitura, donde los cuatro movimientos que componen la misma sonaron tal como lo indican sus nombres en italiano: Allegro con brio/ Adagio/ Allegretto grazioso/ Molto vivace y Allegro ma non troppo. En este último, hay intercalados fragmentos de danzas de la región de Bohemia (Furiant) y abre con una fanfarria, ejecutada por un solo de trompeta –excelente desempeño de Daniel Marcel Crespo- que, posteriormente, da lugar al tema principal del primer movimiento, que comienza con un arpegio en Sol mayor, para luego recapitular con el mencionado Furiant, donde toda la orquesta entra al unísono, con una difícil cadencia a cargo de los cornos. Durante el 1° movimiento, Claudio Barile se lució como solista en flauta, seguido por el resto, mientras que Néstor Garrote en oboe y Mariano Rey en clarinete fueron las figuras principales en el 2° movimiento (Adagio en Do menor, que abre en 2/4),   al igual que los cornistas Martcho Mavrov y Margaret Mengel –las entradas de los 3° y 4° cornos fueron perfectas en todos los movimientos-, mientras que Nicolás Favero figuró en calidad de concertino invitado. Sería injusto no mencionar al resto, porque todos y cada uno de los músicos  han contribuido para ofrecer la magistral versión de esta sinfonía.
Cuando hay ensayo, disciplina y esfuerzo, la Filarmónica demuestra su calidad, sonando como una orquesta europea. En este caso, Manuel Hernández Silva ha sido un ingrediente más, que contribuyó con su personalidad y talento para dar brillo y luminosidad  a la misma, en una noche digna del Colón. Una auténtica revelación sobre el escenario de nuestro mayor coliseo.

domingo, 23 de junio de 2019


Presentación del Ciclo de Conciertos del Ensamble 440 en el Teatro del Colegio Pío IX

CON SELLO PROPIO
Martha CORA ELISEHT

            Es sorprendente la cantidad de salas de auditorios no convencionales que existen en la Ciudad de Buenos Aires y que podrían dar albergue a jóvenes valores en las diferentes disciplinas artísticas a fines de mostrar su talento. Lamentablemente, la mayoría de ellas no se aprovechan como debiera. Sin embargo, el pasado sábado 22 del corriente hubo un hecho que permitió que una agrupación integrada por músicos muy jóvenes pudiera mostrar en un escenario aquello que mejor saben hacer: tocar sobre un escenario. Y lo hizo en el Teatro del Colegio Pío IX, sito en el barrio de Caballito, en la sala Gustavino, donde el Ensamble 440 inauguró su temporada de conciertos para este año, bajo la dirección de Ignacio Mandrafina.
            Este conjunto se formó en 2015 y desarrolla un repertorio basado fundamentalmente en música de cámara y música para cuerdas. Se ha presentado en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, Iglesia Santa Rita, Teatro Auditorio CENDAS, en el Gran Rex y en el Club de Pescadores, entre otros lugares. Entre sus miembros figuran instrumentistas de prestigioso nivel, como Nelly Guevara – concertino del Ensamble y solista guía de segundos violines de la Filarmónica de Buenos Aires- , el violinista Sergio Rodríguez y los violistas Luis Bohorquez y Christina Moreno.
            La sala donde actuaron el 22 del corriente mes también se reinauguró tras una remodelación. Consta con una capacidad aproximada para 150 personas y posee un escenario apto para representar no sólo conciertos, sino también una ópera de cámara, porque posee un foso para la orquesta. Quien escribe tuvo oportunidad de visitar no sólo el mencionado foso, sino también, los 5 camarines que se encuentran debajo del escenario luego del concierto, de modo que es una sala que cuenta con todas las comodidades para los artistas y el público. Por lo tanto, se puede aprovechar muy bien.
            Tras unas breves palabras de presentación a cargo del director, la orquesta abrió el concierto con A Prayer for Peace (“Una oración por la paz”) del compositor estadounidense John Williams. Nacido en 1932, es bien conocido por ser compositor de música de películas y es el tema de Black Sunday (Domingo Negro), que narra la masacre de los atletas olímpicos de Israel, asesinados durante los Juegos que se realizaron en Munich en 1972. La apertura estuvo a cargo de los 4 cellos- todas mujeres-, seguidas por el resto de la orquesta, al cual se le incorpora un solo de violín –a modo de lamento- que, posteriormente, es tomado por el resto de la orquesta en una excelente recapitulación. Desde el inicio, la agrupación sonó muy compacta, bien ajustada y afiatada, con una excelente labor de Nelly Guevara como solista y un muy buen acompañamiento por el resto del conjunto.
|           Debido a un inconveniente surgido con el segundo violín guía –un corte de una de las cuerdas del instrumento, que obligó a cambiarla-, la violinista Luz Merlo ocupó el lugar de su compañero y ofrecieron una muy buena versión del 2° movimiento de la Sinfonía n° 7 en La mayor, Op.92 de Ludwig van Beethoven, que sonó muy compacta y solemne. Muy destacada labor de los violistas  Luis Bohorquez y Christian Manzano, de la violinista Nelly Guevara y de la cellista Lorena Nogueira, que supieron darle brillo a los pasajes de los diferentes instrumentos.  Si bien estaba programado como un bis, Mandrafina supo solucionar inmediatamente la situación y utilizar un “plan B” que funcionó a la perfección.       Seguidamente, el Ensamble brindó una obra del compositor barroco austríaco Heinrich Franz von Biber (1644- 1704): la sonata La battaglia (Battaglia a 9), que consta de 9 movimientos. Compuesta en 1673, su versión original es para 3 violines, 4 violas, 2 violones y 2 continuos. Debido a que el grupo no posee instrumentos barrocos originales, se ofreció una versión por todo el conjunto, pero usando algunos recursos para que tratara de sonar lo más fidedignamente posible acorde a la partitura original (Ej.: golpes con los pies para marcar el compás por parte de los músicos en los presti y allegri con brio; frotes con los arcos  para lograr efectos metálicos cercanos al puente de los instrumentos e interponer un papel entre las cuerdas del contrabajo para lograr un sonido un  poco más áspero). Para esta cronista fue una sorpresa total, debido a que hay pasajes de la misma que son muy similares a la música de folkedans escandinavo o al ceilidgh celta- irlandés –algo casi imposible de imaginar en una obra barroca- . Naturalmente, sonó muy bien y fue muy aplaudida y bien recibida por el público.
            Por último, la orquesta ofreció una obra romántica y de envergadura: la Serenata para cuerdas en Do mayor, Op. 48 de Piotr I. Tchaikowsky (1840- 1893). Compuesta en 1880, consta de 4 movimientos: Pezzo in forma de sonatina- Andante non troppo- Allegro moderato (Do mayor)/ Valse. Moderato- Tempo di valse (Sol mayor)/ Elegia- Larghetto elegiaco (Re mayor)/ Finale- Andante- Allegro con spirito (Do mayor). Como en casi todas sus obras, Tchaikowsky incorpora temas folklóricos rusos en el último movimiento (“Bajo el manzano verde”) y lo desarrolla en el mismo tono con el que se inicia la obra. La agrupación supo darle su impronta personal, ya que sonó muy romántica y fiel a la partitura original. Mandrafina demostró en escena su amplia formación en el repertorio de cámara, ofreciendo una versión luminosa y equilibrada. Y el público presente supo elogiar la labor realizada por el conjunto con un  fuerte y cálido aplauso. Y hubo tiempo para ofrecer un bis: una versión para cuerdas del tango Por una cabeza, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera –hay que recordar que El Mudo fue alumno de dicho colegio-, de modo que también se le rindió homenaje a la institución que cobijó a los músicos.
            Una espera que estos jóvenes valores puedan seguir desarrollando su arte en el futuro, ya que brindaron un concierto de excelente calidad en el ámbito de una institución no oficial, que afortunadamente, abrió sus puertas al público. Ojalá que se repitan muchos emprendimientos de este tipo y que las autoridades de los organismos oficiales puedan apoyar a estos grandes talentos: ya sea brindándoles apoyo económico, o permitirles presentarse sobre algún escenario de alguna institución dependiente de su jurisdicción. Y que asimismo, los escenarios que hoy están vacíos e inutilizados puedan llenarse de artistas en el futuro.


APOSTAR POR EL ARTE

Concierto de Re-apertura del la Sala Profesor Roberto Gustavino del Teatro del Colegio Pío IX de Buenos Aires. Presentación del Ensamble 4 40, Director: Ignacio Mandrafina. Programa: Obras de Williams, Biber y Tchaickovsky. 22 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Hablar del Colegio Pío IX, es referise a un ícono de la educación en la República Argentina. E indisolublemente es remitirse también a las huellas que los miembros de la orden Salesiana y San Juán Bosco en particular dejaron a lo largo del País, pero fundamentalmente desde Buenos Aires hacia la Patagonia toda. Si bien siempre se hace referencia al hecho de que sus dos alumnos más notables han sido el Presidente Constitucional Dr. Arturo Humberto Illia y el Zorzal Criollo Carlos Gardel, no es menos cierto que desde lo anónimo centenares de alumnos adquirieron conocimientos, egresaron, siguieron carreras terciarias de importancia y ocuparon posiciones trascendentes dentro de los esquemas laborales de hoy en día. Sea por la calidad de la enseñanza, por los ámbitos edilicios en los que se brinda la misma y por la capacidad de sus cuerpos docentes, el Colegio Industrial Pío IX trasciende a Almagro, a Buenos Aires y a la Argentina toda.

    En su cuerpo docente figura Ignacio Mandrafina, de quién nos refiriéramos el año pasado como titular del Ensamble 4 40 y como violinista. Batallador como pocos en estos tiempos difíciles, gestiona este conjunto que solventa en parte sus gastos a través del Mecenazgo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Su  inquietud lo lleva también a llevar adelante el “Proyecto Orquesta” por el cuál los Alumnos del Pío IX que lo deseen podrán aprender instrumentos de la Orquesta y si la convocatoria surte el efecto deseado, poder conformar una Orquesta Clásica. El Pio IX cuenta con la Sala Profesor Roberto Gustavino para Ello. Es una sala de clásico corte “Alla Italiana” aún cuando ahora esté revestida en sus cielorrasos con paneles de aislación acústica. Un escenario de gran boca y aceptable profundidad, instalaciones de camarines en su subusuelo y, lo ms importante, hasta un foso pequeño evidentemente pensado para conjuntos de cámara, con lo que  quienes participaron del diseño de la sala lo hicieron  tomando el Teatro Musical como forma de elevación cultural y espiritual del alumnado. Ignacio Mandrafina tuvo la visión suficiente como para proponer a las autoridades del Colegio la puesta en valor de ese espacio, abriendo a la comunidad el mismo, lo que seguramente obrará como disparador para que quienes tengan proyectos serios y se adecúen a la sala, puedan llavar a cabo sus realizaciones.

  La reapertura formal tuvo lugar con un concierto en donde Mandrafina unió sus dos pasiones, la Sala Gustavino y su Ensamble 4 40 como protagonista. Y lo hizo con un programa compuesto por obras para Orquesta de Cuerdas armado con inteligencia y muy buen gusto.

   Con “A Prayer For Peace” (Una plegaria por la Paz) de John Williams, que integra su banda de sonido compuesta para la película “Munich” que recuerda la horrorosa matanza de atletas Israelíes a manos de un comando Palestino durante los Juegos Olímpicos de 1972, se inició el concierto. La formación lució completamente amalgamada, con una gran profundidad de sonido y la acústica del especio es irreprochable.

  Gracias a la invectiva de Mandrafina a la hora de formular la programación, tuvimos oportunidad de conocer música de Heinrich Biber, compositor Austriaco (Hoy sería Checo ya que su lugar de nacimiento fue en Bohemia). Nacido en 1644, cultivó el barroco y sus obras son de marcada índole religiosa ya que ejerció cargos para Obispos y la Nobleza, llegando a su momento cumbre en Salzburgo, ciudad en la que falleció. “Battaglia a 9” es una obra suya que vista hoy tuvo momentos de avanzada por el trabajo de sonoridades en las que han abrevado muchos compositores actuales. El uso de golpes con los pies por parte de los músicos (piense Ud. En los calzados del mil seiscientos y la sonoridad que allí se encontraba era mayor que la que ya provocan los músicos hoy). Otra sorpresa es el empleo de un contrabajo al que se le coloca una hoja de papel entre sus cuerdas y la caja de resonancia del mismo. Pensemos entonces en las obras de hoy para instrumentos preparados. No cabe duda que las invenciones de esa época fueron fermento para los creadores actuales. La versión fue de excelencia, aún cuando siempre hago la salvedad de mi preferencia por los instrumentos a la usanza de época, lo que aviva ahora aún mas mi interés por escuchar a este creador con una formación de ese tipo. El mérito exclusivo es del Director por su inclusión y su revelación.

  Previo a “Battaglia….”, un percance en el violín del guía de segundos violines retrasó el inicio de la interpretación ,por lo que ese espacio se cubrió con lo que iba a ser el primer “Bis” de la noche y consistió en un arreglo solo para cuerdas del primer tema del segundo movimiento (Poco Allegretto) de la Sinfonía Nº 7, Op. 92 en La mayor de Beethoven. A partir de la flamante Concertino, Nelly Guevara (Integrante de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y ahora brazo derecho del joven Director), la agrupación desgranó una sentida interpretación que logró llevar a pleno la tensión que ese pasaje requiere, siendo aplaudido muy efusivamente ese fragmento ofrecido por la concurrencia.

  La obra de fondo fue un verdadero “Pezzo Grosso” y se trató de la Serenata para Cuerdas, Op. 48 de Tchaickovsky. Intensa, delicada, con altísimo refinamiento y un final pleno de enjundia. El 4 40 y su Director brindaron al público una versión de altísima calidad. Que pudieron existir algunos pequeños desajustes, pasa hasta en los grupos mas profesionales, pero no debe dudarse en modo alguno de la honestidad, la seria intención y la entrega absoluta del Director y todo el Conjunto. La efusiva y sentida ovación del público fue contundente.

  Y hubo lugar para “una más”, y fue el arreglo para Orquesta de Cuerdas de “Por Una Cabeza” de Gardel y Le Pera, magníficamente llevada. Seguramente ”Desde arriba” y apreciando lo que en su escuela ocurría, “El Morocho” volvió a sonreír. ¿Habrá cantado ahí junto a sus compañeros?

Donato Decina

viernes, 21 de junio de 2019


EL CRECIMIENTO DE UNA NOTABLE DIRECTORA

Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, Directora Invitada: Lucía Zicos. Solistas: Lucrecia Jancsa (Arpa), Armonía Opus Trío (María Marta Ferreyra (Fagot), Fanny Suarez (Piano), David Lheritier (Clarinete). Programa: Obras de Zorzi, Montero, Herrerías y Gómez Carrillo. CCK-Sála Sinfónica, 21 de Junio de 2019.

NUESTRA OPNION: MUY BUENO.

  Muchas veces Ud. Como espectador/oyente y en mi caso como cronista nos preguntamos el por qué no se incluyen más seguido determinadas obras de compositores Argentinos, como así también de autores Nacionales actuales con los que se siente alguna clase de identificación. Pues bien, mucho de esto ocurrió en este concierto, en donde la Filiberto una vez más dió prueba de sobradas personalidad y valía, afrontando un programa compuesto por notables creadores Argentinos y otros que pretenden serlo y van camino a ello.

  El concierto fue confiado a Lucia Zicos, reciente premio Estímulo de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina. Oriunda de Avellaneda, interprete de Viola, prosiguió sus estudios de Dirección Orquestal bajo la guía de Guillermo Scarabino en la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la U.C.A., en la que hoy es catedrática de la misma. Formadora de una Orquesta Joven en Avellaneda, asistente de la hoy Academia Orquestal del Teatro Colón, comenzó a recorrer un extenso camino de casi dos décadas como conductora. Muchos de Uds. recordarán su concertación de “Loreley” de Alfredo Catalani para la Casa de la Opera de Buenos Aires en el Teatro Avenida lógicamente con Adelaida Negri en el protagónico. Días atrás se presentó en los Conciertos del Mediodía del Mozarteum estrenando una Obra de Cláudia Montero, de la que también se escuchó una obra suya en este concierto y que el próximo 27 estrenará otra más, encargo de la Filarmónica en el Colón.

Justamente si hubo una arista saliente en esta velada fue el crecimiento de Zicos como interprete. Guió con inteligencia, con plena expresividad gestual y logró del conjunto respuestas por momentos formidables. Su entendimiento con todos los solistas participantes de la programación fue total y todas las versiones tuvieron pleno equilibrio.

 Una obra por muchísimo tiempo ausente de los atriles de Ntras. Principales orquestas es “Música para Calesita” del inolvidable Juan Carlos Zorzi. Obra que es una invitación a recordar los tiempos “de Pibe”, pinta como pocas aquel Buenos Aires de los Años cincuenta del pasado siglo y el ritual de concurrir a la calesita de la plaza los fines de semana. Por momentos descriptiva, por momentos melancólica. Orquestada para vientos y percusión a partir de su original para dúo de pianos, Zicos logró llegar hasta el fondo de la página con total autoridad. Los integrantes de la Filiberto lucieron ajustados en todo momento. En la Obertura (Primero de los cuatro números del trabajo que se repite al final como cierre), algún bronce sonó de manera despareja, cosa luego corregida en la mencionada repetición final

  Dentro de los tres compositores que últimamente presentan trabajos de modo continuo, Claudia Montero se encuentra entre Ellos. Aquí la Filiberto presentó ”Mágica y Misteriosa Buenos Aires”, un concierto para Arpa y Orquesta de Cuerdas dedicado a Floraleda Sacchi. Lucrecia Jancsa, la extraordinaria Arpista Argentina, solista de la Sinfónica Nacional, asumió la interpretación de su instrumento. Tres son sus movimientos, el primero un Risoluto de estilo claramente “Piazzoleano”, un “Molto Espressivo” muy llamativo, de corte clásico, tomando como molde la Orquesta típica de los años cincuenta, aún cuando si hubiese que dar un nombre, yo me acercaría al de Raúl Garello, el que si bien tuvo su esplendor por los años setenta, su formación remite a los años cincuenta justamente. El “Preciso” que cierra la obra se inicia de manera vertiginosa para luego recapitular con el Risoluto inicial. Obra muy bien escrita, encontró en Jancsa a la interprete ideal. Tuvo magnífica sonoridad, lirismo, delicadeza y los pasajes más comprometidos  los abordó con limpieza de sonido absoluta. Tuvo en Zicos a una aliada con la que mantuvo un ida y vuelta permanente. Las Cuerdas de la Filiberto a partir de Brigitta Danko su Concertino Titular hasta el último instrumentista dieron brillante respuesta con pasajes de bellísimo sonido.

  Luego fue el turno para el Armonía Opus Trío que integran María Marta Ferreyra en Fagot, Fanny Suarez en Piano y David Lheritier en Clarinete, quienes junto a la Orquesta estrenaron el concierto que para Este Conjunto y Orquesta compusiera Mario Herrerías, lamentablemente fallecido el año pasado. Se trata de una muy interesante composición en un solo movimiento que trasunta un cierto aire “Bartokiano” en su inicio, la que va virando a rasgos inconfundiblemente porteños con un inteligente tratamiento de la Orquesta y una interesante escritura para el Trío solista.El Armonía Opus Trío se “floreo” en la interpretación, sentido homenaje que efectuaron al Compositor. Zicos logró llevar a la interpretación a un justo equilibrio, ganando todos aquí el mayor aplauso de la noche, lo que motivo que el Conjunto Solista brindara el arreglo de José Bragato de “Tres Munitos con la Realidad” de Astor Piazzolla a modo de Bis.

  El cierre trajo a los atriles “Fiesta Criolla” de Manuel Gómez Carrillo. En mi caso particular, debí escuchar esta obra en el Colón y por la Filarmónica de Buenos Aires hace ya 36 años como homenaje al compositor de quién en ese año se cumplia el Centenario de su nacimiento. Aparentemente un problema de material de orquesta impidió que sea interpretada. Lo cierto es que hasta esta velada, jamás tuve oportunidad de escucharla. Es un trabajo en cuatro movimientos, el que tiene en comun con el inicial de Juán Carlos Zorzi y también con la Obra de Claudia Montero, que repite al cierre su número inicial, el que recrea el clima festivo en el Interior de Nuestro País. Gómez Carrillo pintó como pocos a Santiago del Estero (Paradojas del destino, ese mismo año del centenario de su nacimiento la “Rapsodia Santiagueña” fue interpretada por la Sinfónica Nacional bajo la Dirección de…..Juan Carlos Zorzi).  Zicos logró llevar la expresividad al máximo, logrando que la Orquesta se soltara por completo y luciera cómoda a lo largo de toda la obra. Ha logrado un crecimiento interpretativo extraordinario y es de esperar que podamos verla mas a menudo dirigiendo. Sin duda lo merece.

Donato Decina


Recital de Elina Garanca
El pasado miércoles 19 de junio, se presentó por primera vez en el Teatro Colon, la mezzosoprano letona Elina Garanca, una de las grandes figuras de le lírica actual.
A sala colmada, Garanca supo ganarse el favor del público ofreciendo un programa variado y con algunas licencias.
Sin duda alguna, esta artista tiene todas las condiciones, que en estos tiempos, un cantante lírico debe reunir para llegar a esa cima, a las que pocos arriban: buena técnica, soltura escénica, carisma y belleza física.  No obstante, y al igual que otros cantantes actuales de su misma categoría, su arte no está en el decir. Su interpretación pasa más por lo visual (gestos, movimientos, actitudes), que por lo que pueda transmitir con el canto, (emoción, sentimiento, expresividad). Su voz es bella y generosa en la zona aguda y  central; no lo es tanto en los graves, que desdibujan un poco la homogeneidad de todo su registro. Lo que explica que se la oyera tan bien en un aria para soprano;  “Io son l’umile ancella”, de la Adriana Lecouvreur de Cilea, y en “No puede ser” de La tabernera del puerto, de Sorozabal, escrita para tenor.
Se lució en los fragmentos de Carmen, de Bizet, obra que le ha cantado en los teatros más importantes del mundo. Eficientes, pero no deslumbrantes fueron su interpretación de las arias de Cavalleria Rusticana, Sanson y Dalila y el aria para el personaje de La princesa de Bouillion, de Adriana Lecouvreur.
Radicada en España, Elina Garanca habla perfectamente el idioma español, lo que le permite abordar las romanzas de zarzuela que cantó con perfecta dicción (“Canción de Paloma”, de El Barberillo de Lavapiés, de Asenjo Barbieri; “De España vengo”,de El niño judío, de Luna, en los bises, “Carceleras”, de Las hijas del Zebedeo, de Chapí, y la ya mencionada Tabernera del puerto), aunque sin la gracia española que es propia de ese género.
Muy bien cantado y festejado por el público, fue su interpretación de “El día que me quieras”, de Gardel y Le Pera.  Cerró su participación con “Granada” de Agustín Lara, que también fue muy bien recibida.
Acompañó a la cantante, la OFBA, dirigida por el maestro Arturo Diemecke, que interpretaron sin mayor lucimiento, y hasta con algún abucheo, la Obertura de “Orfeo en los infiernos” de Offenbach, la “Bacanal” de Sanson y Dalila, de Saint Saens y el Preludio, de Carmen, de Bizet.
En resumen, un buen concierto de una artista importante de esta era audiovisual.


jueves, 20 de junio de 2019


Maravilloso recital de Elina Garanca en el Colón

DERROCHE DE BELLEZA, GRACIA Y CANTO SOBRE EL ESCENARIO
Martha CORA ELISEHT

            Dentro del Ciclo de Grandes Intérpretes Internacionales ofrecido por el Teatro Colón, finalmente se produjo el tan ansiado debut en el escenario de nuestro mayor coliseo de la mezzosoprano letona Elina Garanca el pasado miércoles 19 del corriente junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Enrique Arturo Diemecke. 
            Es la primera vez que esta gran artista visita la Argentina y hubo temor de que su recital se suspendiera como consecuencia de un problema de salud que tuvo lugar hace aproximadamente 3 semanas atrás –fractura de dos costillas- , lo que obligó a la cantante a cancelar varias de sus actuaciones en Europa. Afortunadamente, confirmó su presencia y ofreció un repertorio donde demostró sus excelentes cualidades vocales, además de exhibir su belleza y su increíble simpatía, lo que le valió el cariño y el aplauso del público asistente. Y, como no podía ser de otra manera, al estilo de las grandes noches de Colón, con el cartel de “LOCALIDADES AGOTADAS” ante un teatro atiborrado de gente.
            El programa comprendió las siguientes obras: Obertura de “Orfeo en los Infiernos” de Jacques Offenbach (1819-1880); “Voi io sapete” de “CAVALLERÍA RUSTICANA” de Pietro Mascagni (1863-1945); las arias “Io son l’umilde ancella” y “Acerba voluttá” de “ADRIANA LÉCOUVREUR” de Francesco Cilea (1866-1950); la Bacanal y el aria “Mon coeur s’ouvre à ta voix”  de “SANSÓN Y DALILA” de Camille Saint- Saëns (1835-1921); la Danza Española n° 1 de “LA VIDA BREVE” de Manuel De Falla (1876-1946); la Canción de Paloma de la zarzuela “EL BARBERILLO DE LAVAPIES” de Francisco Asenjo Barbieri (1823-1924); la Canción Española de la zarzuela “EL NIÑO JUDÍO” de Pablo Luna Carré (1879-1942) y tres fragmentos de “CARMEN” de Georges Bizet (1838-1875): el célebre Preludio, la Habanera y la Chanson Bohême (Les tringles des sistres tintaient).
            Dentro de los festejos por el bicentenario del nacimiento de Offenbach, la Filarmónica volvió a ofrecer una magnífica versión de la Obertura de “Orfeo en los Infiernos” –ya la había interpretado el pasado jueves 13 del corriente en la Usina del Arte, bajo la dirección de Gustavo Fontana-. En este caso, hubo un muy buen trabajo de preparación previa y los pasajes que marcan el descenso del protagonista al infierno para salvar a su amada Eurídice estuvieron perfectamente bien logrados, al igual que el excelente solo de violín ofrecido por el concertino Pablo Saraví antes del vals, donde posteriormente se amalgama la orquesta. La versión de Diemecke se caracterizó por estar absolutamente equilibrada, sonando sin excesos –tanto en el staccato que precede al celebérrimo can-can como al final de la misma-.
            Tras los aplausos, Elina Garanca hizo su aparición sobre el escenario y recibió una ovación de vítores antes de comenzar a cantar. Lo hizo con el aria de Santuzza “Voi io sapete” de CAVALLERÍA RUSTICANA. Y no sólo demostró sus dotes vocales, sino también, actorales, brindando una magnífica versión de la protagonista al sentirse traicionada por Turiddu. Su voz sonó muy potente en los momentos de más hondo dramatismo, pero a la vez, cálida y con excelentes matices. Tras la misma, el público estalló en aplausos. Garanca siguió con el aria de Adriana “Io son l’umilde ancella”, que si bien el rol protagónico corresponde a una soprano, también puede ser cantado por una mezzosoprano. No es fácil cantar dos arias de una ópera tan célebre como ADRIANA LÉCOUVREUR para dos registros de voz diferentes, pero Elina Garanca lo hizo. Posteriormente a su intervención en el aria de SANSÓN Y DALILA (“Mon coeur s’ouvre à ta voix”), cantó el aria de la Princesa de Bouillon (“Acerba voluttá”), donde se desespera ante el temor de ser descubierta por amar a Mauricio (Conde de Sajonia quien, a su vez, está enamorado de Adriana). Y lo hizo con singular delicadeza y maestría –tanto desde el punto de vista vocal como actoral-, interpretando ambos roles, lo que fue doblemente meritorio. También brindó una soberbia versión de Dalila en el aria anteriormente mencionada, con un excelente acompañamiento por parte de la orquesta, donde los instrumentos solistas tuvieron su momento de gloria. Las intervenciones de Mariano Rey y Eloy Fernández Rojas (clarinete solista y requinto, respectivamente) fueron estupendas, al igual que las de Michelle Wong (corno inglés) y Néstor Garrote (oboe). También tuvieron una destacada actuación Gertrud Stauber (fagot),  Fernando Chiappero (corno), Daniel Marcel Crespo (trompeta) y las arpistas María Cecilia Rodríguez y Lucrecia Jancsa –contratada especialmente para esta ocasión-. Sin embargo, la versión de la célebre Bacanal no tuvo el brillo ni la homogeneidad sonora que el público esperaba.  Por más que hubiera cambios en los principales solistas de los diferentes grupos de instrumentos respecto de la excelente versión ofrecida la semana pasada, hubo ciertos errores (una pifia en los cornos, que se sintió) y algunos desacoples. Hacia el final, donde la orquesta desemboca en un tutti frenético apoyada por la percusión, se notó cierto exceso en la marcación de los tempi. Es bien conocida la tendencia de Diemecke de exacerbar los forti y dar finales con mucho ímpetu y no fue la excepción. Fuera de ese detalle, fue lo único que opacó la muy buena labor desempeñada por la orquesta.   
            Con excepción de CARMEN –criatura francesa por excelencia y antonomasia, pese a que se encuentra ambientada en España-, Elina Garanca eligió un repertorio íntegramente español, compuesto por arias de zarzuelas para la segunda parte del recital. Previamente, la Filarmónica ofreció una muy buena versión de la Danza Española n° 1 de “LA VIDA BREVE” de Manuel De Falla, caracterizada por su equilibrio sonoro y por ser brillante pero, a su vez, delicada. La mezzosoprano apareció vestida con una blusa blanca y una falda larga y amplia de color rojo –muy apropiada para su interpretación de Carmen- y encarnó a la protagonista de “EL BARBERILLO DE LAVAPIES” (Paloma) con un derroche de buen canto, gracia y soltura escénica. Y la orquesta supo suplir perfectamente en forma instrumental las partes donde canta el coro en la obra original, dando un marco sonoro perfecto para el lucimiento de la mezzosoprano. Particularmente, quien escribe no recuerda una versión tan perfecta de esta aria desde aquel estupendo recital de Teresa Berganza en 1992 –cuando visitó por última vez el Colón-. Lo mismo sucedió con la bellísima Canción Española de “EL NIÑO JUDÍO”, donde Garanca demostró ser una estupenda cantante de zarzuela. Radicada en España desde hace muchos años y casada con un director de orquesta gibraltareño, domina el castellano a la perfección. Pero además, brindó su interpretación con garbo, gracia y salero característicos, que dejó traslucir a través de su voz. Si se tiene en cuenta que no es nativa –a diferencia de dos grandes intérpretes de ese rol, como lo fueron Teresa Berganza y Montserrat Caballé- , es mucho más meritorio. Naturalmente, el público la ovacionó al final de la misma. Posteriormente, la Filarmónica brindó una magnífica versión del Preludio de CARMEN y antes de que finalizara el mismo, Elina Garanca apareció sobre el escenario con su imponente presencia para cantar la célebre Habanera que marca la entrada de la protagonista. Su versión fue magistral en todos sus aspectos: dotes histriónicas, cualidades vocales, soltura y dominio escénico. Tras los consabidos aplausos, se sentó sobre el podio mientras la orquesta interpretaba los acordes iniciales de la Chanson Bohème –muy buena actuación de Gabriel De Simone y Gabriel Romero en flautas, al igual que el pizzicato en las cuerdas-.  Cuando Garanca comenzó a cantar el primer renglón del aria (Les tringles de sistres tintaient), su excepcional voz fue creciendo a medida que la melodía se desarrollaba en forma frenética. Se puso de pie en la segunda de las tres estrofas que componen la misma para interpretar su rol de manera impecable hasta que, al final, dio pasos de baile agitando su amplia falda roja. Y provocó una ovación generalizada, que se vio coronada por un hecho que hacía mucho que no sucedía en el Colón: llovieron ramos de flores que el público arrojó desde los palcos avant- scène de Tertulia, que la letona supo recibir, atrapar en el aire y agradecer.
            Luego de los aplausos al final del recital, Elina Garanca pidió hacer silencio y se dirigió al público en un perfecto castellano para anunciar el primero de los múltiples bises que ofreció: el aria Carcelera de la zarzuela “LAS HIJAS DEL ZEBEDEO” del compositor valenciano Ruperto Chapí. Es uno de sus roles predilectos, ya que la cantado en numerosos recitales y estupendamente bien, derrochando gracia y salero sobre el escenario, además de poseer una espléndida coloratura en su voz. Gustó tanto, que se animó a interpretar un aria reservada a los tenores: No puede ser, de “LA TABERNERA DEL PUERTO” de Pablo Sorozábal –inmortalizada por Plácido Domingo- y que encaró con singular maestría. El público estalló en aplausos y pedía más. A esta altura, el romance con el público era total y sorprendió con una exquisita interpretación melódica de EL DÍA QUE ME QUIERAS, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera. La orquesta sonó romántica y brindó un  perfecto acompañamiento para la gran mezzosoprano, que se retiró –una vez más- ovacionada por el público. Y hubo lugar para un bis  más: GRANADA, del mexicano Agustín Lara –otra obra reservada para los tenores, pero ideal para su voz-, donde Garanca brindó una versión sublime, llena de gracia y vocalmente magnífica.
            Al final, se despidió sumamente agradecida, saludando al público y recibiendo los ramos de flores que le brindó un espectador desde la platea. Sorprendió a todos por su simpatía y su calidez y brindó un recital sublime, en una auténtica noche de Colón. ¡Ojalá que la próxima vez sea interpretando un protagónico en una ópera o una zarzuela!
           


VOZ, SAPIENCIA Y OFICIO

Teatro Colón, Temporada 2019, Abono de Grandes Intérpretes Internacionales: Recital de la Mezzosoprano Elina Garanca, acompañada por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Enrique Arturo Diemecke. Programa: Obras de Offenbach, Mascagni, Cilea, Saint-Saëns, Falla, Asenjo Barbieri, Luna y Bizet. Teatro Colón. 19 de Junio de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Junto a la tardía llegada a Argentina de Rolando Villazón a fines del mes próximo, gracias a los oficios de Daniel Barenboim, Esta visita de Elina Garanca al Colón completa de algún modo la presencia de las figuras de primer orden mundial en Ntro. País, iniciadas a partir del recordado recital Georghiu-Alagna  y que continuaron con presencias de la talla de Netrebko, Kaufmann y Terfel y sín olvidar que volverá al país Thomas Hampson para esta vez sí cantar en la sala de la calle Libertad. Si evidentemente hay algo que agigantará aún más la leyenda de Ntro. Primer Coliseo, es el hecho de que también las primeras figuras mundiales de la actualidad desean venir a cantar aquí y en El.

  El repertorio que trajo al Colón abarcó sus roles actuales de Opera, mas el agregado de Zarzuela, la que desde hace mas de 20 años cultiva y desarrolla en estos recitales. Entonces tuvimos oportunidad de apreciar la redondez de la zona central de su registro y su estupenda zona grave, virtudes puestas de manifiesto en fragmentos como “Voi lo sapete o`Mamma” de “Cavallería Rusticana” “Mon Coeur s`ouvre a ta voix” de “Samson et Dalila” de Camille Saint-Saëns y, fundaentalmente”Accerba Voluta” , el aria de la Princesa de Boullion de “Adriana Lecovereur” de Francesco Cilea en donde sacó a relucir su temperamento y todas sus condiciones expresivas, lo que provocó la enfervorizada reacción positiva de la concurrencia que la ovacionó mayoritariamente de pié. Fue muy meritoria de su parte la intervención con “Io son l’umille ancella”, el Aria de la Protagonista ( en cambio cerró con la de su contrafigura, escrita para voces de su cuerda). Lo hizo de manera muy delicada con una mezzavoce muy interesante, a la que inteligentemente proyectó para el remate hacia la zona más aguda.

  Su conocicda inclinación por el “Gracejo Español” quedó puesta de manifiesto de manera muy rotunda   a través de todos los fragmentos elegidos de la segunda parte. Una muy correcta “Canción de Paloma” de “El Barberillo de Lavapies” de Francísco Asenjo Barbieri, una soberbia interpretación de “De España Vengo” de “El Niño Judío” Pablo Luna y rematar la parte formal con la “Habanera” y la “Chanson Boheme” de “Carmen” de Georges Bizet, en la que demostró con creces el porque es la Protagonísta del momento para ese título. Lo hizo haciendo gala de su belleza, su sensualidad y una línea de canto exquisita. No será tal vez una voz muy caudalosa, pero sí que hace lo suyo con sapiencia, un gran oficio escénico y ua técnica vocal utilizada con inteligencia para proyectar su voz, tales Estos los rasgos fundamentales que extraemos a modo de conclusión de la presentación de esta notable artista en Ntro. Máximo Escenario.

  En cuanto a la intervención de Enrique Arturo Diemecke y la Filarmónica de Buenos Aires, presentó con su habitual ajuste al conjunto, acompañando con inteligencia, pendiente del más mínimo detalle que Garanca pudiera producir y contó con la concentración de todos los músicos, atentos a la menor indicaión de su Director. Abrieron la noche con la Obertura de la Opereta “Orfeo en los Infiernos” de Offenbach, tal vez a modo de homenaje por el Bicentenario del Nacimiento del creador Germano-Francés, exponiéndola de manera correcta, al igual que al inicio de la segunda parte con la Danza Española Nº 1 o Vals de “La Vida Breve” de Manuel de Falla. Una Obertura de “Carmen”, llamativamente (para lo que es Diemecke) mas lenta de lo habitual. Quiso continuar con el Preludio al primer acto y desembocar en la interpretación de Garanca de la “Habanera”, el espontáneo aplauso del público luego del primero de los fragmentos mencionados lo impidió. Pero llamó mucho la atención de Este cronísta, la reacción extemporánea de un sector del público situado entre Tertulia y Galería que emitió murmullos de desaprobación luego de ofrecerse la “Bacanal” de “Samson y Dalila” de Saint-Saëns, la que daba  el pié a Garanca para el “Mon Coeur…”, mas cuando a mi leal saber y entender, Diemecke presentó el fragmento con la brillantez que la página contiene y en la que el Exterioriza todos sus gestos a la hora de abordarla. ¿Por qué habrá sido?.

  Por supuesto hubieron cuatro bises. Excesivos, tras haber escuchado todo lo que queríamos de Ella y alguno hasta por demás innecesario a mi entender como “El Día que Me Quieras”, pero claro, esa es otra historia.  

Donato Decina

viernes, 14 de junio de 2019


Muy buena performance de la Filarmónica en la Usina del Arte

UNA GRATA Y AGRADABLE SORPRESA
Martha CORA ELISEHT

            El pasado jueves 13 del corriente se presentó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en la Usina del Arte dentro del Ciclo “Divertimentos y Pasiones”, bajo la dirección de Gustavo Fontana y con la participación de Gabriel Alejandro Romero como solista.
            El programa comprendió las siguientes obras: Danza de los Espíritus Benditos y Danza de las Furias de “Orfeo y Eurídice” de Christoph Von Gluck (1714-1787), el Concierto para flauta y orquesta de Carl Nielsen (1865-1931), la Obertura de “Don Giovanni” K.527 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), la Bacanal de “Sansón y Dalila” de Camille Saint- Saëns (1835-1921) y la Obertura de “Orfeo en los Infiernos” de Jacques Offenbach (1819-1880), dentro del marco del 100° aniversario de nacimiento de este último compositor.
            La labor de Gustavo Fontana como director de orquesta es vasta y conocida, ya que ha sido Director Estable de la Orquesta Sinfónica de  Bahía Blanca (hasta 2014) y de la Filarmónica de Mendoza (hasta 2018), además de poseer una vasta trayectoria en el país y en el exterior. Fue trompetista de la New York Youth Symphony y de la Filarmónica de Israel, bajo la dirección de Zubin Mehta (1993). Posteriormente, se especializó en dirección orquestal con Cristóbal Soler y Charles Dutoit. En este caso, se destacó por su excelente marcación de los tempi y por su temperamento. Pero no sólo fue una sorpresa el orden en que fueron ejecutadas las obras, sino la excelente labor desempeñada por el joven flautista Gabriel Romero. Nació en Jujuy en 1992 y comenzó sus estudios como integrante del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles. Posteriormente, completó su formación en la Escuela Superior de Música de Salta y tomó clases magistrales con prestigiosos instrumentistas,  hasta que en 2008 fue becado para participar de la 1° Jornada de Capacitación Orquestal en el Centro Académico Infantil de Montalbán y en la Orquesta Juvenil “Simón Bolívar” de Venezuela. En 2012 egresó del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde estudió flauta con Claudio Barile y Jorge de la Vega y, a partir de este año, ganó el cargo por Concurso como 2° flauta en la Filarmónica de Buenos Aires.
            El hecho de haber invertido el orden de ejecución de las obras –Fontana tocó en primer lugar, la Obertura de “Don Giovanni” de Mozart y siguió con la Danza de los Espíritus Benditos de “Orfeo y Eurídice” de Gluck- dio lugar a dos cosas: que la música fuera in crescendo durante la primera parte del concierto y que el solo de flauta de la consabida obra de Gluck fuera ejecutado por Gabriel Romero. La interpretación de la célebre obertura de Mozart fue perfecta desde el principio hasta el final, con muy buenos matices y una perfecta marcación de los tempi, tal como se mencionó anteriormente. Tras los aplausos, Fontana y Romero ofrecieron una versión dulce y romántica de la Danza de los Espíritus Benditos, donde la célebre Melodía estuvo a cargo de la flauta solista –iba a ser ejecutada por Jorge de la Vega, quien prefirió que su discípulo se llevara los laureles a último momento, en una entrevista exclusiva ofrecida a quien escribe-. Seguidamente, la orquesta ofreció una soberbia versión de la Danza de las Furias de “Orfeo y Eurídice”, destacándose por el perfecto equilibrio sonoro y por su expresividad. Dicho de otra manera, Gustavo Fontana hizo brillar a la Filarmónica antes de finalizar la primera parte del concierto, que brindó otra sorpresa: el Concierto para flauta y orquesta de Carl Nielsen, que no estaba contemplado en el programa original. (En el programa general de la Temporada estaba previsto el Gran Danzón para flauta y orquesta del compositor cubano Paquito D’Rivera, que fue posteriormente reemplazado por la obra de Nielsen). Esta obra fue compuesta en 1926 para el flautista Holger Gilbert- Jespersen, quien fuera integrante del Quinteto de Vientos de Copenhague y quien asimismo lo estrenó durante el transcurso de ese mismo año. Consta de dos movimientos: Allegro moderato y Adagio ma non troppo/ Allegretto, donde aplica su característica tonalidad expansiva (arranca en Re menor, pasando por la tonalidad de Mi bemol menor para terminar con la flauta solista en Fa mayor, a fin del 1° movimiento) y también posee tanto reminiscencias de su ópera “Maskarade” como de la 3° Sinfonía (“Espansiva”). En cambio, el 2° movimiento comienza con un Poco allegretto a cargo de la flauta solista, en diálogo con oboes, clarinetes, fagot y trombón bajo, para luego desembocar en un  rubato y ostinato que caracterizan el Adagio ma non troppo, con un magnífico cantabile a cargo de la flauta solista. La versión  ofrecida por Fontana fue más compacta y académica que la ofrecida por Bernhard Wulff con la Sinfónica Nacional en Mayo de este año, destacándose por la pureza de su sonido y por la magnífica cadencia del instrumento solista. Los trinos, arabescos y arpegios de Gabriel Romero fueron estupendos. Asimismo, también logró muy buenos diálogos con los diferentes instrumentos: sobre, todo, un excelente contrapunto con las cuerdas y metales a fines del 1° movimiento y con el fagot, oboe y clarón en el 2° movimiento. La interpretación del trombón solista en escala descendente hacia el final de la obra fue muy buena y merece un comentario aparte la labor del timbalista Juan Ignacio Ferreiros, quien cerró perfectamente la misma. Por ende, el público estalló en aplausos.
            Para la segunda parte del concierto, Gustavo Fontana abrió el juego con la célebre Bacanal de “Sansón y Dalila”, donde Néstor Garrote ofreció un solo de oboe perfectamente afiatado para seguir a todo ritmo con la orquesta. Tanto las cuerdas como las maderas, los metales y la percusión se unieron para brindar una versión muy temperamental, caracterizada por su luminosidad y equilibrio sonoro. Lo mismo sucedió con la Obertura de “Orfeo en los Infiernos” de Offenbach, donde los efectos sonoros narran perfectamente el descenso de Orfeo para rescatar a su amada Eurídice de la muerte. Estupendo el solo de violín que representa al protagonista – a cargo de Pablo Saraví- que, posteriormente, se amalgama con el resto de la orquesta en un vals que se caracteriza por su refinamiento y exquisitez sonora. La obra culmina con el staccato que precede el celebérrimo can- can con el que se cierra la misma. En este caso, la Filarmónica se lució en un final brillante –tanto de la obra de Offenbach como del concierto-, donde Fontana y los músicos se retiraron ovacionados.
            Con excepción de la obra de Nielsen –caracterizada por ser de vanguardia- , el resto de las piezas comprendidas en el programa se correspondió plenamente con el título del Ciclo.  Y el hecho de invertir el orden de las obras fue sumamente inteligente, ya que los divertimentos y pasiones fueron claramente de mayor a menor, lo que permitió el lucimiento tanto de la orquesta como del solista. Ha sido una grata y agradable sorpresa poder descubrir a un músico joven y talentoso, al igual que escuchar por segunda vez consecutiva en el año una obra que rara vez se incluye en los programas de conciertos. 


miércoles, 12 de junio de 2019


DESARROLLO INTERIOR

Ciclo de Música Contemporánea 2019 del Teatro Nacional Argentino-Teatro Cervantes. Actuación del Colectivo Artístico “Suono Mobile Argentina”, Dirección: Juán Carlos Tolosa. Programa: Obras de Giecco, Spinelli, Maierhof y Luján. Concierto en Colaboración con el Ciclo Ensambles de la Licenciatura en Música de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Director de la Licenciatura: Gabriel Valverde. Productor Artístico del Ciclo Música para Ensambles: Fernando Manassero. Curador del Ciclo de Música Contemporánea: Sebastián Tellado. Sala Piso 11, 11 de junio de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Y la Sala vuelve a cobrar vida. La vieja sala del Piso 11 del Teatro Nacional Argentino- Teatro Cervantes, en la que ensayaban los Organismos de Música de Cultura de la Nación se ocupa con público dispuesto a recibir los sonidos de creadores actuales de música Argentina. Merced a la inquietud de Sebastián Tellado, tres fechas de este año dan pié a que el público reciba las páginas de noveles y consagrados compositores y conocer, como en este caso, a gente “de tierra adentro” . “Suono Mobile Argentina” es un colectivo musical inspirado en su homónimo Alemán creado por el  compositor Christof Löser. Si bien reconoce como guía en los conciertos a Juan Carlos Tolosa, sus integrantes abarcan todas las disciplinas de la música. Serán instrumentistas de viento o cuerdas, pero también percusionistas, operarios de motor, se acoplarán al trabajo junto a la computadora, armarán el conjunto y nos entregarán plenos momentos de su arte. Bajo el título de “Ensayo de lo Común” Siete composiciones de diversa duración se fueron desgranando sin intervalo  por espacio de 1 hora y 30 minutos. Tres compositores Argentinos (todos los cuales ofrecieron estrenos) y uno extranjero (Con una primera audición Argentina), fueron puestos a consideración del auditorio, el que fue dispuesto en círculo en el centro de la sala.

  Vayamos entonces a las novedades escuchadas, de Nicolás Giecco pudieron apreciarse 4 breves composiciones llamadas “Relicario”. De una suma mayor de los mismos se escucharon los números 14, 12, 11 y 4, todos en carácter de Estreno.
Las instrumentaciones cuentan con Clarinete, Violín, Viola y Contrabajo (Nº 14), Flauta. Clarinete, Saxo Alto, Sintetizador y Samples (Nº 12). Flauta Piccolo, Violín, Contrabajo y Samples (Nº 11) y Clarinete Bajo, Ad hocs y Samples (Nº 4).

  Todas estas composiciones fueron interpretadas cada una en lugares distintos de la sala. El trabajo de las sonoridades, desde los “pianissimi” más imperceptibles, hasta los ascensos y descensos melódicos y hasta los silencios, llevados por el Director Tolosa con mano maestra, hacen que el espectador permanezca  totalmente concentrado durante las interpretaciones.


  De Eduardo Spinelli se pudo apreciar “Abuse Of Power comes as no surprise”, una contundente obra, en donde la percusión interpretada mediante perfiles metálicos cromados, botellas y madera, es acompañada por contrabajo y música emitida desde soporte de computación. Son series de sonidos que se van trabajando, separados por secuencias de silencios. Llevan todos diferente duración y una progresión llamativamente ascendente. El efecto es paulatinamente demoledor.

  Las dos obras centrales de la noche fueron “Specific Objects” de Michael Maierhof. En la que seis instrumentistas con motores sobre readymades, dispuestos en distintos sectores de la sala, ven desarrollando las sonoridades, acompañados por sonidos  emitidos desde dispositivos computados, además de emplearse objetos hogareños con los cuales se efectúa percusión. Es una construcción muy inteligente, llevada a cabo por los interpretes de modo insuperable. Algo más de quince minutos en los cuales uno debe estar atento para percibir desde cual sector de la sala proviene la nueva sonoridad.

   “Alzado de las Nuevas Ruínas (1782 nuevas ruínas) alzado de las nuevas ruinas” es el título de la otra composición central, debida a Lucas Luján. Lleva Flauta, dos Clarinetes, Clarinete bajo, Violín, Viola, Contrabajo y percusión. Dividida en varios números es una progresión de ascensos, descensos, y desarrollos musicales. Muestra un estupendo trabajo de la sonoridad y de los recursos tímbricos, en donde los instrumentistas retornan al centro de la sala, como retornando al origen, poniéndole con ello rúbrica a una labor digna del mayor elogio.

  De la mano del instrumento de “partida” haremos justicia detallando a los integrantes de “Suono Mobile Argentina”: Cecilia Ulloque (Flauta), Eduardo Spinelli (Clarinete), Juliana Rufalia (Violin), Gustavo Aziczon (Contrabajo), Emilio Chavesta (Sampler); Lucas Luján (Violín), Daniel Halaban (Clarinete) y Nicolás Giecco (Electrónica). Y todos bajo la guía de Juan Carlos Tolosa. Será estricta justicia el verlos a menudo por aquí.

Donato Decina