domingo, 24 de abril de 2022

 Inauguración de Temporada de ópera mediante Gala Lírica en el Teatro Empire

 

EN BÚSQUEDA DE NUEVOS VALORES Y LOS YA CONOCIDOS

Martha CORA ELISEHT

 

            Una de las ventajas que poseen los espectáculos que se ofrecen en el denominado circuito Off Colón es que permiten reunir a figuras de la lírica ya conocidas y a su vez, promocionar nuevos valores. En este caso, la maestra Susana Cardonnet tuvo a su cargo el pasado viernes 22 del corriente en el Teatro Empire un recital denominado GRAN CONCIERTO LÍRICO DE APERTURA 2022, donde actuó como pianista acompañante y directora artística de un elenco comprendido por los siguientes cantantes: Victoria Aldasoro, Karen Brandan, Laura Bjelis, María Bugallo, María Daneri, Lorena Cisneros (sopranos); Iván Meier (tenor); Santiago Vinelli (bajo- barítono); Alejandro Schijman, Gabriel Rabinovich (barítonos) y Cristian De Marco (bajo). El recital contó con subtitulado electrónico y se interpretaron las siguientes arias:

-          “Fuggi, crudele, fuggi” (DON GIOVANNI)- MOZART

-          “La del ciel nell’arcano profondo” (LA CENERENTOLA)- ROSSINI

-          “Ich baue ganz” (EL RAPTO EN EL SERALLO)- MOZART

-          “Miei rampolli femminini” (LA CENERENTOLA)- ROSSINI

-          “All’idea di quel metallo” (EL BARBERO DE SEVILLA)- ROSSINI

-          “Aria del veneno” (ROMEO ET JULIETTE)- GOUNOD

-          “Comme autrefois” (LOS PESCADORES DE PERLAS)- BIZET

-          “Dúo de las flores” (LAKMÉ)- DELIBES

-          “Barcarolla” (LOS CUENTOS DE HOFFMANN)- OFFENBACH

-          “Volta la terra” (UN BALLO IN MASCHERA)- VERDI

-          “Credo en un Dío crudele” (OTELLO)- VERDI

-          “Quando m’en vo” (LA BOHÈME)- PUCCINI

-          “Canzone del velo” (DON CARLO)- VERDI

-          “Dúo de Amelia y Simón” (SIMÓN BOCCANEGRA)- VERDI

-          “Sul fil d’un soffio etesio” (FALSTAFF)- VERDI

-          “Di sposo, di padre” (SALVATOR ROSA)- Carlos GOMES

-          “Di Provenza il mar” (LA TRAVIATA)- VERDI

-          “Dúo de Raimondo y Lucía” (LUCÍA DI LAMMERMOOR)- DONIZETTI  

-          “Saper vorreste” (UN BALLO IN MASCHERA)- VERDI

 

El repertorio no sólo fue variado, sino que, con excepción de algunos fragmentos sumamente conocidos de diferentes óperas, fue un recital cuyo programa no fue para nada convencional, sino todo lo contrario. Precisamente, consistió en la presentación de un elenco de cantantes para un proyecto de temporada lírica en dicha sala. Y comenzó con el dúo entre Donna Anna y Don Octavio de la consabida ópera de Mozart, a cargo de Victoria Aldasoro e Iván Meier. Él se presentó muy seguro, con excelente tesitura, coloratura y squillo, mientras que ella estuvo algo chillona al principio, pero después se afianzó en los pianissimi. Posee un gran caudal de voz, donde debiera regular un poco más el volumen en los agudos. Junto a Laura Domínguez brindaron una muy buena versión de la celebérrima Barcarola de LOS CUENTOS DE HOFFMANN tras el intervalo que dividió en dos partes a tan extenso programa.

Volviendo a Iván Meier, Mozart le sienta de maravilla. Prueba de ello fue la excelente versión de “Ich baue ganz” de EL RAPTO EN EL SERALLO y posteriormente, en el dúo entre el Conde de Almaviva y Fígaro de EL BARBERO DE SEVILLA junto a Santiago Vinelli (“All’idea di quel metallo”). El bajo- barítono se destacó por su coloratura en la mencionada cabaletta, al igual que en el otro dúo rossiniano como Alidoro junto a Laura Domínguez en LA CENERENTOLA. Ambos tuvieron gran desempeño y versatilidad vocal en escena, al igual que el excelente acompañamiento al piano de Susana Cardonnet en todo momento. Pero la nota final del repertorio del bel canto en el primer bloque la dio Alejandro Schijman como Don Magnífico en “Miei rampolli femminini” de LA CENERENTOLA. Buen caudal vocal, coloratura e histrionismo para brindar una excelente interpretación de dicha aria.

Seguidamente, la soprano María Bugallo dio inicio a la primera de las tres arias correspondientes al repertorio francés: el Aria del veneno de ROMEO Y JULIETA de Gounod, ofreciendo una muy buena versión. Por su parte, Karen Brandan fue una auténtica revelación como Leyla en LOS PESCADORES DE PERLAS. Posee una voz melodiosa, bien timbrada y centrada, con perfecto dominio de los agudos, lo que la hace ideal para el repertorio francés. Para cerrar la primera parte del recital, María Daneri y Laura Domínguez eligieron el célebre duettino de LAKMÉ (Aria de las flores: “Viens, Mallika”), donde prevaleció más la voz de la mezzosoprano en los graves que la de la soprano en los agudos. Se la percibió algo mejor cantando fuera de escena hacia el final del mismo, pero no fue la mejor interpretación de tan famoso dúo.

Tras el intervalo y la ya comentada versión de la Barcarola, Laura Bjelis brilló como Oscar en “Volta la terra” y la cavatina “Saper vorrete” de UN BALLO IN MASCHERA. Su prodigiosa coloratura y dominio escénico le permitieron brindar una excelente interpretación de ambas arias y fue lo mejor de la noche, al igual que como acompañante de Laura Domínguez en la célebre Canción del velo de DON CARLO, donde la mezzosoprano dio vida una vez más a la bella y perversa Éboli luciendo un parche en su ojo derecho. (Quien escribe tuvo la oportunidad de escucharla interpretando esta aria en varias oportunidades). El clímax lo brindó la excelente interpretación del aria de Yago (“Credo en un Dío crudele”) por parte de Alejandro Schijman, donde el barítono demostró sus dotes dramáticas. Por su parte, María Bugallo se lució en una muy buena versión de la celebérrima aria de Mussetta (“Quando m’en vo”) de LA BOHÈME, acompañada por Cristian de Marco (Alcíndoro) y María Daneri (Mimí). Esta última interpretó correctamente el aria de Nanetta de FALSTAFF (“Sul fil d’un soffio etesio”) y se la notó mucho más segura. No pudo decirse lo mismo del barítono Gabriel Rabinovich, quien interpretó junto a la soprano Lorena Cisneros el dúo entre Amelia y Simón de SIMÓN BOCCANEGRA. Si bien tiene una voz caudalosa, posee también un vibrato excesivo, que le impide su lucimiento y a su vez, caló en las notas graves. Ella es una soprano que tiene una buena voz -no descollante, pero bien trabajada- y ofreció una correcta interpretación del rol. A él se lo notó algo mejor en la consabida aria de Giorgio Germont de LA TRAVIATA (“Di Provenza, il mar”)-rol que cantó recientemente en la producción de la Compañía Lírica Verdi- y recibió numerosos aplausos tras su interpretación.

Otra de las revelaciones de la noche fue el bajo Cristian De Marco, quien eligió un aria que rara vez se interpreta: “Di sposo, di padre” de SALVADOR ROSA, de Carlos Gomes. Posee un excelente dominio de los graves, brillo vocal y volumen. Y se lució junto a Karen Brandan en el dúo entre Raimondo y Lucía de LUCÍA DI LAMMERMOOR, donde ambos hicieron gala de sus coloraturas en esta célebre pieza del bel canto. Tras los consabidos aplausos y de la mano de Susana Cardonnet, la compañía interpretó el consabido Brindisi de LA TRAVIATA, donde todos pudieron lucirse.

Hubiera sido bueno que esta gala lírica hubiera tenido más difusión, ya que hubo muy poco público en comparación a otros espectáculos que esta cronista apreció en la misma sala. No obstante, fue sólo el comienzo de un proyecto que planea concretarse durante el transcurso del corriente año. Es otra opción más para dar oportunidad a nuevas voces y convocar a nuestros mejores cantantes líricos para que puedan lucirse sobre el escenario

 

 

 

A PESAR DE TODO SIGUE FIRME EN LA BRECHA

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2022. Director: Ezequiel Silberstein. Solista: Claudio Espector (Piano). Programa: Alberto Williams: Obertura de Concierto Nº 2, Alfred Schnittke: Concierto para Piano y Orquesta de Cuerdas, Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 7. Centro  Cultural Kirchner, Auditorio Nacional, 22 de Abril de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  En mi opinión le corresponde a este concierto esta calificación final porque más allá de las serias vicisitudes que Ntra. Orquesta Sinfónica Nacional atraviesa, el empeño puesto por sus integrantes (incluyendo a los jóvenes refuerzos que este año están cubriendo lugares vacantes que deben concursarse por jubilaciones o renuncias de sus titulares), el rescate de obras que su programación está ofreciendo y la estupenda predisposición de Directores y Solistas invitados, dan por resultado un nivel digno en las presentaciones sumado all apoyo que el público le brinda en cada presentación traducido en sostenidos aplausos que inundan la sala del Auditorio Nacional.

 

  La velada fue confiada al Mtro. Ezequiel Silberstein actual regente de la Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y se inició con la siempre bienvenida Obertura de Concierto Nº 2 de Alberto Williams, dentro del ciclo de interpretación de muchos de sus trabajos al cumplirse el 70º aniversario de su fallecimiento. Silberstein ofreció una versión muy depurada, trabajada en todos los detalles, desde las sutilezas del inicio en “pianissimi” hasta los “crescendos” con notables respuestas no solo de las cuerdas sino también por parte de los vientos de la orquesta. Obra que responde a los cánones del post-romanticismo, con fuerte influencia no solo de su formador, Cesar Franck, como de Chausson o la presencia elementos Bramhsianos, fue recibida con notable entusiasmo por el público que tributó el primer  reconocimiento de la noche.

 

  El gran acierto de este programa lo constituyó la versión del Concierto para Piano y Orquesta de Cuerdas de Alfred Schnittke con el concurso de Claudio Espector como solista. Obra que parte desde los más bajos sonidos, torna hacia contrapunto entre el solista y una cuerda que trabaja en disonancia y crece hasta momentos de suma fuerza interpretativa tanto para el solista como para la orquesta. El trabajo fue ofrecido en una versión notable en donde la cuerda brilló y acompañó en extraordinario nivel a la titánica labor de Espector, que fue decididamente consagratoria. Aun en los momentos en donde los silencios se imponían aunque una parte del público intentara aplaudir, obviamente fuera de lugar  (cuánto cuesta procesar el que por un instante no se escuche nada), igualmente se decía mucho. Aquí si hubo una estupenda labor de equipo y Silberstein en el final priorizo (correctamente)  la labor del solista a la hora del aplauso. Una batalla claramente ganada a la hora de ofrecer un trabajo de un gran creador del siglo XX  que llegó a un público neófito, con un solista estupendo, por entrega, garra, apasionamiento y técnica impecables  que le permitieron superar los escollos que la partitura presenta. Llamado a saludar en un par de ocasiones, Espector incluyó a manera de bis un recuerdo hacia Ucrania en esta difícil situación que atraviesa, interpretando una miniatura para Piano de sencilla y penetrante melodía de la que no pudo escucharse a quién pertenecía, dado que el público comenzó a aplaudir la mención cuando aun Espector no había culminado de decir el apellido.

 

  La parte final la ocupó la Sinfonía Nº 7 de Antonin Dvorak. Página de finales de siglo XIX, se inscribe en una de las obras más apasionantes de esa época. Ya sea por el intenso movimiento inicial, la belleza del discurso en el segundo, el endiablado y sentido Vals que ocupa el tercero y el brioso final, es un trabajo que de ninguna manera pasa desapercibido. Silberstein ofreció la más pulcra versión posible, aun cuando el rendimiento del conjunto fue desparejo. Mientras las cuerdas respondían pese a un desbalanceo provocado por la falta de instrumentistas, los bronces sonaron un tanto desparejos ante una hilera de cornos que no estuvo en su noche más feliz. Aun así, las ganas y la entrega pudieron más y se pudo plasmar una aceptable versión, saludada por todo lo antedicho por el público con el sostenido y fervoroso aplauso

 

  Pude apreciar la presencia en la sala del Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, quién se acercó al borde del escenario para saludar a los interpretes al final de la Sinfonía. Espero (y creo que será así) que haya tomado nota de lo sucedido al igual que Yo, y que las soluciones lleguen lo antes posible.

 

    Donato Decina

martes, 19 de abril de 2022

 Desafortunadas combinaciones…

                                     Por Jaime Torres Gómez

 

El tercer programa de abono de la Filarmónica de Santiago estuvo “transmutado” a la denominada “Filarmónica Pops”, extensión nominal desde la agrupación musical base del Teatro Municipal capitalino.      

 

Así, la “Filarmónica Pops” -virtual denominación de la misma institución- responde a un perfil de promoción de repertorios clásicos masivos y/o populares para capturar audiencias no cultoras (o menos conocedoras) del ámbito de la música clásica o de tradición escrita, constituyendo una interesante opción. Y en tal dirección, reviste plena lógica disponer de un abono específico para ese segmento de público y no vinculado (o bien anexo) al de la orquesta principal, a menos que sus programas se avengan a la tradición de la Filarmónica misma.

 

Corriendo el riesgo de insertar esta presentación al ciclo filarmónico, combinando piezas de música popular per se con algunas obras doctas, y luego de experimentar in situ tal mixtura, a la postre esta propuesta resultó extemporánea al perfil histórico de los elencos estables del Municipal de Santiago, confluyendo una multiplicidad de elementos de irreconciliables acercamientos…

 

Con la sugestiva denominación “Sabrosas Combinaciones”… a priori podría haberse discurrido por un genuino derrotero entre la “música popular” con la llamada “clásica” en base a relaciones estéticamente coherentes. De hecho, muchas orquestas se han abierto tocar con conjuntos y solistas del ámbito popular, recordándose vivamente los casos de Sting con la Sinfónica Nacional o Raphael de España con la Filarmónica de Chile, ambos en el Festival de la Canción de Viña del Mar, o bien el trabajo de grabación de música de Vicente Bianchi realizado por la Orquesta de Cámara de Chile, entre varios ejemplos locales. Incluso, se recuerda una presentación de Américo junto a la Filarmónica de Santiago en el mismo Municipal, respondiendo todos estos casos a parámetros lógicos de focalización y contexto.

 

En el caso de estas “Sabrosas…”, se trató de una sinuosa promoción de una propuesta pseudo dialogante entre lo popular con lo docto, en base a una banda de prestigiosos músicos de formación docta chilenos radicados en Europa denominada “Los Pitutos”, dedicados al cultivo de baladas, boleros, cumbias y bachatas, quienes hegemonizaron su presencia en perjuicio de la misma Filarmónica (Pops…), cuya mermada participación no hizo gala al protagonismo esperable a un programa de abono donde la agrupación base marcara debida prestancia…

 

Empero, sin restarle méritos a “Los Pitutos” como a sus arreglos para un amplio orgánico orquestal del ámbito clásico, lo concreto que globalmente el espectáculo no funcionó, no obstante importantes logros individuales, pero carentes de una sinergia (orquesta y banda) traducida en un logro mayor.

 

Igualmente, destacable la versión del atrapante Danzón N° 2 de Arturo Márquez, que abrió la presentación, a cargo de los “popsistas filarmónicos” dirigidos por su maestro residente Pedro-Pablo Prudencio, asimismo el Nocturno Op. 35 N° 10 de Reinhold Gliere, con el extraordinario cornista Matías Piñeira (integrante de Los Pitutos y solista principal de la famosa München Philarmoniker), el aria Una furtiva lagrima de la ópera El Elixir de Amor de Gaetano Donizzetti, con Álvaro Zambrano (solvente tenor y vocalista de la banda) y una deslumbrante intervención del percusionista Cristián Betancourt en la obra Caritas de Michael Burrit.

 

Del resto de las piezas, la inorgánica artillería de baladas, boleros, cumbias y bachatas (alrededor de tres cuartos del programa…), de parcial disfrute, y no logrando en su conjunto imponer un sello genuinamente idiomático, percibiéndose, a la postre, completa extemporaneidad…    

 

En suma, un programa con desafortunadas combinaciones, que evidenció un irreconciliable divorcio entre lo popular y lo docto, al no existir un correlato estético catalizador de “gustos reunidos

lunes, 18 de abril de 2022

 En la edición XIV del ciclo El Camino del Santo, se presentó el Cuarteto Gianneo , sus integrantes L.Roggero y S.Masci en violines, J.Domínguez en viola yD.Fainguersch en cello,

dieron comienzo al concierto con Elegía para cuartero de cuerdas, homenaje a las víctimas del Covid de Mario Perusso, presente en la sala,que fue efusivamente aplaudido por la concurrencia. La obra, de carácter sombrío, comenzó con un solo de cello a cargo del M° Fainguersch, que transmitió un hondo dramatismo plasmando así la tragedia vivida. Continuaron dos obras de Luis Gianneo, inteligentemente programadas, que fueron llevando el concierto del carácter trágico a una claridad sonora muy bien ejecutada por los músicos
Lamento quechua primero, donde  el ostinato rítmico de la viola del M°Domínguez dio un destaque especial a la obra. Siguió Criolla y finalizando la primera parte, Gato, de E. Napolitano, muy aplaudido por el público.
En la segunda parte de P. I. Tchaikovsky, una de las pocas obras de cámara del compositor
el Cuarteto N°1 en re mayor Op.11, donde el M° Roggero imprimió hondo lirismo al 2° movimiento, andante cantabile. El M°Masci, como siempre, antecedió la ejecución de las obras con breves pero ajustadas explicaciones, orientado a los presentes en la escucha, además de sus excelentes intervenciones como solista en las obras.
La agrupación se despidió con una obra fuera de programa, Río Sena de Astor Piazzolla, en una adaptación de J. Bragato para cuarteto de cuerdas, largamente ovacionado por la concurrencia

                                                                                           Marta L. de Palacio

 El miércoles 13/4 se inició la  XIV edición del ciclo El Camino del  Santo en San Isidro, cuyo director artístico fue el M° Francisco Varela. Con la bella Iglesia San José como marco, el Ensamble Concentus BA con su director musical, M° Ricardo Sciammarella, dio inicio a las presentaciones. Esta agrupación creada en 2019 es el primer organismo musical del país dedicado al repertorio clásico romántico vienés, aunque también abarca el argentino y el sudamericano y es integrado por 34 músicos de todo el país

En la primera parte ofrecieron de J. Haydn la Sinfonía N°63 en do mayor, que denota en su génesis la estrecha actividad del compositor con la ópera en esa etapa. Aquí las cuerdas mostraron una gran homogeneidad sonora en la ejecución, seguramente guiadas por la experiencia del M° Sciammarella, violonchelista de carrera internacional. Las maderas -todas con instrumentos de época- tuvieron también su destaque, en especial el M° Gabriel Persico con sus intervenciones solistas de flauta barroca.
En la segunda parte se pudo escuchar la Sinfonía N° 29 en la mayor de W.A. Mozart, en donde el autor vuelve a una composición orquestal reducida. Aquí el Ensamble brindó una suntuosa riqueza expresiva, ejecutando  una versión excelente de la obra, que el público coronó con efusivos aplausos. Además el director realizó breves pero claras explicaciones a los presentes, antes del inicio de las obras
Fuera de programa los artistas de despidieron con el Finale presto de la Sinfonía en fa menor N°49 de Haydn “ La passione “. Un gratisimo concierto que los presentes despidieron con grandes y agradecidos aplausos

                                                                              Marta Lugo de Palacio

viernes, 15 de abril de 2022

 

 

 

SENCILLAMENTE FORMIDABLE

 

Ballet Estable del Teatro Colón: Director: Mario Galizzi. Temporada 2022. “Giselle”, Ballet Romántico en dos actos con música de Adolphe Adam y Friederich Brurgüller (Pas- De- Paysan). Coreografía: Gustavo Mollajoli (Basada en los originales de Coralli-Perrot y Petipa) en reposición de Martín Miranda y Nestor Asaff. Reparto: Natalia Ossipova (Giselle), Daniel Camargo (Duque de Albrecht), Dalmiro Astesiano (Hilarión), Ayelen Sanchez (Mirta, Reina de las Willis) Marisol López Prieto (Zulma), Ludmila Galaverna (Moyna), Norma Molina (Berthe, Madre de Giselle), Igor Gopkalo (Duque de Curland), Natalia Saraceno (Bathilde, prometida de Albrecht), Maximiliano Cuadra (Wilfred, escudero del Duque), Matías de Santis (Asistente del Duque de Curland), Camila Bocca-Maximiliano Iglesias (Pas-de-Paysan). Escenografía y Vestuario: Nicola Benois. Iluminación: Rubén Conde. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Manuel Coves. Función del 14 de Abril de 2022.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  Ante un Colón colmado, Natalia Ossipova demostró en el escenario él porque es una de las más grandes bailarinas del momento. Pocas veces se ha podido apreciar (y habrá que remontarse a muchas décadas atrás) tanta expresividad, plasticidad y belleza de desplazamientos como las que ofreció en la función que he presenciado. Dotó a su Giselle de todos los condimentos que el personaje debe tener, desde la sencillez y timidez del comienzo, la exteriorización de su amor por Albrecht y la frescura de su juventud, a los cambios que va adquiriendo en su fatal delirio que la lleva a la muerte y desde esta última, marcar el halo protector de Albrecht con el que se despedirá. Estableció con su partenaire Daniel Camargo una conexión estupenda y Este (convocado para reemplazar a su par ruso imposibilitado de venir) estuvo a la altura de las circunstancias expresando cada una de las situaciones que el argumento plantea. Así amor, sorpresa, desazón y derrumbe fueron plasmadas por Camargo con notable prestancia. Y la conexión establecida entre ambos llevó a que cada uno plasme en escena arte con mayúsculas. Ossipova tiene una velocidad endiablada en los giros, saltos en los que queda suspendida en escena y un dominio de los desplazamientos formidable. Camargo por su parte con giros estupendos, muy buenos saltos y notable en los acompañamientos. Junto a ellos, Dalmiro Astesiano trazando un muy buen Hilarión, sumamente expresivo, que cargará con su culpa tras revelarle a la infortunada protagonista que su amor está comprometido con otra mujer. Muy buen desempeño de Ayelen Sanchez en el segundo acto como Mirta, reina de las Willis, bien secundada por Marisol López Prieto y Ludmila Galaverna como Zulma y Moyna respectivamente, mientras que en el Pas-de-Paysan del primer acto Camila Bocca y Maximiliano Iglesias fueron una muy buena pareja que tuvo permanente conexión, muy buenos desempeños individuales y aportaron frescura a ese lucido momento del acto. El resto de intérpretes estuvo a la altura de las circunstancias y como conjunto comienza a percibirse el trabajo de Mario Galizzi con mucha precisión en los desplazamientos, los que rayaron a gran altura en el segundo acto con las estupendas intervenciones de las Willis que hicieron estallar en aplausos al público. Siempre bienvenidos la escenografía y el vestuario de Nicola Benois realzados por la muy precisa y buena iluminación de Ruben Conde y una Filarmónica de Buenos Aires sobriamente guiada por Manuel Coves al servicio de los bailarines con los tempi justos y el preciso remate.  Todo ello dio por resultado una de las mejores funciones de este título tan tradicional como hacía mucho tiempo no veía.

 

Donato Decina

 

SE PUDO HACER Y EN MUY BUENA FORMA

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2022 Concierto del ciclo regular, Director: Ulises Maino. Solista: Lorena Eckell (Piano). Programa: Obras de Williams, Schumann y Beethoven. Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional, 13 de Abril de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  El concierto que a continuación comentaré, estuvo en duda hasta unos pocos días antes debido a que durante el día programado se llevaba a cabo en el mismo lugar la reunión de parlamentarios del grupo Europa-América Latina. Tras una apelación en las redes sociales por parte de Ulises Maino, el Director Invitado quien vino de Austria (donde hoy reside) para este concierto, se tomó nota y se logró la solución de posponer el horario de inicio en una hora para que esta actividad pudiera realizarse.

 

  Más allá de las vicisitudes arriba narradas, pudo apreciarse en el escenario la realidad de la Sinfónica Nacional hoy. La de una agrupación que por décadas (salvo algunas mesetas) viene siendo sistemáticamente desvalorizada al punto que hoy vive una crisis de la que solo podrá emerger con unidad de objetivos por parte de integrantes y funcionarios. La pandemia aceleró un proceso en el que ya sea por jubilaciones de muchos de sus miembros y partida de otros ante atrasos salariales, no logra concitar interés por parte de otros instrumentistas en concursar por los cargos vacantes, los que momentáneamente su cubren con músicos contratados hasta fines de este año. Hay negociaciones paritarias las que hasta ahora no han logrado acuerdo en cuanto a la recomposición salarial se refiere. Y todo esto lleva a que el programa ofrecido estuviera compuesto por obras en las que se requiere un orgánico de alrededor de una cincuentena de instrumentistas: “Primera Suite para Orquesta de Cuerdas” de Don Alberto Williams (Este año se cumplen setenta años de su fallecimiento. La Sinfónica lo recuerda, pareciera que otras grandes orquestas no), el Concierto para Piano y Orquesta, Op.54 de Robert Schumann y la Sinfonía Nº 4 de Ludwig van Beethoven. Como se puede apreciar, una programación para un organismo un poco más grande que una Orquesta de Cámara.

 

  Desde el vamos se notó la capacidad de Ulises Maino para la conducción de la Orquesta. Seguro, atento a todos los detalles, con precisión en las marcaciones, logrando llegar hasta el fondo de cada obra. En la Suite de Williams extrajo al máximo posible lo que la cuerda de la Sinfónica puede ofrecer. Vuelvo a detenerme aquí para   explicarles que dada la situación que expuse líneas más arriba, el director debe lograr el empaste entre quienes son miembros históricos de la Orquesta y los recién ingresados y Maino logró eso en gran parte de la noche. Algunas imprecisiones que se percibieron fueron propias de ese proceso sumado a que faltó algún ensayo producto del no poder trabajar en el Auditorio Nacional debido a la reunión política detallada al comienzo de este artículo, por lo cual considero que el resultado final fue satisfactorio. El corolario de la presentación de la obra de Williams estuvo dado por una versión prolija, intensa y bien expuesta.

 

  En cuanto al Concierto Op. 54 de Schumann, se logró el concurso de Lorena Eckell, una solista a la que hacía un largo tiempo yo no escuchaba. Posee una interesante trayectoria, de hecho pude apreciarla tiempo atrás con la versión que ofreció de esta misma obra en la Facultad de Derecho. En esta oportunidad nos encontramos con una solista que ha madurado su forma de interpretar este verdadero monumento musical. Pasajes de solidez, sutilezas, manejo de las sonoridades y de una vital conexión con el Director y la Orquesta y por parte de Maino el ida y vuelta permanente sumado a la marcación de precisa de cada instrumento o cada ataque de conjunto. Esto fue muy bien recibido por el público que de manera entusiasta sostuvo el aplauso y logró que Eckell brindara como bis una magnífica versión de un vals de Chopin en donde hizo gala de las cualidades antes descriptas.

 

  La parte final estuvo dada por la Sinfonía Nº 4 de Beethoven en una versión intensa y vibrante la  que tuvo su mayor lucimiento en el segundo movimiento en esos pasajes de corte intimista en los que Beethoven describe tan maravillosamente con su música el paisaje bucólico del lugar de descanso junto a la familia Guicciardi. Aquí hubo buenas intervenciones por parte del fagot principal y la flauta solista y un correcto solo de clarinete a cargo de Sofía Kujta. Maino sostuvo el discurso a un tempi ágil a lo largo de toda la versión y la Orquesta respondió plenamente culminando de esta forma una labor convincente. Esperemos entonces que los problemas que acucian a la Sinfónica Nacional se resuelvan paulatina y sostenidamente.  

 

Donato Decina

miércoles, 13 de abril de 2022

 Sinfónica en esperado retorno a Las Condes…

                                     Por Jaime Torres Gómez

 

Luego de exitosas experiencias en diciembre y enero, la decana Sinfónica Nacional de Chile retornó al Teatro Municipal de Las Condes, dando continuidad a una virtuosa alianza de expansión de sus actividades.

 

Ante las continuas limitaciones de funcionamiento del Teatro de la Universidad de Chile -sede de la Sinfónica-, producto de las constantes manifestaciones políticas en Plaza Italia (principalmente los días viernes), amén de una errada política de concentrar los conciertos los días sábados a una hora definitivamente inapropiada para la mayoría de las personas (a las 13:15 hrs), la extensión hacia Las Condes ha ayudado a compensar la mermada cantidad de audiencia al teatro universitario

 

Y este éxito ha obedecido al gravitante público cautivo que suele llegar al Municipal de dicha comuna, producto de su inmejorable emplazamiento (a la puerta de la Estación El Golf del Metro) como a una certera política de acceso a “bolsillos medios”. Adicionalmente, el perfil de los programas ha sido inteligentemente adaptado a las preferencias del conservador público lascondino. Sin embargo, es menester propender a una gradual innovación de la oferta programática en este espacio, con mayor audacia de repertorio…

 

Dirigida por Rodolfo Saglimbeni, su extraordinario maestro titular, el programa consultó un trío de obras muy queridas por el público, no obstante corriendo algunos riesgos en dos de ellas frente a la coyuntura del conflicto bélico ruso-ucraniano, en sí con totales méritos de ofrecerlas, en contraposición a otras opciones antojadizas y brutales de boicot a todo vestigio de “cultura rusa”…

 

Abrió con una deslumbrante versión de la Obertura de la ópera “Ruslán y Liudmila” del ruso Mikhail Ivanov Glinka, pieza habitualmente ofrecida localmente. Con un enfoque de ágiles (y peligrosas) velocidades, Saglimbeni mantuvo en todo momento soberano control de pulso y claridad de discurso. Excelente trabajo en dinámicas, matices y transparencias.

 

Del noruego Edvard-Hagerup Grieg se ofreció su famoso Concierto para Piano Op.16, también de frecuente programación local, y particularmente en la Sinfónica Nacional. Obra de cautivante audición, se celebra su inclusión en este programa, máxime al contarse con el extraordinario pianista letón radicado en Chile Armands Abols. No es primera vez que se ve a Abols en el Grieg, siendo una obra de su completo dominio.

 

Con acabada técnica y autorizada musicalidad, Abols desarrolla un concepto de magnifico equilibrio entre brillo sonoro e inmanencia discursiva, dejando discurrir, con total empatía, toda la vena poética y vernácula noruega inspirante. Grandes logros en calidad de toque, fraseos y carácter. El acompañamiento de Saglimbeni, en total consubstanciación al enfoque del fabuloso solista, no obstante ciertos ripios en parte de las cuerdas en el primer y segundo movimientos (primera función). Como encore, Abols, haciendo gala de su compromiso con la música chilena, ofreció una excelente exposición de una curiosa Danza de Enrique Soro, de poliestilística estética.

 

Y como colofón, una impactante entrega de los “Cuadros de una Exposición” del ruso Modest Petróvich Músorgski, en la famosa (y más célebre) orquestación de Maurice Ravel.

 

Como parte del repertorio habitual de las orquestas profesionales, en Chile, al menos desde hace un par de décadas, esta obra ha estado bien servida (salvo en dos puntuales y patéticas ocasiones…). La profundidad de la lectura ofrecida por Saglimbeni traspasa todo umbral de lo imaginable en cuanto a idiomatismo y análisis impreso a cada cuadro. Soberbio tratamiento de las texturas y acabado sentido del color, este último sin rayar en exceso de rutilancia ante la colorida orquestación raveliana, en sí misma muy tentadora -a ratos- de desdibujar la esencia de la obra, y mejor sintonizando con el ethos musorgskiano. Un triunfo interpretativo inapelable…

 

En suma, un esperado regreso de la Sinfónica Nacional al Municipal de Las Condes, y con resultados de notables logros

martes, 12 de abril de 2022

 

Muy buena versión de “EL ELIXIR DE AMOR” en el Espacio Cultural QUETREN

 

UN GUALICHO DE MUY BUENA CALIDAD

Martha CORA ELISEHT

 

            En la cultura popular, la palabra gualicho -derivada del vocablo originario pampa wa’llichú- posee una connotación negativa y muy a menudo se la usa como sinónimo de embrujo o sortilegio. Nada más alejado de la realidad. Era la diosa de la vida en la cultura de los pampas gúnnüna küna -grupo étnico que habitaba la Patagonia entre los márgenes sur del río Negro hasta el norte del río Chubut, que no tenía nada que ver con su homónimo de la provincia de Buenos Aires- y para poder ejercer su acción benéfica, había que pagarle un tributo. Caso contrario, se provocaba el enojo de la diosa y el gualicho se volvía en contra. De ahí la connotación negativa de dicho término.

            El Ensamble Lírico Orquestal decidió presentar una de las óperas más conocidas del bel canto que versa perfectamente sobre este tema: EL ELIXIR DE AMOR de Gaetano Donizetti (1797-1848), cuyas representaciones se llevaron a cabo los días 19 y 26 de Marzo pasado y 3 y 10 de Abril en el Espacio Cultural QUETREN, sito en el barrio de Belgrano bajo la dirección musical de Gustavo Codina, con escenografía de José Andrukowicz, iluminación de Luis Bolster, vestuario de Daiana Fiaschi, dirección de escena de Raúl Marego y coordinación de producción de Cecilia Layseca.

            Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del domingo 10 del corriente, donde participaron los siguientes cantantes: Sebastián Russo (Nemorino), Ximena Farías (Adina), Mirko Tomas (Belcore), Mario De Salvo (Dulcamara) y Belén Petasne (Giannetta). Participó el Coro de la institución, con producción general del mismo Ensamble Lírico.

            El mencionado melodramma giocoso compuesto por Donizetti con libreto de Felice Romani está basado en la novela Le philtre (El filtro) de Eugêne Scribe. Fue estrenada en el Teatro della Canobbiana de Milán en 1832 y gozó de una inmensa popularidad desde su estreno. Junto con Las Bodas de Fígaro y El Barbero de Sevilla integra el trío de óperas bufas más representadas y populares en todo el mundo. Posee bellas arias y un buen libreto, donde la ingenuidad del enamorado y despechado Nemorino contrasta con la frivolidad de Adina, el descaro y la vulgaridad del sargento Belcore y el charlatán Dulcamara, un farsante que va de pueblo en pueblo engañando a la gente y vendiendo un simple vino como poderoso brebaje capaz de modificar los sentimientos de las personas. Estos diferentes arquetipos humanos son reflejo directo de los caracteres de la comedia dell’arte.

            El mencionado espacio cultural es lo suficientemente amplio como para permitir la circulación de los personajes, que se sitúan frente al público respetando los protocolos sanitarios de distanciamiento social. Y pese al ruido del tren elevado o aquellos provenientes de la calle, posee una excelente acústica, que permitió lucirse a los cantantes sin necesidad de amplificación. Los intérpretes principales se situaron sobre tarimas ubicadas estratégicamente para tal fin usando una vestimenta sencilla -con excepción de Dulcamara, ataviado con un largo sobretodo azul con faja, sombrero y echarpe multicolor, que remeda los colores del arco iris-. El coro aparece vestido de negro con zapatos acordonados en colores flúo y ese detalle se va a repetir durante toda la obra. Para los cambios de escena, los integrantes se cambian ocultos tras paraguas de diferentes colores, que es un elemento común en todos los protagonistas. Mientras los paraguas de Adina y Nemorino son transparentes, Belcore tiene uno floreado; el de Dulcamara, multicolor y Giannetta, rosado -al igual que su chalina-. Los coreutas cantaron con barbijos decorados -las damas, con unos labios rojos y los caballeros, con unos bigotes pegados sobre los mismos-. Estos recursos brindaron frescura, espontaneidad y fueron sumamente efectivos.

 Debido a que esta ópera se representó hace un año en contexto de plena pandemia, se usó una versión reducida que nuclea los principales números de la misma. Por dicho motivo, el acompañamiento musical a cargo de Gustavo Codina se hizo con teclado amplificado en vez de orquesta. Exhibió sus dotes de pianista, director musical y de la compañía con creces y brindó un acompañamiento perfecto. El coro también tuvo una destacada actuación merced a la preparación de Cecilia Layseca, quien también hizo la presentación del espectáculo y la trama de la ópera.

Por lo general, en las óperas que se representan en el circuito off Colón suele haber auténticas revelaciones en materia vocal. En este caso, la actuación y la interpretación de la mezzosoprano Belén Petasne en el rol de Giannetta fueron sorprendentes. Posee una voz de bello timbre, buen esmalte, caudal y brillo, además de una hermosa coloratura apta para el bel canto. Por su parte, Mirko Tomas ofreció un simpático y arrogante Belcore. El barítono es un intérprete ideal para este tipo de roles y se lo escuchó muy afianzado y firme en escena. Sebastián Russo fue un muy buen Nemorino desde lo actoral y vocal de principio a fin, destacándose desde la primera aria (“Quanto é bella, quanto é cara” y “Caro elisir…Sei mio!”), pasando por los dúos con Adina en el 1° Acto (“Chiedi all’aura lusinghiera” y “Esulti sur la bárbara”) hasta llegar a su apoteosis en la célebre romanza “Una furtiva lacrima”, donde loa aplausos y vítores coronaron el aria más conocida de esta ópera. La soprano Ximena Farías fue otra de las sorpresas de la tarde: manifestó soltura, gracia y espontaneidad sobre el escenario para encarnar a la frívola y coqueta Adina y también se destacó vocalmente en sus arias (“Della crudele Isotta”en el 1° Acto y “Prendi! Per me sei libero”, en el 2°) y en los mencionados dúos no sólo con Nemorino, sino también con Dulcamara (“Quánto amore! Una tenera occhiatina”).Su voz también es caudalosa, con buena coloratura, brillo y fiato, impecable en los agudos.  Y Mario De Salvo fue lo mejor: se llevó los laureles en actuación y vocalmente para dar vida al pícaro y astuto Dulcamara desde su presentación junto al coro presentando su mágico licor en su cavatina (“Udite, udite, o rustici”) hasta su primer dúo con Nemorino (“Voglio dire…Obbligato, ah!”), la barcarola del 2° Acto (“Io son rico e tu sei bella”) y el mencionado dúo junto a Adina. Una magnífica labor que se vio premiada por numerosos aplausos y vítores al final de la obra.

El Ensamble Lírico Orquestal ha dado el puntapié inicial en adaptar ópera dentro de un contexto de pandemia y lo logró con creces; más aún, en un momento donde es muy difícil abrir nuevas salas para interpretar ópera. Es bueno saber que Buenos Aires cuenta con este tipo de lugares para desarrollar espectáculos líricos de corta duración o donde participen artistas de otras disciplinas, ya que también funciona como espacio donde desarrollan sus actividades artistas de circo. Por lo tanto, ¿por qué no aprovecharlo para I Pagliacci, alguna otra joya del verismo o inclusive, alguna ópera de Mozart?... Son iniciativas interesantes a tener en cuenta.  

 En la sala principal del Teatro Colón, colmada a pesar de un horario desacostumbrado,se presentó el jueves 7/4 un concierto con la presencia del M° José  Luis Juri y la oboista venezolana Natalia Auli  Fue lSonata para oboe y piano, FP 185, de F. Poulenc la que dio inicio al programa, donde los movimientos están ordenados lento-rápido-lento opuestamente al esquema rápido-lento-rápido de la sonata tradicional, que conjugó una bella sonoridad entre ambos instrumentos, siendo el último movimiento, Déploration, al que el M°Juri y la M° Auli le imprimieron un intenso dramatismo. Seguidamente interpretaron una obra poco frecuentada del checo J.W. Kalliwoda, Morceau de Salón, tal vez el punto culmine del concierto, al que el público aplaudió efusivamente.Siguieron luego cuatro de Las Canciones sin palabras (Lieder ohne worte) de F.Mendelssohn en una adaptación para piano y oboe del compositor francés David Walter, donde Natalia Auli uso el corno Inglés para la interpretación de una de ellas. Finalmente el dúo brindó una ajustada versión de la Sonata para oboe y piano en re mayor, Op. 166, de Camille Saint-Saëns obra escrita en 1921, año de la muerte del compositor, con gran lucimiento del M° Juri,

pletórica de agradables matices.
Fuera de programa se despidieron con Oblivion de A. Piazzolla,  en una adaptación para oboe y piano. Un concierto de inteligente concepción programática, con atractivos contrastes, presentando obras habituales de repertorio junto a otras adaptaciones poco conocidas, que los asistentes supieron despedir con grandes aplausos 

                                                                                            Marta Lugo de Palacio

lunes, 11 de abril de 2022

 

 

LA HISTORIA SECRETA DE “AMAZING GRACE”

Martha CORA ELISEHT

 

            AMAZING GRACE es uno de los himnos religiosos más cantados en todo el mundo y principalmente, en los países anglosajones. Forma parte de cualquier misa gospel que se precie como tal y se estima que se canta 10 millones de veces por año. Su letra transmite un bellísimo mensaje: a pesar de todos los pecados y errores cometidos por el ser humano, se puede encontrar el perdón y la redención mediante la gracia de Dios. Asimismo, la sublime gracia del Señor reconforta el alma y la rescata de la desesperación cuando el ser humano cree que todo está perdido.

            A continuación se presenta el texto en castellano:

¡Sublime gracia del Señor!

¡Que a mí, pecador, salvó!

Fui ciego, pero ahora veo yo,

Perdido y Él me halló.

 

Su gracia me enseñó a creer,

Mis dudas disipó.

¡Oh, cuán preciosa gracia fue a mi ser!

¡La hora en que me transformó!

 

En los peligros y aflicción

Que siempre abundarán,

Su gracia eterna allí estará,

Y a casa me llevará.

 

Con esperanza en la fe;

 El Señor bien me guardó;

Mientras dure la vida Él será

 mi escudo y protección.

 

Cuando no lata más mi corazón

 la vida mortal cesará,

 dentro del cielo poseeré

la vida eterna en paz.

 

La tierra pronto se disolverá

El sol dejará de brillar;

Pero Dios, que a su lado me llamó,

¡Será para siempre en paz!

(adaptación para ser cantada de la traducción original del inglés)

 

Estos versos fueron compuestos en 1772 por el sacerdote inglés John Newton (1725-1807) cuando era párroco de Olney (Buckinghamshire, Inglaterra) junto al poeta William Cowper para la celebración de la misa de Año Nuevo en 1773 y forma parte de la colección denominada Los versos de Olney -un catálogo de composiciones escritas por Newton y Cowper para ser cantadas en misa-, cuya primera edición data de 1779.  Se desconoce cuál fue la música original que acompañó al texto, pero se estima que se cantó con 20 melodías diferentes hasta 1835, cuando el estadounidense William Walker asoció los versos de Newton a la melodía “New Britain”. A su vez, esta melodía es la fusión de dos composiciones publicadas independientemente y sin letra en 1829: Gallagher de Benjamin Shaw y St. Mary de Charles Spilman, basadas en melodías escocesas. Walker era originario de Carolina del Sur y vivió en Kentucky y Tennessee, donde había muchos colonos de dicha nacionalidad. Desde entonces, se transformó en el himno religioso más popular e interpretado en Estados Unidos.

Resulta asombroso pensar que previamente a ser sacerdote, su autor había sido un marino de pésima reputación y tratante de esclavos. Nacido en el distrito londinense de Wapping en 1725, su padre era un comerciante naval educado como católico, pero que mostraba su simpatía por el protestantismo, mientras que su madre era una cristiana devota no identificada con la iglesia anglicana. Todo parecía indicar que John iba a recibir educación religiosa, pero la realidad fue muy diferente: su madre murió de tuberculosis cuando sólo tenía 6 años y fue educado por una madrastra distante mientras su padre se hacía a la mar. Por dicho motivo fue internado como pupilo, siendo sistemáticamente maltratado. Estas circunstancias adversas hicieron que Newton se transformara en un adolescente huraño y sumamente desobediente. Por dicho motivo, su padre lo forzó a entrar en la Royal Navy y desertó en varias oportunidades; entre otras, porque se había enamorado de Mary “Polly” Catlett -una amiga de la familia que posteriormente sería su esposa-. Tras el escándalo motivado por su deserción, consiguió trabajo en un barco esclavista, donde llegó a ser famoso a causa de sus escritos obscenos desafiando a la autoridad. Unido esto a su constante desobediencia, fue encarcelado en numerosas oportunidades hasta llegar a trabajar en una plantación en Sierra Leona. Tras la intercesión de su padre, fue liberado y se embarcó nuevamente hacia Inglaterra en el Greyhound, donde ganó notoriedad por su crueldad y rudeza.

Fue rumbo de regreso a Inglaterra cuando se desató una violenta tormenta en altamar que hizo zozobrar al barco y que un marinero cayera al agua. Tras muchas horas de achique de agua y cuando creyó que estaban a punto de naufragar, Newton le pidió permiso al capitán para atarse a una bomba junto con el otro marinero y de esa manera, evitar que fuera arrastrada por el agua. lió airoso de la situación, pero se quedó reflexionando sobre lo acontecido. Se dio cuenta que Dios existía y le había dado otra oportunidad de transformar su vida. Manifestó su intención de casarse con Polly y si bien continuó ejerciendo el comercio de esclavos, su actitud y su trato para con los mismos fue completamente diferente. Se casó con Polly en 1750 y luego, abandonó el comercio de esclavos para ejercer como despachante de aduanas en Liverpool. En el interín, estudió latín, griego y teología para ser ministro anglicano. Pero como no poseía título universitario y tenía un pasado atroz, no pudo lograrlo. No obstante, su devoción religiosa fue mayor y comenzó a escribir sobre su conversión y su pasado como esclavista. Por dicho motivo, el obispo de Lincoln le ofreció la parroquia de Olney en 1764. En aquel entonces, Olney era un poblado donde la mayoría de su población era analfabeta, pobre y se dedicaba a la producción de encajes. A diferencia de los ministros anteriores, Newton predicaba desde el púlpito y no a distancia, lo que motivó la cercanía con sus feligreses.

Para esa época ya había trabado amistad con William Cowper, un escritor que había fracasado como abogado y que tuvo varios intentos de suicidio. Al igual que Newton, también sintió el llamado de Dios y sufrió una conversión. Se hicieron inseparables hasta que se les ocurrió establecer una reunión semanal para charlar mano a mano con los feligreses en 1768 y también componer escritos para los niños que asistían a la parroquia. También pensaron en componer himnos utilizando el lenguaje de la feligresía para facilitar su comprensión. Era muy común en aquel entonces que los clérigos escribieran himnos sobre temas religiosos y se destaca la obra de Isaac Watts -hermano de John Watts, fundador de la Iglesia metodista-, que tuvo una marcada influencia en muchos de los escritos de Newton. Finalmente, el tándem Newton/Cowper decidieron presentar un poema o un himno para cada encuentro semanal de oración. Así nacieron los Himnos de Olney, publicados en 1779 y de los cuales, Newton contribuyó con 280 de los 348 poemas que integraron el libro.

En el caso particular de Amazing Grace, el Nuevo Testamento sirvió de base para el texto. Los versos de la primera estrofa evocan la Parábola del hijo pródigo del Evangelio de Lucas (“Por gracia de Dios, este hijo mío estaba perdido, vive de nuevo y ha sido encontrado”).  Sigue con “estaba ciego y ahora puedo ver”, tomada de la historia del ciego de nacimiento del Evangelio de Juan. Por su parte, la frase “Sublime gracia del Señor, ¡cuán dulce es tu sonido!” se repite varias veces en el texto original en inglés, y que “permitió perdonar a un miserable pecador”, donde Newton hace alusión a su propia historia de vida. Asimismo, la salud mental de Cowper mejoró al poco tiempo después de estrenarse el himno y Newton lo atribuyó a la gracia de salvación.

¿Por qué se transformó en el himno más popular en Estados Unidos?  Porque precisamente, su letra figuraba en varias recopilaciones de himnos religiosos publicados entre 1789 y 1799. A comienzos del siglo XIX se instauró en dicho país un gran movimiento religioso que comenzó en los estados de Kentucky y Tennessee e hizo crecer a las comunidades cristianas en forma multitudinaria, reuniéndose al aire libre para tratar los temas de salvación y redención de los pecados. Por lo tanto, el texto de Newton fue incluido en cultos de congregaciones bautistas, metodistas, presbiterianas, reformados holandeses y evangélicas. Y al igual que en Olney, las comunidades estaban formadas por gente pobre y analfabeta. Por lo tanto, los himnos debían ser simples y repetitivos para que los feligreses los pudieran comprender. Y Amazing Grace vino de perlas para ilustrar estos sermones.

Simultáneamente, en el sur y oeste de Estados Unidos se desarrolló un movimiento independiente de canto comunal y en 1800 apareció un método muy efectivo para enseñar música a personas analfabetas basado en la repetición de notas. Así nació el canto shape note, donde cada uno de los sonidos se acompaña de una nota específica. Precisamente, Amazing Grace se publicó tal cual se la conoce hasta hoy en el cancionero shape note de William Walker Southern Harmony en 1835. Se hizo tremendamente popular, llegándose a vender 600.000 copias en un país cuya población total era de 20 millones de personas. Y a medida que Estados Unidos se expandía hacia el oeste, los cancioneros shape note se distribuían entre los soldados y se incluía en todos los servicios religiosos. También se incluyeron los versos de Newton en la novela abolicionista La Cabaña del Tío Tom de Harriet Beecher Stowe, cuando Tom se encuentra en su hora más difícil. Paradójicamente, en Inglaterra no se popularizó hasta 1950 y recién se publicó con letra y música en 1964. 

Existen infinidad de versiones de este celebérrimo himno, cantadas no solamente por especialistas en gospel (Mahalia Jackson, Aretha Franklin, Marian Anderson y Judy Collins, entre otras) sino también por cantantes populares (Whitney Houston, Andrea Bocelli, Il Divo) y versiones instrumentales de diversa índole.