domingo, 30 de abril de 2023

 

LA FILARMONICA EN “VERSION CAMARA”

 

Teatro Colón, temporada 2023. Quinto Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Wolfang Wengenroth. Solistas: Sebastián Angulegui (Don Quijote/Barítono), Darío Schmunck (Maese Pedro/Tenor), Florencia García Barrera (Voz Infantil/Trujamán), Manuel de Olaso (Clave). Programa: Obras de Poulenc, Milhaud y Falla. 29 de Abril de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  De cámara, como recordando los comienzos de la post-pandemia con grupo reducido en el escenario. Así se la vio a la Filarmónica de Buenos Aires en este concierto que, dado el próximo estreno de “La Flauta Mágica” debió presentarse en estas condiciones en el sobre escenario y a telón cerrado como en esa época ahora superada. Wolfang Wengenroth fue el Director invitado en esta ocasión para un programa que bien podría haber puesto a París como eje, dado que allí ocurrieron los estrenos de las tres obras que conformaron el programa.

 

  De la formulación original cuyo orden era Milhaud, Poulenc, Falla, se invirtió el orden en las dos primeras lo que a la postre resultó acertado. Si bien se anunció la participación de Manuel de Olaso en clave, éste lo hizo solo en Falla. En la obra de Poulenc que también lleva este instrumento, el propio Director se sentó frente a él y desde allí,  en doble función, dirigió. Se trató de la “Suite Francesa” en siete fragmentos compuesta en estilo neoclásico estrenada en 1935  basada en la música de escena para “Margot” de Edouard Bourdet.   Está compuesta para vientos, percusión y Clave o Arpa. Dispuestos en derredor del clave, los maestros llevaron adelante en muy buen estilo esta obra  gracias a las precisas indicaciones del Director que logró plasmar justamente todo lo que Poulenc ideó en el pentagrama basándose en las danzas y sonidos de la Francia del siglo dieciséis, logrando así un interesante comienzo.

 

 Surgida de un encargo para ballet, “La Creación del Mundo” de Darius Milhaud, expresa lo que significó para este compositor la fuerte influencia del Jazz norteamericano tras el triunfal desembarco de esta música en la Francia de los años veinte. Es ampliamente perceptible que Gershwin caló hondo ya que mucho de ese estilo está presente en largos pasajes de este trabajo. Wengenroth llevó a la Filarmónica a pulso muy firme y obtuvo una muy interesante versión que llevó al público a exteriorizar el primer aplauso muy sostenido en la noche.

 

  Tras un breve intervalo, se llegó a la parte final con el siempre bienvenido “Retablo de Maese Pedro” de Don Manuel de Falla. Una vez más la simpática historia de la función de títeres en una venta manchega a la que se suman entre el público Don Quijote y Sancho Panza,  para que el primero en el final haga de las suyas, cobró vida en el escenario del Colón. Fue una buena versión con un conjunto muy ajustado, sostenido en momentos de la interpretación  con la intervención de Manuel de Olaso desde el clave. Darío Schmunck lució como Maese Pedro con grata línea de canto. Muy correcto Sebastián Angulegui en el protagónico con voz muy firme y muy simpática la participación de Florencia García Barrera como el niño Trujamán. Wengenroth plasmó el estilo español tan presente en las obras de Falla de modo acertado, aunque en algún momento hubiera convenido “apianar” un tanto al conjunto para que las voces pudieran haberse apreciado en mejor forma. Valió la pena el esfuerzo y poder escuchar cosas diferentes.

 

Donato Decina

miércoles, 26 de abril de 2023

 

DEJAN LAZIC + MOZARTEUM ARGENTINO= CREATIVIDAD GARANZTIZADA

 

Mozarteum Argentino, temporada 2023. Concierto de apertura del abono. Actuación del pianista Dejan Lazic. Programa: “Rapsodia Vienesa” , compuesto por obras de Mozart, Beethoven, Schubert/Lazic, Brahms y Lazic. Teatro Colón, 24 de Abril de 2023.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  Nuevamente el Mozarteum Argentino. Como en tantas otras ocasiones, más allá de los problemas que el País arrastra, allí está esta querida institución sosteniendo la antorcha de la buena música con grandes artistas que vienen a brindarla. Nuevamente el ritual de encontrarse con habitúes, amigos, compañeros de abono de las butacas de ambos lados de la fila. Y en esta ocasión, con el concurso de una de las grandes figuras que en los últimos tiempos ha enaltecido sus programaciones: Dejan Lazic, el extraordinario pianista de origen Croata con un recital de esencia vienesa basado en cuatro gigantes: Mozart, Beethoven, Schubert y Brahms. Gran desafío para un intérprete que se precie de serlo y Dejan Lazic lo es. Una vez más lo demostró con creces.

 

  El inicio vino de la mano de Mozart. Podría emplearse la expresión “A modo de calentamiento” para que el intérprete atacara la Fantasía en Re menor Kv. 397. Allí volvimos a percibir la seguridad en la digitación, la exactitud en los “tempi” y la plena consustanciación con el estilo, características estas que se acentuaron con la interpretación de la Sonata en Si bemol mayor Kv. 333. Aquí un sonido transparente y redondo fluyó a lo largo de la interpretación. Pasajes de mucho ímpetu, realzados con una total entrega física, riqueza de matices. Todo ello hizo que la versión fuese inmejorable y que arrancara la primera ovación sostenida de la noche.

 

  La primera parte culminó con una exquisita versión de la Sonata Nº 2 del Op. 27 en Do sostenido menor “Quasi una fantasía”, también popularmente conocida como “Claro de Luna”. De los tres movimientos que la integran, tal vez el primero con su atmósfera cerrada y  sus notas sentidas sea el más conocido de los tres. Lazic construyó una versión insuperable, no solo por la formidable introspección que alcanzó en ese fragmento en donde el público se mantuvo en hermético silencio, sino que también dejó fluir el carácter despreocupado del “Allegretto” posterior, directamente enlazado luego con el “Presto agitato” de cierre en un momento de gran enjundia.

 

 Llamó mi atención que durante la interpretación de Mozart y tal como ocurriera días pasados durante un concierto del abono de la Filarmónica de Buenos Aires, se encendieran las luces de la herradura de sala. Esto no hizo mella en el solista quien continuó con su estupenda labor, pero sí confundió al público que al culminar la sonata creyó entender que se iba a un intervalo y comenzó a abandonar la sala por lo que el personal de la misma debió reencausar a la gente para que retornara a sus lugares. Sumado a ello, en la segunda parte, un amague de apertura de telón (¿sería el viento?) también durante la actuación de Lazic y una alarma de teléfono que por dos veces con sonido a bajo volumen pero de modo persistente enturbió la audición del concierto. ¿Simples casualidades?  

 

  La segunda parte dio comienzo con una transcripción que el propio intérprete realizó del lied “El Pastor en la Roca” que lleva la ubicación D.965 en el catálogo de obras de Schubert. Aquí se percibió la habilidad de Lazic para los arreglos, además de mostrar su entrega absoluta en la interpretación.

 

  El otro momento alto de la noche estuvo compuesto por las versiones que el pianista ofreció de las dos Rapsodias para Piano en Si menor y Sol menor que llevan justamente los números 1 y 2 del Op. 79 de Johannes Brahms. A tono con las dos partituras, Lazic exhibió  virtuosismo y pleno apasionamiento. No hay pirotecnias, realiza todo de manera admirable y son los compositores los que “hablan” a través suyo.

 

 Gracias al aporte que Claudia Guzmán realiza de manera acertada en cada programa de mano del Mozarteum, nos enteramos que a partir de su “Concierto para Piano al estilo de Istria”, Lazic compone su  “Rapsodia al estilo de Istria” que lleva el Op. 18b de su catálogo de compositor. Surge a partir de temas folckloricos de esta región de Croacia en los que se ha inspirado para componer esta página que contiene desafiantes variaciones sobre dichos  temas. Aquí me surge naturalmente la inquietud de saber si la obra es tal cual la interpretó o si hay lugar para alguna improvisación sobre la marcha, que si la hubiere no hace más que resaltar el espíritu de esa bella región en esta página que se convierte en un gran homenaje a su tierra natal.  

 

 Los sostenidos aplausos motivaron que Lazic ofreciera un Schubert más, pero aquí en transcripción de Liszt, en donde Lazic dejó hasta el último aliento.  No podía pedirse más. Fue un inicio brillante.

 

Donato Decina

 

La Sinfónica y su consolidación en Las Condes…

    Por Jaime Torres Gómez

La revalorización de la presencialidad de los espectáculos constituye una de las más importantes lecciones de la pandemia, y potente elemento de proyección ante la actual normalización de actividades.

En este contexto, la recuperación y captación de nuevas audiencias ha sido real, como en el caso del Teatro Municipal de Las Condes. De hecho, conforme su ecléctico perfil, ha sido asombrosa su ascendente curva de demanda de público, y consecuentemente un buen barómetro de las preferencias históricas del mismo, como a las adecuaciones (o viabilidades) por impulsar propuestas innovadoras de las artes musicales y escénicas.    

Destacable ha sido la virtuosa alianza de Las Condes con el Ceac (Universidad de Chile), permitiendo expandir la presentación de sus cuerpos estables, en base a una inteligente focalización programática hacia un público -en su mayoría- que no se traslada al Teatro de la Universidad de Chile.

Tras una consolidada fidelización, nuevamente llega la Sinfónica Nacional (dependiente del Ceac) al Municipal lascondino, en esta oportunidad dirigida por David del Pino Klinge, recordado ex titular de esta agrupación y actualmente de la excelente Orquesta Clásica de la Usach.       

Con un programa afín a Del Pino Klinge -mayoritariamente de repertorio hispano-, fue ideal para la alta concurrencia. Iniciándose con el muy ofrecido Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, contó con la participación del guitarrista chileno radicado en Alemania Sebastián Montes, de magnífico recuerdo, especialmente por sus participaciones en el prestigioso Concurso Dr. Luis Sigall de Viña del Mar, siendo galardonado en dos oportunidades.

Conforme la trayectoria de Montes -esperándose importante rendimiento-, al menos en la función del primer día se le percibió incómodo, quizás producto del deficiente apoyo acústico del Sistema Constellation que dispone el Municipal de Las Condes, no reflejando la calidad (y calidez) de toque del destacado guitarrista. Y si bien se ha tenido buena aplicación general, no es la primera vez que acusa problemas para las cuerdas pulsadas (como en malogrados apoyos al arpa de la Sinfónica en más de alguna oportunidad…), debiéndose reenfocar su uso. 

En el caso de marras, no fue posible apreciar bien las texturas ante una completa ausencia de homologación sonora, no siendo fidedigno en timbres y colores, amén de un molesto desbalance (excesivo volumen de la guitarra), probablemente ante una insuficiente prueba acústica previa. Y sin perjuicio de esta deficiencia, la entrega de Sebastián Montes tuvo arrojo e idiomatismo, más un irreprochable apoyo del experimentado maestro invitado.

La segunda parte consultó una largamente ausente Pastoral de Alhué, del destacado compositor chileno Jorge Urrutia Blondel (1905-1981). De amable carácter, y fiel reflejo de lo bucólico, esta obra es un directo homenaje a Maurice Ravel. De acabado tratamiento del color más una genuina prevalencia de lo vernáculo ante lo europeizante (inteligente inclusión de la guitarra con protagónicos rasgueos, como evocativa imagen de Alhué, en la zona central de Chile), se plasma gran oficio en el manejo de la armonía y la orquestación.

Excelente recepción del numeroso público, dando cuenta de buena valoración a la música de compositores nacionales, especialmente cuando es ofrecida con inteligente dosificación. Acertado enfoque global de Del Pino Klinge (quien dispone de una excelente grabación), extrayendo toda la riqueza de colores y carácter. Buena respuesta de conjunto y solistas, no obstante un desafortunado cometido del importante solo del violín, con desafinaciones y sinuosidades de fraseo…

Culmino con una entusiasta versión de las Suites 1 y 2 del ballet El Sombrero de 3 Picos, de Manuel de Falla. No es la primera vez que a Del Pino Klinge se le ve en estas notables piezas, abordándolas con propiedad y obteniendo buen ajuste general. Debida provisión del carácter castizo, no obstante ciertas rusticidades que restaron colores, como a ratos algún desequilibrio sonoro y de ensamble, aunque sin afectar las bondades de la entrega. Muy acertada la explicación previa de la trama y su contexto histórico por parte del carismático director invitado. Y excelente participación de la mezzo María José Ulibarri al comienzo de la Suite N° 1.

En suma, una presentación en plena sintonía al perfil del Teatro Municipal de Las Condes, ideal para la captación de nuevos públicos y con respetables resultados artísticos, a pesar del accidentado apoyo acústico…       

martes, 25 de abril de 2023

 

RETOMANDO PAULATINAMENTE EL CAMINO

 

Teatro Argentino de La Plata, Temporada 2023. Concierto Sinfónico. Presentación de la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Carlos Vieu. Solísta: Daniela Tabernig (Soprano). Programa: Obras de Richard Strauss y Gustav Mahler. Sala Alberto Ginastera, 23 de Abril de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

Acallados los ecos del concierto de reapertura y su correspondiente repetición, encontramos la exacta ocasión para acercarnos a la capital de la Provincia y así poder volver a disfrutar de la audición en vivo en la sala principal del primer coliseo bonaerense. El programa, comprometido y prometedor: Richard Strauss y Gustav Mahler. Un muy buen director de orquesta: Carlos Vieu y una extraordinaria figura vocal: Daniela Tabernig. Hacia allí fui.

 

  Tuve la suerte de escuchar en la voz de Daniela Tabernig  “Las Cuatro Ultimas Canciones” de Richard Strauss el año pasado en ocasión en que esta interprete  las incorporó a su repertorio en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner, junto a la Sinfónica Nacional bajo la dirección de la Dra. Lucía Zicos. Si aquella fue una muy buena e interesante versión, ésta nos muestra a la cantante más asentada con la obra. Hay expresividad, buenos matices e inflexiones vocales, total compenetración con el estilo. Vieu llevó a la Orquesta en muy buena forma y ésta le respondió con un paulatino crecimiento hasta llegar en las dos últimas al punto máximo, transmitiendo hondamente el mensaje musical de Strauss, con ese clima entre melancólico y de despedida, con la extraordinaria sensación de serenidad en su cierre. Brillante intervención le cupo al Concertino Titular, Nicolás Favero en los solos que la obra contiene.

 

   Luego de una brevísima pausa llegamos a la obra de fondo, la Cuarta Sinfonía en Sol mayor de Gustav Mahler. Definida por la mayoría de los historiadores como la más terrenal de sus sinfonías, ésta, que contiene mucho del folcklore de la campiña austro-húngara de entonces, sumado a un tercer movimiento de profunda introspección, que previamente en el tiempo que le antecede  exige un solo de un violín afinado un tono más abajo y que marca en su cierre la aparición de la voz para entonar el Lied “La Vida Celestial” que contiene texto del ciclo de Armin y Brentano “El Cuerno Mágico de la Juventud”. Aquí se vio la entrega total de los profesores hacia la música y es así que con la muy buena guía de Vieu se logró una muy digna versión, en donde nuevamente descolló con sus solos el Concertino Favero, momentos intensos e interesantes de las cuerdas, excelente respuesta de vientos y metales y una muy cuidada y bien llevada percusión. Vieu se sintió a sus anchas con el estilo y le extrajo al máximo todas las posibilidades que hoy ofrece este conjunto. Con estos elementos pudo llegar al fondo  de esta rica partitura.  Aquí también una vez más, Tabernig entregó una muy fina línea de canto acorde con el enfoque que el Director desarrolló para este trabajo, dando así una descollante demostración de versatilidad interpretativa tras su actuación de tan solo cuarenta y ocho horas antes en “Il Canto Sospeso” de Luigi Nono.

 

  Se vivió así un estupendo atardecer con una Orquesta guiada por su Director en muy buena forma,  retomando la marcha tras seis años con la sede natural cerrada que es la sala Ginastera, la que luce correctamente remozada. Habrá cosas muy interesantes para oír y ver. Vale la pena. Ayudaremos así a los Cuerpos Estables de la casa al reencuentro masivo con el público.

 

Donato Decina

lunes, 24 de abril de 2023

 

Sinfónica en triunfal noche shakesperiana…

                                                                                  Por Jaime Torres Gómez

Continuando la temporada oficial de la Sinfónica Nacional, el cuarto programa, desde marzo, nuevamente estuvo a cargo de su formidable maestro titular, Rodolfo Saglimbeni.

No obstante un buen marco de público, nuevamente se insiste en la necesidad de dar a conocer la totalidad de la temporada internacional, para así fidelizar mejor al público abonado, y no continuar dando a conocer los programas sobre la marcha sin un horizonte mayor de los mismos…

Con un monográfico Tchaikovsky-Shakespeare, se contemplaron las tres obras del compositor ruso inspiradas en los textos del legendario escritor inglés, siendo un gravitante aporte editorial al escasear su periodicidad en buena parte de las orquestas del mundo. Asimismo, se incluyó, como curiosidad, el Gran Dúo para Violín y Contrabajo de Giovanni Bottesini, al parecer estreno local.  

Luego de 27 años de ausencia, llegó el Hamlet tchaikovskiano, obra de impactante visceralidad y que magistralmente refleja el trágico carácter inspirante. Siendo un poema sinfónico, fue publicado como Obertura-Fantasía, op 67, y originalmente concebido como música incidental a la producción escénica de la tragedia homónima. De tensionada expresividad, no hay tanta claridad de asociación temática en todos los personajes, aunque pueden reconocerse los tormentosos soliloquios del mismo Hamlet, como la aparición del fantasma a través de las intervenciones del gong, asimismo la hermosa melodía del oboe representando a Ofelia, y la inclusión de una marcha representando a Fortinbras. Y como buena obra de Tchaikovsky, posee gran factura de orquestación y estructura armónica.

En Chile, de gran recuerdo la notable versión de la Sinfónica en 1996 junto al recordadísimo maestro Henrique Morelenbaum, recibiéndose ahora a Saglimbeni con máximo beneplácito al ofrecer una versión plena de idiomatismo. Un completo triunfo interpretativo y de ejecución.

Intercalado dentro del monográfico Tchaikovsky-Shakespeare, y luego del desgarrador dramatismo hamletiano, inteligentemente se dispuso del Gran Dúo para Violín y Contrabajo de Botessini, proveyendo completa distensión ante tal intensidad... Estilísticamente asociado al belcanto decimonónico (género operístico), Bottesini magistralmente lleva al plano instrumental las estructuras y caracteres propios de la ópera belcantista -recitativo-aria-cabaletta-, plasmándose en esta pieza pirotécnico virtuosismo.

Con el concertino de la Sinfónica (Alberto Dourthé) y el solista en contrabajo de la misma (Héctor Leyton), musicalmente la entrega tuvo debido vuelo expresivo y calibrada musicalidad global. No obstante ello, se evidenció un desnivel entre los solistas, quedando en inferioridad de rendimiento el concertino de la agrupación, incurriendo en desafinaciones y destemples con extemporáneos sforzatos que restaron linealidad a las frases, y consecuente fluidez de discurso. Por distinto carril discurrió el solista en contrabajo, con irreprochable cometido en todo orden. Y no siempre idiomático el acompañamiento, fundamentalmente ante la inhabitualidad de la Sinfónica en abordar repertorio belcantista y sus derivados, como en el caso de Bottesini.         

La segunda parte, retornando a Tchaikovsky, finalizó con La Tempestad y Romeo y Julieta. En el caso de primera, se trata de una obra compuesta poco después de la segunda, tras la exitosa incursión shakesperiana previa del compositor.

Notables la evocación del paisaje marino en La Tempestad, de magnífico colorido -con tintes impresionistas- de las cuerdas iniciales (en especial los violines) y los desarrollos alusivos a las distintas escenas, como la evocación amorosa de los protagonistas Miranda y Fernando, asimismo de atrapante envolvencia la tempestad misma. Notable la riqueza armónica y efectividad atmosférica global. Localmente se recuerda su inclusión de extractos en Anna Karenina (Ballet de Santiago), y hace poco la pieza completa para una coreografía del Ballet Nacional Chileno.

Plenamente autorizada la versión de Saglimbeni, con pasmosa asertividad de relato y carácter, obteniendo máxima jerarquía de los sinfónicos y gran referente para el desarrollo de la temporada. Lo mismo en Romeo y Julieta (que no requiere mayor presentación…), con un nivel de impacto raras veces experimentado, y al umbral del paroxismo de toda la concurrencia…

En suma, una programa inapelablemente triunfal en su concepción y jerarquía de resultados globales…   

domingo, 23 de abril de 2023

 

Muy buen concierto a cargo de la Sinfónica Municipal de Avellaneda en el CCK

 

ORGULLOSAMENTE BONAERENSE 2

Martha CORA ELISEHT

 

Desde su fundación por decreto del intendente José Aphalo en 1949, la Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda cuenta con una importante trayectoria a lo largo de todos estos años. No sólo ha participado en las temporadas líricas del Teatro Roma de dicha ciudad, sino también en numerosos recitales de figuras nacionales e internacionales y conciertos sinfónicos. Tras haber convocado a concurso para cubrir cargos vacantes en Febrero del corriente año, la mencionada agrupación se presentó en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado domingo 23 del corriente, bajo la dirección de Ezequiel Fautario y con la participación de la flautista Maia Perduca como solista, en un programa compuesto por las siguientes obras:

-          “El tarco en flor” (poema sinfónico)- Luis GIANNEO (1897-1968)

-          Concierto en Mi menor para flauta y orquesta de cuerdas, Op. 57- Saverio MERCADANTE (1795-1870)

-          Sinfonía n°2 en Re mayor, Op. 73- Johannes BRAHMS (1833-1897)  

 

Desde la tradicional afinación de instrumentos, se pudo constatar que la orquesta estaba muy bien afinada y afiatada, lo que sirvió para tener una representación brillante durante todo el concierto. Tras hacer su aparición sobre el escenario del Auditorio Nacional y, ante la constante carencia de programas de mano, Ezequiel Fautario se dirigió al público para explicar el repertorio y hacer una breve reseña sobre las obras. Y agradeció mucho a la orquesta y sus integrantes por incluirlo siempre en su programación. Asimismo, se dirigió al público solicitando acompañar las actividades de la orquesta, que se anuncian oportunamente mediante las redes sociales.  La jornada comenzó con una muy buena versión de la mencionada obra de Luis Gianneo, que data de 1930 y que fuera compuesta durante su estancia en Tucumán. La orquesta sonó sólida, muy compacta, con un muy buen desempeño de los timbales y la percusión para culminar con un bellísimo solo de violín, ejecutado de manera impecable por el concertino.

Si bien dejó una riquísima producción de óperas, Saverio Mercadante sólo dejó unas pocas obras en el repertorio de conciertos: el Concierto para clarinete en Si bemol mayor, Op.101 y tres conciertos para flauta, de los cuales, el Concierto en mi menor para flauta y orquesta de cuerdas, Op.57 es el más conocido. Consta de 3 movimientos (Allegro/ Andante/ Allegro) de los cuales, el último ha servido como cortina musical de programas radiales durante la década del ’60. Si bien posee una línea melódica clásica, con pasajes que -por momentos- recuerdan a Mozart y Beethoven, no forma parte del repertorio habitual para dicho instrumento. Por lo tanto, no sólo ha sido un mérito muy importante para la orquesta incluirlo en su repertorio, sino también contar con una instrumentista de los quilates de Maia Perduca para su ejecución. Además de desempeñarse como flauta solista en la Sinfónica Municipal de Avellaneda, integró las Orquestas Estable del Colón (contratada) y Sinfónica Nacional (interina). No sólo brindó una excelente interpretación, sino que, además, lo hizo cursando un embarazo bastante avanzado. Fue su concierto de despedida antes de tomar su licencia por maternidad, lo que le valió un sincero aplauso por parte del público.

La Sinfonía n°2 en Re mayor, Op. 77 es una de las más hermosas obras de la tetralogía sinfónica de Brahms y consta de 4 movimientos: Allegro non troppo/ Adagio non troppo/ Allegretto grazioso- rondó/ Allegro con spirito. El tema bucólico del 1° movimiento ha hecho que se catalogue a esta sinfonía como “Pastoral” sin realmente serlo, ya que es más bien nostálgico, mientras que el Adagio non troppo es más romántico y envolvente. El vertiginoso Allegretto grazioso es un rondó con un contrapunto magistral, rico en matices, fresco y vivaz hasta desembocar en el monumental Allegro con spirito, escrito en forma de sonata y que representa un desafío para el director de orquesta. Un muy buen dominio del contrapunto, una perfecta marcación de los tempi, con fuste, garra, entusiasmo e interpretación con impronta y sello personal hicieron que Ezequiel Fautario brindara una muy buena versión de esta sinfonía. Tal así fue, que el Auditorio Nacional estalló en aplausos al final del concierto y se puso de pie de forma cuasi unánime.

En el caso particular de esta cronista, ha sido una grata sorpresa descubrir una orquesta sinfónica de muy buen nivel, con un sonido muy compacto e instrumentistas de excelente calidad. Al igual que su par de 3 de Febrero -casualmente, también bajo la dirección de Fautario-, ha sonado como un organismo sinfónico orgullosamente bonaerense y con creces para demostrarlo.  

 Excepcional versión de “EL LAGO DE LOS CISNES” con Marianela Núñez

 

EL SUTIL ENCANTO DE LA PERFECCIÓN

Martha CORA ELISEHT

 

            De los tres ballets que compuso Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893), EL LAGO DE LOS CISNES (Lebedinoye ózero, en ruso) es el más conocido y admirado en todo el mundo. Forma parte del repertorio universal del ballet y representa el sueño de toda estudiante de danza de transformarse algún día en una étoile para interpretar los roles de Odette y Odile. Y también, el elegido por Mario Galizzi -Director del Ballet Estable del Teatro Colón- para inaugurar la presente temporada, cuyas funciones han tenido lugar desde el martes 11 hasta el 25 del corriente con diferentes elencos. Esta producción cuenta con la siguiente ficha técnica: coreografía de Mario Galizzi; supervisión técnica coreográfica de Sabrina Streiff; asistencia de dirección de Silvina Perillo -ex primera bailarina del Colón-; escenografía de Christian Prego, iluminación de Rubén Conde y vestuario de Aníbal Lápiz. Participó la Orquesta Estable del Colón, dirigida por Carlos Calleja.

            Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la representación de Abono nocturno el pasado sábado 22 del corriente, con el siguiente reparto: Marianela Núñez (Odette y Odile), Kimin Kim (Sigfrido), Alejo Cano Maldonado (Von Rothbart), Jiva Velázquez (el Bufón), Analía Sosa Guerrero (la Reina Madre), Omar Urraspuru (Wolfgang, el preceptor del príncipe), Sergio Hochbaum (Maestro de Ceremonias); Camila Bocca y Ayelén Sánchez (pas de trois del 1° Acto); Iara Fassi, Paula Cassano y Manuela Rodríguez Echenique (Tres cisnes); Luisina Rodríguez, Stephanie Kessel, Luciana Barreiro y Natalia Pelayo (pas de quatre y Danza de los pequeños cisnes). Los roles de las princesas del 3° Acto fueron interpretados por Ludmila Galaverna (Húngara), Paula Cassano (Napolitana), Laura Domingo (Española), Rocío Agüero (Rusa) y Iara Fassi (Polaca). Se contrataron numerosos figurantes para las escenas del palacio.

Esta obra maestra representa una bisagra en la materia, ya que rompe con los cánones impuestos por los denominados “compositores académicos” de ballet anteriores a 1877. En la Rusia imperial del siglo XIX era muy difícil ser compositor y mucho más, de ballet. Por lo tanto, cuando un teatro de gran prestigio como el Bolshoi de Moscú encargó a Tchaikovsky la composición de un ballet en calidad de estreno en 1875, éste aceptó el desafío. Era un gran admirador de compositores de dicho género de la talla de Léo Delibes – de hecho, se basó en muchas partes de Sylvia y en Giselle de Adolphe Adam para los leitmotives de El Lago de los Cisnes-. Era un profundo conocedor de la orquesta y tan sólo con la cadencia de 8 notas en Fa sostenido menor que compone el leitmotiv de Odette -introducido por el oboe al final del 1° Acto- logró el tema principal sobre el cual gira la trama, basada en el cuento alemán El velo robado de Johann Karl August Musäus. También empleó material de varias de sus obras anteriores (su ópera Undina para el Gran adagio del pas de deux del 2° Acto, al igual que el Valse des fiancées del tercero y para el Entreacto del 4°, de su ópera El Voievoda). Sin embargo, su estreno -ocurrido en Moscú en 1877- no tuvo una buena recepción. Se decía que su música era “muy sinfónica, demasiado ruidosa y wagneriana”, mientras que la coreografía original de Julius Reisinger fue considerada como “poco imaginativa y memorable”, razón por la cual no se la representó más. Pese a todo, se hicieron numerosas funciones para las cuales, las grandes étoiles de la época le encargaron a Marius Petipa - premier maître de los ballets imperiales de San Petersburgo- una nueva coreografía para el pas de deux del 3° Acto. Así nació uno de los principales tándems de la historia del ballet. Se siguió representando con algunas variantes hasta 1890, cuando Marius Petipa y Josef Vsevolozhky decidieron realizar una nueva coreografía con el visto bueno del propio Tchaikovsky, quien estaba de acuerdo. Debido a su fallecimiento en 1893, no se pudo hacer hasta 1895, bajo supervisión de su hermano Modest y con la revisión de la partitura original por Riccardo Drigo. Si bien hubo diferencias entre la partitura original y su correspondiente revisión, esta última resultó más apropiada para la magistral coreografía de Lev Ivanov -segundo coreógrafo de los Ballets Imperiales de San Petersburgo-, que fue aprobada unánimemente en 1895. El tándem Petipa- Ivanov armó la coreografía de la siguiente manera: Petipa, los actos blancos (2° y 4°) e Ivanov, los impares (1° y 3°). Esta versión es la que se representa hasta la actualidad, con la revisión musical de Drigo. Sobre esta coreografía se introdujeron numerosas variantes a cargo de prestigiosos coreógrafos como Jack Carter, Yuri Grigorovich y el mismo Rudolf Nureyev -gran intérprete de este clásico-, donde cada uno ha puesto su impronta sobre el final. Mientras que en las versiones rusas la historia culmina con un final feliz, tanto en la de Carter como en la versión de Mario Galizzi, Sigfrido cae al lago impulsado por la fuerza maléfica de Von Rothbart y se ahoga. Al no poder recuperar jamás nuevamente su forma humana, Odette se arroja al lago en señal de amor y rompe el maleficio. El resto de los cisnes vuelve a recuperar su forma humana, mientras la pareja protagónica se reúne en el cielo para vivir un amor eterno, que permanece constante más allá de la muerte.

En la presente versión, los cuatro actos de este clásico se resumen en dos para permitir los cambios de escenografía y vestuario mediante un genial efecto de iluminación de Rubén Conde. La escena se oscurece y se pasa del palacio de Sigfrido y la Reina Madre a la noche junto al lago, donde reina Von Rothbart. Lo mismo sucede luego del 3° Acto, donde el maléfico hechicero se da a conocer tras el engaño, destruyendo el castillo hasta pasar al lago. Mediante una alfombra verde que simula el oleaje desencadenado por el suicidio de Odette, el hechicero agoniza sobre la misma y desaparece. El vestuario diseñado por Aníbal Lápiz ha sido una franca demostración de lujo y buen gusto; sobre todo, para las escenas en el palacio, donde tienen lugar las danzas de las princesas invitadas y del séquito de Odile. La capa de Von Rothbart está íntegramente realizada con plumas de colores verde y amarillo, que resalta sobre el blanco de los cisnes.    

Con respecto de los protagonistas, ¿qué se puede decir de una étoile de los quilates de Marianela Núñez?... Ha demostrado con creces que es la primera bailarina del Royal Ballet de Londres. Radicada desde hace más de 25 años en Inglaterra, su técnica es impecable, pero su interpretación de ambos roles ha sido magistral. El público deliró en la impresionante fouette à 32 tournées del pas de deux del 3° Acto encarando a Odile, al igual que en el Gran pas de deux del 2° Acto como Odette, donde agitaba sus brazos como las alas de un cisne mientras efectuaba un perfecto pas de bourée. Sus dotes histriónicas, su plasticidad y expresividad sobre el escenario fueron fundamentales para interpretar dos roles tan contrapuestos como Odette y Odile: el cisne blanco, símbolo de pureza y bondad, doliente por estar condenada a ser un cisne durante el día y sólo recuperar su forma humana por la noche, mientras que Odile representa la belleza del cisne negro, símbolo de la seducción y la maldad. Altiva y ambiciosa, no sólo pone distancia a Sigfrido cuando éste quiere tomarla creyendo que se trata de Odette, sino que, además, pide permiso a su padre -Von Rothbart- en señal de aprobación de su maléfico juego de seducción. Una interpretación magistral de ambos roles en compañía de un partenaire de los quilates de Kimin Kim, que descolló no sólo por su excelente técnica, sino también por su elegancia y su plasticidad. Sus pirouettes, solages y entrechats fueron de una perfección absoluta y el público lo aplaudió a rabiar luego de cada una de sus intervenciones. Por algo es el primer bailarín del Mariinsky de San Petersburgo y lo demostró con creces sobre el escenario del Colón.

Si bien Alejo Cano Maldonado compuso un muy buen Von Rothbart, se lo vio algo inseguro al inicio del 2° Acto. Posteriormente, se fue afianzando y se manifestó en toda su plenitud en las escenas de mayor tensión dramática y muy especialmente, en el acto final. El otro gran protagonista de la noche fue Jiva Velázquez, dando vida al Bufón con una demostración magistral de técnica, plasticidad, expresividad y actuación. Junto a él y a Kimin Kim, tanto Ayelén Sánchez como Camila Bocca se lucieron en las variaciones del pas de trois del 1° Acto. La interpretación del trío de cisnes compuesto por Paula Cassano, Iara Fassi y Manuela Rodríguez Echenique también fue muy buena, tanto en el 2° como en el 4° Acto. Y el celebérrimo pas de quatre interpretado por Luisina Rodríguez, Stephanie Kessel, Luciana Barreiro y Natalia Pelayo también contribuyó al deleite del público. Asimismo, las bailarinas que tuvieron a cargo los roles de las princesas invitadas a la fiesta de compromiso de Sigfrido tuvieron una destacada actuación, al igual que las parejas formadas por Edgardo Trabalón y Natacha Bernabei en las czardas y Manuela Rodríguez Echenique junto a Pablo Marcilio en la danza española. La disciplina y la coordinación impuestas por Mario Galizzi contribuyeron a que las escenas de conjunto salieran perfectas. Unido esto a la magistral dirección de Carlos Calleja al frente de la Estable, fue el broche de oro para que todo saliera en condiciones inmejorables, ya que es un director que acopla la música al ritmo y al tiempo del bailarín.

Una ha visto innumerables versiones de este gran clásico, pero hay que referirse a las representadas por artistas locales en las últimas temporadas. Sin lugar a duda, la presente representación ha sido la mejor en mucho tiempo desde todo punto de vista. Un excelente comienzo de temporada y una auténtica noche de Colón, donde los protagonistas tuvieron que salir varias veces tras haberse bajado el telón ante los insistentes aplausos y vítores del público. Algo que no se veía desde hacía mucho tiempo tras una representación de ballet y con el valor agregado de una compatriota como prima ballerina, que marca su nivel al inicio de la temporada

sábado, 22 de abril de 2023

 

 

 

LA PROPIA FILARMONICA BRINDO LA RESPUESTA

 

Teatro Colón, temporada 2023: Cuarto concierto de abono del ciclo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director Invitado: Baldur Brönnimann. Solistas: Daniela Tabernig (Soprano), María Luisa Merino Ronda (Mezzosoprano), Ricardo González Dorrego (Tenor). Orfeón de Buenos Aires, Directores: Néstor Andrenacci-Pablo Piccini. Programa: Obras de Nono y Beethoven. 21 de Abril de 2023.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Como una paradoja del destino, en cuarenta y ocho horas nuestras dos mayores orquestas produjeron dos resonantes conciertos que trascendieron el mero hecho artístico para convertirse en actos reflexivos. Tras la espectacular presentación de la Sinfónica Nacional del pasado 19 con la versión Sieffert de la Séptima Sinfonía de Dimitri Shostakovich, llegamos a ésta de la Filarmónica de Buenos Aires con una obra capital de la segunda mitad de la pasada centuria: “Il Canto Sospeso” de Luigi Nono y  acompañada por la mayor sinfonía de la historia: la Quinta en Do menor, Op. 67 de Beethoven, El orden anunciado era el inverso. Con suma inteligencia se lo hizo al revés. Vulgarmente se diría que se hizo para que el público no se retire. Yo sostengo que se trató de graficar el horror de la Guerra, luego transitar el fuerte dolor que Beethoven expresa en el comienzo y gran parte de su enorme sinfonía para luego emerger a la luz y culminar con toda la fuerza de la esperanza. Si trazamos un paralelismo entre los dos conciertos, ambos fueron en la misma dirección: del dolor a la luz. Si queremos coincidencias: dos notables conductores suizos de probada trayectoria entre Ntros. Allí Emmanuel Sieffert, aquí Baldur Brönnimann y reservo para el final la conclusión más notable.

 

  En 1954 Luigi Nono declaraba estar profundamente admirado de como con simples palabras el Mtro. Hermann Scherchen (Profesor entre otros del Mtro. Pedro Ignacio Calderón), explicaba a los músicos la interpretación de un pasaje de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Como señala Pablo Giannera en el muy bien formulado programa de mano de este concierto, Nono escuchó decir del Director de Orquesta: “que es como si la melodía viniera con un texto en palabras”. Más allá de esa “fascinación”, surge en Nono  la idea del texto como hilo conductor de la música y que ese texto derive en arte. “Il Canto Sospeso” rescata últimos escritos de luchadores de la resistencia durante la segunda guerra mundial, encarcelados y fusilados por las tropas de la Alemania nazi, fundamentalmente jóvenes y desgraciadamente en muchas ocasiones adolescentes, quienes además de la valentía a oponerse a los opresores, enfrentaron con enorme estoicismo el momento de pararse ante el pelotón de fusilamiento. Esos textos breves y contundentes hablan de entregar la vida por un ideal, una patria y que en algunos casos presienten el desenlace del conflicto con la recuperación de la libertad, por lo que aún más vale la pena ofrendar sus  vidas por dicha causa.  Son esas palabras simples y contundentes las que dan origen a sonoridades aún más contundentes, shockeantes, donde esas palabras surgen con más fuerza y énfasis, entrelazadas en nueve números que culminan con una frase demoledora: “Voy con fé (a ser ejecutada) en una nueva vida para Ustedes” Llamativamente y de manera inexplicable el concierto careció del subtitulado electrónico, algo más que necesario. Por suerte los textos y el orden de la obra estaban impresos en el programa de mano.

 

  Baldur Brönnimann realizó un trabajo de fina orfebrería con una estupenda Filarmónica que estuvo a la altura de esta obra. Aunque con algunas imprecisiones iniciales, el Orfeón de Buenos Aires lució sumamente ajustado de la mano de sus Directores: Néstor Andrenacci y Pablo Piccini. Al tener mayores intervenciones vocales, Daniela Tabernig lució con un registro esplendido demostrando su versatilidad en todos los estilos musicales que aborda. Emisión homogénea, sólida, matices prefectos y técnica probada.  Ricardo González Dorrego aportó su reconocida solvencia ya que una vez más, esta es una obra que al igual que en otros compositores de la época e incluso en actuales requiere de una voz madrigalista empapada en la música antigua. González Dorrego la posee y expresó lo suyo de modo exquisito. Breve pero muy firme la intervención vocal de María Luisa Merino Ronda. Entre todos entregaron esta versión sólida,  firmemente saludada por el público entre los que percibimos a gente a la que no es habitual ver en el abono, que está en el medio musical  y que con sus presencias jerarquizaron aún más esta presentación.

 

  La segunda parte entregó una espectacular versión de Brönnimann de la Quinta de Beethoven. Lo tuvo todo: Ideas, gestos precisos, seguridad y firmeza por parte de la Filarmónica, intensidad y profundidad, logrando de este modo lo que se quiso hacer en este programa, mostrar el transito del dolor a la luz y al igual que la Sinfónica Nacional, logrando dar un rotundo mensaje ante un mundo tan convulsionado.

 

  Hay algo más. Se trataron de dos obras contundentes que totalizaron alrededor de 70 minutos de fuerza musical. Hace rato que venimos bregando para que en los abonos se incluyan compositores como Nono. Puede parecer a priori poco, pero hay que prepararlas y hacerlas en el nivel que se han hecho. En una sola semana la Filarmónica bien guiada, demostró que era posible hacerlo, superándose luego del contradictorio concierto anterior.

 

 Donato Decina

 

Gran concierto de Baldur Brönnimann al frente de la Filarmónica en el Colón

 

¡QUÉ LUJO DE PROGRAMA!

Martha CORA ELISEHT

 

            Hay obras que no se escuchan habitualmente, ni todas las semanas se produce el estreno de una obra dentro de una temporada de conciertos. Precisamente, dentro del ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires tuvo lugar el pasado viernes 21 del corriente en el Teatro Colón nada más ni nada menos que el estreno argentino de Il Canto sospeso de Luigi Nono, donde participaron el Coral Orfeón de Buenos Aires y los siguientes cantantes: Daniela Tabernig (soprano), María Luisa Merino Ronda (mezzosoprano) y Ricardo González Dorrego (tenor). La dirección orquestal estuvo a cargo de Baldur Brönnimann y la coral, por parte de Néstor Andrenacci y Pablo Piccini respectivamente.

            El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:

-          Il Canto Sospeso- Luigi NONO (1924- 1990) (estreno argentino)

-          Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

Si bien en el programa de mano el orden de las obras era el inverso descripto en esta nota, se anunció previamente a la entrada del concertino Pablo Saraví. Una vez que tanto músicos como coreutas se ubicaron en sus respectivos lugares, el director de orquesta y los cantantes tomaron sus puestos para dar comienzo al concierto con el estreno local de la mencionada obra de este gran compositor italiano. Es una cantata compuesta en 1959, que está basada en un documento histórico: las Lettere di condannati a morte della Resistenza europea (Cartas de los condenados a muerte de la Resistencia europea), escritas entre 1943 y 1945 por miembros de la resistencia de diferentes países invadidos por los nazis y publicadas en 1952. En épocas donde la negación y la carencia de la historia reciente eran habituales, Luigi Nono la escribe en señal de protesta (Presenza storica nella música d’oggi/ Presencia histórica en la música de hoy). Consta de 9 secciones (Orquesta/ Coro a capella/ soprano, mezzosoprano y tenor solistas con orquesta/ Orquesta/ Tenor solista y orquesta/ Coro y orquesta/ Soprano solista, coro femenino y orquesta/ Orquesta/ coro y timbales), donde el compositor narra mediante una poderosa orquestación los horrores de la guerra, las penurias de los condenados a muerte -por lo general, muy jóvenes- y su sufrimiento antes de ser ejecutados. Para ello, se vale de un orgánico que incluye cuerdas, dos arpas, maderas por 4, metales por 6, 3 trombones bajos (de los cuales, uno actúa como una tuba), abundante percusión y doble juego de timbales. Pese a que existen numerosas disonancias que crean ese clima de misterio y desesperación, la obra posee una línea melódica armónica desde el ostinato inicial a cargo de la orquesta. El director suizo se destacó por su ímpetu y una excelente marcación, mientras que el coro a capella, por estar muy bien preparado, logrando un sonido muy compacto y preciso. El trío conformado por Daniela Tabernig, Ricardo González Dorrego y María Luisa Merino Ronda también tuvo una excelente actuación -sobre todo, en el número donde se unen las tres voces-. Hacia el final- donde interviene el coro junto a los timbales-, se logró un sonido muy equilibrado y preciso. Una obra sumamente interesante en calidad de estreno local, donde el esfuerzo se vio coronado por numerosos aplausos.

Si bien la Sinfonía n°9 (“Coral”) es la obra más impactante que Beethoven haya compuesto, su Sinfonía n°5 en Do menor, Op.67 es -quizás- la más popular y conocida. Goza de una excelente aceptación por parte de todo tipo de público y ha servido como fuente de inspiración para diversos compositores de la talla de Johannes Brahms, Piotr I. Tchaikovsky y Carl Nielsen -entre otros- y cuya popularidad perdura hasta el presente. ¿Quién no conoce el famoso “ta- ta- ta- taaa” del inicio?... Beethoven la compuso entre 1804 y 1808, cuando tenía 40 años y estaba sumamente angustiado por el aumento de su sordera. Su estreno tuvo lugar en el Theater An der Wien en Diciembre de 1808, dentro de un extenso concierto compuesto exclusivamente por obras de su autoría y con el compositor al podio. Sin embargo, la obra no tuvo gran aceptación por falta de ensayo, errores cometidos por algunos de los músicos y un público muy cansado por la larga duración. Posteriormente en 1810, el escritor E.T.A. Hoffmann escribió una crítica donde elogiaba esta obra hasta llevarla a la apoteosis. Según palabras del mismo Hoffmann: “¿Puede haber otra obra de Beethoven que confirme todo esto en mayor grado que su indescriptiblemente profunda y magnífica sinfonía en Do menor?... En un clímax que sube sin cesar, esta maravillosa composición lleva al oyente imperiosamente para entrar en el mundo de los espíritus infinitos”. Una perfecta definición de esta celebérrima pieza, que no sólo forma parte de los tradicionales programas de conciertos, sino que ha formado parte de los conciertos inaugurales de orquestas tan importantes como la Filarmónica de New York, la Sinfónica Nacional del Perú y la National Symphony Orchestra de Estados Unidos. En la presente versión, Baldur Brönnimann impuso una marcación perfecta para sacar lo mejor de la Filarmónica: un sonido netamente europeo, apasionado y vibrante, con el tradicional crescendo del genio de Bonn en los 4 movimientos que integran la obra (Allegro con brío/ Andante con moto/ Scherzo- Allegro/ Allegro). Hacía rato que una no escuchaba una versión tan perfecta de esta tradicional sinfonía por parte de la Filarmónica, que permitió el lucimiento del conjunto en general y de todos los solistas de los diferentes grupos de instrumentos en particular, que tuvieron una destacadísima actuación. El resultado fue una total ovación de aplausos y vítores al final del concierto.

Sin lugar a duda, éste ha sido uno de los mejores conciertos de la Filarmónica en lo que va del año. La elección del repertorio y la interpretación de ambas obras fue un auténtico lujo y una se enorgullece de haber sido testigo presencial del hecho.

 

EMMANUEL SIEFERT EN UNA MEMORABLE ACTUACION

 

Centro Cultural Kirchner, temporada 2023. Concierto Sinfónico: Presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director Invitado: Emmanuel Sieffert. Programa: Obras de Llamazares y Shostakovich. Auditorio Nacional, 19 de Abril de 2023.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Siempre es muy bienvenido el hecho de que las mejores orquestas de Ntro. medio asuman los desafíos de afrontar programas exigentes. Podrán salir de buen o irregular nivel, pero es absolutamente necesario el hecho de hacerlos. En este punto me detengo para recordar al Maestro Napoleón Cabrera quien siempre tuvo palabras de enojo cuando alguna agrupación extranjera venía a presentarse al país con programas absolutamente convencionales o de repertorio: “mientras que Ntras. “pobrecitas” orquestas afrontan los desafíos de mayor compromiso”. Lamento que el Mtro. Cabrera no hubiese estado vivo para poder apreciar la realidad actual en la que afortunadamente hace rato Ntras. Orquestas dejaron de ser “pobrecitas” (aunque vió el comienzo del proceso de cambios cuando en 1992 Ntras. tres mejores Orquestas visitaron Europa, cosa que la Filarmónica repitió en 1994 y 1996, la Sinfónica Nacional en 2001 en Canarias y en 1998 en Japón y Estados Unidos y la Sorpresa del año 2000 con la Estable y el Coro del Argentino de La Plata presentándose en el Auditorio de la Sinfónica de Sao Paulo con la Segunda de Mahler).

 

   Traigo a colación estos recuerdos para dar una vuelta más de tuerca respecto a este tema a propósito del concierto que la Sinfónica Nacional efectuó el 19 del Cte. mes en donde el Mtro. Suízo Emmanuel Sieffert abordó un complejo programa que incluyó un estreno Argentino (bienvenida sea siempre la ocasión) y uno de los monumentos sinfónicos más importantes de la historia de la música toda y en particular de toda la producción de Dimitri Shostakovich: la Sinfonía Nº 7 “Leningrado”.

 

  “Alma” es el  título de la obra de Pablo Llamazares que la Sinfónica Nacional seleccionó para ser estrenada. Es una página de construcción muy sólida, con bases tonales y un interesante trabajo de sonoridades las que Sieffert fue desgranando de modo paulatino y sumamente ajustado, la orquesta pasa de momentos de gran energía a instantes más calmos pero siempre está la esencia sonora, esa que inicia y cierra este buen trabajo que fue muy bien recibido por el público que de modo sostenido aplaudió la interpretación con llamada al compositor al escenario incluida.

 

  Tras un breve receso, sobrevino la esperada versión de la “Leningrado”. Versión con mayúsculas al mismo nivel que las que presentaron Eduardo Mata con la Filarmónica de Buenos Aires en su último concierto entre Ntros. y la efectuada por el Maestro Pedro Ignacio Calderón en el Auditorio de Belgrano con la misma Sinfónica Nacional (Algunos maestros que intervinieron en esta versión estuvieron en el escenario del Auditorio Nacional a las órdenes de Sieffert).

 

  Compuesta durante el “cerco” establecido por la Alemania nazi alrededor de la ciudad que tomó el nombre del líder comunista para conocer así por entonces y hasta la disolución de la Unión Soviética a la siempre llamada San Petersburgo,  esta obra está integrada por cuatro movimientos. Para muchos simplemente se trató de una música “superficial” y “panfletaria”, para muchos otros (y yo mismo me incluyo) si excluimos el fragmento en el cuál Shostakovich grafica en música el avance Alemán y la caída de la ciudad, tanto la introducción y descripción previos a ese fragmento como todo el resto de la  música de la sinfonía describen a la perfección los estados de ánimo: el dolor, la desesperación, el hambre, la miseria (en algunos casos debe recordarse que se ha hablado de tener que llegar a la ingesta de roedores), hasta el momento del contraataque Soviético con la llegada del invierno, la derrota nazi y el heroico resurgimiento de la ciudad y su gente. Es música muy sentida, con instantes de magnificencia y otros tantos de una profundidad a la que solo el compositor podía llegar para graficar así su estado de ánimo (el tercer movimiento con su penetrante inicio en un verdadero “barroco moderno” es prueba de ello y tras ese inicio el movimiento trasunta pasajes que bien pueden comparárselos con el adagio de la Octava de Bruckner que la Filarmónica de Buenos Aires interpretó la semana pasada). A la Orquesta convencional suma un verdadero “arsenal” de refuerzos de vientos y percusión para que en los movimientos de apertura y cierre expresen con creces tanto el drama de la caída como la gloria por la recuperación lograda. Shostakovich residía allí, lo vivió de primera mano, sirvió en un cuerpo de Bomberos durante la guerra (la Unión Soviética de entonces protegió a su artista, su coetáneo el Inglés Benjamin Britten y su compañero de vida Peter Pears decidieron refugiarse en Estados Unidos ante sus casi seguras convocatorias al frente). Y esta versión llega en un momento en donde Europa está en alerta con la Guerra Ruso-Ucraniana, Medio Oriente y sus tensiones (Sira-Israel-Palestina, las intervenciones de Turquía) y Afganistán con el dominio Talibán y la retirada de las fuerzas occidentales, por lo tanto se vuelve mucho más reflexivo el acto de escucha.

 

  Sieffert logró plasmar de modo contundente todos los momentos señalados anteriormente que están volcados en la partitura, marcó con exactitud los tiempos, llegó al fondo de cada movimiento, resaltó los pasajes más vibrantes manejando todos los planos sonoros y logró una respuesta magnífica de toda la Orquesta. Bien ajustada ésta, la acústica del Auditorio Nacional proyectó en su total medida a esta estupenda versión.

 

  Director y músicos fueron con total justicia reiteradamente ovacionados, al fin y al cabo fueron los héroes de la noche.

 

Donato Decina