miércoles, 29 de junio de 2022

 

EL REENCUENTRO CON LOS SONIDOS QUE VIENEN DESDE LEJOS

 

Mozarteum Argentino, temporada 2021/22. Presentación de la Orchestre Philarmonie Royal de Liège (Bélgica). Director: Gergely Madaras. Solista: Nicolay Lugansky (Piano). Programa: Obras de Lekeu, Chopin y Brahms. Teatro Colón, 27/06/22.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

 Tras casi tres años, forzados por las consabidas razones y en un contexto económico muy comprometido, el Mozarteum Argentino, fiel a su compromiso con sus Asociados y Abonados ha mantenido su tradición y como tantas otras veces en los ciclos económicos más desfavorables para Ntro. País, ha logrado presentar a una agrupación sinfónica extranjera de notable nivel como lo ha sido en esta oportunidad la Orchestre Phlilarmonique Royal de Liêge, la que ha llegado  al escenario de Ntro. primer Coliseo con la conducción de su titular, el joven Mtro. Húngaro Gergely Madaras y junto a ellos un excepcional solista como lo fue el pianista ruso Nicolay Lugansky abordando un programa con dos obras centrales que no por conocidas no sean un desafío ya que justamente de haber existido deslices quedan todos los interpretes expuestos ante el público. Sea por el retorno de orquestas extranjeras al escenario del Colón, como por la oportunidad de escuchar a un solista de primerísimo orden o por volver a escuchar el sonido mate típico de los conjuntos europeos, este concierto habrá justamente de quedar en el recuerdo porque han vuelto a resonar entre Ntros. expresiones de excelencia.

 

  En el comienzo, la agrupación visitante abordó una obra de un compositor de su país, en este caso Guillaume Lekeu, quien vivió tan solo 24 años, discípulo de Cesar Franck y de Vincent D’Indy. Se pudo escuchar “Las Flores Pálidas de la Memoria” una composición concebida para cuarteto orquestal de cuerdas que data aproximadamente de 1891 y del que se presume que ha sido un homenaje a la memoria de Franck, su primer maestro fallecido meses antes. Es una obra de notable factura, música densa, por momentos melancólica, con solos reservados a Violín, Viola y Violonchelo, donde luego de una primera sección “pesante” casi por completo da paso a un segundo tema más vibrante para luego retomar el discurso lúgubre con el que dio comienzo. Madaras ofreció una versión intensa en donde se pudo apreciar el sonido mórbido y homogéneo típicamente europeo de las cuerdas, frente a un público que por momentos hizo sentir alguna incomodidad con las clásicas toses. Sin embargo con  el contexto de reaparecer tras la pandemia, sumado a la actual tensión bélica en la Europa del este con sus secuelas de muerte y destrucción  para ambos casos, ha sido un acierto la inclusión en el programa, aun cuando a muchos no les guste reflexionar sobre todo lo vivido y lo que se esta viviendo.  

 

  Con un orgánico más completo, pudo apreciarse luego la que haya sido la versión más homogénea entre Orquesta, Solista y Director del Concierto Nº 1 en mi menor de Friederic Chopin que se recuerde en mucho tiempo, en el que Nicolay Lugansky descolló como formidable solista. En el comienzo lució el conjunto abordando la introducción completa con un vuelo interpretativo notable a partir de las indicaciones de Madaras. Pocas veces se escuchó una interpretación así de este fragmento para que la versión crezca aún más a partir de la entrada del solista con un formidable entendimiento  y perfecta conexión. Lugansky es un intérprete exquisito. Posee una formidable sonoridad, adopta tiempos muy personales los que son absolutamente valederos, muy seguro en la digitación y llega al fondo de la obra como pocos. Al extenso movimiento inicial se sumó una descollante interpretación del segundo movimiento en donde el lirismo surgió en toda su expresión y en donde Lugansky recreó el clima exacto para que la concurrencia quede en cerrado silencio. Finalmente con un rotundo movimiento de cierre en donde se repitieron todas las características antes señaladas, se escuchó una de las más grandes ovaciones que en materia de conciertos sinfónicos hacía mucho tiempo que no se verificaba, prueba de todo lo que expuse líneas más arriba. Ante semejante reacción e incluso a pedido del Director (Que siguió desde los atriles del fondo del escenario lo que ocurría) y de los propios músicos, Lugansky retribuyó con una magnífica y arrolladora versión del Preludio Nº 5 del Op. 23 de Serguei Rachmaninoff en donde mostró su autoridad, su perfección interpretativa y su fuerte personalidad.

 

  En la parte final, Madaras y la Orquesta ofrecieron una muy interesante versión de la Sinfonía Nº 2  en Re mayor, Op. 73 de Johannes Brahms, la que si bien es ámpliamente conocida, aquí tuvo momentos de sumo interés. Madaras transmite al conjunto desde la forma en que empuña la batuta. No es simplemente una guía, ni marca y nada más. Forma parte de su gestualidad, por lo tanto hacia donde llega la extensión hacia allí van los músicos y entonces nos encontramos con realce de frases, instantes de sumo refinamiento, dejar hacer a los solistas como por ejemplo Corno, Oboe, Flauta y Clarinete, hasta llegar a un movimiento de cierre pleno de belleza sonora. Ha sido una verdadera revelación la presencia de este muy buen maestro húngaro en este ciclo del que comenzaremos a seguir su trayectoria con detenimiento.

 

  No podía faltar un bis y aquí se conjugaron Brahms, el conjunto y las raíces del conductor: Una exquisita versión de la Danza Húngara Nº 5 con una transparencia de sonido pocas veces lograda.  Habrá sido muchas veces abordada, solo que aquí fue “de paladar negro”.

 

Donato Decina

                                                                                                                         

 

 

martes, 28 de junio de 2022

 Excepcional presentación de la Filarmónica de Lieja en el Colón por el Mozarteum

 

EL ROMANTICISMO EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN

Martha CORA ELISEHT

 

            Cuando una ya creía que había visto todo en materia de orquestas sinfónicas extranjeras, el Mozarteum Argentino redobló la apuesta en la materia ofreciendo al público un espectáculo de nivel superior. Tal fue el caso de la Real Orquesta Filarmónica de Lieja (OPRL, según sus siglas en francés), que se presentó en el Teatro Colón dentro del Ciclo de Abono de la mencionada institución el pasado lunes 27 del corriente, bajo la dirección de Gergely Madaras y con la participación del pianista ruso Nikolay Lugansky, quienes interpretaron el siguiente programa:

-          Adagio para cuarteto orquestal “Las flores pálidas de la memoria”- Guillaume LEKAU (1870-1894)

-          Concierto n°1 en Mi menor para piano y orquesta, Op.11- Frederic CHOPIN (1810-1849)

-          Sinfonía n°2 en Re mayor, Op.73- Johannes BRAHMS (1833-1897)

La mencionada agrupación sinfónica es la única orquesta profesional de la Bélgica francófona y, por lo tanto, uno de sus objetivos es promover la herencia musical franco belga, además de fomentar la creación y explorar nuevos repertorios. Durante el transcurso del corriente año se celebra el bicentenario del nacimiento de César Franck -precisamente, el más famoso de los compositores belgas y oriundo de Lieja-. Por lo tanto, la OPRL va a participar de numerosos conciertos y grabaciones en su homenaje.

Otra de las características que tuvo el concierto fue que el programa estuvo integrado exclusivamente por compositores románticos, de los cuales, Guillaume Lekau es el menos conocido. Discípulo de César Franck y fallecido prematuramente a los 24 años, dejó numerosa música de cámara (una conoció la obra de este compositor belga precisamente, de la mano de Alberto Lysy), dos estudios sinfónicos y la cantata Andrómeda -esta última, bajo la tutoría de Vincent d’Indy-. El Adagio para orquesta de cuerdas fue compuesto en 1891 tras la muerte de César Franck y se cree que el epígrafe “Las flores pálidas de la memoria” fue elegido en homenaje a su maestro. Consta de dos temas: uno dramático y oscuro, y el otro, luminoso y romántico, con reminiscencias wagnerianas, con numerosos solos donde se lucen tanto los solistas de primeros como segundos violines, viola, violoncello y contrabajo. El ímpetu y la enjundia impuestos por Gergely Madaras fueron soberbios, al igual que una excelsa interpretación.

El mencionado Concierto n°1 para piano y orquesta de Chopin es una obra emblemática del romanticismo y fue compuesto en 1830, antes de que su autor partiera hacia el exilio desde su Polonia natal. Sus tres movimientos (Allegro maestoso/ Romanza: Larghetto/ Rondó: vivace) fueron ejecutados con una maestría pocas veces escuchada, tanto por parte de la orquesta como del solista. Nikolay Lugansky cautivó al público argentino merced a su prodigiosa musicalidad, una interpretación plagada de sutilezas, exquisitez y buen gusto y a su deslumbrante técnica. Hubo un equilibrio perfecto entre la orquesta y el piano -tanto en la introducción previa a la presentación del solista como durante todo el concierto-, donde la orquesta “cantó” con todos los matices chopinianos típicos, hecho que sobresalió también en la cracoviénne del 3° movimiento -danza típica de dicha región de Polonia, que forma la columna vertebral del majestuoso Rondó vivace final-, donde tanto Lugansky como Madaras brindaron una brillante versión del mencionado concierto. Ante un Colón atiborrado de gente en las localidades de los pisos superiores, el público estalló en vítores y aplausos y obligó a Lugansky a hacer un bis (no claramente anunciado), que sonó con una asombrosa pulcritud, dando una lección de digitación, pulsación y prodigalidad. El público del Mozarteum cayó rendido a sus pies y agradeció muy gentilmente los aplausos y vítores.

La Sinfonía n°2 en Re mayor, Op. 77 es una de las más hermosas obras de la tetralogía sinfónica de Brahms y consta de 4 movimientos: Allegro non troppo/ Adagio non troppo/ Allegretto grazioso- rondó/ Allegro con spirito. El tema bucólico del 1° movimiento ha hecho que se catalogue a esta sinfonía como “Pastoral” sin realmente serlo, ya que es más bien nostálgico, mientras que el Adagio non troppo es más romántico y envolvente. El vertiginoso Allegretto grazioso es un rondó con un contrapunto magistral, rico en matices, fresco y vivaz hasta desembocar en el monumental Allegro con spirito, escrito en forma de sonata y que representa un desafío para el director de orquesta. Una ha escuchado innumerables versiones de gran calidad de esta joya sinfónica, pero cuando quien escribe cree que escuchó todo en materia de esta sinfonía, se encontró ante una versión descomunal desde todo punto de vista. Perfecto dominio del contrapunto, una sublime marcación de los tempi, con fuste, garra, entusiasmo e interpretación con imprompta y sello personal. Hacía mucho tiempo que no se escuchaba en el Colón una versión de semejante jerarquía -la última fue en el 2019 durante el Ciclo Brahms realizado en el CCK, bajo la dirección de Daniel Barenboim-. Para no cortar el repertorio de compositores románticos, Madaras decidió continuar con la celebérrima Danza Húngara n°5 de Brahms como bis.

  Es muy difícil encontrar los términos exactos y precisos para no caer en la redundancia cuando se debe escribir la crónica correspondiente a un concierto de excelencia. Una vez más, el Mozarteum se supera a sí mismo y vuelve a deslumbrar a su público realizando un notable esfuerzo para ofrecer siempre lo mejor. En este caso, una combinación perfecta que sonó como los dioses e hizo soñar a la audiencia. Los melómanos y periodistas especializados, de parabienes

 

UN PROYECTO QUE CRECE Y NO DEJA DE SORPRENDER

 

Usina del Arte, temporada 2022. Concierto a cargo del “Ensamble Concentus”, Director: Ricardo Sciamarella. Solista: María Florencia Machado (Mezzosoprano) Programa: Obras de Franz Joseph Haydn. Sala Mayor, 26/06/22.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Emprender en nuestro medio un proyecto como lo es el de una agrupación que recree obras clásicas en versiones lo más aproximadas posibles a su época de estreno es una tarea de por si nada sencilla. Los instrumentos que se emplean (replica de los utilizados en la época de los compositores) son muy diferentes a los de la orquesta moderna, están construidos en otro tipo de materiales, las afinaciones de los mismos son diferentes y hasta para los Directores de estos conjuntos es un verdadero desafío el enfoque ya que es muy diferente al de las agrupaciones actuales. Otro es el “tempi”, otra la dinámica, por citar algunos ejemplos. El “Ensamble Concentus” cuyo titular es el Maestro Ricardo Sciamarella se constituyó antes de la pandemia para ir en búsqueda de ese repertorio. Lo ha hecho ya sea en grabaciones de video como en algunos conciertos post-pandemia en donde se fueron abordando obras de los períodos barroco y clasicista. Está compuesto por profesionales muy conocidos, algunos de los cuales cuentan con dilatada trayectoria en el medio musical argentino. Llegó a la “Usina del Arte” a presentar un programa compuesto íntegramente por obras de Franz Joseph Haydn y a mi entender, emergió airoso de un programa muy comprometido.

 

  El concierto dio comienzo con una vibrante y enfática versión de la obertura de la ópera “Il Mondo de la Luna” cuya versión integral fuera ofrecida años atrás por la inolvidable y lamentablemente desaparecida asociación “Buenos Aires Lírica” Allí registramos una interesante respuesta de las secciones de cuerdas, aerófonos muy ajustados y bronces correctos debido a que son los instrumentos cuya afinación es la más difícil de mantener. Esta interesante interpretación fue la introducción para que con la participación de la Mezzosoprano María Florencia Machado  se ofreciera en calidad de estreno absoluto en la Argentina la Cantata “Miseri Noi, Misera Patria” sindicada en número de catálogo Hoboken como 24ª/7 de alrededor de 1790. Se trata de una obra relativamente breve con introducción, sección central y final, compuesta dentro de los cánones de esa época. Sciamarella condujo a pulso firme la versión, mientras que Machado mostró una correcta línea de canto, poniendo énfasis en muchos pasajes para dar realce al texto. Es una página muy interesante que merece una nueva audición para que más público pueda tomar contacto con esta obra.

 

La parte final encontró a la agrupación abordando la Sinfonía Nº 92 “Oxford”,  compuesta en 1789 a solicitud del Conde D’Ogny de Francia, pero cuyo estreno se produjo en la célebre universidad inglesa como corolario de la entrega al compositor del Doctorado Honoris Causa en Música, quedándole a esta página desde ese mismo momento el nombre con el que se la conoce. Fue muy interesante el enfoque dado por Sciamarella a la versión. “Tempi” acertado en todo momento, buena respuesta del sector de cuerdas y una vez más de los vientos. Más allá de algún pequeño desajuste que se pudo percibir en bronces y que mayoritariamente corresponde a las formas en que estos instrumentos se deben interpretar, la versión fue muy digna y debe alentarse a esta experiencia para que se siga profundizando. Ntro. país necesita de conjuntos de este nivel, acorde con lo que se ofrece en las principales plazas del mundo. El “Concentus” puede hacerlo.

 

Donato Decina

 

Espectacular concierto de la Sinfónica Nacional junto al Polifónico en el CCK

 

ESTILO Y TALENTO CON SELLO PROPIO

Martha CORA ELISEHT

 

            No es frecuente que dos o más entidades de la Dirección Nacional de Organismos Estables ofrezcan un concierto en forma conjunta, pero cuando esto sucede representa no sólo un logro por parte de dicho organismo estatal, sino también una fiesta para el público que asiste. En este caso, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional se presentaron conjuntamente en un concierto sinfónico coral que tuvo lugar en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner (CCK) el pasado miércoles 22 del corriente, con la participación de Manuel Quiroga (violín). La dirección orquestal estuvo a cargo de Emmanuel Siffert y la coral, de Antonio Domeneghini, en un programa formado por las siguientes obras:

-          La Bruja de Atlas- Granville BANTOCK (1868-1946)

-          Concierto n°5 para violín y orquesta en La mayor “Turco”, K.219– Wolfgang A. MOZART (1735-1791)

-          Sinfonía n°6 “Coral”- Eduardo ALONSO CRESPO (1956) (estreno)

Basada en el poema homónimo de Percy Shelley, Sir Granville Bantock compuso el poema sinfónico La Bruja de Atlas en 1902. Lleva en número 5 de esta serie y es una obra de exquisita musicalidad en estilo romántico tardío, que se inicia con un solo de violín apoyado por un trémolo en cuerdas hasta la entrada del corno inglés y clarinete en contrapunto, seguido por solos a cargo del violoncello y la viola. La línea cromática continúa con un glissando que crea cierto clima romántico con aire de misterio -por momentos, recuerda a Glazunov o Rachmaninov-. Posteriormente, le sigue un tema intensamente dramático introducido por el cello y seguido por un acorde fff (fortissimo) por parte de la orquesta hasta que el solo de arpa retoma la calma tras la tormenta. El cello vuelve a introducir el tema romántico inicial tras el solo de arpa en tomo mayor, que contrasta con el tutti orquestal en tono menor. Finalmente, la obra se cierra con capitulación del tema romántico inicial. No sólo Siffert le sacó brillo a la Sinfónica en todo su conjunto, sino que los instrumentos solistas tuvieron una destacadísima labor (el concertino Daniel Robuschi, el cellista Diego Sánchez, el violista y la arpista Adriana Ruiz Scheira). La labor desempeñada por los músicos se vio coronada por numerosos aplausos.

Mozart compuso su célebre Concierto en La mayor para violín y orquesta K.219 entre 1775 y 1780, pero aún no se sabe con certeza para quién fue escrito. El mote de “Turco” se debe al contraste en los pasajes del último movimiento con respecto de la música de dicho país. Consta de la clásica estructura en 3 movimientos (Aperto: Allegro- Adagio/ Adagio/ Rondó- Tempo di Minuetto), donde el solista Manuel Quiroga hizo gala de su fraseo y maestría, mientras que Siffert logró un sonido muy equilibrado y compacto. Los solos y cadencias centrales por parte del instrumento solista estuvieron ejecutadas con suma precisión, al igual que la entrada en el Rondó final, con un perfecto acompañamiento por parte de la orquesta.

La Sinfonía n°6 “Coral” Op.35 del compositor tucumano Eduardo Alonso Crespo fue compuesta por encargo de la Orquesta Sinfónica Nacional en 2019 y consta de dos movimientos, que narran el conflicto persistente entre los recursos naturales y el derecho a la posesión de la tierra versus la codicia humana en aras de un crecimiento económico desmedido, que a la larga lleva a la depredación y destrucción del medio ambiente. Esto se ve plasmado en los dos movimientos de la obra: Adagio contemplativo – que narra la belleza de la Tierra y la concepción de los pueblos originarios respecto a vivir en paz y en armonía con la Naturaleza- y un Allegro furioso -caracterizado por la destrucción de los recursos naturales- que contiene un mensaje:  “El hombre puede salvar a tiempo su destino si vuelve a sus raíces”. Este magnífico verso del poeta y músico salteño Marcelo Sutti -miembro fundador de la Orquesta Sinfónica de Salta- lo coloca en la voz del coro. Los textos pertenecen al mencionado poeta, a Gradual Romano y al propio compositor y la sinfonía tiene una duración aproximada de 25 minutos. La orquestación comprende cuerdas, timbales, percusión, dos flautas con piccolo, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, cuatro cornos, tres trompetas, tres trombones, tuba y arpa, además del coro a 4 voces. El Adagio contemplativo se inicia con un glissandi a cargo de las cuerdas, seguido por percusión hasta que la flauta solista toma la melodía -muy buena labor de Patricia Da Dalt al respecto- previamente a la entrada del coro (“Secando los sabores del rocío”). Posteriormente, un poderoso tutti orquestal exalta a la Naturaleza en todo su esplendor con una melodía con ribetes de ritmos folklóricos del Norte argentino y música andina en línea romántica. En el presente caso, Emmanuel Siffert supo imprimir con sello propio el mensaje del compositor, logrando un muy buen equilibrio entre las 4 voces del coro y también, entre este último y la orquesta mediante una excelente marcación y precisión en las entradas de los instrumentos y del coro. La melodía posee un bellísimo solo de oboe -magistral interpretación de Rubén Albornoz- que marca el amanecer hasta la aparición de un segundo tema -más melódico y nostálgico, introducido por las violas y los cellos hasta la intervención del coro (Canción del Ceibo)-. Desemboca en un crescendo orquestal que se desvanece paulatinamente para dar paso al coro. En cambio, el Allegro furioso se inicia con un poderoso tutti a cargo de las cuerdas, percusión y trombones antes de la intervención del coro que revela la cruda realidad de la desvastación causada por la codicia humana (Dies Irae). Un solo de flauta toma la melodía previamente al stacatto en cuerdas para poder luego intercalar el canon del coro a 4 voces (bajos/ tenores/ contraltos/ sopranos) (“Miren la tierra dolida”). Un cantábile en cuerdas remonta a la sensación de calma tras el caos producido por la destrucción del medio ambiente. Por el contrario, la esperanza está dada por el solo de violín y viola en contrapunto con otro canon coral (“Un canto de resurrección”; “Música de la mañana”) hasta el stacatto orquestal donde el coro canta el mensaje principal de la obra (“El hombre puede salvar su destino si vuelve a sus raíces”). La sinfonía cierra con un ostinato que desemboca en un tutti orquestal amalgamado con el coro. La preparación de este último a cargo de Antonio Domeneghini fue magnífica, al igual que la impecable dirección de Siffert. La obra fue muy bien recibida por el público y el Auditorio Nacional estalló en aplausos. Y como no podía ser de otra manera, el director invitó al compositor a subir al escenario.

  

            Después de muchos traspiés, inconvenientes, retiro de músicos y situaciones de crisis que llegaron al límite antes de la pandemia, la Sinfónica Nacional ha resurgido de sus cenizas. El hecho de contar con una mayor estabilidad laboral, una mejor remuneración económica -merced al convenio laboral logrado entre el Ministerio de Cultura de la Nación y la Dirección Nacional de Organismos Estables-, contar con el CCK como sede propia y los nombramientos a concursos para establecer cargos vacantes son factores que han permitido esta recuperación y que a la vez, le permite abarcar un repertorio sinfónico mucho más amplio, con mayor cantidad de instrumentistas y por lo tanto, poder estrenar obras como esta última. Uno de sus principales objetivos es la difusión de la música de compositores argentinos -tanto estrenos como obras ya conocidas- y lo está cumpliendo con creces durante el transcurso del corriente año. Por su parte, el Polifónico canta cada vez mejor. Es un lujo poder escuchar en forma conjunta a la mejor orquesta y uno de los mejores coros del país para lograr y plasmar proyectos en común.   

lunes, 27 de junio de 2022

 

 

 

UN ENCUENTRO FINALMENTE CONCRETADO

 

Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Temporada 2022. Temática: “En Pié de Danza”. Director Invitado: Guillermo Becerra. Programa: Obras de Brahms, Bartok, Rodrigo, Skalkottas y Rossi y Rossi. Salón de los Pasos Perdidos, 24 de Junio de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Quien esto escribe puede dar fe de que luego de 11 largos años y con mucha agua corrida bajo el puente pudo concretarse la invitación para que el Maestro Guillermo Becerra dirija la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación. La inquietud del Mtro. Sebastiano de Filippi, titular de la Orquesta quien finalmente concretó dicha invitación, también debió esperar dos largos años por las causas que todos conocemos y por restricciones presupuestarias a las que nadie es ajeno. Lo cierto es que este concierto titulado “En Pié de Danza”, quedará en la memoria auditiva tanto de quienes lo han presenciado como por los que siguieron la transmisión vía redes sociales como un jalón más dentro del constante crecimiento que esta agrupación viene evidenciando en cada presentación.

 

  Como el título del programa lo manifiesta, la programación estuvo íntegramente compuesta por obras de diferentes compositores (algunas de ellas en interesantes arreglos a cargo de terceros) expresadas bajo distintas formas de danza. En primer lugar la orquestación únicamente para cuerdas que Friederich Hermann efectuara en 1869 de los célebres “Valses de Amor” que integran el op. 52 de Johannes Brahms. Muy respetuosa del original , que corresponde a voces y piano a 4 manos, este arreglo lleva al lucimiento de todas las cuerdas del grupo. Becerra con pulso firme logró llegar al fondo de la escritura Brahmsiana en cada uno de los 17 números de la obra. El espíritu romántico de este trabajo siempre estuvo presente y la respuesta de la agrupación fue muy buena en todo sentido. El concierto continuó con una excelente transcripción que  Arthur Willner efectuó en 1917 de las celebérrimas Danzas Populares Rumanas de Bela Bartok en donde Becerra ofreció una electrizante versión en la que por momentos se pudo apreciar la notable entrega del Concertino Pablo Pereira con solos de exquisita factura, arrancando la genuina primera ovación de la noche. Poco frecuentada en los programas de concierto pudo apreciarse la Zarabanda Lejana que Don Joaquín Rodrigo compuso en 1930 para Orquesta de Cuerdas. Al rescate de esta forma antigua, Rodrigo contribuyó con este trabajo en donde hay que crear un clima de verdadera intimidad para expresar esta forma de pieza de camara y Orquesta y Director le dieron en el enfoque el punto justo de interpretación. Otro de los puntos altos de la  noche fué la inclusión de las Cinco Danzas Griegas de Nikos Skalkottas en arreglo de Walter Goehr del año 1936. Cinco piezas que rescatan el espíritu del pueblo griego, intensas y exultantes. Aquí también desde el concertino Pereira hasta el úlitmo de sus miembros se florearon en la interpretación magníficamente guiados por Becerra y como cereza del postre no podía faltar una composición argentina y esta vez fue el Malambo Nº 1 para Orquesta de Arcos de Alfredo Rossi Y Rossi, compositor lamentablemente poco frecuentado del que se recuerda una versión hecha por Mario Majnaric al frente de la Orquesta Sinfónica de la Policía Federal de su Obra “Almacén de Campo” a fines de los años 90. Esta pieza es una verdadera joya que rescata la esencia de esta danza nativa argentina y Becerra la condujo de manera admirable con un conjunto que le respondió de manera extraordinaria, cerrando de esta forma un programa inteligentemente formulado con obras de notable factura, algunas en muy buenos arreglos, reafirmando la capacidad de enfrentar desafío por parte de la agrupación y recibir la esperada visita de unos de los mejores maestros argentinos. Para concluir, sería bueno que el personal presente en la sala efectúe sus conversaciones fuera de la misma para posibilitar la audición perfecta del público presente. No duden que se lo agradecerán.

 

Donato Decina

viernes, 24 de junio de 2022

 

Muy buena actuación de la Filarmónica en la Usina del Arte

 

EL DISCRETO ENCANTO DE LA INNOVACIÓN

Martha CORA ELISEHT

 

            Además de los tradicionales Ciclos de Abono en el Teatro Colón, sus cuerpos estables realizan giras por salas o espacios emblemáticos ubicados en los diferentes barrios porteños (Colón en la Ciudad). Dentro de este ciclo, el pasado jueves 23 del corriente se presentó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) en la Usina del Arte bajo la dirección de Natalia Larangeira, con la participación del clarinetista Eloy Fernández Rojas como solista.

            El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

-         “Los Héroes” (Les Héros)- Sigismund von NEUKOMM (1778-1858)

-         Sonata para clarinete y piano (arreglo para orquesta de cámara de Augusto REINHOLD)- Carlos GUASTAVINO (1912-2000)

-         Sinfonía n°5 en La mayor- Franz Joseph HAYDN (1732-1809)

En su época, Sigismund von Neukomm fue un compositor sumamente prolífico y famoso. Dentro de su producción figuran 10 óperas, 48 misas, un quinteto para clarinete, más de 200 canciones, varias obras para órgano piano y cinco oberturas, de las cuales se ha rescatado Les Héros (Los Héroes) para inaugurar el presente concierto, ya que la mayor parte de la obra de este gran compositor austríaco ha sido injustamente olvidada. Se trata de una obertura de estilo clásico romántico temprano, muy rica en matices, que permite el lucimiento de todos los instrumentistas. La Filarmónica la ejecutó de manera impecable, con un equilibrio sonoro perfecto y muy buen desempeño de todos los solistas de instrumentos de viento, destacándose las secciones de clarinetes y flautas. Por tratarse de una obra prácticamente desconocida por el numeroso público que se dio cita esa noche en la Usina, se la recibió con numerosos aplausos.

            La presente transcripción de Augusto Reinhold sobre la Sonata para clarinete y piano de Guastavino es una obra para orquesta de cámara e instrumento solista. Consta de 3 movimientos (Allegro/ Adagio-Lento/ Allegro grazioso), que se inicia con una melodía con ribetes folklóricos de bella línea melódica y estilo romántico argentino, que es tomada por el clarinete en escalas diatónicas ascendentes y descendentes. La labor ejercida por Eloy Fernández Rojas fue estupenda, mientras que Natalia Larangeira se destacó por un excelente manejo de los tempi, con un sonido justo y preciso durante toda la obra. En el Adagio central, la apertura está a cargo del solista en un primer tema, que es retomado por las cuerdas en pianissimo hasta el contrapunto con el corno y el fagot. En el segundo tema del mismo movimiento, ocurre al revés: la orquesta toma el tema principal mientras el instrumento solista lo va desarrollando mediante una serie de variaciones sobre el mismo. Esto se repite en el último movimiento, donde el clarinete realiza variaciones sobre el tema mediante una serie de escalas cromáticas ascendentes y descendentes. Dicha variación es tomada posteriormente por la orquesta y la Filarmónica la ejecutó de manera sublime. Lo mismo sucedió con un breve tema con arabescos y síncopa previamente a la capitulación final. Tanto el solista como la orquesta fueron intensamente aplaudidos al final y Eloy Fernández Rojas solicitó un aplauso para el arreglador, que se encontraba entre el público presente.

            El concierto cerró con la célebre Sinfonía n°5 en La mayor de Haydn, que fue compuesta entre 1760 y 1762 cuando el maestro de Beethoven se desempeñaba como Kapellmeister en la corte del príncipe Paul II Anton Esterházy. Está escrita en forma de sonata da Chiesa y consta de 4 movimientos: Adagio ma non troppo (2/4)/ Allegro (3/4)/ Menuetto- Trío (3/4) y Presto, que fueron ejecutados de forma magistral por la Filarmónica. De todas las obras de Haydn, esta sinfonía presenta numerosas dificultades en los trinos a cargo de los principales instrumentos de viento -principalmente, el corno- que fueron perfectamente bien resueltos por los diferentes solistas (Fernando Chiappero en corno, Gabriel La Rocca en fagot, José Luis Romero en flauta, Matías Tchicouret en clarinete y Natalia Silippo en oboe). El movimiento final es una passacaglia basada en un tema folklórico (länder) de carácter vibrante. Una vez más, la directora demostró su perfecto dominio de los tempi y sobresalió en el stacatto final, lo que le valió el cálido e intenso aplauso del público.

            Está perfecto que las orquestas del Colón realicen giras por los barrios porteños para que la gente pueda disfrutar de un buen concierto con entrada libre y gratuita en un escenario propicio como el de la Usina del Arte, que se ha recuperado después de mucho tiempo. Y con un repertorio fuera de lo habitual, donde la innovación en la materia siempre es bienvenida y saludable. Ahora bien: ya que se brinda un anuncio sobre uso del barbijo dentro de la sala, ¿no sería bueno ofrecer uno que indique que no se debe aplaudir entre movimientos?... Pareciera ser una constante en todos los lugares donde se organizan conciertos con entrada libre y gratuita -que desgraciadamente, también se está replicando en el Colón-. Si se le explica al público que el hecho de aplaudir entre movimientos desconcentra a los músicos, quizás no lo haría. Mientras tanto, se sigue sin educar al soberano, lo que opaca una brillante actuación y ofusca al habitué.

jueves, 23 de junio de 2022

 

Atractivas obras con desbordantes talentos

                                                                                        Por Jaime Torres Gómez

 

Con motivo de la celebración por los 30 años de relaciones diplomáticas entre Chile y Croacia, se ha estado realizando un intercambio de artistas croatas y chilenos con presentaciones en sendos países.

 

La contribución al desarrollo productivo y cultural de la inmigración croata ha sido gravitante, al punto que el actual Presidente de la República es descendiente de dicha nación. En tanto, plausible reviste engalanar con excelentes valores artísticos tal celebración, como la venida de un cuarteto de cuerdas de los legendarios Solistas de Zagreb, con una deslumbrante presentación en el Teatro Oriente de Providencia, asimismo solistas instrumentales croatas junto a otras instituciones, y la venida del titular de la prestigiosa Filarmónica de Zagreb con el primer contrabajo de dicha orquesta, presentándose junto a la Sinfónica Nacional de Chile en el Teatro Municipal de Las Condes.

   

El concierto de la Sinfónica, con un novedoso repertorio, contó con la dirección del joven director polaco Dawid Runtz (30) -quien, paralelamente a su posición en Zagreb, es Director Musical de la Real Opera de Polonia en Varsovia-, dio cuenta de un desbordante talento, pudiéndose explicar que a los 28 años haya sido nombrado Director Musical de una orquesta de importante trayectoria como la Filarmónica de Zabreb.       

 

Interesante constituyó el estreno (al parecer latinoamericano) de la Obertura de la Ópera CómicaAmphitryon”, del croata de ancestro griego Boris Papandopulo (1906-1991). La música de este compositor gradualmente ha ido descubriéndose, existiendo hoy mayor disponibilidad de acceso a registros sonoros de la misma. Y en Chile, a excepción de su notable Pintarichianapara cuarteto de cuerdas en marzo pasado con Los Solistas de Zagreb, no hay registros de haberse hecho música de Papandopulo, constituyendo estos hitos todo un descubrimiento.  

 

La vasta producción papandopulana (música sinfónica, de cámara, ballet y opera) se inscribe dentro de un eclecticismo estético de atractivo interés, adscribiendo desde un neoclasicismo hasta directos guiños a exploraciones propias de la música del siglo 20. En el caso de la Obertura de Amphitryon (estrenada en 1940), se aprecia un notable manejo de la paleta orquestal (con frondosa orquestación, incluyendo piano, arpa más una variada gama de percusiones), y con una magistral explotación de colores y timbres. El trabajo del maestro Dawid Runtz con los sinfónicos, de primer orden en ensamble, transparencias y belleza de sonido.

 

De Giovanni Bottesini (1821-1889) se ofreció una excelente versión del Concierto N° 2 en si menor para Contrabajo y Orquesta. Considerado como uno de los más importantes conciertos para dicho instrumento, tanto por su equilibrada construcción formal como a la bestial exigencia al instrumento solista (Bottesini fue un virtuoso contrabajista, al punto que se le ha llamado “el Paganini del contrabajo”), no se le suele frecuentar. La versión presenciada utilizó el orgánico orquestal original de una amplia orquesta (vientos completos, cornos, trompetas y timbal), la que no suele hacerse, recurriéndose más a la versión con orquesta de cuerdas hecha por el mismo Bottesini.

 

Notable entrega del contrabajista croata Nikša Bobetko, de amplia trayectoria internacional, con soberano dominio técnico y estilístico. Magnífica proyección y belleza sonora, amén de hermosos fraseos y musicalidad a borbotones. El acompañamiento de Runtz, en perfecta sintonía a la versión del autorizado solista, a pesar de lo incómodo del orgánico para orquesta grande, en cuanto la dificultad para proveer debidos balances al instrumento solista, apreciándose en esta oportunidad un acabado trabajo de equilibrio sonoro y ajuste.

 

Y como última obra, una deslumbrante versión de la Sinfonía N° 9 “Del Nuevo Mundo” de Antonin Dvorak (1841-1904). No obstante se hubiere preferido disponer de otra sinfonía dvorakiana (como la 6ta o 7ma), al ofrecerse previamente -en menos de un año- dos veces la Nuevo Mundo en Santiago…, sin embargo, la potencia interpretativa firmada por Dawid Runtz eclipsó tal prejuicio.      

 

Con gran respeto a la arquitectura formal, Runtz construye un discurso ora de sensibles trazos, ora de magnética robustez sonora, develando pasajes a veces inadvertidos (especialmente en el primer y segundo movimiento). Grandes logros en empáticos tempi, calibrados balances más una generosa exposición de las líneas melódicas. Sin duda, una interpretación triunfal y plenamente correspondida por los sinfónicos nacionales.

 

En suma, una presentación con atractivos aportes programáticos servida por desbordantes talentos, de los que se espera un pronto retorno por estas latitudes…

   

lunes, 20 de junio de 2022

 

Muy buen concierto de cámara a cargo del Cuarteto Soldi e Iván Rutkauskas en el CCK

 

UN PLACER PARA TODOS LOS SENTIDOS

Martha CORA ELISEHT

 

            Los conciertos vespertinos de los domingos en el Centro Cultural Kirchner (CCK) se están transformando en un clásico porteño; no sólo porque la entrada es libre y gratuita, sino también por contar con intérpretes de excelente calidad. Dentro de la programación ofrecida por dicha institución, el pasado domingo 19 del corriente se llevó a cabo un concierto de cámara en la Sala Sinfónica con la participación del Cuarteto Soldi, integrado por Freddy Varela Montero (violín), Tatiana Glava (violín), Adrián Felizia (viola) y Gloria Pankaeva (violoncello), que contó con la presencia de Iván Rutkauskas como pianista acompañante para brindar el siguiente repertorio:

-          Quinteto en Sol menor, Op.57- Dmitri SHOSTAKOVICH (1906-1975)

-          Quinteto en Fa menor, Op.34- Johannes BRAHMS (1833-1897)

Ni bien los músicos tomaron su posición sobre el escenario del Auditorio Nacional, Freddy Varela Montero aprovechó la ocasión para agradecer a Tristán Bauer -Ministro de Cultura de la Nación- y a Tomás Ballicora -Director del Ciclo- por brindarles la oportunidad de participar y de paso, saludar a todos los padres en su día, ya que la fecha coincidió con dicho festejo.  Asimismo, se encargó de anunciar las obras comprendidas en el programa.

La velada comenzó con el mencionado quinteto de Shostakovich, compuesto en 1940 para el Cuarteto Beethoven y cuyo estreno se produjo en el Conservatorio de Moscú en Noviembre de ese mismo año, con la presencia del compositor al piano. Tuvo un suceso rotundo desde su estreno y fue galardonado con el Premio Stalin en 1941. Consta de 5 movimientos, que poseen un profundo contraste: Prelude (Lento)/ Fugue (Adagio)/ Scherzo (Allegretto)/ Intermezzo (Lento) y Finale (Allegretto), que fueron ejecutados con una musicalidad de alto nivel. (Con excepción de Pankaeva, que es integrante de la Filarmónica de Buenos Aires, el resto de los integrantes del Soldi pertenecen a la Orquesta Estable del Teatro Colón, mientras que Iván Rutkauskas se desempeña como maestro interno de dicho teatro). Tras la formidable introducción del piano en el 1° movimiento, el contrapunto entre los instrumentos de cuerda fue excelente, al igual que los solos de Adrián Felizia en viola y el magistral solo del 3° movimiento a cargo de Freddy Varela Montero, junto con el contrapunto en pizzicato del cello previo al cantábile de la viola. El ensamble logró su apoteosis en el Allegretto final, donde todos y cada uno de los músicos pusieron su técnica y maestría para que dicho movimiento fuera brillante y a la vez, vibrante.

El Quinteto en Fa menor, Op.34 de Brahms es conocido como “la corona de la música de cámara”, ya que es una de las obras más bellas y conocidas dentro de dicho género. Fue compuesto originalmente para quinteto de cuerdas (dos violines, viola y dos violoncellos) en 1862 y posteriormente, su autor realizó una transcripción como sonata para dos pianos hasta darle su versión definitiva, que fue estrenada en el Conservatorio de Leipzig en 1866, dedicada a la princesa Anna de Hesse. Sus cuatro movimientos (Allegro non troppo/ Andante- un poco adagio/ Scherzo: Allegro y Finale: Poco sostenuto- Allegro non troppo- Presto, non troppo) poseen ribetes románticos y por momentos, trágicos y oscuros. El piano actúa junto al cuarteto de cuerdas brindando una unidad de expresión desde el inicio del 1° movimiento al unísono. En este caso, hubo una excelente interacción de Rutkauskas junto al cuarteto de cuerdas, logrando un sonido brillante y de alta calidad desde los primeros compases. El crescendo del Allegro non troppo inicial estuvo perfectamente bien ejecutado, con una gran intervención en la cadencia del segundo violín a cargo de Tatiana Glava. Tras la tranquilidad del Andante en La bemol mayor, el imponente Scherzo- allegro sonó majestuosamente, donde se destacó el excelente pizzicato de Gloria Pankaeva, al igual que el movimiento final. Tras la brevísima introducción en sonata, el cello introduce el primer tema del Allegro -que posee reminiscencias húngaras- que se une al segundo tema mediante un puente estridente, que fue ejecutado de manera impecable por los integrantes del ensemble, destacándose Freddy Varela Montero con una muy buena labor, al igual que el pianista acompañante. Tal así fue, que el Auditorio Nacional estalló en aplausos, lo que obligó a los músicos a hacer un bis: el Allegretto final del Quinteto en Sol menor de Shostakovich, que -según impresión de quien escribe- sonó aún mejor.

El Ciclo de Cámara del CCK está rindiendo sus frutos durante el transcurso de la presente temporada y lo está haciendo con creces. La programación es excelente y una espera que algún día se pueda llevar a cabo un Festival de Música de Cámara con las mejores agrupaciones de todo el país. Cuenta con las instalaciones para los ensayos y dos salas importantes como para llevarlo a cabo. Y con intérpretes de alto nivel, lo cual representa un auténtico placer para todos los sentidos.

domingo, 19 de junio de 2022

 

DE VERDADERA INDUSTRIA NACIONAL

 

Centro Cultural Borges, Temporada 2022. Ciclo “Industria Nacional”. Presentación de la Compañía Oblicua, Director: Marcelo Delgado. Programa: Obras de Rocca, Lambertini, Lopszyc, Martínez y Halac.  Auditorio Astor Piazzolla, 19/06/22.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  En su momento fue primicia de “De Paraíso para Usted” la noticia de la nacionalización del Centro Cultural Borges tras una negociación entre las autoridades del Ministerio de Cultura de la Nación con quienes eran los administradores en ese tiempo, situación que trajo aparejada entre otras cosas la partida de grupos de danza independientes que allí ensayaban y se presentaban. Se dijo que ahí se iba a extender la actividad de exhibición del “Palais de Glace” y la pandemia trajo un lógico  parate en donde hubo que reformular propuestas. Ahora se sabe fehacientemente que la Dirección de este espacio recayó en el Lic. Ezequiel Grimson de recordada trayectoria como responsable nacional de Música y Danza y que últimamente  se había desempeñado en áreas de Cultura de la Provincia de Buenos Aires. Hay profusa actividad de artes visuales, espacio de Tango, pero también se ha ofrecido el Auditorio Astor Piazzolla a la creación musical académica contemporánea y de ahí surge este ciclo “Industria Nacional” el que se ha de desarrollar a lo largo de corriente año en días Domingo y que en esta oportunidad presentó a la Compañía Oblicua bajo la Dirección de su creador, Marcelo Delgado con un programa dedicado a compositores nacionales

 

  Con prácticas y muy sustanciosas explicaciones, el Director efectuó para el público el comentario de cada obra presentada. En primer término se presentó “Plano” de Mariano Rocca, obra que a partir de un acorde plano interpretado por Violín, Clarinete, Flauta y Violonchelo, cuenta con diferentes intervenciones de piano y percusión como un aditamento al acorde que interpreta el cuarteto de instrumentos. Tuvo la particularidad que en el “Día del Padre” fue dedicada al hijo del compositor nacido en la víspera del concierto. Es un trabajo muy intenso, de interesante factura trabajado con el sello de calidad de la “Oblicua”.

 

  El programa continuó con la justiciera inclusión de una obra de la inolvidable Marta Lambertini, en la que pudo tratarse del estreno absoluto de la versión para voz e instrumentistas de “Tankas”, obra original para Voz y Piano de 1993 que a pedido de un conjunto chileno fue orquestada en la forma aquí presentada, contando con la inestimable colaboración de Lucía Lalanne en voz. Son tres poemas escritos en esa forma japonesa de creación con el sutil toque musical tan característico de Marta Lambertini, inteligentemente formulado por esta notable creadora a la que tanto se extraña.

 

 Y a renglón seguido una de las novedades más interesantes de la noche como lo fue “Metatrón” de Eva Lopszyc, compuesta para el conjunto en el año 2019. El título refiere a un “arcángel” el que puede aplicarse a cualquier divinidad, el que se manifiesta con gran fuerza. Lopszyc desarrolló una instrumentación muy inteligente, la que encuentra momentos de serenidad y luego un tránsito hacia instantes de una fuerza verdaderamente explosiva. La labor de Marcelo Delgado y la Oblicua fue sencillamente descollante. Un final con murmullos a cargo de los músicos, llevó a que el auditorio estuviese en sepulcral silencio hasta bastante tiempo después del final.

 

  Una de las compositoras más prolíficas y de interesante trayectoria es Patricia Martínez. De ella se presentó “Tenue Brillantez”, una obra del año 2007 inspirada en introspección y mucho de elementos de la cultura hindú , además de partir de una cita del canto gregoriano Aquí es notable el contraste entre la obra de Lopszyc y la de Martínez, ambas de neto corte espiritual. La escritura aquí también es muy inteligente  y fue muy bien llevada por el grupo.

 

  Para el cierre y con el retorno al escenario de Lucía Lalanne, se ofreció “Caminos del Espejo” de José Halac, quien se hizo cargo de las partes de electroacústica que lleva la partitura. Requiere de la intérprete vocal un esfuerzo mayúsculo al que Lalanne respondió con su reconocida solvencia. Se movió con soltura en todo el rango vocal desde la zona más grave  a los agudos más extensos, debió incluso hacer un gran trabajo corporal en donde la música instrumental se extingue lentamente, la luz de escenario se va diluyendo y solamente queda la cantante más los efectos de electroacústica. Lalanne logró una actuación consagratoria siendo justicieramente aplaudida y vitoreada por el público.  Fue el corolario de una gran tarde en un muy grato espacio que ha sido ganado para la creación argentina actual.

 

Donato Decina

 

SI NO FUERA POR POLICANO……

 

 

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, temporada 2022. Octavo concierto de Abono, Directora Invitada: Anu Tali. Solista: Pilar Policano (Violín). Programa: Obras de Beethoven, Wieniawski y Schumann. Teatro Colón, 18/06/22.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Solo la fascinación que ejerció Pilar Policano en su debut en la sala grande del Colón con su talento y su maravilloso desparpajo hacen posible que mi calificación de esta velada llegue a muy buena. Con pasmosa naturalidad y serenidad afrontó el segundo Concierto para Violín y Orquesta en Re menor Op. 22 de Henryk Winiawski como si fuera el solista más consumado. Aplomada sobre el escenario, afrontó las dificultades de escritura para su instrumento resolviéndolas de manera estupenda, siendo muy correctamente secundada por la orquesta bajo las órdenes de la directora estoniana  Anu Tali, convocada para esta ocasión. Policano fue construyendo una versión de excelencia con el correr de la obra, con una cadencia final verdaderamente electrizante que terminó dejando al público  en estado de total sorpresa, para luego retribuirle con una sostenida ovación que motivó que esta increíble adolescente le ofrendara al público una vez más (como días antes en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner) su exquisita visión del Capriccio Nº 24 de Niccolo Paganini. Aquí el resultado fue aún mayor ya que a la orden de Pablo Saraví la Filarmónica toda se puso de pié para sumarse al aplauso, recibiendo de esta manera a esta talentosa joven de la que solo resta esperar más noches en este escenario. También quiero resaltar que por gestión del mismo Saraví,  Policano empleó un violín de autoría del máximo luthier argentino de la actualidad, Horacio Piñeiro. La convocatoria a Policano surgió debido a la cancelación hecha por el Pianista David Fray, quien era el solista original de la velada (información que he recibido del Festival L’Offrende Musicale de Francia lo situó actuando allí como solista el pasado Martes 14). Luego de esta demostración, debe ser convocada por su propio talento.

 

    La velada dio comienzo con una discreta lectura de la Obertura Coriolano, Op. 62 de Ludwig Van Beethoven en la que la Mtra. Tali trazó una versión gruesa expuesta a “tempi” acelerado, carente de tensión dramática y de acentuación de pasajes. Ello quedó expuesto en un modo aún mayor al abordar la obra de fondo, la Sinfonía Nº 3 en Mi bemol mayor Op. 97 “Renana” de Robert Schumann en donde al igual que en Beethoven prevaleció el enfoque de “tempi” acelerado al que le faltó manejo de los silencios, la profundidad y hasta de las pausas, careciendo por completo de “canto” orquestal para una página tan exquisita en matices. La discreta reacción del público con algunos “bravos” y dos salidas a saludar fueron la muestra elocuente de la  recepción a este trabajo.

 

Donato Decina