viernes, 31 de agosto de 2018

EL “AURA” DEL “REY DEL COMPAS” SOBREVOLO EL COLON Teatro Colón, Temporada 2018: Decimosegundo Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Alexander Lazarev. Solista: Pablo Saraví (Violín). Programa: Obras de Respighi, Vaughan Williams, Tchaickovsky y Stravinski. NUESTRA OPINION: BUENO. Creame Amigo Lector que no se trata de un “Delirio” el título del presente comentario. Ocurre que cuando en el podio el conductor comienza a desparramar histrionismo, desde un tropiezo inicial camino al podio (salvado al mejor estilo Dick Van Dyke). Mantiene gestos de comedia al marcar entradas o como por ejemplo, darse vuelta y mirar desde el podio al público gesticulando casi como diciendo: “¿Ven que bien que suena?”. Caras complices con el Solista o con los primeros atriles del conjunto, o darse vuelta, mirar al público y señalarles que allí deben aplaudir, uno (que ya tiene algunos años y memoria) comienza a recordar y vienen a su mente los gestos casi idénticos (por no decir calcados) que hace casi cincuenta años atrás desplegaba ampulosamente (con Nicolás Mancera primero y con Juan Carlos Mareco después) Juan D’Arienzo, el “Rey del Compás”, al frente de su Orquesta Típica. Pues créame que no estarían Armando Laborde, Alberto Echagüe o Jorge Valdez, pero frente a Pablo Saravi (Concertino del Grupo y Solista de Este concierto), Alexander Lazarev, el Director Invitado de la Velada, desplegaba casi los mismos gestos del inolvidable Maestro del Tango. ¿Qué faltó?: dirigir con dos dedos “en punta” como lo hacía D’Arienzo o apuntar hacia el ombligo al bandoneonista como era el caso del aun vigente Ernesto Franco, aunque creo que por poco no lo hizo. Todo esto hace que uno le reste en la opinión a la califcación final del Concierto. Muy poca seriedad, que coadyuvó a que en “Gli Uccelli” (Los Pájaros”) de Ottorino Respighi la versión fuese muy áspera, poco prolija y sumamente deslucida. Que Pablo Saraví, que fue un solista de Excepción en la poco conocida “El Ascénso de la Alondra” de Ralph Vaughan Williams (originalmente escrita para violín y piano y luego orquestada), el que tuvo que lidiar con un llamativo “bajón lumínico” en el escenario del que tanto El como sus propios compañeros hicieron caso omiso sin detener la interpretación y los gestos fuera de lugar del conductor, logrando una versión muy emotiva y reconcentrada que hace que merezca una reprogramación pero para hacerla completamente en serio. Que se repitieran las mismas gesticulaciones durante la prescindible suite de “El Lago de los Cisnes” de Tchaickovsky (teniendo en cuenta que la temática era sobre “Aves”, habían muchas otras obras antes que repetir “Lago” en un año donde justamente no se la programó en Ballet). Y donde su único aporte “Serio” fue su versión de la Suite basada en la reorquestación de 1945 de “El Pájaro de Fuego” de Stravinski, hecha “Allo Stravinski”, respetando los “tempi” que el compositor empleaba cuando la dirigía, mas lentos que los de muchos conductores y mas “secos” los énfasis de los momentos principales. En resumidas cuentas, una obra para Solista y Orquesta en la que Solista e Instrumentístas debieron “Cortarse Solos” y la obra de fondo en la que recién afloró a pleno la personalidad del Conductor Invitado, llevan a que el resultado final haya sido excesivamente infimo, frente a la expectativa previa. Y ya son demasiadas noches en la que nos retiramos sin tantas satisfacciones de la sala. Donato Decina

martes, 28 de agosto de 2018

ELECTRIZANTE Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Sexto Concierto de su Ciclo Anual, Solista y Director: Notis Georgiou. Programa. Obras de Tenidis, Salzman, Georgiou y Schubert. Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación, 27 de Agosto de 2018. NUESTRA OPINON: MUY BUENO. Persistiendo en su política de invitar y programar a Directores de nacionalidad extranjera, Sebastiano de Filippi, Titular de la Orquesta de cámara del Congreso de la Nación, obtuvo con la asistencia del Servicio Diplomático de la República de Chipre, el concurso del Maestro Notis Georgiou, Joven Compositor, Guitarrísta y Director de Orquesta oriúndo de Nicosia, la Capital de esa Nación, el que actualmente reside en Hungría, trabajando en la Opera Estatal. Vino aquí a presentarse mostrando todas sus facetas y debo confesar que mucho me interesó el hecho de hacerlo como Guitarrista Solista y Director, cosa que ocurrió en el inicio mismo del Concierto con una selección de momentos de la Suite “Tarregiana” del Griego Vasilis Tenidis (1936-2017), Obra inspirada en Francisco Tárrega, el gran compositor y Guitarrista Español de segunda mitad del Siglo XIX y Comienzos del XX. Se habían previsto inicialmente tres números de esa Suite, pero solo se interpretaron dos: “Recuerdo” y “Polka”, en la primera Tenidis se revela como un hábil compositor e instrumentador, muy conocedor de la obra de Tárrega, cuya esencia sobrevuela permanentemente el ambiente a lo largo de todo ese momento. Aquí Georgiou se mostró como un muy buen interprete e increíble conductor ya que marcó con leves movimientos de cabeza las entradas y ataques de los instrumentos, mostrando además un sonido sutil, apreciado por la concurrencia sin necesidad de amplificar el instrumento. Mas personal fue la “Polka” posterior, agil, simpática y plena de brillo que fue recibida con satisfacción por el público presente. Asistimos luego al estreno absoluto de “Prelúdico” de Pablo Salzman, compositor Argentino nacido en 1972 e integrante del Staff Técnico de la Orquesta. Una interesante composición , absolutamente tonal , breve en duración, pero lo suficiente para demostrar la destreza de todos los sectores del Conjunto hacia quienes está dedicado este trabajo. Grata sorpresa fue que Georgiou dirigió de memoria la obra al igual que todo el resto del programa, incluso en la apertura, con un compromiso absoluto en todo el repertorio ofrecido. La escritura de trabajo es muy personal y vale mucho su inclusión y estreno. Inmediatamente después tuvimos oportunidad de conocer la faceta de Compositor de Georgiou con el estreno de “Homenaje a Vasilis Tenidis”,dedicada a la Orquesta para esta visita. También es una obra tonal, muy sentida y reserva para el Concertino un momento solista escrito como pensando en una melodía para guitarra, de complejo abordaje, del que el concertino Pablo Pereira pudo emerger satisfactoriamente. Mas allá de algunos pequeños desacoples e imperfecciones que en nada empañan el resultado final, podemos decir que el trabajo es muy interesante y bienvenido. Sin intervalo, se atacó con la obra de fondo que fue nada menos que la versión para Orquesta de Cuerdas del Cuarteto Nº 14 D.810 “La Muerte y la Doncella” de Schubert. Aquí Georgiou se llevó las palmas con una versión electrizante que tuvo todos los condimentos, energía en los movimientos de punta, solvencia en el desarrollo del discurso del tema con variaciones del segundo movimiento y total intensidad en el Scherzo que conforma el tercero. Exigió al máximo al conjunto, el que respondió al límite, emergiendo todos de una experiencia fascinante seguida por el público con un silencio casi “sepulcral”. La ovación que estalló al final y que motivó la salida al salón por tres veces del Conductor Chipriota fue la prueba cabal del resultado. Bienvenidas sean estas presencias que jerarquizan la labor de este extraordinario conjunto, al que seguiremos como siempre, cada vez que la ocasión lo permita. Donato Decina
BUENAS Y SALUDABLES INTENCIONES Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Pablo Druker. Solistas: Nicolás Favero (Violín), Siro Bellisomi (Violonchelo). Programa: Obras de Brahms y Mahler. CCK-Sala Sinfónica (Domingo 26 de Agosto de 2018). NUESTRA OPINION: BUENO. A la espera de la finalización de los trabajos de mantenimiento en su sede ( de los que aun no se sabe a ciencia cierta una fecha estimada de culminación), La Estable Platense está efectuando un Ciclo de Conciertos en diferentes sedes. Esta vez visitó la Sala Sinfónica del CCK bajo la batuta de su Titular, Pablo Druker, trayendo consigo un programa harto comprometido con un resultado final aceptable. No es , y se sabe, la etapa mas brillante por la que esta agrupación está atravesando, y en parte se nota sobre el escenario mismo. Sabemos que los mencionados trabajos de mantenimiento hacen que no se ensaye en lugares adecuados, por lo que la verdad solo comienza a percibirse durante el ensayo general en la sala en donde se llevará a cabo el Concierto, lo que en este caso fue a 50 Kilómetros de su sede y un par de horas antes del inicio, por lo que indudablemente se hizo foco en los detalles mayores, faltando los detalles finos. Solo con capacidad y mucho amor propio por parte de Director y Dirigidos pudo llevarse adelante un programa integrado por el Doble Concierto para Violin, Violonchelo y Orquesta en La menor, Op. 102 de Brahms y la Sinfonía Nº 1 en Re mayor “El Titán” de Gustav Mahler. En la primera de las obras actuaron como solistas sus dos principales atriles: Nicolás Favero, Concertino de la Orquesta y Concertísta de renombrada trayectoria Y Siro Bellisomi, Solista de Violonchelo del Conjunto y también Concertista poseedor de una frondosos antecedentes. Recayó en ellos la responsabilidad de llevar adelante el discurso de la obra haciéndolo con solvencia. Tal vez faltó en Favero un sonido un poco mas caudaloso respecto del logrado por su compañero Bellisomi, pero de cualquier manera fue una interpretación muy sentida, en estilo y con entendimiento entre ambos y el conjunto, el que respondió acabadamente a las indicaciones de Druker, aportando momentos de brillo y maravillosa sonoridad. “El Titan” fue objeto de una digna versión. Mas allá que aquí si se notó que la falta de un lugar adecuado de ensayos hizo imposible pulir y corregir muchos detalles (muchos finos y algunos gruesos), el estilo de juventud de Mahler estuvo presente en todo momento y el muy difícil “Tormentoso” de cierre estuvo muy ajustado y logrado. Podría decirse que Druker realizo una versión “de riendas cortas”, evitando todo tipo de desbordes. Tal vez cuando las cosas retomen su cauce natural deba pensarse en Maestros Preparadores por sectores que le permitan a la Orquesta reencontrarse con el muy buen sónico que le hemos reconocido en los últimos tiempos. Donato Decina

lunes, 27 de agosto de 2018

UN SENTIDO HOMENAJE MEDIANTE UNA DUPLA MUY EFECTIVA “Juventus Lyrica”, Temporada 2018, Opera: “Gianni Schicchi”, música de Giacomo Puccini con Libreto de Giovacchino Forzano e “I Pagliacci”, música y libreto de Ruggiero Leoncavallo. Interpretes “Gianni Schicchi”: Luís Gaeta (Gianni Schicchi), Ezequiel Ibarra (Buoso Donati-Actor), Laura Polverini (Lauretta), Pablo Urban (Rinuccio), Milagros Seijó (ZIta), Carlos Esquivel (Simone), Lautaro Chaparro (Gherardo), Lucía Alonso (Nella), Eleonora Gaudelli (La Ciesca), Leandro Gauna (Marco), Felipe Cudina Bregovic (Betto), Jesica Abraham (Gherardino), Mirko Thomas (Notario/Maestro Spinelloccio), Tomás Cuadra (Pinellino), Raul Dip (Guccio). “I Pagliacci”: Marcelo Gómez (Canio/Pagliaccio), Carolina Gómez (Nedda/Colombina), Juan Font (Prólogo/Tonio/Taddeo), Fernando Grassi (Silvio), Pablo Urban (Beppe/Arlecchino), Matías Herrera-Gastón Mezza-Joaquín Canale-Tomás Cuadra (Campesinos), Laura D’Anna, Marbella Gil Aldana-Valentina Seguel-Giorgio Zamboni (Artístas Circenses). Coro de Juventus Lyrica, Preparadora: Constanza Antunica, Coro de Niños. Preparadora: Rosana Bravo. Iluminación: Gonzalo Córdova, Vestuario: María Jaunarena, Escenografía y Dirección Escénica: Ana D’Anna, Dirección Musical: Antonio María Russo. Teatro Avenida, 24 de Agosto de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. En sus notas al programa de mano, Ana D’Anna explica muy bien el sentido del armado de esta dupla, homenajear con la inclusión de estos dos emblemáticos títulos a los legendarios Circos Criollos que deambulaban por las campañas Bonaerenses y Santafesinas (de las que son oriundos el matrimonio Jaunarena) y que ofrecían la función circense a la tarde y la teatral a la noche, con la inclusión de obras de tono de comedia o folletinesca (de las que Juan Moreira fue el puntal fundamental). Con lo cual tuvimos las dos caras del teatro (La risa y el llanto , o la comedia y el drama) y el arte circense como un hilo conductor a través de cuatro artistas de ese magnífico genero de Variedades que desplegaron sus habilidades sobre el escenario del Avenida, escenario sobre el cuál durante el ingreso del público a la sala registró la actuación de cantantes que interpretaron canciones de Leoncavallo y Tosti matizando la actuación de los acróbatas e introduciéndonos en el tema. Una ambientación absolutamente funcional sobre el escenario acompañada por una sobria, ajustada y muy efectiva iluminación, ayudó a la representación de ambos títulos. Una pequeña plataforma a modo de picadero de circo, la carpa auxiliar en un costado y un carromato en el otro. Las guirnaldas de color y las luces tan clásicas que ornamentan la carpa principal. Ya sobre la plataforma, el lecho de Buoso Donati, con Ezequiel Ibarra como el moribundo ocupando su lugar, los acróbatas actuando y hablando en italiano para presentar lo visto en la previa y anunciar el espectáculo y allí el inicio. Una puesta clásica, austera, con un vestuario de época diseñado con muy buen gusto por María Jaunarena. Y la “parentela” que se disputa la herencia, todas muy buenas voces y estupendos actores, de los que destacamos a: Milagros Seijó como “Zita”, a Carlos Esquivel como “Simone” a Felipe Cudina Bregovic como “Betto” y en dos roles cortos pero con participación plena en escena a Mirko Tomas como el “Maestro Spinelloccio” y el “Notario”, a los que Gianni Schicchi engañará impostando la Voz del difunto Buoso. D’Anna movilizó muy bien a las voces sobre el escenario y, fiel a su estilo, derribará una vez mas la cuarta columna escénica, con un sobre escenario sobre el que se moverán Lauretta, Rinuccio y Schicchi, quienes también ingresarán por los pasillos laterales y nave central de la sala. Y en esos roles, un muy buen desempeño de Pablo Urban como Rinuccio, con la soltura que le reconozco para la actuación y muy buena entonación, una insuperable Laura Polverini como Lauretta, con un impecable “O mio babbino caro” y Luis Gaeta “comiéndose” la escena, literalmente hablando, creciendo en cada creación suya de este rol. La orquesta tuvo en Antonio Russo a un guía estupendo, dominando toda la partitura y obteniendo el mejor sonido del conjunto orquestal. La “Mula de la Toscana” asomará su cabeza desde el carromato, obteniendo las caricias de Lauretta y Rinuccio mientras Shicchi hace su monólogo final e ingresará ya en “I Pagliacci” como el burro animado de los circos, casi también como enlace entre las dos obras. Juan Font realizó un muy buen prólogo de inicio, con total apasionamiento y muy buen registro vocal. Ya de lleno en la obra pude conocer a una pareja en la vida real, encarnando el protagónico. Marcelo Gomez como Canio y Carolina Gomez como Nedda. El primero dueño de un registro acerado y firme, el que desplego con enorme generosidad al punto de llegar con lo justo en la carga dramática de “No, Pagliaccio non so”, situación que salvó con eficacia como acusando un fuerte estado emocional. La segunda con porte, belleza y estupenda voz. La escena del vals fue muy bien cantada. Se puede decir que tuvo el “Physique du rol” ideal, completando el aporte con un entendimiento de excepción con Fernando Grassi en rol de Silvio con la solvencia que lo caracteriza en voz y actuación. Formidable el duetto entre ambos y aquí Juan Font, ya como Tonio con fuerte presencia actoral y vocal. Su compromiso lo lleva por momentos a una sobreactuación a la que convendría que esté atento, del mismo modo que la tendencia a enfatizar ya casi en el grito las partes vocales dramáticas, mas allá de que como dije su voz convence y su desempeño actoral es formidable. Junto a ellos, Pablo Urban animó a Beppe con estupendos recursos y la “Serenata de Arlecchino” fue magníficamente expresada por El. Los coros preparados por Constanza Antunica y Rosana Bravo lucieron muy bien ajustados y a pleno realzando la escena y Russo completando una muy buena concertación. Merece y mucho la concurrencia a ver este noble espectáculo, hecho con amor, inteigencia y total respeto por el género. Estos muy buenos artistas lo merecen. Donato Decina
CUERDAS MAJESTUOSAS “Nuova Harmonia”, Temporada 2018: Presentación de la Orquesta de Cámara de la Filarmónica Checa, Guía y Concertino: Vlastimil Kobrle. Programa: Obras de Johann Stamitz, Bartok, Mozart, Dvorak y Janacek. Teatro Coliseo, 23 de Agosto de 2018. NUESTRA OPINION: EXCELENTE. En uno de los verdaderos sucesos de la presente temporada, “Nuova Harmonia” tuvo el acierto de incluir en su programación a este grupo de instrumentistas de la Filarmónica Checa, quienes continúan el legado que integrantes de la misma formación iniciaran hace cuarenta y un años atrás. A la luz de lo escuchado, son poseedores del típico bello sonido centroeuropeo, tan característico, y todas las versiones escuchadas tuvieron como distintivo el despliegue de toda la paleta de colores que cada obra interpretada poseía, llegando a profundidades sonoras increíbles. El concierto se inició con una muy lucida versión de la Sinfonía Nº 1 en Sol mayor Nº 1 del Op. 3 de Johann Wenzel Stamitz, una obra que sirvió para un estupendo “precalentamiento” frente a la programación por venir. Obra del período preclásico, cuyo autor (originario de Bohemia) es considerado uno de los pilares fundamentales en la iniciación de la que por entonces se la llamó “Escuela de Manheim” (en cuya corte sirvió ). Consta de tres movimientos, vibrantes los de punta (Allegro y Presto [también este un verdadero Allegro]) y un Larghetto central de simpático desarrollo en el centro. Ya aquí comenzamos a apreciar las virtudes de este conjunto, desde la precisión en la conducción de su concertino, el ajuste de todos sus sectores y el brillo que emanó en todo momento de la interpretación. Luego de la apertura se asistió a uno de los dos puntos culminantes de la noche con una versión verdaderamente descomunal de las Danzas Folcklóricas Rumanas marcadas como SZ56 y BB 58 y 76 de Bela Bartok, que incluyeron las Danzas del Palo, del Chal, en un Lugar, del Cuerno, Polka Rumana y Danza Rápida, sucediéndose los aires Gitanos, los elementos provenientes de Oriente Medio a través del cruce de culturas que fueron asimiladas por las poblaciones del centro de Europa, tan bien conocidas por todos y los ritmos casi frenéticos de las dos danzas finales. El colorido, la melancolía, el apasionamiento y la entrega total de los instrumentistas fueron contribuyendo de manera paulatina a la ovación que se desató al final de la obra, la que se reiteró luego de la interpretación del célebre Divertimento K.136 de Mozart, en estilo y con maravilloso sonido. Dos pilares fundamentales de la música Checa no podían estar ausentes en la programación de esta velada: Antonin Dvorak y Leos Janacek. Del primero y tal vez el mas representativo de los músicos de la República Checa en el mundo, se escucharon tres piezas breves pero muy luminosas y efectivas: la “Humoresque” y los valses Nºs. 1 en La mayor y 4 en Re bemol mayor, ámbos integrantes del Op. 54, en versiones verdaderamente insuperables y de las que agradecemos la inclusión en este repertorio para dar luego paso al segundo momento culminante de la noche con la Suite para cuerdas JW 6/2 de Janacek, interpretada de manera magistral por estos maestros de la cuerda que ganaron el favor del público, el que se vio retribuido por tres bises que solo ratificaron la excelencia de la agrupación visitante: Un movimiento del Divertimento K.137 de Mozart, “Libertango” de Piazzolla (lo mas aplaudido de la noche) y un “Pizzicato” de Cierre que hicieron las delicias del público que agradeció la total entrega y calidad de este estupendo conjunto. Donato Decina

domingo, 19 de agosto de 2018

ESTRICTA JUSTICIA Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Pablo Boggiano Solista: Pablo Fenoglio (Trombón) Programa: Obras de Bloch, Debussy y Gianneo. CCK-Sala Sinfónica, 17 de Agosto de 2018. NUESTRA OPINION: BUENO. Una muy interesante programación ofreció la Sinfónica bajo la guía de Pablo Boggiano. La inclusión de una obra tardía de Ernest Bloch, un Debussy siempre muy bienvenido y la audición de una de las obras mas ambiciosas de Don Luís Gianneo con motivo de cumplirse el cincuentenario de su fallecimiento. La apertura fue con la audición de una verdadera rareza como lo es la Sinfonía para Trombón y Orquesta de Ernest Bloch, muy conocido en Ntro. Medio por “Schelomo” para Violonchelo y Orquesta, que fuera “Caballito de batalla” de esa estupenda Violonchelista llamada Christine Walewska allá por los años ochenta del pasado siglo y por la Suite “Mosaica” (también llamada “Judaica”) con la que el inolvidable Hugo Guerrero Martinheitz deleitaba a su audiencia en su “Reencuentro con la imaginación allápor y la palabra” por Radio Continental a finales de los setenta del mismo siglo. Compositor formado en Suiza y Alemania, emigrado a los Estados Unidos, su compromiso con la esencia musical Judaica lo llevó a componer innumerables trabajos de esa raíz . Sin embargo en 1954, casi al final de su vida, sorprende con esta composición en cuatro movimientos interpretados casi sin solución de continuidad con una estructura de forma similar a la del Danés Grondahl pero con personalísimo desarrollo y en total dominio de las formas melódicas. Pablo Fenoglio fue brillante solista de este trabajo, que sorprende incluso por un final calmo, lejos de cualquier facilismo y la Nacional muy bien guiada por Boggiano, lo secundó con una cumplimentación perfecta. La primera parte culminó con una solamente correcta versión de “Jeux” de Debussy. Evidentemente falta de ensayos, solo se percibió “trazo grueso” en el discurso y no se pudieron ver resaltados todos los detalles, la riqueza de matices y la paleta de color que la página contiene. Sin embargo el punto mas alto de la noche lo constituyó la muy bienvenida exhumación de la Sinfonía de las Américas de Don Luís Gianneo en una versión de excelencia que Boggiano dirigió de memoria, con una total compenetración, logrando del conjunto un rendimiento superlativo en sus tres movimientos con un remate brillante que hizo honor a un trabajo formidable. Boggiano destacó a todo el conjunto, encabezado por Luis Roggero (Su primer Concertino), primer violín además del conjunto que lleva el nombre del compositor, al que se honró con estricta justicia. Donato Decina
DESARROLLO CAMBIANTE Teatro Colón: Onceavo concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Yan Pascal Tortelier. Solista: Fernando Chiappero (Corno). Programa: Obras de Berlioz, Aranda y Franck . 16 de Agosto de 2018. NUESTRA OPINON: BUENO. Comenzó con muchos bríos, mucho brillo y culminó de forma correcta. Esa es la síntesis mas ajustada del Concierto que brindó la Filarmónica en el Colón bajo la Dirección del Francés Yan Pascal Tortellier, poseedor de una amplísima foja de servicios que incluyen la actual titularidad de la Orquesta Sinfónica de Islandia y, entre tantas, suceder a John Neschlling al frente de la orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo (Brasil), para acometer un programa de dos obras muy comprometidas y un estreno local de un trabajo del Mexicano Alexis Aranda con Fernando Chiappero como solista de Corno. Si me atengo al comienzo con la Obertura “El Corsario” de Héctor Berlioz, la sesión se encaminaba a una excelencia casi absoluta. Transcripta con brillo, con gran desempeño de todos los sectores del conjunto, Tortellier expuso de manera contundente este trabajo. No podía pedirse un comienzo mejor. Sin embargo la velada comenzó a perder en efectividad con la inclusión de “Aire” de Alexis Aranda, un concierto para Corno y Orquesta que forma parte de una “Pentalogía” titulada Zodíaco que incluye cuatro conciertos de acuerdo a la división de los signos, en donde cada movimiento es uno de ellos y cada concierto es para un instrumento de cada familia de instrumentos en los que la Orquesta Sinfónica se divide. Fuego fue escrito para Violonchelo en 2010, Agua para Flauta en 2013, Aire es el tercero, Tierra, para Marimba está inédito y la Pentalogía culminará con Ophiuco (el signo oculto). Como muy bien lo expresó mi compañera Martha Cora Eliseht en su comentario, el comienzo mostraba una exposición casi atonal, sin embargo, con el ingreso del instrumento solista la obra viró hacia la absoluta tonalidad transformándose en la exposición en los tres movimientos que la integran, llamados Géminis, Libra y Acuario, de temas de neto corte”Hollywoodense”, absolutamente tonales y reiterativos a la usanza minimalista en donde el Corno tiene reservada la exposición de esos temas con apoyo del conjunto. Chiappero hizo su parte con la solvencia que le es reconocida y la Filarmónica con tortellier respondió a la perfección en el rol asignado, pero, a mi juicio, no entiendo la inclusión de una obra tan simplista que se convierte en un pasatiempo para el oyente. Fue muy bien recibida por el público, aunque es bien sabida la reticencia a los nuevos sonidos y lo que obras como las de Sofía Gubaidulina para acordeón y orquesta han costado ser asimiladas, pero pasar de allí a una obra en la que no se nota la personalidad del compositor, es algo que aun no logro entender. La segunda parte nos entregó el enfoque de Tortellier de la Sinfonía en Re menor de Cesar Franck, en una versión cambiante que tuvo su momento culminante en el estupendo solo de Corno Inglés de Michelle Wong, apoyado por las arpas del conjunto. Comienzo a un tempi mas lento del habitual que cambió a momentos de abrupta aceleración, el estupendo movimiento central (claramente lo mejor de la versión) y un final un tanto ”atolondrado” (si se me permite esta expresión), que cerró una versión correcta que podía haber rayado a alturas mayores. Donato Decina
NOCHE SUPERLATIVA Orquesta Sinfónica Nacional, Director Invitado: Stefan Lano. Solista: Muza Rubackyté (Piano). Programa: Obras de Liszt y Shostakovich (CCK-Sala Sinfónica, 3 de Agosto de 2018). NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Reiterando el concepto que emití en mi artículo sobre la anterior presentación de la Sinfónica Nacional junto a Stefan Lano, la inteligencia en la formulación del programa se vio una vez mas puesta de manifiesto. Acalladas ya las voces y acallados los ecos respecto a las actuaciones que Daniel Barenboim y la Staatskapelle de Berlín ofrecieran en la sala Sinfónica del CCK y luego de la anterior presentación de la Sinfónica con Lano al frente el Viernes pasado con el estreno Sudamericano(así lo hizo notar mi querido colega de Chile Jaime Torres Gomez) de la Sinfonía de Erich Korngold , se llegó a un programa conformado por dos obras de alto compromiso: el Concierto para Piano y Orquesta Nº 2 de Franz Liszt y la Sinfonía Nº 15 en La mayor, Op. 141 de Dimitri Shostakovich. La velada marcó el regreso a Buenos Aires de la gran pianista Lituana Muza Rubackyté. La anterior oportunidad en que tuve el placer de escucharla, fue también junto a Stefan Lano pero junto a la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Gran Rex en tiempos de Colón cerrado (año 2008). Ha pasado una década y Rubackyté ha mostrado un crecimiento interpretativo de excepción. Sus manejos del tiempo, la sutileza de sus “pianissimi” y, fundamentalmente, de los silencios para una partitura que pide eso y mucho mas, dejan al espectador al límite del asombro. Construyó junto a Lano y la Orquesta una versión sencillamente de antología y si no hay lugar para algún elogio mas es porque el Conjunto está en plena etapa de asentamiento de sus nuevos componentes y es entonces que aún falta un mayor dominio de la sutileza (tampoco es defecto de Lano), por lo que en pasajes de absoluto detallismo sonoro para el piano y los solistas orquestales intervinientes, estos últimos emitían a una sonoridad mayor que la solista y entonces aquí se percibió a pleno la notable acústica de la Sala Sinfónica, que puso al descubierto todos estos detalles. Aplaudida y ovacionada por el público, retribuyó gentilezas con una muy buena versión del “Sueño de Amor” de Liszt. Agil, plena, para nada pesante ni edulcorada, coronando una presentación de excepción. Hablar de la Sinfonía N 15 de Dimitri Shostakovich es hablar de la despedida de ese genero del último gran sinfonista de nuestra historia y, porque no decirlo, de la despedida de ese genero mismo, tal como siempre se lo conoció. Si bien creadores como Leif Segerstam siguen componiendo sinfonías (y este ya superó las 300), la estuctura de composición es muy distinta a lo que los gigantes de la música componían. Toques de ironía, mordacidad, ¿porque no decir tambien autocompasión? (Como la alusión velada a pasajes de su polémica sinfonía N 4, incluso en el notable final, en donde al igual que en esa la orquesta va reiterando el tema hasta extinguirse por completo). Las alusiones a dos héroes como “Guillermo Tell” (citando el celebre tema de la Obertura de Rossini) y “Sigfrido” (con la cita previa a la Marcha fúnebre de “El Ocaso de los Dioses” de Wagner) , nos dicen que el Compositor se despide de esta forma del género puramente sinfónico viéndose así mismo como un impensado héroe, retomando en el final de etapa esa estructura que apuntaba a un mayor desarrollo y que por la reconversión a la que fue sometido por el Comisariato Cultural Stalinista de 1934, no pudo lograr y solo aquí vuelve para participar de la despedida (1969, casi junto con la llegada del hombre a la luna). Momentos de profunda tensión, como en el Adagio-Largo (2º Movimiento, especialidad de Shostakovich, que no podía estar ausente de esta página), brillo como en el Allegretto inicial o jugando con la ironía (3º Movimiento) y un cierre magistral, tal vez pesante y muy introspectivo, pero dejando la rúbrica suya en cada nota. Lano cuidó todos los detalles y la Nacional estuvo a la altura del desafío en todas sus secciones. Particular mención merece la labor del solista de Violonchelo Jorge Pérez Tedesco tanto en el diálogo Violonchello/Piano del Concierto de Liszt, como aquí con pasajes severamente comprometidos como en el segundo movimiento. Igual valoración merecen: Luís Roggero (Concertino), Pablo Fenoglio (Trombón), Sandra Acquaviva (Flautín Piccolo), Amalia Pérez (Flauta), Lucio Maestro (Trompa) y la totalidad de la sección de percusión. No dudo en señalar que ha sido por lejos la mejor visita de los últimos tiempos de Lano a la Argentina. Debe pensarse (Y así se lo manifesté al Programador de la orquesta, Ciro Ciliberto) en convocarlo con mayor frecuencia. Demostró con creces que es el preparador ideal que la Sinfónica Nacional hoy precisa. Donato Decina
TEMAS DE HOY CON MUSICA DE HOY Residencia “Nanóperas”: The Golden Rings”, Música de Florencia Sirena, Dramaturgia de Guido Ondarts; “La Colisión de los Cuerpos”, Música de Rafael del Moro, Dramaturgia de Clara Antich; “El Malvón Rojo”, Música de Sebastián Weber, Dramaturgia de Gabriel Jacubowicz, “El Amor nos Destrozará”, Música de Agustina Crespo, Dramaturgia de Diego Demarchi; “Feliz Cumple Ella”, Música de Sebastián Pozzi Azzaro y Dramaturgia de Jimena Municoy; Música de Fernando Covello y Dramaturgia de Gabriel Graves. Interpretes: Sofía Drever, Selene Romina Lara iervasi; Natalia Raselli, Anahí Fernández Caballero, Tamara Jazmín Odón, Rodrigo Olmedo, Juan Manuel Plante, Luís de Glyndenfeldt, Miguel Angel Pérez y Guillermo Vega Fischer. Iluminación Rodrigo González Alvarado, Realización Visual: Pablo Archetti, Puesta en Escena: Diego Rodríguez, German Ivancic, Guillermo Vega Fischer, Dirección Musical: Luís Nesa. Teatro Machado Aquí se Miente, 15 de Julio de 2018. NUESTRA OPINION: EXCELENTE. Confieso que salí de la pequeña sala teatral acusando el impacto de las Séis “Nanóperas”. Casi como si fuese un boxeador al que sorprende el “cross” del rival a la zona del cuerpo que Ud. Prefiera. En mi caso no necesité la cuenta de protección. Si en cambio tomé aire en el trayecto de la sala hacia mi hogar ya que es un trayecto de algunas cuadras, por lo que si Ud. Lector es memorioso, atiné a hacer lo que Carlos Monzón realizó en el Luna Park tras recibir la “Piña” de Benny Briscoe , es decir, mirar hacia arriba, respirar profundo y contar cuantas cuadras faltaban hasta mi domicilio, casi como Monzón mirando el reloj aquel que estaba en la parte superior del lateral de Bouchard, que marcaban los segundos que faltaban para culminar el Round. ¿Y que capeaba?. La franqueza. Expresada ésta en música, acción y palabras. Así de simple y contundente. Nació todo de un encuentro creativo a mediados del año pasado. En principio ocho compositores y ocho dramaturgos. Quedaron seis y seis, los que por sorteo conformaron los seis pares (Música/Dramaturgia) y de ahí a trabajar. El espacio físico es de reducidas dimensiones, pero muy íntimo, cálido y acogedor. Con sillas ubicadas en gradas que asemejan a las gradas circenses (Y algo de eso encontraremos a lo largo del atardecer del Domíngo [día “cirquero” si los hay y mas en inicio de las vacaciones de invierno]): Antes del ingreso recibimos la entrada, recreada a través de un boleto de colectivo. El mío perteneció a una Empresa hoy quebrada dueña entre tantas de una línea que cuarenta años atrás pasaba por la puerta del domicilio en el que viví de chico y por treinta y un años a escasas siete cuadras del Teatro (¿Coincidencia?, ¿Casualidad?,¿mensaje?). Las obras están dispuestas en dos trípticos que se representarán sín solución de continuidad. Estarán enlazadas por los últimos compases de la obra que culmina con los primeros de la que le sigue. La Iluminación y las proyecciones que veremos se centraran en las historias y marcarán adecuadamente cada acción, gran labor de Rodrigo González Alvarado. Un panel multipropósito adecuado a cada escena irá rotando, inteligentemente diseñado por Pablo Archetti. Y en Felíz Cumple Ella, varios pasajes serán acompañados desde un Piano Vertical interpretado por su compositor, Sebastián Pozzi Azzaro. Las puestas deben ser tomadas a mi entender como una unidad, les cabe perfectamente la opinión en forma conjunta ya que lograron sus responsables en escena una interrelación y una unidad casi monolítica. La disposición de las obras es tal que las dos de punta de cada tríptico son las de sabor mas agridulce, es decir, que la comedia nos esbozará una sonrisa, mientras que en ambos centros estallará el drama sín concesiones, que nos disparará el “directo al cuerpo”. Por lo tanto mis felicitaciones al trabajo integral de Diego Rodríguez, German Ivancic (A quienes conocí en sus labores en “Lírica Lado “B”) y Guillermo Vega Fischer, a quien conocí aquí y se complementó a la perfección con los otros dos realizadores. El lenguaje musical de todas las obras es actual, sín concesiones, sonoridades, timbres, ágil para los interpretes vocales, aun en los momentos mas intensos de las dos obras netamente dramáticas y con una marcación actoral para los interpretes sencillamente sobresaliente. Abrió el espectáculo, “The Golden Rings” (Los Anillos (u Arcos) Dorados), Sátira que trata sobre una pareja conformada por “Ronald” (“Mc”) y “Wendy” (“La Competencia”), que viven como autómatas, tienen incorporados todos los códigos de trabajo de la casa de comidas rápidas para la que trabajan. Mucha carga laboral y nulo contacto de pareja. La acción comienza desde nuestro mismo ingreso con “Wendy” deshojando no una margarita, sino que cada pétalo de ella estará simbolizado en un Sachet de mayonesa de los que se utilizan en locales de comida rápida para aderezar las comidas “chatarra” y que irá arrojando a la grada hacia los espectadores. El no diálogo, el no deseo, la insatisfacción en tono de amarga comedia (¿Sainete de hoy como antes lo había en el “Circo Criollo”?) y en el remate, una gigantesca hamburguesa proveyendo los elementos del final. Notable trabajo de Sofía Drever y el propio Guillermo Vega Fischer como la pareja y Selene Romina Lara Iervasi en su actuación como la hamburguesa. Luego la dura temática de hoy a través de “La Colisión de los Cuerpos”. Una mujer enamorada de otra. Un astrólogo esposo de la primera, la que le revela que está embarazada. La duda lo acosa, no ha habido deseo. La otra integrante del triángulo que le plantea a su amor la necesidad de acabar con el estado de cosas. La revelación y el femicidio. Un trabajo dramático de Selene Lara Iervasi, Anahí Fernández Caballero y Miguel Angel Pérez de una entrega e intensidad absolutas. “El Malvón Rojo” puede catalogarse como un grotesco actual con una resolución musical increíble. “Gabylondo” es un fantasma que regresa a su morada de soltero de la que “nunca se debió ir, cuyo símbolo es un malvón rojo plantado por “Mamá”, el que mantiene un diálogo” con el espíritu de Gustav, su hermano. Pero se va del lugar en el que vive viéndose forzado a trabajar a los ¡45 años!, y padece por ello tendiditis. Sus actuales ocupantes son una pareja en la que el hombre está superando una adicción al alcohol. Van a una fiesta de disfraz y al regreso los comentarios, los celos, el ver a quien se le declaró. El desopilante momento en que ella le recrimina su adicción a “vestirse de mujer” y el fantasma que colabora forzando situaciones, hasta que este finalmente se va y la pareja se reconcilia. Gran labor de comedia de Luís de Gyndenfeldt, como “Gabylondo” y nuevamente Sofía Drever , ahora acompañada por Rodrigo Olmedo en la pareja protagónica, con un “feeling” permanente. El segundo “Tríptico” comienza con “El Amor nos destrozará”, otro triángulo ahora en clave de grotesco. Dos comediantes /amantes, sorprendidos por el esposo de ella que balea a ambos y luego se dispara (¿Piel Naranja 1975?), registra por momentos el “Vesti la Giubba” de “I Pagliacci” en versión Placido Domingo dirigido por Georges Pêtre como fondo y como cita. Se reencuentran en el mas allá, flotando en el aire y darán pié a situaciones hilarantes. Gran labor de Natalia Raselli, Rodrigo Olmedo como el marido engañado y Miguel Angel Pérez tan eficaz en el drama como en la comedia. La mayor tensión de la noche sobreviene de la mano de “Felíz Cumple Ella”, desarrollada de manera casi integra en música “electrónica”, acompañada en los momentos decisivos por el propio compositor desde un Piano Vertical. Y aquí una descomunal labor de Tamara Odón en este verdadero unipersonal que narra la vida de una joven desde el nacimiento hasta la pérdida de la inocencia a través de sus fiestas de cumpleaños mas relevantes. La pesada sombra familiar y la decisión de enfrentarla y superarla. Y para cerrar “A Job”, cita bíblica del relato de Job el bendecido y las pruebas a las que Dios lo somete en clave bien Argentina y farsesca. A tal punto que los personajes de las cinco “Nanóperas” anteriores reaparecen como parte de la narración y serán parte del Coro soporte. Y Aquí Juán Manuel Plante hace una composición formidable del atribulado protagonista, secundado por una impecable Anahí Fernández Caballero como la caracterización de Dios, Tamara Odón aquí como la contrafigura de Dios y Luís de Glyndenfeldt en regístro sopranista como acompañante de la escena. El resto de la Compañía será el coro que refuerza el relato de la acción. Luís Nesa al frente de un conjunto notable de músicos desarrolla con creces una labor formidable de Concertación. El elogio para dramaturgos y compositores es de ser concisos, contundentes y convincentes. Repuesto ya del “mandoble”, no dudo en señalar que vale la pena animarse y concurrir. Espero que al igual que yo, Ud. También se quede pensando. Donato Decina

sábado, 18 de agosto de 2018

Espectacular recital de Maxim Vengerov y Vag Papian en el Colón por el Mozarteum MAJESTUOSIDAD Y VIRTUOSISMO Martha CORA ELISEHT El pasado lunes 13 del corriente tuvo lugar en el Teatro Colón la presentación del violinista ruso Maxim Vengerov dentro del 1° Ciclo de Abono del Mozarteum Argentino, acompañado por el pianista armenio Vag Papian. El programa incluyó la Sonata para violín y piano n° 3 en Re menor, Op. 106 de Johannes Brahms; la Sonata para violín y piano en Fa menor, Op.6 de George Enescu; la Sonata para violín y piano n° 2 en Sol menor de Maurice Ravel y dos obras de Camille Saint- Saëns: Havannaise en Mi mayor, Op. 83 y la Introducción y Rondó caprichoso en La menor, Op. 28. Maxim Vengerov no sólo es uno de los mejores violinistas del mundo, sino un auténtico virtuoso del violín. Su perfecta técnica, su mágico fraseo y su virtuosismo cautivan y enamoran a melómanos y habitués de salas de conciertos en todo el mundo. En esta ocasión - la tercera vez en nuestro país- , lo hizo de la mano de su pianista acompañante- Vag Papian- que sí se presentó por primera vez en la Argentina. Juntos formaron una dupla monumental, que ofrecieron obras de muy difícil ejecución, reservadas sólo para auténticos virtuosos del instrumento. A diferencia de sus otras dos Sonatas para violín y piano, Brahms concibió la n° 3 no como una obra de cámara, sino para sala de conciertos. Por lo tanto, esta sonata presenta 4 movimientos en lugar de los 3 tradicionales que caracterizan a las obras de cámara (Algro/ Adagio/ Un poco presto e con sentimento/ Presto agitato). Si bien el primer movimiento está planteado con la forma de Sonata característica, Brahms hace uso del ostinato por parte del piano, incrementando su fuerza expresiva, mientras el violín desarrolla el tema. Le sigue un calmo Adagio,- nostálgico- que se contrapone con el ímpetu del Scherzo que caracteriza el 3° movimiento de la mencionada obra. La presente versión se caracterizó por mantener un equilibrio perfecto entre ambos instrumentos, en términos de armonía, melodía y ritmo, que sonó en forma magistral merced a la excelente dupla conformada entre estos dos grandes músicos. Posteriormente, se ofreció la Sonata n° 2 para violín y piano de George Enescu (1881-1955), el más conocido de los compositores rumanos. Se caracterizó por ser un niño prodigio tocando el violín- ingresó al Conservatorio de Viena tan sólo con 7 años- y, posteriormente, estudió piano, violín, armonía y composición en el Conservatorio de París, entidad de la cual egresó a los 18 años. Fue precisamente a esa edad que compuso la presente Sonata que se incluyó en el programa, y que fue interpretada magistralmente por Vengerov y Papian. Se respetaron estrictamente los movimientos (Assez mouvement/ Tranquilement/ Vit) y, al principio, ambos instrumentos suenan al unísono, para luego diferenciarse, en una versión muy equilibrada y bien lograda de una obra que se ejecuta con muy poca frecuencia en nuestro medio, caracterizada por sus movimientos ondulantes y contorneados. Los tres movimientos se representan sin pausas hasta el final. La segunda parte del concierto abrió con una obra excelsa, de difícil interpretación: la Sonata para violín y piano en Sol mayor de Maurice Ravel (1875-1937), que fue lo mejor de la noche. Sus tres movimientos también se ejecutan sin interrupción (Allegretto/ Blues. Moderato/ Perpetuum nobile. Allegro) y reúnen elementos clásicos y del jazz. Si bien el 1° movimiento (Allegretto) arranca con una melodía lírica que compatibiliza a ambos instrumentos, posteriormente, aparecen las diferencias entre los mismos. En el 2° movimiento (Blues. Moderato), el violín se asemeja a un instrumento de cuerda punteada, mientras que el piano toca acordes sincopados. En este caso, la dupla Vengerov/ Papian se comportó como auténticos músicos clásicos, capaces también de tocar jazz. Lo mismo sucedió con el 3° movimiento (Perpetuum nobile) donde ambos músicos se complementaron perfectamente, acorde a las indicaciones del compositor. La interpretación fue magistral y el público respondió con fuertes aplausos y vítores. Las obras de Camille Saint- Saëns son más conocidas, pero representan un auténtico desafío para el violinista. Si bien la versión original de la Havannaise en Mi mayor fue concebida como una obra para violín y piano, con el correr del tiempo prevaleció la versión orquestal. En la presente versión, Maxim Vengerov demostró sus dotes de virtuoso del violín en la cadencia de la habanera, al igual que en la Introducción y Rondó caprichoso, donde el violinista se luce mediante arpegios ascendentes e intervalos descendentes., hasta llegar al vibrante rondó, donde el fraseo del mencionado instrumento se luce en su máxima expresión. En este caso, la versión ofrecida por Vengerov y Papian fue de una extraordinaria calidad interpretativa y pureza sonora, donde el virtuosismo del violín alcanzó un despliegue increíble. Al término del recital, la dupla ofreció tres bises: Caprice chinoise, de Kreisler; Après d’un rêve, de Fauré y una transcripción para violín y piano de la célebre Danza Húngara n° 2, de Brahms. Con excepción de esta última, el resto de las obras tampoco suelen ejecutarse comúnmente en los programas de conciertos; por lo tanto, contribuyeron a cerrar una noche mágica y majestuosa, donde el virtuosismo del violín y el acompañamiento del piano alcanzaron su máxima expresión.
h y Graciela Reca en el CCK DOS COLOSOS SE DAN LA MANO Martha CORA ELISEHT El pasado domingo 12 del corriente tuvo lugar el segundo de los dos recitales organizados por el Centro Cultural Kirchner (CCK) con la participación de Martha Argerich, acompañada al piano por Graciela Reca. Mientras que en el primer recital se ofrecieron obras de Johann Sebastian Bach (1685-1750) para piano, violines y el monumental Concierto para cuatro pianos, cuerdas y continuo en La menor BWV1085, en esta ocasión, el dúo Argerich/ Reca interpretó la Sonata para piano a cuatro manos, K.521 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), una transcripción para dos pianos de la Sinfonía n° 1 (“Clásica”) de Sergei Prokofiev (1891-1953); la Petite suite para piano a cuatro manos, de Claude Débussy (1862-1918) y la transcripción para dos pianos de las Danzas Sinfónicas, Op. 45 de Sergei Rachmaninov (1873-1943), realizada por el mismo autor. Martha Argerich mantiene desde hace muchos años un romance con el público argentino, que se renueva año tras año en compañía de Daniel Barenboim y la West Eastern Divan Orchestra. Pero esta vez, decidió organizar una gira por la Argentina en calidad de solista, que va a abarcar varios escenarios: Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y algunas otras ciudades del interior del país. En este caso, decidió tocar junto a colegas de la jerarquía de Rafael Gíntoli, Alan Kwiek, Cecilia Isas y Graciela Reca. Esta última es una de las pianistas más talentosas de la Argentina, que se presenta regularmente en Paraná- su ciudad natal- y con otros grupos, tales como el Cuarteto de Córdoba y el Cuarteto de Amigos. Hacía rato que no actuaba en los escenarios porteños y fue un gran espaldarazo el poder tocar con Martha Argerich. La última vez que tocaron juntas fue en 2012, en un recital para obras a dos pianos. El resultado del presente recital fue impresionante. Ambas tocaron dos obras a cuatro manos- la Sonata para piano K.521 de Mozart y la Petite suite homónima de Débussy- y otras dos, para dos pianos- la Sinfonía Clásica de Prokofiev y las Danzas Sinfónicas de Rachmaninov- .Todas las obras sonaron magistralmente prolijas, con un sonido cristalino, transparente y prístino. Ambas poseen una pulsación y digitación magníficas y supieron interpretar exquisitamente las obras comprendidas en el programa. (Simplemente, baste recordar la excelente versión de la Petite suite de Débussy ofrecida por Marcela Ruggiero y Gauthier Becanson el año pasado). Con respecto de esta obra, la versión ofrecida por la dupla Reca/ Argerich fue de una enorme sonoridad y de una magnífica excelencia interpretativa, al igual que la transcripción para dos pianos de la consabida Sinfonía n° 1 (“Clásica”) de Sergei Prokofiev. No hay que olvidar que Martha Argerich es una experta en ejecutar obras del gran compositor ruso, ofreciendo versiones memorables. Luego de haber ejecutado una impecable versión de las Danzas Sinfónicas de Rachmaninov, la dupla Argerich/ Reca ofreció dos bises, que fueron movimientos de Sonatas para piano a cuatro manos de Mozart. El numeroso público que se dio cita esa noche en el CCK aplaudió calurosamente a ambas pianistas. El romance entre Martha Argerich y su público continúa creciendo día a día, a tal punto que ya se colocó el cartel de “LOCALIDADES AGOTADAS” en Córdoba. Ojalá que sea por muchos años más, para poder apreciar su arte y su maestría en todo su esplendor. Y ha sido maravilloso apreciarla junto a una pianista de los kilates de Graciela Reca, ya que juntas forman una dupla imbatible, que funciona perfectamente bien sobre el escenario.
pecable dirección de Yan Pascal Tortelier al frente de la Filarmónica en el Colón EJEMPLO DE MAESTRÍA Y VIRTUOSISMO Martha CORA ELISEHT El pasado jueves 16 del corriente tuvo lugar en el Teatro Colón el concierto correspondiente al Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, con Yan Pascal Tortelier como director invitado y la participación de Fernando Chiappero- 1° corno de la mencionada agrupación- como solista. El programa comprendió las siguientes obras: Obertura “El corsario”, Op. 21 de Héctor Berlioz; el Concierto “Aire” para corno y orquesta, del compositor mexicano Alexis Aranda (en calidad de estreno local) y, como obra de cierre, la Sinfonía en Re menor de César Frank. Yan Pascal Tortelier es un director que cuenta con numerosos antecedentes importantes en su haber. Formado en París con Nadia Boulanger y en la Accademia Chigiana de Siena con Franco Ferrara, dirigió durante muchos años la Filarmónica de la BBC de Londres (1992-2003) y, posteriormente, las Orquestas Sinfónica de Pittsburg y de San Pablo. Actualmente es Director titular de la Orquesta Sinfónica de Islandia- agrupación conocida en nuestro medio, merced a su numerosa discografía- .Su avasallante personalidad se manifestó desde el primer momento al marcar el inicio de la Obertura “El corsario”, de Berlioz. El mencionado compositor estrenó esta obra bajo el nombre “La tour de Nice” (La torre de Niza) en dicha ciudad, en 1845. Posteriormente, pasó a denominarla “Le corsaire rouge”, hasta que este último adjetivo fue eliminado para su publicación y pasó a ser, simplemente, “Le Corsaire”, basada en la obra homónima de Lord Byron. Precisamente, es una obra de carácter, donde predomina el mar como leitmotiv, con un comienzo sinuoso, que va in crescendo hasta llegar al Adagio central. Seguidamente, tras una síncopa, prevalece el tema del mar embravecido mediante una orquestación caracterizada por su virtuosismo. Tortelier la dirigió de memoria y desarrolló una versión exquisita, acorde a lo expresado anteriormente. Dicha característica estuvo todo el tiempo presente, con un equilibrio sonoro muy bien logrado entre los diferentes grupos de instrumentos, marcando los tempi y brindando entradas que sonaron muy precisas y ajustadas. Un excelente comienzo para dar pie a la obra central. El Concierto “Aire” para corno y orquesta forma parte de la tetralogía “Zodíaco” del compositor mexicano Alexis Aranda. Nacido en 1974, se formó como pianista y compositor bajo la tutela de Marco Lavista y demuestra su fascinación por los cuatro elementos que agrupan a los 12 signos zodiacales: tierra, agua, aire y fuego. Este presente concierto fue precedido por el Concierto de Fuego para violoncello (2010) y el Concierto de Agua para flauta (2013) y fue estrenado en México el 9 de Noviembre de 2017 por Fernando Chiappero con la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional de dicho país, bajo la dirección de Jesús Medina. Aún falta estrenar el Concierto “Tierra” para marimba y orquesta. De esta manera, Aranda integra los cuatro elementos que rigen los signos del Zodíaco con los cuatro grupos de instrumentos (cuerdas, maderas, metales y percusión). En lo que respecta al presente concierto, cada uno de sus tres movimientos representa los signos regidos por el aire: Géminis, Libra y Acuario, unidos por la majestuosidad del instrumento solista. Tras una breve introducción donde impera la atonalidad, la introducción del corno ofrece una musicalidad armónica, donde no existen las disonancias, sino todo lo contrario. Esto permite pasajes de una gran expresividad, que Fernando Chiappero supo ejecutarlos perfectamente, logrando un sonido limpio, de gran jerarquía y calidad. Por ser un estreno local y una obra contemporánea, recibió una notable acogida y aceptación por parte del público. Recogiendo opiniones entre los abonados, a todos les gustó y aplaudieron muy complacidos. Es una lástima que Chiappero no haya anunciado el bis que ofreció como solista, aunque podía apreciarse que se trataba de una obra de autor latinoamericano por sus características melódicas. Lo hizo con su maestría habitual y volvió a arrancar aplausos por parte del público. La célebre Sinfonía en Re menor del compositor belga César Frank (1822-1890) fue estrenada en 1889 en París, en medio de un auténtico bochorno, ya que no respetaba las reglas básicas y clásicas de composición. En efecto, Frank fue uno de los precursores del complejo cíclico, donde los diferentes temas y motivos aparecen en los diferentes movimientos de la obra y se pueden concatenar unos con otros. Junto a Vincent D’Indy fue el fundador de la Schola Cantorum- movimiento de compositores cuyos máximos exponentes serán Isaac Albéniz, Enrique Granados, Paul Dukas, Christian Sinding, Claude Débussy y Maurice Ravel, entre tantos otros- y supo conciliar el desarrollo de los leitmotiv wagnerianos y los alcances armónicos de aquella época con la forma impuesta por Beethoven. El motivo inicial – iniciado por violas, violoncellos y contrabajos- se transforma para convertirse en otros temas. Esta variación da una coherencia a su melodía, que se expresa de manera monumental en los tutti y forti – que deben sonar fuerte, pero sin estridencias- , unido a elementos de cromatismo y al fraseo. Esto se aprecia al inicio del 2° movimiento, donde luego de la entrada del arpa solista- apoyada por las cuerdas- se escucha ese magnífico solo de corno inglés, que porta el tema principal. Excelente la interpretación de Michelle Wong, así como también la de Néstor Garrote en los solos de oboe. Muy bien logrado el pizzicato de las cuerdas al inicio y durante la segunda parte de este movimiento (Allegretto). En cuanto al 3° movimiento- Allegro non troppo- se pudo apreciar muy bien las disonancias interpretadas entre los trombones, trombón bajo y tuba, alterando con el tema del 2° movimiento. El desempeño del director y de los solistas ha sido una versión impecable, donde la melodía sonó con luminosidad, brillo y una calidad sonora que hace rato que no se escuchaba en el Colón. Baste recordar las magníficas versiones de esta sinfonía ofrecidas por Charles Dutoit en 1992, al frente de la Orquesta Sinfónica de Montreal y la de Giannandrea Gavazzeni (ambas en el Colón, mediante los auspicios del Mozarteum Argentino y de Harmonía, respectivamente). Una vez más, la Filarmónica volvió a brillar. Esta vez, en manos de un director que no sólo demostró su amplio conocimiento de este tipo de obras, sino que le imprimió su sello personal. Y logró una versión digna de recordar, que quedará resonando en los oídos de los presentes por mucho tiempo.
Presentación de la Orquesta Sinfónica de Jerusalén en Nuova Harmonía AIRES DE ISRAEL EN LA NOCHE PORTEÑA Martha CORA ELISEHT Coincidiendo con los festejos del 70° aniversario de la creación del Estado de Israel, el pasado miércoles 15 del corriente se presentó la Orquesta Sinfónica de Jerusalén dentro del Ciclo de Abono de Nuova Harmonía en el Teatro Coliseo, bajo la dirección de Yeruham Scharovsky y donde hizo su presentación en nuestro país el violinista israelí Itamar Zorman. El programa estuvo compuesto por las siguientes obras: Danza Hora, perteneciente al poema sinfónico “Emek”, de Mark Lavry; el Concierto para violín y orquesta en Mi menor, Op. 64 de Félix Mendelssohn y, como obra de cierre, la Sinfonía n° 1 en Do menor, op. 68, de Johannes Brahms. Llamó la atención el impresionante operativo de seguridad que se montó en la manzana del Coliseo- donde se exigía a los presentes sus respectivas entradas o credenciales de prensa antes de ingresar- . Posteriormente, se supo que la velada contó no sólo con la presencia de representantes de entidades judías e israelíes de la Argentina, sino también con la del Embajador de Estados Unidos. Tras el comentario del presidente de CUJA- Ignacio Sztutwojner- , el director Yeruham Scharovsky entró en escena y se apoderó del podio. No es la primera vez que la mencionada agrupación sinfónica y su director visitan nuestro país, sino que lo han hecho en varias oportunidades. En este caso, el concierto comenzó con la obra Danza Hora de “Emek”, del compositor letón Mark Lavry (1903- 1967), quien se instaló en 1955 en Tel Aviv y se incorporó a la vida cultural del flamante Estado de Israel. Su objetivo fue crear una escuela de composición que integrara elementos de la música judía con la occidental. En “Emek” se describe la vida cotidiana de Galilea, situada al norte de Israel. La Hora es una danza folklórica colectiva, que se baila formando un gran círculo- similar al que se forma en los casamientos judíos, donde todos confluyen-. En efecto, en la presente obra se destacan el frenesí de la danza, que es mayor y más vertiginosa al acercarse al final, donde el autor toma elementos del folklore local con música kletzmer- música judía del Centro de Europa- .Tuvo una gran aceptación por parte del público y representó una suerte de estreno local, ya que muchos de los allí presentes- entre ellos, quien escribe- la escuchó por primera vez. Posteriormente, se interpretó una sublime versión del celebérrimo Concierto en Mi menor para violín y orquesta, Op. 64 de Mendelssohn, donde el joven Itamar Zorman fue una auténtica revelación. Ganador del Concurso Internacional Tchaikowsky en Moscú (2011), este eximio violinista israelí deslumbró a la audiencia con su interpretación, su fraseo, su musicalidad y su técnica, interpretando pasajes de extrema dificultad, donde - precisamente, por ser una obra tan célebre- muchos cometen errores dando notas en falso. Naturalmente, tuvo un muy buen acompañamiento por parte de la orquesta, logrando un buen diálogo con el instrumento solista y un buen equilibrio. Como no podía ser de otra manera, el público estalló en aplausos y obligó a Zorman a ejecutar dos bises: una obra de John Ashford y la Pequeña interpretación de Paul Benaim. Ambas reúnen elementos de música kletzmer, donde su fraseo fue tan perfecto y el sonido tan prístino, que se retiró ovacionado. Como obra de cierre se interpretó la Sinfonía n° 1 en Do menor, Op. 68 de Johannes Brahms (1833-1897), donde si bien la orquesta tuvo un buen desempeño y ofreció una versión prolija- muy buenas actuaciones de la concertino y los principales solistas- , sin embargo, la excelencia de la versión ofrecida por Daniel Barenboim aún resuena en oídos de esta cronista. Por ende, por más que una trate de ser objetiva, las comparaciones- que siempre son odiosas, y más aún, en este tipo de casos- no se pueden evitar; sobre todo, si la versión ha sido reciente. Una vez finalizado el concierto, Yeruham Scharovsky se dirigió al público en un perfecto castellano para anunciar los bises: un arreglo sinfónico de la milonga “Taquito Mñlitar”, de Mariano Mores y la célebre “Jerusalén de Oro”, que puede considerarse como “el segundo himno nacional de Israel”, según palabras del propio director. No sólo fue llevada al disco e interpretada por grandes cantantes judíos de todas las nacionalidades, sino que también se canta en las ceremonias religiosas en las sinagogas. Ambas versiones estuvieron bien logradas, con un correcto desempeño por parte del director y de los instrumentos solistas. Si bien los diferentes ciclos de conciertos organizados por las entidades musicales funcionan como organismos independientes y, por ende, cada una tiene derecho a elegir su propio programa, una considera que debieran ponerse de acuerdo a los efectos de no repetir las mismas obras. De esa manera, no sólo se enriquecería más el Ciclo y haría que el programa fuera aún más atractivo y más efectivo, sino que también sería mucho más fácil para el periodista especializado, que tiene la difícil tarea – como en este caso- de comparar versiones con la mayor objetividad posible. Se subsanaría más el trabajo profesional y todo el mundo saldría ganando. Ojalá que alguien se haga eco de este humilde reclamo.
Espectacular recital de Anna Netrebko y Yusif Eyvazov en el Teatro Colón SE PRODUJO EL DEBUT MÁS ESPERADO Martha CORA ELISEHT Finalmente, el tan esperado debut de Anna Netrebko en el Teatro Colón se hizo realidad. Lo hizo en compañía de su esposo- el tenor azerí Yusif Eyvazov- el pasado domingo 12 del corriente, acompañada por la Orquesta Estable del Colón, bajo la dirección de Jader Bignamini, en un recital de ópera italiana de diferentes compositores (Leoncavallo, Mascagni, Giordano, Verdi, Puccini), con preponderancia de estos dos últimos. La presentación de estos cantantes de consabida fama internacional se vio en riesgo, debido a una hepatitis -contraída con antelación a su gira latinoamericana- . Sin embargo, parece que no les ha venido nada mal: por el contrario, Anna Netrebko lució espléndida sobre el escenario. Se la vio con unos kilos de menos y un cambio de look- volvió al color original de su cabello- , que le sentaba perfectamente bien. Desde ya, se produjo una auténtica ovación ni bien la pareja hizo su entrada en el escenario del Colón, donde los vítores y los aplausos de un teatro colmado de gente se hicieron sentir antes del inicio del espectáculo. Una vez finalizados los mismos, en la primera parte del presente recital se interpretaron obras de Guiseppe Verdi (1813-1901), abriendo con el dúo “Giá nella notte densa” del 1° Acto de Otello, de honda fuerza dramática, donde contrastan la bravura y la valentía del Moro de Venecia con la ternura de su esposa- Desdémona- en un memorable dúo de amor. La versión ofrecida por Netrebko y Eyvazov fue impecable- tanto desde el punto de vista vocal como actoral-, llevando al lirismo de Verdi a su máxima expresión. Pese a la avasallante voz de Netrebko, Yusif Eyvazov demostró estar a la altura de las circunstancias, con un correcto desempeño vocal. Unido esto a la excelente dirección de Jader Bignamini- dirigió todo el recital de memoria-, el Colón estalló en aplausos. Seguidamente, la versión de la Obertura de Nabucco fue un ejemplo de perfección y dirección orquestal. Bien ejecutados los tempi, tutti y la cavattina que precede al final, y con un perfecto equilibrio, Bignamini fue inmensamente aplaudido por la enorme cantidad de público que se había dado cita en el Teatro esa tarde. Seguidamente, Anna Netrebko deslumbró al público con su brillante interpretación del aria del 1° Acto de Macbeth: “Nel di della vittoria… Vieni, t’affretta… Or tutti, sorgete”, que sigue el clásico esquema: recitativo/ aria/ cabaletta. La diva demostró estar en su mejor momento vocal y en su madurez como cantante lírica. Unido esto a sus grandes dotes histriónicas, el Colón estalló. Sin embargo, no pudo decirse lo mismo de Yusif Eyvazov en “Ah, si bien mío… Di quella pira” de Il Trovatore. Es un aria de gran dificultad técnica y un desafío para cualquier gran tenor que se precie de ser tal, ya que debe dar un clásico Do de pecho. Si bien Eyvazov lo alcanzó y pudo sostenerlo hacia el final, hubo pasajes donde, directamente, la orquesta tapó su voz. Desgraciadamente, no estuvo a la altura de las circunstancias. Afortunadamente, el recital prosiguió con la célebre obertura de La Forza del Destino y el aria “Pace, pace, mío Dío!”, correspondiente al 4° Acto de la obra. Una vez más, Bignamini demostró sus dotes de gran director de orquesta- y especialmente, de ópera- en esta pieza que, por lo general, suele formar parte de los programas de conciertos y recitales operísticos. Al aria de Leonora -interpretada por Anna Netrebko- no le faltó nada: excelente vocalización, dramatismo, histrionismo, con muy buenos matices e inflexiones de voz y un fiato perfecto. Y, como no podía ser de otra manera, se retiró ovacionada por el público. Le siguió Yusif Eyvazov en “Quando le seré al plácido” de Luisa Miller, donde tuvo una correcta interpretación, con buenas inflexiones de voz y matices dramáticos, acorde a los sentimientos encontrados (el amor de Rodolfo por Luisa y la errónea creencia de serle infiel) dentro del lirismo verdiano. Y, para el final de esta primera parte, no podía faltar el dúo del 1° Acto de La Traviata (“Libiamo ne’ lieti calici”), donde los protagonistas demostraron sus cualidades escénicas y vocales, logrando un perfecto equilibrio. Pese a la superioridad vocal de la voz de Anna Netrebko, juntos hicieron un muy buen dúo y se retiraron en medio de un estallido de aplausos y vítores. La segunda parte del concierto abrió con el dúo de amor que cierra el 1° Acto de Madame Butterfly (“Vogliatemi bene”), de Puccini, donde una vez más, Netrebko superó ampliamente a su partenaire - vocalmente hablando-. Fue la única aria del concierto donde ambos utilizaron una partitura. No se puede saber si era la primera vez que Eyvazov cantaba el rol de Pinkerton, pero lo cierto es que lo taparon tanto la Netrebko como la orquesta. Una pena. Seguidamente, Jader Bignamini ofreció una espléndida versión del Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni (1863-1945) y, posteriormente, Anna Netrebko se lució como Nedda en el aria “Stridono lassú” de I Pagliacci, de Ruggiero Leoncavallo, donde la protagonista desea ser libre como los pájaros que atraviesan volando el cielo. Bailó, actuó y cantó magistralmente dicha aria sobre el escenario, tras lo cual, el Colón estalló nuevamente en aplausos. Le siguió Yusif Eyvazov con una correcta versión de Un dia all’azurro spazio” de Andrea Chénier, de Umberto Giordano, donde ofreció una muy buena versión de la mencionada y célebre aria. El público le dio su apoyo mediante sus aplausos y, posteriormente, le tocó el turno a la orquesta. Esta vez, con el Intermezzo de Manon Lescaut, de Puccini, donde la Estable se lució bajo la batuta de Jader Bignamini, ofreciendo una versión llena de dramatismo, lirismo, con un cantábile impecable por parte de las cuerdas y el violoncello solista. Seguidamente, se ofrecieron las dos arias más conocidas de Tosca para cerrar el recital: Vissi d’arte y E lucevan le stelle, donde Netrebko y Eyvazov sobresalieron en sus respectivos roles. Al terminar esta última aria, el Colón estalló y vinieron los consabidos bises: Anna Netrebko ofreció “Hela in der Bergen” de la opereta “La Princesa de las Czardas”, de Imre Kálman, donde interpretó a la gitana Marja en escena, bailando al compás de la música y haciendo gala de su voz y de sus dotes histriónicas. Y juntos cantaron “O sole mío”, donde invitaron a todos los integrantes del Coro Estable y estudiantes de canto- que estaban parados en la Platea- a subirse al escenario y cantar junto a ellos. Realmente, se trató de un momento emocionante y de un reconocimiento hacia sus colegas. Desgraciadamente, una pudo disfrutar de los bises merced a los videos que se suben a las redes sociales, ya que quien escribe debió partir antes de tiempo para cubrir- a posteriori- el recital de Martha Argerich en el CCK. Independientemente de ello, y con las excepciones anteriormente comentadas, fue un recital magnífico, largamente ansiado y soñado por el público local. Ella se encuentra en su plena madurez como cantante lírica en todos los aspectos. Él no desentonó y tuvo un desempeño muy correcto, pero tampoco estuvo a la altura de las circunstancias. No es fácil tener a una diva como pareja, y menos, a una de las más grandes voces de la lírica actual. Lo que una ansía es poder apreciarla cantando ópera, y no sólo participar de un recital. Tarea difícil en épocas de vacas flacas y de bolsillos vacíos, pero no imposible.
CUARENTA Y OCHO HORAS INOLVIDABLES Siempre vuelven al recuerdo funciones presenciadas, espectáculos inolvidables por una o varias razones, artistas valorados o queridos por el público presentándose en determinadas circunstancias. Lo cierto es que los días transcurridos entre el 11 y el 13 de Agosto de 2018 quedarán guardados en las retinas, oídos y memoria de quienes hayan podido presenciar la impresionante seguidilla de conciertos, tres de ellos de primerísimo orden mundial, marcando junto al Festival Barenboim de Julio pasado, la Gala Internacional de Danza “Evolution” y las funciones del Ballet “La Viuda Alegre”, el punto mas alto de la presente temporada, la que a pesar de que restan las visitas de algunos artistas de importancia, difícilmente pueda superar el nivel de lo apreciado en estos días. Muchos memoriosos recordaron a propósito de esta verdadera maratón, a un Domingo de 1980 en el que por la mañana se presentó en la sala del Colón Zubin Metha junto a la Filarmónica de Israel, para dar paso luego a la función de Domingo vespertino de “Los Cuentos de Hoffmann” de Offenbach con puesta de Tito Capobianco y protagónico de Stewart Burrows, para luego culminar por la noche con el recital de Renata Scotto. Mas acá en el tiempo, hubo un Domingo pero en 1987 en el que luego de la función vespertina de abono de “La Fiamma” de Ottorino Respighi, la Filarmónica de New York junto a, nuevamente, Zubin Metha se presentó por la noche en el Ciclo del Mozarteum. Por supuesto valores de indiscutible calidad. ¿Y ahora?. Si quisiéramos enumerar lo apreciado en la forma de un gran banquete, la entrada estuvo compuesta por el Concierto que brindó el Sábado 11 por la noche la Orquesta Sinfónica del S.O.D.R.E. de Montevideo (Uruguay) en la sala Sinfónica del CCK. Guiada por su joven titular, Diego Naser, además violinista integrante de la West Eastern Divan que comanda justamente Danel Barenboim. Junto a El, nuestra bien conocida Eiko Senda, para interpretar juntos tres canciones del ciclo “El Cuerno Mágico de la Juventud” de Gustav Mahler, basadas en el poemario de ese nombre de Armin y Brentano. Ahí comenzó la grata sorpresa cuando comenzamos a apreciar a una Orquesta muy bien trabajada, chica en orgánico, pero con una enjundia capáz de suplir una mayor cantidad de instrumentistas con la entrega mas generosa y apreciar la capacidad del Director, el que está haciendo un trabajo con el conjunto verdaderamente formidable, realzando todos los planos sonoros, extrayendo los detalles mas sutiles y logrando lo que se propone. Senda por su parte, realizó una labor vocal sin fisuras, aun cuando el registro femenino mas adecuado para esta obra sea para Mezzosoprano. De cualquier forma, sea saludada ésta muy buena versión. Una estupenda interpretación de la Sinfonía Nº 4 “Romántica” de Anton Bruckner, aparentemente en la versión de 1874 coronó la noche, con dos movimientos finales dignos del mayor elogio, en donde el conjunto dio lo mejor de sí y Naser rematando una labor formidable. Bien vale entonces esta inclusión como comienzo de momentos verdaderamente inolvidables. El primer “Plato Principal” fue el debut de Anna Netrebko en Colón junto a su esposo, el tenor Yusif Eyvazov y junto a ellos, La Estable de la Casa, bajo la conducción del joven Director Italiano Jader Bignamini. Grata sorpresa fue Eyvazov, dueño de una muy potente voz. No poseerá un timbre muy bello, pero le sobran condiciones y agallas. Cumplimentándose ambos de manera estupenda en el dúo del final del primer acto de “Otello” de Verdi, la primera parte estuvo consagrada al genio de Roncole, con Bignamini revelándose como un muy buen conductor en una muy buena versión de la Obertura de Nabucco, para dar paso a Netrebko en una fragmento de una de sus actuales creaciones: Lady Macbeth, con el recitativo “Nel di della Vittoria” y el posterior “Vieni t’affretta” que hizo estallar al público en la primera ovación de la tarde. Eyvazov demostró coraje y fuerte presencia escénica al encarar el “Ah si ben mio “ de “Il Trovattore” junto a “Di quella pira” hecha en el original de doble “Caballetta” ganándose de este modo al público que comenzó a responderle con simpatía. La obertura, muy bien interpretada por la Estable (Con pleno lucimiento de sus solistas), fue el pié para que Netrebko hiciera una antológica versión de “Pace, pace, mio Dio”, en el que entregó todo. Eyvazov demostró sus cualidades una vez mas en “Cuando le sere al placido” de “Luisa Miller” y cerrar la primera parte con el brindis de “La Traviata”, diciéndonos de esta forma que no se caería en el facilismo en los bises del final. La segunda parte tuvo dosis de verismo y algunos agregados cambiando la programación original presentada. Comenzó con la parte final del dúo del primer acto de Cio-Cio-San y Pinkerton de “Madama Butterfly” de Puccini. Aquí a Eyvazov se lo percibió asentándose en la interpretación del rol a tal punto que lo hizo con partitura, tal vez en el punto mas flojo de la tarde. Netrebko en cambio con absoluto dominio de la situación, los tiempos y la interpretación. Un buen intermezzo de “Cavalleria Rusticana”, dio el pie para que luego Netrebko acometa con el Vals de Nedda de “I Pagliacci” encarado de lleno sin el fragmento previo. El “Improviso” de “Andrea Chenier” mostró a Eyvazov comprometido con los papeles heroicos en los que evidentemente se siente cómodo. Un impecable intermezzo de “Manon Lescaut” en el que Bignamini le extrajo el jugo a la Estable, dio paso a los dos momentos centrales, el “Vissi D’Arte” con una Netrebko insuperable que hizo “Rugir” al Colón y Eyvazov con “E’Lucevan le Stelle”, expresada con noble sentimiento. El preludio del primer acto de “Carmen” no previsto inicialmente, dio paso al cierre formal con la escena final de “Andrea Chenier”, en donde ambos se prodigaron haciendo nuevamente estallar al público. Netrebko demostró con creces su valía. Su Voz de un caudal portentoso muy bien administrado, su bello timbre, su garra interpretativa y el dominio de la escena, transitaron con holgura el escenario del Colón. Eyvazov , lo dicho, fue la grata sorpresa, con total entrega en el escenario y Bignamini, con su labor al frente de la Estable, demostró que es una batuta a ser tenida en cuenta por el Colón. Dos momentos de los bises se destacaron. Un fragmento de “la Princesa Gitana” de Kalman en la que Netrebko hizo gala de su interpretación y “Nessum Dorma” de “Turandot” en el que el tenor se dio su lugar. El Cierre con “O sole mio” en el que con generosidad absoluta los interpretes compartieron en el escenario junto a cantantes locales fue el broche de oro ideal a una de las grandes tardes de la historia del Colón. El segundo plato rincipal, fue inmedatamente después del recital Netrebko-Eyvazov del Colón, la presentación de Martha Argerich en la Sala Sinfónica del CCK, en dúo de pianos con Graciela Reca, una extraordinaria pianista a la que hacía mucho tiempo no la escuchaba. Una programación de mucho compromiso, tal la costumbre de Ntra. Consumada interprete, que comenzó Con la Sonata para Piano a cuatro manos K. 521 de Mozart, con Reca llevando el discurso y Argerich como sostén, fresca, vital y absolutamente extrovertida. para seguir con la versión para Piano a Cuatro manos de la Sinfonía Nº1 “Clásica” de Prokofieff, aquí si ya con Argerich como primer piano y Reca como sostén, para una versión chispeante, colorida y plena de sonoridad en donde ambas fueron “La Orquesta”. La segunda parte nos encontró con una fantástica versión de la “Petite Suite” de Claude Debussy, con ese “halo” misterioso que contiene la música, soberbiamente llevada por ambas y un cierre con la versión que el propio Serguei Rachmaninoff transcribiera para dos pianos de sus “Danzas Sinfónicas” Op. 45, exxpuestas de manera colosal. Argerich sorprende en cada propuesta y mantiene su energía a pleno en el escenario. Temperamental, con una entrega formidable, encontró en Reca a una compañera ideal de muy buen toque y depuradísima técnica. Recital estupendo que se vio coronado con el adicional de un rondó de la Sonata en Re para Piano a Cuatro manos de Mozart para que la fiesta del sonido sea completa. Y el Postre vino el Lunes 13 de la mano de Maxim Vengerov junto a Vag Papian en Piano para el Ciclo del Mozarteum en el Colón. Una vez mas este gran interprete Ruso deleitó al público en la sala del Colón junto a un extraordinario pianista. Papian hace lo suyo con una solvencia admrable, estupenda técnica y se convierte en el contrapeso ideal para Vengerov. El comienzo mostró al Brahms mas personal e intimo con la Sonata para Violin y Piano Nº 3 en re menor, Op. 108. Aquí Vengerov fue un exquisito interprete que llevó el discurso sonoro al extremo máximo. Intimo como en el segundo movimiento, apasionado en los movimientos de punta y ágil y virtuoso en el tercero. Cerró la primera parte con la Sonata para Violín y Piano N 2 en Fa menor del op. 6 de Georges Enesco en donde ambos se cumplimentaron a la perfección , con un cierre exquisito hecho con la mayor sutileza. El punto de mayor expresividad se tuvo con la Sonata para Violin y Piano Nº 2 en Sol Mayor de Maurice Ravel, llena de escollos sorteados con la mayor facilidad por parte de ambos, con un movimiento central en tiempo de Blues mostrado de manera sencillamente Brillante y un cierre electrizante que rápidamente movilizó al auditorio. Y entonces Vengerov se movió a sus anchas con una extraordinaria “Havanaise” en Mi mayor, del Op. 83 de Saint-Saëns y cerrar con ese verdadero “Pezzo-Grosso” que es la Introducción y Rondó Caprichoso en La menor, del op. 28, en una versión decididamente electrizante. Hubo generosidad en los bises, aun cuando con el último compas de Saint-Saëns, el publico de platea emprendió parcialmente la retirada, sin que sepamos los motivos de tanto apuro: “Caprice du Soir” de Kreisler (Verdaderamente una joya), un notable Faure y un cierre a todo lujo con la Danza Hungara Nº 2 de Brahms. No recuerdo semejante riqueza artística en tan pocas horas en Ntras. dos salas emblemáticas de la Música Clásica, y quizás sea para la Sinfónica del CCK su consagración definitiva de la mano de Ntros, dos máximos valores. Y por mi parte la felicidad de haber sido privilegiado testigo de semejantes acontecimientos y poder compartir esta experiencia junto a todos Uds. Donato Decina
Magistral interpretación de “El Poema del Éxtasis” a cargo de la Filarmónica en el Colón DE ANTOLOGÍA Martha CORA ELISEHT Bajo la batuta de Alejo Pérez, el pasado jueves 9 del corriente tuvo lugar el 10° Concierto correspondiente al Ciclo de Abono de la Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, donde también participó el Coro Estable del mencionado organismo, bajo la dirección de Miguel Ángel Martínez y las cantantes Florencia Machado (mezzosoprano) y Carla Filipcic- Holm (soprano). El programa estuvo compuesto por las siguientes obras: La Damoiselle Élue (“La damisela elegida”), de Débussy; Rückert- Lieder, de Gustav Mahler; Cinco Piezas para orquesta, Op. 16, de Arnold Schönberg y la Sinfonía n° 4 (“Poema del Éxtasis”), Op. 54 de Alexander Scriabin. Por empezar, la complejidad del repertorio elegido es un desafío para cualquier director. Son obras que no se ejecutan habitualmente en los programas de concierto convencionales: no sólo por su dificultad técnica, sino que también poseen matices múltiples, donde es muy fácil caer en excesos en los tutti y fortissimi y que, a la vez, deben sonar muy equilibradas en los pianissimi. Esto se dio durante todo este repertorio, donde la primera obra (La Damoiselle Élue, de Débussy) es un poema sinfónico de carácter religioso para coro femenino, soprano, mezzosoprano y orquesta, basado en la obra de Dante Gabriel Rosetti. Compuesto en 1893, es considerado la primera obra impresionista del gran compositor francés, donde se hace alusión a una dama rubia, de voz melodiosa, quien es la elegida para entrar en total comunión de amor por Dios. La exquisita melodía de Débussy -donde la orquesta pasa a un segundo plano respecto de las voces femeninas- dibuja inocencia e intimidad. Para ello, emplea una orquesta reducida, donde flauta, maderas y cuerdas logran ese efecto impresionista, acompañado de un hondo cromatismo en las escenas trágicas. Florencia Machado tuvo una destacada actuación (reemplazó a Elizabeth Canis en último momento), con buen color y timbre vocales. Carla Filipic Holm tuvo una destacada labor y una excelente interpretación, dentro del marco impuesto por el coro femenino, muy bien preparado por Miguel Ángel Martínez. Los Rückert- Lieder fueron compuestos por Gustav Mahler en 1905 para mezzosoprano y orquesta sobre 5 poemas de Friedrich Rückert (1788- 1866), poeta predilecto del compositor. Comienza con Blicke mir nicht in die Lieder (No escuches mis canciones), melodía de carácter tempestuosa, que prosigue con una melodía que puede considerarse antecesora de La Canción de la Tierra. Prosigue con Ich athmet’ ein Linden Duft (Aspiro el aroma de tilo), muy armónica y suave. Continúa con Liebst du um Schönheit (Si amas la belleza), donde Carla Filipic Holm ha tenido una destacadísima actuación. Um Mitternacht (En medio de la noche) es una melodía pianissima y tranquila, que se contrapone con Ich bin der Welt abhanden gekommen (Me he retirado del mundo) que presenta una disonancia hacia el final. Al escucharla, da la sensación que la protagonista se ha muerto, pero no es así: se ha retirado del mundo. El equilibrio orquestal de Alejo Pérez fue excelente, respetando los planos sonoros y ajustándose estrictamente a la partitura. Las Cinco piezas para orquesta Op.16 de Arnold Schönberg fueron compuestas en 1909 y, según su autor, representan una “melodía de timbres” (Klangsfarben). La primera de ellas (Premoniciones) se caracteriza por introducir un efecto sonoro desconocido hasta esa fecha: un trémolo en triple forte entre los trombones con sordina y la tuba, que aportó una innovación. En la segunda y quinta piezas (El pasado y El recitativo obligado, respectivamente), aparece una gran textura de polifonía, que contrasta con el cantábile de la melodía y el contrapunto camarístico. En cambio, la tercera pieza (Farben, Colores) comienza suavemente, con un acorde triple pianissimo que permite lograr el efecto de cambiar de color al pasar de un instrumento a otro. Alejo Pérez ofreció una versión muy bien lograda, respetando las indicaciones del compositor y resaltando los timbres de cada uno de los diferentes grupos de instrumentos, logrando un excelente equilibrio sonoro. El Poema del Éxtasis (Sinfonía n° 4) Op. 54 de Alexander Scriabin fue compuesta entre 1905 y 1908 sobre un poema de 369 versos escrito por el mismo compositor, donde se refiere al éxtasis como “fuerza divina sin final, que permite la libertad en su máxima expresión”. En aquella época, Scriabin formaba parte de la Sociedad Teosófica de New York, cuyo objetivo era estudiar el espíritu humano. Por ende, recurre a la forma de sonata mediante diferentes secciones (Introducción/ Exposición/ 1°Desarrollo/ Reprise/ 2° Desarrollo/ Coda) que se tocan sin interrupción. Pero además, introduce algo novedoso: el método metrotécnico de Georges Camus, quien fuera su profesor en el Conservatorio de Moscú y que, a su vez, se basa en el doble TETRAKYS de la antigua escuela pitagórica, mediante el cual, la suma de los números pares (2+4+6+8) y de los impares (1+3+5+7) da igual a 36. No es casual que cada una de las diferentes partes en que se divide la obra son múltiplos de este número, lo que permite un arreglo simétrico, que representa la armonía universal. De esta manera, el espíritu creativo - caracterizado por la trompeta solista en Do mayor- , una vez despojado de todas sus ataduras, se entrega a sí mismo en éxtasis de amor. Fue estrenada en 1909 en New York, bajo la batuta de Modest Altschuler. La obra abre con un solo de flauta, a la cual, se le acopla el oboe y el primer violín, con un crescendo ondulante que luego, es respondido por la entrada de la trompeta. Posteriormente, las diferentes secciones de la obra se van concatenando mediante alternancia de crescendi, diminuendi, pianissimi, fortissimi y tutti mediante coros de diferentes grupos de instrumentos. Excelentes actuaciones de los principales solistas- Gabriel De Simone (flauta), Gabriel La Rocca (fagot), Natalia Silipo (oboe), Pablo Saraví (violín), Fernando Chiappero (corno), Mariano Rey (clarinete), Víctor Gervini (trombón), y toda la percusión, que sonó magnífica- sin exagerar en los forti y los tutti- . Pero la principal estrella fue el trompetista Fernando Ciancio, quien ejecutó sus solos con una precisión absoluta. Desde ya, Alejo Pérez ofreció una versión que puede considerarse como de culto, porque respetó a rajatabla los detalles de la partitura original, dándole a la orquesta un equilibrio perfecto, sin caer en excesos en la monumental Coda que precede al cierre de la obra. Tras una breve pausa, la orquesta en su conjunto concluye la obra en un crescendo que aumenta de intensidad a medida que se acerca al final. Naturalmente, la sala estalló en aplausos. De todos los conciertos del Ciclo de Abono de la Filarmónica en lo que va del corriente año, sin dudas, éste ha sido el mejor. Y no sólo por las obras que se ejecutaron, sino también por la calidad del director y por el brillo que le impuso a la orquesta. Una versión de antología, que no se escuchaba desde los tiempos de aquel grande que fue Yuri Simonov.
Emocionante despedida de Karina Olmedo y Alejandro Parente en el escenario del Colón CON ACENTRO AUSTROHÚNGARO Y TALENTO ARGENTINO AL POR DOQUIER Martha CORA ELISEHT Entre los días 2 al 8 del corriente tuvo lugar la representación de “LA VIUDA ALEGRE” de Franz Léhar a cargo del Ballet Estable del Teatro Colón, dirigido por Paloma Herrera, en versión coreográfica del británico Ronald Hynd. Manuel Coves dirigió la Orquesta Estable de dicho organismo, mientras que la escenografía y vestuario correspondieron a Desmond Heely, ya que se trató de una producción del Joburg Ballet de Johannesburgo (Sudáfrica). Los roles principales fueron interpretados por los siguientes solistas: Marianela Núñez/ Karina Olmedo/ Macarena Giménez/ Ayelén Sánchez (Hanna Glawari, la viuda); Alejandro Parente/ Juan Pablo Ledo/ Federico Fernández/ Maximiliano Iglesias (Conde Danilo); Carla Vincelli/ Camila Bocca/ Natalia Pelayo (Valencienne); Edgardo Trabalón/ Maximiliano Iglesias/ Facundo Luqui (Camille de Rossillón); Néstor Aseff/ Igor Gopkalo (Barón Zeta); Julián Galván (Njegus), mientras que los roles de los secretarios Kromov y Prititch fueron interpretados por Facundo Luqui/ Jiva Velázquez y Alejo Cano Maldo- nado/ David Juárez, respectivamente. La versión coreográfica de la tradicional opereta de Léhar fue compuesta en 1973, a pedido de Robert Helpmann- en aquel entonces, Director del Australian Ballet-, quien había quedado muy impresionado por un trabajo coreográfico anterior de Hynd- El Minotauro- y le solicitó realizar una coreografía sobre el argumento de dicha opereta. La respuesta de Hynd no se hizo esperar. Ambientada en la París de la Bélle Époque, se le agregan a las tradicionales melodías gallops, can-can y trozos de comedia musical. El resultado es una versión espléndida, donde el consabido Vals y el aria de Hanna Glawari alcanzan su máximo esplendor; sobre todo, en la escena donde la primera bailarina figura vestida de aldeana, evocando el pasado romance que Hanna y Danilo habían tenido muchos años atrás, cuando ambos deben separarse por oposición de la familia de este último, que jamás consentirá que su hijo se case con una plebeya. Tras haber enviudado joven y poseer una cuantiosa fortuna, todos harán lo imposible para que Hanna se case con Danilo y así poder salvar al ducado de Pontevedro de la bancarrota. Naturalmente, se suscitan muchos malentendidos entre parejas y amantes, pero finalmente, todo termina bien y el ducado sale de su delicada situación económica. En la presente versión, independientemente del regreso a nuestro país de Marianela Núñez- Primera Bailarina del Royal Ballet de Londres-, tuvieron lugar las despedidas de dos de los mejores Primeros Bailarines del Colón: Karina Olmedo y Alejandro Parente. En el primer caso, por cumplir con la edad y para poder concretar nuevos proyectos, y en el segundo, para acompañar definitivamente a su pareja- Marianela Núñez- en la vida real. Afortunadamente, esta cronista pudo estar en ambas funciones de despedida. A los 47 años, Karina Olmedo no sólo demostró por qué ha sido la Primera Bailarina del Colón durante tantos años, sino que, además, su técnica y su cambré son perfectos. Su interpretación de Hanna junto a Juan Pablo Ledo- excelente en el rol de conde borracho, con unas piruetas increíbles y un magnífico solage en el 3° Acto de la obra- ha sido llena de gracia, frescura, versatilidad escénica y elegancia, con excelentes developées y arabesques. Y se lució no sólo en los Valses, sino también en la Czarda del 3° Acto, junto a William Malpezzi- una verdadera revelación- . En la misma función, Carla Vincelli interpretó una impecable y exquisita Valenciénne junto a Edgardo Trabalón, quien se destacó en el rol de Camille. Unido esto a un magnífico vestuario y a una espectacular escenografía, la presente versión fue un deleite para todos los sentidos. Manuel Coves dirigió espléndidamente a la Estable y la sincronización en las escenas de conjunto fue magnífica. Tanto en el gölök como en la Czarda – a cargo de los varones y las mujeres, respectivamente-, el Ballet Estable demostró ser un conjunto que funciona como un único cuerpo arriba del escenario. Al caer el telón, el público aplaudió calurosamente a todo el conjunto, y la ovación fue total cuando Karina Olmedo apareció saludando a su público en su función de despedida. No sólo se repartieron los consabidos ramos de flores, sino que, además, se presentó en el escenario la Directora General del Teatro- María Victoria Alcaraz- en compañía de la hija de la bailarina. Y ahí tuvo lugar el momento más emotivo de la noche, cuando Nahuel Prozzi- su pareja en la vida real- salió de la fila y la besó apasionadamente en los labios, manifestándole su amor y su apoyo incondicionales en presencia de la hija de ambos. Naturalmente, el público deliró en aplausos, que siguieron en el escenario, una vez ya desalojada la sala. Alejandro Parente no sólo es un gran bailarín, sino también un excelente actor. Desde el comienzo de la obra, cuando el Conde Danilo se presenta totalmente borracho ante el Barón Zeta, el intérprete tiene una pirueta y un truco difíciles de lograr. Si a eso se le suma que también debe crear el efecto de cierta pérdida del equilibrio ocasionada por el alcohol, más todavía. Desde ya que los sorteó perfectamente y fue ampliamente aplaudido. Cuando se produce la entrada de la viuda Hanna en el 2° Acto, Marianela Núñez impuso su presencia y su prestancia sobre el escenario que la vio nacer como artista. Dueña de una disciplina ejemplar, una técnica perfecta y una personalidad escénica avasallante, se lució en todo momento. Esto se hizo aún más evidente en la escena que evoca su juventud, cuando aparece vestida de aldeana y le entrega a Danilo el pañuelo rojo. Sus developées, panchés y arabesques fueron de una perfección absoluta, al igual que su participación en la Czarda junto a Jiva Velázquez- que interpretó un soberbio gölök- . Por supuesto que Parente redobló la apuesta en el solage del 3° Acto y se produjo una auténtica ovación. Muy buenas las actuaciones de Camila Bocca y Maximiliano Iglesias como Valenciénne y Camille. Y, al final, cuando la pareja protagónica queda sola sobre el escenario y culmina la obra con el consabido vals, no sólo fue un derroche de placer visual, sino también del amor y el respeto que ambos se profesan mutuamente. Y, como todo grande, se retiró ovacionado por su público. Tampoco faltaron los ramos de flores y la lluvia de pétalos, pero además, Enrique Diemecke- Director Artístico- y Paloma Herrera se acercaron al escenario para abrazarlo y rendirle homenaje, al igual que María Victoria Alcaraz y su hija. De esta manera, el Colón rindió un merecido homenaje a dos grandes figuras de la danza nacional que hicieron toda su carrera en el mismo. Egresaron de las filas del Instituto Superior de Arte, fueron integrantes del Ballet Estable y, posteriormente, suplentes de solista, solistas hasta alcanzar el rango de Primeros Bailarines, con sus cargos ganados por concurso. Y… ¿quién dice que, algún día, no puedan llegar a ser Directores del Ballet Estable?... Todo puede ser. El talento argentino brilla por doquier y se exporta al exterior.
Calurosa recepción del Ensamble Lírico Orquestal en el Auditorium de Belgrano SIEMPRE SE VUELVE AL PRIMER AMOR Martha CORA ELISEHT Tras una ausencia de un poco más de un año y bajo una numerosa concurrencia de público, finalmente, el Ensamble Lírico Orquestal presentó su Ciclo de Abono 2018 el pasado domingo 5 del corriente en el Auditorium de Belgrano con un Festival Nórdico- Eslavo, donde actuaron el Coral Ensamble y la orquesta de vientos de la mencionada agrupación, bajo la dirección musical y artística de Gustavo Codina. Se interpretaron las presentes obras: Suites n° 1 y n° 2 de “Peer Gynt”, de Edvard Grieg; “Finlandia”, Op. 24, de Jan Sibelius; las Danzas Polovtsianas de “El Príncipe Igor”, de Borodin y la Obertura 1812 de Tchaikowsky. La música incidental de Peer Gynt fue compuesta por Grieg entre 1874 y 1875 para ilustrar el drama homónimo de Henrik Ibsen (1828- 1906). Posteriormente, Grieg separó estas dos Suites – cada una de las cuales está compuesta por cuatro números- de los 23 números originales de la mencionada obra y alcanzaron tal suceso, que se transformaron en parte de los programas de conciertos de todo el mundo. En este caso, la versión ofrecida por el Ensamble Lírico fue una transcripción para vientos y percusión, realizada por el mismo director. Al escuchar el primer número de la Suite n° 1 ("Morgenstemming- La Mañana”), una se dio cuenta que estaba un semitono más alta que la partitura original. Si bien hubo disonancias al principio, posteriormente, fue tomando vuelo y logrando un mejor sonido a medida que avanzaban los siguientes números (Muerte de Aase, Danza de Anitra). Fue una lástima no haber podido incorporar al coro en el 4° número de la Suite (“En la cueva del Rey de la Montaña”), donde sí participa en la obra original. Se canta muy pocas veces en versiones de concierto, pero se puede hacer. Hubo un buen equilibrio entre los vientos y la percusión en el stacatto que evoca la danza de los trolls- duendes malignos, en la mitología nórdica- . La Suite n° 2 comenzó con un excelente tutti en su primer número (Lamento de Ingrid- Secuestro de la novia), que, posteriormente, es seguido por un pianissimo, que manifiesta la tristeza de Ingrid. Muy bien logrados los efectos en la Danza árabe y en El regreso de Peer Gynt, donde la orquesta se lució en los tutti. Por último, el célebre Lamento de Solveig fue interpretado por la trompeta solista, destacándose de todo el resto del conjunto de vientos, en un efecto muy bien logrado. Posteriormente, en una conversación privada que una mantuvo con Gustavo Codina, el director admitió que había subido un semitono por la dificultad sonora que poseen los instrumentos de viento para cambiar los acordes. El poema sinfónico Finlandia fue compuesto por Sibelius en 1899 como consecuencia de las presiones y la censura sufridos por el pueblo finlandés bajo el control de la Rusia zarista. Nace como una proclama que, posteriormente, se transforma en un verdadero himno (“Finlandia despierta”) que despertó la conciencia patriótica de la ciudadanía. Luego de la introducción de los trombones en tono menor, sigue la cuerda- en este caso, reemplazada por el Coro- antes de que la melodía alcance tono mayor (introducida por la trompeta y seguida por el resto de la orquesta, con apoyo de la percusión). La versión ofrecida por el Ensamble Lírico fue perfecta, melodiosa, con un buen equilibrio entre maderas, metales y percusión. El público presente respondió positivamente, acompañando con sus aplausos. Hace aproximadamente dos o tres años atrás, la misma agrupación había ofrecido las versiones para orquesta y coro de Danzas Polovtsianas de El Príncipe Igor, del compositor ruso Alexander Borodin (1833- 1887) con muy buen éxito de público y crítica. En este caso, Gustavo Codina realizó una orquestación especial para vientos y percusión. El Coro Ensemble- magistralmente preparado por Cecilia Layesca- sonó compacto, en equilibrio con la orquesta- tanto en los tutti como en la parte pianissima, ejecutada por las voces femeninas- . Luego del crescendo final, el público aplaudió acaloradamente, ante un auditorio prácticamente completo. El programa cerró con una obra súper conocida: la Obertura 1812, Op. 49, que fue compuesta con motivo de cumplirse 70 años de la derrota napoleónica por el ejército ruso. Si bien Tchaikowsky nunca la consideró una gran obra, desde su estreno (1882) gozó de una inmensa popularidad, que persiste hasta nuestros días. Comienza con una breve introducción y, en la presente versión, el coro entona un himno donde se invoca a Dios que proteja a Rusia. El compositor utiliza fragmentos de La Marsellesa y de himnos zaristas para ilustrar la batalla entre las tropas francesas y rusas. Finalmente, el tañido de campanas y el coro anuncian la victoria del ejército ruso sobre el enemigo. Es otra obra que el Ensamble Lírico Orquestal interpretó en otros ciclos de conciertos, y se ha transformado en un distintivo de dicha agrupación. En este caso, los planos sonoros y el equilibrio entre la orquesta y el coro estuvieron perfectos. Gustó tanto, que hubo que hacer un bis con la última parte de la misma. La nueva administración del Auditorium de Belgrano ha querido que la música clásica vuelva a dicho recinto. La sala cuenta con una acústica perfecta y ha sido escenario de los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional hasta 2014, cuando se trasladó a la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner. Y hoy alberga nuevamente al Ensamble Lírico Orquestal, para que el público local siga disfrutando de su sala de conciertos. Porque siempre hay tiempo para volver al primer amor.
SONIDOS ESLAVOS (NUEVOS Y CONOCIDOS) Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, temporada 2018, Director: Sebastiano de Filippi. Solista: Mira Khomik (Violín). Programa: Obras de Williams, Zeljenka, Kosenko, Lysenko y Mussorgssky/Patterson. Salón de los Pasos Perdidos del Palacio del Congreso de la Nación, 30 de Julio de 2018. NUESTRA OPINION: MUY BUENO. Si hay algo que se le debe reconocer a Sebastiano de Filippi es su capacidad al programar un concierto. Desde la originalidad de la propuesta pasando por la obtención de los materiales y hasta para la convocatoria a Solistas y Directores extranjeros que vienen para presentarse con la agrupación de la que es titular, aun cuando los presupuestos no son grandiosos. Los resultados están a la vista en cada presentación. La calidad es permanente y siempre hay reservada alguna sorpresa que será recordada. El inicio, siempre con una obra de Compositor Argentino, fue con la reposición de “Niebla en La Pampa” del Patriarca Alberto Williams, la que fuera presentada en la pasada temporada dentro de la interpretación integral de sus obras para cuerdas. Aun cuando se notaron algunas pequeñas imperfecciones, el Director mantuvo pulso firme y siempre buscó resaltar detalles, ya sea en pasajes “pianissimi”, ataques de la cuerda aguda, para llegar a la expresividad que el trabajo de Williams solicita. Las sorpresas comenzaron después con tres estrenos absolutos de Compositores de raíz eslava, todos obras para Violín y Orquesta de Cuerdas, en donde pudimos apreciar a Mira Khomik, interprete Ucranana radicada en Estados Unidos. Se trataron de: “Música Slovaca” de ilia Zeljenka, compositor nativo de Bratislava, que sobre la base de temas folcklóricos de su país realizó un trabajo con un lenguaje musical mas actual, aún cuando según la excelente información que el Director brinda en los programas de mano, Zeljenka fue uno de los tantos “amonestados” por el Comisariato Cultural de la era comunista (No olvidemos que por entonces la llamada “Checoslovaquia” era uno de los principales satélites moscovitas caracterizados por hacer los “trabajos sucios” que la U.R.S.S. de esa época no deseaba efectuar a “cara descubierta”). Ello se notó en la partitura, la que de los tres estrenos fue, sin dudas, la mas relevante. El segundo estreno absoluto fue “Sueños” del Ruso Viktor Kosenko, original para Violín y Piano, aquí presentada en orquestación de Manuel Calzada para Cuerdas. Melodía absolutamente tonal de raíz netamente Folcklorica y muy agradable. Y el tercero de los estrenos le cupo a “Dumka-Shumka” del Ucraniano Mykola Lysenko en elaboración definitiva para Violín y Orquesta de Cuerdas. Imposible aquí no remitirse a Antonin Dvorak y su extraordinario Trío “Dumky”, basado justamente en el ritmo de la “Dumka”, esa extraordinaria danza eslava. Obra plena de colorido y sonoridad, fue el cierre perfecto para la primera parte. Mira Khomik es una solista extraordinaria, con magnífica técnica y bellísima sonoridad. De su instrumento fluyeron los acordes de las tres obras con una suprema naturalidad. Formada en Ucrania, se trasladó a Estados Unidos coronando su formación con un Doctorado en la Célebre U.C.L.A. de Los Angeles y realizando presentaciones junto a nombres consagrados como el Director James Conlon y el Violonchelista Antonio Lysy, hijo de nuestro recordadisimo Alberto. Fue un acierto su venida y deseamos que sea el comienzo de una fructífera colaboración con Organismos musicales Argentinos. El entendimiento con el conjunto fue óptimo en todo sentido y el público (que mostró un ejemplar comportamiento a lo largo de toda la noche) supo retribuir con un sostenido aplauso la presentación. La segunda parte mostró el estreno absoluto entre Nosotros de la versión para cuerdas de Robert G. Patterson de “Cuadros de Una Exposición” de Modest Mussorgsky, estrenada mundialmente en el año 2007. Es un arreglo muy respetuoso del original para Piano, pero también realizado de manera tal que el oyente que este habituado a la Orquestación de Maurice Ravel la extrañe lo menos posible. Es un trabajo realizado con mucha inteligencia y De Filippi y el Conjunto estuvieron a la altura de tamaña exigencia. Muy bien ajustada, tiene muchos pasajes para el “tutti” orquestal, momentos de destaque entre las secciones y algunos pasajes solistas. De todos ellos, impresionaron las tres Violonchelistas del conjunto y en especial su solista Mariana Levitin, quien le extrajo todas las sonoridades a su instrumento. Junto al conjunto se proyectaron en una pantalla lateral, para los momentos respectivos, las imágenes de cada cuadro de Viktor Hartmann, inspirador del trabajo de este gigante de la música rusa, a modo de sentiros “dentro” de esa exposición. Una vez mas asistimos a una extraordinaria velada a cargo de un Conjunto y un Director comprometidos firmemente con la calidad y apreciamos a una extraordinaria solista. A no dudarlo. Donato Decina