martes, 30 de mayo de 2023

 

Gala Lírica – Teatro Colon 29/05/2023

Avelino Pido – Asociación Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colon

Vittorio Grigolo (Tenor)

 

El lunes 29 de mayo se presentó en la sala del Teatro Colon una Gala Lírica, correspondiente a la primera función del ciclo Grandes intérpretes con la actuación del Maestro Evelino Pido, al frente de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colon y el tenor italiano Vittorio Grigolo.

El programa fue repartido en partes iguales entre la orquesta y el tenor debutante en nuestro primer coliseo.  Se incluyeron Oberturas y arias de operas bien conocidas del repertorio lírico.

Muy buena performance de la orquesta guiada por un gran director. El Mtro. Pido dirigió con estilo y claridad impecable una serie de grandes oberturas que fueron recibidas con entusiasmo por el público de la sala.

Vittorio Grigolo, es uno de los tenores líricos más destacados de este momento y su debut era aguardado con mucho interés por los aficionados a la opera. Posee una voz importante, que maneja con comodidad en todo su registro, y aunque no tiene el “squilo” que suelen tener los grandes tenores, su voz es agradable y corre perfectamente por toda la sala. Es carismático y de buena presencia escénica con lo que logró conquistar y hasta podríamos decir hipnotizar, a cierto  sector del público presente que le respondía entusiasmado a sus pedidos de aplausos.

En lo musical, es un poco desbordado en sus interpretaciones, que canta como quiere y en el tiempo que quiere, complicando en cierto modo al director y a la orquesta que deben seguir sus arbitrariedades musicales. Se mueve con soltura a lo ancho de la escena dando por momentos la espalda a un sector de la platea a quienes dificulta la audición. No obstante esto, su debut en el Colon fue muy bien recibido y puede considerarse un éxito para el cantante. Esperamos verlo interpretando una opera en escena, donde sus libertades musicales e histriónicas

 les sean acotadas, porque sin dudas, es un cantante con cualidades.

En uno de los bises, el Brindis de La Traviata, intervino la soprano Laura Pisani quien estuvo más que a la altura del tenor.

En síntesis, musicalmente hablando y sin quitarle mérito a la voz del cantante, el director  y la Orquesta  fueron lo mejor del show del tenor Vittorio Grigolo. 


                                                                    Roberto Falcone

domingo, 28 de mayo de 2023

 

Muy buen concierto del PROYECTO POULENC en la Usina del Arte

 

UN PROYECTO QUE CRECE A PASOS AGIGANTADOS

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro de la numerosa oferta cultural que posee la Ciudad de Buenos Aires, el pasado sábado 27 del corriente se llevó a cabo en la sala de cámara de la Usina del Arte el segundo concierto del denominado PROYECTO POULENC, cuyo objetivo es promover y difundir la música de este destacado compositor francés (1899-1963), que formó parte del Grupo de los Seis junto a Darius Milhaud, Germaine Tailleferre, Arthur Honegger, Georges Auric y Louis Durey en 1920 en París y que contó con la presencia de Jean Cocteau como representante artístico. Si bien Erik Satie comenzó formando parte del grupo, se retiró en 1918, pese a que siempre estuvo en contacto con el resto de sus integrantes.

            El proyecto cuenta con la coordinación de Marcelo Delgado y la participación de prestigiosos músicos que no sólo forman parte de las orquestas más prestigiosas del país (Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica Nacional y Estable del Teatro Colón, entre otras) sino que, además, se desempeñan como docentes del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

            En esta ocasión, se presentaron las siguientes obras:

-          Sonata para oboe y piano, FP 185- Intérpretes: Marcelo BAUS (oboe)

                                                          María del Carmen CALLEJA (piano)

-          Sonata para flauta y piano, FP 164- Intérpretes: Patricia DA DALT (flauta)

                                                           María del Carmen CALLEJA (piano)

-          Sexteto para flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa y piano, FP100

Intérpretes: Patricia DA DALT (flauta)

                   Marcelo BAUS (oboe)

                   Griselda GIANNINI (clarinete)

                   William Thomas GENZ (fagot)

                   Pablo LLAMAZARES (corno)

                   Marcos PUENTE OLIVERA (piano)

 

En un auditorio con bastante afluencia de público -pese a las inclemencias climáticas- que se dio cita en la Usina la tarde del sábado, Marcelo Delgado se dirigió al público para realizar comentarios sobre vida y obra de Poulenc y anunciar las obras comprendidas en el programa dentro del contexto histórico en el cual fueron compuestas, dada la ausencia de programas de mano. En este caso, se comenzó por su Sonata para oboe y piano, que data de 1962 y está dedicada a la memoria de su amigo y colega, el compositor ruso Sergei Prokofiev (1891-1953). La intención de Poulenc era componer sonatas para todos los instrumentos de viento y piano (llegó a componer para flauta, clarinete, oboe y su Elégie para trompa), pero lamentablemente, dejó inconclusa la correspondiente para fagot, debido a que murió de un infarto en 1963. Consta de tres movimientos (Elégie: paisiblement, sans presser/ Scherzo: Trés animé/ Déploration: Trés calme) en orden inverso al de una sonata tradicional (Rápido/ Lento/ Rápido) y su duración oscila entre 13 a 15 minutos. La elegía inicial posee una gran influencia impresionista con ribetes de jazz, mientras que, durante el scherzo, tanto el oboe como el piano interpretan una serie de escalas ascendentes y descendentes en ritmo de saltarello/ presto. La interpretación por parte del dúo Baus/ Calleja fue de muy buen nivel durante toda la pieza y el oboísta se destacó en su solo final de manera sublime -a modo de lamentación u obituario-, donde la melodía se evanece hasta desaparecer.

La Sonata para flauta y piano data de 1957 y fue compuesta por encargo del gobierno de Estados Unidos in memoriam de la benefactora y mecenas de música de cámara Elizabeth Coolidge, quien era, asimismo, benefactora de la Biblioteca del Congreso de dicho país. En su autobiografía, Poulenc le comenta su intención al flautista Jean- Pierre Rampal, quien estrenó la obra con la presencia del compositor al piano -de manera no oficial- en el Festival de Estrasburgo en 1957 para una sola persona: Arthur Rubinstein, quien debía marcharse al día siguiente del estreno y quería escuchar la obra antes de partir. El estreno se produjo de manera oficial en el auditorio Coolidge de la Biblioteca del Congreso estadounidense en 1959 y fue un gran éxito desde su inicio. Consta de tres movimientos: Allegro malincolico/ Cantilena: assez lent/ Presto giocoso y posee una notable influencia de Debussy y Fauré en los trinos y la cadencia inicial a cargo de la flauta en el 1° movimiento, pero con estilo propio, mientras que la cantilena se caracteriza por su lirismo en la flauta y una parte mucho más íntima a cargo del piano con ciertas reminiscencias del barroco -al estilo de Albinoni o Boccherini-, que fue interpretada de manera exquisita tanto por Patricia Da Dalt como por María del Carmen Calleja. El Preso giocoso final posee mucha síncopa por parte del piano, mientras la flauta desarrolla pasajes de extrema dificultad técnica en los arabescos, trinos y glissandi, que fueron resueltos por ambas intérpretes con precisión y maestría, lo que les valió un cálido aplauso por parte del público.

El Sexteto para flauta, oboe, clarinete, fagot, trompa y piano FP 100 representa la carta de presentación de Francis Poulenc como compositor y data de 1932, junto con su Concierto para dos pianos y la cantata Le Bal Masqué, cuando todavía integraba el Grupo de los Seis. Posteriormente, el compositor realizó una revisión en 1939 y consta de tres movimientos: Allegro vivace/ Divertimento: Andantino/ Finale: Prestissimo. Posee numerosas influencias de ritmos como el jazz y el ragtime -de los cuales, Poulenc era un ferviente admirador- pero también, de compositores como Stravinsky y Prokofiev en el Allegro vivace inicial, que comienza con una serie de escalas ascendentes por parte de todos los instrumentos antes de dar paso a una sección enérgica de ritmos complejos más la línea de fondo en el piano. Este instrumento no brinda apoyo, sino que es el motor interno -o si se quiere, el nervio motor- de toda la composición. La parte central es más lenta -a cargo del fagot, cuya melodía se repite por el resto de los instrumentos- antes de regresar al tempo inicial. En este caso, todos los intérpretes se lucieron logrando un perfecto equilibrio sonoro, sin que uno prevaleciera por sobre los otros en perfecta armonía. En el segundo movimiento, el piano toca todo el tiempo en una sucesión de escalas, mientras que los vientos ejecutan una serie de glissandi en esquema lento- rápido- lento. El movimiento final comienza con un “galope al estilo de Offenbach” y posee numerosas influencias del ragtime, muy sincopado y con numerosos contrapuntos hasta desembocar en una coda solemne, introducida por el piano y seguida por el resto de los instrumentos. La interpretación fue magistral y se vio coronada por numerosos aplausos y vítores al final del concierto.

Resulta sumamente interesante descubrir obras escasamente difundidas, o que no forman parte del repertorio habitual de los programas de conciertos. Si bien la obra sinfónica de Poulenc es más conocida, sin embargo, su extensa obra de cámara no lo es. Por lo tanto, el hecho de promover un proyecto de esta envergadura con intérpretes de excelencia y jerarquía es una de las mejores cosas que le pueden pasar no solamente al público, sino también, al periodista especializado. Sería muy bueno poder contar con la programación completa del proyecto para difundir su programación y acompañar a los intérpretes en esta auténtica cruzada. Suena muy enriquecedor y crece a pasos agigantados.     

 El pasado 12 de mayo se presentó la O.S.N.con el M° Darío Domínguez Xodo en el podio y Alejandro Aldana  como solista de violín. En programa: Inti Raymi de E.Benzecry, Concierto para violín y orquesta N°1 de S.Prokofiev y Sinfonía N°9 de D.Shostakovich

Inti Raymi (2001),que fue estrenada por esta misma orquesta, hace reconocible al compositor en sus rasgos orquestales,
La música trata de pintar la alegría, los colores y la atmosfera de una fiesta de ofrendas al sol, con ritmos de danzas sudamericanas e invocaciones. Aquí el autor
no pretende hacer etnomusicología, sino, que toma, raíces, ritmos y mitología como fuente de inspiración para desarrollar su propio lenguaje, como una especie de folcklore imaginario.
Al finalizar la obra el M° Benzecry fue
invitado al escenario, donde recibió gran aplauso del publico presente.
Las dos próximas obras, a cuyos autores puede considerárseles como los máximos exponentes del período soviético y cuya relación entre el contexto político y social fue signada por conflictos, retracciónes y  amenazas. Obviamente hubo otras figuras relevantes contemporáneas nacidas en el suelo ruso, el pionero Scriabin, el demorado Rachmaninov y el decisivo Stravinsky, pero el primero murió tempranamente y los otros se exiliaron para regresar tardíamente de visita (Stravinsky),o no más volver( Rachmaninov )
En el concierto de Prokofiev, A. Aldana pudo demostrar su gran virtuosismo, muy bien secundado por las intervenciones en flauta de Guillermo Irusta y de Guillermo Sanchez en clarinete. Además el M° Aldana giraba haciendo contacto visual con las maderas, las cuerdas y la percusión, muchas de las veces en las que la obra señalizaba cambios bruscos de tiempos. Esto le dio un carácter muy camarístico, y un mejor ensamble que se transmitió orgánicamente. Al finalizar A.Aldana fue ovacionado por el público, y fuera de programa brindó una versión para violin del tango de Gardel y Lepera "Por una cabeza"
Finalizando se pudo escuchar la Sinfonía N°9 de D. Shostakovich.
La sinfonía fue una especialidad del autor, su temperamento lo inclinaba naturalmente a un modelo ya acostumbrado a la magnitud épica y a la confesión autobiográfica.A través de sus sinfonías pueden observarse veladas críticas y amenazas al régimen soviético(5°), humores ambiguos (6°) o la narración de dolorosos hechos (7°y 8°). Sin embargo en 1945, cuando la 9° vio la luz, nada de titánica lucha heroica, nada de gesto desgarrado, nada de peroración conclusiva... a cambio 19 minutos de proporciones orquestales casi haydnianas, un humor casi festivo con pocos momentos de compromiso emocional. Así el M° Domínguez Xodo supo guiar sabiamente la orquesta concretando ese espiritu que el autor quiso dar a esta sinfonia. Un gran final de concierto que el público acompañó con fervientes aplausos.

                                                                                        MARTA LUGO DE PALACIO

viernes, 26 de mayo de 2023

 

Un tardío aunque triunfante debut…

                                                                                        Por Jaime Torres Gómez

Muy sólida continúa la temporada de la Sinfónica Nacional, con descollantes presentaciones con su Director Titular como de otros maestros y solistas invitados, amén de un buen criterio programático, equilibrando repertorios de transversales gustos más otros de nicho, dándose buen balance de lo tradicional y lo nuevo.  

En tal contexto se inscribió el programa dirigido por Carlos Vieu, destacado director argentino, en su debut (curiosamente, muy tardío…) con la Sinfónica. Actual Director Artístico del prestigioso Teatro Argentino de La PlataVieu no es un desconocido en Chile, habiendo dirigido reiteradas veces a la Orquesta de Cámara de Chile como las orquestas de Concepción y Antofagasta.   

El perfil del programa -de rara combinación- consultó obras desde lo archiconocido a lo escasamente ofrecido. Y si bien, a priori, se percibía cierta incongruencia, felizmente tal percepción se revirtió luego de la experiencia in situ, siendo clave las autorizadas versiones firmadas por el maestro invitado.

Iniciándose con una notable versión de la Obertura de la ópera “Nabucco, de G. Verdi, dio cuenta de la solvencia de Vieu en el repertorio verdiano. Y a diferencia de lo que se suele escuchar desde el foso (puestas en escena), donde a veces se privilegian arrebatados (y rústicos) destemples en perjuicio de la claridad armónica, ahora, en una la instancia de concierto, se aprovechó la oportunidad de brindar mayor análisis en cada sección y más fineza  sonora. Grandes logros en transparencias, matices y dinámicas. Atentísima respuesta de los sinfónicos.      

Seguidamente, una impresionante versión de “Las Fuentes de Roma“ (Fontane di Roma), de Ottorino Respighi. Como el primero de los poemas sinfónicos de su Trilogía Romana, se trata de obras maestras en el manejo armónico y de la orquestación. Puntualmente en Fontane, se plasman hondos sentimientos que cuatro fuentes romanas le reportaron al compositor, con la particularidad de contextualizarlas en puntuales momentos del día. Y notable manejo del color, sin duda influido por el impresionismo debussyniano y raveliano.

Puntilloso trabajo de Vieu con la decana orquestal del país, logrando develar el tejido armónico con completo idiomatismo dentro de las cuatro secciones.  Grandes momentos al comienzo, con una formidable respuesta de las cuerdas iniciales en La fontana di Valle Giulia all'alba (al amanecer), asimismo completa precisión de ensamble en La fontana del Tritone al mattino (por la mañana) y notable enfoque en La fontana di Trevi al meriggio (en el sol del mediodía), no haciéndose eco de extemporáneos tutti, mal asociados a lo marcial, considerando el carácter luminoso de la imagen. Un inapelable triunfo artístico, ameritándose un pronto regreso de Carlos Vieu para el resto de la Trilogía Romana resphiginiana    

Y con radical giro, una magnífica entrega del Réquiem (Op. 9) de Maurice Duruflé, importante compositor francés del siglo XX. Siendo un reputado organista, la música de este compositor es fundamentalmente de carácter religioso, siendo este Réquiem quizás su obra más importante. Publicado en 1947, existen varias versiones, recordándose aquella para orquesta reducida ofrecida por la misma Sinfónica junto a la Camerata Vocal de la Universidad de Chile (al igual que en esta oportunidad). Estética y estructuralmente emparentado con el Réquiem de Fauré, al igual que este último, se prescinde el Die Irae, aunque muy bien equilibrado ante el subsecuente cometido confiado al Pie Jesu. La versión ofrecida correspondió a la de gran orquesta (amplio orgánico de cuerda, maderas, bronces y percusión), y al parecer estreno en Chile de tal formato.

Gran trabajo de Carlos Vieu con la orquesta y coro, especialmente considerando la exigua cantidad de coreutas para la amplia masa orquestal, labor sabiamente balanceada conforme su experiencia en voces (reconocidas han sido sus direcciones de ópera y música coral). Excelentes respuestas de la Camerata y los solistas Elena Perez (mezzo) y Felipe Caro (barítono).          

En suma, una presentación de la Sinfónica Nacional que dio continuidad a su excelente nivel a lo largo de la actual temporada, más un triunfal (aunque tardío) debut de uno de los más importantes directores latinoamericanos junto a la decana orquestal del país…

jueves, 25 de mayo de 2023

 

Excepcional concierto de la Sinfónica Nacional y el Polifónico en el CCK

 

LA INMENSIDAD DEL OCÉANO EN PERFECTA ARMONÍA

Martha CORA ELISEHT

 

            No es la primera vez que la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional organizan conciertos en forma conjunta, pero sí se hizo en más de una ocasión en calidad de primera representación de una obra extranjera en el país. En este caso, se trató de la Sinfonía n°1 (A Sea Symphony, Una Sinfonía del Mar) de Ralph Vaughan Williams (1872-1958), que tuvo lugar el pasado miércoles 24 del corriente en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK) con participación de ambas agrupaciones pertenecientes a la Dirección Nacional de Organismos Estables y los siguientes solistas: Carla Filipcic Holm (soprano) y Leonardo Estévez (barítono). La dirección musical estuvo a cargo de Emmanuel Siffert y la coral, de Antonio Domeneghini.

            Es la primera vez que esta extensa obra -su duración aproximada es de 70 minutos- se escucha en el país. Según diferentes fuentes consultadas, no existen registros respecto de su representación en anteriores ocasiones. Por lo tanto, se prefiere hablar de primera audición en vez de estreno local. Fue compuesta entre 1903 y 1909 y la idea del compositor era, precisamente, independizar a la música inglesa de la influencia austro- germana y brindarle una identidad propia. Para ello, se basó en varias fuentes de canciones (odas corales de Parry, Songs of the Sea de Stanford, quienes fueron sus profesores en el Royal College of Music y Sea Pictures de Elgar) hasta que los poemas de Walt Whitman (1819-1892) llegaron de la mano de su compatriota y amigo Bertrand Rusell (1872-1970). Para componer la parte coral, Vaughan Williams empleó Leaves of Grass (Hojas de Pasto) para los primeros tres movimientos y Passage to India (Pasaje a la India) para el movimiento final. Su estreno tuvo lugar con el compositor al podio durante el Festival de Leeds en 1910, junto con la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis y marcó un punto de quiebre, transformándose en un suceso.

            La misma consta de 4 movimientos:

-          Song of all Seas, all Ships (Canción de todos los mares y todos los barcos) (Moderato maestoso- Allegro)

-          On the Beach at night, alone (En la playa, solo por la noche) (Nocturno)

-          The Waves (Las olas) (Scherzo)

-          The Explorers (Grave- Molto Adagio)

Otra de las características que presenta esta sinfonía es que sus 4 movimientos no están escritos dentro de una tonalidad determinada, sino que se basa en dos motivos principales: el primero, en un armónico de dos acordes (uno mayor, y el otro, menor), previamente a desembocar en la fanfarria de bronces en Si bemol menor, que luego, lo toma el coro (Behold the sea) antes del tutti orquestal en Re mayor. El segundo consiste en una yuxtaposición de dobletes y tripletes al comienzo de la sinfonía (And, on its limitness heaving breast), intercalado con una cadencia de 8 notas, que se repite durante todo el primer movimiento, que posee reminiscencias de La Mer de Debussy, pero con un estilo personal. (Al momento de la composición de esta sinfonía, Vaughan Williams había estudiado composición con Maurice Ravel en París y el compositor francés se refería a su par británico como “el único de mis discípulos que no escribe mi música”). Su parte principal comienza con el recitativo a cargo del barítono, repicado por el coro hasta la intervención de la soprano en “Chanto f the sailors” (Canto de los marineros), de carácter más lírico y cuya intensidad aumenta hasta la repetición de la fanfarria a cargo de los bronces, donde la soprano entona un pasaje dramático (“Flaunt out, O Seas”- Hagan alarde, Oh, Mares). Posteriormente, el reprise de la apertura vuelve a escucharse mientras el coro entona junto a los solistas “Tokens of all brave captains” (Fichas de todos los bravos capitanes) para culminar con el bellísimo “One flag above the rest” (Una bandera por sobre todas las demás). Aquí se puso de manifiesto la maestría de Siffert a cargo de la Sinfónica, merced a una marcación muy precisa -tanto a la orquesta como al coro- y a una musicalidad exquisita. El Polifónico Nacional mostró la siguiente formación: tenores y mezzosopranos más contraltos al centro; sopranos, hacia la izquierda y bajos barítonos, hacia la derecha, lo que permitió la amplificación de las voces. Por su parte, Leonardo Estévez tuvo una muy destacada actuación, mientras que Carla Filipcic Holm hizo gala de sus dotes de soprano dramática en la interpretación del mencionado pasaje.

A diferencia de la impetuosidad del 1° movimiento, el segundo es un nocturno de carácter calmo y plácido, donde el barítono hace gala de su voz en contrapunto con las contraltos, mientras la orquesta acompaña con una sección central más robusta, donde los cornos toman el tema principal con las cuerdas en pizzicato, creando un efecto coral. Posteriormente, los bajos, sopranos y mezzosopranos toman la melodía y desarrollan un canon, que fue interpretado de manera sublime. Lo mismo sucedió con el pasaje a cargo de Estévez, donde brilló vocalmente. El tercer movimiento es el único que está absolutamente a cargo de la orquesta y el coro, sin intervención de los solistas. Es un scherzo que abre con la fanfarria anteriormente citada a cargo de los bronces en contrapunto con el coro, pero, además, una brillante descripción sonora del rolido que atraviesa un barco sobre un mar embravecido. Sonó de manera solemne y marcial, con una excelente labor de Siffert a cargo de la Sinfónica, donde todos los músicos tuvieron oportunidad de lucirse. El movimiento final (Grave e molto adagio) comienza con la introducción del órgano luego de la intervención del coro, apoyado sobre las cuerdas en cantábile, que narra la creación del hombre (“Wherefore unsatisfied soul”- Dónde va mi alma insatisfecha) y la respuesta: “Yet soul be sure” (Sin embargo, el alma está segura), cantada magníficamente hasta el canto triunfal a cargo de los solistas (“O, we can wait no longer”- No podemos esperar más), que narra la comunión del alma humana con Dios. Los solos de violín y viola que acompañan el canto de los solistas al final de la obra fueron ejecutados maravillosamente, al igual que el Lento assai donde muestra un barco alejándose en el horizonte. La labor de la orquesta, el coro y solistas fue excelsa y el público estalló en numerosos aplausos y vítores al final.

Ha sido no sólo una gran noche, sino un mérito muy importante para la Dirección Nacional de Organismos Estables de brindar una obra extranjera en calidad de primera audición en forma local. Llamó la atención escuchar una obra de un compositor inglés en vísperas del 25 de Mayo,  

 

 

 

UNA LABOR FORMIDABLE

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2023. Director: Emmanuel Siefert. Programa. Ralph Vaughan Williams Sinfonía Nº 1 “Marina”. Solistas: Carla Filipcic Holm (Soprano), Leonardo Estevez (Baritono), Coro Polifónico Nacional, Director: Antonio Domeneghini. Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner, 24 de Mayo de 2023.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

   Un llamativo programa tuvo lugar el 24 de Mayo con la Orquesta Sinfónica Nacional abordando el  estreno aparentemente absoluto en la Argentina de la Sinfonía N 1 “Marina” de Ralph Vaughan Williams.

 

  Siempre que llegamos a estas fechas por lo general se apela a programaciones integradas por compositores argentinos en las vísperas de la Revolución de Mayo. Sin embargo se optó por el trabajo de un compositor Inglés, más allá de los sentimientos que esto puede despertar, y a la luz de los resultados, el público que se dio cita en dicho auditorio recibió de modo triunfal a la interpretación, por lo que debemos celebrar que el arte se haya impuesto por sobre otro tipo de circunstancias.

 

  La obra fue compuesta entre los años 1903 y 1909 y recibió su estreno en 1910 en el Festival de Leeds, está estructurada en la forma clásica de cuatro movimientos. Lleva una frondosa orquestación que incluye las cuerdas usuales, arpas, maderas, metales, una profusa sección de percusión y órgano. Lleva voces solistas de Soprano y Barítono y un gran coro. Cada movimiento lleva un título, tomando para los tres primeros  poemas del Norteamericano Walt Whiteman correspondientes al ciclo “Leaves of Grass” de 1855, escritos a la memoria del célebre educador Ralph Waldo Emerson. Ellos son: “De mares y de barcos”, “A la noche en la playa, solo” y ”Las Olas”. Mientras que para el movimiento de cierre empleó, también de Whiteman el poema “Los exploradores”, integrante del ciclo “Pasaje a la India”.  Siendo que los tres primeros son ampliamente descriptivos, narrando situaciones de travesías marinas, descripción de mares o avistajes de estrellas en la playa, el último narra una gran travesía por esos mares en paralelo a la gran travesía de la vida. Aquí se llega  al fondo de este gran trabajo, con el empleo del poema de un Whiteman consumado en dichos textos, cercano al que muchos conocieron a través del filme “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Podría decirse que mientras en la mayor parte de la obra Vaughan Wuilliams se apoya en influencias como las de Sir Edward Elgar, en la parte final después de un gran despliegue orquestal la música va hacia un pianissimo que la va extinguiendo lentamente a semejanza del final de la Sinfonía Nº 3 de Brahms. Aquí esa circunstancia confundió al público, el que en el corte que transcurre entre el ataque y el inicio del pianissimo creyó que la obra había concluido comenzando a aplaudir cuando aún faltaba la parte final.

 

  Emmanuel Siefert asumió el desafío de esta concertación, llevando nuevamente al triunfo a la Sinfónica Nacional tal como aconteció en su aclamada versión de la Sinfonía Nº 7 “Leningrado” de Dimitri Shostakovich semanas atrás. Minucioso en el trabajo, subrayó detalles, pasajes, momentos de enjundia con absoluta precisión, amalgamándolos con las intervenciones de la gran fuerza coral y los solistas. La Sinfónica Nacional volvió a exhibir una gran solidez a lo largo de la obra entregando estupendas respuestas de todos sus sectores.  Junto a ellos, el Coro Polifónico Nacional muy buen preparado por Antonio Domeneghini, diseminado no solo en su ubicación central en la sala, sino que también con algunos sectores de las cuerdas en los laterales inmediatos, entregó un sonido homogéneo y sumamente refinado con una potencia para los pasajes de enjundia pocas veces escuchado.

 

  Dos solistas vocales completaron el conjunto que dio gran realce a esta labor: Carla Filipcic Holm cada vez más asentada, con estupendo timbre y muy potente emisión tuvo a su cargo varios de los pasajes más dramáticos de la obra los que sorteó con absoluta solidez. Leonardo Estevez a quien le tocó los pasajes más descriptivos que terminan subrayando situaciones, como por ejemplo las frases de cierre de la sinfonía, hizo lo suyo con muy buen oficio y un estupendo decir.

 

    El balance nos deja una audición formidable del trabajo de uno de los más grandes creadores ingleses de la música, del cual se vienen  presentando obras suyas con cada vez mayor frecuencia. Muchas sorpresas quedan aún por develar.

 

Donato Decina

miércoles, 24 de mayo de 2023

 Nuevo cuarteto, nuevo espacio...

                                                                                               

                                                             Por

Jaime Torres Gómez

Como parte de la temporada del Instituto de Música de la Universidad Católica

de Chile (IMUC), se presentó en el Museo de Artes Visuales (MAV), de esa casa

de estudios, un cuarteto de cuerdas (innominado) de profesores y cercanos al

mismo Instituto, inaugurando la 59ª Temporada de Cámara de Música UC.

El aporte del IMUC al medio musical es fundamental, y prueba de ello es

su reconocida temporada -de buena variedad programática-, la que ha sido

distinguida por el Círculo de Críticos de Artes de Chile por su excelencia.

Paralelamente, toda una novedad revestía conocer el espacio

del MAV para conciertos, debutando con esta presentación, y consecuentemente

contando con la emblemática presencia del Rector de la misma UC.

De buenas condiciones para la música de cámara, tanto por la intimidad de la sala

(para unas 100 personas) como su buena proyección de sonido, empero,

sus restricciones están en función de la magnitud del ensemble -a lo más un

sexteto-, amén de limitaciones para instrumentos de bronces y percusión.

Integrado por Tiffany Tieu (1er violín), Gonzalo Beltrán (2 violín), Georgina

Rossi (viola) y Fernanda Guerra (cello), se trata de excelentes músicos

vinculados al IMUC y primeros atriles de las principales orquestas del país. Y

siendo la primera presentación como conjunto, exhibió buen nivel individual y

calibrado sentido de grupo, considerando ciertas (y

naturales) limitaciones de uniformidad sonora, cuya configuración

necesariamente va dándose en el tiempo…

Con un atractivo programa denominado “Cartas de amor: Contrapunto y

Lirismo en los Cuartetos”, contempló obras temáticamente relacionadas

(básicamente las dos últimas), como de diversas épocas y estilos.

Comenzó con “Strum” (2012), de la joven compositora afroamericana Jessie

Montgomery (1981). De importante trayectoria, dispone de una amplia variedad

de obras difundidas por prestigiosas orquestas y ensembles, destacándose

últimamente como compositora en residencia de la famosa Chicago Symphony.  

Con acabado manejo de una batería de recursos rítmicos, colorísticos y

texturantes, “Strum” (“rasgueo”) es reflejo de motivos de inspiración vernácula (del

sonido de la guitarra), amén de una eficaz narrativa desde lo nostálgico a lo

jubiloso. Comprometido trabajo del cuarteto universitario en equilibrio sonoro,

transparencias y ajuste grupal.      


Seguidamente, después de muchos años de ausencia, una estupenda versión

del Cuarteto N° 2 “Cartas Íntimas”, de Leos Janáček. Estrenado en 1928, a un

año de la muerte del compositor, refleja la apasionada relación epistolar de un

maduro Janacek con Kamila Stösslová, 38 años menor que él, relación que fue

fuente de inspiración en varias de sus últimas obras, como elocuentemente se

plasma en una de sus cartas: “Tú estás en mis composiciones, allí donde se

hallen pureza de emoción, sinceridad, verdad y amor ardiente”…

Y puntualmente en este cuarteto, cada movimiento alude a diversos hitos de esta

relación, no finalmente consumada. De profundo lirismo, su expresividad adquiere

niveles superiores en originalidad, fusionando la directa herencia de la estética

romántica con lo vanguardista del impresionismo de Debussy e incluso algo de la

Escuela Moderna de Viena (más en la línea de Alban Berg). Y gran protagonismo

le asigna a la viola en casi toda la obra, de primordial sostenimiento discursivo.

La versión relató asertivamente los diversos estados anímicos insertos, con

certeros diálogos instrumentales, asimismo buenos balances, seguridad en los

característicos efectos sonoros, más buenas texturas y matices. Y descollante

desempeño de Georgina Rossi en su demandante cometido como violista.

Finalmente, una excelente entrega del poco habitual Cuarteto N° 2 de Alexander

Borodin. Dedicado a su esposa (la cellista Ekaterina Protopopoya) como regalo

por los veinte años de haberla conocido, posee atrapante enjundia melódica y

acabado oficio estructural en todo ámbito. Gran protagonismo del cello desde el

comienzo, y más aún en el entrañable tercer movimiento (Notturno), de amplia

popularidad.

Sólido trabajo de ensamble, calidad de sonido global y debido carácter en cada

movimiento. Notable la entrega de la cellista Fernanda Guerra en el Notturno.

En suma, una sólida presentación de un debutante cuarteto de cuerdas, del cual

se espera buena proyección en el tiempo, asimismo un interesante debut del MAV

como espacio para la música de cámara…

lunes, 22 de mayo de 2023

 

Excelente concierto de la Sinfónica Municipal de Florencio Varela en el CCK

 

A SALA LLENA Y CON UN FINAL INESPERADO

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), existen numerosos organismos sinfónicos que desarrollan una muy buena labor dentro de su área programática o de su municipio de origen, pero que no siempre se presentan en las grandes salas de conciertos. Por dicho motivo, el Centro Cultural Kirchner (CCK) ha decidido brindar oportunidad a estas agrupaciones sinfónicas de poder presentarse ante el público porteño. En este caso, el pasado domingo 21 del corriente le tocó el turno a la Orquesta Sinfónica Municipal de Florencio Varela, que se presentó en la Sala Argentina del CCK bajo la dirección de su titular -Darío Domínguez Xodo- brindando el siguiente programa:

-          Las Cuatro Estaciones porteñas” (versión para cuerdas de D. TESIATNIKOV)- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

-          Sinfonía n°1 en Sol menor, Op.13 (“Sueños de Invierno”)- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

La mencionada orquesta es la única agrupación sinfónica de Argentina que surge del desarrollo de los programas de Orquestas Escuela, brindando a sus integrantes un primer espacio de desarrollo laboral. Está formada por músicos muy jóvenes (entre 18 a 30 años) y la designación de cargos se logra por concurso. Se da prioridad a los postulantes que provienen del programa de Orquestas Escuela de Florencio Varela en primer lugar, y luego, a los provenientes del programa de Orquestas Escuela del Ministerio de Educación de la Nación o de la Dirección General de Escuelas de otros distritos o provincias. En caso de haber ganado el cargo por concurso y haber demostrado un muy buen rendimiento y cumplimiento de las metas comprendidas en el programa, se da prioridad en el ingreso. Prueba de ello es el alto grado de profesionalismo por parte de sus integrantes.

Debido a que la ausencia de programas de mano ya es una constante dentro del ámbito del CCK, Darío Domínguez Xodo se dirigió al público provisto de un micrófono para brindar una breve reseña sobre las obras y agradecer no sólo la presencia en la sala del Ministro de Cultura de la Nación -Tristán Bauer- sino también, del Secretario de Cultura del Municipio de Florencio Varela -Gustavo Ginoli-, sino también presentar al solista. En este caso, se trató del concertino titular José Ramírez, quien actuó como solista en la transcripción realizada por el compositor ruso D. Tesiatnikov sobre la mencionada obra de Piazzolla, donde intercala algunos fragmentos de Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi acorde al hemisferio donde transcurren las mismas (ejemplo: El Invierno dentro de Verano Porteño y viceversa). La obra arrancó con el celebérrimo Verano Porteño, donde tanto la orquesta como el solista sonaron muy bien en conjunto, aunque el sonido de la chicharra a cargo del solista estuvo algo sucio y desprolijo al inicio -recurso fundamental en la interpretación piazzoliana-, y que, posteriormente, fue mejorando a medida que transcurría el concierto. Se escuchó otro insert del Invierno de Vivaldi en la fuga final a cargo de las cuerdas. Siguió con una muy buena interpretación de Otoño Porteño, donde la chicharra inicial a cargo del solista sonó muy bien, siendo posteriormente repicada por la orquesta. La cellista solista ejecutó su parte de manera impecable en contrapunto con el pizzicato del contrabajo, sostenido por el ostinato del violín solista. La coda y fuga finales estuvieron muy bien ejecutados en contrapunto con el efecto percusión dado por golpes en la caja del contrabajo. Hubo una muy buena preparación de las cuerdas en contrapunto con el solista en Invierno Porteño, seguido del insert del celebérrimo Verano de Vivaldi, al igual que una muy buena labor de Domínguez Xodo en cuanto a marcación y preparación previamente a otro insert del Canon de Pachlebel entre los dos primeros violines solistas, el concertino en pizzicato y contrabajos. Finalmente, en la Primavera Porteña el concertino da el fraseo, el solista guía de 2° violín da la chicharra y el contrabajo, la percusión, previamente a dar entrada a la fuga inicial ejecutada por el solista. Posteriormente, el solista realiza la chicharra antes de tomar la parte central en cantábile para finalizar con una fuga monumental en diálogo con las cuerdas. Una muy buena labor que se vio coronada por el aplauso de una sala prácticamente llena.

La Sinfonía n°1 en Sol menor, op.13 de Tchaikovsky fue compuesta en 1866, cuando contaba tan sólo con 25 años y era un flamante egresado del Conservatorio de San Petersburgo cuando se trasladó a Moscú para estudiar composición con Nikolai Rubinstein -hermano de su profesor Anton-. Es una obra muy bella, de carácter descriptivo, pero que se ejecuta raramente fuera de un ciclo integral de sinfonías del compositor. Debido a que sufría numerosos ataques de nervios que retrasaban su composición, Tchaikovsky realizó una revisión posterior de la partitura en 1878 y es la versión que se representa en la actualidad. Consta de 4 movimientos (Allegro tranquillo/ Adagio cantábile ma non tanto/ Scherzo: Allegro scherzando giocoso/ Finale: Andante lugubre- Allegro maestoso), que relatan en música los diferentes paisajes rusos durante el invierno, lo que le da su subtítulo (Sueños de Invierno). Mientras que el primer movimiento narra un viaje por las estepas rusas en trineo mientras está nevando, el segundo muestra una tierra desolada, donde el oboe introduce el cantábile característico ya descripto, retomado posteriormente por violines y cellos en pizzicato. Si bien en la presente versión se lucieron todos los solistas de los principales grupos de instrumentos, las maderas se llevaron los laureles en el 2° movimiento. El Scherzo giocoso sonó sumamente preciso, con un sonido sumamente compacto, donde uno puede imaginar el movimiento de los patinadores sobre el hielo. Por último, hubo una muy buena labor a cargo del fagot solista en el Andante lugubre inicial, para luego desembocar en la fanfarria a cargo de los metales con la melodía de una canción folklórica rusa (La flor de los jardines), que prevalece hasta desembocar mediante un poderoso tutti orquestal en la coda y capitulación final. El aplauso unánime del público coronó la gran labor de la orquesta, pero cuando todo indicaba que el concierto llegaba a su fin, Domínguez Xodo dio orden de apagar las luces de la sala y se plantó en el podio para ejecutar un bis: una muy buena versión orquestal del tango Uno, de Mariano Mores. El público volvió a vibrar una vez más y respondió con otro aplauso unánime.

Ante un auditorio prácticamente completo, la Sinfónica Municipal de Florencio Varela mostró ser otro de los tesoros ocultos que existen dentro del conurbano bonaerense en materia musical. Una agrupación que forma buenos músicos, brinda salida laboral y representa un semillero mediante el cual se van a nutrir las principales orquestas del país.

 

Muy buen concierto de la Sinfónica de Tres de Febrero en la Usina del Arte

 

EL ORGULLO BONAERENSE NO TIENE FRONTERAS

Martha CORA ELISEHT

 

            En una nota anterior realizada a fines de 2021, quien escribe se refirió a la Orquesta Sinfónica Municipal de Tres de Febrero como una orquesta que sonaba “a la europea, pero orgullosamente bonaerense”. El mencionado organismo sinfónico se presentó dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte el pasado domingo 21 del corriente en la Sala Sinfónica de dicho centro cultural, bajo la dirección de Ezequiel Fautario y con la participación de Pablo Sangiorgio -concertino de dicha agrupación- en calidad de solista, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Concierto en Re mayor para violín y orquesta, Op.35- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

-          Sinfonía n°8 en Fa mayor, Op.93 (“Pequeña”)- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

Fundada en 1986, fue el primer elenco estable de dicho municipio del conurbano bonaerense y se ha presentado en los principales escenarios y salas de conciertos del Área Metropolitana de Buenos Aires (Teatro Colón, Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Basílica de Lourdes, Teatro Paramount de Caseros, Centro Cultural Kirchner y Facultad de Derecho de la UBA, entre otros). Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino suplente Edison Russo, Ezequiel Fautario hizo su presentación provisto de un micrófono para presentar al solista, anunciar las obras comprendidas en el programa y hacer una breve reseña sobre las mismas, ya que la ausencia de programas de mano parece haberse convertido en un clásico tras la pandemia. Se refirió al mencionado Concierto para violín y orquesta en Re mayor como el único que Tchaikovsky compuso para dicho instrumento en 1878 durante su estadía en Clarens (Suiza), donde estaba trabajando en la composición de una sonata para piano tras la depresión sufrida por su fallido matrimonio con Antonina Miliukova. Al carecer de suficiente inspiración, recibe la visita de uno de sus alumnos de composición: el violinista Iósif Kotec, quien le propone tocar una transcripción para violín y piano de la Sinfonía Española de Édouard Lalo (1823-1892). Tchaikovsky queda tan fascinado con la obra, que decide suspender la composición de su sonata y comienza a componer su concierto para violín bajo asesoramiento de Kotec. Estuvo listo en tan sólo un mes y quería que el mismo Kotec lo estrenara, pero no se sintió lo suficientemente seguro como para hacerlo. Por dicho motivo, se lo ofreció al talentoso Leopold Auer, pero lo rechazó considerándolo “intocable”, razón por la cual hubo que buscar otro solista. La elección recayó finalmente en Adolf Brodsky, quien lo estrenó en 1881en Viena. No obstante, la crítica fue adversa por falta de ensayo y por su extrema complejidad. Recién en 1888, la obra gana popularidad merced a la memorable interpretación de Karel Haliř.

Alumno de Rolando Prusak, Pablo Sangiorgio se desempeña como concertino titular de la Sinfónica Municipal de Tres de Febrero y ofreció una muy buena versión de este famoso concierto merced a su impecable fraseo, con muy buena musicalidad en las cadencias y pasajes en cascada en las notas agudas de extrema dificultad técnica en el Allegro moderato inicial. El acompañamiento y el diálogo por parte de la orquesta fue soberbio, mientras que el solista se destacó por brindar un sonido netamente romántico en el 2° movimiento (Canzonetta: Andante), muy preciso y con numerosas sutilezas, para pasar de manera attaca súbito (sin interrupción, de golpe) al impetuoso Allegro vivacísimo final, donde Tchaikovsky inserta una drushba como tema principal hasta la introducción del 2° tema (Poco meno mosso), que luego crece en intensidad a medida que el solista acelera el tiempo (Poco a poco stringendo) hasta la monumental coda final, donde hubo un más que perfecto y sutil diálogo entre solista y orquesta. El público lo ovacionó de pie al finalizar su interpretación.

Para distinguirla de su Sinfonía n°6 en Fa mayor (“Pastoral”), Beethoven denominó a su 8° Sinfonía en Fa mayor, Op.93 como “Pequeña” tras su composición en 1812. Para ese entonces, Johann Mäzel -el inventor del metrónomo- le organiza una cena de despedida a Beethoven antes de salir de viaje en 1812, donde presenta su invento para marcar los tempi a los compositores. A Beethoven le gustó y decidió componer una canción en homenaje a dicho invento, pero que después transformó en un rondó que se incluye en el 2° movimiento de esta sinfonía (Allegro scherzando). Por eso, muchos musicólogos consideran que la Pequeña sinfonía en Fa mayor posee numerosos pasajes donde Beethoven se ríe de sí mismo, intercalando notas humorísticas en sus 4 movimientos (Allegro vivace con brio/ Allegro scherzando/ Tempo di minuetto/ Allegretto vivace). Es la única de sus sinfonías que no contiene un movimiento lento, sino este Allegro scherzando de carácter vivaz, alegre y despreocupado, al cual, le sigue un Minuetto. Y en el movimiento final, Beethoven se aparta del sistema tonal para intercalar escalas en crescendi y diminuendi entre diferentes grupos de instrumentos -particularmente, las cuerdas-, a modo de la antigua polifonía -característica que tomará a posteriori Carl Nielsen para desarrollar su tonalidad expansiva-. Esto representa un desafío enorme tanto para el director como los músicos. No obstante, nunca tuvo la popularidad de sus Sinfonías n°7 y 9 (“Coral”). En la presente versión, hubo numerosos contrapuntos entre maderas, metales y cuerdas, logrando un sonido marcial y, al mismo tiempo, netamente romántico, poniendo énfasis en las notas de humor anteriormente mencionadas. Tanto en el 2° como en el 3° movimiento, Fautario logró un sonido puro, cristalino, con una gran labor contrapuntística, para lograr sacar lo mejor de la orquesta en el difícil Allegretto vivace con el cual se cierra la obra, saliendo airoso de dicho desafío. La labor se vio coronada por múltiples aplausos y vítores.

Independientemente del agradecimiento al público, Ezequiel Fautario también agradeció a las autoridades presentes en nombre del Gobierno de la Ciudad, quienes permitieron la inclusión de la orquesta dentro del ciclo y recomendó seguir la actividad de la orquesta en las redes sociales. A menos que se las incluya dentro de ciclos de grandes conciertos, no siempre el público tiene la oportunidad de escuchar las agrupaciones provenientes del conurbano. En este caso, el orgullo bonaerense va in crescendo y no tiene fronteras.   

 

Reinauguración de la Temporada Lírica con AIDA en el Teatro Argentino de La Plata

 

UNA REAPERTURA DIGNA DE LOS DIOSES

Martha CORA ELISEHT

 

            De la inmensa producción operística de Giuseppe Verdi (1813-1901), AÍDA es una obra emblemática desde todo punto de vista. No sólo fue compuesta por encargo del jedive de Egipto Ismail Pashá con motivo de la inauguración del canal de Suez y de la Ópera de El Cairo (véase nota escrita en el blog el 20 de Marzo de 2020 al respecto), sino que también fue la ópera elegida para inaugurar el actual edificio del Teatro Colón en 1908. En este caso, también cayó la elección de este gran clásico verdiano para la reapertura de la Temporada Lírica 2023 en el Teatro Argentino de La Plata tras siete largos años de ausencia de representaciones en dicha institución, hecho que tuvo lugar el pasado sábado 20 del corriente en la Sala Alberto Ginastera del mencionado organismo con la siguiente ficha técnica: puesta en escena de María Concepción Perre y María de la Paz Perre, escenografía de María José Besozzi, iluminación de Gabriel Lorenti, vestuario de Stella Maris Müller, coreografía de María Colusi, coordinación de figurantes de Vanesa Tempone y la participación de los siguientes maestros internos: Diego Censabella, Juan Pablo Scafidi, Cecilia Prieto y Emilio Rajmilchuk. Participaron la Orquesta y Coro Estables del Teatro, bajo la dirección musical de Carlos Vieu y Santiago Cano respectivamente.

            El elenco estuvo integrado por los siguientes cantantes: Eiko Senda (Aída), Gustavo López Manzitti (Radamés), Guadalupe Barrientos (Amneris), Leonardo López Linares (Amonasro), Hernán Iturralde (Ramfis), Emiliano Bulacios (Faraón), Raúl Iriarte (Mensajero) y Rocío Giordano (Sacerdotisa). Las danzas sinfónicas de los 1° y 2° Actos estuvieron a cargo de integrantes del Ballet Estable del Centro Provincial de las Artes/ Teatro Argentino y se contrataron numerosos figurantes para las escenas de conjunto.

            La idea de Ismail Pashá de fundar una ópera en El Cairo era no sólo una manera de fomentar las artes y la música, sino de mostrar a Egipto ante los ojos del mundo como escenario de la mayor obra de ingeniería construida hasta ese momento: el canal de Suez. Para ello, se contrató a dos arquitectos italianos -Avoscani y Rossi-, quienes construyeron el edificio más fastuoso de dicha ciudad en tan sólo 6 meses durante 1869. Para inaugurarla, el jedive le encargó a Verdi que escribiera una obra inspirada en la gloria del antiguo Egipto. Ante el rechazo de Verdi de componer obras por encargo, Ismail Pashá no se dio por vencido, sino que se reunió con el egiptólogo francés Auguste Mariette para que lo ayudara a escribir el argumento. Éste, a su vez, se reunió con el escritor Camille Du Locle, quien había colaborado con Verdi en el libreto inicial de Don Carlo en 1867. Al reevaluar la propuesta, Verdi se dio cuenta que era un trabajo realizado por gente de prestigio y le solicitó a Antonio Ghislanzoni que compusiera los versos en base al argumento ofrecido por la dupla Mariette/ Du Locle.  Si bien el jedive quería a toda costa que Verdi estrenara su obra maestra en El Cairo en tiempo y en forma, hubo una serie de contratiempos que lo impidieron. En primer lugar, la escenografía, los decorados y el vestuario fueron hechos en París y no pudieron llegar a tiempo por el estallido de la guerra franco- prusiana. Y, en segundo lugar, bien son conocidos los contratiempos que tuvo Verdi en cuanto a la elección del director de orquesta y los cantantes. Por lo tanto, la Khedival Opera House no abrió sus puertas en 1869 con AÍDA, sino con otro gran título verdiano: RIGOLETTO. De esta manera, se transformó en el primer teatro de ópera del continente africano, donde finalmente, se produjo el estreno mundial de AÍDA en 1871, con el compositor al podio y gozó de gran éxito y popularidad desde su primera representación.  Posteriormente, se produjo la segunda representación en la Scala de Milán en 1872 y fue todo un suceso, difundiéndose rápidamente en los principales teatros líricos del mundo.

            La presente producción fue íntegramente realizada en los talleres del Teatro Argentino, caracterizada por una escenografía compuesta por columnas egipcias y una escalinata, donde se desarrollaron todas las escenas. Los cambios de escena se realizaron mediante un telón con motivos de jeroglíficos y una muy buena iluminación. No obstante, hubiera sido bueno contar con una proyección de video en algunas escenas (ejemplo: para simular las aguas del Nilo en el 3° Acto), al igual que para ilustrar la lápida subterránea donde Radamés encontrará la muerte en compañía de la protagonista (fue un marco vertical en vez de horizontal). El vestuario fue íntegramente de época, respetando la concepción original de la obra y la caracterización de los personajes.

            Para esta producción se contrataron numerosos refuerzos para integrar la orquesta y el coro, ya que lleva orquesta de bronces fuera de escena. La dirección musical de Carlos Vieu fue impecable, al igual que su marcación y precisión al brindar las entradas de músicos y coreutas. La ventaja de contar con un director especializado en lírica permite, justamente, lograr un acompañamiento de excelente calidad. Por su parte, el Coro Estable sonó muy compacto y la coreografía montada por María Colusi también fue muy efectiva para ilustrar tanto la Escena triunfal del 2° Acto como aquella donde el coro femenino canta en los aposentos de Amneris. En consecuencia, los integrantes del ballet también tuvieron oportunidad de lucirse.

            Asimismo, también ha sido muy buena la elección de las voces para los roles. Dentro de los comprimarios, Rocío Giordano encarnó una muy buena Sacerdotisa de Ptah, al igual que Emiliano Bulacios como el Faraón. Raúl Iriarte dio vida a un correcto Mensajero en su breve intervención, mientras que Hernán Iturralde tuvo a su cargo el rol del sumo sacerdote Ramfis, de destacada actuación -aunque tuvo algún que otro traspié en las notas graves-. Por su parte, Leonardo López Linares se lució como Amonasro. Es un rol que lo ha cantado en numerosas oportunidades, con el cual se siente completamente compenetrado y lo demostró fehacientemente. Lo mismo sucedió con Guadalupe Barrientos como Amneris, donde hizo gala de su caudalosa y dramática voz. Luego de ganarse la confianza de Aída para luego, poder extraer su secreto (“Io sono l’amica tua”), su voz fue creciendo en intensidad y brilló en el 3° y 4° Actos.  Gustavo López Manzitti interpretó por primera vez el rol de Radamés en el país con la presente representación -lo había cantado con anterioridad en San Pablo, según declaraciones en el programa de radio-. Tras una cuidadosa interpretación de la celebérrima cavatina (“Celeste Aída”), su voz fue creciendo en intensidad y descolló junto a Eiko Senda en el 3° Acto (Aria del Nilo) y en la escena final. Ella fue la Aída ideal: voz bien impostada, caudalosa, bien timbrada y con excelentes matices en las arias de mayor integridad dramática (“Ritorna, vincitor” y “O, Patria mía”), al igual que en los diálogos con los diferentes protagonistas. La sala Ginastera estalló en aplausos luego de todas y cada una de las intervenciones principales, al igual que al final donde todos los integrantes del elenco salieron a saludar.  

            Tras siete largos años de carencia de representaciones líricas, se dio el puntapié inicial y se recuperó la sala principal del segundo mayor coliseo de la Argentina con un título convocante, que gusta y emociona. Se agotaron rápidamente las localidades para las tres primeras funciones y, pese a que la sala Ginastera no estaba completamente llena el día del estreno, hubo numeroso público y estuvo prácticamente colmada. Es un placer el haber podido apreciar una ópera dentro del contexto para el cual fue compuesta con producción íntegramente local, en un teatro donde han hecho carrera infinidad de excelentes voces y que forma parte del circuito oficial de ópera. Ojalá se representen muchos más títulos en los años venideros y que continúe la tradición operística en este gran coliseo, que lo ha hecho ganador de tan mentado prestigio.