jueves, 13 de febrero de 2025

 



Concierto final de la 34ta. Edición del Campus Musical de Santa María de la

Armonía

.Director: Maestro Jordi Mora

.Solistas e intérpretes: Felipe Garese (violoncello); Nadia Baldi (violín); Fanny Suárez

(piano); Juan Simón Tori (piano); Erika Falzuk (canto); Rosario Turco (piano); Ana Paula

Rodríguez (piano); Mariana Bianchetto (canto); Federico Servin (piano); Juan Ignacio

Videla (piano); Esther Lovato Radische (violoncello); Joaquin Freier (piano); Fiorella Sacco

(violín); Juan Francisco Stella (piano); Jazmín Victoria Pieres (canto); Juliana Rufail (viola);

Carolina Cho (piano)

La edición de 2025 del Campus Musical de Santa María de la Armonía fue la

trigésima cuarta desde su inicio en 1991.

Como es habitual, el intenso programa de actividades con las distintas obras

elegidas por los alumnos para trabajar a lo largo de los días que dura el campus finaliza con

el concierto final en el cual son interpretadas, parcial o totalmente, las referidas obras.

Primera parte

Alumno del proyecto Creciendo en Armonía, Felipe Garese interpretó la Suite nro.

3 en Do M, BWV 1009, de Johann Sebastian Bach (1685-1750) que, en su precisa

arquitectura requiere un fraseo determinado y una gran variedad de inflexiones en cada uno

de los ritmos de danza.

El Alegro con spirito de la Sonata para violín y piano K. 301, de Wolfgang

Amadeus Mozart (1756-1791) fue interpretada por Nadia Baldi en violín y Fanny Suárez

en piano. El requerimiento, en este caso, es el de la transparencia y riqueza melódica

propias del lenguaje mozartiano.

El Adagio de la Sonata en sol m BWV 1029 de Johann Sebastian Bach fue

abordado seguidamente por Nerea Baldi, esta vez en viola, y Juan Simón Tori.

Erika Falzuk (canto) y Rosario Turco (piano) tocaron los lieder Das Verlassene

Mägdlein y Begegnung, de Hugo Wolf (1860-1903) de gran belleza en la línea de la

delicadeza de la línea de canto propia del compositor.

Ana Paula González interpretó los movimientos III Menuetto- Allegretto y IV

Prestissimo de la Sonata nro. 1 en fa m, opus 2, nro. 1 de Ludwig van Beethoven (1770-

1827) y la Tarantelle Stryenne, de Claude Debussy (1862-1918) muy cómoda en obras

de gran exigencia, la pianista de 13 años que participó asimismo en el Campus Musical de

Bariloche, fue seleccionada para proseguir su experiencia musical en Ginebra.

Marianella Bianchetto (canto) y Federico Servin (piano) abordaron An die musik,

de Franz Schubert (1797-1828); Verbongenheit, de Hugo Wolf; y Ein Traum, de

Edvard Grieg (1843-1907). De una voz dulce, honda y flexible a la vez Marianela

Bianchetto es una gran cantante de cámara.

La Sonata nro. 17, op. 31, La Tempestad, de Ludwig van Beethoven (1770-

1827) fue interpretada por Juan Ignacio Videla, un pianista de enorme versatilidad que

obtuvo una muy lograda versión de este opus.

Segunda parte

La Suite nro. 1 en sol M, BWV 1007 de Johann Sebastian Bach fue la obra que,

una vez transcurrido el intermedio, interpretó Esther Lovato Radiske, de Brasil en una muy

lucida performance de tan conocido opus.

El I Allegro assai de la Sonata nro. 23, opus 57, “Appasionata” de Ludwig van

Beethoven fue abordado por Juan Simón Tori, que el año anterior hizo completo el

Carnaval de Schumann. Su versión de esta obra fue del más alto nivel. La unidad de los


diversos materiales beethovenianos –intensidad, tensión, distensión, enlace de un elemento

con otro- se encuentra en el tempo, uno que debe ser muy justo. Todo cambia todo el

tiempo pero dentro de un orden.

La Chanson Espagnole de Maurice Ravel (1875-1937) y los lieder Du bist die

Ruth, op.59 nro 3, D 776 y Gretchen am Spinnrade opus 2, D. 118 de Franz Schubert

fueron interpretadas por Marianela Bianchetto (canto) esta vez con Joaquín Freier (piano).

Nuevamente lució la belleza de una voz con todos los matices que obras tan refinadas

demandan.

Fiorella Sacco (violín); Juan Francisco Stella (viola) y Josue Silva Castro (piano)

tocaron Tres canciones rusas para violín, viola y piano, de Mikhail Glinka (1804-

1857) de gran brillo melódico y alternancia sonora entre los diversos instrumentos.

La mort m´apparait souriante (Orphée aux enfers, de Jaques Offembach

(1819-1880); Vaga luna che inargenti, de Vincenzo Bellini (1801-1835) y Stäandchen

(aus Cymbeline) de Franz Schubert, fueron interpretadas por Jazmin Victoria Pieres

(canto) y Juan Ignacio Videla (piano). De una cristalina, dúctil y expresiva voz la cantante

abordó estos trabajos de lenguajes y demandas muy distintos.

Juliana Rufail (viola) y Carolina Cho (piano) tocaron los movimientos I Allegro

appasionato y II Andante un poco adagio de la Sonata para viola y piano op. 120, nro. 1 de

Johannes Brahms (1833-1897) que implica un diálogo muy cerrado entre ambos

instrumentos, que alternativamente presentan el elemento melódico en ese timbre refinado

y sin estridencias propio de las obras del gran compositor.

La Premiere Rhapsodie para clarinete y piano de Claude Debussy por

Roberto Gutiérrez en clarinete y Juan Ignacio Videla (piano) cerró el programa. Es un opus

verdaderamente virtuoso y de gran dificultad técnica en todos los matices de ambos

instrumentos, con pasajes extremadamente rápidos en el clarinete y una textura muy

cerrada en el dialogo permanente con el piano. Roberto Gutiérrez ya había demostrado ser

un virtuoso del instrumento, asimismo Juan Ignacio Videla demostró tanto su versatilidad

como su gran talento como pianista.

La obra estuvo dedicada al maestro Carlos Céspedes, fallecido prematuramente,

quien la interpretó en el campus un cuarto de siglo atrás. Destacado por el maestro Mora

como un gran músico, fue profesor de Roberto Gutiérrez.

El campus es un espacio de confluencia de experiencias, técnicas, estéticas y

filosóficas acerca de la música donde confluyen músicos profesionales experimentados con

alumnos avanzados. Fueron numerosos los participantes de este año, algunos nuevos, otros

que lo han hecho anteriormente.

La ocasión de hacer música es un momento privilegiado en el que algo, que es el

producto de un gran trabajo previo, brilla, nos deslumbra y nos señala un camino.


Eduardo Balestena

lunes, 10 de febrero de 2025

 Concierto de la Orquesta Sinfónica Municipal

.Orquesta Sinfónica Municipal

.Director: maestro Guillermo Becerra

.Teatro Municipal Colón, Mar del Plata, 8 de febrero, hora 21.

Un demandante programa fue el abordado por la Orquesta Sinfónica

Municipal en su último concierto.

La Danza Húngara nro. 1 de Johannes Brahms (1833-1897) de la

serie de 21 del género, en uno de sus opus más conocidos, fue la primera de

las obras interpretadas.

Le siguió la Obertura Scherzo y Final, opus 52 de Robert Schumann

(1810-1856) rico opus muy poco frecuente en el repertorio de las salas de

concierto. Se encuentra estructurada en tres movimientos: obertura, andante

con moto, allegro; Scherzo, vivo, trío y Finale allegro vivace. De gran riqueza

melódica, en todos sus movimientos, el diálogo entre las distintas secciones es

permanente en una estructura cerrada y precisa, con permanentes cambios

dinámicos y tímbricos. Es muy marcada y ajustada en sus pasajes rápidos, y

muy delicada desde el punto de vista del fraseo que requiere.

En la última parte del programa fue interpretada la Sinfonía nro. 4 en fa

menor, opus 36 de Piotr Illich Tchaicovsky (1840-1953) que marca un

evidente cambio en el pensamiento sinfónico del compositor. Concebida de

manera marcadamente subjetiva, en la carga de sensaciones que suscita (el

destino que irrumpe en la intensa fanfarria del primer movimiento, como el

doloroso tema del vals que surge en la cuerda luego de la introducción)

demanda, al mismo tiempo que la fuerza sonora capaz de producir

sensaciones, una gran precisión y homogeneidad en el diálogo entre las

distintas secciones de una orquesta que trabaja siempre exigida.

El primer movimiento en sí, ya es un mundo, doloroso, intenso y violento

El Andantino (segundo movimiento) en abierto contraste con lo anterior, lleva a

un sentimiento interno en la voz del oboe.

Otro lugar donde la concepción es novedosa es el extenso pizzicato en

la cuerda en el tercer movimiento (Scherzo. Pizzicato ostinato – Allegro), que

también demanda una absoluta precisión en el extenso pasaje de toda la

cuerda en pizzicato.

Como no podría ser de otra manera, el cuarto movimiento (Finale.

Allegro con fuoco) es apoteótico y de gran dificultad, no solo en el raoido solo

de piccolo sino en el diálogo entre las secciones de los metales (cornos,

trombones y trompetas).

La Orquesta

Muy homogénea en una cuerda exigida tanto por la musicalidad de las

frases como por la precisión e intensidad, la orquesta estuvo muy ajustada

tanto en el diálogo entre metales y madera como con la cuerda.

Los ensayos generales nos permiten apreciar básicamente dos cosas: la

estructura de las obras y sus demandas y que se trabaja con todo detalle hasta

el final, en texturas muy complejas, tanto en el volumen como en la precisión

de los diálogos entre las secciones. Tchaicovsky fue un genial instrumentador,

lo que demanda a veces distintas intensidades en distintas secciones y esta es

una de sus obras más destacadas en tal sentido.


La Orquesta Sinfónica está siendo conformada en gran medida con

contratos temporarios, lo cual es un indicador del enorme trabajo que significa

el armado de una obra como esta sinfonía, lo que habla a las claras de trabajo

de preparación que lleva a cabo el maestro Becerra.

Sin un horizonte de salvación a la vista, en lugar de estacionarse en

repertorios de menor dificultad se ha optado por abordar obras de gran

dificultad técnica y musical. Si no nos lanzamos hacia un desafío nunca

sabremos de qué somos capaces, podría ser el enunciado que subyace a esto.

Tan evidente como las carencias es la sensación de que todos los

problemas quedan afuera apenas surge el gesto de apertura del maestro y

comienza la música.


Eduardo Balestena

martes, 14 de enero de 2025

 

CON LA CASACA BIEN PUESTA

 

 

Ciclo de Conciertos de Verano de la Orquesta Sinfónica Municipal de General Pueyrredón (Mar del Plata). Concierto de Apertura, Director: Guillermo Becerra (Titular del Organismo). Programa: Obras de Grieg y Mendelsohn. Teatro Municipal Colón (Mar del Plata), 11 de Enero de 2025.

 

NUESTRA OPINIÓN: MUY BUENO

 

  Desde hace 63 temporadas, quien esto escribe concurre a pasar sus vacaciones a la ciudad de Mar del Plata. Es decir, que he transitado el paso de un lugar de descanso para la clase alta y media alta al turismo social y a la pujanza de la clase media. También los vaivenes económicos del último medio siglo desde el Rodrigazo de 1975 hasta el presente. De ver como las amistades perdurables de cada verano se iban hacia otros destinos estivales con preeminencia de Brasil y Uruguay para luego decir que Miami, el Caribe y Europa eran las presas más codiciadas. Hoy, cuando una vez más la rueda se detiene en un punto tan igual a lo que acabo de narrar,  observo con detenimiento que lejos de ofrecer alternativas superadores a las memorables temporadas que tenían como invitados a los Calderón, Perusso, Benzecry, Fontenla y titulares como Washington Castro, Carlos Vieu, Guillermo Scarabino, Susana Frangi o Guillermo Becerra (hoy en su segunda gestión), a la Secretaría de Cultura Municipal se la recategoriza y degrada a una dependencia dentro del Ente Municipal de Turísmo (recordar el paso por nuestro programa, traído pro Ntro. corresponsal allí, Eduardo Balestena,de Nino Ramella, acaso el hombre que más sabe de gestión cultural en Mar del Plata, donde tenazmente se opuso a este cambio). Desde mucho antes que el actual Presidente de la Nación expresara su ya famoso “No hay plata”,  comenzaron los éxodos de los organismos musicales marplatenses ya sea por renuncias o jubilaciones y, salvo por titularizar cargos vacantes en donde los integrantes actuales de los conjuntos califican con prioridad, los demás no se cubren, no se materializan los concursos, los refuerzos por concierto para hacer obras de mayor envergadura se contratan cuando hay caja y ni hablar de invitar solistas o directores externos, los que si vienen lo hacen de la mano de contribuciones desinteresadas. En cuanto al organismo que hoy nos convoca para el análisis de su presentación, se estima en veinte (20) los cargos a cubrir. Mientras tanto la preocupación reside en que la juventud viaje hacia allá para disfrutar de la previa, los food trucks y del ruido como si eso solamente salvara una temporada estival de lo más paupérrima que este cronista recuerde, solo superada por de la salida de la pandemia. Urge mayor responsabilidad, devolverle a la ciudad la secretaría de cultura como corresponde, potenciar circuitos como sus museos con Villa Victoria al frente, mostrar la capacidad de los artistas marplatenses, a los que muchas veces en premios como el “Estrella de Mar” se los hace competir en rubros con total desigualdad de condiciones y potenciar así la gran vidriera del verano ante el público de todo el país. Dicho sea de paso y en cuanto a la música clásica se refiere, Mar del Plata le debe al país su festival estival como en los grandes países del mundo. Pareciera que ni siquiera la presencia reiterada de los Cuerpos Estables del Teatro Colón de Buenos Aires (Quienes perfectamente pueden darle cabida a los marplatenses en un evento de esas características), no ha sido suficiente para darse cuenta de eso.

 

  Como consecuencia de lo que acabo de exponer, es que hubo que recurrir a un repertorio que garantizara calidad y buenos resultados artísticos. En la primera parte la Sinfónica Marplatense bajo la dirección de Guillermo Becerra ofreció un programa para cuerdas integrado por páginas de Edward Grieg. Aparecieron entonces en los atriles las “Dos Melodías Elegíacas” integradas por “El Corazón Herido” de neto corte dramático y “La Ultima Primavera”, esta última de un transcurrir más calmo. Las cuerdas fueron de menor a mayor. Tras unas pequeñas imperfecciones en el comienzo, la versión fue creciendo durante la interpretación con un convincente remate en la segunda parte.

 

  Ingresando en un territorio más conocido, se tuvo oportunidad de escuchar una muy buena versión de la Suite “De Los Tiempos de Holberg” en la que a lo largo de sus cinco movimientos tuvo, intensidad, ajuste, dinamismo, entrega total de los instrumentistas y una dirección firma del maestro Becerra, quien se revelo como un buen conocedor de este repertorio.

 

  Tras un breve intervalo, la Orquesta, ya con su orgánico actual en el escenario y con la estupenda conducción de Becerra, ofreció una muy buena versión de la Sinfonía Nº 4, Op. 90 “Italiana” de Félix Mendelsohn en donde hubo vibración. magnífico empaste, sonido homogéneo, acertados “Tempi”· y un estupendo enfoque interpretativo por parte del Director . La respuesta de todo el conjunto fue de una rotunda categoría, pero sería injusto si no destacara la descollante labor del contrabajista Sebastián Sartal (único interprete de ese instrumento en el conjunto [leyeron bien]). Su entrega fue tal que logró que no se notase que faltan al menos cuatro contrabajistas más para equilibrar ese sector.

 

  La ovación que el público tributó a todos obró como disparador para que el Maestro Becerra agradeciera al público que llenó la sala por la presencia y el cariño.  Recalcó las virtudes de cada uno de los integrantes del conjunto, quienes ingresaron por concursos de antecedentes y recordar que llegaron a cada atril por estudio, esfuerzo y dedicación, no por arte de magia. Lo demostraron con creces en el escenario, transpirando la casaca de la Orquesta como nunca y bridándole al público del país, no solo al marplatense, una gran demostración de talento.

 

Donato Decina  

domingo, 12 de enero de 2025

 Exitosa clausura de Temporada USM


Por Jaime Torres Gómez

Con una tradición por más de 80 años, la Temporada Artística de la

Universidad Federico Santa María ha sido de las más gravitantes a nivel

nacional, por su calidad y diversidad programática.

Asimismo, fundamental ha sido el buen uso histórico de su magnífica Aula

Magna, en Valparaíso, con una de las mejores acústicas del país, asimismo,

con una importante capacidad de público y una excelente infraestructura que

permite una adecuada multifuncionalidad.

La Temporada 2024, recientemente finalizada, mantuvo la tradición de un

celebrado equilibrio entre lo docto y lo popular con contenido. En lo musical,

hubo interesantes propuestas en formatos sinfónicos y de cámara, aunque, en

el caso de los escasos dos programas a cargo de la Sinfónica Nacional -

históricamente presente desde los inicios de esta temporada-, debieron tener

mejor contenido…, considerando la amplitud de repertorio en su temporada de

Santiago. Asimismo, ante la poca llegada de orquestas grandes a la Región de

Valparaíso (a diferencia de antaño, con repeticiones íntegras de los programas

de abono de la Sinfónica Nacional en el Aula Magna USM…), es menester

brindar mayor valor agregado programático, conforme la tradición…

Y justamente la Sinfónica Nacional clausuró, como es tradicional, esta

importante temporada, copando la capacidad del Aula Magna, y dando cuenta

de la alta demanda en la macro zona del Gran Valparaíso por la oferta musical

docta, reflejado ante una buena asistencia promedio a lo largo del año.

Con una gala lírica denominada “¡Viva la ópera!, muy bien dirigida por el titular

Sinfónico, maestro Rodolfo Saglimbeni, convocó a destacadas voces solistas

nacionales y al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile (dirigido por Juan

Pablo Villarroel), ofreciendo una interesante selección de arias, duetos, coros y

extractos orquestales de famosas óperas decimonónicas.

A la vez, a raíz de esta presentación, ineludible rememorar las recordadas

puestas en escena en la misma Aula Magna USM de óperas tan queridas como

Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Aida y La Traviata, en el año 1979… en

estupendas producciones desde el Teatro Municipal de Santiago con

excelentes cantantes internacionales como Margarita Castro-Alberty, Roberta

Palmer, Ruth Staerke, Marta Rose, Gaetano Scano, Carlos Pizzini, Nelson

Portella, Brian Schneider, Nino Meneguetti, Carlos Haiquel, etc., junto a

recordados directores como Henrique Morelenbaum y Miguel Patrón Marchand,

aprovechándose, en propiedad, el foso para la orquesta y la amplia dimensión

del escenario, esperándose a futuro la reedición de temporadas de óperas

propiamente tales en la USM.

De la presentación misma, no obstante la variedad ofrecida, no hubo mayor

espacio para piezas orquestales, siendo pertinente haber considerado alguna

obertura rossiniana o verdiana, asimismo, algún intermezzo conocido como

alguno de los entrañables de Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Manon Lescaut,

Madama Butterfly, o de L´Amico Fritz. Además, hubo una innecesaria


hegemonía asignada a la ópera Carmen (Bizet) en perjuicio de una mayor

variedad global.

Asimismo, se celebra la inclusión de piezas muy ausentes en formato de gala

lírica como el notable Regina Coeli, de Cavalleria Rusticana, como la

secuencia final del primer acto de La Bohème (“Che gelida manina”, “Si, mi

chiamano Mimi”, y el dúo “O soave fanciulla”), como el extraordinario Te Deum

de la ópera Tosca. Y del todo acertados el despliegue de recursos escénicos

por parte de los solistas, brindado una ágil dinámica, máxime al ser el género

operístico esencialmente música dramatizada.

Meritorias participaciones de la mezzo Francisca Muñoz, especialmente en la

Habanera de Carmen (aún por pulir ciertos detalles de agilidad), asimismo, la

soprano Carolina García, muy bien en su intervención junto al coro en el

Regina Coeli de Cavalleria Rusticana y con debido esmero sus intervenciones

en La Bohème. A su vez, el bajo-barítono Homero Pérez-Miranda, si bien no

se le vio homogéneo en la Canción del Toreador de la ópera Carmen, estuvo

formidable en el exigente Te Deum de Tosca, junto al coro. Y deslumbrante

José Azócar, sin duda el gran tenor chileno por décadas…, quien mantiene

intactas sus grandes condiciones vocales, ofreciendo entregas de antología en

“Che gelida manina” y “O soave fanciulla”, de La Bohème, dando cuenta de su

plena vigencia y extrañando no haya sido convocado últimamente a las

temporadas de ópera del Teatro Municipal de Santiago, considerando casi no

hay voces locales de su cuerda.

Mención aparte el desempeño del Coro y la Sinfónica, no habituales en

repertorios líricos, mostrando debida elasticidad, magnífico esmalte sonoro y

ajuste, reconociéndose la estupenda labor de sendos directores.

En suma, un atractivo cierre de la Temporada Artística USM junto a la

Sinfónica Nacional de Chile, agradeciéndose su llegada junto al Coro Sinfónico

de la Universidad de Chile y solistas invitados con un programa lírico en

formato grande, de escaso perfil local…

 Boris Giltburg: un pianista de marca mayor


Por Jaime Torres Gómez

Recientemente se presentó el destacado pianista ruso-israelí Boris Giltburg, conocido en

Chile desde años.

Realizado en el Teatro Corpartes, espacio de excelente acústica y hoy en plena

utilización post pandemia, se aprovechó la presencia de Giltburg por Sud América,

recalando en Santiago con un programa de “generosa duración” y alta exigencia musical.

Ganador de los prestigiosos concursos “Paloma O´Shea” (España) y “Reina Elizabeth”

(Bélgica), la carrera de este pianista ha sido meteórica al presentarse en importantes salas

internacionales y como solista en grandes orquestas, además, colaborador permanente del

prestigioso sello Naxos, habiendo grabado un vasto repertorio. De sus actuaciones previas

en Chile, se recuerda su importante desempeño en el Concierto N° 2 de Saint-Saëns junto

a la Filarmónica de Santiago en el Teatro Municipal, asimismo, de completa solidez la

mayoría de los registros disponibles de sus actuaciones en vivo y grabaciones de estudio.

La presencia de Giltburg se suma a otros pianistas internacionalmente aclamados como

Peter Donohe junto a la Sinfónica Nacional a comienzo de año, Martina Filjak con la

Filarmónica, y el debut del extraordinario Danill Trifonov (inaugurando el nuevo piano del

Municipal de Santiago), más estupendas presentaciones de los pianistas nacionales Luis

Alberto Latorre, Danor Quinteros, Alfredo Perl, Gustavo Miranda y Liza Chung, entre

varios.

En la presentación de Corpartes, nuevamente Giltburg reafirmó su solvencia artística,

servida de una formidable técnica, acabada formación musical y en general buen criterio

en el abordaje de las obras. Y si bien el Steinway disponible no se apreció en buen estado

sonoro, considerando un histórico buen recuerdo del piano de Corpartes, en esta

oportunidad se percibió con un metálico timbre, condicionando, en parte, la audición del

programa, no obstante el excelente desempeño del pianista visitante.

Abrió con la Sonata N° 14, Op. 27 N° 2 “Claro de Luna”, de L.V. Beethoven, obra

original para época, principalmente por la libertad del tratamiento formal respecto los aún

vigentes clásicos cánones mozartianos y haydnianos. De calibrada claridad, no obstante la

incomodidad del metálico sonido, Giltburg logró “amigarse” con las limitaciones de marras,

obteniendo nitidez de voces y coherencia interna.

Seguidamente, y con mayor vuelo expresivo, una formidable versión de la exigente Sonata

en si menor de Franz Liszt, obra cumbre del pianismo. De dialéctico carácter (como

imagen del Fausto goetheniano, con las figuras de Fausto, Gretchen y Mefistófeles),

musicalmente plasma una irrefrenable evolución cíclica con admirables transiciones y

desarrollos. Giltburg, del todo empoderado, comprendió a fondo todos estos elementos,

pintando, con notable claridad conceptual, cada cuadro, no obstante, a ratos, con excesivo

arrebato en los pasajes de mayor bravura expresiva. Logros irrefutables en la

administración del rubato, dinámicas, fraseos y contrastes, más inteligentes matices y gran

calidad de sonido global.

La segunda parte consultó un monográfico Sergej Rachmaninoff, no convenciendo del

todo su inclusión post la catedrálica sonata lisztiana, esta última más lógica para finalizar

un programa. Como contrapartida, debe destacarse la completa afinidad y dominio de

Giltburg con la música rachmaninoffiana, ante un gran nivel de entrega.


Comenzando con una secuencia de Preludios bien seleccionados e inteligentemente

agrupados, dio cuenta de cabal organicidad. Piezas de particulares individualidades,

conforman un collage discursivo de atrapante contenido, discurriendo por distintos estados

anímicos, asimismo por variopintas temáticas. A sus anchas, el formidable pianista ofreció

versiones de antología. Gran manejo del color y transparencias, amén de una certera

administración de las transiciones más empática claridad expositiva global.

En el caso de la famosa Sonata N° 2 -obra extraña y quizás no necesariamente de

consumada belleza, aunque bien construida-, en palabras del mismo Rachmaninoff al

decir: “…miro algunas de mis obras anteriores y veo cuánto hay de superfluo. Incluso en

esta Sonata hay tantas voces que se mueven simultáneamente, y es tan larga. La Sonata

de Chopin dura diecinueve minutos y todo está dicho…”, en parte, no obstante ciertas

dispersiones y algunas ideas vagas, no existen “superficialidades”. Deslumbrante versión

del pianista visitante, con soberbio dominio del “pathos interno”, en sí complejo. Si bien el

abordaje de esta obra requiere completo virtuosismo -aquí derrochado a borbotones-, a la

postre, se impuso una profundidad interpretativa que ayudó a una mejor comprensión de la

pieza, mérito propio de un gran artista como Boris Giltburg…

En suma, una presentación de altísimo nivel que deja un importante referente para una

mayor llegada de artistas de clase mundial…

lunes, 23 de diciembre de 2024

 Cierre del ciclo de la Orquesta de Cámara del Congreso en la Iglesia de Balvanera


UN SITUACIÓN DIFÍCIL EN EL ÁMBITO MÁS APROPIADO

Martha CORA ELISEHT


Con motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la Orquesta de Cámara del

Congreso de la Nación tenía previsto brindar dos conciertos: el primero, el pasado

viernes 20 del corriente en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, y el

segundo, en la Iglesia Nuestra Señora de Balvanera el domingo 22 dentro del Ciclo

“NOVENAS MUSICALES: DISTINTAS NOTAS, UNA SOLA NACIÓN”.

Lamentablemente y, sin mediar explicación alguna, el concierto correspondiente al

viernes 20 fue súbitamente cancelado. Por lo tanto, sólo se realizó el concierto de cierre

de ciclo denominado “PESEBRE CRIOLLO” en la mencionada iglesia el pasado

domingo 22 del corriente bajo la dirección de Francisco Varela como director invitado,

con participación de dos integrantes del conjunto en calidad de solistas: las violinistas

Paula García Presas y Julieta Bril, quienes ofrecieron el siguiente programa:

- Tema y variaciones, Op.97- Aleksandr GLAZUNOV (1865-1936)

- Concierto en Re menor para dos violines y orquesta, BWV 1043- Johann S.

BACH (1685-1750)

- “La Navidad de los Niños”- Niels W. GADE (1817-1890)

- Villancicos Navideños- Mario ROSSI (1933-2024)

- Tres villancicos (arreglo orquestal)- Federico CHLOPECKI (1989)

En los instantes previos al concierto se pudieron apreciar dos cosas: por un lado,

toda la parte técnica perteneciente al Congreso Nacional en materia de cámaras y

grabaciones, que son las que permiten la transmisión simultánea del concierto por

streaming cuando el público asiste a los conciertos en su ámbito natural y también,

poder subir la filmación al canal de YouTube en caso de que el público no pueda asistir.

Esto contrastó con el clima de tensión y preocupación entre los integrantes del

organismo, que se ven forzados a cumplir un horario de 7 horas de lunes a viernes como

si fueran empleados administrativos, lo que resta horas que se podrían aprovechar para

el estudio y perfeccionamiento los días en los cuales, la orquesta no tiene ensayo.

Como se puede apreciar, el programa comprendió dos obras clásicas del repertorio

camarístico antes de pasar al repertorio navideño propiamente dicho. El concierto

comenzó puntualmente con el Tema con variaciones, Op.97 de Glazunov. Se trata de un

tema folklórico ruso escrito originalmente para orquesta de cuerdas en 1895, sobre el

cual se desarrollan una serie de variaciones -no debe confundirse con la Canción de los

remeros del Volga para coro y orquesta, que data de 1918 y, casualmente, lleva el mismo

número de opus-. Se logró una muy buena versión, caracterizada por su profundidad

sonora y buen manejo de tempi por parte del director.

A continuación, Paula García Presas y Julieta Bril tomaron sus puestos para brindar

una muy buena versión del célebre Concierto en Re menor para dos violines y orquesta

BWV 1043 de Bach, compuesto entre 1717 y 1723. Es una de las obras maestras del


barroco y consta de 3 movimientos: Vivace /Largo ma non tanto/ Allegro, cuya

característica principal es el diálogo entre los dos violines, que se hace más notable en el

movimiento central en 12/8, de carácter dulce y lírico, que contrasta con el contrapunto

típico de Bach en los movimientos inicial y final. Un clásico de la agrupación, con un

muy buen desempeño tanto de la orquesta como de las solistas. En este último ítem, se

la apreció más segura a Paula García Presas en el fraseo y a Julieta Bril en los diálogos.

Tras los aplausos, las solistas volvieron a ocupar sus lugares en la orquesta para dar

comienzo al repertorio navideño con una obra del danés Niels Gade: La Navidad de los

Niños, Op.36. Es una suite compuesta en 1859, formada por los siguientes números: Las

campanas de Navidad (Fa mayor), El niño Jesús yace en un pesebre (La mayor), El

árbol de Navidad (La menor), Danza de los niños (Mi mayor) y Buenas noches (Fa

mayor). Mientras que el segundo es un villancico que se canta habitualmente en

Dinamarca para esta época, el tercero posee atisbos de una danza popular de Jutlandia

(Go’ jawten) y el cuarto es un vals. La versión se destacó por su sonido compacto y, a la

vez, solemne. Gustó mucho y fue muy bien recibida por el público, al igual que los

Villancicos Navideños de Mario Rossi. Es una transcripción para orquesta de cuerdas de

los siguientes villancicos: Alegría al mundo, Villancico de las campanas, La primera

Navidad, En un establo oscuro y ¡Oíd! Los ángeles mensajeros cantan, que sonó

magnífica merced al desempeño del director y los músicos. En el Villancico de las

Campanas se lucieron la violista Mercedes Sánchez y el solista guía de segundos

violines Catriel Galván, mientras que, en el último, lo hicieron tanto Galván como el

concertino Pablo Pereira, al igual que en el consabido Alegría al mundo. La dirección

de Francisco Varela fue impecable durante todo el concierto, logrando hermosas

versiones de todas las obras hasta llegar al arreglo sobre Tres villancicos del compositor

y director de orquesta argentino Federico Chlopecki, que comprende los famosísimos

We wish you a Merry Christmas, Jingle bells y Deck the halls. Nada mejor que el

ámbito de una iglesia para interpretar este tipo de repertorio y poner punto final luego

de un cálido y sostenido aplauso por parte del público.

No faltaron los tradicionales diplomas que habitualmente se entregan al director y

los solistas por parte del director de Cultura del Senado de la Nación -Dr. Daniel Abate-

y su par de la Cámara de Diputados -Sra. Andrea Barbieri-, quienes estuvieron

presentes. No obstante, el problema persiste y todavía no se ha dirimido la cuestión. Es

inconcebible que se trate a músicos profesionales -con cargos ganados mediante

concurso en buena ley- obligándolos a cumplir horarios como empleados

administrativos, motivo por el cual han renunciado ya dos integrantes de la orquesta y

quedan cargos vacantes por cubrir. Ojalá que el filo de la motosierra en materia de

recortes presupuestarios no afecte a la mejor orquesta de cámara del país por un

malentendido burocrático.

 



Nuevamente la lente inquieta del Mtro. Arnaldo Colombaroli, capta de manera brillante la vibrante marcación de Keri-Lynn Wilson en el concierto que brindó el pasado Sábado al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón y que Uds. pueden apreciar gracias al Servicio de Prensa del Teatro.


MAGNIFICO CIERRE DE AÑO PARA LA ESTABLE

 

Teatro Colón, temporada 2024. Quinto y último concierto de la serie a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Directora: Keri-Lynn Wilson. Solistas: Alina Traine (Arpa), Jorge de la Vega (Flauta), Montserrat Maldonado (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Santiago Ballerini (Tenor), Fernando Rado (Bajo). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez.  Programa: Obras de Mozart y Beethoven. 21 de Diciembre de 2024.

 

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Este concierto de cierre del abono de la Orquesta Estable del Teatro Colón, marcó la reaparición entre nosotros de la maestra canadiense de ascendencia ucraniana Keri-Lynn Wilson recordada por su concertación de Tosca en las funciones de abono de la temporada 2022. Es menester recalcar que la Sra. Wilson ha sido la única intérprete convocada por el Teatro que ratificó desde Marzo de este año por las redes sociales  que vendría al Colón a dirigir este concierto. En medio de cancelaciones, retrasos y elencos incompletos que la anterior gestión legó, debe agradecérsele el mantener su compromiso. Su presencia, el agasajo final que los Maestros de la Estable y los Directivos de le casa le han tributado, es todo un signo de gratitud y es de esperar que su convocatoria se reitere en próximas temporadas.

 

 

  Un momento sorpresivo se vivió en el inicio ya que al ingresar los solistas que interpretarían el Concierto para Arpa y Flauta en Do mayor Kv. 297c/299 de Mozart se divisó la presencia en el escenario de la arpista Alina Traine (integrante de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires). Originalmente el solista anunciado era Ramiro Enriquez de recordado paso por la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata y que hoy se halla radicado en Montevideo (Uruguay). No hubo comunicado de prensa previo, ni cambio en el programa de mano o al menos un suelto dentro del mismo anunciando dicho cambio y lo que es aún peor, un mínimo  anuncio por micrófono como agradecimiento a esta muy buena maestra por salvar la interpretación de la obra. Junto a ella estaba, si, Jorge de la Vega, quien desde un primer momento fue el solista anunciado y que como bien se sabe es el titular en la Estable de esa hilera correspondiente. Esperemos que sea la última ocasión en que se deba señalar una situación harto lamentable.  En cuanto a la versión, si bien el orgánico orquestal pareció un tanto más grande que el que hoy se utiliza para interpretar Mozart, hubo por parte de la maestra Wilson cabal dominio del estilo y total consustanciación con los intérpretes. Si bien Alina Traine exhibió en el comienzo escaso sonido, se fue asentando con el correr del primer movimiento hasta lograr ensamblarse plenamente con Jorge de la Vega, quien una vez más dio sobradas muestras de su calidad interpretativa con bellísimo sonido y exquisita técnica, además de la necesaria cuota de simpatía para atravesar el trance que significa cambiar de compañero para interpretar la obra. Fueron muy buenas las cadencias de cada movimiento donde ahí sí se vio la enorme cumplimentación entre ambos para afrontar una obra tan bella. Los aplausos surgieron de manera espontánea y, como correspondía, hubo “bis” y fue un  magnífico momento de la música incidental para  “L’Arlesiana” de Bizet en versión arpa y flauta que fue un deleite para la concurrencia y un premio a la brillante labor de ambos solistas.

 

  Tras este muy buen inicio vino lo que el público esperaba. Lo que siempre ocurre, cartel de “no hay más localidades” para señalar que el público se llevó las entradas habilitadas por el Colón a la venta. Novena bien hecha, conmueve. Y eso fue lo que ocurrió y ahora se explica el porqué.

 

 Uno de los momentos más difíciles de la novena sinfonía en Re menor, op. 125 “Coral” de Beethoven es su apertura. Arranque en “piano” para ir “In Crescendo” hasta la fortísima irrupción del primer tema principal del movimiento. Las extensas exposiciones, la reaparición de ese primer tema reiterado con suma fuerza con acentuaciones desde el timbal. La Sra. Wilson impuso ”tempi” impecable desde el minuto cero. La Estable acompañó con  estupenda concentración y atenta hasta en los mínimos de talles de marcación. Hubo tensión en donde debía haberla, canto orquestal y bellísimo sonido. Ya en el segundo, en donde la Directora optó no repetir la exposición del tema inicial, se percibió un punto justo de interpretación y hubo deleite en la escucha de la sección central con magníficas intervenciones del propio Jorge de la Vega  en flauta (ahora en su puesto en la Orquesta), Rubén Albornoz en Oboe y, fundamentalmente, Rodolfo Rosón en Corno en uno de los solos de la novena más bellos que se hayan escuchado en mucho tiempo. “Adagio Molto e Cantabile” es la indicación que este gigante de la música le da al tercer movimiento y por cierto hubo canto en su máxima expresión a partir de la tersura de las cuerdas, el puro sonido de las secciones de vientos y, nuevamente, otro muy buen solo de Rosón en el corno.       Finalmente llegamos a la instancia más esperada, luego de la introducción en donde Beethoven  expone  las citas principales de los tres movimientos anteriores y es la aparición del tema que el bajo invocará al comienzo de la parte cantada junto al tema principal que musicalizará la “Oda a la Alegría” de Schiller, lo irá exhibiendo a través de todas las secciones de la Orquesta que se unirán para exponerlo de modo brillante y conmovedor.  Eso es lo que sucedió en el Colón a partir de la firmeza y precisión de conducción de la Sra. Wilson. Tras un comienzo “accidentado” con algunas notas poco gratas, Fernando Radó se fue asentando en la invocación inicial hasta culminarla de modo convincente.  Monserrat Maldonado exhibió timbre acerado y entonación perfecta en su parte, con un gran pasaje agudo en el final de su intervención. Alejandra Malvino con grato timbre y estupendo oficio demostró porqué está a la altura de esta obra y Santiago Ballerini sobresalió en su intervención con un brillante solo junto al coro masculino que revela el gran momento artístico que atraviesa.  El Coro Estable, bajo la Dirección de Miguel Martínez, que a lo largo de la temporada demostró plena solvencia en cada oportunidad en la que participó, cerró de modo brillante la temporada con una intervención verdaderamente monolítica y ajustada a los requerimientos de la Directora de Orquesta.

 

  Una gigantesca ovación con público de pié, como no se veía desde hace varios años a esta parte,  saludó la versión de la Sra. Wilson quien visiblemente agradecida salió  junto a los solistas y al Mtro. Martínez a saludar al público en reiteradas ocasiones. Es un buen momento para señalar que el Colón ha traído en la presente temporada a muy buenas batutas femeninas extranjeras: Marin Alsop junto a la Sinfónica Juvenil Norteamericana y Jean Yves Thibaudet, la participación de la ascendente Beatrice Venezi en  “Turandot” y “Un Ballo in Maschera” y ahora Keri-Lynn Wilson. Ojalá en poco tiempo más sean Ntras. muy buenas conductoras femeninas las que comiencen a participar en los ciclos de abonos principales de la casa. Y vaya el reconocimiento a la Orquesta Estable desde su concertino titular, Freddy Varela Montero hasta el último integrante por este brillante concierto.

 

 

Donato Decina


 


La expresividad gestual de Keri-Lynn Wilson captada de modo inmejorable por el Mtro. Arnaldo Colombaroli en esta fotografía suministrada por el Servicio de Prensa del Teatro Colón.



Antológica versión de la Novena de Beethoven a cargo de la Orquesta Estable del Colón


DOSCIENTOS AÑOS DE GOCE Y PLENA VIGENCIA


Martha CORA ELISEHT


El 7 de Mayo de 1824 se produjo el estreno de la Sinfonía n°9 en Re menor, Op.125

(“Coral”) de Ludwig van Beethoven en el Kärtnertortheater (Teatro de la puerta carintia)

de Viena. Tras 10 años de no realizar apariciones en público debido a su sordera,

Beethoven siguió su sinfonía con la partitura hasta que uno de los músicos lo tomó del

brazo para que pudiera apreciar su éxito. El público lo ovacionó en medio de un sinfín de

aplausos y agitando pañuelos al aire. Su inmensa popularidad radica en que se trata de una

obra universal, que subraya los valores fundamentales del hombre – libertad, igualdad,

fraternidad- dentro del marco de un elemento trascendental: la alegría. Su partitura original

forma parte de la herencia espiritual de la humanidad y se encuentra en el Registro de la

Memoria Mundial de la UNESCO desde 2001, además de ser el Himno oficial de la Unión

Europea.

Con motivo de cumplirse 200 años de su estreno, el Teatro Colón decidió incluir

esta celebérrima obra dentro de un concierto que tuvo lugar el pasado sábado 21 del

corriente donde participaron la Orquesta y el Coro Estables de dicho organismo dirigidos

por Keri-Lynn Wilson y Miguel Martínez respectivamente, con participación de los

siguientes solistas: Jorge de la Vega (flauta), Alina Traine (arpa), Monserrat Maldonado

(soprano), Alejandra Malvino (mezzosoprano), Santiago Ballerini (tenor) y Fernando Radó

(bajo) para ofrecer el siguiente programa:

- Concierto en Do mayor para flauta, arpa y orquesta, K.299/297c- Wolfgang A.

MOZART (1756-1791)

- Sinfonía n°9 en Re menor, Op.125 “Coral”- Ludwig van BEETHOVEN (1770-

1827)

Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Freddy Varela

Montero, los solistas aparecieron sobre el escenario para brindar una hermosa versión del

mencionado concierto de Mozart, compuesto en 1778 durante un viaje desde París hasta la

corte de Guînes. El Duque de Guînes era flautista y su hija, arpista, quien recibía lecciones

de composición por parte de Mozart. Es la única obra que el genio de Salzburgo compuso

para dicho instrumento y consta de tres movimientos: Allegro (Do mayor, 4/4) / Andantino

(Fa mayor, ¾) y Rondó- Allegro (Do mayor, 2/2), que fueron interpretados de manera

exquisita y sublime. Los diálogos entre los solistas y la orquesta durante el 1° movimiento

fueron perfectos, al igual que las 4 variaciones sobre el tema principal en el movimiento

central, antes de ser tomado por los solistas. El rondó- allegro final – escrito en ritmo de

gavota- explora ampliamente los matices del arpa debido a las mejoras que Érard y

Krumpholz habían efectuado sobre el instrumento en aquella época. Por su parte, Keri-

Lynn Wilson hizo gala de su marcación, técnica y precisión en el podio. Luego de su

interpretación, el binomio de la Vega- Traine decidió ofrecer un bis: una transcripción para

flauta y arpa de una parte de la música incidental de La Arlesiana de Bizet, compuesta para


el drama homónimo de Alphonse Daudet, que sonó magistral. Ambos músicos se retiraron

sumamente aplaudidos.

Seguidamente, los integrantes de la Orquesta y del Coro Estables tomaron sus puestos

sobre el escenario para dar comienzo a la Novena Sinfonía. En 1817, la Sociedad

Filarmónica de Londres le encarga a Beethoven la composición de una sinfonía, cuya

fuente de inspiración fue la Oda a la alegría (Ode an der Feude) del poeta alemán

Friedrich von Schiller (1759-1805), compuesto entre 1785 y 1786. El manuscrito de

Schiller llegó a manos de Beethoven en 1793 y, tras leerlo, el genio de Bonn quedó tan

encantado con el texto, que decidió musicalizarlo. No fue nada sencillo debido a su larga

extensión -16 estrofas- y también, a que hasta ese momento nunca se había incluido la

participación de un coro dentro de una sinfonía. Por lo tanto, había que adaptarlo

musicalmente y diferenciarlo del texto original de Schiller. Por dicho motivo, Beethoven

decide llamarlo Ode/Hymn to Joy (Oda/ Himno a la alegría). La composición comenzó en

1818 y lo más difícil fue lograr una introducción musical para poder adaptar

adecuadamente el texto de Schiller.

En una conversación con Anton Schindler -biógrafo y amigo personal del compositor-,

éste narró: “Lo más difícil fue la composición del 4° movimiento, donde la lucha comenzó

como nunca. El objetivo era encontrar de un modo correcto la introducción a la oda de

Schiller, hasta que, un día, Beethoven entró a un cuarto y gritó: “¡Lo tengo! ¡Lo tengo!

Déjenos cantar la oda del inmortal Schiller”. No obstante, Beethoven siguió trabajando

hasta encontrar las palabras con las cuales, el bajo introduce la parte vocal: “O Freude!

Nicht diese Tönne!”. El movimiento es una sinfonía en miniatura dentro de una sinfonía,

debido a su perfecta síntesis entre lo instrumental y lo vocal. La versión ofrecida por la

Orquesta Estable bajo la batuta de Keri-Lynn Wilson fue memorable desde todo punto de

vista: fuste, enjundia, buen empaste y la pasión -ingrediente fundamental del universo y la

interpretación beethovenianas- en el crescendo característico del compositor en los

primeros tres movimientos instrumentales (Allegro/ Molto vivace/ Adagio). En el

movimiento final, con excepción de un traspié de Fernando Radó al comienzo de su aria,

las intervenciones de los solistas fueron magistrales, destacándose Santiago Ballerini por

sobre el resto. El Coro cantó maravillosamente bajo la impecable preparación vocal,

dirección y coordinación de Miguel Martínez. Una de las mejores versiones de esta

famosísima pieza interpretadas por una orquesta argentina, que fue aplaudida

unánimemente de pie a sala llena tras tan excelsa interpretación y un cierre perfecto desde

todo punto de vista, ya que fue una auténtica fiesta para los oídos. El rugido del Colón

volvió a sentirse en toda su plenitud para coronar una versión de antología.

A 200 años de su estreno, la Novena de Beethoven sigue gozando de inmensa

popularidad y plena vigencia y ha sido un broche de oro para el cierre de la presente

temporada en una auténtica noche de Colón.

domingo, 22 de diciembre de 2024

 

CON CRITERIO Y MUY BUEN GUSTO

 

Teatro Argentino de La Plata, temporada 2024. Ballet: “Don Quijote” en tres actos con música de Ludwig Minkus/Wassili Solowjov-Sedoy y coreografía de Viktor Filimonov, basada en el original de Marius Petipa, a partir del episodio “Las Bodas de Camacho” de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra. Intérpretes: Darío Lesnik (Don Quijote), Juan Pablo Caballero (Sancho Panza), Alejandra Baldoni (Tabernera), Nadia Osorio (Kitri/Dulcinea), Miguel Angel Klug (Basilio), Mariela Milano (Mujer de la Calle- Solista en el Bolero), Martín Alvarez Kalbermater (Torero Principal-Solista en el Bolero) Aldana Jiménez (También en Seguidilla)-Jazmín Gude Alonso (Amigas de Kitri), Martín Quintana (Lorenzo, padre de Kitri), Israel Ayala (Camacho), Cecilia Mattioli Zartmann (Gitana Principal-Seguidilla), Valentín Fernández (Gitano Principal), Agustina Gómez Saavedra (Reina de las Dríades), Sol Infer (Cupido-Seguidilla), Alice Inuy, Miguel Moyano, Marcos Becerra, Esteban Schenone (Gitanos), Candela Díaz (Grand Pas-Primera Variación), Nadina Stroker (Grand Pas-Segunda Variación).

Escenografía: Augusto González Ara. Vestuario: Eduardo Caldirola. Iluminación: Esteban Ivanec. Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, Directora: María Fernanda Bianchi. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Diego Censabella . Sala Alberto Ginastera, función del 20 de Diciembre de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

 Siempre actúa como estímulo el presenciar una función de un ballet de las características de “Don Quijote”, la célebre  creación original de  Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus basado en el episodio de “Las Bodas de Camacho” del libro del inmortal Miguel de Cervantes Saavedra. En una época tan propicia como el fin de año con sus balances, alegrías y esperanzas, bien vale  la iniciativa del Teatro Argentino de La Plata su programación para el cierre oficial de la Temporada 2024 de la Sala Alberto Ginastera. La historia del Caballero Andante, su escudero, sus delirios y arrebatos sumado a su relación con los demás, bien graficadas por Petipa en sus coreografías , llegó al coliseo platense en una versión de Viktor Filimonov basada en el original antes citado, con un agregado por fuera de la obra en sí y es la inserción de un cuadro de piratas tras la ensoñación que Don Quijote tiene tras el episodio de los molinos de viento, en la taberna en donde se resolverá la trama de la historia, donde el hidalgo de algún modo logra con su intervención que Lorenzo , padre de Kitri, acepte la boda de su hija con Basilio. Este agregado no lleva música de Minkus, sino que se trata de una página compuesta por Wassili Solowjov-Sedov de carácter muy contrastante con la música de Minkus, en donde cuatro piratas  que se encuentran en la taberna amenizan con sus danzas y acrobacias a la concurrencia, tras lo cual se retoma la acción principal. Puede entenderse su inclusión como un recurso para no demorar en demasía el cambio de cuadro, pero más allá de la calidad de sus intérpretes, a los que mencionaré líneas más abajo, el resultado es de dudosa eficacia.

 

  El espectáculo mostró la labor sin fisuras del cuerpo de baile platense, capitaneado desde esta temporada por María Fernanda Bianchi, de los que cabe señalar el derroche de ganas de hacer, frescura y simpatía a lo largo de toda la función, sumado a la formidable respuesta que dio en todas las escenas de conjunto con movimientos pulcros y precisos.

 

  Un grupo de muy buenos bailarines tuvieron su cargo los roles principales, comenzando por quienes tienen responsabilidad en los personajes más actuados que bailados. En ese sentido fueron muy buenas las labores de Darío Lesnik como el protagonista, con movimientos precisos para mostrar la divagación de Don Quijote. Juan Pablo Caballero como un simpatiquísimo Sancho Panza al que lo convirtió en una criatura muy querible. Martín Romano como Lorenzo, padre de Kitri  quien pasa de ser Padre severo a Padre elogiable, Israel Ayala como Camacho, un verdadero “Dueño del lugar” con la típica actitud de no registrar lo que ocurre alrededor suyo, redondeando una muy buena caracterización y María de los Angeles Cataldi como la simpática tabernera que atiende a Don Quijote y su Escudero antes de que partan rumbo a la aventura.

 

 En cuanto a los personajes danzados, iré analizando desde los roles más pequeños hacia los principales.  Las dos variaciones que lleva el célebre Grand Pas del tercer acto encontraron tanto en Candela Díaz (Primera) y Nadina Stroker (segunda) a dos muy buenas exponentes del estilo con gracia en los desplazamientos. Los Piratas a los que hemos hecho referencia líneas arriba fueron magníficamente expuestos por Alice Inuy, Marcos Becerra, Miguel Moyano y Esteban Schenone con agilidad, estupenda técnica, magníficos desplazamientos y soberbia actuación, independientemente de la eficacia o no de la inclusión de ese segmento dentro del espectáculo. Entrando en el magnífico cuadro de la ensoñación de Don Quijote, se apreció un muy buen momento del llamado “Ballet Blanco” en el que lucieron  Agustina Gómez Saavedra, de estupenda prestancia como Reina de las Dríades y Sol Infer descollando como un simpatiquísimo Cupido con una dinámica escénica muy acertada. En éste último caso, en el acto final, Infer lució a pleno en la seguidilla previa a la culminación del Ballet. En el inicio del segundo acto, en la célebre escena del campamento gitano descollaron Valentín Fernández como el Gitano Principal con muy buena técnica y gran soltura escénica y, fundamentalmente, Cecilia Mattioli Zartmann con una entrega total en el personaje de la Gitana Principal, adueñándose con plena autoridad de la escena y mostrando total plasticidad, estupenda técnica y conexión con Fernández en los momentos decisivos del cuadro, por lo que en nada sorprendió que se ganara una de las más altas ovaciones de la noche. También se la pudo apreciar en la seguidilla final, en la que volvió a exponer su calidad interpretativa.

 

 Ingresando ya en el análisis del primer acto encontramos aquí la aparición de los principales intérpretes, encontrando en Aldana Jiménez y Jazmín Gude Alonso a dos muy buenas bailarinas  en los roles de amigas de Kitri. Fueron el complemento ideal para la protagonista con actuaciones convincentes y elegancia en los desplazamientos. En el caso de la primera, lució plenamente en la seguidilla final, la que como quedó dicho líneas arriba contó también con las actuaciones de Sol Infer y Cecilia Mattioli Zartmann . Puntales fundamentales de éste ballet son los personajes de la Mujer de la Calle y el Torero Principal, quienes  llevan adelante un juego de seducción en paralelo al romance de la pareja estelar y aquí encontramos en Mariela Milano y Martín Alvarez Kalbermater a dos muy buenos bailarines con plena conexión, dominio escénico y muy buena técnica, virtudes que repetirían durante el Bolero que integra el acto final.

 

 Llegamos entonces al análisis de la pareja protagónica. Nadia Osorio y Miguel Angel Klug conformaron una muy buena dupla. Se entendieron desde el vamos, tienen plena conexión, dominio escénico, técnica de primer nivel, estupendos desplazamientos, gracia y expresividad en la actuación. El momento del Grand Pas de Deux, lo más  esperado de la función, fue magníficamente expuesto tanto desde lo individual (Klug descolló en los giros y Osorio de la misma forma, sumada a su gracia en el momento del abanico), como en la dupla en sí (las bajadas y la seguridad que Klug le brindó a Osorio durante los giros de ella en el aire). Y para Osorio vaya el reconocimiento para su Dulcinea en el cuadro de la ensoñación en donde se apreció a una exquisita intérprete de “Ballet Blanco”  con suma elegancia y refinamiento técnico.

 

  Todo esto no es posible si no se cuenta con una marco musical acorde y es lo que brindó Diego Censabella al frente de la Estable Platense con su concertino titular, Nicolás Favero, a la cabeza. Buen ajuste, sonido limpio y buenas respuestas en todos los sectores.

  La acción transcurrió en un marco escenográfico excepcional realizado con inteligencia y muy buen gusto por Augusto González Ara, realzado a su vez por la impecable iluminación de Esteban Ivanec, quienes supieron retratar la biblioteca de Don Quijote, la aldea plena de luminosidad, el campamento gitano con el fuego en la noche, el efecto técnico en la pelea de Don Quijote con los molinos de viento, la belleza del marco de la ensoñación y una magnífica realización del interior de la taberna en donde se decidirá el final feliz para la pareja protagónica. Completó este marco el muy buen vestuario de un profesional de los quilates de Eduardo Caldirola, acorde a cada escena de la obra.

 

  Más allá de la reserva que uno pueda tener respecto de la inclusión de la escena pirata, fue un muy buen final de temporada para esta compañía que muestra deseos de superación en cada espectáculo que lleva adelante.

 

 

Donato Decina