lunes, 1 de diciembre de 2025

 Una triunfal Cármina Burana…


                                                              Por Jaime Torres Gómez

Si bien pareciera excesiva la programación local de Cármina Burana, la reciente

presentación de la Sinfónica Nacional junto al Coro Sinfónico de la Universidad

de Chile tuvo plena justificación al ser ofrecida en la flamante Gran Sala Sinfónica

Nacional, actual sede de la decana orquestal del país, como una forma de calibrar

su sonoridad en dicho espacio, aún en etapa de ajuste acústico.

En parte, la asidua presentación en Chile de esta magnífica (y “magnética”) obra,

obedece a la inevitable asociación a la legendaria coreografía de Ernst

Uthoff de 1953 para el Ballet Nacional Chileno, ofreciéndose en el tiempo, quizás,

con excesiva rutina, principalmente en formato de concierto, extrañándose mayores

reposiciones coreográficas de la misma.

Esta cantata dramática (escénica) de Carl Orff (1895-1982), estrenada en 1937,

posee una atractiva adopción de lo rítmico y melódico, más la incorporación de

elementos del canto gregoriano, el lied y danzas populares, plasmando una original

conjunción de elementos en base a la colección de poesías profanas latinas hechas

por los goliardos -clérigos descarriados, como estudiantes vagabundos y trovadores

del Medioevo- que cantaban motivos amorosos, hedonistas y sarcásticos contra el

orden establecido. Y si se agrega lo dancístico, conforme a la concepción de Orff,

hacen de Cármina una obra de arte total y expandida a una fenomenología de

atávicas dimensiones… De allí, tan directa y masiva conexión con el público…

Dirigida por el destacado maestro argentino Carlos Vieu (actual Director Musical del

Teatro Argentino de La Plata) en su segunda visita a la Sinfónica Nacional, obtuvo

un sólido resultado musical, signado por una visión globalmente muy bien resuelta,

de trazos firmes, idiomática expresividad -con genuina fuerza interna sin caer en

destemples de tintes ampulosos y feroces-, más un celebrado trabajo en sonoridad

con estupendas texturas, timbres y colores. Excelente adopción de tempi, logradas

dinámicas y admirable colaboración con las voces.

Ejemplar ajuste de los sinfónicos y coreutas a los autorizados requerimientos de

la batuta visitante, a pesar de desbalances por rectificar en la nueva sala de

conciertos santiaguina…

Estupendo desempeño de los solistas, destacándose Tabita Martínez (soprano) en

una candorosa Amor volat undique, emotiva en In trutina y con admirable alta

tesitura en el Dulcissime. El contratenor Moisés Mendoza destacó con magnífico

falsete en el canto del cisne en el asador (Olim lacus colueram). Y del todo

autorizado el experimentado barítono Patricio Sabaté en todas sus intervenciones,

especialmente en Omnia sol temperat, con exquisitos pianissimi y musicalidad a

borbotones.

En suma, un triunfal estreno de Cármina Burana en la Gran Sala Sinfónica Nacional,

liderada por un director de fuste junto a estupendos solistas, más

una orquesta y coro en plenitud de rendimiento.

domingo, 30 de noviembre de 2025

 


Vista de uno de los momentos del concierto homenaje al Papa Francisco en el Auditorio Nacional. Fotografía de la propia Martha Cora Eliseht.


Estreno mundial de la “Misa Mestiza” en el Auditorio Nacional del Palacio Sarmiento


APROBADA POR ACLAMACIÓN Y UNANIMIDAD


Martha CORA ELISEHT


El Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), quien pasó a la

posteridad como el Papa Francisco I no solamente fue el 266° Papa de la iglesia católica

y el 8° soberano del Estado Vaticano desde 2013 hasta su muerte, sino que también -

entre otras cosas- un amante de la música clásica y un gran melómano. En el año 2015,

los compositores argentinos Hugo Figueras, Bernardo Latini y Oscar Allorio le

presentaron al Sumo Pontífice su Misa Mestiza para orquesta reducida, coro y solistas,

que presenta los números tradicionales de la composición religiosa (Kyrie/ Gloria/

Credo/ Sanctus- Benedictus/ Agnus Dei/ Comunión/ Legado) fusionados con ritmos

latinoamericanos. El proyecto contó con la aprobación total y la bendición papales.

Posteriormente, se compuso la versión para orquesta sinfónica, coro y solistas que,

lamentablemente, el Papa no pudo escuchar debido a su fallecimiento, ocurrido el 21 de

Abril del corriente año luego de haber oficiado la Misa correspondiente al Domingo de

Pascua en el Vaticano.

La Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” (ONMA) y

el Coro Polifónico Nacional decidieron rendir homenaje a Su Santidad c on el estreno

mundial de la versión definitiva de la Misa Mestiza en un concierto denominado

“Homenaje a la Memoria del Papa Francisco”, hecho que tuvo lugar el pasado viernes

28 del corriente en el Auditorio Nacional del Palacio Domingo F. Sarmiento bajo la

dirección de Fernando Tomé y la participación de los siguientes artistas: Claudio

Santoro (piano), Clara Pinto (soprano), Elisa Giraldo Gärtner (contralto), Esteban

Garreta (tenor), Felipe Carelli (barítono) y Martín Caltabiano (bajo).

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- “Ubi Caritas”- Georgina PERAZZO (1974)

- “La despedida” (cantata para coro, barítono y piano)- Carlos GUASTAVINO

(1912-2000)

- Misa Mestiza (estreno mundial)- Hugo FIGUERAS- Bernardo LATINI- Oscar

ALLORIO

Durante la primera parte del concierto, se interpretaron las obras para coro y piano y,

posteriormente, los integrantes de la Orquesta Nacional de Música Argentina ingresaron

al escenario para interpretar la mencionada obra en calidad de estreno mundial.

Luego de la entrada del Coro Polifónico Nacional, Fernando Tomé y Claudio

Santoro tomaron sus puestos sobre el escenario para comenzar con el motete Ubi

Caritas (Donde hay caridad) de la compositora argentina Georgina Perazzo, que se

refiere al amor mediante actos de caridad hacia los más necesitados y los pobres -una de

las principales consignas del Papa Francisco durante todo su mandato-. Oriunda de

Berisso, completó sus estudios en el Conservatorio Gilardo Gilardi y la Facultad de


Bellas Artes de La Plata. Su producción abarca obras para piano, orquesta, ópera,

música de cámara y coral. Este motete posee una bella línea melódica de corte

impresionista, donde el coro ofrece un canon a 4 voces que estuvo muy bien balanceado

merced a una adecuada preparación. Como siempre, el acompañamiento al piano de

Claudio Santoro fue magnífico y a su término, Fernando Tomé saludó a la compositora-

quien se encontraba presente en sala- en medio de numerosos aplausos.

Seguidamente, el barítono Felipe Carelli se presentó para interpretar La Despedida,

cantata compuesta por Carlos Guastavino en 1972 para coro mixto, piano y barítono con

texto de León Benarós. La obra se inicia con una extensa introducción a cargo del

piano, donde Guastavino fusiona su tradicional estilo impresionista con ritmos del

folklore argentino previamente a la entrada del coro al unísono. Posteriormente, el

barítono solista entabla una serie de diálogos con el coro: primero, con las voces

femeninas; luego, con las masculinas y finalmente, con todo el coro. El solista tuvo un

gran desempeño, magníficamente acompañado por el coro y el piano. La cantata cierra

con otro solo de piano y la interpretación fue soberbia.

Tras un breve intervalo y la tradicional afinación de instrumentos por parte de la

ONMA, el director y el cuarteto de solistas se ubicaron sobre el escenario para

interpretar la versión orquestal de la Misa Mestiza en calidad de estreno mundial. Se

inicia con el Kyrie -cantado por el coro a cappella junto al bajo- hasta la entrada del

corno, fagot y, posteriormente, el resto de la orquesta. La línea melódica -de carácter

solemne- fusiona la música tradicional religiosa europea con elementos del folklore

latinoamericano introducidos por la marimba, el bongó y las tumbadoras. Por el

contrario, el Gloria es majestuoso y brillante y se caracteriza por ritmos como el

malambo, el taquirari en el aria de la contralto y el joropo en la parte del coro, cuyos

integrantes marcaron el ritmo con palmas y pisadas. El Credo se inicia con ritmos de

marcha y cuatro interpretados en forma conjunta por el cuarteto de solistas, el coro y la

orquesta. Luego de un poderoso tutti, los ritmos cambian a son y gato. Pero el más

impactante de los números que integran esta obra es el Santo/ Bendito, que abre con un

gran solo de clarinete y fagot previamente a la marcación de un intenso candombe por

las maracas, el güiro, claves y otros instrumentos de percusión antes de la entrada del

coro y los solistas. La orquestación de este número fue formidable e incluye un gran

solo de bandoneón y piano previos a su cierre. Las maracas y el güiro marcan también

la entrada del Cordero de Dios (Agnus Dei) a cargo del coro, donde las cuerdas y los

vientos toman la melodía en ritmo de zamba fusionado con música europea, donde el

piccolo imita el sonido de la quena. La música de la Comunión es un vals criollo en ¾

introducido por la soprano, seguida por el bandoneón y el resto de las cuerdas, que

desemboca en una magistral sucesión y fusión de ritmos como la samba, la guaracha y

la salsa cubana que acompaña al coro -cuyo desempeño fue tan magistral como dicha

fusión de ritmos-. Finalmente, el Legado se inicia con el cuarteto de voces solistas y las

cuerdas en ritmo de malambo seguido por el resto de la orquesta y el coro. La

marcación y dirección por parte de Fernando Tomé fueron espléndidas y culmina con un

final brillante. La obra gustó mucho y fue muy bien recibida con numerosos aplausos

por parte del público hasta tal punto, que el director decidió invitar al público a

acompañar con palmas indicando el ritmo de candombe para hacer un bis del cuarto

número de la misa (Santo/ Bendito). El entusiasmo del público no se hizo esperar y se


logró el efecto deseado. De los tres compositores, dos de ellos estuvieron presentes y, al

igual que el público, disfrutaron de su éxito al máximo.

El hecho de estrenar una obra dentro de un concierto es algo maravilloso y mucho

más, si se trata de un estreno mundial. No solamente ha sido un concierto magnífico,

sino, además, un merecido homenaje a un líder espiritual y un auténtico jefe de Estado

cuyo papado se caracterizó por incluir a los pobres, las minorías étnicas y el respeto por

la diversidad de género. De haber escuchado este concierto, Francisco lo hubiera

aprobado.

 

Marcelo Balat en plena interpretación y detrás el Mtro. Pablo Druker al frente de la Sinfónica Nacional. Fotografía del autor del presente comentario.

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Orquesta Sinfónica Nacional

.Director: maestro Pablo Drucker

.Solista: Marcelo Balat, piano

.Auditorio Nacional, Buenos Aires, 26 de noviembre, hora 20.

El maestro Pablo Druker dirigió a la Orquesta Sinfónica Nacional en su

último concierto, con la actuación solista de Marcelo Balat en piano.

El Concierto en si bemol mayor, opus 25, para piano y orquesta de

Piotr Ilitch Thaicovsky (1840-1893) fue la primer obra del programa.

Con una impronta que aúna la libertad expresiva más absoluta y un gran

rigor en el uso de los elementos de que se vale el compositor, es una obra

virtuosa. Ya la introducción –tal como lo señala en maestro José Luís Conde en

su análisis- es un pequeño concierto en sí misma: con un tema inicial, su

elaboración y una coda; tras lo cual llega el desarrollo del tema a (basado en

una canción folklórica ucraniana y los temas b 1 y b 2, que serán amplia,

imaginativa y virtuosamente desarrollados en el extenso primer movimiento.

El segundo movimiento, un lied ternario que responde al esquema

ternario ABA, cita casi textualmente en la sección central una canción francesa.

El último movimiento es la alternancia entre un tema a, tomado de una canción

ucraniana que celebra la llegada de la primavera y otro tema b, con una

canción rusa incluida en la colección de 50 canciones rusas recopiladas por el

compositor.

De todo ello podemos inferir que los requerimientos técnicos y

expresivos son muy grandes: en lo cerrado del diálogo, las intensidades y las

inflexiones sonoras en un todo que no da respiro casi en ningún momento, más

que nada en el primer movimiento que ocupa casi las dos terceras partes de la

obra.

Marcelo Balat es uno de los pianistas más notables, de destacada y

extensa actuación y plasmó una muy lograda versión de una obra referencial

del repertorio.

Como bis, abordó, junto con el cellista Lucas Brass, el tercer Andante

movimiento de la Sonata para violín y cello en sol menor, opus 19 de

Rachmaninov. Joven y destacado cellista, Lucas Brass ha asistido al Campus

Musical de Santa María de la Armonía y formado parte de organismos como la

Camerata Bariloche. En esta ocasión le cupo abordar parte de una de las

sonatas más bellas del repertorio para el instrumento. Dos intérpretes muy

destacados en obras referenciales del romanticismo tardío

La Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel (1875-1937)

siguió en el orden del programa. Rica en inflexiones y de una sutil musicalidad,

la Orquesta Sinfónica Nacional lució una gran homogeneidad en el sonido y en

la sucesión de las distintas voces instrumentales.

El Poema del Éxtasis opus 54, de Aleksander Scriabin (1872-1915)

cerró el programa.

Obra que requiere un profuso orgánico orquestal (que incluye celesta,

arpas y variados instrumentos de percusión). Como destinada a representar

una concepción filosófica, los elementos formales persiguen la expresión de


sensaciones e ideas: frases delicadas e inflexiones muy suaves van mutando

sucesivamente en un panorama sonoro muy cambiante. Va de suyo que ello

implica una gran ductilidad en toda la orquesta y homogeneidad en los timbres.

Se trata entonces, de una obra compleja en sus elementos rítmicos y en

sus dinámicas, que abarca desde la delicadeza hasta muy potentes masas

sonoras, todo lo cual debe ser plasmado como un continuum organizado y

flexible al mismo tiempo.

La Orquesta Sinfónica Nacional abordó obras de requerimientos muy

diferentes en un concierto en el que mostró acabadamente el excelente nivel

del organismo.


Eduardo Balestena

 


La Inquietud de Nuestros Jovenes lleva a que se formen agrupaciones como la Camerata Arsis, al que aquí se la aprecia actuando en la Fundación Beethoven. Fotografía de la autora del presente comentario.


Muy buena actuación de la Camerata ARSIS en la Fundación Beethoven


A PURO TALENTO Y PASIÓN JUVENIL


Martha CORA ELISEHT


Fundada en Noviembre de 2024, la Camerata ARSIS es un conjunto de músicos

jóvenes cuyo principal objetivo es difundir el repertorio de cámara a todo nivel. Sus

integrantes pertenecen en su mayoría a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil

“Libertador Gral. San Martín” y la Académica del Instituto superior de Arte del Teatro

Colón (ISATC) y se presentaron el pasado jueves 27 del corriente en un concierto que

tuvo lugar en el auditorio de la Fundación Beethoven, donde se interpretaron las

siguientes obras:

- Divertimento en Fa mayor, K.138 – Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- Intermezzo de CAVALLERÍA RUSTICANA- Pietro MASCAGNI (1863-1945)

- Serenata para cuerdas, Op.48- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-1893)

Luego de la tradicional afinación de instrumentos a cargo de la concertino Sofía

Herman, la violoncelista Trinidad Gutiérrez actuó como presentadora y agradeció tanto

al maestro Mario Benzecry por el asesoramiento en materia de repertorio como a la

presidente de la Fundación Beethoven – “Pupi” Sebastiani- por el apoyo brindado para

la realización del concierto.

En 1771, la familia Mozart se traslada a Italia con el objetivo que una corte

respetable le otorgara al joven Wolfgang Amadeus un puesto de Kapellmeister. A pesar

de que el objetivo no se cumplió, el genio de Salzburgo no se amilanó, sino que hizo

exactamente todo lo contrario: compuso sus tres Divertimentos para cuerdas en los

primeros tres meses de 1772. Se trata de una forma musical sin una estructura concreta,

que cumplía la misión de divertir a la sociedad durante la época del clasicismo.

Posteriormente, se dejaron de componer después de 1790 y todos poseen tres

movimientos: Allegro/ Andante/ Presto. En el caso del Divertimento n°3 en Fa mayor,

K.138, el presto final se transforma en un rondó, mientras que el celebérrimo

Divertimento en Re mayor, K.136 conserva la estructura anteriormente mencionada. En

este caso, la agrupación ofreció una versión correcta de la mencionada pieza.

De todas las óperas de Pietro Mascagni, CAVALLERÍA RUSTICANA fue

compuesta en 1890 como parte de un concurso organizado por el editor de música

milanés Edoardo Sonzogno para compositores noveles que jamás habían montado una

ópera en escena. Una de las condiciones era que debía ser un melodrama en un único

acto. Tan sólo dos meses antes de la fecha del concurso, Mascagni le pidió a su amigo

Giovanni Targioni- Tozzetti que le proporcionara un libreto. Éste eligió la novela

homónima de Giovanni Verga y junto con su colega Guido Menasci fueron enviándole

el libreto por partes. Finalmente, sobre un total de 73 óperas participantes resultó electa

entre las tres finalistas y se estrenó en el Teatro Constanzi de Roma en Mayo de ese

mismo año, con un suceso notorio de público y crítica que perdura hasta nuestros días.

Su célebre Intermezzo es un bellísimo interludio orquestal que separa ambas escenas y


que forma parte del repertorio habitual de los programas de conciertos. La orquesta

brindó una muy buena versión, que se caracterizó por tener un sonido compacto y

equilibrado.

Compuesta en 1880, la Serenata para cuerdas en Do mayor, op.48 de

Tchaikovsky consta de 4 movimientos: Pezzo in forma di sonatina: Andante non

troppo-Allegro moderato/ Vals: moderato- Tempo di valse/ Elegía: Larghetto elegíaco/

Finale (tema ruso): Andante- Allegro con spirito. Se estrenó en privado en Diciembre

de ese mismo año y su primera ejecución pública fue al año siguiente en Moscú, bajo la

dirección de Eduard Napravnik. El tema inicial del 1° movimiento actúa como leitmotiv

o hilo conductor, que posteriormente, se repite no sólo al final de dicha parte, sino

también, de la obra, otorgándole un carácter cíclico. La versión ofrecida fue muy

compacta, versátil y con un sonido propio, con un muy buen desempeño de los violines

y violas en las dobles cuerdas de la introducción, mientras que la labor de los

violoncelos y las violas se destacó en el cantábile de la Elegía, de corte netamente rusa.

Lo mismo sucedió con el tema folklórico que el compositor introduce en el 4°

movimiento, donde el pizzicato en violines sonó en bloque, mientras las violas, cellos y

contrabajos ejecutan la melodía hasta volver al tema de la introducción. Si se tiene en

cuenta que es una obra de repertorio de las principales orquestas de cámara del país, la

Camerata ARSIS sorprendió por el buen nivel de la interpretación y la calidad del

sonido. Un cierre perfecto, donde los músicos se retiraron muy satisfechos y

agradecidos ante los aplausos del público.

Es maravilloso ver el grado de profesionalismo que tienen estos jóvenes músicos

y el entusiasmo con el que encaran este proyecto. Sería muy bueno contar con maestros

que los asesoren y los perfeccionen en este tipo de repertorio. Una nueva agrupación de

música de cámara que todavía tiene un largo camino que recorrer y mucho para dar.

 


Una nueva vista del concierto del Ensamble Concentus, en este caso la aportada por la autora del presente comentario.


Gran cierre del ciclo Conciertos del Mediodía en el Palacio Sarmiento


A BUEN ENTENDEDOR, POCAS PALABRAS


Martha CORA ELISEHT


No es casual que el refrán que forma parte del título de esta nota sea

precisamente la dedicatoria que Franz Joseph Haydn escribió al Príncipe Esterházy al

principio de la partitura de su Sinfonía n°45 en Fa sostenido menor (“Los adioses”),

que formó parte del programa del concierto de cierre del Ciclo “Conciertos del

Mediodía” organizado por el Mozarteum Argentino en la Sala Argentina del Centro

Cultural Palacio Domingo F. Sarmiento. Dicho concierto tuvo lugar el pasado miércoles

26 del corriente, donde participó el Ensamble CONCENTUS bajo la dirección de

Ricardo Sciammarella para interpretar las siguientes obras:

- Sinfonía n°29 en La mayor, K.201- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- Sinfonía n°45 en Fa sostenido menor, Hob.I:45 (“Los adioses”)- Franz

Joseph HAYDN (1732-1809)

Fundado en 2019 por un prestigioso grupo de músicos argentinos bajo la

dirección de Ricardo Sciammarella, el Ensamble CONCENTUS es el primer conjunto

orquestal argentino con carácter historicista dedicado a la interpretación de la música

clásica y romántica europea y sudamericana. Sus integrantes provienen de todo el país y

son especialistas en la ejecución de instrumentos de época, lo que se traduce en

interpretaciones de alta calidad. Durante 2021 se presentó en las salas de conciertos más

importantes del país y tuvo a su cargo el estreno de la obra integral para orquesta del

compositor vasco Juan Crisóstomo de Arriaga en 2023 en el Salón Dorado del Colón.

Durante 2024 presentó el ciclo “Románticos y revolucionarios” en el Teatro Avenida en

cooperación con Betty Gambartes, donde participaron figuras de la talla de Pablo

Saraví, Lina Tur Bonnet, Alejandra Malvino y Víctor Torres, entre otros. Asimismo, se

presentó durante el transcurso de ese mismo año por primera vez en Uruguay, con gran

éxito de público y crítica.

Durante el presente concierto, el ensamble adoptó la tradicional formación de

cámara -violines y violas de pie y el resto de los integrantes, sentados- guiados por el

concertino Fabricio Zanella hasta que Ricardo Sciammarella se presentó sobre el

escenario para tomar su lugar en el podio y dar inicio al concierto.

La Sinfonía n°29 en La mayor es una obra que cada vez se toca más asiduamente

y marca la madurez de Mozart como compositor de este género -pese a que sólo tenía

18 años cuando la escribió-. Sus cuatro movimientos (Allegro moderato/ Andante/

Menuetto- Allegretto- Trío/ Allegro con spirito) ofrecen una mayor amplitud al

tratamiento de la orquesta, con texturas más complejas en las cuerdas y mayor presencia

de los instrumentos de viento, entrelazando dos temas bien definidos en el 1°

movimiento (Allegro moderato), mientras que el Andante se caracteriza por gran

variedad de articulaciones. El Menuetto se distingue por su énfasis en ritmos y por el

diálogo entre los instrumentos de cuerdas y vientos para desembocar en el poderoso


Allegro con spirito final. La presente versión se caracterizó por estar muy bien

temperada y afinada, con ese sonido cristalino y diáfano típicamente mozartiano. El

hecho de ser interpretada con criterio historicista le aporta un valor agregado mediante

un sonido de época perfectamente equilibrado. El numeroso público que se dio cita en la

Sala Argentina respondió positivamente con un aplauso cálido y sostenido.

En Octubre de 1772 y, debido a la gestión del Príncipe Esterházy para comprar

dos accesorios que permitieron bajar un semitono más a los cornos, Haydn emprendió la

difícil tarea de componer una sinfonía en Fa sostenido menor -una tonalidad

completamente atípica para dicha época-, ya que la afinación de los cornos en Do y Sol

lo permitía mediante el agregado de estos adminículos. Posee 4 movimientos (llegro

assai/ Adagio/ Minuet. Allegretto- Trío y Finale: Presto- Adagio. Precisamente, la otra

particularidad que posee la Sinfonía n°45, Hob. I:45 (“Los adioses”) es la culminación

del movimiento final con un Adagio - que se va desvaneciendo paulatinamente- en vez

de un presto. El nombre “los adioses” no sólo se refiere a un fin cercano, sino a una

situación particular vivida por los músicos de la corte durante el verano. La estadía

estival de la corte de Esterházy en el palacio de Eisenstadt se había prolongado mucho

más de la cuenta y los músicos estaban ansiosos por regresar a sus hogares. Esto inspiró

a Haydn a trasladar el mensaje de sus dirigidos a la música en sí. En el movimiento final

(presto en Fa sostenido menor), Haydn interrumpió la obra e insertó un adagio en modo

mayor, donde los músicos se fueron retirando gradual y paulatinamente tras apagar las

velas de sus atriles. Sólo quedaron el concertino Luigi Tomasini y el propio Haydn. En

la presente versión, la interpretación fue estupenda: no sólo por el profesionalismo de

los integrantes del ensamble, sino por la concepción y el enfoque temático acordes al

título de la sinfonía. Tras un brevísimo 3° movimiento, el presto del movimiento final

tuvo un muy buen ataque seguido por la breve interrupción previa al inicio del adagio,

donde los músicos se fueron retirando hasta que sólo quedaron el concertino y el solista

de viola. El público aplaudió y vitoreó a rabiar, lo que motivó a Sciammarella a realizar

un encore: el Final: presto de la Sinfonía n°49 en Fa menor de Haydn, que sonó muy

melódico y concentrado. Una nueva ovación para los intérpretes y un final de ciclo al

mejor estilo del Mozarteum: interpretación de alta calidad y gran jerarquía por la mejor

agrupación con criterio historicista del país.

viernes, 28 de noviembre de 2025

 

LUCIERON BALAT Y DRUKER JUNTO A LA SINFONICA NACIONAL

 

Dirección Nacional de Elencos Estables, Temporada 2025. Presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Pablo Druker. Solista: Marcelo Balat (Piano). Programa: obras de Tchaikovsky, Ravel Y Scriabin. Auditorio Nacional del Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, 26 de Noviembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Tras la pausa impuesta por el fin de semana largo, retornó la Sinfónica Nacional al escenario del Auditorio Nacional en donde bajo la dirección de Pablo Druker abordó un programa de exigencia en la que nuevamente emergió de manera triunfal.

 

  En el comienzo y con el concurso de Marcelo Balat, quien además es el solista titular de piano del conjunto, se ofreció una muy buena versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 1 de Tchaikovsky en el cual desde el mismo inicio se tuvo la certeza de encontrar una versión de fuste. Balat ofreció ataques seguros y certeros, digitación electrizante y magnífica técnica, secundado por Druker y la Orquesta en un  total entendimiento. El público guardó un magnífico silencio durante toda la obra, prorrumpiendo en una compacta ovación en el final, en el que Balat solicitando el concurso de su compañero de Orquesta, el violonchelista Lucas Brass, ofreció un movimiento de sonata para la combinación Violonchelo y Piano de Serguei Rachmaninoff que gustó de inmediato. Otra merecida ovación premió la labor citada en donde de este modo culminó la primera parte.

 

  Ya entrando de lleno en la segunda parte, Druker y la Orquesta ofrecieron una muy interesante versión de la “Pavana para una Infanta Difunta” de Maurice Ravel, en la que la delicadeza fue la constante. Gran lucimiento tuvieron los vientos del conjunto para este momento, en especial, por parte de la flautista Amalia Pérez quien exhibió un exquisito sonido.

 

    La parte final tuvo en una imponente versión del “Poema del Extasis” de Alexander Scriabin el momento más alto de la noche. Pablo Druker logró un perfecto empaste, con un sonido ajustado y evitando todo tipo de desbordes y excesos. Ese control permitió disfrutar de todos los planos sonoros gracias a la transparencia alcanzada por la Orquesta. Aquí le cupo especial lucimiento al trompetista Jonathan Bisulca en la exposición del motivo principal de la obra.

 

  Impecable de punta a punta en su presentación, La Sinfónica Nacional va culminando el año calendario redondeando una temporada de altísima calidad.

 

Donato Decina

 

El Maestro Ricardo Sciamarella junto al Ensamble Concentus con su Concertino Fabrizio Zanella a la Cabeza, durante el cierre de los "Conciertos del Mediodía" del Mozarteum Argentino en el Palacio Libertad. Fotografía del autor del presente comentario.


Concierto del Ensamble Concentus 

.Director: maestro Ricardo Sciamarella

.Mozarteum Argentino, Conciertos del Mediodía

.Palacio Libertad, Buenos Aires, 26 de noviembre, hora 14.

La interpretación con criterios históricamente informados es una

experiencia doble que abarca tanto a la música en sí misma como a la reflexión

que su estética y las sensaciones que depara su audición nos suscitan.

En el programa de la serie Un viaje al interior de la música dedicado al

tema, el maestro Horacio Lanci señaló, refiriéndose a esta experiencia: “¿No le

parece escuchar cosas que antes no escuchaba?” La afirmación es muy válida

al revelar la interpretación historicista aspectos de las texturas, en este caso de

la segunda mitad del siglo XVIII, que la interpretación convencional no

revelaba.

Con instrumentos y técnicas de interpretación que se ajustan a los

lineamientos de la época y un número reducido de intérpretes que hace que el

sonido producido sea individual, destacado y esencial, la experiencia es

necesariamente una de descubrimiento.

Sinfonía nro. 29 en la mayor; K.201 de Wolfgang Amadeus Mozart

(1756-1791)

Ya el primer minuto de la obra nos la presenta con un delicado motivo

introductorio que sin embargo cambia en cuestión de segundos con la llegada

de un nudo dramático. No es fácil discernir si la forma sonata a la que responde

el movimiento desarrolla solo un primer tema o si hay un segundo que sea la

elaboración del primero. Los cambios dinámicos en la cuerda y la belleza de las

frases son lo central en una trama en que tanto los oboes como las trompas

introducen un color que brinda un especial relieve al desarrollo.

El andante, con las cuerdas con sordina, apenas introducido el tema

inicial se expande en un rico diseño en las voces de las cuerdas. La disposición

de violines primeros y segundos en espacios opuestos del escenario permite

apreciar este rico diseño.

El menueto allegreto-trío está concebido de manera marcadamente

rítmica e incisiva, material en el cual el trio central implica un momento de

distensión.

Muy formalmente elaborado, el allegro con spirito final, en compás de

6/8 retoma elementos formales del allegro inicial.

La faz interpretativa descansa en las dinámicas de las frases más lentas:

las notas en la cuerda “nacen” delicadamente y luego se expanden y los

pasajes más rápidos son acentuadas y cambiantes en una textura sonora

donde si bien el sonido instrumental es, por decirlo así, “individual” se

encuentra sumamente amalgamado.

Sinfonía nro. 45 en fa sostenido menor, Hob I:45 “Los adioses”, de

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Del mismo modo que la sinfonía anterior, el orgánico de esta obra no

incluye a clarinetes ni flautas, en lo demás, son totalmente diferentes entre sí.


Es conocida la versión de que la estadía de los músicos de la corte de

Esterházy en la residencia Eszterháza, cercana a Hungría, se había

prolongado demasiado y que los músicos anhelaban volver a sus casas; al

pedirle a Haydn que intercediera ante el príncipe, el compositor ideó como

recurso escribir una sinfonía en la cual los miembros de la orquesta

abandonaran progresivamente el escenario.

Más allá de ello, la obra resulta inusual para el canon compositivo del

momento: al igual que la sinfonía nro. 40 de Mozart, está escrita en tono menor

y, con una prevalencia de elementos rítmicos sobre la melodía.

La figura inicial es expuesta luego en modo mayor, con lo cual el clima

de inestabilidad y tensión se acentúa. Como obra del llamado clasicismo es un

opus que descansa no en la elegancia y la simetría formal sino en la

indefinición, la dureza melódica y la angustia que esos elementos suscitan en

el ánimo del oyente.

El arpegio descendente del principio se reitera a lo largo de la estructura,

donde la forma parece inusual para el lenguaje sinfónico

Surge claramente el ideal experimentador de Haydn, que abrió el camino

a los futuros lenguajes. En efecto, la sinfonía responde a una cuidada

construcción global y a un esquema armónico muy minuciosamente planeado.

El tema inicial requiere una resolución en el modo mayor que solo

llegará en la modulación del adagio final. Hay elementos que cimentan la

inestabilidad de la obra: modulaciones frecuentes, violentos usos del modo

menor, debilidad melódica.

La organización tonal va del fa sostenido menor del primer movimiento al

la mayor del segundo, el fa sostenido mayor del tercero, el fa sostenido menor

en el presto y finalmente el fa sostenido mayor en la modulación final del “tema

del regreso”, que concluye con los 15 compases del violín primero y del primer

violín segundo

Una de las mayores muestras de la originalidad de la obra es el referido

cuarto movimiento, Finale, Presto- Adagio: al final de la recapitulación hay una

coda trunca, ya que no es resuelta completamente: la sinfonía parece acabar

pero la elaboración final se detiene abruptamente para dar lugar a un tema en

compás de 3/8 que modula, como ya dijimos, al fa sostenido mayor.

En lugar del clímax final de cualquier sinfonía, la música simplemente se

disgrega. Breves intervenciones de los instrumentos van jalonando su salida

del escenario: primer oboe y segunda trompa; fagot; segundo oboe y primera

trompa; contrabajo; cellos; viola y quedan el violín primero y el primero de los

segundos, que, elegantemente, concluyen el tema, entre distendido y

melancólico.

La música, literalmente, se reduce hasta disgregarse y desaparecer

luego de los desarrollos tensionales en los cuales discurre en casi toda su

extensión.

El maestro Sciamarella señaló, en el concierto, que se sabe cuándo la

música comienza pero se ignora cómo habrá de seguir y de qué modo habrá

de terminar. Podemos tomarlo como una poderosa metáfora de la vida, de su

sentido y de la propia existencia.

Pensemos simplemente en el final de la Sinfonía Patética de Thaicovsky,

acerca de cuyo final el maestro Lanci señaló: “la música de disgrega hasta

desaparecer”, para valorar los alcances de esta poderosa metáfora.


La interpretación historicista

Ante una interpretación de esta naturaleza es inevitable pensar que el

desarrollo de las orquestas posterior a la época de estas obras nos ha dejado

la sensación de que tal evolución es un progreso capaz instalar un modo más

perfecto de interpretación, superador de lo anterior.

Sin embargo el sonido que recrea el paradigma sonoro del siglo XVIII y

del temprano siglo XIX nos revela un carácter diferente de esas obras: en lugar

de un sonido brillante y de conjunto en el cual –tal como lo ilustró el maestro

Lanci en el programa de referencia- no son perceptibles determinadas

inflexiones ni determinados matices y hay cosas que –como los ligados de a

dos, a poco de comenzar la novela sinfonía de Beethoven- directamente no se

escuchan.

En un sonido más delgado e íntimo, las inflexiones son más delicadas y

en las variaciones dinámicas el sonido cobra otro relieve. El mensaje de la obra

difiere totalmente y nos revela que las versiones que conocíamos eran

producto de técnicas de interpretación posteriores a tales obras. Literalmente,

las redescubrimos.

En un momento de la bellísima película El arca rusa, el personaje de

Coustine, dice amar el siglo XVIII, una “época de elegancia y maneras”. Vemos

que no es tan así: la música también supo expresar la inestabilidad, la angustia

y la búsqueda y no solamente la elegancia y las bellas maneras.

Ensamble Concentus Buenos Aires

La interpretación históricamente informada de la música implica tanto la

técnica interpretativa así como el estudio y la investigación.

El Ensamble Concentus BA está integrado por músicos de distintos

lugares; va de suyo que cada ocasión en la que se presenta demanda no solo

el contar con los instrumentos y las partituras, sino la reunión de personas que

residen en lugares diferentes. Todo ello está muy lejos de toda interpretación

convencional y demanda un gran esfuerzo de preparación. La calidad

resultante de este esfuerzo está a la vista.

Es dable destacar que Sofía Carmona, concertino de la Orquesta del

Proyecto Creciendo en Armonía y alumna de dicho proyecto, fue una de las

integrantes del ensamble en el concierto del cual estamos ocupándonos.

Le cabe el enorme mérito de ser el primer ensamble historicista de la

Argentina y ha llevado desde su creación una vasta actividad.


Eduardo Balestena

jueves, 27 de noviembre de 2025

 regreso de un director de autorizada cátedra…


                                                                                          Por Jaime Torres Gómez

La temporada de abono de la Sinfónica Nacional en su nueva sede de la Gran

Sala Sinfónica Nacional continúa con resultados de jerarquía, acompañada de una

exitosa demanda de público más un celebrado ecléctico criterio curatorial, como una

convocatoria de excelentes directores invitados.

Cabe señalar las importantes contribuciones en esta temporada de directores como

las del español Josep Caballé-Domenech, el inglés Andrew Gourlay, la

polaca Barbara Dragan, el brasileño Tobías Volkmann, el israelita David

Greilsammer y el norteamericano Ira Levin, como los destacados maestros

chilenos Maximiano Valdés, Rodolfo Fischer, Luis Toro Araya y Helmuth Reichel,

quienes, en la actual coyuntura de búsqueda de un nuevo maestro titular, podrían

ser potenciales candidatos, considerando sus amplios períodos de trabajo con la

orquesta (en promedio, dos semanas).

En este contexto, luego de 13 inexplicables años de ausencia, llega el reconocido

maestro finlandés Ari Rasilainen, una de las batutas internacionales más

destacadas de su generación, lamentándose haya sido convocado sólo para un

programa… considerando los pergaminos de este director y la excelencia de sus

resultados.

Respondiendo al perfil programático normal de la decana orquestal del país, se

contempló una obra chilena, en este caso, al inicio, con el Divertimento para

Orquesta del compositor nacional Gustavo Becerra-Schmidt, figura fundamental

de la composición en Chile y Latinoamérica.

Adscribiendo a los 100 años del nacimiento de Becerra-Schmidt,

la Sinfónica programó previamente -en el marco del Festival de Música

Contemporánea de la Universidad de Chile- el estreno latinoamericano de su

notable Concierto para Arpa (junto a la destacada arpista nacional Sofía Asunción

Claro, a quien le fue dedicado), asimismo, para este programa, una pieza de

transición estética como el Divertimento, largamente ausente.

Compuesto en la década de los 50, se trata de una pieza de amable carácter y

buen oficio de orquestación, con una atractiva exploración de una amplia gama de

recursos tímbricos, colorísticos y rítmicos, amén de una ecléctica escritura que

funde, con entera pericia, lo melódico con atractivos giro disonantes. Con cabal

compresión de la obra, Rasilainen exploto al máximo el carácter de la misma,

obteniendo lo mejor de los sinfónicos en ensamble y calidad de sonido.    

Con un inteligente criterio contrastante, llegó la siempre bienvenida Sinfonía

Concertante para Violín y Viola KV 364 de W. A. Mozart, muy ausente en la

Sinfónica, aunque no mayormente en otras agrupaciones del país. Escrita a los 23

años, es considerada una obra clave del genio de Salzburgo, constituyendo un

punto de inflexión que compendia mucho de lo producido hasta ese momento, y,

sin duda, fundamental para el desarrollo posterior de lo que sería un doble

concierto propiamente tal, siendo, a la sazón, un híbrido entre una sinfonía y un

concierto, pero con una batería de combinaciones estructurales y expresivas

revolucionarias para la época. Cabe señalar que esta obra cuenta con un

interesante arreglo para cello sustituyendo a la viola, brindándole, quizás, mayores


posibilidades expresivas y mejor balance con el violín ante cierta ingratitud en la

proyección sonora de la viola, aunque sin fagocitar la belleza tímbrica de esta

última…

Buen cometido de los solistas convocados, en esta oportunidad Alberto Dourthé,

concertino de la Sinfónica, y la violista invitada Georgina Rossi, ambos con

destacadas trayectorias como solistas y docentes. Bien afiatados, sendos solistas

tuvieron un irreprochable cometido de ejecución, con debido equilibrio sonoro,

certeros acentos y contrastes, más logradas progresiones expresivas, aunque, en

momentos, con cierta lejanía estilística por parte de la violista. Gran colaboración

de la batuta invitada, proveyendo un equilibrado marco sonoro para el buen

lucimiento solístico.

Como broche de oro, una impactante versión de la Sexta Sinfonía “Patética” de

P.I. Tchaikovky, sin duda el testamento musical del gran compositor ruso. Así

apodada por Modesto, hermano de Tchaikovsky, y considerándola el mismo

compositor como su mejor y más sincero trabajo (“la piedra angular de toda mi

obra…”), sin duda se trata de un auto da fe que resume un universo de vivencias

signado de momentos felices hasta la más desgarrada desolación.

Con irredargüible idiomatismo, la versión del maestro finlandés hilvanó un discurso

con celebrado sentido de contexto, donde cada célula temática tuvo pleno correlato

con el todo. Exacta construcción de atmósferas, no rayando en cicatera expresividad

ni en destemplados desgarros, optando por una narrativa de trazos compasivos al

dolor plasmado por el compositor en esta obra, la última poco antes de morir…

 Grandes logros en fraseos, dinámicas, transparencias y empáticos tempi,

obteniendo una respuesta de gran nivel de la decana orquesta nacional.

Y sorpresivamente, fuera de programa luego de una triunfal Patética, con excelente

criterio musical el maestro Rasilainen ofreció una profunda versión del Valse Triste,

de su compatriota Jean Sibelius, obra de honda melancolía servida al más alto nivel

imaginable por una orquesta nacional, constituyendo un momento mágico de la

actual temporada de la Sinfónica.

En suma, el regreso de un director de fuste en un programa que hizo gala de la

mejor tradición de la Sinfónica Nacional de Chile…

 


Llegado desde Estonia, el Maestro Andrés Kaljuste junto a la Tallinn Sinfonietta (Foto) y al Estonian Philarmonic Chamber Choir lució en un programa para nada convencional. Magnífica toma de la Sra.Liliana Morsia suministrada por Prensa del Mozarteum Argentino.


 

BRILLANTE CIERRE DE TEMPORADA

 

Mozarteum Argentino, temporada 2025. Concierto de cierre. Presentación del  Estonian Philarmonic Chamber Choir  junto a la Tallinn Sinfonietta. Director: Andrés Kaljuste. Programa: Obras de Mozart y Part. Teatro Colón, 24 de Noviembre de 2025.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  En lo que finalmente significó un brillante cierre de temporada, el Mozarteum Argentino presentó en el retorno de la octava fecha a sus abonos al Estonian Philarmonic Chamber Choir, agrupación fundada en 1981 por quien hoy es su actual titular el Maestro Andrés Kaljuste, acompañado por la Tallinn Sinfonietta, una agrupación de gestión privada surgida en el año 2009.

 

  Al leer el programa de mano, nos enteramos que tanto los conjuntos como el director cuentan con una muy nutrida foja de servicios,  ya sea actuando en su país de origen como en festivales y salas del hemisferio norte, lo que de por sí no ha hecho más que incentivar el interés por la audición. El repertorio elegido abarcó a dos creadores ubicados a siglos de distancia uno del otro: Mozart y Arvo Part, este último en el año del nonagésimo aniversario de su nacimiento.

 

  El concierto se inició con el poco frecuentado “Adagio y fuga en Do menor” de Mozart, el que se basa en la Fuga para dos pianos en Do menor K.426. El gran compositor austriaco tomó como punto de partida dicha composición para transformarla de dos pianos a una orquestación para violines, viola y bajo, anexándole para su inicio un Adagio y, finalmente, llega a nosotros orquestada para las cuerdas usuales. Más allá de un inicio un tanto impreciso, la interpretación fue acomodándose hasta llegar a un final muy sentido y elocuente. La cuerda tiene el magnífico sonido “mate” típico de las agrupaciones europeas y notable tersura.

 

Ya con la participación de una gran parte del coro, pudo apreciarse el “Stabat Mater” de Part, en donde quedó expuesto el fortísimo contraste entre ambos creadores. Siguiendo el rito litúrgico tradicional en latín, Part se expresa de forma directa, vehemente y sin concesiones. La tensión dramática fluye a torrentes y expone en carne viva el dolor de una madre viendo morir a su hijo. La amalgama sonora lograda por el Mtro. Kaljuste entre voces y cuerdas ha sido magnífica, a punto tal que mantuvo en tenso silencio al público que lo quebró cuando el director hizo el gesto inequívoco de que se llegó al final de la obra. Surgieron desde la masa coral voces de soprano, tenor y contralto, siendo la primera de ellas de una finísima técnica, con un expresividad tan cristalina que no hacía más que enfatizar el fresco dramático.

 

 Tras este primer triunfo, y con la formación coral completa, surgió sereno, expresivo y por momentos muy introspectivo el “Ave Verum Corpus” K. 618 de Mozart, como para que la concurrencia tuviera un remanso  tras la anterior vehemencia. Las agrupaciones lucieron magníficas ante los requerimientos del director.

 

 Luego del intervalo, se apreció una segunda parte íntegramente Part, iniciada por el Coro que entonó a Capella “Which was the son of..” (Quién era hijo de), basado en evangelio según San Lucas. El Estonian Philarmonic Chamber Choir lució en estupenda forma, con impecable ajuste y respuestas superlativas de todos sus integrantes.

 

  Otro de los altos momentos del concierto lo dio el “Cantus In Memoriam de Benjamin Britten” para cuerdas y campana.  El tañido marca el inicio, el desarrollo y el final para una composición en la que las cuerdas sostienen el discurso graficando tristeza y melancolía.

 

  El cierre  se dio con una notable versión de Adam’s Lament (Lamento de Adan tras su desobediencia) sobre textos de Silohuan de Athos, Monje Ruso. Nuevamente una perfecta amalgama lograda por Kaljuste  hizo que la concurrencia se mantuviera en completo silencio y que en el final, nuevamente de manera espontánea, bajara una cerrada ovación, que marcó además el interés que el público mantuvo para conocer obras que tal vez hayan llegado por vez primera a la Argentina. Fue así como que el maestro Kaljuste decidió ofrecer un”bis”, que no fue brillante pero que tuvo toda la belleza: del propio Part una Canción de Cuna Estoniana, digno broche de oro para un concierto formidable. Otro hito del Mozarteum. Su público, agradecido.

 

Donato Decina