jueves, 31 de marzo de 2022

 

Aula Magna USM: triunfal retorno presencial…

                                     Por Jaime Torres Gómez

 

Ante la dramática inactividad de los principales espacios para conciertos en la Región de Valparaíso, felizmente se dio un punto de inflexión tras la reapertura del Aula Magna de la Universidad Federico Santa María, el sábado 26 de marzo.

 

Lo anterior llega en un contexto donde la región aún no logra nivelarse (proporcionalmente) a lo ofrecido en Santiago y otras regiones, luego de rearticularse la actividad de espectáculos en pandemia. Esto, en buena parte, ante la escasez de espacios para una completa seguridad sanitaria conforme los estándares exigidos, no obstante la creciente flexibilidad de aforos.

 

Por otro lado, ha existido desidia en autoridades de ciudades gravitantes como Viña del Mar, donde al día de hoy no se ha facilitado del todo la programación de conciertos en espacios tradicionales como el Teatro Municipal, Palacio Rioja o el mismo anfiteatro de la Quinta Vergara (imperdonable la no realización de los  tradicionales Conciertos de Verano con las principales orquestas nacionales…).

 

Así, en la vecina ciudad de Valparaíso, por iniciativa de la prestigiosa Universidad Santa María (con 90 años de historia), este oscurantismo musical clásico se revirtió al darse inicio a la emblemática Temporada Artística del Aula Magna de esa casa de estudios, esta última con más de 80 años de historia y suspendida presencialmente desde fines del 2019.

 

De perfecta acústica -la mejor de Chile-, más una prolífica historia de legendarias presentaciones de artistas y agrupaciones nacionales e internacionales a lo largo de sus 82 años, la presencia de la Sinfónica Nacional de Chile ha sido permanente desde sus inicios. Y como ha sido tradicional, nuevamente se contó con la decana agrupación para abrir esta Temporada, siendo dirigida por su actual director titular, el magnífico maestro venezolano Rodolfo Saglimbeni.

 

Consultando una dancística temática, el programa titulado Antología de la Danza” fue completamente ad hoc al festivo y reaperturador hito, en cuanto a la frescura y acertada ilación de las piezas seleccionadas, como al deslumbrante abordaje interpretativo de Saglimbeni, más un dúctil correlato de los sinfónicos...

 

Con un histórico y geográfico recorrido desde el barroco europeo a composiciones latinoamericanas relativamente recientes, Saglimbeni dio cuenta de incuestionable manejo estilístico. Comenzó con una certera exposición del arreglo para un numeroso orgánico orquestal de una Marcha-Danza de Jean-Baptiste Lully (último movimiento de la Tanzsuite de Félix Mottl, sobre danzas de diversas óperas de Lully), pieza en extremo interesante al tratarse de una obra barroca en clave sonora actual, de la cual a futuro ameritaría presenciarla completa.

 

Continuando con este sabroso “cóctel de danzas”, se brindaron idiomáticas versiones de la Danza N° 3 de las “Danzas Alemanas” de Mozart, Danza Húngara N° 5 de Brahms, “Habanera” y “Chanson Bohème” de la ópera “Carmen” de Bizet, una enjundiosa entrega de las “Danzas Polovetsianas” de la ópera “El Príncipe Igor” de Borodin, una contenida lectura de la ”Danza de Anitra”, de la Suite N° 1 de “Peer Gynt de Grieg, una voluptuosa versión de la Bachanale de la ópera “Samson y Dalila” de Saint Saëns (muy acertado el uso de tablas en complemento al timbal en la sección solística, brindándose idiomático exotismo…), el siempre bienvenido Tercer Aire Chileno de Enrique Soro, una acertada Selección de Merengues del venezolano Aldemaro Romero, y finalizando con una atrapante entrega del “Huapango” del mexicano José Pablo Moncayo.

 

Ante un público en evidente “catarsis colectiva”… se ofreció de encore una notable compaginación del tema “Tea for two” engarzado con un ritmo de Cha Cha Cha, material inspirado en el famoso arreglo de Schostakovitch y un tema de Aldemaro Romero, dando rienda suelta a celebradas improvisaciones a toda la percusión, trombón, trompeta y clarinete solistas, logrando un idiomático efecto “despeinador” a músicos clásicos frente a música menos académica… dando cuenta de un momento estelar en la tradicional Temporada Artística de la USM.

 

En suma, un triunfal retorno a la presencialidad en una de las más gravitantes temporadas artísticas nacionales, y a cargo de la decana sinfónica del país.

 

Muy buen concierto inaugural del Coro Polifónico Nacional en el CCK

 

LO CLÁSICO Y LO POPULAR ENSAMBLADOS EN EL CANTO

Martha CORA ELISEHT

 

            Con el retorno de las actividades en forma presencial, poco a poco los organismos dependientes de la Dirección Nacional de Organismos Estables van volviendo al ruedo. El pasado miércoles 30 del corriente le tocó el turno al Coro Polifónico Nacional en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Guillermo Tesone y la participación del pianista Claudio Santoro, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Canciones gitanas para coro mixto y piano, Op. 103- Johannes BRAHMS (1833-1897)

-          Cuatro canciones eslovacas para coro mixto y piano- Bela BARTÓK (1881-1945)

-          Himno al Sol- Lili BOULANGER (1893-1918)

-          Salmo 24 para coro mixto y piano- Lili BOULANGER (1893-1918)

 

   Previamente al inicio del concierto, el Maestro Antonio Domeneghini -Director Titular de la agrupación- agradeció su presencia al numeroso público que se dio cita en el Auditorio Nacional y manifestó que por razones de protocolo sanitario vigente, el Coro iba a actuar dividido en dos partes: la mitad de sus integrantes iban a cantar en primer término la obra de Brahms y luego, el resto de los coreutas haría lo mismo con las obras de Bartók y Boulanger. Tras retirarse, los artistas se presentaron sobre el escenario para dar inicio al concierto.

Las Canciones gitanas Op.103 son un ciclo de canciones para coro mixto y piano compuestas entre 1887 y 1888 y basadas en canciones folklóricas húngaras, cuyo texto fue adaptado al alemán por Hugo Conrat -miembro del círculo de amigos de Brahms en Viena-. Desde su estreno en Octubre de 1888 en Berlín, gozaron de inmensa popularidad y se representan muy a menudo en los programas de conciertos corales. El ciclo comprende 11 canciones:

He, Zigeuner, greife in die Saiten (¡Hola, gitanos! Rasguen las cuerdas)

Hoch getürmte Rimaflut (Imponente inundación del río Rima)

Wiβt ihr, wann mein Kindchen (Sabían ustedes, cuando mi niñito)

Lieber Gott, du weiβt (Querido Dios, tú sabes)

Brauner Bursche  führt zum Tanze (El muchacho castaño se dirigió al baile)

Roslein dreie in der Reihe (Tres pequeñas rosas en fila)

Kommt dir manchmal in den Sinn (A veces, dirige tus sentidos)

Horsch, der Wind klagt in den Zweigen (Escuchen, el viento se queja en las ramas)

Weit und breit schaut niemand mich an (A lo largo y a lo ancho, nadie me mira)

Mond verhüllt sin Angesicht (La luna oculta su rostro)

Rote Abendwolken ziehn (Jalan las nubes rojas del atardecer)

El Polifónico brindó una muy buena versión de dicha obra con un sonido muy compacto, fresco y alegre -tal como consta en la partitura- y se destacó la excelente marcación ofrecida por Tesone, quien supo dirigir muy bien a la agrupación. Tras una breve pausa y tal como estaba previsto, los coreutas se retiraron para dar paso al resto de sus compañeros para interpretar el resto de las obras comprendidas en el programa. Y se lució en una obra de muy difícil ejecución: las Cuatro canciones eslovacas para coro mixto y piano, Op.78, compuestas entre 1916 y 1917. Bartók fue un gran compilador del folklore húngaro, bohemio y de regiones como Transilvania y Poszóny -que fueran segregadas de Hungría después de la Primera Guerra Mundial-, lo que ejerció una profunda depresión en el compositor. Reúnen elementos del folklore de las regiones antes mencionadas y son las siguientes: Canción de bodas de Poniky, Canción del recolector de heno de Hladel, Canción bailable de Medzibrod y Canción bailable de Poniky. Mientras que las dos últimas son de carácter alegre, la Canción del recolector de heno posee un carácter melancólico.  El coro supo brindar una interpretación magistral de las mismas mediante una impecable preparación, poniendo énfasis y entusiasmo en las más alegres y dramatismo en las melancólicas. Por su parte, Claudio Santoro supo acompañarlos perfectamente bien al piano.  

Seguidamente, se presentó la primera de las dos obras de Lili Boulanger: Himno al Sol (Hymne au Soleil), compuesta en 1912 para contralto, coro mixto y piano u orquesta. Es una obra de carácter francamente impresionista, muy ricamente elaborada. En esta oportunidad, el rol solista estuvo a cargo de la mezzosoprano María Luisa Merino Ronda, quien ofreció una versión exquisita, interpretada de forma muy sutil y con una impecable línea de canto, motivo por el cual fue sumamente aplaudida. Lo mismo sucedió con el Salmo 24: La térre appartient a l’Éternel (La tierra pertenece al Señor) para tenor, coro mixto, piano/órgano y orquesta, compuesto en 1916. Aquí se lució como solista el tenor Ricardo González Dorrego, quien también ofreció una muy buena versión acompañado por el coro. Naturalmente, el Auditorio Nacional estalló en aplausos, motivo por el cual se hicieron dos bises: una canción de Carlos Guastavino (La noche y el día) y el mencionado Himno al Sol. Un broche de oro en el debut de uno de los mejores coros del país a sala llena, donde las principales autoridades de la Dirección Nacional de Organismos Estables estuvieron presentes apoyando a los artistas. Un gesto muy noble que invita a seguir disfrutando de una temporada que parece muy prometedora, tras dos años de pandemia. El tiempo lo dirá.

 

 

lunes, 28 de marzo de 2022

 

REGRESO CON INALTERABLE CALIDAD

 

Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Concierto de apertura de la temporada 2022, Director: Sebastiano De Filippi. Solista: Gabriel Blasberg (Clarinete). Programa: obras de Piazzolla, Rachmaninoff, Taneyev y Janacek. Salón de los Pasos Perdidos del Palacio del Congreso de la Nación, 25 de Marzo de 2022.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Uno de los organismos musicales argentinos que pudo desarrollar su actividad el pasado año y en condiciones aún restrictivas por la pandemia ha sido la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación guiado por la inquieta labor de su titular, Sebastiano de Filippi. A lo largo de los nueve años de titularidad obtenida por riguroso concurso, ordenado por el entonces titular de la Honorable Cámara de Diputados y hoy Ministro de Agricultura, Julián Domínguez, De Filippi ha exhumado obras de creadores argentinos ya fallecidos junto a otras de compositores que en algunas ocasiones hasta han sido solistas de sus propias obras. La programación de la presente temporada incluye el regreso de notables Directores invitados que compartirán el podio junto al titular junto a la presencia de muy destacados solistas. El Salón de los Pasos Perdidos volvió a lucir a pleno y la agrupación respondió ampliamente a la expectativa que este programa de inicio había despertado.

 

  El concierto se ofreció sin intervalos y en la primera parte del mismo incluyó la presencia del notable clarinetista argentino Gabriel Blasberg como solista. Poseedor de muy buena técnica, amplios recursos interpretativos, refinadísimo sonido, acometió  tres obras todas de gran factura, las que corresponden a repertorio tonal y que exigen sutilezas y cantidad de detalles en los que Blasberg estuvo completamente a la altura, siendo estupendamente acompañado por el conjunto bajo la segura guía de De Filippi, atento al solista y a la marcación precisa de todos los ítems por mí señalados líneas más arriba.  Así se escuchó “Contemplación y Danza” de Astor Piazzolla, compuesta en 1951, de melancólica atmósfera reproducida por Solista, Director y Orquesta en el punto exacto de interpretación. Una versión plena de lirismo de la transcripción hecha para Clarinete y Cuerdas por el finés Fargod Fani de “Vocalise” de Serguei Rachmaninoff y culminar su intervención con una interesante versión de “Canción” de Serguei Taneyev. Cada obra fue recibida de manera muy entusiasta por la audiencia, la que se prodigó en aplausos hacia los intérpretes.

 

Admirador notable de Antonin Dvorak, Leos Janacek compuso durante su residencia en Brno el año 1878 su suite “Idilio” para orquesta de cuerdas cuanto contaba 24 años de edad. Con clara influencia por parte de la música su admirado y tal vez de algunos otros creadores de la época, Janacek construyó este trabajo en siete números, los que claramente están atravesados por una riquísima paleta de sonoridades, algunas de ellas muy descriptivas de la región bohemia. La interpretación de De Filippi rayó en la excelencia en virtud de dar con los exactos “tempi” de cada número, muy buen empaste sonoro y el logro de una formidable respuesta del conjunto con un exquisito sonido en donde dio la impresión de que se ha encontrado la justa manera de interpretar en un recinto de una acústica imperfecta como lo es del de “Pasos Perdidos”. Esta obra constituye un verdadero rescate ya que hace muchísimos años que no ha sido tenida en cuenta en ninguna programación musical. Merito mayor aún para que los seguidores del organismo sigan dándose cita en cada concierto y se lleven notorias sorpresas.

 

Donato Decina

 

Reapertura del Ciclo de Grandes Conciertos en la Facultad de Derecho

 

UN REGRESO SUMAMENTE ESPERADO

Martha CORA ELISEHT

 

            El retorno a la presencialidad tras la pandemia de COVID 19 hace que poco a poco, la poderosa y nutrida actividad cultural de Buenos Aires vaya instaurándose nuevamente y permita la reapertura de todos aquellos espacios culturales que tuvieron que suspender sus actividades como consecuencia de la pandemia. En el día de ayer tuvo lugar la reapertura de una actividad clásica y tradicional tras dos años de prolongada ausencia: el Ciclo de Grandes Conciertos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, con entrada libre y gratuita.

            A partir de este año, el mencionado Ciclo ofrece dos conciertos: el primero tiene lugar a las 16 horas y se desarrolla en el Salón Auditorium de dicha casa de altos estudios, donde se van a ofrecer conciertos de cámara, y el principal, a las 18 horas en el Salón de Actos de la mencionada Facultad, donde van a actuar grandes orquestas y otras agrupaciones sinfónicas. El único requisito para ingresar es portar un alimento no perecedero, que serán donados a instituciones de bien público. De esta manera, el público asistente no sólo tiene la posibilidad de disfrutar de un buen espectáculo, sino además, poder colaborar con una obra benéfica.

            Esta cronista tuvo oportunidad de asistir al primer concierto en el Salón Auditorium, donde participaron la percusionista Marina Calzado Linage y la violinista Elena Buchbinder con un programa íntegramente compuesto por obras de autores argentinos, que se detalla a continuación:

-         “Epicentro”- Marina AULICINO

-         “Alof’Co Lafquen”- Jorge HORST

-         “Sólo un instante” (estreno)- Laura OTERO

-         “Noctiluca” (estreno)- Eva LOPSZYC

-         “Buenos Aires/ Berlín/ Buenos Aires” (estreno)- Vanesa HERBECK

-         “Ansia” (estreno)- Sofía CANEDO

-         “Laguna”- Martín LIUT

-         “Piezas para violín y piano” (transcripción para marimba)- Luis GIANNEO

Previamente al inicio del concierto, el coordinador de Actividades Musicales de la Facultad de Derecho -Juan Carlos Figueiras- se encargó de brindar la bienvenida y agradecer la presencia del numeroso público que se dio cita en el mencionado salón de dicha casa de altos estudios. Seguidamente, las intérpretes se presentaron en el escenario para dar comienzo a la mencionada obra de Aulicino, de línea melódica, donde la marimba marca el ritmo y el violín desarrolla la melodía principal. Posee reminiscencias de Oblivion de Astor Piazzolla y su parte central se caracteriza por un tema melódico a cargo del violín, que introduce el solo de marimba, con buen efecto de profundidad sonora y lirismo. La autora estaba presente en la sala y recibió numerosos aplausos.

Seguidamente, la obra de Jorge Horst presenta una melodía en escala pentatónica, con reminiscencias de la música de los pueblos originarios. La marimba se luce en toda su expresión en el presto central, mientras el violín con sordina marca la melodía.  Posteriormente, se invierte el orden. A continuación, se presentó el primero de los numerosos estrenos que tuvieron lugar esa tarde: Sólo un instante, de Laura Otero. Tras los acordes iniciales por parte de la marimba, el violín ejecuta una melodía en cascada, con un atisbo romántico. Posteriormente, la marimba ejecuta un tempo de vals en ¾ en diálogo con el violín mediante un glissandi y un trino respectivamente. Esto logró un muy buen efecto sonoro, sumamente agradable y motivo por el cual tanto las intérpretes como la compositora -quien también se hallaba presente- fueron muy aplaudidas.

Tras esta última obra, Marina Calzado Linage se dirigió al público para explicar que en realidad, este concierto debió haberse realizado hace dos años y que lamentablemente tuvo que postergarse por la pandemia. También manifestó que tanto ella como Buchbinder sólo se dedican a difundir e interpretar obras de compositores argentinos. Seguidamente, también tuvo lugar el estreno de Noctiluca de Eva Lopszyc, donde se pudo apreciar una obra más atonal, con disidencias sonoras mediante el inicio de notas muy agudas con frote de las cuerdas del violín bajo el puente, mientras la marimba toma el tema principal, dando el efecto de los sonidos característicos de una noche en medio de la selva acompañada por un carrillón de cañas y el solo de violín en trémolo mediante efecto de cascada -con ciertas reminiscencias de Sensemayá de Silvestre Revueltas-, apoyado sobre las notas graves de la marimba. También se emplearon cascabeles y peine metálico para lograr los efectos sonoros anteriormente mencionados y cierto clima de misterio. Tras su ejecución, se invitó a Eva Lopzsyc a saludar junto a las intérpretes, ya que también estuvo presente.

Vanesa Harbeck es una compositora argentina radicada en Berlín y presentó en calidad de estreno su obra Buenos Aires/ Berlín/ Buenos Aires, de neta inspiración tanguera en ritmo de 2/4, donde el primer movimiento (Buenos Aires) posee reminiscencias piazzolianas y el tema principal es introducido por el violín mediante una cadencia, mientras la marimba ofrece el ritmo de apoyo. En el 2º movimiento (Berlín) la marimba abre la melodía en tono menor, mientras que el violín interpreta una melodía clásica con ribetes de tango, muy agradable y fácil de comprender. Por último, en el Buenos Aires final, la marimba abre el movimiento al ritmo del 2/4 hasta que el violín toma el tema principal, cerrando con un cantábile en ritmo de tango. A continuación, se produjo el último estreno de la tarde. Ansia, de Sofía Canedo -compositora argentina residente en Valencia-, donde la marimba abre la obra en 4/4, con una cadencia muy similar a la de la obra anterior, retomada en violín con un tremolo y posteriormente, en pizzicato. Posteriormente, el violín toma el tema principal para permitir un bellísimo solo de marimba con estética cromática. La alternancia de instrumentos se repite, dando lugar a una línea melódica sumamente agradable. En cambio, en la obra siguiente (Laguna, de Martín Liut) el violín da inicio a la melodía en escala diatónica, con posterior apoyo de la marimba, provocando un efecto de misterio y profundidad sonora. Luego, la marimba brinda un glissandi en agudo, retomado posteriormente por el violín en una cadencia que recuerda aquella de Venus de “LOS PLANETAS” de Gustav Holst. Los golpes de percusión con varillas y el violín con sordina brindan ese efecto sonoro similar al del chapoteo de las aves en la laguna que da el nombre a esta pieza.

Por último, Elena Buchbinder y Marina Calzado Linage se lucieron en una monumental transcripción para marimba de las Piezas para violín y `piano de Luis Gianneo (Vidala/ Canción incaica/ Canción de cuna/ Zapateado), donde la marimba sonó ideal tanto en la Canción incaica como en el Zapateado final. Ambas intérpretes se retiraron sumamente aplaudidas y la violinista expresó su profundo agradecimiento al público, manifestando que era la primera vez que pudo volver al escenario luego de dos años. Fue un momento muy emotivo y le valió numerosos aplausos por parte del público. Un merecido regreso tras una prolongada ausencia, sumamente esperado tanto por parte del público como de los artistas. Una tradición que promete una temporada con muy buenos artistas, retornando con todo y un espacio tradicional más que se recupera dentro del ámbito cultural porteño.

 

Notable actuación de la Filarmónica en un concierto con obras de compositoras

 

LA MÚSICA TIENE ROSTRO Y ALMA DE MUJER

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, el pasado viernes 25 del corriente tuvo lugar el tercer concierto de dicha agrupación en el Teatro Colón bajo la dirección de Natalia Larangeira, en un programa integrado en su totalidad por obras de compositoras, con la participación del percusionista Joaquín Pérez como solista y que se detalla a continuación:

-          Preludio sinfónico- Claudia MONTERO (1962-2021)

-          Concierto para marimba y orquesta- Irma URTEAGA (1929-2022)

-          Sinfonía en Mi menor (“Gaélica”), Op.32- Amy BEACH (1867-1944)

Al igual que en su última presentación, la orquesta presentó un sonido muy compacto, con buen fiato y afinación previamente al inicio del concierto. La directora se dirigió al público tras los aplausos de presentación con unas breves palabras de agradecimiento.

La mencionada obra de Claudia Montero -fallecida en España el año pasado- está basada en el poema de Enrique Molina sobre la persecución y posterior fusilamiento de Camila O’Gorman (Una sombra donde sueña Camila) y se caracteriza por su estilo netamente romántico, lírico y de gran belleza cromática. El primer tema con el que se inicia la obra es un cantábile en cuerdas, retomado posteriormente por la orquesta hasta la introducción del segundo tema a cargo de los vientos, tras lo cual se acoplan las cuerdas y es retomado por el corno, con contrapunto en clarinete y fagot. Posteriormente la flauta retoma el primer tema, seguida por las cuerdas y el solo de timbal previo a la recapitulación final. La labor desempeñada por Larangeira fue muy buena, brindando exactitud en la marcación y precisión en las entradas de los diferentes instrumentos. Entre los solistas, se destacaron Gabriel La Rocca (fagot), Mariano Rey (clarinete), Juan Ringer (timbales) Gabriel Romero (flauta) y Martcho Mavrov (corno).

Fallecida el 14 de Febrero próximo pasado, Irma Urteaga ha sido una de las compositoras más prolíficas de la Argentina y fundadora del Foro Argentino de Compositoras. Inició sus estudios en Paraná (Entre Ríos) y posteriormente en Buenos Aires, siendo sus maestros Lucrecia Madariaga de Gilardi, Jorge Fanelli, Josefa Hernandorena y Gilardo Gilardi. Se perfeccionó -entre otros- con Roberto Caamaño, Alicia Terzián. Roberto García Morillo y Valdo Sciamarella. Asimismo, estudió Dirección Coral y Orquestal en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de la mano de Jorge Fontenla, Jacobo Ficher y Enrique Sivieri. Tras una abundante producción de obras de cámara desde sus comienzos como alumna del Conservatorio Nacional “Carlos López Buchardo”,se dedica a la atonalidad, con ciertos resabios de relaciones tonales de carácter discursivo y fraseológico a partir de “Ámbitos” -estrenada en 1974 por Juan Carlos Zorzi al frente de la Orquesta Estable del Colón-. La característica principal de su obra es la libre elección de procedimientos en post de una libre expresión musical que recrea los sentimientos del ser humano, tal como puede apreciarse en EXISTENCIALES -sobre la biografía de Alfonsina Storni-, EXPECTACIÓN (para soprano, coro mixto y orquesta) y SUEÑOS DE YERMA, basada en el poema homónimo de García Lorca.

El Concierto para marimba y orquesta se representó por primera vez en el Colón y consta de 3 movimientos: Maestoso/ Misterioso/ Libremente espresivo, caracterizados por una gran densidad de la masa orquestal y contrastes entre la orquesta y el instrumento solista. Se inicia con una melodía en tono menor a cargo de los trombones y la tuba, seguidos por cornos y trompetas en sordina hasta la entrada de las cuerdas y timbal, que brindan un clima de misterio previamente a la intervención del solista con un glissandi. Posee reminiscencias de obras de Juan Carlos Paz, Ginastera y Stravinsky y hubo destacadas actuaciones de Mariano Rey en clarinete y Gabriel La Rocca en fagot antes del solo principal de marimba. El segundo tema es un ostinato a cargo de las cuerdas en sordina que desemboca en un tutti a cargo de la percusión y el corno antes de abrir paso al solista para desembocar posteriormente en un acorde fff fortissimo. El segundo movimiento abre con un solo de marimba -Andante-, retomado por los violines con contrapunto de trompetas en sordina -brillante labor del solista-. A continuación, hay un contrapunto interesante entre la marimba y la caja -a cargo de Federico del Castillo-, mientras las violas y los cellos introducen el segundo tema, con contrapunto a cargo de los violines hasta la intervención del instrumento solista. El diálogo entre las diferentes secciones de instrumentos fue muy bueno, con una brillante labor de Joaquín Pérez en marimba durante todo el concierto. Lo mismo sucedió con Natalia Silippo en el solo de oboe que abre el 3º movimiento antes del stacatto a cargo del solista, con una perfecta ejecución del arabesco que posteriormente retoman las maderas. Los trombones reintroducen el primer tema del 1º movimiento mientas la marimba repite el stacatto inicial. Tras una recapitulación del tema a cargo de los cellos y contrabajos en contrapunto con timbales y flauta hasta volver al diálogo con la marimba, la obra culmina con un tutti en fortissimo con un glissandi final a cargo del solista. Por ser una obra que se ejecutaba por primera vez  y desconocida para el público, tanto la directora como el solista se retiraron sumamente aplaudidos.  

Amy Beach fue una notable pianista y compositora estadounidense y ostenta el mérito de ser la primera mujer que compuso una sinfonía en el gran país del norte. Nacida en 1867 en Henniken (New Hampshire) como Amy Marcey Cheney, demostró desde muy pequeña interés por la música. Debido a que sus padres no querían que fuera una niña prodigio, comenzó a estudiar piano a los 4 años y, al igual que otros tantos compositores, padecía sinestesia -propiedad de atribuir colores a la música-. A los 14 años estudió armonía y contrapunto en Boston con Julius Hill mientras seguía perfeccionándose en piano hasta llegar a ser una famosa intérprete de conciertos. En 1885 contrae matrimonio con el médico Henry Harris A. Beach, viudo y 24 años mayor que ella, quien no veía con buenos ojos que su flamante esposa siguiera ofreciendo conciertos como pianista, pero que no le impidió dedicarse a la composición. Por lo tanto, Amy comenzó a componer obras para iglesia (Misa en Si bemol mayor, Ellende Wolken) hasta su Sinfonía en Mi menor (“Gaélica”), que fue la primera sinfonía compuesta por una mujer en Estados Unidos en 1896, en una época donde las mujeres sufrían mucha opresión y en un terreno dominado casi exclusivamente por hombres. De ahí el mérito de esta gran compositora, cuya obra gozó de inmensa popularidad y que desgraciadamente cayó en el olvido poco después de su muerte en 1944, hasta que fue rescatada en 1990 con la exhumación de Festival Jubilate Op.17, que fuera compuesta oportunamente para la apertura del Edificio de la Mujer en Chicago en 1901.

La Sinfonía Gaélica debe a su nombre a que está basada en canciones y temas irlandeses. Según palabras de su autora, “es muy probable que la gente del Norte esté influenciada por viejas canciones inglesas, escocesas o irlandesas, heredadas con la literatura de nuestros antepasados”. Fue compuesta entre 1894 y 1896 y estrenada durante ese último año. Posee una estructura armónica romántica, con marcada influencia de Antonin Dvŏrak en el último de los 4 movimientos que integran la misma (Allegro con fuoco/ Alla siciliana- Allegro vivace- Andante/ Lento con molto espressione/ Allegro di molto). El Allegro con fuoco inicial abre con un scherzo giocoso a cargo de las cuerdas, que no sólo proporciona la base sobre la cual se construye la melodía romántica, sino que también -al estilo de El Aprendiz de Brujo, de Paul Dukas- narra la historia de dicha leyenda irlandesa. También posee influencias del compositor irlandés Victor Herbert (1859-1924), mientras que el 2ª movimiento posee un bellísimo solo de corno inglés -magistral interpretación de Michelle Wong- basado en la melodía de una canción tradicional irlandesa (The Wild Colonnial Boy), que es retomada por las cuerdas en una fuga sobre dicho tema y otro típicamente irlandés (Dark is the Night). El 3º movimiento es de naturaleza netamente romántica, introducido por la maderas en contrapunto con el timbal, que antecede al bellísimo solo de violín que caracteriza este movimiento, en diálogo con el clarinete bajo -brillantes interpretaciones a cargo de Pablo Saraví y Sebastián Tozzola, respectivamente- , mientras que en el 4º y último movimiento arranca con un furiant , donde se aprecia la influencia de Dvŏrak anteriormente mencionada mediante un contrapunto y diálogo entre las diferentes secciones de instrumentos. La interpretación de la Filarmónica fue estupenda, con un sonido puro, compacto y sumamente equilibrado. Al finalizar el concierto, tanto la directora como el organismo sinfónico recibieron numerosos vítores y aplausos.

Siempre es muy bueno y conveniente rescatar del olvido este tipo de obras que engalanan los programas de conciertos, además de brindar incentivo y aliciente a la difusión de obras escritas por mujeres, que muy a menudo caen injustamente en el olvido. Poseen una belleza increíble y por ende, merecen ser apreciadas por el público que asiste a las salas de conciertos. Al fin y al cabo, Erato -musa de la música- también era mujer y estaría sumamente agradecida. 

sábado, 26 de marzo de 2022

 

Relevantes hitos…

                                     Por Jaime Torres Gómez

 

El segundo programa de la temporada de abono de la Filarmónica de Santiago, contempló el debut de la directora chilena Alejandra Urrutia con dicha agrupación, más el estreno de dos obras de mujeres compositoras.

 

Nuevamente, cabe destacar el desarrollo de la temporada de abono del Municipal de Santiago en contexto pandemial, y más aún en este caso, con una novedosa propuesta programática alejada del perfil habitual de conciertos en el decano coliseo artístico nacional, generalmente asociado a cierto conservadurismo. A la vez, es menester sincerar la limitada envergadura de los programas tras la rearticulación de espectáculos en muchas agrupaciones, ante la idea (discutible…) de recuperar y captar nuevos públicos, celebrándose este hito.     

 

Relevante constituyó el tardío debut de Alejandra Urrutia con la Filarmónica, quien ostenta en paralelo la titularidad de la Orquesta de Cámara del Municipal, amén de sus holgadas credenciales de colaboración con las principales orquestas del país, fungiendo incluso como Titular de la Orquesta de Cámara de Chile y de la prestigiosa Sinfónica de Santa Fe en Argentina, méritos sobrados para su debut filarmónico. Y luego de varios años sin verla dirigir, pudo calibrarse los avances de su carrera, como en enero pasado con una idiomática dirección del Réquiem Alemán de Brahms para el Concierto de la Hermandad, en la Estación Mapocho.   

 

Con el sugestivo título “Ellas y el Aranjuez”…, resulta interesante dicha estructuración programática al contemplar el famoso Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, flanqueado, al inicio, con el estreno de la Obertura N°2 de la compositora francesa Louise Farrenc, y terminando, también en calidad de estreno, con la Sinfonía N° 3 de la norteamericana Florence Price, dando cuenta de un criterio funcionalmente convocante a un variopinto público. 

 

La música de Louise Farrenc (1804-1875) no es desconocida por estas latitudes, recordándose el estreno en la Sinfónica Nacional de dos sinfonías como parte de varias coreografías para el Ballet Nacional Chileno. Y siguiendo la línea de sus sinfonías, la Obertura N° 2 no se aparta de las características recurrentes en la música de esta compositora, asimilando con naturalidad influencias de Von Weber, Mendelssohn, Schumann, y particularmente en esta pieza, de algunos compositores italianos belcantistas como Donizzetti o Bellini. Magnífica entrega de la maestra Urrutia en carácter, linealidad discursiva, balances y dinámicas, obteniendo de la Filarmónica alta jerarquía de sonido y ensamble. 

 

Como obra central, luego de una larga ausencia en la Filarmónica, se ofreció una magnífica versión del Aranjuez, obra localmente programada con frecuencia en otras agrupaciones. El nivel guitarrístico chileno es internacionalmente reconocido, siendo un prominente exponente Luis Orlandini, oficiando de solista en esta oportunidad. Y no era la primera vez que se veía a Orlandini en esta obra (a lo menos unas cinco veces en un lapso de treinta años, más sus reconocidas grabaciones con la Filarmónica de Gran Canaria y Sinfónica Nacional de Chile).

 

Con inapelable autoridad, en esta oportunidad brindó una renovada y profunda visión de la obra, auscultando una galería de detalles en timbres y colores raras veces percibidos. El complemento de la maestra Urrutia, en absoluta complicidad con el autorizado solista, obteniendo lo mejor de los filarmónicos en texturas, balances y ajuste global. Y ante una frenética ovación, como encore, una deslumbrante versión de la entrañable Danza Española N° 5 de Enrique Granados, dando cuenta de un momento estelar en esta jornada del Municipal… 

 

Y con el estreno de la Sinfonía N° 3 de Florence Price (1887-1963), se dio gran término a esta segunda sesión del abono filarmónico, coronando una refrescante renovación de repertorio.

 

La música de esta compositora afroamericana ha experimentado un atractivo re-descubrimiento, programándose con mayor frecuencia junto a un celebrado interés por la grabación de sus obras. De poliestilística estética, en esta sinfonía se reconoce una suerte de clúster donde cada célula tématica, de particular estética, se funde en una caleidoscópica globalidad, cuyo conjunto consigue certera eficacia hacia un explícito propósito de amalgama (con visos dialécticos…) entre lo vernáculo de lo afroamericano con corrientes europeizantes. Así, se perciben influencias de Wagner, Chausson, Franck (especialmente en la sección inicial, con un coral asociado a los inicios de las Sinfonía en re menor de Franck y Sinfonía en si bemol mayor de Chausson, seguramente condicionado al oficio de organista de la compositora), y otros compositores como Max Reger, Vincent D´indy, etc.

 

La labor de Alejandra Urrutia, absolutamente triunfal y del todo consubstanciada con la obra… Grandes logros en el manejo de las modulaciones, idiomatismo a borbotones de cada individualidad en función del todo, amén de un exhaustivo trabajo en timbres, colores y contrastes. La Filarmónica, en estado de gracia, hizo gala a su magnífico momento actual.

 

En suma, un programa con relevantes hitos programáticos y de brillantes desempeños individuales y grupales…

domingo, 20 de marzo de 2022

 

AL QUE NACE BARRIGON…….

 

Teatro Colón, temporada 2022. Opera: “La Boheme”, en cuatro actos basada en “Escenas de la Vida Bohemia” de Henry Murger, con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa y música de Giacomo Puccini. Elenco: Alexandra Grigoras (Mimí), Galeano Salas (Rodolfo), María Belén Rivarola (Musetta), Armando Noguera (Marcello), Felipe Carelli (Schaunard), Emiliano Bulacios (Colline), Mario de Salvo (Alcindoro), Luís Alberto Jauregui Lorda (Benoit), Ivan Maier (Parpignol), Claudio Rotella (Guardia), Leonardo Fontana (Aduanero), Bianca Palacios Piccaluga (Una Niña). Coro Estable del Teatro Colón,  Director: Miguel MartÍnez, Coro de Niños del Teatro Colón, Director: César Bustamante. Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía e Iluminación: Enrique Bordolini, Vestuario: Imme Möller. Puesta en Escena: Stefano Trespidi. Dirección Musical: Alain Guingal. Función del 19 de Marzo de 2022.

 

NUESTRA OPINION: BUENO.

 

  Si no fuese por la entrega puesta por muchos de los intérpretes vocales, esta versión de “La Boheme” ofrecida por el Colón debería calificarse de regular y llamar la atención de la conducción del primer coliseo por la irrelevancia de la propuesta escénica y la insípida conducción musical. Si tenemos en cuenta la pareja de lujo que encabezó el segundo elenco de la versión 2018, no cabe duda que la dupla actual marca un descenso de calidad a pesar de la entrega puesta en escena por estos intérpretes. En lo visual, Stefano Trespidi falla en conceptos fundamentales como las escenas de conjunto del “Café Momus” en donde inexplicablemente “congela” la escena del vals con los mozos del café a los pies de Musetta en clave de comedia musical. O como en el tercero  cuando ante el pedido de buscar a Marcello, una prostituta trata despectivamente a Mimí y se le ríe burlonamente en la cara. ¿Era necesario?. Alain Guingal al frente de la Estable efectuó una lectura rutinaria. No puede llamarse a esto concertación. Falta de matices, falta de riqueza sonora y, porque no, de sensibilidad. Se ha dicho mucho de la dimensión de la escenografía de Enrique Bordolini estrenada en la versión de 2018. Si el conjunto hubiese sido sólido y las labores homogéneas y de total equipo, no nos estaríamos fijando en minucias. La pareja protagónica conformada por la rumana Alexandra Grigoras y el mexicano-estadounidense Galeano Salas (reemplazante del anunciado Behzod Davronov) nos muestra a dos voces chicas de correcto timbre y correcta gestualidad actoral. Desarrollaron sus carreras fundamentalmente en segundo y tercer circuito europeo pero no terminan de convencer ni de ser superiores a los probadisimos intérpretes nacionales de esos roles. Fueron sostenes fundamentales: Armando Noguera con una labor de menor a mayor, asentándose del segundo acto en adelante con un tercer acto formidable. María Belén Rivarola con una muy buena Musetta impecablemente actuada y cantada. Felipe Carelli con un Schaunard de estupenda factura. Un muy correcto Emiliano Bulacios como Colline e impecables prestaciones de Mario de Salvo como Alcindoro, Luís Alberto Jauregui Lorda como Benoit, Ivan Maier como Parpignol, la niña Bianca Palacios Piccaluga en su dulce aparición del segundo acto , Claudio Rotella como el Guardia y Leonardo Fontana como el Aduanero. El Coro Estable con una muy buena preparación de Miguel Martínez y la muy buena labor del Coro de Niños al mando de César Bustamante. Se intentó comenzar la temporada con un título “gancho” y taquillero. No siempre sale bien. A tomar nota.

 

Donato Decina

 

UN REGRESO CON TODO EL AMOR PROPIO

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2022. Director: Luis Belforte. Solitas: Valentín Garvie (Trompeta), Rodrigo Domínguez (Saxo), Sebastián Achembach (Organo). Programa: Obras de Rudel Rey, Garvie, de Falla y Saint-Säens. Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional, 18/03/22.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Y por fin la Sinfónica Nacional retornó al escenario del Auditorio Nacional con el mejor orgánico que hoy por hoy puede presentar. Al momento de escribir este comentario, ya Uds. han conocido en Ntro. programa  de ayer, Sábado 19, por las declaraciones de su Coordinador, el Mtro. Marcelo Massun, acerca de las vicisitudes para completar la plantilla de instrumentistas para la presente temporada. Así y todo debo recalcar que en este concierto se han estrenado dos obras de compositores Argentinos en lo que parece ser la recuperación de sus objetivos fundacionales de promoción de los compositores nacionales.

 

  Podrá discreparse por el orden en que fueron ofrecidas las obras que integraron este primer programa (las dos argentinas al comienzo, luego de Falla y cerrar con Saint-Säens), pero como manifesté, se inició con los dos estrenos argentinos. En primer lugar  “Supernova” de Demian Rudel Rey, joven compositor. Se trata de una obra muy concentrada, por momentos de orquestación muy potente y de frondoso discurso orquestal. Hay una sección central sin embargo, en la que se produce un interludio en el que los aerófonos sostienen un acorde base para que el resto de las secciones desarrollen diferentes variaciones y luego retomar con fuerza el momento final. Belforte condujo con suma concentración a las fuerzas orquestales y logró un muy correcto resultado. Un muy respetuoso aplauso acompañado del llamado al escenario al compositor recibió este trabajo que en mi opinión está inscripto en formas musicales que hoy se están dejando de lado, empero, sea bienvenida y le permita al creador seguir desarrollando una labor sostenida.

 

  Valentín Garvie es un destacado compositor y trompetista quien está desarrollando una muy interesante carrera tanto en el campo de la música popular como en el clásico y aquí sorprendió con una composición para una combinación de trompeta, saxo, órgano y orquesta, caracterizada por un comienzo enjundioso en donde los solistas desarrollan sus partes y un espacio librado a la improvisación acompañados por una orquesta muy potente. Aquí también debo expresar que la acústica tantas veces discutida del Auditorio Nacional ayudó a resaltar los “tutti” y por momentos hubo saturación de sonido. Sin embargo la sorpresa sobrevino después ya que el orgánico orquestal se va apagando, el escenario quedó en penumbras y desde los laterales de la bandeja del tercer piso del Auditorio emergieron los aerófonos acompañando las improvisaciones fuera de escena del Saxo, del propio Garvie que con su trompeta fue interpretando desde distintos sectores fuera de escena y la apoyatura del órgano manejado de forma irreprochable por Achembach. Al igual que la orquesta, los aerófonos también fueron disminuyendo su sonido hasta su extinción total, la sala se oscureció aún más, saxo y trompeta culminaron su intervención y quedo solamente iluminado el órgano en donde Achembach de modo impecable cerró la obra en la sala totalmente oscurecida. Un estupendo trabajo. Original, creativo y sumamente interesante, realzado por el acompañamiento estupendo de Belforte y la Orquesta.

 

  Luego de una primera mitad intensa, la Sinfónica acometió con la versión orquestal definitiva de los fragmentos de “El Amor Brujo” de Don Manuel de Falla. Belforte logró plasmar la riqueza de matices, los momentos de intimidad y la paleta de color con la que Don Manuel describe a Andalucía en su música. Muy efectivas las respuestas de todas las secciones de la Orquesta y como es lógico con punto culminante en la “Danza Ritual del Fuego”, aplaudida a pesar de los últimos números que aún faltaban ofrecer.

 

  Y para el cierre, la versión orquestal de la “Danza Macabra” de Camille Saint-Saëns en la que brilló la labor solista del Concertino José Daniel Robuschi y en donde ese trasfondo intenso y misterioso fue muy bien expresado por la orquesta con la segura guía de Belforte.  La gente pedía más y los maestros no se hicieron rogar. El bisado de la “Danza Ritual del Fuego” para cerrar una noche de reencuentros, buena música, una irreprochable labor de Luís Belforte y una entrega de la Orquesta la que con un orgánico no muy frondoso rindió como si hubieran más de cien músicos en el escenario.

 

 

Donato Decina

 

Nueva producción de “LA TRAVIATA” en el Teatro IFT

 

SER INDEPENDIENTE CONLLEVA CIERTOS RECAUDOS

Martha CORA ELISEHT

 

                        Desde la pandemia, el Teatro IFT se ha transformado en la sala de referencia de producciones de ópera independiente. Bajo la dirección general y artística de Adriana Segal, la Compañía Lírica Verdi preparó una nueva producción de “LA TRAVIATA” cuyo estreno estaba originalmente pensado para Noviembre de 2021, pero  tuvo que postergarse por la presencia de casos de COVID entre los integrantes del elenco y la producción. Por lo tanto, el tan esperado estreno se produjo en el día de ayer con la participación de los siguientes cantantes: Mónica Ferracani (Violetta Valéry), Nazareth Aufe (Alfredo Germont), Leonardo Estévez (Giorgio Germont), Laura Domínguez (Flora Bervoix), Sol Risé (Annina), Raúl Lagomarsino (Barón Douphol), Roberto Neugebauer (Doctor Grenvil), Pablo Daverio (Gastón) y Tomás Eckart (Marqués d’Obigny). La escenografía estuvo a cargo de Lux Rondán, vestuario de Lux Rondán y Adriana Segal, iluminación y proyección de video a cargo de Adriana Segal y Juan Baleirón como maquinista, con la participación de Facundo Sacco como director de orquesta. Además, esta producción contó con la participación de Juan Casasbellas, Adriana Segal y Susana Cardonnet como maestros internos.

            Este auténtico superclásico de la ópera con música de Verdi y libreto de Franceso María Piave fue compuesto entre 1852 y 1853 durante una estadía del compositor en París tras asistir a la representación teatral de La Dama de las Camelias de Alexandre Dumas, que sirvió como fuente de inspiración. Pero al igual que en otros tantos personajes de novela inspirados en historias de la vida real, la verdadera dama de las camelias existió. Se llamaba Marie Duplessis (1824- 1847) y era una famosa cortesana de la sociedad parisina, integrante de un círculo sofisticado formado por músicos -entre otros, Franz Liszt-, hombres de letras -Alexandre Dumas y Charles Dickens- y adinerados aristócratas, quienes fueron sus amantes. Nacida en Nonant (Baja Normandía) como Rose- Alphonsine Plessis, escapó de su hogar para probar fortuna en París cuando sólo tenía 15 años, cansada de la brutalidad y el alcoholismo de su padre. Según sus biógrafos, llegó en 1839 a la capital francesa en compañía de unos gitanos circenses y trabajó en distintos sitios hasta que conoció en un baile a un restaurador de la Galería Montpensier del Palais Royal, quien se interesó en su belleza y la tomó como protegida, instalándole un piso. Tras él llegó su primera gran conquista -el Duque de Gramont, ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón III- y se transformó en la cortesana más codiciada de París. Su belleza e inteligencia le permitieron moverse en los círculos de la alta sociedad y tras cambiar su nombre por el aristocrático Marie Duplessis, en 1841 conoce a quien posteriormente sería su marido -el Vicomte de Pérregaux- quien le instala una mansión en Bougival. Sin embargo, la joven Marie contrae una feroz tuberculosis que hace estragos en su salud, motivo por el cual realiza numerosos viajes a centros de aguas termales. Tras haber sido protegida del Conde Ernst von Stackelberg y haber mantenido apasionados romances con Alexandre Dumas y Liszt, finalmente se casa en Londres en 1846 y muere un mes antes de cumplir 23 años en 1847.

            ¿Por qué Verdi se interesó en la obra de Dumas?... Porque tenía que componer una ópera por encargo del teatro La Fenice de Venecia y quería “algo simple, conmovedor y apasionado” que sucediese a sus dos últimas composiciones trágicas (RIGOLETTO e IL TROVATORE). Piave será el encargado de transformar a Marie Duplessis/Margarita Gauthier en Violetta Valéry y a Armand Duval en Alfredo Germont. Tras el fracasado estreno en 1853, Verdi realizó una profunda revisión de la obra e introdujo cambios -entre otros, al personaje de Giorgio Germont- y se presentó 14 meses más tarde en el Teatro Gallo de la misma ciudad. A partir de ahí, la obra se transformó en la ópera más representada hasta nuestros días.

            En la presente versión, Lux Rondán empleó una escenografía sencilla y a su vez, muy efectiva. Un par de mesas y pocas sillas para colocar el champagne y las copas para el célebre Brindisi del 1º Acto y la fiesta en casa de Flora Bervoix en el 3º más una mampara fenestrada que se empleó como baranda en un jardín imaginario en el 1º Acto, como separador en el 2º -tras la cual está la mesa donde Violetta le escribe a Alfredo su carta de despedida y donde figura su correspondencia, merced al empleo del escenario giratorio- y tras la cual se encuentra el lecho de muerte de la protagonista en el último acto. En cuanto al vestuario, se empleó uno moderno, informal y casual, donde hubo un marcado contraste entre los nobles -vestidos de negro en el 1º y 3º Actos con excepción de Flora, quien usó un traje a saco en dorado viejo con anteojos que simulaban ser un antifaz en el 3º- y el coro, donde aparecieron vestidos de rojo y blanco en el 1º acto y rojo y negro para el 3º, con un contraste muy marcado en relación a la protagonista, quien lució un vestido largo en llamativo lamé dorado con zapatos al tono en el 1º Acto. En el 2º, Violetta empleó un atuendo casual compuesto por pantalones largos y una blusa blanca con escasos brillos, mientras que Annina lució un atuendo sencillo de blusa verde hoja seca y pantalón negro. Giorgio Germont apareció ataviado con saco sport y corbata en el 2º acto y contó con el mismo atuendo para el resto de la obra. En el 3º Acto, la protagonista empleó un vestido largo color champagne rosado y una chalina blanca cubriendo sus hombros y en el final, camisón y bata de raso blancos.

            A pesar de contar con una muy buena proyección de video, hubo numerosas imprecisiones y discordancias en cuanto a la puesta en escena. Por empezar, la primera proyección tuvo un contraste abismal en cuanto al resto, donde las escenas se desarrollaron acorde a los diferentes ámbitos donde transcurre la obra (casa de campo en las afueras de París, casa de Flora y habitación de Violetta). Dio la impresión que el 1º Acto se celebró más en una casaquinta con pileta de natación en San Isidro que en el palacete de Violetta. Previo a la muerte de la protagonista, la proyección de video marcaba los últimos latidos normales del corazón, seguido de una arritmia ventricular. Ese efecto estuvo muy bien logrado y una celebra la creatividad al respecto. Sin embargo, no pareció muy apropiado que el coro estuviera presente ocupando sus lugares en el escenario previamente al Prólogo de la obra y a la entrada del director de orquesta. También se tardó demasiado en bajar el telón a fines del 1º Acto y hacia el final de la obra, al igual que el cambio de video para el 3º. (Se hizo un intervalo a fines del 1º Acto y del 3º para permitir los cambios de escenografía y vestuario de la protagonista antes del acto final). Puede entenderse que quizás hubo inconvenientes técnicos para realizar los cambios correspondientes, pero fueron desprolijidades que se notaron mucho. Lo mismo puede decirse del empleo de barbijos en la primera entrada del coro, que se los quitaron posteriormente en su siguiente intervención. O se canta con barbijo durante toda la obra o no se lo emplea. No se puede estar a medias tintas.

            En cuanto a la dirección orquestal, Facundo Sacco resultó ser un joven director con mucho talento, capaz de marcar muy bien las entradas de los cantantes y dar un buen sonido a la orquesta. Hubo quizás algún exceso de percusión tras la retirada del coro, que no opacó la labor desempeñada por el director. El coro tuvo un buen desempeño -pese a la predominancia de voces femeninas respecto de las masculinas- y supo acompañar al resto de los cantantes. Respecto de los roles secundarios, tanto el tenor Pablo Daverio como la soprano Sol Risé tuvieron una muy buena labor con una notable interpretación de Gastón y Annina respectivamente. Ambos poseen buen caudal de voz, línea de canto y esmalte vocal. No puede decirse lo mismo de Raúl Lagomarsino y Roberto Neugebauer, quienes no estuvieron a la altura de las circunstancias. Tomás Eckart brindó un correcto Marqués D’Obigny, mientras que Laura Domínguez se desempeñó con soltura y presencia escénica como Flora Bervoix.   

            En cuanto a los roles protagónicos, el trío formado por Mónica Ferracani, Nazareth Aufe y Leonardo Estévez demostraron su profesionalismo y jerarquía en escena. El barítono hizo gala de su gran técnica vocal, su exquisito timbre de voz y sus dotes histriónicas y encarnó un excelente Giorgio Germont, destacándose en la celebérrima “Di Provenza il mar”. Por su parte, el uruguayo brindó un muy buen Alfredo, mostrándose joven, impetuoso y apasionado actoralmente y desde el punto de vista vocal, se destacó en sus arias principales (“Lunge da mei… Dei mei volenti spiriti” y la celebérrima cabaletta “Pariggi, o cara” junto a Mónica Ferracani). La soprano es una de las mejores cantantes del país y el rol protagónico le sentó de maravilla. Es uno de los más difíciles y ha sido escrita para grandes sopranos, donde además de poseer coloratura para las arias del 1º Acto (“É strano….Ah, fors’e lui che l’anima”; “Follie! Follie! Delirio vano é questo!”, que preceden a la celebérrima “Sempre libera”), la soprano tiene que pasar al registro dramático en el 2º Acto para desembocar en la trágica “Addio del pasato” en el último acto antes del “Strano…. Rinascio!” final. Aquí se llevó los laureles, porque realmente lloraba al saber que estaba sola, a punto de morir y lo logró con creces. Fue sumamente ovacionada al final de todas y cada una de sus intervenciones.

            En síntesis, puede decirse que fue una función muy buena desde el punto de vista vocal, actoral y musical, pero con numerosas imperfecciones escénicas que pueden – y deben- ser corregidas. Cuando se representa un clásico de estas características y tan conocido, hay que tratar de mejorar en todos los aspectos y tomar ciertos recaudos para que este tipo de cosas no vuelvan a suceder. Si se quiere dar auge a la ópera independiente, las producciones tienen que ser lo más perfectas dentro de lo posible.