martes, 31 de agosto de 2021

 

LA FELIZ HORA DEL REGRESO

 

Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Temporada 2021, primer concierto de la temporada, Director: Sebastiano de Filippi. Programa: Obras de Gianneo y Schubert.  Salón de los Pasos Perdidos, 30 de Agosto de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Después de más de un año y medio sin estar frente al público (la reaparición iba a concretarse en Abril pasado y la segunda oleada COVID lo impidió), retornó al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional el ciclo de la Orquesta de Cámara de la Casa, el que en la presente temporada tendrá íntegramente la conducción de su Titular, Sebastiano de Filippi. Lo hizo en un nivel encomiable ante un auditorio al que se accedió por estricta invitación, mientras que para los que no pudieron acceder se transmitió en directo por Streaming tanto en el canal de la red social You Tube que corresponde al Senado de la Nación como en el de la Honorable Cámara de Diputados en la red social Facebook. En la presentación del concierto, el locutor a cargo de la misma hizo mención a que la presente temporada estaba a cargo de ambos cuerpos legislativos.

 

  Durante este largo tiempo, pudieron apreciarse algunas actividades de Streaming tanto del Director, como de los solistas e Integrantes del conjunto, sin embargo el retorno al vivo con presencialidad da el plus de valor que la velada registró en todo momento.

 

  Llamó la atención sin embargo el hecho de que antes del inicio de ambas obras del programa el Director debió esperar durante un lapso prolongado de segundos el poder iniciarlas debido a la insólita estridencia originada en conversaciones mantenidas en el ingreso al salón, las que no podían ser morigeradas ni por los gruesos cortinados que cubren dicha entrada, lo que motivó que en el primero de los casos la conductora de la transmisión por redes sociales debiera salir a pedir silencio. Chequeado desde mi Notebook en casa el concierto ya subido, da la impresión de que se trató de charlas entre funcionarios del lugar, lo que además del pésimo tino da lugar a solicitarles que las hagan en otro ámbito mientras el conjunto despliega su labor.

 

  El programa se inició con una obra de compositor nacional, tal cual la Orquesta lo hace desde siempre (demás organismos e instituciones nacionales, favor de tomar nota). El honor en este caso recayó en los “Cantos Populares Incaicos” para Orquesta de cuerdas de Don Luís Gianneo. Es una serie de cuatro composiciones: ”Himno al Sol”, un largo de gran profundidad. “Marcha del Inca”, en este caso un Andante moderato muy marcado, “Huayflu” indicado Lento y Nostálgico y una “Danza Aymará”. De Filippi guió de modo estupendo al conjunto, obteniendo una notable respuesta de parte de todos los músicos. Tratándose de música por momentos muy descriptiva, logró a través de la misma expresar todo lo que cada canción indicaba. Notable versión, sin dudas, que obró como guía del retorno.

 

   La parte final le cupo al arreglo que el Director Titular efectuó para la Orquesta del Célebre cuarteto Nº 14  en Re menor, catálogo D.810 “La Muerte y la Doncella” de Franz Peter Schubert. Fue una versión muy rica en matices, con la larga exposición de su movimiento inicial sostenida en todo momento por De Filippi, para pasar luego a las variaciones del segundo movimiento  que el conjunto afrontó en muy buena forma y de las que también emergió airoso el Concertino Pablo Pereira al que le cupo la parte más difícil. El impactante y severo Scherzo que sigue fue expuesto de manera muy elocuente y el presto final mostró garra, enjundia, energía y total entrega por parte del Director y los Músicos quienes de esta forma redondearon una labor digna del mayor elogio. El próximo Lunes 27 de Setiembre habrá un nuevo concierto del que en el programa de los Sábados brindaremos todos los detalles.

 

Donato Decina

domingo, 29 de agosto de 2021

 

Cierre del Ciclo de Abono de 4 conciertos a cargo de la Estable del Colón

 

 AL SON DE LOS VIENTOS

Martha CORA ELISEHT

 

            En Alemania, los Coros de instrumentos de bronce son una tradición. Por pequeña que sea, cada ciudad –o pueblo- posee su banda, que suele tocar no solamente en festivales y eventos al aire libre, sino también en los conciertos navideños. No es casual que la elección de un repertorio íntegramente alemán haya sido el elegido por Enrique Schneebeli –solista de trombón bajo de la Orquesta Estable del Teatro Colón y del Ensamble Viento Sur junto a Pablo Fenoglio, Carlos Ovejero y Jorge Urani- para dirigir el concierto de cierre del Ciclo de Abono a cuatro conciertos de la Orquesta Estable del Colón en el día de la fecha con un Ensamble de Metales y Percusión integrado por los siguientes músicos: Osvaldo Lacunza, Werner Mengel, Oscar López de Calatayud, Cristian Martinelli y Agustina Guidolin (trompetas y flugelhorn); Gustavo Ibacache, Reinaldo Albornoz y Leonardo Melgarejo (cornos); Pablo Fenoglio, Ignacio Galicchio, Matías Bisulca y Axel Juárez (trombones y euphonium); Adrián Nalli (trombón bajo); Pedro Pulzovan (tuba), Gabriel Rodríguez (timbales), Florencia Barrientos y Federico Taboada (percusión).

            El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

-          Terpsichorian Suite- Michael PRÄTORIUS (1571-1621) (arreglos de Peter Reeve)

-          Concierto de Brandenburgo n° 3 en Sol mayor, BWV 1048- Johann S. BACH (1685-1750) (arreglos: Christopher Mowat)

-          “La Llegada de la Reina de Saba”, de la ópera “SOLOMÓN”- Georg Friederich HÄNDEL (1685-1759) (arreglos: Paul Archibald)

-          “Richte mich, Gott” (“Oriéntame, Dios”)- Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847) (arreglos: Enrique SCHNEEBELI)

-          Marcha fúnebre de Sigfrido de “EL OCASO DE LOS DIOSES”- Richard WAGNER (1813-1883) (arreglos: Robert King)

-          “Feierlicher Einzug” (Entrada triunfal de los Caballeros de la Orden de San Juan)- Richard STRAUSS (1864-1949) (arreglos: Max Reger/ Johannes Koch)

El repertorio no sólo fue variado, sino que fue yendo progresivamente desde el barroco hacia el romanticismo. La primera de las obras fue compuesta en 1612 y es una suite de 8 números donde se hace alabanza a Terpsícore – musa de la danza-. Además de abundante música sacra y de cámara, Prätorius compuso más de 300 danzas de inspiración francesa (entre otras, bourré, volte y courante) e italiana (pavana), así como también la canarie (oriunda de las Islas Canarias). La transcripción para vientos y percusión realizada por Peter Reeve para el Philip Jones Brass Ensemble respeta el carácter barroco, logrando una pieza elegante, con un  brillante sonido en la fanfarria que inicia la obra  (Entrée) y un muy buen contrapunto entre tuba y trombón bajo frente a los agudos de las trompetas, mientras la percusión marca el ritmo. La versión ofrecida por el Ensemble sonó muy compacta, destacándose el quinteto de trombones y la magnífica labor ejercida por Agustina Guidolin en flugelhorn, al igual que el solista de trompeta piccolo.

Seguidamente, Enrique Schneebeli se dirigió al público –micrófono en mano- no sólo para agradecer su presencia, sino también para brindar una breve reseña de las obras y dar un instante de reposo a los músicos entre cada una de las obras que se ofrecieron durante el concierto. Los instrumentos de metal ejercen una presión continua sobre la boca de los ejecutantes y requiere un breve descanso entre una obra y la otra. Asimismo, también agradeció la oportunidad de poder brindar un concierto íntegramente formado por este tipo de instrumentos –que han sido los más relegados durante la pandemia-. Tras la explicación, tuvo lugar la transcripción de Christopher Mowat del Concierto de Brandenburgo n° 3 de Bach, cuyos 3 movimientos (Allegro moderato/ Adagio (formado sólo por 2 acordes)/ Allegro) sonaron muy bien merced a la interpretación del conjunto. Las diferentes secciones de instrumentos de metal sonaron prácticamente al unísono, pero sin perder los matices. Las intervenciones de Werrner Mengel y de Gustavo Ibacache en las cadenzas para trompeta y corno –respectivamente- fueron sumamente destacadas al inicio del movimiento final.

La versión original de la Entrada de la Reina de Saba  de la ópera SOLOMON fue compuesta por Händel en 1749 para dos oboes y cuerdas. En este caso, la transcripción para instrumentos de viento y percusión de Archibald consta de una fanfarria triunfal a cargo de la trompeta piccolo  y trombones de neto tinte barroco, que fue muy bien llevada por el Ensamble instrumental en general, con una muy buena labor por parte de la percusión. A continuación, la mencionada transcripción de la obra de Mendelssohn sobre el salmo 43 tuvo en Pablo Fenoglio y Adrián Nalli a dos grandes intérpretes, ya que el trombón tenor y bajo suenan al unísono hasta que posteriormente, las trompetas inician una fanfarria donde se acopla el resto de los instrumentos en un canon a 3 voces. Los cornos también tuvieron una destacada labor. Y en el caso de la célebre Marcha fúnebre de Sigfrido, tanto los trombones bajos como la tuba inician la obra junto con la percusión, que posteriormente, es tomada por los cornos y la tuba wagneriana. La labor de los músicos fue impecable y los trompetistas fueron los que más se destacaron en el célebre leitmotiv del héroe.

Por último, la Entrada triunfal de los Caballeros de la Orden de San Juan fue la única obra para bronces y percusión compuesta por Richard Strauss. En 1909, la mencionada Orden le solicita al gran músico alemán una obra por encargo. Si bien la instrumentación original es mucho más abarcativa (12 trompetas, 3 trompetas solistas, 4 cornos, 4 trombones, 2 tubas y timbales), el arreglo de Johannes Koch sobre el original de Max Reger requiere un menor número de instrumentos y, por lo tanto, se adapta muy bien a estos tiempos que corren. Posee reminiscencias de Así hablara Zaratustra y un desarrollo característico del compositor, con marcación del contrapunto entre agudos y graves sumamente solemne. Una gran interpretación cargada de pasión y brillo hizo que el público aplaudiera intensamente al finalizar la misma.

Si bien no suelen ofrecerse bises en los conciertos de abono, el Ensamble sorprendió con una excelente versión de Violentango de Astor Piazzolla. Una decisión muy acertada y un broche de oro –o mejor dicho, de bronce- para poner punto final a un ciclo de conciertos sumamente exitoso, caracterizado por obras prácticamente inéditas e intérpretes de gran calidad. Según palabras del propio Schneebeli: “Nada se compara como el contacto con el público”. El esfuerzo valió la pena.     

sábado, 28 de agosto de 2021

 

GUREVICH Y VIEU EN UNA MUY BUENA NOCHE

 

Teatro Colón, temporada 2021: Cierre del ciclo de conciertos de abono en días Viernes del mes de Agosto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Carlos Vieu. Solista: Elías Gurevich (Violín). Programa: Obras de Weill y Mendelsohn. 27 de Agosto.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Para finalizar esta serie mensual a cargo de la Filarmónica se convocó al Maestro Carlos Vieu para conducirla y se programó una obra lamentablemente muy poco frecuentada en los programas de concierto por estas latitudes, el Concierto para Violín y Orquesta Op. 12 de Kurt Weill para el que se contó con el concurso de un integrante de la Orquesta y probadísimo solista en este repertorio: Elías Gurevich.  El resto del programa estuvo integrado por dos celebres composiciones de Félix Mendelsohn, muy prácticas y efectivas para estos momentos de actividades reducidas. La Obertura “Las Hebridas” (también conocida como “La Gruta de Fingal”) y la Sinfonía Nº 4 “Italiana”.

 

  Obra compuesta durante la década del veinte del pasado siglo, en la que su Maestro Ferruccio Busoni bien pudo ser su inspirador ante el inexorable final al que la enfermedad que padecía lo condujo, este concierto para violín y orquesta cuenta con elementos sumamente novedosos como ser: solamente el empleo de contrabajo en el sector de cuerdas, vientos y metales entre uno y dos ejecutantes (según cuales) y nutrida percusión que es empleada en forma diversa y que puede hacerse con un solo instrumentista. Atmosfera lúgubre, escritura que presenta dificultades a resolver por el solista. Un movimiento central dividido en tres secciones. Instantes de intensidad en alternancia con momentos introspectivos. Todo ello fue resuelto por Gurevich con absoluta solvencia. Tuvo nobles recursos interpretativos, total amalgama con Vieu y sus compañeros y alcanzó momentos de excelencia interpretativa. Vieu guió con absoluta perica al grupo, obteniendo de ellos respuestas notables, por lo que ha sido dentro del ciclo de Agosto un gran acierto la inclusión de esta página a la que habrá que hacerle un lugar con mucha más frecuencia en los programas de conciertos.

 

  Pasando luego al repertorio Mendelsohn y  ya con la Orquesta desplegada sobre el escenario, apreciamos una versión muy ajustada de la Obertura “Las Hebridas”, página en la que el compositor evoca sus vivencias de un periplo por esas Islas de Escocia. Hubo momentos de sonido bellísimo, especialmente durante los ataques del sector de Violonchelos y como resultado final puedo decir  que se alcanzó un buen rendimiento del conjunto. Ya entrando de lleno en la versión de la “Italiana”, Vieu guió con mucha enjundia la la Filarmónica, la que creció con el correr de la interpretación, alcanzando en los dos últimos movimientos su mejor nivel. Vieu puso lo mejor de sí en esta versión y la Filarmónica terminó respondiendo a pleno, lo que el público coronó con sostenidos aplausos al final.  El balance del ciclo nos deja el saldo de buenas convocatorias (Vieu, Diego Censabella), muy buenos desempeños solistas de integrantes de la Orquesta, la solvente participación de Fernanda Morello, Enrique Arturo Diemecke en obras en las que es un probadísimo intérprete y un conjunto que de a poco se reencuentra con el maravilloso habito del concierto. Habrá mas cosas en Setiembre de las que informaremos en las redes y que luego serán comentadas por Nosotros al aire y en este blog

 

Donato Decina.

lunes, 23 de agosto de 2021

 

RETORNO TRIUNFAL DE CARLOS CALLEJA AL TEATRO COLON

 

Ciclo de Conciertos en días Domingo del mes de Agosto a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Carlos Calleja. Solista: Darío Schmunck (Tenor). Programa: Obras de Britten y Mozart. 22  de Agosto de 2021.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

  Pasaron 13 años para que el Maestro Carlos Calleja volviera a dirigir orquestas en la sala del Teatro Colón de Buenos Aires. Para que finalmente este retorno se concretara tuvo que ocurrir que quien debía llevar adelante el concierto de la Orquesta Estable del Colón no pudiera hacerse cargo dadas las restricciones en materia sanitaria y de transportes que por la pandemia rigen en Ntro. País (se encuentra en Chile en este momento). Más allá de esta circunstancia debo señalar el acierto de la convocatoria a este notable director y docente y hago votos para que al igual que en este caso se tenga en cuenta a futuro a otros directores nacionales de igual nivel que el Mtro. Calleja y volver a tener en las programaciones un equilibrio en cuanto a conductores nacionales y extranjeros. Este concierto debe ser el punto de partida para ello.

 

  De la programación  inicial se mantuvo la obra para solista y orquesta. En este caso correspondió a “Les Iluminations”, 9 poemas seleccionados  de Arthur Rimbaud  publicados en 1886 bajo ese título musicalizados por Benjamin Britten  cuyo estreno se produjo en 1940. Paradójicamente es en Londres hacia donde el escritor huyó a comienzos de esa década  del siglo XiX en compañía de Paul Verlaine en la cual entre 1873 y 1875 escribe esos poemas. Britten tomará como se ha dicho 9 de ellos manteniendo la lengua original y compondrá esta obra pensando en que puedan ser abordados por voces de registro soprano o tenor, aunque al escucharlos es imposible no darse cuenta de que están pensados para su compañero de vida, el gran Peter Pears. Estos poemas en si e igualmente la obra de Britten son justamente un “Collage” de sensaciones, revelaciones  y recuerdos. Bien vale entonces el título: “Iluminaciones”. El acompañamiento está establecido para grupo de cuerdas junto a la voz del solista. Y a partir de la frase inicial que entona este tras una larga introducción por parte de las cuerdas: “Solo yo poseo la llave de este desfile salvaje”, nos sumergimos en esos nueve números: “Fanfare”, “Villes”, “Phrase”- “Antique”, “Royaute”, “Marine”, “Interlude”, “Being beauteous”, “Parade”, “Depart”. Por allí percibiremos momentos enérgicos, instantes elegíacos, sutiles, descriptivos, de danza, alcanzando un clima introspectivo que termina cautivando al oyente. Las cuerdas fueron dispuestas en semicírculo, al mejor estilo “camerata” con violines, violas y contrabajos de pié y, por supuesto, únicamente los violonchelos sentados. Darío Schmunck fue un extraordinario intérprete. Supo expresar y decir, cualidades estas absolutamente imprescindibles para abordar esta obra. Desplegó matices y emitió en todo momento con absoluta justeza. Tuvo pleno entendimiento  con el grupo instrumental magistralmente dirigido por Calleja, quien contagió a los músicos los que se prodigaron absolutamente en la interpretación.  Pocas veces se ha escuchado en vivo esta obra, pero creo que pudo apreciarse una versión rayana en la perfección. Rara vez he visto a los músicos aplaudir no solo al solista, sino también al Director, lo que habla a las claras del sentimiento que invadió al escenario.

 

  Para completar un concierto magnífico se decidió programar la Sinfonía Nº 41 Kv 551 en Do mayor llamada “Júpiter” de Wolfang Amadeus Mozart. Aquí sorprendió gratamente el hecho que los vientos y metales de la orquesta, quienes por protocolo sanitario deben tocar separados por mamparas, lo hicieran de pié para posibilitar una mejor proyección de sonido. Si tenemos en cuenta que se contó con la presencia de muy buenos atriles (Pishenin, Todorov, De la Vega, Albornoz, Rosón, entre otros) y la visión de Calleja de hacerla con el orgánico justo, acertadísimos “tempi” y sostenido discurso orquestal, no dudo en decir que la versión ofrecida es una de las mejores que yo haya escuchado por Orquesta y Director Argentinos, por lo que ha sido este, sin dudas, el mejor concierto de los escuchados por mi hasta el presente, sin perjuicio de lo que pude apreciar en muy bien nivel la semana anterior, tanto como en los  que pude asistir de la Filarmónica de Buenos Aires. Es muy grato ver cuando hay total comunión entre los intérpretes y que el público responda, en consecuencia, con tantos vítores que los músicos bien ganados los tienen, y esperemos ver a Calleja más seguido en el Colón.

 

Donato Decina

sábado, 21 de agosto de 2021

 

 

 

BUENOS INTERPRETES PARA UN INTERESANTE PROGRAMA

 

Teatro Colón, temporada 2021: Tercera jornada al abono de cuatro conciertos en días Viernes del mes de Agosto a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Diego Censabella. Solistas: Alina Trane (arpa), Javier Dragun (Contrabajo). Programa: Obras de Méndez Bonomi, Debussy, Bottessini/Bolo y Suk . 20 de Agosto de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

Este nuevo concierto de la Filarmónica porteña se caracterizó por la inclusión de dos instrumentos solistas  que menor participación tienen en los abonos habituales de conciertos, aunque justo es decirlo que en la gestión de Enrique Arturo Diemecke al frente de la Filarmónica esa tendencia se ha revertido. Pues bien, el arpa y el contrabajo ocuparon (lógicamente por separado) el centro del escenario para la escucha de tres obras muy gratas al oído de la concurrencia que ocupó en grado sumo el aforo con el que por protocolo sanitario tiene permitida la sala del Colón. Y dos muy buenos solistas hicieron lucir a dichos instrumentos asistidos por un muy buen acompañamiento para ambos

 

 La velada fue asignada a Diego Censabella (será la única vez que menciono esto), portador de ilustre apellido para el Colón. Su desempeño fue muy bueno tanto en las obras que acompañó como para la meramente orquestal que se reservó para el final. La programación estableció el comienzo para el arpa en donde Alina Trane (Segunda solista de la Filarmónica) llevó adelante dos obras muy similares pero compuestas en épocas muy diferentes. Primero  solista y grupo de cuerdas abordaron el Concertino para Arpa y Cuerdas del compositor uruguayo Alvaro Méndez Bonomi. Dejando de lado la obra en si y los merecimientos que pudo tener para que sea programada en este ciclo, resuenan en estos días los reclamos que encabezó la compositora Argentina Alicia Terzian acerca de la ausencia de música argentina en esta programación. Si observamos con atención, más allá de la abundante programación de obras de Astor Piazzolla que merecieron una serie aparte en Marzo pasado , es indudable que la música argentina es la gran ausente, pero no lo es solamente ahora, lo es a mi entender desde hace décadas. Para situarnos más exactamente en el tiempo, yo establezco como punto de partida el momento en que el Maestro Pedro Ignacio Calderón dejo de ser titular de la Filarmónica a finales de 1991. Más allá de desde esa época en adelante se incluyeron obras, algunas de ellas comisionadas,  en la etapa antes mencionada la mayoría de los conciertos se iniciaban con música argentina, salvo en ocasiones en que el programa estaba compuesto solo por la obra principal. Obsérvese que no ha sido de la noche a la mañana, sino que a lo largo de treinta años la creación nacional se vio desplazada. Solo que es de esperar que el reclamo de la Mtra. Terzián no sea solo un grito en el desierto.  En cuanto a la obra de Méndez Bonomi, se trata de una página muy inteligentemente armada que tuvo su estreno en el año 2018. Expresada en forma tonal, con buenas exigencias para la solista quien debe darle color, matices  más el aditamento de saber crear un clima introspectivo junto al grupo de cuerdas. Alina Trane supo plasmar con  creces esas características, tuvo total entendimiento con Censabella y sus compañeros de la Filarmónica  y fue una  obra muy bien recibida por el público. De todas formas, la polémica sigue abierta y en mi caso también quisiera escuchar obras de compositores argentinos, que las hay, incluso para formaciones reducidas como las que la Filarmónica debe emplear actualmente es estas presentaciones.

 

  Luego de la apertura, Trane, Censabella y los Filarmónicos acometieron con las Danzas Sacra y Profana de Claude Debussy. Página que requiere de intérpretes consumados, tuvo en Trane a una muy correcta expositora y a Censabella en un muy buen acompañante que guió al grupo con exquisito sentido del fraseo, del volumen, y del empaste con la solista. Trane mostró solvencia técnica, sonido muy puro y muy buenos momentos interpretativos, dándole el punto justo a ambas páginas. Y si de compositores argentinos se trata, quisiera apreciarla en el Concierto de Ginastera  o en obras más recientes como las de Esteban Benzecry  para las  que le veo plenamente capacitada para hacerlo.

 

  Continuamos luego con el Contrabajo, el otro protagonista de la noche. Y aquí volvió a lucir Javier Dragún en repertorio Bottessini (de quien se celebra este año el bicentenario de su nacimiento). Nacido en 1821, interprete del contrabajo (amén de otros instrumentos), compositor (ya a través de Dragún conocimos justamente trabajos suyos), muy buen Director de Orquesta (baste mencionar que fue el concertador del estreno mundial de un título caro a los sentimientos del Colón y el público argentino todo: “Aida” de Giuseppe Verdi), tuvimos aquí la oportunidad de apreciar ahora su fantasía sobre temas de “Lucia di Lamermoor” de Donizetti, la que en esta oportunidad tuvo orquestación para el acompañamiento de otro notable contrabajista argentino, integrante histórico de la Filarmónica: Carlos Bolo.

 

 Una vez más Dragún fue un notable interprete que supo desplegar sus cualidades al servicio de la obra. Le extrajo a su instrumento gratísimo sonido y tuvo un pleno entendimiento con el Director y el grupo instrumental. La obra en sí es corta pero está bien estructurada, con un final en el que expone la melodía del celebérrimo sexteto,  la que logra conquistar de inmediato al público como quedó evidenciado al culminar la misma.

 

  El concierto finalizó con una muy buena versión de la Serenata para Cuerdas de Josef Suk, en la que Censabella exhibió buenas dotes de concertador, con momentos de buen fraseo, impecable ajuste y respuesta brillante de las cuerdas que estuvieron en alto nivel. Es una obra interesante, valió la pena su rescate, aunque al igual que lo por mi expresado respecto a la presencia de compositores nacionales en los atriles, quisiera ver obras de sumo compromiso en la programación. Las hay.

 

Donato Decina

miércoles, 18 de agosto de 2021

 

 

 

EXCELENTE VERSION DE DIDO Y ENEAS EN EL TEATRO EMIRE

 

Ficha Técnica

Elenco:

 

Dido: Elisa Calvo – Susana Palomeque

 

Eneas: Juan Ignacio Suares – Germán Polon

 

Belinda: Susana Palomeque – Denise Pertusi

 

Segunda dama: Melina Otero – Lorena Venegas

 

Sorceress: Luis De Gyndelfelt – Claudio Rotella

 

Bruja 1: Martina Gioiosa- Carolina Bejar

 

Bruja 2: Mariángeles Notta – Patricia Salamueva

 

Marinero: Pablo Cena - David Reinhart

 

El espíriru: María Laura Weiss

 

Orquesta de la fundación Musizap

 

 

 

CORO DE CORTE:

 

Sopranos: Lena Solesky - Melina Otero - Silvia Beatriz González - Analía Cobas

 

Mezzosoprano: Florencia Corbalán - Aixa Galarza Medina - Lucía Lagos Agüero - Erika Spinelli

 

Tenores: Federico Alcaraz - Claudio Pérez - Pablo Cena

 

Bajos: Gabriel de Dios - David Bautista Camacho

 

 

 

CORO DE BRUJOS:

 

Sopranos: María Paula Larriqueta - Martina Candela Gioiosa - Paola Herrera - Carolina Bejar

 

Mezzosoprano: Mariángeles Notta - Romina Maggi - Elisa Gartner - Patricia Stella Salanueva - Cecilia Mailen Otero - Olivia Dayan

 

Tenores: Andrés Buchwald - Eduardo Bourdieu - David Reinhardt

 

 Bajos: Agustín Aduriz Bravo - Víctor Chávez

 

 

 

 

ACTORES INVITADOS:

 

Febo: Hermes Molaro

 

Venus: Rocío Belén Moragues

 

Coreógrafa- Bailarina: Paula Larriqueta

 

Bailarines: Marineros: Elian Farías – Julián F. Mercado

 

Ninfas: Sabrina Sutelman – Lola Varez

 

Dirección musical: Silvana D’Onofrio

 

Puesta y dirección estética: Silvana D’Onofrio

 

Fotos gentileza de:

Foto+PH @anabella.reggiani

 

Dido y Eneas es una opera sumamente difícil de poner en escena. No solo por  lo que los roles deben interpretr sino por que el estilo, para que sea correcto, es sumamente difícil de lograr.

En este caso se agrega no solo un doble elenco sino también doble coro, cosa poco común.

 

       Es la primera producción completa con orquesta después del inicio de la pandemia que tuvimos la oportunidad de ver en el teatro Empire.

Dido, interpretada por Elisa Calvo, representó el rol con absoluta soltura tanto en lo vocal como en lo actoral.

Belinda también acertó en lo vocal como en lo dramático.

Sin dudas Claudio Rotella, interpretando como bajo el rol de la hechicera, siempre asignado a mezzosoranos, brilló y, dentro de su calidad indiscutible, tuvo una magnifica presentación.

Tanto los roles “secundarios”, aunque considero en lo personal que no existen roles secundarios, cumplieron perfectamente y con solvencia.

La dirección orquestal fue sin duda un ejemplo de estilo, aun con algún pequeño detalle en el violín dos, que no empañó para nada el resultado final.

MUY ajustados los coros, sobretodo los tan difíciles que acompañan a la hechicera.

 

Una voz a tener en cuenta fue la del marinero, Pablo Cena, bien timbrada y bien ajustada.

 

La falta de programas con especificaciones de fechas de cada uno de los elencos impide, en muchos casos, tener en cuenta quienes son los que cantan cada día, hecho que podria solucionarse con una lectura previa del elenco antes de cada función.

También el ballet cumplió con el objetivo asignado y los actores que hacen la presentación a modo de prólogo.

Dido y Eneas surgen de la Eneida, donde la historia de cómo llega Eneas a Cartago se inicia en el capítulo tercero, se desarrolla en el capítulo cuarto, y luego, en el capítulo siete, cuando Eneas desciende al inframundo, se encuentra nuevamente con Dido que, aunque Eneas trata de explicarle sus motivos, ella no puede escucharlo.

 

La puesta en escena estuvo plagada de aciertos en cada uno de los tres actos.

 

En definitiva, una versión digna de verse y que tendrá, por ahora, dos últimas funciones, los días viernes 13 a las 20hs y domingo 22 de Agosto a las 19hs en el mismo teatro Empire.

Es, sin embargo destacar, que el teatro tiene una acústica que potencia las voces con lo que los pianísimos se escucha como pianos, los fortes como fortísimos, esto favorece y a la vez perjudica a las producciones dado que puede resultar complejo transmitir los matices y las intensidades.

Felicitaciones al elenco por un trabajo de alta calidad.

domingo, 15 de agosto de 2021

 

Nueva presentación del ciclo de Abono de la Orquesta Estable en el Colón

 

RESCATANDO PARTITURAS DE UN INJUSTO OLVIDO

Martha CORA ELISEHT

 

            Continuando con su respectivo Ciclo de Abono de conciertos los domingos por la tarde, la Orquesta Estable del Colón ofreció en el día de la fecha un programa de obras inéditas –y otras, que no se representaban en nuestro mayor coliseo desde hacía muchos años- bajo la batuta del Maestro Sebastiano de Filippi, con la participación de la mezzosoprano Guadalupe Barrientos y el organista Matías Sagreras como solistas.

            Se interpretaron las siguientes obras:

-          Obertura de “Die Zwillingsbrüder” (Los hermanos gemelos), D. 647- Franz SCHUBERT (1797-1828)

-          Wesendonck Lieder (Cinco canciones para voz femenina), WWV 91 (texto: Mathilde Wesendonck)-  Richard WAGNER (1813-1883)

-          Suite en Sol mayor para cuerdas y órgano, P 58- Ottorino RESPIGHI (1879-1936)

La mencionada Obertura de Schubert representa un estreno absoluto tanto en el país como en el Colón. Fue estrenada en Viena en 1820 como singspiel (farsa con canto), con libreto de Georg Ernst von Hoffmann y se basa en la historia de dos gemelos –Franz y Friederich-  que son dados por muertos durante la guerra. Al regresar a su pueblo, sus paisanos los confunden y eso pone en peligro el compromiso de uno de los gemelos con la hija del alcalde, que había contraído con anterioridad. Debido a la precariedad del libreto como al refinamiento de su música, cayó en el olvido con el correr del tiempo. Posee reminiscencias de las comedias de Mozart y Rossini, pero con un tinte absolutamente vienés. Esta última característica sonó muy acorde en la interpretación brindada por la orquesta. Por su parte, Sebastiano de Filippi la ejecutó con una precisión y una marcación absolutas.

Después de una larga ausencia de los escenarios locales, las cinco canciones que compuso Wagner entre 1857 y 1858 con letra de Mathilde Wesendonck volvieron a sonar sobre el escenario del Colón. Originalmente fueron compuestas para piano y voz femenina –soprano o mezzosoprano- y posteriormente, orquestadas por Félix Mottl en 1893. Esta versión es la que ha perdurado hasta la actualidad y que ha sido grabada por numerosos intérpretes. Comprende 5 números: Der Engel (El ángell), Stehe still (“¡Detente!” ”Quédate quieto”), Im Treibhaus (En el invernadero), Schmerzen (Dolores) y Träume (Sueños). La tercera se denomina también Studie zu Tristan und Isolde (Estudio sobre “Tristán e Isolda”), porque comienza con la misma música correspondiente al 3° Acto de dicha ópera –de la cual, Mathilde Wesendonck fue su musa inspiradora-, mientras que la última se inicia con la misma música de la Advertencia de Brangäne (“Einsam wachend in der Nacht”). La versión ofrecida por la Estable fue soberbia, con una muy buena profundidad sonora en los momentos de mayor intensidad dramática. En cuanto a la actuación de Guadalupe Barrientos, la mezzosoprano fue escalando de menor a mayor a medida que iba transcurriendo la obra. Poseedora de una voz potente y caudalosa, quizás sonó muy intensa al comienzo, pero fue modulando y endulzando su voz a partir de Stehe still, con excelentes matices en los graves –llegando prácticamente a un susurro en Träume, con una exquisita interpretación- y con amplio dominio en los agudos. El cambio de look le sentó de maravilla –cabello lacio, con corte carré-, al igual que el abordaje del repertorio de lieder. El solo de viola acompañante en Im Treibshaus sonó muy bien y una vez más, la marcación de de Filippi fue perfecta. Al finalizar, el público estalló en aplausos.

La Suite en Sol mayor para órgano y orquesta de cuerdas P 58 es una obra de juventud de Ottorino Respighi, de inspiración barroca y que imita la estructura del concertó grosso italiano. Compuesta en 1905, se estrenó en 1906 y se publicó recién en 1956 (20 años después de la muerte del compositor). No existen registros sobre su interpretación en el país; por lo tanto, también se considera un estreno local. Posee 4 movimientos: Preludio, Aria, Pastorale y Cantico. El primero se inicia con un vibrante allegro en Sol mayor a cargo de las cuerdas para dar paso al órgano en un diálogo perfecto, que recuerda a la música de Bach como al barroco italiano, intercalando ritmos y armonías modernas. Un imponente solo de contrabajo en tono menor abre el Aria para luego, dar paso al órgano y al resto de las cuerdas, a la usanza del aria di Chiesa de Alessandro Stradella. La passacaglia que se escucha en la Pastorale recuerda a Frescobaldi, donde la melodía es iniciada por las violas, seguida por el resto de las cuerdas hasta que finalmente, el órgano entra in crescendo en diálogo con las cuerdas en el tema principal. Por último, el órgano abre el Cantico del 4° movimiento en todos sus matices para que posteriormente, la orquesta entre cuasi al unísono para dar paso al tema principal en cellos y contrabajos, seguido por los violines y violas. El movimiento finaliza con una coda y una capitulación final de las cuerdas in crescendo para fusionarse en un tutti con el órgano, logrando un sonido majestuoso –inspirado en Arcángelo Corelli-.  En la presente versión, Matías Sagreras tocó el órgano desde el palco avant- scène y lo hizo en forma magistral, exaltando los matices del rey de los instrumentos. La precisión y marcación de Sebastiano de Filippi hicieron posible una excelente versión de esta obra, que arrancó numerosos aplausos y vítores hacia el final.

El público se retiró encantado y sorprendido por la calidad de los intérpretes y por escuchar obras inéditas hasta entonces. No sólo ha sido muy bueno innovar en materia de  intérpretes y directores invitados, sino además rescatar del olvido este tipo de composiciones para poder incluirlas en los Ciclos de Abono de las orquestas del Colón. Hay mucho material para investigar y muchas obras injustamente olvidadas para descubrir y apreciar en tiempos de pandemia.

 

 

 

MUY BUENOS INTERPRETES PARA UN EXIGENTE PROGRAMA

 

Teatro Colón, temporada 2021: Ciclo de Conciertos de la Orquesta Estable del Teatro Colón, Director Invitado: Sebastiano De Filippi. Solistas: Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano), Matías Hernán Sagreras (Organo).  Programa: Obras de Schubert, Wagner y Respighi. 15 de Agosto de 2021.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Más allá de la polémica levantada en las redes por la no inclusión de obras de compositores argentinos en los dos ciclos de conciertos programados para el mes de Agosto, lo cierto es que el Teatro Colón ha demostrado ingenio en la formulación de los programas acorde al momento actual y a los protocolos sanitarios en vigencia. Es así que para esta velada de la Orquesta Estable, confiada a Sebastiano De Fillippi (Titular de la orquesta de Cámara del Congreso de la Nación) se tuvo la oportunidad de apreciar un estreno argentino de una composición de Schubert, una obra de Ottorino Respighi de la  que podría al menos tratarse de una primera audición en la sala del Colón y los “Wesendonck Lieder” de Richard Wagner, ausentes por décadas del escenario de la Calle Libertad. En total, una hora de muy buena música, servida de modo superlativo por los intérpretes.

 

  El concierto se inició con la Obertura para el “Singspiel” “Los Hermanos Gemelos” de Franz Schubert. Se trata de una obra que narra el retorno al hogar de dos gemelos del frente de combate, los que estaban dados por muertos , quienes comienzan a vivir diferentes situaciones en donde cambian sus respectivas identidades generando por ello momentos hilarantes. La música es chispeante, con todas las características propias de Schubert y la Estable se fue acomodando con la interpretación a los requerimientos del Director, siendo este trabajo bien recibido por el público y dejando el interés para una futura repetición ya en condiciones normales para los conciertos.

 

    Seguidamente se ofrecieron los ya mencionados “Wesendonck Lieder” de Wagner, en los que intervino como solista vocal la Mezzosoprano Guadalupe Barrientos. Si bien se pudieron percibir algunas pequeñas imprecisiones en la zona de la cuerda grave del conjunto, las mismas se fueron corrigiendo con el correr de la interpretación y ya en las dos últimas canciones (“Dolores” y “Sueños”) se pudo apreciar una interpretación en estilo, bien fraseada por parte de De Filippi y a una solista absolutamente consustanciada con la obra. Barrientos exhibió muy buen timbre, depurada técnica, perfecta emisión y muy buen decir. Notamos en ella un avance respecto a su intervención en “La Canción de la Tierra” de Mahler en la versión Schonberg de apenas un mes y medio atrás. Evidentemente esa participación suya ha sido muy buena plataforma para abordar estos Lieder de la mejor manera.

 

  Para el final pudo escucharse la Suite para Cuerdas y Organo de Ottorino Respighi  raramente ejecutada. Con el concurso de Matías Hernán Sagreras se apreció un trabajo de juventud de este gran músico italiano en donde predomina una influencia barroca, muy bien escrita, con tensiones admirablemente trabajadas. La cuerda de la Estable lució magníficamente amalgamada por el trabajo de De Filippi y una vez más ha sido extraordinaria la respuesta de Matías Hernán Sagreras en el Organo. Hubo total cumplimentación entre el Organista y el grupo y la versión tuvo momentos de absoluta brillantez, siendo muy bien recibida por el público que tributó sostenidos aplausos en el final. Un muy buen concierto con tres probadisimos y sólidos intérpretes y una Orquesta que respondió en muy buena forma.

 

Donato Decina

sábado, 14 de agosto de 2021

 

Muy buena actuación del cellista José Araujo junto a la Filarmónica en el Colón

 

ESO SE LLAMA CALIDAD

Martha CORA ELISEHT

 

            El 2021 es un  año de múltiples acontecimientos: entre otros, se conmemoran el cincuentenario del fallecimiento de Igor Stravinsky y los 75 años de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que ha decidido plegarse a los homenajes rendidos a este gran compositor en todo el mundo. Para ello, en el día de la fecha tuvo lugar el 2° concierto del Ciclo de Abono de la mencionada agrupación –y el cuarto del corriente año- bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke y con la participación del cellista José Araujo, en un programa compuesto por las siguientes obras:

-          Le tombeau de Coupérin- Maurice RAVEL (1875-1937)

-          Concierto n° 2 en Re mayor para cello y orquesta, Op. 101- Joseph HAYDN

(1732-1809)

-          Suite “Pulcinella”- Igor STRAVINSKY (1882-1971)

Tras los habituales anuncios de explicación de las obras por parte de Diemecke, el concierto inició con la mencionada obra de Ravel. Concebida originalmente como una suite de 6 piezas para piano entre 1914 y 1917, el compositor rindió homenaje a François Coupérin y a la música barroca francesa de su tiempo. Posteriormente, realizó una orquestación tomando 4 de las 6 piezas originales que fue estrenada recién en 1919, debido a la participación de Ravel como oficial del ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Cada uno de los 4 números que integran la suite está dedicado a uno de sus amigos; el Preludio (Vif, vivo), al teniente Jacques Chalrot, quien transcribió para piano su obra Ma Mère, l’Oye (Mi Madre, la Oca); la Forlanne (Allegretto), al teniente y pintor vasco Gabriel Deluc –ambos, en Mi menor-, mientras que el tercero (Menuet, Allegro moderato) está escrito en Sol mayor y dedicado a Jean Dreyfus, y el último (Rigaudon,. Assez vif, bastante vivo), a Pierre y Pascal Gaudin, en Do mayor. La Filarmónica ofreció una muy buena versión, caracterizada por la calidad de los solistas y un perfecto equilibrio sonoro. El oboísta Néstor Garrote y el flautista Claudio Barile se lucieron en el contrapunto de estos instrumentos en el segundo movimiento, mientras que el solo de oboe que abre la obra sonó magistralmente, al igual que los instrumentos de cuerdas.

El Concierto n° 2 para cello y orquesta en Re mayor, Op. 101 es una de las obras más bellas para dicho instrumento, pero también posee pasajes sumamente difíciles de abordar. No obstante, es uno de los más ejecutados por los cellistas y su composición data de 1783, cuando Haydn era Kapellmeister en la corte del príncipe Nikoláus Esterházy. Consta de 3 movimientos (Allegro moderato/ Adagio/ Rondó- Allegro) de los cuales, los dos primeros están escritos en forma de sonata y representan al estilo barroco, ya que los pasajes correspondientes al instrumento solista contienen numerosas modulaciones que alternan con los principales motivos. Esto se aprecia más en la capitulación del 1° movimiento (Allegro moderato), donde luego de la variación ofrecida por el solista se cierra con el tema principal. En cambio, posee una melodía nostálgica en el Adagio central, que es interrumpida por algunos pasajes del cello caracterizados por su dificultad técnica, para desembocar en el majestuoso Rondó final –ya correspondiente al clasicismo-. No sólo José Araujo sorprendió al público tocando su parte de memoria, sino que también hizo gala de su magistral fraseo, sorteando las dificultades técnicas con calidad interpretativa. La orquesta supo acompañar al solista en una digna versión de este concierto, tras lo cual se retiró muy aplaudido.

La Suite Pulcinella deriva del ballet homónimo compuesto por Stravinsky en 1920 sobre el personaje originario de la comedia dell’arte de principios del siglo XVIII. En un principio se creyó que había sido compuesto por Giovanni Bautista Pergolesi (1710-1736), pero más adelante se supo que la música pudo haber sido escrita por Domenico Gallo, Carlo Ignazio Monza y Alessandro Parisotti. Sin embargo, fue el director de orquesta Ernst Ansermet quien le sugirió a Stravinsky la composición de la obra en 1919. Si bien Stravinsky no estaba muy convencido al principio, luego cambió de opinión y realizó una orquestación magnífica sobre un tema barroco intercalando ritmos, cadencias y armonías modernas. Está considerada como la primera obra del período neoclásico del compositor, quien toma 8 números de los 21 originales del ballet para componer la mencionada Suite en 1947. Según palabras textuales del propio Stravinsky:

…”Pulcinella fue mi descubrimiento del pasado, la epifanía sobre la cual la totalidad de mi obra tardía se hizo posible”.  Se inicia con una Obertura (Sinfonía) de corte netamente barroco, donde todos y cada uno de los instrumentos poseen variaciones sobre el tema principal, ejerciendo numerosos contrapuntos entre los diferentes grupos. Prosigue con una Serenata donde la flauta y el oboe ejercen un diálogo brillante, mientras que el contrapunto está dado por el contrabajo solista en pizzicato –equivalente a la percusión- y el segundo contrabajo, en continuo junto a los cellos. Seguidamente, el 3° movimiento se divide en tres: Scherzino- Allegretto- Andantino, de carácter jovial y alegre. Le sigue una Tarantella vibrante y una Toccata, para luego desembocar en una Gavota (con due variazioni) a cargo del trombón y el contrabajo –extraordinaria labor de Matías Bisulca y Javier Dragún, respectivamente-.En los dos últimos movimientos (Vivo/ Menuetto- Allegro finale), los instrumentos de viento juegan un rol fundamental –muy buenas actuaciones de Fernando Chiappero (corno), Gabriel La Rocca (fagot) y Fernando Ciancio (trompeta)- para plegarse a las cuerdas, las maderas y el resto de la orquesta hacia el final, que sonó muy bien ajustada y afiatada. Prueba de ello fueron los numerosos aplausos por parte del público.

            Sin lugar a dudas, la Filarmónica está ofreciendo una muy buena temporada en el año de su 75° aniversario, con un repertorio muy bien seleccionado -acorde al contexto de pandemia-, con participación de solistas locales de gran jerarquía y fama internacional. Parafraseando la canción de José Ángel Trelles, eso se llama calidad.

           

           

 

 

domingo, 8 de agosto de 2021

 

Sublime interpretación de Beethoven a cargo de la Estable del Colón

 

MARCA SU NIVEL

Martha CORA ELISEHT

 

            Considerada uno de los mejores organismos sinfónicos del país y próxima a cumplir sus 100 años, la Orquesta Estable del Teatro Colón inició su Ciclo de Abono de cuatro conciertos en el día de la fecha –y el 4° concierto del presente año- con un programa íntegramente compuesto por obras de Ludwig van Beethoven (1770-1827) bajo la dirección de Javier Logioia Orbe, con la participación de Oleg Pishenin como solista.

            El repertorio comprendió las siguientes obras:

-          Concierto en Re mayor para violín y orquesta, Op.61

-          Sinfonía n° 4 en Si bemol mayor, Op.60

Tras los habituales anuncios de bienvenida y cumplimiento de las disposiciones sanitarias vigentes, la concertino Natalia Pishenina hizo su aparición sobre el escenario para la tradicional afinación de instrumentos antes del inicio del concierto. Tras una larga ausencia, Logioia Orbe entró acompañado de Oleg Pishenin, quien ejecutó de memoria el mencionado Concierto de Beethoven –el único que el genio de Bonn compuso para dicho instrumento, estrenado en el Theater an der Wien en 1806-. Consta de 3 movimientos: Allegro ma non troppo (en Re mayor), Larghetto (en Sol mayor) y Rondó/ Allegro (en Re mayor) y dura aproximadamente 45 minutos, donde el solista tiene pasajes de difícil ejecución -cadencias, arpegios y trinos en los registros más agudos- a lo largo de toda la obra. El violinista ruso ofreció una ejecución magistral donde hizo gala de su técnica, destreza e interpretación. Por su parte, la Estable brilló con un sonido absolutamente beethoveniano, donde el diálogo entre la orquesta y el solista estuvo sumamente equilibrado. Tal así fue, que el público estalló en aplausos luego de la interpretación.

La Sinfonía n° 4 en Si bemol mayor es una de las más bellas que Beethoven compuso entre 1806 y 1807. Su estreno se produjo en Marzo de ese último año en un concierto privado en casa del príncipe Franz von Lobkowitz, junto con el Concierto n° 4 para piano y orquesta y la Obertura Coriolano. A diferencia de las sinfonías que llevan números impares, ésta se caracteriza por su imponente fuerza expresiva, que se desarrolla en los cuatro movimientos en los cuales se divide (Adagio- Allegro vivace/ Adagio/ Allegro vivace- Trío- Un poco meno allegro/ Allegro ma non troppo). Tras un breve adagio de aproximadamente dos minutos de duración –algo sombrío y misterioso-, el Allegro vivace del 1° movimiento está escrito en forma de sonata en Si bemol mayor, de carácter alegre y luminoso. Seguidamente, el Adagio –también escrito en forma de sonata- posee una melodía muy bella, tranquila y de mucho lirismo, ejecutada por los primeros violines y posteriormente, se desarrolla un contrapunto con dos soberbios solos de clarinete. La labor desempeñada por Javier Logioia Orbe fue espléndida, logrando una sublime y exquisita interpretación. Puede decirse que la Estable tuvo un brillo y una profundidad sonora pocas veces escuchada en la interpretación de esta sinfonía. Lo mismo sucedió en el Scherzo que caracteriza al 3° movimiento, con un sonido auténticamente genuino. Por último, el Allegro ma non troppo del 4° movimiento también está escrito en forma de sonata, con una exaltación del tema alegre hasta la coda final. La labor de la orquesta en su conjunto fue estupenda y el público agradeció con numerosos aplausos y vítores.

Hacía mucho tiempo que esta cronista no escuchaba una interpretación de semejante calidad de esta sinfonía sobre el escenario del Colón –opinión compartida por algunos de los periodistas especializados que se dieron cita en el día de la fecha-. A juicio de quien escribe, la 4° Sinfonía representa un excelente antidepresivo musical, capaz de levantar el ánimo de aquellos que se encuentran tristes o que están atravesando un momento difícil. Así lo interpretó la Orquesta Estable y como tal sonó, imbuida del espíritu de Beethoven con un altísimo nivel de gran jerarquía.