lunes, 27 de diciembre de 2021

 

Cierre del ciclo “ARGENTINA FLORECE” en el Museo Nacional de Arte Decorativo

 

A JARDÍN FLORIDO Y A PURA LÍRICA

Martha CORA ELISEHT

 

            Gracias a la pandemia, los jardines del Museo Nacional de Arte Decorativo se han transformado en un magnífico espacio cultural al aire libre para la realización de conciertos y recitales de cámara. Durante el transcurso del corriente año, se transformó en el espacio permanente del ciclo ARGENTINA FLORECE, que cerró el pasado domingo 26 del corriente con un recital a cargo del tenor Pablo Politzer y la soprano Laura Pisani, acompañados en el piano por Julia Inés Manzitti.

            El recital comenzó puntualmente dentro de un clima sumamente agradable, donde no se sintió para nada el clima tórrido que caracterizó a la jornada gracias al soplo de una fuerte brisa de aire fresco. Y contó con un presentador de lujo: el tenor Gustavo López Manzitti, quien hizo una breve reseña curricular de los artistas y de las obras para facilitar su comprensión por parte del público.

Abrió con fragmentos de LUCÍA DI LAMMERMOOR de Gaetano Donizetti (aria de Lucía “Regnava nel silencio”; dúo “Sulla tomba che rinserra”…”Qui, di sposa eterna… Ah! Verranno a te sull’aure” y aria de Edgardo “Tombe degli avi miei”… “Fra poco a me ricovero”). Un repertorio característico del bel canto, que fue muy bien encarado por Laura ^Pisani y Pablo Politzer tanto de manera individual como en los dúos de amor entre Lucía y Edgardo. La interpretación de Pisani fue exquisita, con buenos matices y una coloratura impecable, mientras que el repertorio belcantista le sentó de maravilla a Politzer. El tenor es un especialista en repertorio barroco, pero últimamente ha incursionado en ópera y zarzuela y con un muy buen resultado. Hizo gala de su coloratura en la célebre aria de Edgardo al final del 3º Acto y se retiró sumamente aplaudido luego de ofrecer una versión caracterizada por su dramatismo.

Tras una muy buena interpretación al piano de Torre Bermeja, Op.92 de Isaac Albéniz a cargo de Julia Manzitti, Laura Pisani cantó la celebérrima aria de la Reina de la Noche de LA FLAUTA MÁGICA de Mozart (“Die hölle Rache”), donde expuso una vez más su coloratura -típica de una de las arias más difíciles para la soprano ligera- y su técnica al servicio de la melodía. Tras los aplausos, el recital continuó con dos fragmentos de EL ELIXIR DE AMOR de Donizetti: Pablo Politzer ofreció una muy buena versión de la famosísima romanza “Una furtiva lacrima”, caracterizada por el profundo sentimiento que siente Nemorino por Adina. En este caso, puede decirse que la cantó con el alma, lo que le valió el sincero y cálido aplauso. Y continuaron con el dúo del 1º Acto entre Adina y Nemorino (“Caro elisir…sei mío!”…Esulti pur la barbara”) para cerrar el recital con una pieza cómica, que permite a  los cantantes hacer gala de sus dotes histriónicas. El dúo fue perfectamente interpretado tanto desde el aspecto vocal como el actoral, que les permitió lucirse en una muy buena versión. Si a esto se le suma la maestría de Julia Inés Manzitti como acompañante, no hace falta decir nada más. Tanto gustó, que obligó a realizar un bis: el dúo de amor entre el Duque de Mantua y Gilda de RIGOLETTO (“È il sol dell’anima”), donde Laura Pisani y Pablo Politzer tuvieron otra destacadísima actuación.

Tras los aplausos finales, el director del Museo -arquitecto Martin Marcos- se acercó al escenario no sólo para felicitar a los artistas, sino también para anunciar el cierre del presente ciclo, que será retomado a partir de Febrero del año próximo en ese maravilloso marco que permite el florecer de las artes y que brinda una inmensa oportunidad a nuestros artistas. Ojalá que la situación sanitaria así lo permita.

viernes, 24 de diciembre de 2021

 

Orquesta de Cámara de Chile: tardío reencuentro…

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

El retorno de las agrupaciones musicales con público presencial, asimismo el trabajo con orgánicos mayores, ha discurrido en ascendente curva.

 

Así, desde agosto, prácticamente todas las orquestas han estado con apreciable actividad presencial y ahora, al cierre del año, se dispone de una amplia oferta al público presencial en todos los ámbitos de espectáculos. 

 

No obstante este contexto, la Orquesta de Cámara de Chile ha transitado por un lento carril, pudiendo recién retomar los ensayos in situ en octubre… Sus presentaciones, a cargo de directores invitados, han sido escasas y mayoritariamente ofrecidas en lugares alejados del radio central santiaguino.     

 

Lo anterior ha respondido a una realidad que ha afectado al desarrollo de esa prestigiosa orquesta, considerando la operatividad normal de buena parte de las instituciones musicales del país. Siendo parte del Ministerio de Cultura, esta agrupación se rige administrativamente por los procesos habituales de la administración pública, y disponiendo de tiempos administrativos muchas veces no en sintonía a resoluciones oportunas ante requerimientos urgentes…

 

Así, la actual coyuntura de la OCCH se encuentra condicionada a dos frentes por resolver. Por un lado, el no uso del excelente Teatro Municipal de Ñuñoa, su sede natural por años, ante las refacciones sometidas, y por otro, a la enervante demora de la contratación al nuevo Titular, luego de un año conocido el resultado del concurso internacional convocado.

 

Felizmente fue posible asistir a la última presentación del año, esto ante una mayor accesibilidad geográfica, considerando que los anteriores programas (en sí muy atractivos en obras, directores y solistas) se dieron en lugares muy alejados a su sede habitual, ameritando a futuro planificar con mayor integración espacial.

 

Realizado en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa, contó con una solidísima dirección del maestro suizo Nicolás Rauss, habitual colaborador de la OCCH, más una deslumbrante participación de un top del corno francés, el chileno Matías Piñeira (solista de la München Philarmoniker).

 

Con un convencional programa, comenzó con una idiomática versión de la Obertura de la óperaCosí fan tutte”, de Mozart, exhibiéndose completo ajuste y calidad de sonido. Luego, una notable versión del exigente Concierto N° 4 para Corno, también de Mozart, demostrando el sitial alcanzado por Matías Piñeira en la escena internacional, encumbrado como unos mejores cornistas mundiales. Y con una magnífica versión de la Primera Sinfonía de Beethoven finalizó esta importante presentación. Innegables logros en hermosos fraseos, soberbio manejo de las dinámicas, acrisoladas transparencias e inteligentes matizaciones.

 

En suma, una formidable presentación de la Orquesta de Cámara de Chile, aunque muy tardía para su público habitual santiaguino…

miércoles, 22 de diciembre de 2021

 Juveniles: simplemente, ¡¡¡deslumbrantes…!!!

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

La segunda presentación con público presencial en pandemia de la Sinfónica Nacional Juvenil, confirmó encontrarse en un “estelar” momento.

 

Lo anterior ha sido fruto de un sistemático trabajo por décadas a partir del comprometido impulso desplegado por el recordado maestro Fernando Rosas, quien concibió un proyecto educativo a través de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (Foji), siendo la agrupación estrella la Sinfónica Nacional Juvenil, conjunto que agrupa a una selección de los más talentosos jóvenes músicos del país. Y al ser una agrupación de perfil formativo, su nivel varía de acuerdo a los talentos coyunturales, no obstante exhibir en el tiempo un rendimiento promedio muy satisfactorio.

 

Relevante ha sido disponer de un maestro titular con las credenciales de Maximiano Valdés, relevante director nacional de trayectoria internacional, quien ha logrado imprimirle una magnífica impronta sonora y gran sentido de ensemble, traducido en presentaciones con importantes entregas interpretativas. Y por cierto, del todo encomiable la labor sistemática por muchos años de los instructores.       

 

Después de una formidable presentación inaugural en octubre -en aquella oportunidad con una acotada cantidad de músicos-, ahora dispuso de un amplio orgánico conforme las obras, como la Obertura de la ópera “Los Maestros Cantores de Nüremberg”, de R. Wagner, y la Octava Sinfonía de A. Dvorak. La función correspondió a la realizada en el multifuncional espacio del Centro CulturalChimkowe” de Peñalolén, de gratas características acústicas.

 

Con una solidísima versión de la obertura wagneriana, el maestro Valdés dio cuenta de un exhaustivo trabajo en texturas, balances, transparencias y ajuste grupal, amén de un enfoque privilegiado en lo íntimo que en lo estentóreo. Espléndida respuesta de las cuerdas, con aterciopelada sonoridad, más un notable ensamble de las maderas y calibrada proyección de los bronces.

 

Finalmente, una deslumbrante versión en todo orden de la Octava de Dvorak. Con buena frecuencia local, esta obra es de las más cautivantes sinfonías del compositor checo y quizás la de mayor inspiración vernácula. De brillantez global y expuestos pasajes solísticos en las maderas (gran protagonismo de la primera flauta), la versión ofrecida reflejó excelencia a borbotones. Con una certera visión del todo, Valdés delinea una lectura de irreprochable claridad de voces, inteligentes acentos, cálidas texturas y empáticos tempi. La respuesta de los “muchachos”, a un nivel internacionalmente competitivo. Notable respuesta de las maderas en ensamble y calidad tímbrica, destacándose especialmente la flauta solista (Vicente Morales), exudando virtuosismo técnico y consumada musicalidad.

 

En suma, una deslumbrante presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil junto a su magnífico maestro titular, esperándose contar con su presencia prontamente en más presentaciones, y a la vez con una extensión de su colaboración por varios años más en tal calidad

 

Filarmónica en triunfazo nacional…

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

El segundo programa filarmónico de la actual temporada del Municipal de Santiago en pandemia, constituyó la más atrevida apuesta programática del año.     

 

Lo anterior, conforme el perfil histórico de obras que han conformado las temporadas de la Filarmónica de Santiago, donde tímidamente se han ofrecido repertorios, llámese, “alternativos”…, ante una demanda de un mayoritario público muy convencional que suele asistir al Municipal. En este contexto, laudable haber considerado obras de compositores chilenos en todos los programas, máxime en las actuales circunstancias, donde el foco por recuperar y ampliar las audiencias es condición sine qua non para la proyección artística de un reconocido organismo como es la Orquesta Filarmónica de Santiago.

 

Con un inteligente criterio de incluir dos obras genuinamente románticas, y como “gancho” el famoso Concierto para Violín de P.I. Tchaikovsky, éste sirvió para congregar a una importante cantidad de público, y a la vez “subvencionando” a la notable Sinfonía Romántica del ilustre compositor nacional Enrique Soro.   

 

Abriendo con el Concierto de Tchaikovsky, y fungiendo de solista uno de los concertinos de la Filarmónica, el ruso Alexander Abukhovic, permitió nuevamente aquilatar el espléndido estado de la agrupación, en esta oportunidad magníficamente dirigida por su Director Residente, Pedro-Pablo Prudencio, quien ha debido trabajar periódicamente con la orquesta a lo largo de toda una impresentable ausencia de quien, se supone, es su Director Titular

 

Conforme lo presenciado (primera función), no obstante el talento y buena formación de Abukhovic, plasmado en un cálido sonido, calibrada afinación y proyección sonora, el resultado fue sinuoso, especialmente su lectura del primer movimiento, con ideas musicalmente divagatorias, abusando de los ritardandi, y a ratos con súbitos y descontextualizados cambios de tempi, siendo una labor titánica para el maestro concertador poder “perseguir” al solista. Felizmente, en los movimientos restantes hubo debida coherencia del solista más buen ajuste con la batuta y sus colegas filarmónicos, especialmente en el segundo movimiento.

 

Y como gran segunda parte, la extraordinaria Sinfonía Romántica de Enrique Soro, la primera (y más emblemática) sinfonía compuesta por un compositor chileno. Y haberla ofrecido en la misma sala que fuera estrenada hace justo 80 años, además de su debut con la Filarmónica, sin duda fue un hito en sí mismo.  

 

El aporte de Soro a la literatura musical del país es definitivo. Con una sólida formación perfeccionada en Italia, asimiló lo mejor de la tradición musical europea, adscribiendo estéticamente a un post romanticismo de diversas fuentes, aunque también incorporando recursos de mayor modernismo. De allí que su música tuvo entusiasta recepción en selectas audiencias europeas y norteamericanas. Gran cultor de la claridad formal, más su fino y natural sentido de lo melódico, unido a una cautivante efectividad expresiva, hacen de su música una experiencia única.

 

La Sinfonía Romántica conjuga estos elementos en amplios desarrollos temáticos, generosa eufonía, riquísima armonía y acabado oficio de orquestación. Con atisbos estilísticos de C. Franck, E. Chausson, V. D`Indy, hasta G. Puccini y algo de R. Wagner, estéticamente Soro fusiona dichas influencias, logrando un producto de gran factura que amerita mayor difusión internacional.

 

La versión firmada por Pedro-Pablo Prudencio, autorizadísima y del mayor compromiso, obteniendo de sus músicos una respuesta de completo ajuste grupal. Enjundiosa exposición de la vena melódica como un notable manejo de las transiciones temáticas y progresiones expresivas, brindándole completa unidad interna (magnífico manejo de la coda en el último movimiento), amén de un soberbio tratamiento de las transparencias y balances. La respuesta del público, en justicia, contundente y al umbral del paroxismo…   

 

En definitiva, un inapelable “triunfazo nacional”…

 

FILARMÓNICA EN UN “NUEVO MUNDO”…

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

Como todas las agrupaciones musicales, la Filarmónica de Santiago ha debido replantear su programación y operatividad a lo largo de la pandemia.

 

Siendo elenco estable del Teatro Municipal de Santiago, la Filarmónica enmarca sus actividades conforme la gestión de esta institución, destacándose últimamente  su acertada cobertura a nuevos públicos vía digital más una alianza con un canal de televisión abierta, exhibiendo buena parte del material grabado en pandemia.

 

Al factibilizarse las presentaciones con público, se ha ofrecido una serie de programas a cargo del Director Residente e invitados, extrañándose la completa ausencia de su Director Titular, el italiano Roberto Rizzi-Brignoli, de quien no se ha sabido de su trabajo “in situ” con la orquesta, en parte ante la coincidencia de su inicio como titular tras la llegada de la pandemia. Empero, era esperable que encabezara estos conciertos, y antes con parte de las grabaciones realizadas...

 

Con un celebrado criterio programático, esta “mini temporada filarmónica” contempló en todas las presentaciones obras muy conocidas del repertorio universal junto a otras de compositores chilenos, dando cuenta de un inestimable fomento de la música nacional.

 

Adicionalmente, ante una ineludible adaptibilidad y conforme las disposiciones sanitarias, el Municipal debió emplazar a la orquesta dentro de las primeras filas de la platea, quedando con una perspectiva visual de 360 grados, lo que inevitablemente ha modificado en parte la proyección sonora, aunque no necesariamente perjudicándola del todo. 

 

El primer programa estuvo a cargo de Francisco Rettig, sin duda de los más relevantes directores latinoamericanos. Luego de 4 años sin dirigir a la Filarmónica, regresa este prestigioso maestro nacional al escenario del Municipal, y con un deslumbrante resultado.

 

Conforme al criterio de inclusión de obras chilenas, abrió con el estreno mundial de “Cantos a la Noche” del joven compositor Diego González (1987). Como pieza ganadora del Concurso de Composición del Teatro Municipal en 2019, postergó su estreno tras el estallido social y luego por la pandemia.

 

No obstante un buen manejo de la orquestación y de la potencialidad expresiva de las familias instrumentales, su inmanencia discursiva es difusa y de sinuoso relato. Ante la explícita intención del compositor de “llegar a expresar una idea holística, intentando volver a la esencia del sonido y de allí experimentar un todo…”, a priori pudiera tratarse de una válida exploración del sonido como catalizador interdisciplinario, aunque no necesariamente un sustituto per se, y que a partir de tal presupuesto fenomenológicamente coadyuve a entender expresiones culturales de otras sustancias. Sin duda un axioma válido, aunque algo pretencioso y finalmente divagatorio… La respuesta de los filarmónicos, con debido ajuste y dócil al intento clarificador de la autorizada batuta de Rettig.  

 

Como contrapunto, el clásico Concierto para Arpa y Flauta de W.A. Mozart, muchos años ausente en el Municipal y siempre bienvenido. Fungiendo de solistas los integrantes de la orquesta Alida Fabris en arpa y Carlos Enguix en flauta, ofrecieron una versión idiomática y de irrefutable limpidez, a la vez una dirección segura de Rettig, obteniendo magnífico esmalte sonoro de los filarmónicos. 

 

Y como colofón, una antológica versión de la Sinfonía N° 9 “Del Nuevo Mundo”, de A. Dvorak. Siendo la sinfonía más popular de Dvorak, y correspondientemente muy ofrecida, de alguna manera siempre es atractivo presenciarla cuando se la anuncia con solventes directores y con expectativas que develen renovados prismas interpretativos hacia “un nuevo mundo discursivo”… Así, cuando el espacio de la libertad interpretativa discurre en consonancia a lo plasmado por el compositor en forma y fondo, constituye un estadio de excelsa manifestación de servicialidad al arte en sí  mismo…

 

La versión de “La Nuevo Mundo” del maestro Rettig constituyó un literal descubrimiento hacia “Un Nuevo Mundo”…, firmando una lectura con un soberbio control de las intensidades -tensión, distensión y expansión-, dando cuenta de una mirada auscultadora de pasajes raras veces percibidos. Con una adopción de lentos tempi, estos tuvieron pleno correlato y sentido interno, llenando en plenitud el “espacio sonoro”.

 

Los filarmónicos, en estado de gracia, transmitieron con creces los autorizados requerimientos del maestro invitado, constituyendo una de las más relevantes presentaciones en años de esta agrupación, y sin duda inmersos en un “Nuevo Mundo”…

martes, 21 de diciembre de 2021

 CRECIENTE “PASO A PASO” DE SINFÓNICA NACIONAL…

 

                                Por Jaime Torres Gómez

 

Sistemáticas han sido las presentaciones de la Sinfónica Nacional con público en los últimos dos meses, y con un creciente orgánico de músicos.

 

No obstante esta celebrada política por re-articular las actividades abiertas a la comunidad, aún no se ha ampliado el aforo del público, contemplándose todavía una cantidad menor al tercio de la capacidad del Teatro de la Universidad de Chile, situación explicable ante el carácter “experimental” y de “adecuación” a un formato más definitivo dentro del contexto pandémico. Paralelamente, es menester destacar la cobertura digital de los conciertos de la Sinfónica, al transmitirse en vivo las presentaciones desde el canal de internet del CEAC, pudiéndose ampliar eficazmente la cobertura.

 

De los últimos conciertos presenciados “in situ” en octubre, se contó con un orgánico promedio de 50 músicos, dando cuenta de una inmejorable oportunidad por retomar un trabajo de conjunto mayor, inevitablemente desmedrado ante las restricciones de aforo, coadyuvando así a recuperar el nivel histórico.   

 

No obstante con deslumbrantes direcciones de los destacados maestros nacionales Francisco Rettig y Rodolfo Fischer, sus presentaciones dieron cuenta de aciertos y desaciertos programáticos respecto a la realidad actual. De hecho, programar “en modo Covid” implica ponderar con extremo realismo la dimensión de las obras a abordar en términos de duración y de dificultad técnica, puesto que las limitaciones de poder rendir a cabalidad ante el uso (inmisericorde…) de las mascarillas, uso no compartido de los atriles y las inusuales distancias entre los músicos, inevitablemente demanda una exigencia sin duda bestial…

 

Luego de dos años, retorna a la Sinfónica como invitado Francisco Rettig, abriendo con la Suite de Mi Madre la Oca (Ma Mère l'Oye) de Maurice Ravel, originalmente para piano a 4 manos, y posteriormente orquestada e incorporada como parte del ballet homónimo. Para esta obra de exquisita delicadeza y fuertes exigencias en timbres y colores, Rettig imprimió idiomatismo a borbotones…, captando la esencia del carácter en cada uno de los 5 números de la suite, y obteniendo una respuesta de inusual jerarquía de los sinfónicos en ajuste grupal más excelentes rendimientos solísticos.  

 

Como segunda y última obra, se contempló la Sinfonía N° 35 “Haffner” de W.A. Mozart, también de importantes exigencias ante una fuerte exposición en todas las familias instrumentales, amén de representar una innegable madurez del género “sinfonía” per se. Con una adopción (absolutamente válida) de lentos tempi, a priori esta opción pudiera incurrir en ciertos riesgos de diluir la tensión interna. Empero, muy felizmente, la interpretación del maestro Rettig dio cuenta de todo lo contrario…, no fagocitándose en ningún momento la linealidad de la “trama discursiva”, y por tanto su vigor intrínseco. La respuesta de los sinfónicos, no obstante algunos pasajes no siempre bien ensamblados, estuvo atenta a los requerimientos de la batuta, transmitiéndose, con calibrada eficacia, las bondades de la autorizada versión del maestro invitado.

   

Por último, el programa dirigido por Rodolfo Fischer (también regresando a la Sinfónica luego de dos años) sirvió para replantear los criterios de programación (tiempo y dificultad de las obras), al evidenciarse un rendimiento variable de la orquesta, discurriendo de menos a más…

 

Abrió con una desarmada Obertura de la ópera Fidelio de L.V. Beethoven, pieza exigente en elementos rítmicos y expuestos pasajes instrumentales (en especial para los cornos). Si bien la lectura de Fischer puso énfasis en una debida claridad expositiva -con debidos contrastes y matices-, sin embargo no fue posible apreciarlos en plenitud ante una débil respuesta generalizada de la orquesta, evidenciándose falta de ensayo, seguramente debido a la extensión y complejidad del programa en su conjunto.

 

Como segunda obra se ofreció la Cantata Nänie de J. Brahms, con el debut de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile en pandemia junto a la Sinfónica, conformando así el más numeroso orgánico de artistas -músicos y coreutas- en el escenario del teatro universitario desde el inicio de la crisis sanitaria. A diferencia de la obertura, se percibió con más organicidad por parte de la orquesta, amén de una excelente preparación de la Camerata.             

  

Y sin mediar intermedio (muy necesario contemplarlo a futuro…), una superlativa versión de la Tercera Sinfonía “Escocesa” de F. Mendelssohn. Inspirada en el primer viaje que el compositor hiciera a Gran Bretaña, su tiempo de escritura tardó más de 10 años, dando cuenta de un acabado oficio en el manejo de la armonía y orquestación. De un raro encanto y atrapante progresividad auditiva, constituye en sí una experiencia presenciarla en vivo, y más aún ante una interpretación con novedosos hallazgos.

 

El dominio del maestro Fischer de esta cautivante obra es cabal, desde los primeros compases hasta el término de la misma. La gran virtud de esta interpretación radicó en una síntesis de emotividad e intelecto, con una galería de detalles raras veces percibidos. La respuesta de los sinfónicos fue de máxima concentración general, constituyendo una triunfal interpretación en todo orden…

 

En suma, dos presentaciones de la Sinfónica Nacional que dieron cuenta de un creciente “paso a paso” en lo artístico y operativo, asimismo una buena coyuntura de retroalimentación para los criterios programáticos futuros

lunes, 20 de diciembre de 2021

 

LA NOVENA SINFONIA, MUSICA DEL FUTURO

Comentarios Eduardo Casullo

CCK  Viernes17

La novena es sin duda una obra revolucionaria, no solo por su estructura, sino también por la forma y la utilización de la percusión por primera vez en la historia de la sinfonía. Esta inclusión le permitió llevar muchos de sus momentos a un clímax sensitivo impresionante, equilibrado con los pianísimos en las cuerdas. Él siempre fue un revolucionario identificado plenamente con los ideales de la revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad por encima de los hombres. Por esto trasciende todo lo conocido hasta el momento. En principio admirador de Napoleón hasta que, cuando se corona emperador,  su posición cambia totalmente.

La experiencia de escuchar esta sinfonía es mucho más que una mera audición. Es entender que allí se crea prácticamente la libertad de expresión musical del romanticismo y, obviamente, ya no se pudo volver atrás.

El primer movimiento tiene una potencia increíble y sume al espectador en un éxtasis del que ya no podrá apartarse a lo largo de los otros movimientos. El primero es la apertura al futuro. Pero, por si esto fuera poco, el segundo nos sumerge mucho más en la imposibilidad de abstraernos de los efectos auditivos y nos obligan a meternos de lleno en una catarsis sonora difícilmente igualada. El tercer movimiento nos da un descanso, un descanso contemplativo y de gran profundidad emocional, que nos prepara para el gran cuarto movimiento

En este último se concreta la revolución, al incluir un cuarteto vocal y la potencia de los coros, tendencia que luego fuera imitada por Berlioz y otros. Esta combinación sonora, que toma como texto el himno a la alegría de Schiller, termina por embarcar al oyente en un espectro de combinaciones orquestales y corales jamás repetido o igualado en la historia de la música.

Pero lo importante no es solo usar las voces y los coros sino la forma en que se utilizan. Son sin duda otros instrumentos de la orquesta y ese tratamiento es lo fundamental. Son otros instrumentos más para lograr una concertación única. Podría utilizar el término que impuso Rachmaninoff en sus “Visperas” conocido como “orquestación coral” en lugar de arreglo. Y en este cuarto movimiento el tratamiento es una verdadera “orquestación coral”

Quienes el día viernes pasado pudieron asistir a CCK y escuchar la versión dirigida por el maestro Fontana, con la Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional, que incluyó a solistas de gran nivel: Mónica Ferracani, Tamara Odon, Ricardo González Dorrego y Mario De Salvo, retendrán en su memoria durante mucho tiempo la gran calidad de lo escuchado y que fue sin duda, el mejor cierre posible a la temporada 2021.

Esta obra es sin duda la apertura a la música del futuro y donde el primer movimiento representa claramente ese espectro sonoro maravilloso del cual muchos otros se nutrirían.

Con una sordera progresiva y casi total, quedó demostrado que no hacen falta los oídos para escuchar el sonido de páginas con notas. Todo está en el cerebro y esto es otra muestra maravillosa de la infinita capacidad de, tal vez, el más grande compositor de todos los tiempos.

Sobra decir que el maestro Fontana dirigió con gran criterio y lleno de sutilezas la descomunal obra, logrando en todo momento los climax necesarios. Sutilezas y delicadezas en todo momento. Fuerza interpretativa y momentos gloriosos en el cuarto movimiento.

Como no podía ser menos, la Sinfónica logró seguir con gran intensidad la dirección, logrando momentos espectaculares, como así también el Coro Polifónico y el cuarteto de solistas.

Seguramente, quienes tuvieron la oportunidad de estar en la presentación, la recordaran por mucho tiempo y, al pensar la ocasión, en su memoria la escucharán nuevamente sin necesidad de los oídos.

Gracias Beethoven.

 

Señores artistas….Infinitas gracias

Concierto de cierre del Festival Beethoven

Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil General José de San Martín

Solista:Antonio Formaro

Dirección: Maestro Mario Benzecry

Auditorio Nacional

Sábado 18 de Diciembre, 20, horas

OPINION: EXCELENTE

 

La pandemia nos privó el año pasado de celebrar los 250 años del nacimiento del enorme Ludwig van Beethoven

Pero a veces lo que se hace esperar vale mucho más….Este adagio popular bien vale aplicar a este Festival Beethoven que permitió en una semana ver a tres grandes orquestas de este país y solistas enormes para recorrer las cumbres de su creación. Iniciaron el domingo pasado con la agrupación del teatro Argentino de La Plata y Bruno Gelber, una eminencia para el Concierto 3 junto a la sinfonía Heroica. EL viernes la Orquesta Sinfónica y Coro Polifónico Nacional ofrecieron la Novena….obra cumbre que emociona más allá de cuán erudito sea el oyente….y resiste a las debilidades humanas haciendo brillar a quienes se atreven a interpretarla, aun en condiciones poco dignas.

Y llegó el día de cierre confiado con justicia al brillante equipo del maestro Mario Benzecry junto a Antonio Formaro para deleitarnos con “ La Noche de los Cinco”…Concierto para piano y orquesta número 5 y Sinfonía número 5……

 

Puntualmente a las 20 horas salió al escenario el equipo de jóvenes profesionales que integran la orquesta, siendo cálidamente recibidos por el público que colmó la capacidad del Auditorio nacional dando marco ideal a lo que estaba por venir.

Como es costumbre, Mario Benzecry dirigió unas palabras en las cuales explicó algunos detalles de las obras a interpretar y destacó que la agrupación fue distinguida una vez más por la Asociación de Críticos Musicales como la Mejor Orquesta Juvenil….( y quien suscribe diría dentro del top ten del país…sin dudas)

También explicitó los tres focos del trabajo con la orquesta, académico, de integración y de desarrollo cultural…..tarea que luego de 28 años y a pesar de los vaivenes no menores de este país, podemos afirmar que la cumplen en exceso.

Todos quienes acompañamos y apoyamos estas expresiones artísticas tenemos una deuda de honor con el maestro Mario Benzecry.

 

Vamos a las obras….

 

Una gratísima sorpresa abrió el concierto: Con el orgánico completo escuchamos a la obra ganadora del concurso Hey Mozart…” Bailarina”, escrita por Vida Fernández de nueve años y orquestada por Oscar Allorio

Estas iniciativas, que quizás no tienen la prensa que merecen, nos llenan de esperanzas ya que nos encontramos ante una composición con la frescura juvenil, tierna, simple, de melodías armónicas exquisitas. Muy bien preparadas y orquestadas…..un sano equilibrio entre los instrumentos habituales y el piano eléctrico, suave manejo de la percusión y una exquisitez en la participación del arpa……

Que alegría que haya sido la San Martin y en el Auditorio Nacional los intérpretes del estreno que fue saludado con efusividad por todo el público, el que de pie, ovacionó a esta pequeña creadora a la cual le deseamos una vida feliz y plena en el camino que elija….si es la música seremos nosotros también beneficiarios .

Y ahora vamos a los dos platos fuertes….

Concierto número 5…

Se contó con un solista de jerarquía, dueño de una sensibilidad única para semejante composición.

Los tempis elegidos fueron un poco más lentos que los habituales y eso redundó en un pleno disfrute de cada una de las notas que componen el concierto.

UN primer movimiento con los toques marciales que enmarcan el momento temporal de la composición, con participaciones de solistas en la orquesta ( muy bien preparados por sus maestros!) que hicieron de cada instante un deleite. Intensidades adecuadas, manejo de los distintos colores de las filas orquestales rondando la perfección.

El segundo movimiento entregó la mejor interpretación de Antonio Formaro, entendiendo cabalmente el espíritu de la obra y desgranando con excelencia técnica lo que fijan los pentagramas….y en un manejo de pedales y digitación excelsos….para terminar en el rondó brillante que coronó más de 40 minutos de maestría.

Ante el aplauso efusivo de los asistentes regaló como bis el Rondó Caprichoso de Félix Mendelsohn, una de sus especialidades…en la cual el silencio respetuoso del auditorio fue la mejor retribución al artista.

Breve intervalo y llegó la Quinta de Beethoven….que podemos considerarla parte de la esencia de la humanidad…..

Todos desde nuestra infancia hemos tarareado las cuatro notas maravillosas del inicio de su primer movimiento…..

En este caso el maestro Benzecry asumió tempis un poco más rápidos que los que habitualmente escuchamos en las históricas versiones grabadas.

Se notó una enorme faena de preparación en todas las líneas, una integración de conjunto con precisión de relojería, máxima concentración y respeto al compositor.

Cuanto trabajo de artesanos han hecho los profesores que acompañan en la formación a cada uno de los integrantes de la orquesta……acá quedó demostrado que están al mejor nivel internacional.

Sería injusto no nombrar a todas las filas de la orquesta…pero parece costumbre castigar a los vientos metales…y anoche no tuvieron fisuras en ninguna de las múltiples intervenciones….Bravísimo

Ya lo habían marcado en el repertorio que enfrentaban hasta que el COVID obligó a un silencio de eternos dos años…..

Lo mostrado en la noche del sábado fue una función que difícilmente podamos olvidar.

Primer movimiento intenso, segundo movimiento con la delicadeza sutil de las notas, tercero y cuartos mostrando todos los grises de la paleta de pintor, que manejados con maestría solamente nos dejan con las palabras que inician esta reseña….

 

 

Señores artistas….Infinitas gracias.

 

Y me tomo el atrevimiento irrespetuoso de decirles que Ludwig recibió de parte de ustedes el homenaje más hermoso que se hubiera imaginado……

 

Eso sí….también los quiere seguir viendo en el próximo año!

 

Ing. Andrés Berretta

 

jueves, 16 de diciembre de 2021

 

MOZART.  LA FINTA GIARDINIERA

Teatro Colon 15/12/2021

“La Finta giardiniera” es una opera bufa en tres actos y ocho cuadros compuesta por Mozart, con libreto de Ranieri di Calzabagi, estrenada en 1775. En Buenos Aires se difundió en 1949 en audición radiofónica, el primer acto en versión italiana con recitativos revisados por Erich Kleiber, con la dirección musical de Roberto Kinsky y la participación de los cantantes Nilda Hofmann, Olga Chelavine, Amanda Cetera, Ruzena Horakova, Humberto di Toto, Eugenio Valori y Carlos Feller.

La versión completa de la obra se estrenó, en esta capital,  en el Teatro Municipal General San Martín el 17 de febrero de 1968 como parte de la temporada de verano del Teatro Colon por el elenco de “La Opera de Cámara del Teatro Colon”. Fueron sus intérpretes Nino Falzetti, Myrtha Garbarini, Renato Sassola, Susana Rouco, Carmen Burello, Silvia Baleani y Ricardo Catena, dirigidos por Juan Emilio Martini, con regie de Martin Eisler y escenografía y vestuario de Roberto Oswald. Con el mismo elenco se presentó luego en la sala principal del T. Colon y fue llevada al exterior, representándose en el Municipal de Rio de Janeiro, en el Sodre de Montevideo, en Washington y en Viena. También fue llevada al disco cuya edición local fue presentada en 1972.

En las tres versiones realizadas por Mozart de “La Finta Giardiniera”, original italiano y dos revisiones en alemán, ya se anticipan las características y situaciones de algunos personajes que más tarde aparecerán en las tres operas que escribió en colaboración con Lorenzo Da Ponte. El personaje de Armida, muy cercano a Donna Anna del Don Giovanni. El de Serpetta, una antecesora de Despina y Susanna. Los septetos con que concluyen los dos primeros actos de “La finta giardiniera”, se adelantan a las escenas de los finales de acto de “Las Bodas de Figaro y “Don Giovanni”.

La trama de la obra es por momentos confusa y complicada, con situaciones de amores cruzados, confusiones y cambios de estados de ánimo de los personajes, típicos de la opera bufa de la época a la que el joven Mozart, de 18 años al momento de estrenarla, se adaptó con toda la maestría de los famosos compositores italianos del género en ese entonces.

La versión que acabamos de escuchar en el Teatro Colon fue de un buen nivel.

Cuatro cantantes argentinos de trayectoria internacional encabezaron el elenco donde mostraron su jerarquía y profesionalismo.

Verónica Cangemi (Sandrina), con excelente estilo aunque su voz ya perdió la lozanía de otrora.

 Dario Schmunk (Podesta), como siempre mostrando su jerarquía vocal y un histrionismo que pocos le conocían.

 Fabián Veloz (Nardo / Roberto), en un personaje que muestra una faceta diferente a la que estamos acostumbrados a escucharlo y que demuestra una ductilidad digna de los grandes intérpretes de su cuerda.

 Santiago Ballerini ( Conde Belfiore), tuvo momentos destacados, sobre todo en el aria “Care pupille” que cantó exquisitamente

Muy buen trabajo de Maria Virginia Savastano, interpretando una deliciosa Serpetta tanto en lo vocal como en su desenvoltura escénica. Correctas Mariana Silva (Armida) y Florencia Machado (Ramiro).

La orquesta Estable del Teatro Colon con la dirección de Macelo Ayub sonó ajustada y en perfecto estilo, resultando una pieza fundamental para el equilibrio de la obra.

La dirección escénica, escenografía, vestuario, iluminación y video, estuvo a cargo de Hugo de Ana. Sin dudas el Maestro De Ana tiene un oficio adquirido a través de muchos años de trabajo en los grandes teatros del mundo, y lo que nos presenta, puede gustar más, o puede gustar menos, pero siempre hay un nivel de jerarquía notable, que no nos puede dejar indiferentes a su labor.

A veces exagerado, a veces provocador, a veces “picante”, a veces brillante va contando la trama confusa de esta Finta giardiniera, en una única escenografía que por momentos es jardín, en otro salón, en otro una gruta, en otro un despacho, en otro una fuente abandonada, matizando con bailes, figuras, y elementos que no hacen al argumento (ni al estilo). Pero como de todo esto ya estamos curtidos de espanto, debemos rescatar al menos su imaginación creativa y su empeñoso trabajo de marcación escénica.

Conclusión del espectáculo: Bueno.

Roberto Falcone

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

 

Magnífica interpretación de Beethoven a cargo de Bruno Gelber en el CCK

 

EL ROMANCE ENTRE UN ARTISTA Y SU PÚBLICO

Martha CORA ELISEHT

 

A lo largo de la historia de la música hubo artistas extraordinarios, que pasaron a formar parte de la misma por su virtuosismo, sus dotes excepcionales, su técnica o la calidad de sus interpretaciones. Sin embargo, existen casos particulares donde un determinado artista es capaz de establecer y desarrollar una conexión y un vínculo especiales con su público, que perduran a través del tiempo. Tal es el caso de Bruno Gelber, quien se presentó en el día de la fecha en la Sala Sinfónica -Auditorio Nacional- del Centro Cultural Kirchner (CCK) junto a la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata dirigida por Diego Censabella en un programa compuesto íntegramente por las siguientes obras de Ludwig van Beethoven (1770-1827):

-          Sinfonía nº 3 en Mi bemol mayor, Op.55 “Heroica”

-          Concierto nº 3 para piano y orquesta en Do menor, op.37

Previamente al inicio del concierto, llamó la atención que la mencionada y celebérrima obra del genio de Bonn se ejecutara en primer lugar, cuando habitualmente  se ejecuta como obra de  fondo hacia el final del concierto. En este caso, el orgánico estuvo compuesto por la formación habitual (violines, violas, violoncellos, contrabajos, timbal, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 2 trompetas y 3 cornos) para ejecutar los 4 movimientos que integran la misma (Allegro con brio/ Marcha fúnebre: Adagio assai/ Scherzo: Allegro vivace/ Finale: Allegro molto). Es la obra bisagra que marca la evolución de Beethoven como compositor sinfónico y posee numerosos contrastes, que deben ser ejecutados con sus correspondientes matices. En el caso particular de esta versión, puede decirse que la misma fue muy correcta, pero -por momentos- sonó algo monótona y con bastante estridencia en el Allegro con brio inicial. No obstante, la labor de las cuerdas sonó perfectamente solemne en los graves de la Marcha fúnebre del 2º movimiento -sobre todo, en cellos y contrabajos-, al igual que las maderas, cuyos solistas principales tuvieron una destacadísima actuación durante toda la sinfonía. Puede decirse que la interpretación fue de menor a mayor a medida que transcurría la música, con una muy buena labor de cuerdas, vientos y el trío de cornos en el Scherzo del 3º movimiento hasta llegar a la passacaglia con variaciones del movimiento final, que sonó auténticamente beethoveniana merced al particular énfasis con el cual se ejecutó la misma.  Y pese a algunas imperfecciones -apenas perceptibles-, los músicos desarrollaron una muy buena labor.  

Luego de un breve receso, el público colmó las tres bandejas del Auditorio Nacional antes de dar inicio a la segunda parte del concierto, donde se bajaron automáticamente las tarimas mecánicas a fines de nivelar el piso para trasladar el piano y facilitar el ingreso de Bruno Gelber, quien lo hizo en silla de ruedas y acompañado por su asistente personal. Al entrar en el escenario, el público lo ovacionó de pie mientras se acomodaba para ocupar su lugar. Una vez sentado frente a su instrumento, brindó una electrizante versión del mencionado concierto desde el Allegro con brío inicial. La orquesta supo acompañarlo perfectamente, logrando un mejor equilibrio sonoro -en comparación con la Heroica- y una muy buena correspondencia desde el inicio del tema principal en tríada de Do menor, pasando por la cadencia y la extraordinaria coda características de este concierto. Gelber lo interpretó con pasión, dulzura y solemnidad merced a su técnica y su digitación, que hicieron que sonara auténticamente romántico. Lo mismo sucedió en el extenso Largo en Mi mayor -el movimiento lento más desarrollado y extenso de todos los conciertos del genio de Bonn-, caracterizado por la rica ornamentación del tema principal mediante arabescos, trinos, arpegios y otros elementos de técnica pianística y que finaliza con un acorde en Mi mayor, que posteriormente pasa al La bemol antes del famoso Rondó final en Mi menor, que permite el lucimiento del solista. Tras una versión que se caracterizó por su sutileza y exquisitez interpretativa, el público estalló en vítores y aplausos elogiando al solista y la agrupación musical. La mayoría se puso de pie para aprobar lo actuado hasta ese momento.

Posteriormente y tras los tradicionales ramos de flores, el Ministro de Cultura de la Nación -Tristán Bauer- se acercó al escenario para entregar a Bruno Gelber una plaqueta conmemorativa por su contribución a la cultura nacional y en mérito a su trayectoria, lo que produjo una nueva ovación al artista, quien se retiró sumamente agradecido en silla de ruedas y en compañía de su asistente. Mientras tanto, los músicos permanecieron en sus lugares en homenaje al pianista hasta esperar indicación de su director para poder retirarse. Un gesto que muestra respeto y admiración hacia una figura de trayectoria internacional, que sigue manteniendo un romance con su público desde los inicios de su brillante carrera hasta la actualidad.  

sábado, 11 de diciembre de 2021

 

 

 

UN ESPACIO GANADO PARA LA MUSICA

 

 

“De Amores  Alemanes”, espectáculo musical compuesto por obras de Robert Schumann y Johannes Brahms. Intérpretes: Marisú Pavón (Soprano), Roxana Deviggiano (Mezzosoprano), Santiago Martínez (Tenor), Sebastián Sorrarain (Barítono). Acompañamiento al piano: Eduviges Picone y Juan Pablo Scafidi. Espacio “Bargoglio” (Flores-C.A.B.A.).

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Un espacio cercano a la Plaza de Flores, con buena acústica y plenamente apto para la escucha de la música. Así puedo definir las características de “Bargoglio”, el que por momentos me hizo rememorar la legendaria propuesta del desaparecido café “Mozart”, aquel que alumbro en la post guerra de Malvinas y que tras una mudanza, cerró lamentablemente sus puertas en los albores de los 90.  Lugar en el que se dieran cita notables intérpretes no solo de lo clásico sino de la línea melódica popular. Queridos maestros de la profesión nos brindaron ahí sus conocimientos: Julio Palacio y Abel López Iturbe con sus recordados ciclos y charlas.  Aquí, en “Bargoglio” un grupo de apreciados artistas desarrollaron una idea basada en dos nombres musicales íntimamente relacionados: Robert Schumann y Johannes Brahms, unidos además por la mujer que apasionó a ambos: Clara Wieck. Sobre la base de estos nombres tan potentes se tomó un ciclo de cada uno. En el caso de Schumann, las poesías de amor que conforman en Op.138 de sus “Canciones Españolas” de 1849 para una o más voces, basadas en poemas de amor traducidos al alemán seleccionados por el compositor por fuera de la línea del llamado “Siglo de Oro” español, diferenciándose de esta manera de creadores de la talla de Beethoven y Von Weber quienes si encontraron allí textos para su musicalización. Y de Brahms sus maravillosos “Valses de Amor” del Op. 52 a cuatro voces y piano a cuatro manos. Actuó como hilo conductor un interesante texto de uno de los protagonistas, el tenor Santiago Martínez, el que fue estupendamente leído por el titular del espacio, basado en episodios reales en las vidas de Schumann, Wieck y Brahms en las que los textos de cada uno de ellos hacen menciones a los restantes. En el caso de los valses se lo hizo interpretando series de los mismos con una pequeña interrupción entre ellas que dio paso al texto.

 

 En las canciones  de Schumann, principal soporte y nervio-motor de la obra fue el sólido acompañamiento de la Maestra Eduviges Picone, para que a partir de ella los intérpretes desarrollaran todo su potencial. Y en Brahms se sumó otro gran maestro especialista en acompañamiento como Juan Pablo Scafidi, quien uniéndose a Picone conformó la dupla a cuatro manos que acompañó sin fisura alguna los “Valses de Amor”.

 

  Estupendas voces se hicieron cargo de la parte cantada. Una magnífica Marisú Pavón por el manejo de su voz y la sabiduría en el decir. Roxana Deviggiano, a la que vi por primera vez como solista, hizo un muy interesante aporte. Sebastián Sorrarain como si siempre con su extraordinario profesionalismo y Santiago Martínez, al que cada vez se lo escucha más sólido, con gratísimo timbre y muy buen decir.

 

  A partir de Febrero cobrarán vida en este espacio nuevos proyectos musicales de los que los mantendremos informados. Y, por supuesto, muchísima suerte a su titular. Buenos Aires necesita de estas propuestas y mucho más cuando son en zonas no céntricas que también merecen contar con su cuota de excelente música.

 

Donato Decina

miércoles, 8 de diciembre de 2021

 

¡BIENVENIDOS!

 

Fundación Beethoven, temporada 2021: Concierto Presentación del Cuarteto “Arte” integrado por José Luis Juri (Piano), Cecilia Isas (Violín), Carla Regio (Viola) y Siro Bellisomi (Violonchelo). 07 de Diciembre de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

En estos tiempos tan difíciles, el hecho de que haya inquietud para formar conjuntos de cámara ante la necesidad de los artistas por encontrar canales de expresión es algo muy bienvenido y más si para presentarse logran hacerlo en un muy buen ámbito como es el Auditorio de la Fundación Beethoven. El Cuarteto Arte es una formación surgida de la inquietud de músicos de la talla de José, Luís Juri, Cecilia Isas, Carla Regio y Siro Bellisomi, muy probados intérpretes todos ya sea como solistas, integrantes de orquestas o, como en el caso del maestro Juri, también muy buen acompañante. Uniendo esfuerzos han armado este conjunto, el que tras haber tenido la oportunidad de apreciarlo en este concierto entiendo que está llamado a ocupar una importante posición en el medio musical argentino.

 

  Dos obras de mucha enjundia y sumo compromiso compusieron el programa. La primera parte fue para el Cuarteto con Piano en Mi bemol mayor, Op. 47 de Robert Schumann. Obra que transita por momentos de amplio discurso en el que justamente ese desarrollo requiere de los intérpretes total compenetración y mucho ajuste de conjunto. Tras el necesario acomodamiento por parte de los músicos con  los primeros compases de la obra, se tuvo la plena certeza de que el “Arte” estaba construyendo una muy buena versión, en la que José Luís Juri sostuvo permanentemente el equilibrio del conjunto, Cecilia Isas poniendo lo mejor de sí misma, Carla Regio con un despliegue total y Siro Bellisomi alcanzando momentos de un lirismo total en la parte central de la obra, momento que claramente marcó  lo mejor de la versión ofrecida. Ha sido un acierto rotundo la inclusión de este trabajo en el programa.

 

   La continuidad nos trajo  justamente al “continuador” (valga la redundancia) de Schumann: Johannes Brahms. Y de El se escuchó el Cuarteto con Piano Nº 1 en Sol menor, Op. 25, obra plena de intensidad y brillo en la que el conjunto alcanzó su mejor rendimiento en todo el concierto. Si bien la tesitura nos siguió mostrando a Juri como sostén de la versión, la agrupación toda mostró impecable ajuste, sonido homogéneo y suma expresividad. La endiablada música gitana que transita el último movimiento fluyó plena de enjundia, haciendo que el público retribuyera con una sostenida ovación al finalizar este trabajo, obligando a los intérpretes a bisar justamente la parte final de este cuarteto.

 

  Tras esta presentación, el “Arte” viaja a Villa Gesell para presentarse en las “Schubertiadas” que el propio José Luís Juri organiza desde hace mucho tiempo allí. La Cita es el Sábado próximo, ideal para que Ntros. seguidores en la Costa se den cita.

 

 

Donato Decina