lunes, 23 de diciembre de 2024

 Cierre del ciclo de la Orquesta de Cámara del Congreso en la Iglesia de Balvanera


UN SITUACIÓN DIFÍCIL EN EL ÁMBITO MÁS APROPIADO

Martha CORA ELISEHT


Con motivo de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la Orquesta de Cámara del

Congreso de la Nación tenía previsto brindar dos conciertos: el primero, el pasado

viernes 20 del corriente en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, y el

segundo, en la Iglesia Nuestra Señora de Balvanera el domingo 22 dentro del Ciclo

“NOVENAS MUSICALES: DISTINTAS NOTAS, UNA SOLA NACIÓN”.

Lamentablemente y, sin mediar explicación alguna, el concierto correspondiente al

viernes 20 fue súbitamente cancelado. Por lo tanto, sólo se realizó el concierto de cierre

de ciclo denominado “PESEBRE CRIOLLO” en la mencionada iglesia el pasado

domingo 22 del corriente bajo la dirección de Francisco Varela como director invitado,

con participación de dos integrantes del conjunto en calidad de solistas: las violinistas

Paula García Presas y Julieta Bril, quienes ofrecieron el siguiente programa:

- Tema y variaciones, Op.97- Aleksandr GLAZUNOV (1865-1936)

- Concierto en Re menor para dos violines y orquesta, BWV 1043- Johann S.

BACH (1685-1750)

- “La Navidad de los Niños”- Niels W. GADE (1817-1890)

- Villancicos Navideños- Mario ROSSI (1933-2024)

- Tres villancicos (arreglo orquestal)- Federico CHLOPECKI (1989)

En los instantes previos al concierto se pudieron apreciar dos cosas: por un lado,

toda la parte técnica perteneciente al Congreso Nacional en materia de cámaras y

grabaciones, que son las que permiten la transmisión simultánea del concierto por

streaming cuando el público asiste a los conciertos en su ámbito natural y también,

poder subir la filmación al canal de YouTube en caso de que el público no pueda asistir.

Esto contrastó con el clima de tensión y preocupación entre los integrantes del

organismo, que se ven forzados a cumplir un horario de 7 horas de lunes a viernes como

si fueran empleados administrativos, lo que resta horas que se podrían aprovechar para

el estudio y perfeccionamiento los días en los cuales, la orquesta no tiene ensayo.

Como se puede apreciar, el programa comprendió dos obras clásicas del repertorio

camarístico antes de pasar al repertorio navideño propiamente dicho. El concierto

comenzó puntualmente con el Tema con variaciones, Op.97 de Glazunov. Se trata de un

tema folklórico ruso escrito originalmente para orquesta de cuerdas en 1895, sobre el

cual se desarrollan una serie de variaciones -no debe confundirse con la Canción de los

remeros del Volga para coro y orquesta, que data de 1918 y, casualmente, lleva el mismo

número de opus-. Se logró una muy buena versión, caracterizada por su profundidad

sonora y buen manejo de tempi por parte del director.

A continuación, Paula García Presas y Julieta Bril tomaron sus puestos para brindar

una muy buena versión del célebre Concierto en Re menor para dos violines y orquesta

BWV 1043 de Bach, compuesto entre 1717 y 1723. Es una de las obras maestras del


barroco y consta de 3 movimientos: Vivace /Largo ma non tanto/ Allegro, cuya

característica principal es el diálogo entre los dos violines, que se hace más notable en el

movimiento central en 12/8, de carácter dulce y lírico, que contrasta con el contrapunto

típico de Bach en los movimientos inicial y final. Un clásico de la agrupación, con un

muy buen desempeño tanto de la orquesta como de las solistas. En este último ítem, se

la apreció más segura a Paula García Presas en el fraseo y a Julieta Bril en los diálogos.

Tras los aplausos, las solistas volvieron a ocupar sus lugares en la orquesta para dar

comienzo al repertorio navideño con una obra del danés Niels Gade: La Navidad de los

Niños, Op.36. Es una suite compuesta en 1859, formada por los siguientes números: Las

campanas de Navidad (Fa mayor), El niño Jesús yace en un pesebre (La mayor), El

árbol de Navidad (La menor), Danza de los niños (Mi mayor) y Buenas noches (Fa

mayor). Mientras que el segundo es un villancico que se canta habitualmente en

Dinamarca para esta época, el tercero posee atisbos de una danza popular de Jutlandia

(Go’ jawten) y el cuarto es un vals. La versión se destacó por su sonido compacto y, a la

vez, solemne. Gustó mucho y fue muy bien recibida por el público, al igual que los

Villancicos Navideños de Mario Rossi. Es una transcripción para orquesta de cuerdas de

los siguientes villancicos: Alegría al mundo, Villancico de las campanas, La primera

Navidad, En un establo oscuro y ¡Oíd! Los ángeles mensajeros cantan, que sonó

magnífica merced al desempeño del director y los músicos. En el Villancico de las

Campanas se lucieron la violista Mercedes Sánchez y el solista guía de segundos

violines Catriel Galván, mientras que, en el último, lo hicieron tanto Galván como el

concertino Pablo Pereira, al igual que en el consabido Alegría al mundo. La dirección

de Francisco Varela fue impecable durante todo el concierto, logrando hermosas

versiones de todas las obras hasta llegar al arreglo sobre Tres villancicos del compositor

y director de orquesta argentino Federico Chlopecki, que comprende los famosísimos

We wish you a Merry Christmas, Jingle bells y Deck the halls. Nada mejor que el

ámbito de una iglesia para interpretar este tipo de repertorio y poner punto final luego

de un cálido y sostenido aplauso por parte del público.

No faltaron los tradicionales diplomas que habitualmente se entregan al director y

los solistas por parte del director de Cultura del Senado de la Nación -Dr. Daniel Abate-

y su par de la Cámara de Diputados -Sra. Andrea Barbieri-, quienes estuvieron

presentes. No obstante, el problema persiste y todavía no se ha dirimido la cuestión. Es

inconcebible que se trate a músicos profesionales -con cargos ganados mediante

concurso en buena ley- obligándolos a cumplir horarios como empleados

administrativos, motivo por el cual han renunciado ya dos integrantes de la orquesta y

quedan cargos vacantes por cubrir. Ojalá que el filo de la motosierra en materia de

recortes presupuestarios no afecte a la mejor orquesta de cámara del país por un

malentendido burocrático.

 



Nuevamente la lente inquieta del Mtro. Arnaldo Colombaroli, capta de manera brillante la vibrante marcación de Keri-Lynn Wilson en el concierto que brindó el pasado Sábado al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón y que Uds. pueden apreciar gracias al Servicio de Prensa del Teatro.


MAGNIFICO CIERRE DE AÑO PARA LA ESTABLE

 

Teatro Colón, temporada 2024. Quinto y último concierto de la serie a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Directora: Keri-Lynn Wilson. Solistas: Alina Traine (Arpa), Jorge de la Vega (Flauta), Montserrat Maldonado (Soprano), Alejandra Malvino (Mezzosoprano), Santiago Ballerini (Tenor), Fernando Rado (Bajo). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez.  Programa: Obras de Mozart y Beethoven. 21 de Diciembre de 2024.

 

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Este concierto de cierre del abono de la Orquesta Estable del Teatro Colón, marcó la reaparición entre nosotros de la maestra canadiense de ascendencia ucraniana Keri-Lynn Wilson recordada por su concertación de Tosca en las funciones de abono de la temporada 2022. Es menester recalcar que la Sra. Wilson ha sido la única intérprete convocada por el Teatro que ratificó desde Marzo de este año por las redes sociales  que vendría al Colón a dirigir este concierto. En medio de cancelaciones, retrasos y elencos incompletos que la anterior gestión legó, debe agradecérsele el mantener su compromiso. Su presencia, el agasajo final que los Maestros de la Estable y los Directivos de le casa le han tributado, es todo un signo de gratitud y es de esperar que su convocatoria se reitere en próximas temporadas.

 

 

  Un momento sorpresivo se vivió en el inicio ya que al ingresar los solistas que interpretarían el Concierto para Arpa y Flauta en Do mayor Kv. 297c/299 de Mozart se divisó la presencia en el escenario de la arpista Alina Traine (integrante de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires). Originalmente el solista anunciado era Ramiro Enriquez de recordado paso por la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata y que hoy se halla radicado en Montevideo (Uruguay). No hubo comunicado de prensa previo, ni cambio en el programa de mano o al menos un suelto dentro del mismo anunciando dicho cambio y lo que es aún peor, un mínimo  anuncio por micrófono como agradecimiento a esta muy buena maestra por salvar la interpretación de la obra. Junto a ella estaba, si, Jorge de la Vega, quien desde un primer momento fue el solista anunciado y que como bien se sabe es el titular en la Estable de esa hilera correspondiente. Esperemos que sea la última ocasión en que se deba señalar una situación harto lamentable.  En cuanto a la versión, si bien el orgánico orquestal pareció un tanto más grande que el que hoy se utiliza para interpretar Mozart, hubo por parte de la maestra Wilson cabal dominio del estilo y total consustanciación con los intérpretes. Si bien Alina Traine exhibió en el comienzo escaso sonido, se fue asentando con el correr del primer movimiento hasta lograr ensamblarse plenamente con Jorge de la Vega, quien una vez más dio sobradas muestras de su calidad interpretativa con bellísimo sonido y exquisita técnica, además de la necesaria cuota de simpatía para atravesar el trance que significa cambiar de compañero para interpretar la obra. Fueron muy buenas las cadencias de cada movimiento donde ahí sí se vio la enorme cumplimentación entre ambos para afrontar una obra tan bella. Los aplausos surgieron de manera espontánea y, como correspondía, hubo “bis” y fue un  magnífico momento de la música incidental para  “L’Arlesiana” de Bizet en versión arpa y flauta que fue un deleite para la concurrencia y un premio a la brillante labor de ambos solistas.

 

  Tras este muy buen inicio vino lo que el público esperaba. Lo que siempre ocurre, cartel de “no hay más localidades” para señalar que el público se llevó las entradas habilitadas por el Colón a la venta. Novena bien hecha, conmueve. Y eso fue lo que ocurrió y ahora se explica el porqué.

 

 Uno de los momentos más difíciles de la novena sinfonía en Re menor, op. 125 “Coral” de Beethoven es su apertura. Arranque en “piano” para ir “In Crescendo” hasta la fortísima irrupción del primer tema principal del movimiento. Las extensas exposiciones, la reaparición de ese primer tema reiterado con suma fuerza con acentuaciones desde el timbal. La Sra. Wilson impuso ”tempi” impecable desde el minuto cero. La Estable acompañó con  estupenda concentración y atenta hasta en los mínimos de talles de marcación. Hubo tensión en donde debía haberla, canto orquestal y bellísimo sonido. Ya en el segundo, en donde la Directora optó no repetir la exposición del tema inicial, se percibió un punto justo de interpretación y hubo deleite en la escucha de la sección central con magníficas intervenciones del propio Jorge de la Vega  en flauta (ahora en su puesto en la Orquesta), Rubén Albornoz en Oboe y, fundamentalmente, Rodolfo Rosón en Corno en uno de los solos de la novena más bellos que se hayan escuchado en mucho tiempo. “Adagio Molto e Cantabile” es la indicación que este gigante de la música le da al tercer movimiento y por cierto hubo canto en su máxima expresión a partir de la tersura de las cuerdas, el puro sonido de las secciones de vientos y, nuevamente, otro muy buen solo de Rosón en el corno.       Finalmente llegamos a la instancia más esperada, luego de la introducción en donde Beethoven  expone  las citas principales de los tres movimientos anteriores y es la aparición del tema que el bajo invocará al comienzo de la parte cantada junto al tema principal que musicalizará la “Oda a la Alegría” de Schiller, lo irá exhibiendo a través de todas las secciones de la Orquesta que se unirán para exponerlo de modo brillante y conmovedor.  Eso es lo que sucedió en el Colón a partir de la firmeza y precisión de conducción de la Sra. Wilson. Tras un comienzo “accidentado” con algunas notas poco gratas, Fernando Radó se fue asentando en la invocación inicial hasta culminarla de modo convincente.  Monserrat Maldonado exhibió timbre acerado y entonación perfecta en su parte, con un gran pasaje agudo en el final de su intervención. Alejandra Malvino con grato timbre y estupendo oficio demostró porqué está a la altura de esta obra y Santiago Ballerini sobresalió en su intervención con un brillante solo junto al coro masculino que revela el gran momento artístico que atraviesa.  El Coro Estable, bajo la Dirección de Miguel Martínez, que a lo largo de la temporada demostró plena solvencia en cada oportunidad en la que participó, cerró de modo brillante la temporada con una intervención verdaderamente monolítica y ajustada a los requerimientos de la Directora de Orquesta.

 

  Una gigantesca ovación con público de pié, como no se veía desde hace varios años a esta parte,  saludó la versión de la Sra. Wilson quien visiblemente agradecida salió  junto a los solistas y al Mtro. Martínez a saludar al público en reiteradas ocasiones. Es un buen momento para señalar que el Colón ha traído en la presente temporada a muy buenas batutas femeninas extranjeras: Marin Alsop junto a la Sinfónica Juvenil Norteamericana y Jean Yves Thibaudet, la participación de la ascendente Beatrice Venezi en  “Turandot” y “Un Ballo in Maschera” y ahora Keri-Lynn Wilson. Ojalá en poco tiempo más sean Ntras. muy buenas conductoras femeninas las que comiencen a participar en los ciclos de abonos principales de la casa. Y vaya el reconocimiento a la Orquesta Estable desde su concertino titular, Freddy Varela Montero hasta el último integrante por este brillante concierto.

 

 

Donato Decina


 


La expresividad gestual de Keri-Lynn Wilson captada de modo inmejorable por el Mtro. Arnaldo Colombaroli en esta fotografía suministrada por el Servicio de Prensa del Teatro Colón.



Antológica versión de la Novena de Beethoven a cargo de la Orquesta Estable del Colón


DOSCIENTOS AÑOS DE GOCE Y PLENA VIGENCIA


Martha CORA ELISEHT


El 7 de Mayo de 1824 se produjo el estreno de la Sinfonía n°9 en Re menor, Op.125

(“Coral”) de Ludwig van Beethoven en el Kärtnertortheater (Teatro de la puerta carintia)

de Viena. Tras 10 años de no realizar apariciones en público debido a su sordera,

Beethoven siguió su sinfonía con la partitura hasta que uno de los músicos lo tomó del

brazo para que pudiera apreciar su éxito. El público lo ovacionó en medio de un sinfín de

aplausos y agitando pañuelos al aire. Su inmensa popularidad radica en que se trata de una

obra universal, que subraya los valores fundamentales del hombre – libertad, igualdad,

fraternidad- dentro del marco de un elemento trascendental: la alegría. Su partitura original

forma parte de la herencia espiritual de la humanidad y se encuentra en el Registro de la

Memoria Mundial de la UNESCO desde 2001, además de ser el Himno oficial de la Unión

Europea.

Con motivo de cumplirse 200 años de su estreno, el Teatro Colón decidió incluir

esta celebérrima obra dentro de un concierto que tuvo lugar el pasado sábado 21 del

corriente donde participaron la Orquesta y el Coro Estables de dicho organismo dirigidos

por Keri-Lynn Wilson y Miguel Martínez respectivamente, con participación de los

siguientes solistas: Jorge de la Vega (flauta), Alina Traine (arpa), Monserrat Maldonado

(soprano), Alejandra Malvino (mezzosoprano), Santiago Ballerini (tenor) y Fernando Radó

(bajo) para ofrecer el siguiente programa:

- Concierto en Do mayor para flauta, arpa y orquesta, K.299/297c- Wolfgang A.

MOZART (1756-1791)

- Sinfonía n°9 en Re menor, Op.125 “Coral”- Ludwig van BEETHOVEN (1770-

1827)

Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Freddy Varela

Montero, los solistas aparecieron sobre el escenario para brindar una hermosa versión del

mencionado concierto de Mozart, compuesto en 1778 durante un viaje desde París hasta la

corte de Guînes. El Duque de Guînes era flautista y su hija, arpista, quien recibía lecciones

de composición por parte de Mozart. Es la única obra que el genio de Salzburgo compuso

para dicho instrumento y consta de tres movimientos: Allegro (Do mayor, 4/4) / Andantino

(Fa mayor, ¾) y Rondó- Allegro (Do mayor, 2/2), que fueron interpretados de manera

exquisita y sublime. Los diálogos entre los solistas y la orquesta durante el 1° movimiento

fueron perfectos, al igual que las 4 variaciones sobre el tema principal en el movimiento

central, antes de ser tomado por los solistas. El rondó- allegro final – escrito en ritmo de

gavota- explora ampliamente los matices del arpa debido a las mejoras que Érard y

Krumpholz habían efectuado sobre el instrumento en aquella época. Por su parte, Keri-

Lynn Wilson hizo gala de su marcación, técnica y precisión en el podio. Luego de su

interpretación, el binomio de la Vega- Traine decidió ofrecer un bis: una transcripción para

flauta y arpa de una parte de la música incidental de La Arlesiana de Bizet, compuesta para


el drama homónimo de Alphonse Daudet, que sonó magistral. Ambos músicos se retiraron

sumamente aplaudidos.

Seguidamente, los integrantes de la Orquesta y del Coro Estables tomaron sus puestos

sobre el escenario para dar comienzo a la Novena Sinfonía. En 1817, la Sociedad

Filarmónica de Londres le encarga a Beethoven la composición de una sinfonía, cuya

fuente de inspiración fue la Oda a la alegría (Ode an der Feude) del poeta alemán

Friedrich von Schiller (1759-1805), compuesto entre 1785 y 1786. El manuscrito de

Schiller llegó a manos de Beethoven en 1793 y, tras leerlo, el genio de Bonn quedó tan

encantado con el texto, que decidió musicalizarlo. No fue nada sencillo debido a su larga

extensión -16 estrofas- y también, a que hasta ese momento nunca se había incluido la

participación de un coro dentro de una sinfonía. Por lo tanto, había que adaptarlo

musicalmente y diferenciarlo del texto original de Schiller. Por dicho motivo, Beethoven

decide llamarlo Ode/Hymn to Joy (Oda/ Himno a la alegría). La composición comenzó en

1818 y lo más difícil fue lograr una introducción musical para poder adaptar

adecuadamente el texto de Schiller.

En una conversación con Anton Schindler -biógrafo y amigo personal del compositor-,

éste narró: “Lo más difícil fue la composición del 4° movimiento, donde la lucha comenzó

como nunca. El objetivo era encontrar de un modo correcto la introducción a la oda de

Schiller, hasta que, un día, Beethoven entró a un cuarto y gritó: “¡Lo tengo! ¡Lo tengo!

Déjenos cantar la oda del inmortal Schiller”. No obstante, Beethoven siguió trabajando

hasta encontrar las palabras con las cuales, el bajo introduce la parte vocal: “O Freude!

Nicht diese Tönne!”. El movimiento es una sinfonía en miniatura dentro de una sinfonía,

debido a su perfecta síntesis entre lo instrumental y lo vocal. La versión ofrecida por la

Orquesta Estable bajo la batuta de Keri-Lynn Wilson fue memorable desde todo punto de

vista: fuste, enjundia, buen empaste y la pasión -ingrediente fundamental del universo y la

interpretación beethovenianas- en el crescendo característico del compositor en los

primeros tres movimientos instrumentales (Allegro/ Molto vivace/ Adagio). En el

movimiento final, con excepción de un traspié de Fernando Radó al comienzo de su aria,

las intervenciones de los solistas fueron magistrales, destacándose Santiago Ballerini por

sobre el resto. El Coro cantó maravillosamente bajo la impecable preparación vocal,

dirección y coordinación de Miguel Martínez. Una de las mejores versiones de esta

famosísima pieza interpretadas por una orquesta argentina, que fue aplaudida

unánimemente de pie a sala llena tras tan excelsa interpretación y un cierre perfecto desde

todo punto de vista, ya que fue una auténtica fiesta para los oídos. El rugido del Colón

volvió a sentirse en toda su plenitud para coronar una versión de antología.

A 200 años de su estreno, la Novena de Beethoven sigue gozando de inmensa

popularidad y plena vigencia y ha sido un broche de oro para el cierre de la presente

temporada en una auténtica noche de Colón.

domingo, 22 de diciembre de 2024

 

CON CRITERIO Y MUY BUEN GUSTO

 

Teatro Argentino de La Plata, temporada 2024. Ballet: “Don Quijote” en tres actos con música de Ludwig Minkus/Wassili Solowjov-Sedoy y coreografía de Viktor Filimonov, basada en el original de Marius Petipa, a partir del episodio “Las Bodas de Camacho” de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra. Intérpretes: Darío Lesnik (Don Quijote), Juan Pablo Caballero (Sancho Panza), Alejandra Baldoni (Tabernera), Nadia Osorio (Kitri/Dulcinea), Miguel Angel Klug (Basilio), Mariela Milano (Mujer de la Calle- Solista en el Bolero), Martín Alvarez Kalbermater (Torero Principal-Solista en el Bolero) Aldana Jiménez (También en Seguidilla)-Jazmín Gude Alonso (Amigas de Kitri), Martín Quintana (Lorenzo, padre de Kitri), Israel Ayala (Camacho), Cecilia Mattioli Zartmann (Gitana Principal-Seguidilla), Valentín Fernández (Gitano Principal), Agustina Gómez Saavedra (Reina de las Dríades), Sol Infer (Cupido-Seguidilla), Alice Inuy, Miguel Moyano, Marcos Becerra, Esteban Schenone (Gitanos), Candela Díaz (Grand Pas-Primera Variación), Nadina Stroker (Grand Pas-Segunda Variación).

Escenografía: Augusto González Ara. Vestuario: Eduardo Caldirola. Iluminación: Esteban Ivanec. Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, Directora: María Fernanda Bianchi. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Diego Censabella . Sala Alberto Ginastera, función del 20 de Diciembre de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

 Siempre actúa como estímulo el presenciar una función de un ballet de las características de “Don Quijote”, la célebre  creación original de  Marius Petipa, con música de Ludwig Minkus basado en el episodio de “Las Bodas de Camacho” del libro del inmortal Miguel de Cervantes Saavedra. En una época tan propicia como el fin de año con sus balances, alegrías y esperanzas, bien vale  la iniciativa del Teatro Argentino de La Plata su programación para el cierre oficial de la Temporada 2024 de la Sala Alberto Ginastera. La historia del Caballero Andante, su escudero, sus delirios y arrebatos sumado a su relación con los demás, bien graficadas por Petipa en sus coreografías , llegó al coliseo platense en una versión de Viktor Filimonov basada en el original antes citado, con un agregado por fuera de la obra en sí y es la inserción de un cuadro de piratas tras la ensoñación que Don Quijote tiene tras el episodio de los molinos de viento, en la taberna en donde se resolverá la trama de la historia, donde el hidalgo de algún modo logra con su intervención que Lorenzo , padre de Kitri, acepte la boda de su hija con Basilio. Este agregado no lleva música de Minkus, sino que se trata de una página compuesta por Wassili Solowjov-Sedov de carácter muy contrastante con la música de Minkus, en donde cuatro piratas  que se encuentran en la taberna amenizan con sus danzas y acrobacias a la concurrencia, tras lo cual se retoma la acción principal. Puede entenderse su inclusión como un recurso para no demorar en demasía el cambio de cuadro, pero más allá de la calidad de sus intérpretes, a los que mencionaré líneas más abajo, el resultado es de dudosa eficacia.

 

  El espectáculo mostró la labor sin fisuras del cuerpo de baile platense, capitaneado desde esta temporada por María Fernanda Bianchi, de los que cabe señalar el derroche de ganas de hacer, frescura y simpatía a lo largo de toda la función, sumado a la formidable respuesta que dio en todas las escenas de conjunto con movimientos pulcros y precisos.

 

  Un grupo de muy buenos bailarines tuvieron su cargo los roles principales, comenzando por quienes tienen responsabilidad en los personajes más actuados que bailados. En ese sentido fueron muy buenas las labores de Darío Lesnik como el protagonista, con movimientos precisos para mostrar la divagación de Don Quijote. Juan Pablo Caballero como un simpatiquísimo Sancho Panza al que lo convirtió en una criatura muy querible. Martín Romano como Lorenzo, padre de Kitri  quien pasa de ser Padre severo a Padre elogiable, Israel Ayala como Camacho, un verdadero “Dueño del lugar” con la típica actitud de no registrar lo que ocurre alrededor suyo, redondeando una muy buena caracterización y María de los Angeles Cataldi como la simpática tabernera que atiende a Don Quijote y su Escudero antes de que partan rumbo a la aventura.

 

 En cuanto a los personajes danzados, iré analizando desde los roles más pequeños hacia los principales.  Las dos variaciones que lleva el célebre Grand Pas del tercer acto encontraron tanto en Candela Díaz (Primera) y Nadina Stroker (segunda) a dos muy buenas exponentes del estilo con gracia en los desplazamientos. Los Piratas a los que hemos hecho referencia líneas arriba fueron magníficamente expuestos por Alice Inuy, Marcos Becerra, Miguel Moyano y Esteban Schenone con agilidad, estupenda técnica, magníficos desplazamientos y soberbia actuación, independientemente de la eficacia o no de la inclusión de ese segmento dentro del espectáculo. Entrando en el magnífico cuadro de la ensoñación de Don Quijote, se apreció un muy buen momento del llamado “Ballet Blanco” en el que lucieron  Agustina Gómez Saavedra, de estupenda prestancia como Reina de las Dríades y Sol Infer descollando como un simpatiquísimo Cupido con una dinámica escénica muy acertada. En éste último caso, en el acto final, Infer lució a pleno en la seguidilla previa a la culminación del Ballet. En el inicio del segundo acto, en la célebre escena del campamento gitano descollaron Valentín Fernández como el Gitano Principal con muy buena técnica y gran soltura escénica y, fundamentalmente, Cecilia Mattioli Zartmann con una entrega total en el personaje de la Gitana Principal, adueñándose con plena autoridad de la escena y mostrando total plasticidad, estupenda técnica y conexión con Fernández en los momentos decisivos del cuadro, por lo que en nada sorprendió que se ganara una de las más altas ovaciones de la noche. También se la pudo apreciar en la seguidilla final, en la que volvió a exponer su calidad interpretativa.

 

 Ingresando ya en el análisis del primer acto encontramos aquí la aparición de los principales intérpretes, encontrando en Aldana Jiménez y Jazmín Gude Alonso a dos muy buenas bailarinas  en los roles de amigas de Kitri. Fueron el complemento ideal para la protagonista con actuaciones convincentes y elegancia en los desplazamientos. En el caso de la primera, lució plenamente en la seguidilla final, la que como quedó dicho líneas arriba contó también con las actuaciones de Sol Infer y Cecilia Mattioli Zartmann . Puntales fundamentales de éste ballet son los personajes de la Mujer de la Calle y el Torero Principal, quienes  llevan adelante un juego de seducción en paralelo al romance de la pareja estelar y aquí encontramos en Mariela Milano y Martín Alvarez Kalbermater a dos muy buenos bailarines con plena conexión, dominio escénico y muy buena técnica, virtudes que repetirían durante el Bolero que integra el acto final.

 

 Llegamos entonces al análisis de la pareja protagónica. Nadia Osorio y Miguel Angel Klug conformaron una muy buena dupla. Se entendieron desde el vamos, tienen plena conexión, dominio escénico, técnica de primer nivel, estupendos desplazamientos, gracia y expresividad en la actuación. El momento del Grand Pas de Deux, lo más  esperado de la función, fue magníficamente expuesto tanto desde lo individual (Klug descolló en los giros y Osorio de la misma forma, sumada a su gracia en el momento del abanico), como en la dupla en sí (las bajadas y la seguridad que Klug le brindó a Osorio durante los giros de ella en el aire). Y para Osorio vaya el reconocimiento para su Dulcinea en el cuadro de la ensoñación en donde se apreció a una exquisita intérprete de “Ballet Blanco”  con suma elegancia y refinamiento técnico.

 

  Todo esto no es posible si no se cuenta con una marco musical acorde y es lo que brindó Diego Censabella al frente de la Estable Platense con su concertino titular, Nicolás Favero, a la cabeza. Buen ajuste, sonido limpio y buenas respuestas en todos los sectores.

  La acción transcurrió en un marco escenográfico excepcional realizado con inteligencia y muy buen gusto por Augusto González Ara, realzado a su vez por la impecable iluminación de Esteban Ivanec, quienes supieron retratar la biblioteca de Don Quijote, la aldea plena de luminosidad, el campamento gitano con el fuego en la noche, el efecto técnico en la pelea de Don Quijote con los molinos de viento, la belleza del marco de la ensoñación y una magnífica realización del interior de la taberna en donde se decidirá el final feliz para la pareja protagónica. Completó este marco el muy buen vestuario de un profesional de los quilates de Eduardo Caldirola, acorde a cada escena de la obra.

 

  Más allá de la reserva que uno pueda tener respecto de la inclusión de la escena pirata, fue un muy buen final de temporada para esta compañía que muestra deseos de superación en cada espectáculo que lleva adelante.

 

 

Donato Decina

viernes, 20 de diciembre de 2024

 


Rocío Agüero y Juan Pablo Ledo, los magníficos protagonistas de "La Bayadera" con la que culmina la muy buena gestión de Mario Galizzi al frente del Ballet Estable del Teatro Colón. Créditos: Prensa Teatro Colón. No se consignó en la gacetilla respectiva la o el autor de la fotografía.


Gran despedida de Mario Galizzi al frente del Ballet Estable con “LA BAYADERA”


CON LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO Y LA


HUMILDAD DE LOS GRANDES


Martha CORA ELISEHT


Así como “GISELLE” marcó el inicio de Mario Galizzi en 2022 como Director

del Ballet Estable del Teatro Colón, el bailarín y coreógrafo argentino -quien será

reemplazado en su cargo por Julio Bocca a partir del año próximo- decidió cerrar su

ciclo con un clásico postergado desde el año pasado: LA BAYADERA, de Ludwig

Minkus (1826-1917) con coreografía de su autoría, basada en la original de Marius

Petipa (1818-1910), con participación del Ballet Estable y la Orquesta Filarmónica de

Buenos Aires, dirigida por Manuel Coves y Ezequiel Silberstein. Las representaciones

tendrán lugar en el Teatro Colón desde el martes 17 hasta el domingo 29 del corriente

inclusive.

La presente producción cuenta con la siguiente ficha técnica: reposición

coreográfica a cargo de Leonardo Cuestas, Natalia Sarraceno y Vagran Ambartsoumian;

supervisión general de Agustina Galizzi, escenografía de Verónica Cámara, vestuario de

Valeria Montagna e iluminación de Rubén Conde.

Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del día miércoles 18 del

corriente, con el siguiente reparto: Rocío Agüero (Nikya), Juan Pablo Ledo (Solor),

Beatriz Boos (Gamzatti), Marcone Fonseca (Gran Brahmán), Igor Gopkalo (Rajá

Dugmanta), Juan Luis Fernández (Fakir Madgavaia), Noemí Szleszinsky (Ayá, esclava

de Gamzatti), Yosmer Carreño (Ídolo de Oro), Alejo Cano Maldonado y David Juárez

(sultanes, amigos de Solor) y el trío formado por Stephanie Kessel (1° variación),

Milagros Niveyro (2° variación) y Laura Domingo (3° variación del Reino de las

sombras). La dirección orquestal estuvo a cargo de Manuel Coves.

Este gran clásico de la danza se programó para dar cierre a la temporada del

Ballet Estable en 2023 con coreografía de Rudolf Nureyev, pero no pudo concretarse

por inconvenientes con derechos de autor y debió ser reemplazado en último momento

por EL CORSARIO. Su origen data de 1877 y Marius Petipa se inspiró en un viaje del

Príncipe de Gales a la India para ambientar su creación coreográfica en dicha tierra

exótica y lujosa. A su vez, el compositor austríaco Ludwig Minkus se inspiró para

componer la música en un libreto escrito por Sergei Júdekov y el propio Petipa basado

en dos dramas del poeta indio Kälidäsa. Contiene todos los ingredientes de un buen

drama: una historia de amor, poder, traición y muerte y el encuentro de las almas de los

enamorados tras la reencarnación en el Reino de las sombras. Por dicho motivo, tuvo un

suceso rotundo desde su estreno en San Petersburgo en ese mismo año y está

considerado un ballet operístico, donde la bayadera Nikya sería la soprano; la princesa

Gamzatti, la mezzosoprano y el sultán y guerrero Solor, el tenor. Ambas mujeres se

disputan el amor de un hombre y la más poderosa decide su venganza mediante la

muerte de la protagonista. Tras el deceso de la bayadera durante el compromiso de Solor


y Gamzatti, el guerrero se encuentra devastado y fuma el opio para aliviar sus penas,

pero la imagen de Nikya aparece en sus alucinaciones y la visita en el Reino de las

sombras. En algunas versiones, Solor despierta y se prepara para su boda en el Gran

Templo, pero la imagen de Nikya y del cesto de flores donde se encuentra la serpiente

que da muerte a la bayadera atormenta a Gamzatti, quien solicita desesperadamente al

Gran Brahmán que adelante el ritual. El templo se derrumba, todos perecen y las almas

de la pareja protagónica se unen en la eternidad. En cambio, en esta versión se omite

esta última escena y los amantes se reconcilian. Poco a poco, el Reino de las sombras se

desvanece mientras ce el telón.

La presente versión cuenta con una escenografía ambientada en la India antigua,

que permite los cambios de escena en los diferentes cuadros en los que se divide el

ballet y vestuario de época, empleándose trajes típicos en los dos primeros actos y tutú

clásico en el pas d’action y el pas de deux entre Solor y Gamzatti del 2° acto y el cuadro

del Reino de las sombras, donde 24 bailarinas vestidas de blanco desarrollan una serie

de arabesques sobre un plano inclinado, motivo por el cual se lo considera como una

joya coreográfica mundial. La excelente iluminación de Rubén Conde completa el resto.

La magnífica tarea de coordinación y sincronización de movimientos por parte

del cuerpo de baile en las escenas de conjunto ha sido una característica de la gestión de

Mario Galizzi al frente del Ballet Estable y se la pudo apreciar en toda la obra.

Particularmente, en dos momentos: la escena de la boda en el palacio del Rajá y en el

Reino de las sombras. Y, al igual que en otras ocasiones, otro acierto de la gestión de

Mario Galizzi es haber incorporado a alumnos de danza del Instituto superior de Arte

para participar en las escenas de conjunto. Merece un párrafo aparte la impresionante

actuación y la plasticidad de movimientos de Juan Luis Fernández como el Fakir, quien

fue una de las revelaciones de la noche, al igual que Luciano García como el conductor

en la escena del Tambor Salvaje en el 2° acto y Yosmer Carreño como el Ídolo de Oro.

Es un bailarín acrobático y se lució en sus pirouhettes y giros. También se destacaron

Stephanie Kessel, Milagros Niveyro y Laura Domingo en sus respectivas variaciones

del Reino de las sombras. Tras una lesión que lo mantuvo ausente por mucho tiempo del

escenario del Colón, Marcone Fonseca retornó como el Gran Brahmán con una

magnífica caracterización de su personaje y demostró sus dotes histriónicas.

En cuanto a los roles principales, de más está resaltar las enormes virtudes de

Jun Pablo Ledo como primer bailarín de la compañía -tuvo que reemplazar en último

momento a una figura internacional de la talla de Kimin Kim-. Cumplió con creces la

difícil tarea brindando un magnífico Solor, con perfecto dominio técnico en las fouettes,

developés y solages en sus variaciones del 2° y 3° acto. Beatriz Boos es una bailarina en

ascenso y le tocó interpretar un rol tan complejo – y protagónico- como el de Gamzatti,

logrando una excelente composición de su personaje. Por su parte, Rocío Agüero brilló

en el rol protagónico dando vida a una emotiva y doliente Nikya, destacándose en todas

sus intervenciones en los tres actos que dura la obra. Es una bailarina- actriz y se lució

en la danza del 2° acto, donde Nikya debe bailar mostrando sus diferentes estados de

ánimo durante la boda de Solor y Gamzatti. Sus fouettes, developées, entrechats y

battiments fueron perfectos. Naturalmente, nada de esto hubiera sido posible si no se

contaba con una batuta de los quilates de Manuel Coves. El reconocido director español

es un experto en ballet que, además de acomodar el tempo al tiempo del bailarín, logró


que la Filarmónica emitiera un sonido brillante. Excelentes los solos de Xavier Inchausti

(violín), José Araujo (violoncello) y Claudio Barile (flauta) en los pasajes

correspondientes.

Ha sido un placer haber contemplado este clásico del ballet -ausente desde 2016

del escenario del Colón, con la sublime interpretación de Ludmila Pagliaro- con una

versión de gran jerarquía y apreciar el excelente trabajo realizado por Mario Galizzi

durante su gestión como director del Ballet Estable en estos últimos dos años. Cuando

alguien culmina su ciclo de manera exitosa, se retira con la satisfacción del deber

cumplido. En este caso, con la humildad y el respeto que caracterizan a los grandes.



EL POETA DEL PIANO SONÓ COMO TAL


Martha CORA ELISEHT


Cuando se hace referencia a Frederic Chopin (1810-1849), inmediatamente se lo

asocia con el piano. No sólo fue un virtuoso y un intérprete que manifestaba a través de

su música el dolor que le producía la ocupación de su Polonia natal bajo el yugo ruso,

sino también un compositor genial. La mayoría de su vasta obra está destinada a dicho

instrumento, motivo por lo cual se lo conoce como “el poeta del piano”. Por ende, los

más importantes y prestigiosos concursos y certámenes internacionales de dicho

instrumento llevan su nombre.

Dentro del Ciclo de Cámara llevado a cabo en el Salón Dorado del Teatro Colón

durante el transcurso del corriente año, el pasado miércoles 18 del corriente tuvo lugar

en dicha sala el último de los recitales de piano a cargo de José Luis Juri formado

íntegramente por obras de Chopin, que se detallan a continuación:

- Nocturno en Do sostenido menor, Op.27 n°1

- Scherzo en si bemol menor, Op.31 n°2

- Berceuse en Re bemol mayor, Op.57

- Barcarola en Fa sostenido mayor, Op.60

- Polonesa Fantasía en La bemol mayor, Op.61

- Balada en Sol menor, Op.23 n°1

- Balada en La bemol mayor, Op.47 n°3

Todas las obras comprendidas en el programa tuvieron un común denominador:

fueron publicadas en vida del compositor e interpretadas con elegancia y precisión, que

fueron las principales características del presente recital. José Luis Juri ofreció una

versión precisa, sutil y netamente romántica desde los primeros compases del Nocturno

en Do sostenido menor, Op.27 n°1, mientras que el célebre Scherzo en Si bemol menor,

Op.31 n°2 sonó romántico y apasionado -quizás, algo más lento en el tempo respecto de

las versiones que una está acostumbrada a escuchar, pero bien marcado-. Lo mismo

sucedió con la Berceuse en Re bemol mayor, Op.57, que data de 1844 y que sonó muy

dulce y precisa desde los primeros compases, pasando por los pasajes de escalas

cromáticas ascendentes y descendentes con perfecto dominio de trinos y arpegios. En

cuanto a la Barcarola en Fa sostenido mayor, Op.60, la interpretación fue exquisita,

sutil y envolvente. Fue compuesta entre 1845 y 1846 e imita las escenas del bel canto

operístico por las filigranas y ornamentación de líneas para mano derecha y

acompañamiento con arpegios en la izquierda. Representa una de las obras más

demandantes del repertorio chopiniano junto con la Polonesa- Fantasía op.61, de gran

complejidad armónica y forma musical intrincada. Precisamente, se denomina así

porque la fantasía es la forma en la que se basa la pieza, pero luego, adquiere matices de

polonesa. En este caso, se escuchó una versión refinada, equilibrada y con muy buen


dominio de tempi (Allegro maestoso- Piú lento) completamente diferente a la escuchada

la semana pasada en el Palacio Paz, donde hubo exceso de uso del pedal.

A continuación, José Luis Juri brindó una bellísima interpretación de las dos

Baladas más célebres que compuso Chopin: la N°1 en Sol menor, op.23 y la N°3 en La

bemol mayor Op.47. La primera fue escrita durante la estadía de Chopin en Viena en

1831 y completada en 1835, cuando el compositor ya se encontraba radicado en París,

mientras que la segunda, en 1841 y fue dedicada a la Princesa de Noailles. Esta última

es la más completa de las 4 baladas que escribió Chopin y posee una serie de

modulaciones (dolce/ mezza voce/ piano/ forte) que permiten aumentar la tensión

mediante una serie de cadencias y arpegios que fueron ejecutados de manera solemne y,

a la vez, romántica. A su vez, la Balada en Sol menor Op.27 n°1 abre con un acorde

napolitano que le brinda cierta majestuosidad antes de pasar al tema principal

(Moderato). Posteriormente, un segundo tema se introduce y sufre una serie de

transformaciones que desembocan en la coda final (Presto con fuoco) donde emerge el

primer acorde. Una obra compleja, que sonó apasionada, precisa, romántica y cuya

intensidad aumentaba a medida que iba transcurriendo el recital. El público estalló en

aplausos y vítores tras cada interpretación y, especialmente, al final, lo que obligó al

pianista a hacer un bis: la Mazurca en La menor, Op.17, n°4, que sonó imbuida del

espíritu chopiniano.

Si bien este recital marcó el cierre del ciclo del Salón Dorado, bien pudo haber

sido el final de CHOPINIANA. Un justo y merecido homenaje al poeta del piano por

uno de los más grandes intérpretes argentinos, que sonó como tal merced a las virtudes

de un especialista en la materia.oda final (Presto con fuoco) donde emerge el

primer acorde. Una obra compleja, que sonó apasionada, precisa, romántica y cuya

intensidad aumentaba a medida que iba transcurriendo el recital. El público estalló en

aplausos y vítores tras cada interpretación y, especialmente, al final, lo que obligó al

pianista a hacer un bis: la Mazurca en La menor, Op.17, n°4, que sonó imbuida del

espíritu chopiniano.

Si bien este recital marcó el cierre del ciclo del Salón Dorado, bien pudo haber

sido el final de CHOPINIANA. Un justo y merecido homenaje al poeta del piano por

uno de los más grandes intérpretes argentinos, que sonó como tal merced a las virtudes

de un especialista en la materia.

martes, 17 de diciembre de 2024

 Muy buena actuación de la Sinfónica Juvenil y el Polifónico en el Auditorio Nacional


UN JUSTO HOMENAJE AL MAESTRO EN SU CENTENARIO

Martha CORA ELISEHT


Con motivo de cumplirse el centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini

(1858-1924), la Dirección Nacional de Organismos Estables decidió sumarse a los

múltiples homenajes que se rindieron a la memoria del genio de Lucca durante el

transcurso del corriente año. Para ello, el pasado domingo 15 del corriente se llevó a

cabo en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento (ex

CCK) una gala lírica donde participaron la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil

“Libertador Gral. San Martín”, dirigida por Federico Sardella; el Coro Nacional de

Niños, bajo la dirección de María Isabel Sanz; el Coro Polifónico Nacional, dirigido por

Antonio Domeneghini y la participación de los siguientes cantantes: Haydée Dabusti,

Jacquelina Livieri, Laura Penchi, Mariana Rodríguez Rial y Gretel Tomas (sopranos),

Fermín Prieto e Iván Maier (tenores) y Alejo Álvarez Castillo (barítono) para ofrecer el

siguiente programa:

- MANON LESCAUT: “Sola, perduta, abbandonata”- Haydée DABUSTI

- LA BOHÈME: “Che gélida manina”- Fermín PRIETO

“Sí, mi chiamano Mimí”- Jacquelina LIVIERI

“Quando me’n vo”- Laura PENCHI

“Dunque é propio finito”- Iván MAIER, Mariana RODRÍGUEZ

RIAL, Laura PENCHI, Alejo ÁLVAREZ CASTILLO

- TOSCA: Te Deum- Coro Polifónico Nacional, Coro Nacional de Niños, Alejo

ÁLVAREZ CASTILLO, Iván MAIER

“E lucevan le stelle”- Fermín PRIETO

“Vissi d’arte”- Mariana RODRÍGUEZ RIAL

- MADAMA BUTTERFLY: Coro a bocca chiusa- Coro Polifónico Nacional

“Un bel di vedremo”- Mariana RODRÍGUEZ RIAL

- LA RONDINE: “Chi il bel sogno di Doretta”- Jacquelina LIVIERI

“Bevo al tuo fresco sorriso”- Jacquelina LIVIERI, Iván MAIER,

Laura PENCHI, Fermín PRIETO

- GIANNI SCHICCHI: “O mio babbino caro”- Gretel TOMAS

- TURANDOT: “Tu, che de gel sei cinta”- Jacquelina LIVIERI

“Nessun dorma”- Fermín PRIETO


Con excepción de sus dos primeras óperas – LE VILLI y EDGAR-, el programa

abarcó prácticamente casi toda la producción operística de Puccini mediante un periplo

cronológico acompañado por proyección de video anunciando las arias, la ópera a la

cual pertenecían y el año de su composición. El espectáculo se presentó sin pausas ni

intervalos y sólo hubo breves interrupciones para permitir la entrada del coro en

aquellas arias que así lo requerían. Pese a que es una orquesta que se dedica


mayormente al repertorio sinfónico, la Libertador Gral. San Martín supo acompañar

perfectamente bien a los cantantes bajo la impecable dirección de Federico Sardella. Su

desempeño sólo se vio opacado por alguna que otra pifia en la entrada de los cornos en

“O mio babbino caro”, donde la juvenil Gretel Tomas hizo su debut como solista en un

recital de ópera, aportando frescura y dinamismo al recital. Fue una de las más

aplaudidas de la noche junto con Jacquelina Livieri, cuyas interpretaciones fueron de

excelencia y representaron el punto más alto de la velada. Se lució en LA RONDINE

junto a Iván Maier y como Liú en la célebre “Tu, che de gel sei cinta” de TURANDOT -

rol que cantó en el Teatro Colón durante el transcurso del corriente año-. Por su parte,

Laura Penchi demostró sus dotes de comediante y soprano ligera encarnando a Musetta

y a Lisette. La soprano Mariana Rodríguez Rial posee una voz lírica de bello color tonal

y tuvo un desempeño correcto en Vissi d’arte y Un bel di vedremo. Particularmente en

esta última, se la escuchó muy justa y se la apreció mejor en el célebre cuarteto del 3°

acto de LA BOHÈME. Y, si bien a Haydée Dabusti le tocó abrir el recital con un aria tan

dramática como “Sola, perduta, abbandonata”, se apreció cierto desgaste vocal y salió

airosa del compromiso merced a su oficio. Además, hubo una incongruencia en la

proyección de video: se mostraba todo el tiempo al mar, cuando el aria donde Manon

Lescaut está a punto de fallecer transcurre en un desierto.

En cuanto a las voces masculinas, Fermín Prieto demostró por qué es uno de los

mejores tenores de la actualidad sobre el escenario del Auditorio Nacional en roles tan

diferentes como Rodolfo (LA BOHÈME), Mario Cavaradossi (TOSCA) y Calaf

(TURANDOT), cerrando el recital con un aria tan célebre y de exigencia vocal como

“Nessun dorma”. Iván Maier se lució como Ruggiero en el cuarteto vocal de LA

RONDINE y se lo escuchó algo más justo en el cuarteto de LA BOHÈME como

Rodolfo. Alejo Álvarez Castillo fue el único barítono en el presente recital y se destacó

como Marcello en el célebre cuarteto de LA BOHÈME -rol que ya cantó durante el

transcurso del corriente año en el Teatro Argentino de La Plata-. Si bien tiene voz

caudalosa y excelentes matices, todavía carece del peso necesario para interpretar un

personaje tan complejo -y siniestro- como Scarpia. El Polifónico se lució en todas las

arias que le tocó interpretar -el mencionado Te Deum de TOSCA y el bellísimo Coro a

bocca chiusa que cierra el 2° Acto de MADAMA BUTTERFLY. Supo acompañar muy

bien a los solistas en la escena del cabaret de LA RONDINE y en NESSUN DORMA.

Al cierre del recital, todos los artistas subieron al escenario a saludar y Federico

Sardella aprovechó la presencia del Coro y solistas para ofrecer como bis la escena final

de TURANDOT (“Gloria a Te”) para finlizar el recital con la última ópera del universo

pucciniano. Una ovación de aplausos puso punto final a la velada en presencia de

artistas y autoridades- Valeria Ambrosio como directora del Centro Cultural, Mariela

Bolatti como directora de la Dirección Nacional de Elencos Estables y Mario Benzecry

como titular de la Orquesta- para cerrar el año Puccini y el presente ciclo de la Sinfónica

Juvenil en su 30° aniversario.

 Muy buena versión de “CARMINA BURANA” en el Colegio Nacional de Buenos Aires


LOCALIDADES AGOTADAS CON ESFUERZO Y TALENTO

Martha CORA ELISEHT


Una de las principales características del mes de Diciembre es que no sólo se

producen los conciertos de cierre de los ciclos de abono de los principales organismos

sinfónicos del país, sino también que proliferan los conciertos sinfónico- corales. En

este caso, el Conservatorio Superior de Música “Astor Piazzolla” y el Colegio Nacional

de Buenos Aires (CNBA) decidieron brindar un concierto que tuvo lugar en el Aula

Magna de esta última casa de estudios el domingo 15 del corriente, que contó con la

cooperación de las siguientes entidades: la Dirección General de Enseñanza Artística

del mencionado Conservatorio, la Asociación Cooperadora “Amadeo Jacques” y el área

de Extensión y Bienestar Estudiantil del colegio.

El programa estuvo formado por la célebre cantata CARMINA BURANA de Carl

Orff (1895-1982), interpretada por el Ensamble de Percusión del Conservatorio Astor

Piazzolla, bajo la dirección de Marina Calzado Linage; el Coro de Cámara “Amadeo

Jacques” y el Coro de alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, dirigidos por

Lucas Echaniz; los pianistas Gonzalo Lizama y Sebastián Jackimzuk, el organista

Leonardo Petroni, los flautistas Lucila Crisman y Julián Solari y los siguientes

cantantes: Victoria Ratto (soprano), Antonio Franconetti (tenor) y Alejandro Spies

(barítono), bajo la dirección general de Javier Escobar.

Junto con El Triunfo de Afrodita y CATULLI CARMINA, CARMINA BURANA

forma parte del tríptico Trionfi y fue compuesta en 1936 sobre poemas y textos de los

siglos XII y XIII encontrados en el monasterio benedictino de Beuern (Baviera,

Alemania) que versan sobre el amor carnal, los placeres terrenales, lo efímero de la

fortuna y la riqueza, el goce de la Naturaleza y los peligros de la bebida, la gula, el

exceso y la lujuria. Como en aquella época se acostumbraba a escribir obras de carácter

religioso, esta serie de escritos medievales representa la más importante y antigua

colección de versos de carácter laico. En 1934, Orff encontró la edición de 1847 de los

CARMINA BURANA (Cantos Profanos) llevada a cabo por Johann Andreas Schmeller y

seleccionó 24 de estos poemas para componer su obra merced a la ayuda del estudiante

de latín y griego Michel Hoffmann, quien organizó el libreto mayoritariamente en latín,

con una pequeña cantidad de texto en alemán medio (bávaro) y francés antiguo. Su

estreno tuvo lugar en la Alte Oper de Frankfurt am Main en 1937 bajo la dirección

musical de Oskar Wälterlin y fue todo un éxito debido a su riqueza rítmica, que se

acomoda a la sencillez de los textos y que permite el lucimiento tanto de la orquesta

como del coro y las voces solistas. Esto se logra mediante abundancia y riqueza en

instrumentos de percusión -tanto en la versión para gran orquesta sinfónica como para

dos pianos y algunos instrumentos de viento-.

La cantata es una obra de carácter cíclico, dividida en 5 secciones: introducción, 3

partes (Primo vere/ In Taberna/ Cour d’amours) y un final, que comienza y culmina con


el mismo tema (“O Fortuna”), donde los 25 números que la integran se ejecutan de

manera attaca (sin interrupción). En este caso y, ante la ausencia de programas de

mano, Javier Escobar invitó al público a escanear el código QR que figuraba en las

puertas de entrada y brindó algunas características de la obra, además de presentar a los

solistas y agradecer tanto a Marina Calzado Linage como a la asociación cooperadora

del Colegio por la adquisición de un segundo piano para la realización del presente

concierto. También agradeció a Leonardo Petroni y a Julia Haberfeld, Matías Pascual y

Alejandro Spies, quienes se desempeñan como organista y profesores del Coro del

Colegio en las cuerdas de sopranos, tenores y barítonos respectivamente.

Ante un Aula Magna completamente atiborrada de público, los conjuntos

instrumental y vocal se destacaron por la muy buena preparación de las voces de ambos

coros y la calidad de sus integrantes. En este caso, el coro de niños fue reemplazado por

el Coro de Alumnos -integrado por voces mucho más jóvenes-, mientras que el Coro de

Cámara “Amadeo Jacques” tuvo a su cargo las partes principales bajo una magnífica

coordinación y dirección de Javier Escobar. La percusión no sonó excedida, sino todo lo

contrario, muy acorde en los números lentos y reemplazando perfectamente el sonido de

algunos instrumentos típicos de la versión para orquesta sinfónica (como, por ejemplo,

la trompeta). En Cour d’amours (La Corte del amor), las flautas sonaron perfectas en

sus solos y se destacó la soprano Victoria Ratto por los matices de su voz en los pasajes

más agudos (In trutina/ Dulcissime), al igual que Alejandro Spies en todas sus

intervenciones como solista (Omnia sol temperat/ Estuans interius/ Dies, nox et Omnia/

Circa mea pectora) y junto a la soprano (Tempus est jocundum). El tenor Antonio

Franconetti tuvo un correcto desempeño desde lo vocal en el aria del cisne asado (Olim

lacus colueram), aunque sonó algo justo. Tras una magnífica interpretación, el auditorio

estalló en aplausos y vítores hasta tal punto, que los artistas tuvieron que hacer un bis:

una muy buena versión del motete Ave Verum Corpus de Mozart, que también fue muy

aplaudida. Una muy buena manera de culminar el año mediante una perfecta

combinación de talento y esfuerzo para poner el cartel de “LOCALIDADES

AGOTADAS” en un ámbito muy apto para este tipo de obras.

domingo, 15 de diciembre de 2024

 Estupendo concierto de cierre de temporada de la Sinfónica Municipal de 3 de Febrero


ORGULLO BONAERENSE POR PARTIDA DOBLE


Martha CORA ELISEHT


Fundada en 1986, la Orquesta Sinfónica Municipal de 3 de Febrero ostenta el

privilegio de ser el primer elenco estable de dicho municipio del Gran Buenos Aires,

cuyas interpretaciones se caracterizan por ser de alta calidad y por tener músicos de

primer nivel entre sus integrantes. Se ha presentado en los escenarios más importantes

del ámbito del Área Metropolitana de Buenos Aires (Teatro Colón, Bolsa de Comercio

de Buenos Aires, Basílica de Lourdes, Teatro Paramount de Caseros, Usina del Arte,

Centro Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento -ex CCK- y Facultad de Derecho de la

UBA, entre otros) y decidió cerrar su ciclo de conciertos 2024 en su sede habitual -

Teatro Paramount de Caseros- el pasado sábado 14 del corriente con la presencia del

violoncelista Siro Bellisomi en calidad de solista y dos directores: su titular -Ezequiel

Fautario- y Nicolás Castillo en calidad de invitado para brindar el siguiente programa:

- Concierto n°1 para violoncello y orquesta en La menor, Op.33- Camille SAINT-

SAËNS (1835-1921)

- Sinfonía n°8 en Mi menor, Op.48- Kurt ATTERBERG (1887-1974)

Previamente al inicio del concierto- que comenzó puntualmente-, Ezequiel Fautario

se dirigió al público provisto de un micrófono para anunciar las obras y agradecer no

solamente a las autoridades municipales, sino también al público y a todo el equipo

técnico por el apoyo brindado durante el transcurso del corriente año para la realización

de la temporada.

Si bien los conciertos para instrumento solista y orquesta suelen ocupar el segundo

lugar en los programas habituales de concierto, en esta ocasión, Ezequiel Fautario y Siro

Bellisomi se presentaron sobre el escenario para dar comienzo con una magnífica

versión del Concierto n°1 en La menor para violoncello y orquesta, Op.33 de Saint-

Saëns. Fue compuesto en 1872 y dedicado a Auguste Tolbecque, descendiente de una

prestigiosa familia de músicos franceses que luchaba por intensificar las virtudes del

violoncello. En aquella época, el violín y el piano eran los instrumentos solistas por

excelencia en Francia y sólo se representaban obras de compositores locales ancianos o

muertos. Por lo tanto, su estreno – ocurrido en el conservatorio de París en 1873 con la

presencia de Tolbecque como solista- ayudó a mejorar la reputación de Saint- Saëns

como compositor, ya que era considerado como “modernista y profeta de Wagner”. La

obra no sólo fue muy bien recibida desde su estreno, sino también considerada como

“un concierto donde el instrumento solista demuestra todo su registro sin la menor

dificultad de penetrar a la orquesta”. En vez de estructurarlo en 3 movimientos, su

autor lo escribió en un solo movimiento en forma de sonata, dividido en 3 secciones:

Allegro non troppo/ Allegretto con molto/ Tempo primo, donde luego de un breve acorde

orquestal, el violoncello toma la melodía principal compuesta sobre una base de

tresillos. Posteriormente, la orquesta y el solista comienzan un juego de pregunta y


repuesta subrayando el discurso melódico mediante un juego de dobles cuerdas en el

instrumento solista y un tempo cada vez más rápido, mientras que el movimiento central

tiene la forma de un minuetto lírico delicado, que se entrelaza con la orquesta en una

melodía majestuosa y turbulenta. Cuando el violoncello entra solo, el resto de la

orquesta forma como una caja de música que realza el sonido del instrumento y sus

cadencias. El final comienza con los tresillos de la primera sección a cargo de la

orquesta, mientras el violoncello ejecuta una serie de síncopas donde el ritmo suena a

modo de sarabanda. Mediante una serie de pasajes de extrema dificultad técnica que

permiten explorar los matices del instrumento y el virtuosismo del solista en un rondó,

los tresillos del tema inicial desembocan en una coda que regresa a la tonalidad inicial

para dar fin al concierto. Sería una redundancia mencionar el curriculum y la calidad

interpretativa de Siro Bellisomi, quien una vez más demostró con creces su virtuosismo

sobre el escenario brindando una memorable versión. La orquesta supo acompañarlo

muy bien y tanto el director como el solista se retiraron sumamente aplaudidos tras su

interpretación.

Independientemente de haber sido un compositor muy prolífico, Kurt Atterberg fue

una figura fundamental en la vida musical de Suecia. Fue uno de los fundadores de la

Asociación de Compositores Suecos, crítico musical del periódico Stockholmstidende y

líder de la Academia Sueca de Música entre los años 1940 a 1950. En esa época, la

Academia tenía el control sobre las colecciones estatales, la música eclesiástica y

disponía de los fondos del Estado para otorgar becas para intérpretes y compositores.

Por lo tanto, se lo acusó de otorgar favoritismo hacia aquellos cuya música era de su

agrado. Unido esto a su vinculación con músicos y compositores alemanes antes y

durante el nazismo, fue condenado al ostracismo y su música cayó en el olvido. Su

estilo es clasicista nacional con marcada influencia del folklore sueco, característica

prevalente en el título de su 8° Sinfonía en Mi menor, Op.48 (“På Svenska Folkmotiv” /

De los motivos folklóricos suecos). Fue compuesta en 1944 y su estreno tuvo lugar en

Helsinki en Febrero de 1945, donde Atterberg recibió un telegrama de felicitación de

parte de Jan Sibelius tras su interpretación. Consta de 4 movimientos: Largo/ Adagio/

Scherzo. Molto vivo y Con moto. Allegro, cada uno de los cuales se estructura en base a

canciones folklóricas suecas. Con respecto de la utilización de motivos folklóricos en

una sinfonía, el compositor escribe lo siguiente en un artículo publicado en 1950: “Por

ello, mi sinfonía es en esencia sencilla y la construcción de sus movimientos sigue de un

modo bastante estricto las formas sinfónicas tradicionales”. Luego de una sombría

introducción, el 1° movimiento (Largo) se basa en una canción folclórica llamada el

canto del caballero, donde el tema principal es presentado por la flauta y el clarinete

con un motivo rítmico ascendente, seguido por un segundo tema de carácter lírico

introducido por los violoncelos. El desarrollo consiste en una repetición secuencial

variada de los temas hasta llegar a su clímax hasta terminar con la interpretación

solemne del tema principal. Tras una corta introducción, el Adagio posee un bellísimo

tema principal de carácter nostálgico a cargo del corno inglés -brillante interpretación de

la solista-. Se trata de un canto popular del Gästrikland -región histórica de la costa este

de Suecia- que se entrelaza con otra canción popular del Medelpad - región histórica del

norte de Suecia- en la parte central del movimiento. El tema está interpretado de

manera camarística por los principales solistas de instrumentos de cuerdas (violoncello,

viola, primeros y segundos violines) en un bellísimo contrapunto con las maderas hasta


lograr un desarrollo netamente sinfónico del primer tema en la parte final. El Scherzo.

Molto vivo se basa en dos temas folklóricos: uno, más alegre (Vara vem det vara vill/ Sé

lo que quieras ser) y otro, más rudo, de la isla de Öland más un tercero (Siete hermosas

chicas en un anillo) de carácter melódico. Por último, el movimiento final (Con moto.

Allegro) emplea como tema principal la canción Jag vill väl hos dig gästa (Deseo

visitarte), tema vigoroso presentado luego de una brillante fanfarria a cargo de los

metales. El movimiento está estructurado en forma de rondó alternando con secciones

más melódicas y, al igual que Carl Nielsen, Atterberg también emplea coros de

instrumentos en el desarrollo, pero manteniendo la misma tonalidad. Hacia el final, el

tema es interpretado de una forma más lenta y solemne por el metal. La versión ofrecida

por Nicolás Castillo fue brillante, con una soberbia marcación de tempi, entradas muy

precisa y un sonido típicamente escandinavo. El público respondió con un aplauso

cálido y sostenido tras su interpretación. Continuación, Ezequiel Fautario tomó

nuevamente la batuta para culminar el año con un bis: un arreglo monumental sobre

temas navideños típicos de Eliel Garberi, que sonó magistral para dar el cierre perfecto

al concierto final de la temporada como un broche de oro.

Es una lástima que estas obras no se interpreten más a menudo por parte de las

orquestas sinfónicas más importantes del país y que los cronistas que cubren este tipo de

conciertos sean tan pocos. Sería conveniente repetir este repertorio en alguna sala de

conciertos de mayor envergadura para que las orquestas sinfónicas pertenecientes a los

municipios del AMBA tengan mayor difusión y poder acceder a premios otorgados por

diferentes entidades. El orgullo bonaerense tiene su prestigio ya bien ganado y, en este

caso, por partida doble.

 


Momento de pasajes sinfónico-corales durante la interpretación del "Requiem de Guerra" Op. 66 de Benjamín Brtitten con la Orquesta Sifónica Nacional y el Coro Polifónico Nacional junto a la sólida conducción del Maestro Emmanuel Siffert captado por la cámara de Martha Cora Eliseht.


UN FINAL INMEJORABLE

 

Orquesta Sinfónica Nacional: Concierto de cierre de la temporada 2024, Director: Emmanuel Siffert. Solistas: Mónica Ferracani (Soprano), Ricardo González Dorrego (Tenor), Víctor Torres (Baritono), Gretel Thomas (Voz Infantil). Participación del Coro Polifónico Nacional, Director: Antonio Domeneghini y del Coro Nacional de Niños, Directora: María Isabel Sanz. Programa: Obras de Debussy y Britten. Auditorio Nacional, 13 de Diciembre de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Y continúan los cierres de temporada 2024, en este caso, los correspondientes a algunos organismos pertenecientes a la Dirección Nacional de Elencos Estables como lo son la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Polifónico Nacional y el Coro Nacional de Niños. La Dirección estuvo confiada al principal director de orquesta invitado de esta temporada, Emmanuel Siffert .

 

  Dos obras opuestas entre sí monopolizaron la programación de este concierto. En primer lugar pudo apreciarse la poco frecuentada “Salut Printemps” de Claude Debussy, autor también del texto, basado en un poema de Anatole de Segur, para coro de mujeres con una breve  intervención solista de soprano y pequeña orquesta. En esta oportunidad fue ofrecida en versión con coro de niños y una voz infantil solista. Exaltación de la felicidad y la belleza, tiene una maravillosa línea melódica y  muy delicada orquestación. Siffert logró exponer todas estas características mencionadas, contando además con la inestimable colaboración del Coro Nacional de Niños, impecablemente preparado por María Isabel Sanz, el que exhibió emisión homogénea, afinación perfecta, amalgama sonora y ataques precisos. Párrafo aparte para la breve pero estupenda intervención solista de la niña Gretel Thomas quién muy bien guiada por sus padres (reconocidos intérpretes de Ntro. Medio) sabe ya lo que es plantarse frente al público, cantar con magnífica soltura y revelarse portadora de un bellísimo timbre vocal. Este brevísimo momento sirvió como un grato bálsamo antes de la fortísima obra que sobrevendría a continuación.

 

      El “Requiem de Guerra”, Op. 66 de Benjamin Britten surge como consecuencia del encargo al compositor para la reapertura de la Catedral de Coventry, severamente dañada por los ataques alemanes a las Islas Británicas durante la segunda guerra mundial. Sabido es que Brtitten mantuvo una férrea actitud anti belicista y que junto a su pareja, el tenor Peter Pears, al estallar la contienda decidieron partir a Canada primero y a Estados Unidos luego para evitar la convocatoria al frente de batalla. Tras la guerra sobrevino el regreso y con ello el inicio de un fecundísimo período creativo en el que vio la luz, entre otras, esta obra. Consta de los números del ordinario tradicional para difuntos:”Requiem et Kyrie”, “Dies Irae”, “Ofertorium”, “Sanctus”, “Agnus Dei” y “Libera Me” con los textos en latín entonados por la soprano y los coros a los que intercala poemas de Wilfred Owen en lengua inglesa interpretados por tenor y barítono, los que describen las luchas mantenidas, la inutilidad del conflicto, flota en el aire la crítica hacia los líderes por no solucionar las diferencias y tras  el final, el reconocerse rivales, decir cada uno lo suyo y comenzar juntos el arduo camino de la reconciliación. Britten emplea una gran orquesta sinfónica con todos los cánones y el lenguaje del post-romanticísmo, mientras que un conjunto de cámara alterna con la formación principal en diferentes pasajes de la obra. Un coro de mayores y otro de niños intervienen también. En el caso de los últimos lo hacen creando un efecto “Celestial”. Momentos reflexivos se alternan con pasajes de una ·violencia sonora” que no deja indiferente a oyente alguno. Instantes de una energía arrolladora se hacen presentes, fundamentalmente a través de fanfarrias y de pleno uso de los instrumentos de percusión. Puede reconocerse en muchísimos pasajes  la esencia de la música inglesa, exaltada por Britten como pocas veces.

 

   La versión ofrecida por Siffert estuvo a la altura de las muy buenas labores ofrecidas por las orquestas de Ntro. medio, las dos del gran Maestro Stuart Bedford (colaborador habitual del compositor) junto a la Filarmónica de Buenos Aires, la del Maestro Pedro Ignacio Calderon al frente de la Sinfónica Nacional y la realizada por Guillermo Scarabino en el Teatro Colón. Tuvo por parte del Mtro. Sieffert  cabal comprensión de la partitura,  total control del conjunto en los pasajes de bravura, plena conexión con los solistas y las masas corales e instantes de suprema sutileza. El color exhibido en el número final en donde se amalgaman  todas las fuerzas intervinientes fue sencillamente formidable. Brillante desempeño del Coro Polifónico Nacional con la guía de Antonio Domeneghini, preciso en todos los ataques y absolutamente seguro en cada intervención. También una vez más, el Coro Nacional de Niños bajo la guía de María Isabel Sanz repitió otra magnífica intervención y en la faz solista, tres desempeños rutilantes, los de Mónica Ferracani, Ricardo González Dorrego y Víctor Torres con soberbia línea canora, saber en el decir y expresividad intachable.

 Superados algunos tropiezos que meses atrás impidieron su realización, esta obra llegó para mostrar la calidad de estos tres elencos estables. Hubo funcionarios presentes que serán los responsables de que el alto nivel de todos los conjuntos oficiales  no decaiga.

 

 

Donato Decina



sábado, 14 de diciembre de 2024

 Muy buen recital del pianista austríaco Ingolf Wunder en el Palacio Paz


PASIÓN Y ENTREGA COMO INGREDIENTES


FUNDAMENTALES


Martha CORA ELISEHT


En el penúltimo de los conciertos dentro del Festival CHOPINIANA 2024 que

se desarrolla en el Palacio Paz, el pasado miércoles 11 del corriente se presentó el

pianista austro- suizo Ingolf Wunder, quien interpretó el siguiente programa:

- Preludio de la libertad

- Vals a la luz de la luna

- Fantasía Atlántida

- Meditación Mediterránea- Ingolf WUNDER (1985)

- Sonata en Do sostenido menor, Op.27, n°2 (“Claro de Luna”)- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

- Nocturno en Do sostenido menor, Op. Póstumo

- Nocturno en Mi bemol mayor, Op.55, n°2

- Fantasía Impromptu en Do sostenido menor, Op.66

- Polonesa Fantasía en La bemol mayor, Op.64- Frederic CHOPIN (1810-1849)


No es la primera vez que este talentoso pianista visita la Argentina, sino que se

presentó en el Festival CHOPINIANA en dos ocasiones. Esta vez, lo hizo en su doble

calidad de intérprete y compositor, ya que en su extenso curriculum figuran estudios de

perfeccionamiento en la Universidad de Música y Artes Escénicas de Viena (Universität

für Musik und darstellende Kunst aus Wien) y diplomado en dirección orquestal. Su

estilo es apasionado y virtuoso, con una pulsación y digitación magníficas y su entrega

hacia la música es total, aunque tiende a usar el pedal en exceso -según opinión de quien

escribe-. Este último ítem fue señalado por varios pianistas presentes en la sala.

La primera parte del recital estuvo compuesta por cuatro de sus obras, de buena

línea melódica y estilo impresionista, con uso de escala diatónica para lograr la

característica típica del impresionismo musical en los glissandi. Mientras el Preludio de

la libertad sorprendió por su belleza melódica y su profundidad sonora, el Vals a la luz

de la luna posee pasajes donde el ritmo de ¾ típico se distorsiona mediante una serie de

variaciones; luego, retoma la melodía original cerrando con una recapitulación brillante.

A diferencia de las anteriores, la Fantasía Atlántida está escrita en tono menor y en su

desarrollo se intercala una melodía con reminiscencias españolas. Por último, la

Meditación Mediterránea abre con una serie de glissandi que brindan un efecto onírico

y, asimismo, geográfico. El desarrollo incluye una serie de pasajes de gran dificultad

técnica, que fueron resueltos de manera eficaz y con gran virtuosismo, lo que valió el

aplauso del público.


Si bien la celebérrima Claro de Luna estaba incluida en la primera parte del

programa, Wunder decidió hacer una modificación en el orden y, por dicho motivo, la

tocó en la apertura de la segunda parte del concierto. Dedicada a Giulietta Guicciardi -

quien fuera alumna de Beethoven-, fue compuesta en 1801 y, junto con la otra sonta

publicada en el Op.27, publicada en 1802. Tras la muerte de Beethoven, el crítico

alemán Ludwig Rellstab la apodó “Claro de Luna” en 1832 por relacionar el 1°

movimiento de la sonata con el claro de luna reflejado en las aguas del lago de Lucerna.

Representa una de las obras más populares y difundidas del genio de Bonn junto con las

Sinfonías n°5 y 9 y la bagatela para piano Para Elisa. Consta de 3 movimientos: Adagio

sostenuto (Do sostenido menor, 2/2), Allegretto (Re bemol mayor, ¾) y Presto agitato

(Do sostenido menor, 4/4) y, en este caso, si bien la interpretación del 1° fue correcta, se

apreció la tendencia del pianista de usar excesivamente el pedal en el 2° y 3°

movimientos, lo que le jugó en contra por la reverberación producida por el

revestimiento de mármol de la sala. Precisamente, en este último movimiento se

apreciaron numerosos errores y sufrió un traspié que fue subsanado rápidamente, pero

se notó. Le fue algo mejor en la interpretación de los dos nocturnos de Chopin, que

sonaron precisos y algo más románticos, pero no sucedió lo mismo con otra obra tan

famosa como la Fantasía Impromptu en Do sostenido menor, Op.66, donde se lo apreció

muy seguro en el Allegro agitato inicial, pero hubo exceso de pedal en el moderato

cantábile central antes de pasar al presto final. En cuanto a la Polonesa Fantasía en La

bemol mayor, Op.61, Wunder se lució por ser una obra de gran complejidad armónica,

que se escuchó muy correcta desde la métrica y desde el punto de vista técnico. No

obstante, sonó algo excesiva a oídos de esta cronista; precisamente, por su tendencia a

usar el pedal en forma exagerada.

Si bien se retiró aplaudido, en esta ocasión no hubo bises. Un buen recital y un

hermoso programa que permite el lucimiento de un virtuoso, pero que opacó la labor del

intérprete. Un festival con grandes pianistas y numerosos contrastes.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

 


"El Campo de los Caídos", tal vez el momento mas conmovedor de "Alexander Nevsky" de Serguei Prokofieff- Alejandra Malvino, Mario Benzecry, La Libertador General San Martín y los Coros en el Auditorio Nacional.. Fotografía de la Autora de éste comentario.


Excelente actuación de la Orquesta Sinfónica Juvenil en el Auditorio Nacional


CON TALENTO, AHÍNCO Y ESPÍRITU JUVENIL


Martha CORA ELISEHT


A medida que va concluyendo el año, la mayor parte de los organismos

sinfónicos van cerrando sus ciclos con obras sinfónico- corales o piezas en calidad de

estreno local y/o primera representación en el país. Algo que la Orquesta Sinfónica

Nacional Juvenil “Libertador Gral. San Martín” ha tenido muy en cuenta en el concierto

ofrecido el pasado domingo 8 del corriente en el Auditorio Nacional del Palacio

Domingo Faustino Sarmiento (ex CCK), donde actuaron el Coro de la agrupación

LAGUN ONAK y el Coro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos

Aires -ambos dirigidos por Miguel Ángel Pesce-; el Coro Polifónico Nacional

Evangélico, bajo la dirección de Constanza Bongarrá y los siguientes cantantes:

Jacquelina Livieri y Mercedes Barel Ledri (sopranos), Alejandra Malvino (contralto) y

Fermín Prieto (tenor) dirigidos por Mario Benzecry.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Gloria en Re mayor, RV 589- Antonio VIVALDI (1678-1741)

- Cantata Siete son Siete, Op.30 (estreno local) Sergei PROKOFIEV (1891-1953)

- Cantata Alexander Nevsky, Op.78- Sergei PROKOFIEV (1891-1953)

Previamente a la tradicional afinación de instrumentos, Mario Benzecry se dirigió al

público provisto de un micrófono para anunciar las obras, presentar a los coros

invitados y realizar una breve reseña sobre las mismas.

De los numerosos Gloria compuestos por Vivaldi, el RV 589 en Re mayor es el más

conocido e interpretado. Fue compuesto en 1713 y forma parte de Los manuscritos de

Torino -compendio que abarca más de 300 piezas del prete rosso-. Su partitura estuvo

perdida durante 200 años y, afortunadamente, pudo recuperarse, junto con el RV 588.

Consta de 11 o 12 números (dependiendo si el 4° y 5° son contados como uno o por

separado), que se detallan a continuación:


1. Gloria in excelsis Deo [allegro] (Coro)

2. Et in terra pax hominibus [andante] (Coro)

3. Laudamus te [allegro] (Sopranos I y II)

4. Gratias agimus tibi [adagio] (Coro)

5. Propter magnam gloriam [allegro] (Coro)

6. Domine Deus [largo] (Soprano)

7. Domine Fili Unigenite [allegro] (Coro)

8. Domine Deus, Agnus Dei [adagio] (Contralto y coro)

9. Qui tollis peccata mundi [adagio] (Coro)

10. Qui sedes ad dexteram Patris [allegro] (Contralto)

11. Quoniam tu solus sanctus [allegro] (Coro)

12. Cum Sancto Spiritu [allegro] (Coro)


Debido a que hoy en día se prefiere que la música barroca se interprete con

instrumentos de época, resultó un tanto raro a oídos de quien escribe una interpretación

de esta celebérrima obra con instrumentos modernos. No obstante, tanto los solistas de

trompeta y oboe tuvieron una destacadísima actuación acompañando al conjunto de

cámara, al igual que la muy buena compaginación de los coros en el Gloria in excelsis

Deo. Sin embargo, hubo algunos desacoples y entradas a destiempo en uno de los coros

intervinientes en el Et in terra pax hominibus. Seguidamente, Jacquelina Livieri y

Mercedes Barel Ledri hicieron gala de su fraseo, maestría y línea de canto en el

Laudamus Te. La soprano rosarina se lució en el Dominus Deo, al igual que Alejandra

Malvino en Qui sedes ad dexteram Patris. Los coros fueron afianzándose a medida que

transcurría la obra y se los apreció sonando mucho más compactos en el canon a 4

voces del número final (Cum Sancto Spiritu). La labor de los intérpretes se vio coronada

por numerosos aplausos al final.

Tras los sucesos de la Revolución de Octubre de 1917 que culminaron con el

derrocamiento del Zar Nicolás II de Rusia, Prokofiev compone una cantata para tenor

solista, coro y gran orquesta sobre un texto caldeo procedente de la Mesopotamia escrito

en alfabeto cuneiforme del siglo III A.C. y traducido al ruso por Konstantin Balmont

(1867-1942), que alude a siete dioses que tienen el poder sobre los elementos de la

Naturaleza. Su estreno se produjo en 1924 en París bajo la dirección de Sergei

Koussevitzky y, posteriormente, su autor realizó una revisión en 1933 con el siguiente

texto:

.... ¡Siete, son siete!

No son ni hombres ni mujeres.

No tienen esposas, no tienen hijos,

Son como el viento errante,

Se extienden como redes, se estiran, se estiran,

¡Son malos, ellos! ¡Son muy malos!

No saben el bien.

No conocen la vergüenza.

No escuchan las oraciones...

La cantata es introducida por un momento breve e incisivo, sostenido por todas

las percusiones de la orquesta y seguido por el coro. Posteriormente, se produce la

entrada del tenor que canta las primeras líneas del texto en tono declamatorio, casi en un

recitativo. La violenta entrada de la orquesta acompaña luego al solista por pasajes

menos duros y más melódicos, mantenidos siempre en un registro alto y fuertemente

marcado. El coro repite con implacable insistencia: ¡Siete, son siete! La parte orquestal

se reanuda luego con una progresión oscura para llegar con el coro -sólo en voces

femeninas- a un salvaje sabbath. La coda final lleva la partitura a una repentina y

enigmática calma subrayada por los timbales. Finalmente, el tenor lleva la pieza a un

final rodeado de sensaciones misteriosas y casi místicas cantando en tonos muy graves.


Con un orgánico completo y una profusa orquestación que lleva maderas y metales por

4, corno inglés, 2 piccolo, contrafagot, clarinete bajo, requinto, 2 tubas, 8 cornos, arpa y

abundante percusión -que incluye, entre otros, dos bombos y doble juego de timbales-,

la Orquesta Sinfónica Juvenil brindó una memorable y vibrante versión -en calidad de

estreno local en el país- de la mano de Mario Benzecry, con gran lucimiento de todos

los principales solistas de los diferentes grupos de instrumentos. El hecho de colocar el

arpa entre las violas y los violoncellos hizo que resaltara el glissando de dicho

instrumento, logrando una mayor profundidad sonora. Los coros sonaron muy parejos y

precisos y la labor por parte de Fermín Prieto fue sublime; sobre todo, al sostener las

notas graves hasta que la música desaparece por completo al final de la obra -más

apropiadas para un bajo que para un tenor-, lo que le valió la ovación del público.

Después del suceso alcanzado con la música para la película Alexander Nevsky

-dirigida por Sergei Eisenstein en 1938-, Sergei Prokofiev decidió componer una cantata

para orquesta, coro y mezzosoprano/ contralto sobre este personaje histórico, un

príncipe que luchó contra los mongoles en el siglo XIII e impidió la incursión de los

Caballeros Teutónicos de la Orden Livona en la República de Novgorod; convocó al

pueblo ruso a levantarse en armas contra el invasor, capturó la ciudad de Pskov y triunfó

sobre los Cruzados en 1242. Los textos pertenecen a Vladimir Lugovskói y finalmente,

la Op.78 se estrenó en 1939 por la Orquesta Filarmónica y Coro de Moscú con el

compositor al podio y la mezzosoprano Várvara Gagarina en calidad de solista. Los

siete números que la integran se detallan a continuación:

1. Rusia bajo el yugo de los mongoles (Molto andante, Do menor)

2. Canción sobre Alexander Nevsky (Lento, Si bemol mayor)

3. Los cruzados en Pskov (Allegro, Do sostenido menor)

4. ¡Levántate, Pueblo de Rusia! (Allegro risoluto, Mi bemol mayor)

5. La batalla en el hielo

6. El campo de los muertos (Adagio, Do menor)

7. La entrada de Alexander a Pskov (Moderato, Si bemol mayor)

Con un orgánico completo que incluyó saxofón unido a la formación ya

descripta, la Sinfónica Juvenil brindó una versión excelsa y vibrante de tan consabida

obra, que se representa en muy pocas ocasiones y que siempre es un placer escuchar. En

el quinto número, el corno inglés y el trombón bajo tocan fuera de escena para recrear el

ámbito de la batalla entre las fuerzas del protagonista y los Caballeros Teutónicos. Los

efectos estuvieron perfectamente bien logrados y ambos instrumentistas tuvieron una

destacada actuación en el más largo y disonante de los números. Por su parte, Alejandra

Malvino se lució en el lamento a cargo de la contralto, quien busca a su amante muerto

en combate y besa los ojos de los caídos en la batalla. El desempeño de los coros fue

soberbio y la orquesta cierra con un final triunfante en la misma tonalidad (Si bemol

mayor) que identifica al protagonista. El esfuerzo de todos los intérpretes se vio

coronado por una ovación de aplausos y vítores.

En el año de su trigésimo aniversario, la Orquesta Sinfónica Juvenil ha tenido

numerosos logros, que se vieron coronados por la gira triunfal a Japón. Es el semillero

que nutre a las principales orquestas sinfónicas del país y representa el sueño de todo

músico joven que desea perfeccionarse integrando sus filas. Y una de las más

importantes de toda Latinoamérica, además de un orgullo nacional.


 Edith Fischer e invitados en gran presentación camarística…

Por Jaime Torres Gómez

Con resultados de jerarquía, encabezados por la maestra Edith Fischer -la decana

del piano de Chile-, se desarrolló la última jornada del ciclo de música de cámara,

organizado por la Corporación Cultural de Las Condes en su sede del Instituto

Cultural de dicha comuna.

Si bien la oferta musical en Santiago es abundante y diversa, asimismo, considerando

una cantidad no menor de excelentes presentaciones en distintos espacios, es

destacable que una artista del calibre de Edith Fischer, de reconocida carrera

internacional, en esta oportunidad se la pudiera ver en una faceta más íntima junto a

otros músicos en un contexto de música de cámara.

Con la presencia de la destacada violinista Oriana Silva (concertino de la prestigiosa

Orquesta Usach) -en esta oportunidad fungiendo como avezada violista-, junto a la

destacada soprano Marcela González, ofrecieron un variopinto programa que mostró

alta versatilidad individual y de conjunto, dando cuenta de un genuino espíritu

compartido propio de la música camarística, plasmado en celebrada sinergia artística.

Excelente inicio con las Dos Canciones (Gesänge), Op.91 para voz, viola y piano

de Johannes Brahms, con textos de Friedrich Rückert y Lope de Vega (con

traducción de Emanuel Geibel). Sin duda, una pieza muy bienvenida ante su escasez

de programación, especialmente ante una entrega con absoluto sentido de ensemble.

Seguidamente, una deslumbrante versión de las Escenas Infantiles (Kindersenen)

Op 15, de Robert Schumann, obra de completo dominio de la maestra Fischer. Con

musicalidad a borbotones, la decana del piano nacional develó, con incuestionable

idiomatismo, el pathos interno, caracterizando certeramente la ingenuidad propia de

los niños. Excelentes texturas y hermosura de sonido, amén de magníficos acentos y

fraseos, auscultando, sin tropiezos, las poéticas (y psicológicas) relaciones internas.  

Luego, del mismo Schumann, el lied Widmung, estupendamente a cargo de Marcela

González junto a la maestra Fischer. Esta pieza, primera canción del ciclo

Myrthen (Mirtos), Op. 25, con textos de varios autores, correspondiendo a Friedrich

Rückert el de Widmung, con una sentida temática que exalta el amor conyugal (el

ciclo dedicado a su entonces prometida Clara Wieck, en víspera de su boda). Grandes

logros globales, con un celebrado sentido del “decir” por parte de Marcela González,

servido de una homogénea línea de canto, hermosura de timbre y certeros acentos. Y

magnífico complemento de la maestra Fischer.

Con celebrado criterio contrastante, y luego de una primera parte dedicada a

compositores germanos, la segunda estuvo confiada a repertorio francés con énfasis

Impresionista, comenzando con una autorizada versión del Pierrot, de Claude

Debussy. Pieza de certera psicología, refleja la libertad de espíritu del personaje, este

último como buen exponente de la “Commedia dell’arte italiana”, repensada en la

Francia del siglo XIX. Nuevamente a cargo de Marcela González y la maestra Fischer,

ofrecieron una entrega de completo idiomatismo.

Posteriormente, a cargo de la decana pianista, dos Preludios de Debussy: “La

Puerta del Vino” y “Fuegos Artificiales”. Reconocidas son las interpretaciones de la

maestra Fischer del repertorio impresionista, sin duda, de sus “caballitos de batalla”…

Con magistral manejo del color, notable uso del pedal y prístinas transparencias, la


interpretación brilló en evocantes atmósferas, con la esperable

esfumada y suspendida sonoridad propia de la estética impresionista debussyniana.

Y como broche de oro, toda una curiosidad programática con los Cuatro Poemas.

Op. 5 de Charles-Martin Loeffler (1861-1935), compositor de origen francés

avecindado en Estados Unidos. Con un orgánico de voz (optativamente para soprano,

mezzo, tenor o barítono), viola y piano, amén de formidables textos de Charles

Baudelarie y Paul Verlaine, disponen de una atractiva variedad temática (y anímica),

requiriendo de sólidos intérpretes para reflejar el espíritu subyacente. Deslumbrante

versión en todo orden, destacándose la sólida presencia de Oriana Silva,

justipreciando el protagonismo de la viola como soporte instrumental, asimismo una

deslumbrante entrega de Marcela González, con vocalidad perfecta (aterciopelado

timbre, completa comprensión de los textos y fabuloso dominio del idioma) más una

maestra Fischer del todo autorizada como pianista líder del ensemble.

En suma, una presentación de altísimo nivel que amerita la reedición del ciclo de

música de cámara liderado por la decana pianista Edith Fischer como autorizada

maestra.