martes, 17 de julio de 2018


BUENOS SOLISTAS REALZARON LA VELADA

Asociación Cultural “La Bella Música” y “Verano Italiano 2018”: “Vivaldi Fest”: Concierto integrado por Obras de Antonio Vivaldi. Solistas: Víctor Villadangos (Guitarra), Rubén Albornoz (Oboe), Fernando Ciancio-Jonathan Bisulca (Dúo de Trompetas), José Daniel Robuschi, Delmir Lulja, Marta Roca, Serdar Geldymuradov (Violínes). Con la participación de Pancho Virasoro y Sergio Pelacani (Actores) Puesta de Espacio, Vestuario y Figurantes de la Compañía “Opera Prima”, Luces: Luís Pereiro. Orquesta de Cuerdas “La Bella Música”, Organo y Clave Continuo: Sergio Antonini. Dirección Musical: Patricia Pouchulu. Teatro Avenida, 21 de junio de 2018.

NUESTRA OPINION: BUENO.

  En el marco del “Verano Italiano 2018”, y en coincidencia con la actividad musical anual de la Asociación Cultural “La Bella Música”, tuvo lugar en el Teatro Avenida, este Concierto presentado como “Vivaldi Fest”, en el que se desarrolló una vasta audición de Obras del “Prete Rosso”. No fue un concierto formal, sino que se lo presentó a través de una recreación actoral con Pancho Virasoro dando vida al compositor y a Sergio Pelacani encarnando a uno de los protectores de Vivaldi, esperando de este la culminación de una obra que  terminaría siendo aquella con la que cerró la velada. Datos históricos que el recorrido actoral se encargó de revelarle a la platea, la que de manera gratamente sorpresiva se hallaba colmada en un 60 % de la capacidad de la sala, casi a la par de las últimas funciones de opera de las diferentes compañías que en el Avenida se presentan (A propósito de ello [y síntoma inequívoco de las consecuencias de la actualidad nacional], dos compañías que habían instalado en la entrada de la sala sus “Carttelone” quitaron los mismos, por lo que luego del concierto solo quedó en firme las fechas de “Juventus Lyrica” para el resto del año). Datos que de alguna manera se encargaron de ilustrar al público neófito, ya que a pesar de la abundante información respecto a la trayectoria de los artistas intervinientes, careció de comentarios respecto a la programación a abordarse, lo que entiendo deberá ser tenido en cuenta a futuro.

  La primera parte del programa se centró únicamente en “Las Cuatro Estaciones”, los Célebres cuatro conciertos para violín, continuo y cuerdas integrantes del tratado “Il Cimento dell’Armonia e dell’Inventione”. Sabido es que hoy está en boga una tendencia revisionista que busca llevar la interpretación con la mayor fidelidad posible a la época de composición de las obras del período antíguo tanto como en el Barroco. Por el contrario en muchas partes del mundo se continúa haciéndolo como a finales del siglo diecinueve y gran parte del veinte (época del descubrimiento de muchísimos manuscritos y partituras originales no solo de Vivaldi sinó también de muchos otros compositores), para formaciones con instrumentos modernos. Entiendo que en este punto, necesidades de programación, costos y otro tipo de necesidades artísticas han llevado a la Mtra. Patricia Pouchulu, no solo titular de la Entidad Organizadora sino también Directora Musical de la Velada, a hacerlo en la segunda forma. Y para ello supo rodearse de una muy buena selección de instrumentistas de las tres principales Orquestas de la República Argentina (Sinfónica Nacional, Filarmónica de Buenos Aires Y Estable del Teatro Colón) mas la convocatoria a un especialista en el género como lo es Sergio Antonini para la función de Organísta y Clavecinísta para el “Continuo” que esas obras llevan. Y es así que en “Las Cuatro Estaciones” aparecieron como solistas tanto el Concertino como su suplente y los dos guías principales de los segundos violines como solistas en cada “Estación”. Hablar de José Daniel Robuschi, es hablar de al menos veinte años en la Sinfónica Nacional. Hacer lo mismo de Delmir Lulja es hablar no solo de que fueron compañeros de fila con Robuschi en la Sinfónica, sino también de su presente como segundo Concertino de la Filarmónica de Buenos Aires. De Serdar Geldymuradov , es remitirnos de manera directa a la Estable del Teatro Colón y por que no hablar también del paso de alguno de ellos por la Camerata Bariloche y de innumerables formaciones camarísticas, con las que mas de alguna vez han abordado Vivaldi. En cambio tuve aquí la oportunidad de conocer a Marta Roca, violinista Española que ha frecuentado la Argentina como solista ya sea en el genero clásico como en la temática popular, la que aquí tuvo a su cargo la sección del Verano.

  En lo que a la parte Orquestal se refiere, la totalidad de los conciertos fueron abordados de manera muy prolija pero con un sonido un tanto apagado y a un tempi llamativamente mas lento de lo habitual. Pero en cuanto a los solistas, decimos que Lulja brilló en su interpretación de la Primavera. Roca (fue la única que hizo de memoria la parte que le correspondió) se nos reveló como una interprete temperamental, con movimientos electrizantes y un apasionamiento tal que la lleva a sacar un  sonido a veces “sucio” que conspira contra la calidad de lo que ofrece en el fragmento de “El Verano”. Geldymuradov muy sobrio y elegante en su intervención en el “Otoño” y  para el cierre, una fina y muy buena interpretación de Robuschi para el “Invierno”  (Que casualmente en ese día hacía su ingreso triunfal por estas latitudes). En todo momento hubo intervención actoral ya que Pancho Virasoro recitaba los poemas compuestos por Vivaldi para cada estación antes del inicio de cada una de ellas, mientras Pelacani en su rol de protector, acotaba y aprobaba cada una de las intervenciones de “Vivaldi” y, como también se suele ver en el Teatro Coliseo en los conciertos, cada estación estuvo representada por un diseño diferente de iluminación, brillo en la Primavera, Rojo  el Verano, Ocre el Otoño y Oscuro el Invierno.

  Para  la segunda parte se programaron cinco obras de diferente temática. Incluyeron una transcripción de Laud a Guitarra del Concierto Rv. 93 en Re mayor. Un concierto para dos Trompetas del regístro Rv.537 en Do mayor. El Célebre Concierto para Cuatro Violines del regístro Rv. 580 en Sí menor con los mismos Solistas de “Las Cuatro Estaciones” el Concierto para Oboe Rv. 447 en Do mayor y cerrar con la “Stravaganza Nº 2 para Violín , Cuerdas y Cémbalo Rv. 279 en Mi menor.  La velada arrancó con unos veinte minutos de atraso, ya que para la hora de inicio fijada recién ahí se permitió el ingreso de los espectadores a la sala. Si sumamos que con la intervención actoral en su transcurso “Las Cuatro Estaciones” tuvo una duración aproximada de cincuenta y cinco minutos, mas otros veinte de intervalo, alrededor de las 21,45 hs. se inició la segunda parte. Tomando en cuenta la duración de todo el repertorio programado para la segunda parte, hubo alrededor de una hora veinte de música, por lo que no dudo en señalar que la programación musical fue harto excesiva, no permitiendo un mayor lucimiento de los solistas convocados para esa segunda sección, por lo que o se suprimía el Concierto de Cuatro Violines ( a los que por otra parte se los había ya apreciado en “Las Cuatro Estaciones”)  o, porque no, la Stravaganza Nº 2, si no se quiso hilar mas fino para no caer en “Las Cuatro Estaciones”.

  Y he hecho este análisis previo, porque en el Concierto para Guitarra se tuvo la presencia del mejor Guitarrísta Argentino de la Actualidad como lo es Víctor Villadangos, quien desarrolló una faena memorable, mas allá de la corta extensión de la Obra (Dieciocho minutos). A tal punto fue lo suyo, que no dudo en señalar que superó ampliamente a la ofrecida el año pasado por Angel Romero junto a Diemecke y la Filarmónica en el Colón (Mas allá que esa fue de apuro para reemplazar al Concierto de Lalo Schiffrin [dedicado al solista] nunca mas reprogramado). Me quedé con las ganas de algún “bis”.

  Otro punto alto lo constituyó la presencia de un “Dueto” de trompetas compuesto por Fernando Ciancio, Solista de la Filarmónica y Jonathan Bisulca, Solista de la Sinfónica Nacional y alumno del Primero, quienes realizaron una notable intervención en el Concierto en Do mayor Rv. 580, limpio, fresco y muy ágil, con impecables interpretaciones de ambos.

  Los cuatro Violinistas solistas retornaron para la interpretación del también célebre Concierto Rv. 580, en donde todos se complementaron e hicieron una versión sumamente homogénea (Aquí sí a Roca se la vió muy compenetrada y siempre al nivel del resto de sus colegas).

  El otro lujo de la noche fue la participación del Oboísta Rubén Albornoz como solista del Concierto Rv. 447 . Sonido noble, realzando pasajes de indudable belleza sonora, rematando en el Minuetto final una faena memorable.

  Durante toda la segunda parte, se la pudo percibir a Patricia Pouchulu mucho mas comoda y asentada al frente del grupo instrumental. Inclusive en la conexión con los solistas, por  lo que las obras tuvieron en su totalidad un buen marco en los respectivos acompañamientos.

  Previo a la última obra, los actores, que participaron caracterizados cada uno a ambos lados del escenario manteniendo un rol pasivo a lo largo de las interpretaciones, se unieron para que Virasoro en el rol de Vivaldi, manifestara que la obra estaba lísta, entregando de manera simbólica la partitura a Pouchulu. Era la “Stravaganza” Nº2, y como  su estreno ocurrió durante los célebres “Carnavales Venecianos”, dio el pié para que a instancias del mecenas caracterizado por Pelacani ingresaran por la nave central de la sala actores figurantes caracterizados, con las máscaras del Carnaval Veneciano ocultando en sus rostros y guiados al son de un bombo (Aunque en realidad en esos tiempos era mas un  tambor). Y ahí surgió José Daniel Robuschi, rematando la parte musical con una estupenda intervención solista.

  Cuando los espectadores iniciaban el retiro de la sala, Pelacani pidió la permanencia ya que había un “Bis” aun cuando todos teníamos la sensación de que todo había concluido. Se convocó nuevamente a Rubén Albornoz quien reiteró el Minuetto de cierre del Concierto de Oboe y aquí los figurantes danzaron una coreografía de “Contradanza”, que cerró musicalmente la noche.

  La Maestra Pouchulu, agradeció al público la presencia y dijo que aun cuando las propuestas de “La Bella Música” no fueron tenidas en cuenta para calificar para el “Mecenazgo Cultural”, la respuesta que el público da en cada presentación es el impulso que recibe para cada concierto. Es entendible y hasta discutible. Me consta que quienes se encargan de calificar los proyectos no miden con la misma vara a todos quienes participan de la selección. Pero por otra parte, no escuche mención alguna a la inclusión de este evento en la programación del “Verano Italiano 2018”, el que así también figura en el programa de mano. Esperemos saber si es así y si algún aporte, por mínimo que fuere, hubo y me Comprometo, como corresponde, a publicarlo.

Donato Decina



MUCHO MAS QUE AIRES DE RENOVACION

Usina del Arte: Ciclo de Conciertos: Presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional (En el año del 70º aniversario de su fundación), Director: Francisco Rettig. Programa: Obras de Von Weber, Stravinsky y Lutoslawski. 22 de Junio de 2018.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Originalmente se había anunciado que el Concierto abriría con “Requiem para Camila” de Juan Carlos Zorzi, quien fuera titular de la Orquesta en tres períodos: 1968 (Obligado por el nefasto “Onganiato” [o Benévola “Dictablanda” según el cristal de quien lo mire] a hacerse cargo ya que por esos tiempos era becario del Fondo Nacional de las Artes [estudios en Siena con Goffredo Petrassi y Franco Ferrara, formadores de innumerables “camadas” de músicos Argentinos] y, según la Optica “Morsiana” debía retribuirle al Estado con esa “Titularidad”. El recuerdo se cierra con el hecho que a la Ida se le dio pasaje en un Carguero de la hoy extinta “E.L.M.A.” y a la vuelta se lo hizo retornar de emergencia a bordo de un flamante Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas), 1979-1983 (Acaso uno de los tres mejores en la historia de la agrupación junto a los de Juan José Castro entre 1956 y 1960 y el mas extenso y reciente entre 2004 y 2015 de Pedro Ignacio Calderón, hoy justicieramente Director Emérito del Conjunto)  y uno breve en 1992, que luego paso a ser el rol de Director Invitado Principal. Por lo que pude recabar, el material de Orquesta y, lo fundamental, la Partitura del Director, llegaron cinco días antes del Concierto a manos de la gente de la Sinfónica y a Rettig, por lo que dada la complejidad del trabajo de Zorzi, no había garantías de poderse interpretar de una  manera mínimamente digna, por lo que se recurrió a la Obertura de “Der Freischutz” de Carl María Von Weber (muy eficaz para estos casos) en el inicio del mismo. Esperemos la reprogramación de este título emblemático de Juan Carlos Zorzi, por parte de la agrupación que lo contó como titular y entiendo y acepto el criterio profundamente profesional del Maestro Rettig, el que además reaparecía luego del sonoro portazo que pego el pasado año al negarse a dirigir a la Orquesta no solo por la deuda que esta mantenía por anteriores presentaciones suyas, sino porque además el Hotel en que se alojaba, por las mismas razones, le suspendió la Cuenta Corriente a la Sinfónica y le solicitó a Rettig el anticipo del dinero del Bolsillo de Este. Evidentemente algún acuerdo y cancelación parcial o total de lo adeudado hubo y entonces pudo ocurrir la renovación del extraordinario vínculo Director-Orquesta que desde hace mas de veinte años une al Conductor Chileno con la Sinfónica Nacional.Nacional. a la que encontró renovada con nuevos instrumentistas titularizados en los atriles. Con una conjunción experiencia-juventud que está funcionando muy bien y en donde hay ganas, enjundia  y total entrega.Weber fue objeto de una muy prolija versión, con notorio destaque de la sección vientos, la que a lo largo de la noche se desempeñó de modo extraordinario.

  Una espectacular versión de “El Canto del Ruiseñor” de Igor Stravinsky completó la primera parte. Obra derivada de su Opera “El Ruiseñor”(basada en el cuento de Hans Christian Andersen), compuesta luego de la creación de sus tres máximas criaturas para el ballet (“Petrouchka”, “El Pajaro de Fuego” y “La Consagración de la Primavera”) y en donde la Opera original misma tuvo retrasos con motivo del proceso creativo de esos tres monumentos, es innegable que esas influencias musicales han sido notorias y sin bien no se puede afirmar que haya mucho de “autoplagio”, la estructura musical contiene mucho de lo apreciado en sus otros trabajos que he mencionado. La versión tuvo, ajuste, colorido, plena sonoridad, lo dicho referente a la excelencia de los vientos y un gran trabajo con la acústica del Auditorio de la Usina, por momentos mejor que la de la Sala Sinfónica del CCK.

  Luego del intervalo, se escuchó en la parte final el “Concierto para Orquesta” de Witold Lutoslawski, obra que volverá a ser escuchada en seis días mas, en esta ocasión por la Filarmónica en el Colón. Nuevamente aquí, Rettig hizo gala de su gusto por las obras de los grandes creadores del Siglo Veinte. Una versión inspirada, excelentemente ajustada, con pasajes de brillo Orquestal, de notable lucimiento de los sectores como en el tercer tiempo, en el que la sutileza fue el fuerte, haciéndola merecedora de la ovación que el Público le tributó a los interpretes.

  Ha sido un gran acierto de la gente de la Usina, esta invitación. Al igual que iniciar la velada a las 21 hs. La ubicación del lugar y su proximidad con la Autopista Buenos Aires-La Plata con sus clásicos embotellamientos de Viernes a la noche, hacen que se llegue mas fácilmente en ese  horario y la proximidad a la Av. Almirante Brown y sus medios de locomoción que por ella circulan, garantizan una rápida salida después de las 22,30 hs. Ojalá se mantenga no solo con la Sinfónica o los Organismos del Colón. Puede ser una gran vidriera para Conjuntos de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, que merecen también esta gran vidirera.

Donato Decina


UN ORGANISMO QUE VA ATRAVESANDO TODOS LOS DESAFIOS

Orquesta Estable del Teatro Colón, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Guadalupe Barrientos (Mezzosoprano). Programa: Obras de Walton y Elgar. CCK-Sala Sinfónica, 23 de Junio de 2018.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Dentro de los muy saludables intercambios que se realizan entre organismos musicales dependientes de la Nación y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siempre es muy bienvenida la presencia en la Sala Sinfónica del CCK de los Cuerpos Estables del Teatro Colón. Y es en este caso la Presentación que la Orquesta Estable de Ntro. Primer Coliseo, bajo la dirección de Enrique Arturo Diemecke como parte de ese intercambio (24 horas antes la Sinfónica Nacional había hecho lo propio bajo la Conducción del Chileno Francisco Rettig en la Usina del Arte, comentario que hemos hecho por separado), llegó a la mencionada Sala para proponernos un programa basado en dos de los tres músicos mas influyentes de la pasada centuria en el Reino Unido: William  Walton y Edward Elgar (El otro es, por supuesto, Benjamin Britten).

  La sesión comenzó con una muy buena versión de “Corona Imperial” de William Walton. Trabajo comisionado por la Corona para matizar la ceremonia de Coronación de Jorge VI (Padre de la actual Soberana Isabel II, quien debió hacerse cargo del trono ante la abdicación de su hermano Eduardo VIII quien antepuso su relación sentimental con la Norteamericana Wallis Simpson, rechazada por la realeza británica dada su condición de divorciada, antes que asumir el trono tras la muerte de su Padre Jorge V). Como explicó muy bien el Conductor Mexicano, se ofreció una versión acotada (Y en este caso es absolutamente comprensible), dado que el manuscrito original tiene repetición de momentos que sirvieron en la ceremonia para acompañar el ingreso de dignatarios que lo hacían según la importancia del rango social, de acuerdo al protocolo de esa época. La interpretación puso de relieve los momentos cargados de “majestuosidad”, acorde con la importancia del acontecimiento para el cual esta partitura fue comisionada y, lógicamente, la imponencia del final,  que acompañó la entrada de Jorge VI al lugar en el que fue coronado en 1936.

  Para referirme a “Pinturas Marinas” de Edward Elgar que cerró la primera parte del Concierto, debo realizar antes un desagravio a la Mezzosoprano Guadalupe Barrientos. Es inadmisible que quien haya proporcionado la información ya sea a Prensa del CCK y/o del Colón, no advirtiese que “Pinturas Marinas” son cinco poemas musicalizados para Mezzosoprano y Orquesta, ignorando la presencia de esta notable interprete Argentina, por lo que su nombre no apareció ni en la Newsletter de Internet del CCK, ni en los programas de mano, ni en la Comunicación de Prensa emitida por el Colón. Ante una notable lectura por parte de Diemecke, traducida en una respuesta soberbia de todos los sectores de la Estable, Barrientos contribuyó con una acertada interpretación que se robusteció a partir del tercero de los poemas y de ahí hasta final de la obra. Enfatizó los pasajes mas acentuados de manera excelente, con notable emisión, buena pronunciación y gran entendimiento con el Director y la Agrupación.

  Y en la parte final, se escuchó una imponente versión de las siempre bienvenidas “Variaciones Enigma” del mismo Elgar, en la que el Canto orquestal fluyo de modo espontáneo, con momentos de sublime belleza interpretativa e intervenciones solistas de viola y violonchelo a cargo de Javier Cárdenas y Stamir Todorov respectivamente, ambos con notable faena. Las variaciones Nºs. 7 (Presto) y 9 (La celebre Nimrod), mas las mencionadas con participación solista, marcaron los puntos mas altos de la noche, como así también me cabe consignar que la asistencia de espectadores a la sala fue, sin temor a equivocarme, una de las mas altas para Conciertos sinfónicos de los últimos tiempos. Señal de que ante lo muy bueno, la gente responde.

Donato Decina


RENOVACION SI, PERO EN TODO EL PROGRAMA

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Baldur Brönnimann, Solista: Iñaki Alberdi (Acordeón). Programa: Obras de Gubaidulina, Liadov y Lutoslawski. Teatro Colón (Concierto de Abono Nº 6), 28 de Junio de 2018.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Queridos Lectores, Uds. ya conocen mis opiniones a lo largo de mis columnas de once años a esta parte, primero en Operayre, la página de la Opera del Buen Ayre que dirige su fundador, Eduardo Casullo, luego en la del Opera Club, etapa inolvidable que junto a Mónica Rossi vivimos con el increíble “Gordo” Roberto Blanco Villalba y ahora en este blog que gracias al decisivo apoyo de Uds. va creciendo día a día.  Bregué y brego por una necesaria renovación de la programación de Conciertos, fundamentalmente en el Teatro Colón y mas específicamente  por parte de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Si debo hacer un diagnóstico mas “sesudo”, este es que se ha marcado una involución de 15 años, el tiempo transcurrido de la partida del ultimo “renovador” que tuvo el Colón para programar conciertos y ese se llamó Gerardo Gandini, el que junto al inolvidable Franz Paul Decker y a la larga gestión de Pedro Ignacio Calderón ( Quien fomentó innumerables estrenos de Obras de Compositores Argentinos y Extranjeros, cosa que continuó al frente de la Sinfónica Nacional, la que aun hoy en menor medida lo sigue haciendo y queda exenta de este análisis), justamente se destacaron por ese criterio. Pues bien, el hecho de que este año se compartan conciertos junto al ciclo “Colón Contemporáneo”, uno de ellos dirigido por Enrique Arturo Diemecke, y que esta sesión haya sido confiada a un especialista en obras contemporáneas como Baldur Brönnimann, conductor en el Colón de títulos como “Erwantung”, “Hagith”, “La Vendedora de Fósforos” y la espectacular “Die Soldaten” de Zimmermann, hacen que se esté en un camino que esperemos perdure a futuro.

  Con muy buen criterio se programó “Fachwerk” de Sofía Gubaidulina para la primera parte. Escrita para Bayán (Acordeón muy empleado en el Folcklore Ruso), Cuerdas y Percusión, contó con el concurso del Vasco (Así se presenta en su “currículum”) Iñaki Alberdi, y en verdad nos encontramos con un solista imponente. Para una obra sin concesiones, en donde desarrolla un despliegue técnico y físico, Alberdi superó el desafío con creces, acompañado por una Filarmónica impecablemente preparada por Brönnimann. Atravesar todas las escalas, trabajar todas las sonoridades, melodías que apoyan al solista en el desarrollo de la idea musical. Sin concesiones. Y una maravillosa respuesta del público que con el correr de la interpretación pasó de las toses que denotaban incomodidad al silencio mas profundo y premiar con aplausos sostenidos y algunos bravos estentóreos que saludaron la interpretación  y la labor de un solista extraordinario.

  La obra de cierre fue una nueva versión del Concierto para Orquesta de Witold Lutoslawski a 120 hs. de la versión que ofrecieran Francísco Rettig y la Sinfónica Nacional en la Usina del Arte. La gran satisfacción es decir que Ntras. Dos mejores Orquestas Sinfónicas están a un mismo nivel en este repertorio. Pero en favor de la Filarmónica le cabe el hecho de estar mas consolidada como agrupación, mientras que la Sinfónica está atravesando un período de renovación de sus integrantes. Entonces a las ganas y el voluntarismo de la Nacional, la Filarmónica tiene en su haber asentamiento, refinamiento (Como se vió en el segundo movimiento y en el Coral que inicia el tercero) y hasta momentos de canto orquestal pleno que Brönnimann obtuvo y administró notablemente. Mas allá de que algunos espectadores se retiraron en el intervalo, el Público permaneció mayoritariamente en la sala y al igual que en la Obra de Gubaidulina, respondió de la misma admirable manera, aplaudiendo de igual forma y también algunos bravos muy sostenidos.

  Fueron dos obras, una de un consagrado de segunda mitad de Siglo Veinte y otra de una actual creadora, tal vez la mujer con mayor proyección en el mundo de la música. Ambas sin concesiones. Ambas con un desarrollo y calidad supremas. Por lo que no se entiende la inclusión entre ambas de un trabajo tan mediocre de Anatoli Liadov. “El Lago Encantado” es una obra tonal y pasatista, descriptiva de un paisaje mágico y supuestamente trabajada para ballet. Rápidamente pasará su interpretación al olvido. Quien la haya programado, no tuvo en cuenta la pobreza de escritura y la falta de ideas. Personalmente me quedo con la de “Les Luthiers” (o lo que es lo mismo decir, la de Johann Sebastian Mastropiero).

Donato Decina


REVISIONADA IMPECABLEMENTE, MUSICALMENTE INMORTAL

Nuova Harmonia 2018: Balletto di Roma: “Giulietta e Romeo”: Basado en “Romeo y Julieta” de William Shakespeare y en la Música para el Ballet Homónimo de Serguei Prokofieff. Interpretes: Azzurra Schena (Giulietta), Luca Pannacci (Romeo), Raffaele Scicchitano (Mercuccio), Simone Zannini (Teobaldo), Paolo Barbonaglia (París), Andrea Ginevra (Benvolio), Giuseppe Paolicelli (Padre de Giulietta), Roberta de Simone (Madre de Giulietta), Monika Lepisto (Madre de Romeo), Eleonora Peperoni (Nodriza), Cecilia  Borghese/Eleonora Pifferi (Hermanas). Dirección Escénica: Fabrizio Monteverde. Iluminación: Emanuele De Maria. Dirección Artística: Francesca Magnini. Director General: Luciano Carratoni.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Dentro de las propuestas que Nuova Harmonia presenta durante la corriente temporada, causó expectativa esta que presentó al Balletto di Roma, compañía surgida en 1960 por la fusión de la Escuela de Ballet de la Opera de Roma y el Ballet de la Toscana, con la reformulación que el Coreógrafo Italiano Fabrizio Monteverde realizó tomando la música inmortal de Serguei Prokofieff y reprocesando la temática de la Obra de Shakespeare, dándole un carácter mas fuerte a la figura de Julieta, mas libre, personal y decidida y a Romeo una imagen entre la espada y la pared, en donde deberá optar por su familia o jugarse por el amor de Julieta. La acción trasladada de Verona al Sur de Italia en un pueblo no especificado. Las familias muy bien caracterizadas hasta en los detalles de vestuario. Los Montecchi, con  vestimentas de tinte Rojo, los Capuletti con vestimentas de tinte Negro. Dos madres de fuerte carácter, la de Romeo “Jefa” de Clan montada sobre una silla de ruedas para incorporarse de ella como verdadera “Camorrera” ante cada gresca entre clanes y la de Julieta con un sorprendente rol de jefa aún ante la presencia de su esposo, aquí en actitud condescendiente con su mujer (raro por esas latitudes italianas), como en el momento de imponerle a la joven el casamiento con París, mas allá del rechazo que esta le tiene. Es Julieta la que cita a Romeo a escondidas luego de su fiesta de quince (a la que Romeo, Mercuccio y Benvolio concurren en barra como para “Arruinarla”, propósito frustrado ante el deslumbramiento que el primero adquiere de Julieta). Es Julieta la que ve a Fray Lorenzo (aquí caracterizado en las sombras por un actor al que no se le ve el rostro) y espera a Romeo para casarse. Lógicamente es Julieta la que luego de las muertes de Mercuccio y Teobaldo, del destierro de Romeo y la noticia del Matrimonio arreglado con París la que le pide al Fray el narcótico que inducirá al error y la tragedia, en una escena en la que encuentra a este autoflagelandose , acaso por no haber previsto esas dos muertes. Y es ella la que decide de que forma morirá junto a su amado. Desde allí partirá una coreografía moderna, plástica, técnica, llevada a cabo por un imponente cuerpo de baile, muy disciplinado muy bien ensamblado que dieron vida a este espectáculo formidablemente iluminado, con convincentes desplazamientos escénicos en donde sobresalieron las labores de Simone Zannini como Teobaldo (Acaso el bailarin mas dotado técnicamente de la agrupación) , Raffaele Scicchitano como Mercuccio, dueño de muy buen porte, dotes para la comedia y plasticidad absoluta y la pareja protagónica, de química absoluta, conformada por Luca Pannacci como un estupendo Romeo, luciendo atribulado, pero igualmente decidido a llevar adelante su historia de amor  y la Sobresaliente Azzurra Schena como Julieta, con escena maravillosa, formidables recursos técnicos y actorales, dueña de una plasticidad absoluta.

  Ha sido un nuevo acierto del equipo comandado por Elisabetta Riva, el que seguramente se profundizará en el futuro.

Donato Decina


CORRECTAMENTE VERTIDA, DESPUES DE TANTO TIEMPO

Orquesta Sinfónica Nacional junto al Coro Polifónico Nacional y al Coro Nacional de Jóvenes, Director: Carlos Vieu. Dirección del Coro Polifónico Nacional: Darío Marchese. Dirección del Coro Nacional de Jóvenes: Pablo Banchi. Solistas: Daniela Tabernig (Soprano), María Luísa Merino Ronda (Mezzosoprano), Ricardo Gonzalez Dorrego (Tenor), Hernán Iturralde (Bajo-Barítono), Xavier Inchausti (Violín). Programa: Ludwig Van Beethoven: “Missa Solemnis”, en Re mayor, op. 123. CCK-Sala Sinfónica, 06 de Julio de 2018.

NUESTRA OPINION: BUENO.

   Este concierto fue dedicado tanto por el Director y mucho mas aún por los integrantes de la Orquesta al inolvidable Leo Viola, por tantos años solista de Violonchelo de la Sinfónica, integrando junto a Eduardo Vasallo  una dupla solista de incalculable calidad y que le dio a la agrupación lo mejor de sí a lo largo de su dilatada trayectoria. Gran docente (formador entre otros de Sol Gabetta), interprete solista, integrante del grupo “Encuentros” durante muchísimos años, titular de la cátedra del Conservatorio “Manuel de Falla”, será muy recordado por siempre y me sumo al homenaje a su memoria.

  Como festejo por los cincuenta años del primer concierto público del Coro Polifónico Nacional, se programó la “Missa Solemnis” de Ludwig Van Beethoven. Bienvenida su inclusión. Una obra que no debe estar ausente mucho tiempo de los atriles de cualquier Orquesta que se precie de ser buena. Se convocó para esta ocasión a Carlos Vieu, no solo un gran Director y Concertador, sino que también fue requerido en innumerables ocasiones como Director Coral, invitado como tal a Dirigir al Polifónico en Diversas oportunidades y en distintos escenarios. Un “Hermano Menor” como lo es el Coro Nacional de Jovenes , preparado en esta oportunidad por su Sub-Director Pablo Banchi , mas cuatro reconocidos solistas: Daniela Tabernig, Maria Luísa Merino Ronda, Ricardo Gonzalez Dorrego (Estos dos últimos, miembros también del Polifónico) y Hernan Iturralde. Y el Coro Polifónico, preparado en esta ocasión por un “Histórico” como su Sub-Director, Darío Marchese.

  La versión ofrecida tuvo momentos de gran intensidad, alta expresividad y respuestas notables de la gran masa coral dispuesta en el sector reservado a los coros en la sala, al que debió adosársele ambos laterales del mismo para permitir ahí la presencia del Nacional de Jóvenes. Los solistas respondieron en un nivel adecuado, destacándose entre Ellos Ricardo González Dorrego, un verdadero especialista en este repertorio. La Obra, como es sabido,  es casi coetánea con la Novena Sinfonía a punto tal que en su primera interpretación en Viena, fue vertida en forma parcial como previa del estreno en esa misma velada de la Novena. Pasajes complejos, con mucha fuerza expresiva, participación de un Organo integrado al conjunto Orquestal, tiene tanto en el “Gloria” como en el “Credo” los mayores momentos emotivos y un pasaje reservado al Violín solista, aquí expuesto por Xavier incháusti de manera sobresaliente. Vieu mantuvo en todo momento el control de todas las fuerzas dispuestas, algún pequeño desacople entre Orquesta y coreutas no empaña en modo alguno el resultado final, aunque en el balance me cabe preguntar si habrán sido suficientes los ensayos previos. Tal vez con algunos mas, el resultado hubiese sido aun mas satisfactorio.

Donato Decina


EL “DECANO” Y LA FILARMONICA, LA RENOVACION DE UNA MUTUA SIMPATIA

Teatro Colón: Séptimo Concierto de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Juan Pablo Izquierdo. Solista: Fernando Ciancio (Trompeta). Programa: Obras de Haydn, Gianneo y Mozart. 05 de Julio de 2018.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Cada visita que hace a Ntro. País (y a Buenos Aires en particular)  Juan Pablo Izquierdo, el “Decano” de los Directores de Orquesta Chilenos, renace el interés por percibir su desempeño. Con una envidiable vitalidad a sus 83 años, esta vez nuevamente al frente de la Filarmónica de Buenos Aires en el Colón (con la que realizó siempre entre Ntros. sus mejores presentaciones), desgrano obras del período clacisista y un sentido homenaje a uno de los grandes creadores Argentinos de siempre, Don Luís Gianneo (de quien se cumplen cincuenta años de su fallecimiento), a través de una de sus composiciones mas emblemáticas “El Tarco en Flor”.

  Una estupenda versión de la Sinfonía Nº 92 en Sol mayor “Oxford” de Franz Joseph Haydn inició la velada. Muy ajustada, plena de matices y “canto” orquestal. Izquierdo logró de la Filarmónica un rendimiento superlativo, el que se prolongó en el acompañamiento que brindaron a un también estupendo Fernando Ciancio quien descolló en la interpretación del Concierto para Trompeta y Orquesta en Mi bemol mayor del mismo compositor con estupenda técnica, plena sonoridad y mostrando la riqueza de matices que esta página contiene. El Allegro de cierre fue vertido de manera virtuosa, lo que llevó a que ante el sostenido aplauso del público, Ciancio respondiera con los acordes solistas iniciales del célebre concierto de Hummel vertidos en la misma excelente forma, agradeciendo los mismos.

  “El Tarco en Flor” fue tambén objeto de una versión extraordinaria, con todos los detalles, la rítmica del Folcklore Argentino siempre presente y un “canto” de Orquesta estupendo, para que no olvidemos de la existencia de este trabajo injustamente relegado de los atriles de las principales orquestas Argentinas.

  El cierre nos mostró a Izquierdo en una muy correcta versión de la la Sinfonía Nº 38 “Praga” en Re mayor, con “tempi” ajustado, muy bien llevada,  con correctas intervenciones del conjunto. Un ligero desacople en el movimiento de cierre, no empaña en modo alguno el resultado final. Entre la fuerte carga verdiana del Martes anterior y el torrente Wagneriano que Barenboim derramará a partir de la próxima semana, bien valió la pena este remanso, con un programa muy bien estructurado y un Director del que solo cabe esperar que regrese mas a menudo.

Donato Decina


DESDE LA INSPIRACION, CONOCER, APRENDER  Y ESCUCHAR


Por segundo año consecutivo, el Instituto Italiano de Cultura presenta el ciclo “Eufonía”, que a cargo del reconocido Pianista Daniel Levy abarca tres charlas durante tres Miércoles consecutivos desde el 27 de Junio hasta el 11 de julio inclusive, referentes a la inspiración, la obra y la escucha de Johann Sebastian Bach, Clara Wieck, Robert Schumann y Johannes Brahms. He tenido la fortuna de poder asistir a la segunda de esas charlas y verdaderamente fue una revelación el poder apreciar el talento y la inspiración de Clara Wieck, de la que muy poco se conoce, al estar obviamente eclipsada por la fuerte personalidad de su esposo, Robert Schumann. Si bien la charla estaba referida a ambos, el descubrir composiciones de esta talentosa creadora (Una Romanza, un Nocturno y una Canción en piano solo, las que quien sabe si no han sido una primera audición pública en la Argentina) y los arreglos que de la obra de su esposo hizo, para la percepción solo en el piano de la estructura de canciones de cámara de Este, brindaron un amplísimo panorama acerca de la inspiración, la creatividad y el talento de estos extraordinarios compositores traídos por la inquietud de Daniel Levy, fiel interprete de las obras y notable didacta quien le ofrece a la concurrencia la posibilidad de aprender a escuchar y apreciar estas maravillas de la música. El próximo Miércoles 11 será la última cita con Brahms. No dudo que será para Ustedes la posibilildad de conocer mucho mas y escuchar obras poco frecuentadas.

Donato Decina


UN INTERESANTE ENFOQUE CON MUY BUENAS VOCES

Teatro Colón, Abono Sinfónico-Coral, Director: Enrique Arturo Diemecke. Giuseppe Verdi “Requiem”. Solistas: María José Siri (Soprano), María Luján Mirabelli (Mezzosoprano), Darío Schmunck (Tenor), Goderdzi Janelidze (Bajo). Orquesta Estable del Teatro Colón. Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez. 03 de Julio de 2018.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

   Acudí con la certeza de que sería una muy buena versión y en efecto lo fue. Tanto por la solidez, la concepción y la respuesta obtenida por parte de la Orquesta Estable para que Enrique Arturo Diemecke luciera a pleno sus cualidades de concertador. El excelente momento que atraviesa el Coro Estable desde el regreso de Miguel Martínez a la titularidad con una emisión homogénea, detalles de pulcritud, afinación y sutilezas que hacen que el conjunto retorne por la buena senda. Y ni hablar de cuatro solistas vocales de excepción: María Lujan Mirabelli con su característica “Garra Verdiana”, su innegable oficio y su correcto manejo vocal. Impecable en el “Liber Scriptus” y extraordinaria en sus duetos con María José Siri (“Recordare”-“Agnus Dei”).  Darío Schmunck con notable solvencia , muy buen manejo de Voz, matizando en buena forma para rematar un “Ingemisco” de correctísima factura. La sorpresa que significó el muy joven bajo Georgiano Goderdzi Janelidze (Convocado para reemplazar a Fernando Radó quien está debutando “Colline” en el Covent Garden), voz potente, cavernosa, profunda, impresionando ya desde el “Mors…”, mas un rotundo “Confutatis” y un “Lux Aeterna” de gran corte dramático, y la confirmación del crecimiento vocal de María José Siri, acaso la mejor interprete del “Requiem” que este cronista haya escuchado. Timbre sin fisuras, emisión plena, matices, carga dramática, un “Liberame domine” electrizante. Todo ello coadyuvó para que el conductor Mexicano nos brindara una versión de concierto (como corresponde), rica en matices, con un interesante trabajo de las sonoridades, logrando que la Estable en sus manos vaya rindiendo cada vez mas y haya una empatía entre ambos muy profunda, la que se traduce en resultados cada vez mas satisfactorios. Honor a todos. Estuvieron a la altura del desafío y de lo que el Colón significa.

Donato Decina


CON REEMPLAZO Y DE APURO

Teatro Colón: Octavo concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Cesar Iván Lara. Solistas: Gavriel Lipkind (Violonchelo), Coro de Niños del Teatro Colón, Director: Cesar Bustamante. Programa: Obras de Horst, Shostakovich, Rossini/Respighi y Ravel. 12 de Julio de 2018.

NUESTRA OPINION: BUENO.

  Este Concierto había sido consignado a David del Pino Klinge (Titular de la Sinfónica de Rosario) para su Dirección. Aparentemente una situación de “Stress” lo ha llevado a que esta semana se conociera a través de un reportaje su decisión de desvincularse al final de la Corriente temporada de la Sinfónica Rosarina (Cosa que se lamentará  y mucho) y entre otros compromisos, renunciar a la Dirección de Este Concierto en el Colón. Es evidente que razones de mucho peso deben haber empujado a este gran Maestro Peruano a tomar semejantes determinaciones. Máxime  cuando la obra de apertura de la velada “Tuhun” de Jorge Horst (oriundo de Rosario), es un estreno mundial y le está dedicada. Hago votos para que el Maestro del Pino Klinge pueda irse restableciendo y que no se ausente entre Ntros.

  Lo cierto es que ante esta inesperada noticia el Colón obtuvo los servicios del maestro Cesar Iván lara, oriundo de Venezuela, hoy Director de la Filarmónica de Mendoza, quien ha oficiado como preparador de la Sinfónica “Simón Bolívar” de su país, amén de ser titular de otras orquestas del interior Venezolano de las cuales la Sinfónica de Mérida lo ha nombrado Director Emérito.
  Ya en el comienzo, con el referido estreno de “Tuhun”, se notó un esfuerzo por una versión lo mas clara posible, pero en el fondo no fue mas que eso. Lo escuchado me permitió percibir, al menos en mi caso, que podía buscarse en algunos momentos mayor profundidad interpretativa. Claro está que ignoro con cuanta antelación llegó el Maestro Lara para asumir la concertación y de ahí el tiempo para preparar con la consecuente suma de ensayos. La obra tiene un plan y este es sobre la base de palabras pronunciadas por un Coro de Niños en Mapundungun (lengua de Pueblos Originarios), las que son: Tuhun (Origen) y Kutral, Huayhuen, Ko y Mapu (Elementos), originan una fuerza primigenia, la que está expuesta en música de manera contundente. Si tenemos en cuenta que la percusión juega un rol fundamental en cuanto a contundencia expresiva y que la Orquesta desarrolla una melodía Colorida en la cual el compositor homenajea de ese modo a esa cultura originaria, se requiere justamente de contundencia y expresividad. El Coro de Niños del Colón como siempre preparado de modo eficaz por Cesar Bustamante, cumplió con el cometido con buena pronunciación de las palabras. En cambio la Orquesta tuvo algunos momentos de contundencia, mientras que el resto fueron solo trazos correctos.

  El punto mas alto de la Noche, sin duda,  sobrevino con la presencia del Violonchelista Israelí Gavriel Lipkind, quien logró plasmar junto a la Filarmónica una interesantísima versión del Concierto para Violonchelo y Orquesta Nº1 de Dimitri Shostakovich. Hablar de esta obra es remitirnos al recuerdo del inmenso “Slava” Rostropovich, amigo dilecto del Compositor y dedicatario de este monumental trabajo, no por grandiosidad sino todo lo contrario, orquesta reducida, visión reconcentrada, desafíos permanentes para el solista desde la escritura intrincada y ese anagrama siempre presente con sus iniciales en grafía germana que estará sobrevolando en toda la obra. Pese a  un arranque muy frío y por momentos desafinado de manera llamativa,  Lipkind fue asentándose y  logró plasmar una versión muy contundente, con excelente musicalidad , soberbia técnica y total entendimiento con la Orquesta y el Director, el que aquí sí logró respuestas magníficas de la Filarmónica.

  El punto mas cuestionable de la noche fue la decisión de suprimir la Obertura de “El Cazador Maldito” de Cesar Franck y reemplazarla por la Suite “La Boutique Fantasque” de Ottorino Respighi, basada en las Obras para Piano de Gioacchino Rossini, originalmente programada para el Concierto Nº 17 entre Obras mas acordes a la naturaleza de este trabajo. Al Igual que ocurriera en el Concierto Nº 6 a cargo de Baldur Brönnimann, en donde entre la Obra de Sofía Gubaidulina y el Concierto para Orquesta de Lutoslavski apareció de manera totalmente “descolgada” “El Lago Encantado” de Anatoli Liadov,  ocurre exactamente lo mismo en colocar este trabajo simpático y tal vez “pasatista” entre dos verdaderos “Pezzo Grosso” como el Concierto de Shostakovich y  “La Valse” de Ravel. Y fue solo eso, una versión “simpática” de un trabajo “simpático”.

  El final mostró una versión de trazo totalmente grueso de “La Valse”, que no pasará a la historia, sino que provocará en Mí que luego de escribir esta crónica para Uds., la trate de olvidar lo mas pronto posible.

Donato Decina  


La consagración de Barenboim como director de ópera en “TRISTÁN E ISOLDA” en el Colón

APOTÉOTICO Y SUBLIME
Martha CORA ELISEHT

            Daniel Barenboim regresó al país al frente de la Staatskapelle Berlin – orquesta de la cual, es Director Artístico desde 2002- para irradiar la consabida magia y la excelencia de sus interpretaciones, a las cuales tiene acostumbrado a su público desde hace ya 5 años consecutivos. En esta ocasión, para representar “TRISTÁN E ISOLDA” junto al mencionado organismo y el elenco de la Staatsoper Unter der Linden (Berlín) en el Colón, con dirección escénica de Harry Kupfer, escenografía de Hans Schavernoch, vestuario de Buki Schiff e iluminación de Bernd Zeise, bajo la supervisión técnica en escena de Frank Henze.
            El estreno de esta nueva coproducción  se produjo el pasado miércoles 11 del corriente, con el siguiente elenco: Peter Seiffert (Tristán), Anja Kampe (Isolda), Angela Denoke (Brangäne), Boaz Daniel (Kurvenal), Kwangchui Youn (König Marke), Gustavo López Manzitti (Melot), Adam Kutny (Timonel) y Florian Hoffmann (Pastor/ Marinero). En las funciones de los días 18 y 22 del corriente, el rol de Isolda será cantado por la soprano sueca Irene Théorin, debido a compromisos artísticos contraídos con antelación por parte de Anja Kampe (interpretará en breve el rol de Sieglinde en “LA WALKYRIA”, junto a Jonas Kaufmann). Es una de las mejores sopranos wagnerianas del momento- excelente interpretación de Brunhilda en “EL ANILLO DEL NIBELUNGO” de Copenhague, dirigida magistralmente por Michael Schönwandt (2006)- y ha sido una decisión muy acertada el haberla convocado para interpretar el rol de Isolda.
Si tuviera que sintetizar la presente versión en dos palabras, usaría las empleadas en el título: APOTEÓTICO Y SUBLIME. Porque, precisamente, son los términos que mejor definen esta producción: un lujo y un placer infinito para todos los sentidos. Excelente interpretación de los roles principales, la escenografía, el vestuario, la iluminación, la puesta en escena y una orquesta maravillosa, donde la batuta de Barenboim rindió un justo y merecido homenaje a la idea del drama wagneriano. Desde el inicio, se respetó el silencio que precede al La en el Preludio, donde se exponen los principales leitmotiv que caracterizan la obra: la dicotomía amor/muerte, luz/oscuridad, ser/devenir. Luego de respetar los silencios, el sonido de la orquesta fue magistral, con vuelo en los crescendi y respetando los pianissimi- sobre todo, al final de la obra, en el Mild und leise (Liebestod- Muerte de amor), donde los últimos acordes del aria final de Isolda la acompañaron magistralmente, dando la sensación de sus últimos estertores de vida. Si a esto se le suma el efecto de iluminación- oscureciendo el escenario, iluminando sólo a la protagonista y bajando la luz a medida que se acerca a la troca para expiar-, el final fue imponente y magnífico. Lo mismo sucedió cuando Tristán arranca sus vendajes ante la inminente llegada de Isolda en el 3° Acto, donde la escenografía se tiñó de rojo, aludiendo a la herida mortal del protagonista.
A medida que se usó la platina giratoria del escenario, una se dio cuenta que la escenografía- muy sencilla, por cierto- representaba un ángel caído. Si se lo mira con cierto detenimiento, la cabeza del ángel representa el mundo, rodeado con ambas manos juntas, en un gesto de redención. En este caso, cumplió perfectamente con el precepto wagneriano característico de esta obra: la redención mediante el amor, que permanece constante más allá de la muerte de ambos protagonistas.
En cuanto a los intérpretes, las actuaciones de los principales cantantes fueron sumamente destacadas. Peter Seiffert – quien ya había encarnado a Trsitán en la versión de concierto ofrecida por Barenboim en el 2014-  se mostró sólido, con un inmenso caudal de voz, demostrando que es un auténtico Heldentenor- pese a cierto exceso de peso que le produjo dificultad para desplazarse en escena-. Anja Kampe hizo una Isolda de antología, con gran caudal de voz, excelentes matices e inflexiones durante todo el desarrollo del drama y con muy buenas dotes histriónicas. La soprano dramática Angela Denoke interpretó una espléndida Brangäne, luciéndose en los dúos y arias principales – Einsam wächend in der Nacht (Alguien vigila en la noche), durante el 2° Acto, cantando fuera de escena- y Boaz Daniel encarnó un muy buen Kurvenal, al igual que el bajo coreano Kwangchui Youn, encarnando al Rey Marke. El único punto débil fue- quizás- la participación del coro masculino al final del 1° acto, donde lució un tanto apagado. De no haber sido por este detalle-  precisamente, porque es lo que da el marco apropiado al cierre del 1° Acto de la obra-, la preparación del Coro Estable por Miguel Ángel Martínez fue estupenda.
Se sabía – o al menos, se creía- que la presente versión de TRISTÁN E ISOLDA iba a ser el gran acontecimiento operístico de este año. Y no faltaron los motivos, así como tampoco fallaron los pronósticos. Sin lugar a dudas, marcó la consagración de Daniel Barenboim como director de ópera en el Colón en medio de una noche mágica, donde quedaron flotando los duendes que caracterizaban las grandes noches del Teatro, en épocas de gloria. Ojalá sigan flotando por mucho tiempo más bajo la batuta del gran mago Barenboim, quien- por un momento-  fue capaz de transportar a todos con su arte a Bayreuth.


Memorable inauguración del Festival Barenboim en el Centro Cultural Kirchner

EL SUTIL ENCANTO DE LA PERFECCIÓN
Martha CORA ELISEHT

            Finalmente, llegó la inauguración del Festival Barenboim 2018 en el Centro Cultural Kirchner- sala elegida por el gran Maestro por su excelente acústica- el pasado viernes 13 del corriente, junto a la Staatskapelle Berlin, para interpretar el primero de los tres conciertos que dicho organismo ofrecerá en la Sala Sinfónica de dicha institución. Se interpretaron la Sinfonía n° 2 en Re mayor, Op. 73 y la Sinfonía n° 1 en Do menor, Op. 68, dentro del Ciclo Integral de las Sinfonías de Johannes Brahms (1833- 1897).
            Las sinfonías de Brahms poseen tres características que son fundamentales al momento de su interpretación: deben sonar de forma solemne, marcial y, a la vez, romántica. Quizás por eso, al gran compositor hamburgués no le gustaba componer sinfonías, ya que en aquella época, la influencia de Beethoven era aún muy marcada. Sin embargo, en 1862, Brahms envía a Clara Wieck Schumann el manuscrito del Allegro de su Sinfonía n° 1 en Do menor (misma tonalidad que el 4° movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven) y comienza otra etapa de su vida. Recién en 1870 se estrenó bajo la dirección de Hans von Bülow, quien la calificó como “la Décima de Beethoven”, lo que afianzó a Johannes Brahms como compositor sinfónico. Sus cuatro movimientos son de una perfección absoluta (Un poco sostenuto- Allegro/ Andante sostenuto/Un poco allegretto e grazioso/ Adagio- Allegro non troppo ma con brio) y, en este caso, la versión ofrecida por Barenboim al frente de la agrupación alemana fue sublime, respetando las indicaciones de la partitura y logrando que una obra celebérrima sonara magistralmente, en todo su esplendor. Los contrapuntos entre cuerdas, maderas, cornos y timbales sonaron magníficamente. La respuesta del público que se dio cita en La Ballena Azul fue unánime, estallando en aplausos y numerosos vítores. Y, como de costumbre, Barenboim señaló a cada uno de los solistas de los diferentes grupos de instrumentos- destacando la labor de la Concertino Jiyoon Lee-.
            A diferencia de la 1° Sinfonía, la Sinfonía n° 2 en Re mayor se caracteriza por ser más romántica, original y luminosa- algunos la subtitulan como “Pastoral”-. Es una de las más conocidas y ejecutadas- junto con la 1° y 4° Sinfonía forman parte habitual de las temporadas y Ciclos de Conciertos en todo el mundo- y también consta de 4 movimientos: Allegro non troppo/ Adasgio non troppo/ Allegretto grazioso (quasi andantino)/ Allegro con spirito. Es en el 3° movimiento de esta Sinfonía donde Brahms despliega su originalidad y comienza a afianzarse como un compositor plenamente sinfónico. La versión ofrecida por Barenboim descolló en excelencia sonora y calidad interpretativa, lo que se tradujo en múltiples vítores y los consabidos “Bravo!!” por parte del público.
            El Ciclo se completará con otros dos conciertos, que tendrán lugar el domingo 15 y el viernes 20 del corriente, alternando con dos funciones extraordinarias, donde se ejecutarán solamente las Sinfonías de Brahms. El concierto final del día 20, en cambio, ofrecerá un programa consagrado a Debussy- al cumplirse 100 años de la muerte del compositor-  y Stravinsky, donde se interpretará Imágenes y La Consagración de la Primavera, respectivamente. Promete ser espléndido y vibrante, acorde a lo que Barenboim tiene acostumbrado al público argentino: cautivar a la audiencia con el sutil encanto de una perfección absoluta en materia musical.