sábado, 27 de abril de 2024

 Muy buena presentación del Ensamble EUDOKIA en la Usina del Arte


DE LA PLATA, CON AMOR


Martha CORA ELISEHT

Fundado en 2021 por iniciativa de Eduviges Piccone -quien, a su vez, se desempeña

como directora artística de la agrupación-, el Ensamble EUDOKIA tiene como principal

objetivo la interpretación, investigación y difusión del cuarteto vocal, tanto con piano

solista como a cuatro manos. Sus integrantes son prestigiosos cantantes que no sólo

residen en La Plata, sino que, además forman parte de los cuerpos estables del Teatro

Argentino de dicha localidad. Su repertorio incluye música de cámara de compositores

variados y, muy especialmente, lieder y canciones en alemán. Precisamente, éste fue el

elegido con el que se presentó el pasado domingo 21 del corriente dentro del Ciclo de

Cámara de la Usina del Arte, con participación de los siguientes cantantes: Santiago

Martínez (tenor), Sebastián Sorrarain (barítono), Marisú Pavón (soprano) y Roxana

Deviggiano (mezzosoprano), acompañados en piano a cuatro manos por los maestros

Eduviges Piccone y Juan Pablo Scafidi.

El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:

- Liebeslieder Walzer, Op.52- Johannes BRAHMS (1833-1897)

- Neue Liebeslieder Waltzer, Op.65- Johannes BRAHMS (1833-1897)

Debido a la ausencia de programas de mano, Santiago Martínez actuó como

presentador y realizó una breve reseña sobre las obras comprendidas en el programa

para que el público pudiera comprender el contexto dentro del cual, las mismas fueron

escritas.

Los Liebeslieder Walzer (“Valses de Amor”), Op.52 fueron compuestos en 1869

para piano a cuatro manos y cuarteto de voces en estilo länder -canción folklórica

alemana-, dada la gran admiración que Brahms sentía por Franz Schubert (1797-1828).

Inspirándose en los 20 Länders de este último, el músico hamburgués compuso 18

valses tomando una compilación de textos y canciones románticas de diferentes países

europeos denominada Polydora, atribuida al poeta Georg Friedrich Daumer y que

abarca países y regiones tan disímiles como Turquía, Polonia, Latvia y Sicilia. Su estilo

es fresco y ligero, donde se destaca tanto el cuarteto de voces como determinados valses

donde sólo cantan el tenor, el barítono o ambos. Es una de las especialidades del

ensamble y quien escribe los ha escuchado en ocasiones anteriores -tanto en

BARGOGLIO como en la Fundación Beethoven-. En la presente versión, hubo una

mayor preponderancia de voces masculinas por sobre las femeninas al inicio del recital

que, posteriormente, se fue revirtiendo y sonó mucho más equilibrado hacia el final.

Pudo percibirse un notable crecimiento vocal de Santiago Martínez, a quien el

repertorio alemán le sienta de perlas y se lució como trovador romántico. Asimismo, el

barítono Sebastián Sorrrarain tuvo también una muy destacada actuación, donde -por

momentos- llevó la voz cantante para que el resto del conjunto se pudiera acoplar.

A diferencia de los valses que forman parte del Op.52, los Neue Liebeslieder

Waltzer, Op.65 comprende una serie de 15 valses compuestos en 1874 para piano a 4


manos y cuarteto vocal, con una particularidad: sólo 7 son para cuarteto; uno, para dúo

y los otros 7, para solistas. Al igual que en su antecesora, los versos de los valses

número 1 al 14 pertenecen a Polydora, mientras que el 15 (“Zum Schluβ”, Como

conclusión) fue escrito por Johann Wolfgang von Goethe y contrasta con el resto

(referente a rencillas y penas de amor por parte de las diferentes voces), donde muestra

el dolor y la tristeza del músico por la muerte de su enamorada. Por ende, tiene un

carácter más profundo y se nota tanto en lo musical como en lo vocal. La apertura está a

cargo del barítono -gran labor de Sebastián Sorrarain- y, posteriormente, se unen las

diferentes voces. En cuanto a las arias solistas, la de la soprano se caracteriza por

quejarse al no tener suerte con los hombres, mientras que en la de la mezzosoprano, ella

abandona súbitamente a su enamorado. En cambio, la del tenor posee un carácter

arrogante y seductor del personaje, que contrasta con la del barítono, que es el único que

permanece fiel y enamorado de su esposa con el correr del tiempo. Cada uno de los

integrantes del EUDOKIA se lució en sus respectivas arias y el conjunto sonó muy bien

y equilibrado en las arias a 4 voces. Unido esto al excelente acompañamiento en piano a

4 manos de Eduviges Piccone y Juan Pablo Scafidi, la velada fue todo un éxito que,

precisamente, coincidió con la primera interpretación de los Neue Liebeslieder Waltzer

por parte del conjunto, lo que le valió numerosos aplausos y vítores.

El escenario de la Usina del Arte brindó el marco adecuado para que la agrupación

muestre lo que mejor sabe hacer: deleitar al público con el repertorio alemán, que es la

especialidad del conjunto y le sienta de maravilla.

 Muy buena reposición de “GISELLE” en el Teatro Argentino de La Plata


UN CLÁSICO QUE NUNCA PASA DE MODA


Martha CORA ELISEHT


El mito de las Willis – almas en pena de novias o mujeres traicionadas por sus

parejas muertas antes del día de su boda, que incitan a sus enamorados a bailar con ellas

hasta morir- ha inspirado a numerosos autores. El poeta alemán Heinrich Heine fue el

primero en recoger esta leyenda de la mitología eslava y mencionarlo en su libro De

l’Allemagne (1835), seguido por Alphonse Karr (Les Willis, 1852) y Ferdinando

Fontana, autor del libreto de la ópera homónima de Giacomo Puccini (Le Villi).

Precisamente, el poema de Heine servirá como fuente de inspiración a Théophile

Gauthier y Jules- Henri Vernoy de Saint- Georges para componer el ballet romántico

por antonomasia: GISELLE, con música de Adolphe Adam (1803-1856) y coreografía

de Jules Perrot y Jean Coralli, con posterior revisión de Marius Petipa (1884), que fuera

el elegido para abrir la temporada de ballet en el Teatro Argentino de La Plata-Centro

Provincial de las Artes- el pasado viernes 19 del corriente y cuyas representaciones se

llevarán a cabo en la sala Alberto Ginastera de dicho teatro hasta el próximo domingo

28 del corriente a cargo del Ballet Estable de dicha entidad, dirigido por María Fernanda

Bianchi, con dirección orquestal de Carlos David Jaimes.

La presente producción cuenta con la siguiente ficha técnica: coreografía de

Lilian Giovine (sobre la original de Perrot, Coralli y Petipa); asistencia de dirección de

ballet a cargo de Fabiana Bianchi; escenografía de Juan Carlos Greco, asistencia de

escenografía de Hernán Scianda; vestuario de Eduardo Caldirola, iluminación de

Gabriel Lorenti; asistencia de iluminación de Lautaro Rey y Nicolás Troncoso,

proyección visual de Iru Landucci y coordinación de figurantes a cargo de Teresa

Tempone.

Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del pasado domingo 21

del corriente, con el siguiente reparto: Julieta Paul (Giselle), Bautista Parada (Albrecht),

Lisandro Casco (Hilarión), Sebastián Huici (Wilfred, asistente de Albrecht), Alejandra

Baldoni (Berthe, madre de Giselle), Darío Lesnik (Duque de Curlandia), Aldana

Bidegaray (Barthilde), Cecilia Esteban (Myrtha), Mariela Milano (primera variación de

las Willis), Cecilia Mattioli Zartmann (segunda variación de las Willis) y las parejas

formadas por Eber Palacios Sánchez/ Alice Sayuri Inuy y Marcos Becerra/ Jazmín Gude

Alonso (pas de paysans).

Este gran clásico del ballet romántico tuvo un éxito rotundo desde su estreno en

la Ópera de París (1841) merced a la música de Adam, que introduce el leitmotiv para

narrar las diferentes escenas en lenguaje musical y, al mismo tiempo, mantener la

tensión dramática y las características de los personajes. Hilarión siempre se

caracteriza por trazos de brusquedad, mientras que Berthe representa la ternura que

siente una madre por su hija. La alegría característica de los viñateros y la vendimia

contrasta con la solemnidad de los nobles, que participan de una cacería y son bien


recibidos por los campesinos. Y al final del 1° acto, los contrastes tímbricos que

caracterizan la escena de la locura de la protagonista muestran su frágil salud, que se ve

minada al sentirse traicionada por su amado y cuya efímera promesa de amor se

desvanece con la muerte. Lo mismo sucede con el mundo de las sombras en donde

habitan las Willis como fantasmas espectrales, obligando a danzar hasta morir a todo

aquel que se atreva a penetrar en el reino de la vengativa Myrtha. Sólo el amor de

Giselle y la claridad del alba salvan a Albrecht de una muerte segura y su consuelo

queda como un recuerdo en el corazón de Albrecht, ya que está condenada a ser una

Willi. Un capítulo aparte merece el pas de paysans, cuya música pertenece a Friedrich

Burgmüller y fuera incorporado desde el día del estreno. Tras la muerte de Adam, la

partitura fue revisada por Riccardo Drigo, quien incorpora la variación de Giselle del 1°

acto en 1887 y es la versión que se representa hasta la actualidad.

La presente producción contó con una puesta en escena clásica, con un muy

buen trabajo escenográfico de Juan Carlos Grecco y un vestuario adecuado de Caldirola,

con colores vivos para el 1° Acto y blanco en el segundo, donde la escena transcurre en

el reino de las Willis. Sólo Albrecht se lucirá de negro a modo de luto por la muerte de

Giselle, mientras Hilarión conserva su traje verde de cazador. También ha sido muy

buena la participación de los figurantes, quienes no sólo llevaban las insignias reales,

sino también, halcones en los brazos. Ha sido un acierto incorporar elementos de

cetrería, ya que los nobles utilizaban estas aves en sus cacerías. La excelente

iluminación de Gabriel Lorenti y la proyección de video de Iru Landucci completaron el

resto.

Las escenas de conjunto a cargo del cuerpo de baile estuvieron muy bien

coordinadas y se notó la disciplina impuesta por María Fernanda Bianchi y su equipo de

asistentes coreográficos. Lo mismo sucedió con los roles secundarios, donde todos los

participantes pudieron lucirse. Por su parte, la dirección de Carlos David Jaimes fue

magistral, con un muy buen dominio de los tempi y, fundamentalmente, la adaptación de

la orquesta al ritmo del bailarín. Más aún, en este caso, donde los constantes cambios de

estados de ánimo por parte de los principales protagonistas requieren de una precisión

absoluta en la coordinación musical, cosa que se logró perfectamente.

El rol protagónico estuvo a cargo de Julieta Paul, una bailarina joven y talentosa,

requisitos fundamentales para encarnar a Giselle. Se lució en sus pliés, sostenutos,

panché, fouettes y, fundamentalmente, en los saltos y los dificilísimos entrechats del 2°

acto, que representan un desafío para cualquier intérprete de este rol. Sus dotes

histriónicas fueron magníficas y lo demostró sobre el escenario. Su partenaire Bautista

Parada dio vida a un muy buen Albrecht; especialmente, en la solage y los entrechats

del 2° acto, al igual que la tournée de la variación del pas de deux del mismo acto. Por

su parte, Lisandro Casco posee el physique du rôle ideal para encarnar a Hilarión:

atlético y longilíneo, descolló en la escena donde lo atrapan las Willis, mientras que

Cecilia Esteban se lució como Myrtha – un rol tan difícil como el protagónico y que

toda aspirante a étoile sueña con bailar-. A medida que transcurría el 2° acto, fue

creciendo en intensidad y fue intensamente aplaudida, al igual que las intérpretes de las

variaciones de las Willis Mariela Milano y Cecilia Mattioli Zartmann. Pero la revelación

de la función ha sido el pas de paysans a cargo de Eber Palacios Sánchez y Marcos

Becerra, acompañados por Alice Sayuri Inuy y Jazmín Gude Alonso. Estos jóvenes


bailarines descollaron por su gracia y su plasticidad, pero por sobre todas las cosas, por

su impecable técnica en el manejo de las pirouettes, fouettes y entrechats, lo que

asegura un futuro prometedor.

Luego que todos los artistas saludaron, se produjo otro hecho: la despedida de

Sebastián Huici y otro integrante del ballet del Teatro Argentino con motivo de su

jubilación, motivo por el cual se entregaron botellas de champagne a modo de obsequio

por parte de los hijos de estos artistas. Un momento muy emotivo, donde no faltaron los

aplausos ni una lluvia de pétalos de rosas. Una auténtica fiesta que marcó el inicio de la

temporada 2024 en el Centro Provincial de las Artes con este gran clásico del ballet

romántico, que nunca pasa de moda. Precisamente, porque muestra que el verdadero

amor permanece constante más allá de la muerte.

 Excepcional actuación del cellista Narek Hakhnazaryan junto a la Filarmónica


UNA AUTÉNTICA DEMOSTRACIÓN DE VIRTUOSISMO

Martha CORA ELISEHT


El ciclo DIVINA ITALIA -que cuenta con el patrocinio de la Embajada de dicho

país y el Instituto Italiano di Cultura en Buenos Aires- ha llegado a su final en materia

de repertorio sinfónico. Coincidiendo con la conmemoración del centenario del

fallecimiento de Giacomo Puccini, el pasado sábado 20 del corriente se llevó a cabo un

concierto en homenaje a este gran compositor dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta

Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) bajo la dirección de Marco Alibrando, con la

participación del violonchelista Narek Hakhnazaryan en calidad de solista.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Crisantemi (versión para orquesta de cuerdas)

- Preludio sinfónico- Giacomo PUCCINI (1858-1924)

- Nocturno en Re menor, Op.19, n°4

- Variaciones sobre un tema rococó, Op.33- Piotr I. TCHAIKOVSKY (1840-

1893)

- Fontane di Roma- Ottorino RESPIGHI (1879-1936)

Con una formación reducida de orquesta para cuerdas a cargo del concertino

Nicolás Favero -contratado especialmente para este concierto, según declaraciones

efectuadas a esta cronista-, Marco Alibrando tomó posición sobre el escenario para

ejecutar la primera de las obras. Puccini compuso Crisantemi (Crisantemos) en 1890

tras la muerte de Amadeo di Savoia – duque de Aosta y amigo personal del compositor-

para cuarteto de arcos. Posteriormente, se realizó una versión para orquesta de cuerdas,

que es la que se presentó en este concierto. Es un lamento melancólico e íntimo, que

debe sonar como tal y donde las cuerdas tienen que llorar. Si bien la versión ofrecida fue

muy correcta, faltó profundidad, vuelo y ese clima melancólico que se debe escuchar.

Por el contrario, y, tras la incorporación del orgánico principal de la Filarmónica, la

versión del Preludio sinfónico fue brillante, con una muy buena amalgama sonora.

Escrito en un solo movimiento (Andante mosso), es una fantasía de 167 compases y tan

solo 9 minutos de duración, que consta de dos temas principales: uno cromático y un

cantábile en 6/4. Posteriormente, se inserta una melodía apasionada en ritmo de vals

para desembocar en un refuerzo del primer tema. Fue compuesta en 1882 y es una obra

de juventud, que permaneció sin ejecutarse durante muchos años y rescatada en la

década del ’70 para formar parte del repertorio no operístico del genio de Lucca.

A continuación, Narek Hakhnazaryan hizo su presentación junto a Alibrando para

cerrar la primera parte del concierto con el Nocturno en Re menor, Op.19, n°4. Se trata

de una transcripción para cello y orquesta reducida de las Seis piezas para piano, Op.19

realizada por el cellista alemán Wilhelm Fitzenhagen (1848-1890), quien también fuera

el cellista presente en el estreno de sus tres Cuartetos para cuerdas y las Variaciones

sobre un tema rococó, Op.33, cuyo orden se mantiene hasta el día de la fecha.


Tchaikovsky las compuso en homenaje a Mozart en 1876 -presumiblemente- por

encargo de Fitzenhagen, quien fuera profesor en el Conservatorio de Moscú en aquel

entonces. Forman parte del repertorio de cualquier cellista de fama internacional y son

las siguientes: Moderato quasi Andante. Tema. Moderato semplice/ Tempo del Tema/

Tempo del Tema/ Andante/ Allegro vivo/ Andante grazioso/ Andante/ Andante sostenuto/

Coda: Allegro moderato con ánima. El tema principal es expuesto por el cello tras una

breve introducción orquestal y luego, se desarrolla en 7 variaciones separadas por

breves cadenzas del solista e intervalos instrumentales, donde el intérprete debe

alcanzar cierto grado de virtuosismo. Ganador del Concurso Tchaikovsky en Moscú en

2011, Hakhnazaryan es un virtuoso del instrumento y lo demostró con creces sobre el

escenario del Colón. No sólo posee una técnica refinada, una digitación magistral y un

fraseo impecable, sino que es un auténtico exponente de la escuela rusa del violoncello.

Independientemente de su prodigiosa memoria, su interpretación de ambas obras fue

colosal y dio la impresión de estar sonando como si se escuchara un CD en vivo. Hacía

rato que una no escuchaba una versión tan perfecta de esta celebérrima obra y, como no

podía ser de otra manera, el Colón volvió a rugir tras tan excelsa interpretación.

Posteriormente, el músico dedicó un bis - en un perfecto castellano- a los descendientes

de armenios en Argentina con motivo de cumplirse un nuevo aniversario del genocidio

armenio en estos días: Lamentatio, de Giovanni Solima, donde además de tocar,

Hakhnazaryan puso su voz para entonar el lamento inicial. Una obra donde volvió a

lucirse como virtuoso y una ovación de aplausos tras su interpretación.

Por último, Marco Alibrando ofreció una contundente y exquisita versión de Las

Fuentes de Roma (Fontane di Roma) de Ottorino Respighi. Compuesto en 1916, este

poema sinfónico forma parte de la denominada Trilogía Romana de este gran sinfonista

italiano junto con Los Pinos de Roma y Fiestas romanas. Sus cuatro movimientos (La

fontana del Valle Giulia al amanecer/ La fontana del Tritón por la mañana/ La fontana

di Trevi al mediodía/ La fontana de Villa Médici al anochecer) se ejecutan en forma

attacca (sin interrupción) y describen mediante una colosal paleta orquestal las escenas

y el movimiento de las fuentes como si fueran cuadros. Es una obra maestra del

impresionismo musical italiano que sonó como tal y que permitió el lucimiento de la

Filarmónica en todo su esplendor.

Dos músicos muy jóvenes, de fama internacional y con una formación sólida a cargo

de grandes maestros hicieron posible este repertorio. Un placer para los oídos y un

cierre de la parte sinfónica de DIVINA ITALIA digno del escenario del Colón, además de

una auténtica demostración de virtuosismo.

domingo, 21 de abril de 2024

Anoche una gratísima  presentación de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón con el M° Marco Alibrando en el podio y como solista de violonchelista @NAREK HAKHMAZARYAN , artista nacido en Armenia y de trayectoria Internacional. El concierto dio inicio con con dos obras de G. Puccini, Crisantemi y Preludio Sinfónico en versión para orquesta de cuerdas como parte de las celebraciones del centenario de su fallecimiento. Luego con la participación del M° Hakmazaryan se pudieron escuchar de P.I.Tchaikovsky dos obras, el Nocturno en Re menor Op. 19 Nº 4 y las Variaciones sobre un tema Rococó para cello y orquesta,Op 33.

El plato "fuerte" de la noche lo constituyó esta última obra(estrenada en Buenos Aires por la OFBA con el M°F. Sevitzky y como solista el M° Altman en 1959) donde el solista pudo demostrar su gran solvencia en la ejecución de su instrumento. Tchaikovsky ( romantico en su esencia) exploro con sus composiciones maneras en que los estilos y formas del pasado, en particular la del siglo XVIII, podían armonizar con su lenguaje artístico. El tema con variaciones es un formato musical que tiene origen en el siglo XVI y su apogeo en el XVIII, con la denominada escuela vienesa.La creación de Tchaikovsky intenta retratar el encanto cortesano del estilo rococó de mediados del XVIII. En esta obra el autor en vez de crear variaciones sobre un tema de otro compositor, imagina y moldea el suyo propio
Fuera de programa y para despedirse del público el M° HAKHMAZARYAN interpretó "LAMENTATIO" de Giovanni Solima, en memoria ( como lo comento) de las"almas" de las víctimas del Genocidio Armenio. Una gran ovación, y merecida, lo despidió del escenario
Finalmente se pudo escuchar Fontane di Roma de O.Respighi. Como todas las ciudades famosas europeas, Roma ha sido honrada por los compositores, pero nunca con tanta eficacia y ardor como los creadores románticos y postrománticos. Este último rótulo podría caberle hasta cierto punto a Respighi, bolognes de origen pero intensamente romano en su sentir, como lo demuestra su Tríptico. Las fuentes de Roma(obra estrenada en Buenos Aires en 1920 por la O.A.I C. con el M° Cattelani en el podio) fue la primera en ser compuesta (1917) de este tríptico empleando la proverbial cantabilidad italiana que aparece casi velada detrás de la máscara debussista,en especial por la orquestación que evoca en el último número sobretodo, el gamelan oriental. Tras los prolongados aplausos se despidieron el M° Alibrando y la orquesta .

Marta Lugo de Palacio

sábado, 20 de abril de 2024

 

INICIO INMEJORABLE

 

Ciclo de Conciertos de la Fundación Rómulo Raggio, Temporada 2024. Actuación del dúo conformado por Edua Zadory (Violín) y Anna Miernik (Piano) Programa: obras de Hubay, Brahms, Cosentino, Quintela, Chopin, Williams, Prokofieff y Schnelzer. Auditorio del Museo de la Fundación, 20 de Abril de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

 Un público absolutamente enfervorizado desde la primera a la última obra y que en las dos páginas finales “rugió” en vítores a las intérpretes (no exagero),  es acaso lo que mejor sintetiza a este concierto con el que la Fundación Rómulo Raggio de Vicente López inició su ciclo del año 2024, recibiendo a este dúo de intérpretes extranjeras quienes han recalado individualmente en el país, en donde por razones personales cada una decidió estar aquí gran parte del tiempo,  se han conocido en el medio musical y han resuelto conformar un dúo que aborda un repertorio universal, comprometido y en donde ya puede decirse que se entienden y cumplimentan a la perfección, alcanzado un nivel de absoluta jerarquía. Edua Zadory y Anna Miernik han armado una dupla de estupendo nivel artístico y no cabe duda que de continuar en esta senda enriquecerán a Ntro. Medio con sus propuestas.

 

  Un programa estructurado en base a música de los países de origen de ambas instrumentistas (Hungría y Polonia), pasando por la tierra que las ha recibido (Argentina) y llegar a compositores de fama universal, dio por resultado la atracción permanente del público, comenzando por una muy interesante versión de “La Ola de Balaton” del compositor Jenö Hubay en la que Zadory desde el violín exhibió todo su apasionamiento interpretativo y Miernik  se erigió en un verdadero soporte. Continuaron con una muy lucida interpretación de la Danza Húngara Nº 4 de Brahms en donde desplegaron todo el color que la página contiene. El homenaje a la Argentina llegó de la mano de dos compositores argentinos quienes estuvieron presentes en la sala. De Saúl Cosentino se apreció “Mis Poemas a la Calle” una página basada en Tango con un ribete melancólico que la hace más atrayente aún y en donde las intérpretes demostraron estar absolutamente compenetradas entre sí y con la obra. Hubo tiempo para que ambas se lucieran de manera individual. Zadory con una página de Hernán Quintela compuesta especialmente para ella en la que además de interpretar desde el violín, debe danzar llevando ajustadas en sus tobillos una uñas de cabra que actúan como instrumento musical. “Cardón” , tal el título de la composición, expresa al ritmo folcklorico del norte argentino como tal vez en muy pocas páginas pueda encontrarse algo así y Zadory hace con ella una magistral interpretación con un despliegue de energía increíble y un sonido brillante. Miernik lució a pleno honrando al mayor músico de su patria, Frederic Chopin, con una estupenda versión del Scherzo en Si bemol menor Op. 13 en la que descolló por musicalidad, pleno sonido y muy segura digitación.  La primera parte culminó con “Baile del Diablo” del compositor y arreglador norteamericano John Williams, página poco frecuentada que correspondió al film “Las Brujas de Eastwick” en donde las intérpretes sostuvieron la creciente tensión de la página y exhibieron instantes de gran categoría.

 

  La parte final dio comienzo con una formidable versión de la Sonata en re mayor para Violín y Piano de Serguei Prokofieff en la que las instrumentistas una vez más dieron rienda suelta al apasionamiento, tuvieron perfecta cumplimentación y se brindaron en una total entrega alcanzando instantes verdaderamente electrizantes como en el Moderato inicial y el Allegro con brío del cierre.  La parte formal del concierto culminó con “Apolo Adolescente” una de las dos piezas que integran las          “Apolonian Dances” del año 2003 del compositor sueco Albert Schnelzer de una exigencia superlativa que incluye hasta acordes de piano que el intérprete debe realizar apoyando sus brazos en el teclado y máxima velocidad para el violín. Solo así pudo entenderse que se la haya colocado como cierre por sobre la Sonata de Prokofieff, como acontecería normalmente. Aquí entonces la enfervorizada reacción del público y el lógico deseo de querer seguir escuchando. Ello vino de la mano de una polka de Alfred Schnittke con guiños cómplices de Zadory al público de primera fila y una magistral versión de “Czardas”  de Monti en donde ambas lucieron en forma esplendida.

 

  Por el inteligente planteo, la estupenda capacidad de ambas tanto en lo individual como en lo conjunto, la revelación de obras poco frecuentes y el extraordinario  resultado final, será recordado este concierto en mucho tiempo. Bravo a ambas y bravo a la fundación Raggio y a su programadora, la muy estimada Haydee Seibert

 

Donato Decina.

viernes, 19 de abril de 2024

 


Un momento de la primera parte del recital ofrecido por la soprano coreana Hera Hyesang Park en el Teatro Colón el pasado Lunes 18. Créditos: PrensaTeatro Colón, Fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.


Hera Hyesang Park en concierto en el Colón


Breathe

Lunes 15 de abril de 2024

Escribe: Graciela Morgenstern


Concierto Extraordinario

Hera Hyesang Park (soprano)

Orquesta de la Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón

Dirección: Marcelo Ayub

Programa: While you live, film dirigido por Mariano Nante, música de Luke Howard. Obras

de Gioacchino Rossini, Henry Purcell, Richard Strauss, Manuel Ponce, María Grever,

Doo-Nam Cho, André Previn, Cecilia Livingston, Hyo-Won Woo, Un-Yung La, Edward

Elgar, Vincenzo Bellini y Giuseppe Verdi. Arreglos de Alex Nante

En Concierto Extraordinario, se presentó la soprano surcoreana Hera Hyesang Park, a

quien el público argentino conoció en 2023, en el rol de Pamina, en La Flauta Mágica,

inexplicablemente en el segundo elenco. En esta oportunidad, la soprano hizo conocer el

lanzamiento de su segundo CD: Breathe.

El programa tuvo un eje temático que fue las diferentes reacciones ante la muerte: la

negación, el enojo, la depresión y finalmente, la aceptación. Y el hilo conductor fue el

Epitafio de Sícilo y las diferentes etapas en su vida. En el comienzo se mostró un video

corto con el título While you Live, con música de Luke Howard y dirección de Mariano

Nante. Filmado en el Teatro Colón, e inspirado en un sueño de la soprano, la muestra

nadando bajo el agua dentro de la sala del Colón.

No cabe duda de que Hera H Park es una cantante refinada, de voz cristalina que aunque

liviana, corre por la sala sin problema. Su técnica es sólida y su entrega a cada una de las

obras que interpretó siempre estuvo presente.

Así se fueron sucediendo obras de autores de diferentes orígenes y épocas, incluyendo

coreanos. Además de que el evento fue extenso, incluyó algunos fragmentos

interesantes, otros que no lo eran tanto e incluso algunos que se prestaban tal vez, para

la grabación del CD pero no para la enorme sala del Colón. Por lo cual, en algunos

momentos, el concierto resultó un tanto tedioso.

De todas maneras, la labor de la coreana fue muy buena, al igual que la impecable

dirección de Marcelo Ayub al frente de la Asociación de Profesores de la Orquesta

Estable del Teatro Colón, que le respondieron con eficacia.


Fuera de programa, se ofreció I could have danced all night, de My Fair Lady, El día

que me quieras, en la que la cantante invitó al público a acompañarla y una rara versión

de un Ave María, utilizando música de Thaîs de Massenet.

Sería muy interesante poder volver a escuchar a Hera H. Park en una ópera completa, de

las que viene cantando en buena parte del mundo.

jueves, 18 de abril de 2024

 






Momento de la Función de Ariadna en Naxos en el Teatro Colón. Créditos: Prensa Teatro Colón, Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.




“Ariadna en Naxos” de Richard Strauss, en el Teatro Colón


 


Teatro Colón

Martes 16 de abril de 2024 

Escribe: Graciela Morgenstern 


 

"Ariadna en Naxos”, de Richard Strauss

Libreto: Hugo von Hofmannsthal

Elenco: Carla Filipcic Holm, Sergio Escobar, Laura Grecka, Ekaterina Lekhina, Alejandro

Spies, Pablo Urban, Felipe Carelli, Santiago Martínez, Iván García, Oriana Favaro,

Florencia Bugardt, Florencia Machado y otros.

Orquesta Estable del Teatro Colón.

Régie: Marcelo Lombardero

Escenografía: Diego Siliano

Vestuario: Luciana Gutman

Coreografía: Ignacio González Cano

Diseño de video Matías Otarola

Iluminación: José Luis Fiorruccio

Director musical: Gûnter Neuhold 


Como inicio de la Temporada Lírica 2024, el Teatro Colón ofreció la reposición de la

versión 2019 de Ariadna en Naxos. Con un prólogo y un acto, la estructura es muy

interesante. El prólogo presenta el conflicto entre una compañía de ópera y otra de

comediantes que se ven obligados por el capricho de un rico vienés, a actuar

simultáneamente en la representación de la ópera seria Ariadna en Naxos, lo que

provoca la indignación de quien compuso la obra, que finalmente, acepta el desafío. El

acto en sí mismo consiste en una ópera dentro de una ópera, en la que la frívola idea del

amor de la comediante Zerbinetta se opone al sentimiento pesimista de la desconsolada

Ariadna y su patética soledad en la isla de Naxos, donde ha sido abandonada hasta que

finalmente, el milagro del amor la une a Baco.

En esta oportunidad, hubo interpretaciones de diferentes niveles artísticos. El rol

protagónico contó con la excelente actuación de Carla Filipcic Holm. Con voz potente y

aterciopelada, de color atractivo e impecable línea de canto, expresó la variada gama de

sentimientos y estados de ánimo de Ariadna: esperanza, depresión y regocijo.


Su contraparte, Zerbinetta, estuvo, una vez más, a cargo de la soprano rusa Ekaterina

Lekhina quien cautivó al público con su esbelta figura y desenfado actoral. Desde el punto

de vista vocal, su actuación fue correcta, aunque se notó un desgaste vocal respecto de

su actuación en 2019.

En tanto, Laura Grecka, reemplazando a Tamara Gura, articuló el papel de la

compositora con intensidad. Aunque sus recursos vocales no siempre fueron suficientes,

especialmente en su registro grave, cantó con entrega.

Sergio Escobar posee buen material vocal, voz bien timbrada y adecuado caudal. Sin

embargo, no descolló como Baco y Tenor.

Oriana Favaro, Florencia Bugardt, Florencia Machado cantaron en forma armónica, con

tono parejo y equilibrio vocal.

El resto del elenco cumplió su labor con eficacia, destacándose Alejandro Spies como el

Maestro de Música, . mientras Carlos Kaspar fue un mayordomo correcto.

Gûnter Neuhold  al frente de la Orquesta Estable, realizó una lectura rutinaria de la

partitura, sin exhibir toda la riqueza instrumental y colorido que la misma contiene.

Desde el punto de vista visual, idéntico a la producción de 2019, mientras el vestuario de

Luciana Gutman , la escenografía de Diego Siliano y la iluminación de José Luis

Fiorruccio, estuvieron acordes a la puesta que se presentó, la producción escénica de

Marcelo Lombardero transportó la obra a tiempos modernos, con un Prólogo bien logrado,

que se adaptó perfectamente a la obra. En la segunda parte, el acto de Ariadna, introdujo

una serie de bufonadas irreverentes, que desvirtuaron el espíritu de la ópera y causaron

las risas del público y no les permitió disfrutar del verdadero romanticismo contenido en el

dúo y los momentos finales. Una verdadera pena, un concepto equivocado de una obra

sublime.


CALIFICACION: BUENA

 


Momento de "Ariadna en Naxos" con Puesta de Marcelo Lombardero en el Teatro Colón. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.


ARIADNA EN NAXOS
Teatro Colon 16/04/2024

Subió a escena en el Teatro Colon la opera de Richard Strauss, Ariadna en Naxos, con la misma
producción presentada en 2019 a cargo de Marcelo Lombardero.
Al igual que en aquella oportunidad, el rol protagónico estuvo a cargo de la soprano Carla
Filipcic-Holm quien volvió a brillar en el rol de Ariadna, tal como lo hiciera hace cinco años.
Sin duda alguna, Filipcic-Holm es una talentosa cantante y su desempeño crece
constantemente. Ariadna es un personaje que le cabe perfectamente a su voz.
En la función del día 16 la mezzo anunciada previamente para representar el papel de
Compositor fue reemplazada por Laura Grecka, quien cumplió con solvencia el rol asignado.
Cómoda en su registro y con buena soltura escénica, realizó una labor destacable.
Correcta, sin mayor lucimiento, la soprano Ekaterina Lekhina encarnó el rol de Zerbinetta, tal
como lo hiciera en la versión de 2019.
El personaje de Baco estuvo a cargo del tenor Sergio Escobar, de considerable material vocal
que sin embargo, solo cumplió con su rol sin mayor trascendencia.
Eficiente en su totalidad el resto del elenco; destacándose entre ellos la participación de
Santiago Martinez, como Brighella quien se lució entre el conjunto de comediantes y de
Alejandro Spies como Maestro de Música.
La dirección orquestal a cargo del Mtro. Günter Neuhold fue bastante deslucida. Pareció
limitarse a concertar orquesta y escenario, más que interpretar y profundizar en la maravillosa
partitura de Strauss.
Los mismos reparos de hace cinco años con la puesta en escena de Marcelo Lombardero.
Argumentalmente puede ser coherente, pero lejos de lo que pretendieron mostrar los autores.
Conclusión: La actuación de Carla Filipcic Holm fue lo más atrayente de la velada.
Roberto Falcone

 


Un momento de la presentación de Hera Hyesang Park en el Teatro Colón el pasado Lunes 15. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.

HERA HYESANG PARK

Teatro Colon - 15/04/2024

En el marco del 3er concierto extraordinario, se presentó en el Teatro Colon la soprano

coreana Hera Heysang Park, ya conocida en nuestro medio por su intervención el “La flauta

mágica” el año pasado.

Parte de este concierto, fue la presentación de su nuevo trabajo para el sello Deutsche

Gramophon llamado “Breathe”.

Sin duda Hera Heysang Park es una muy buena soprano lírica. Buena técnica, voz no muy

grande pero bella y muy expresiva y concentrada en la interpretación.

El recital tuvo momentos muy interesantes desde la presentación del video donde canta

“While you live”, de Luke Howard, filmado en el Teatro Colon y sus interpretaciones de “L’ora

fatal s’presta” de El Sitio de Corinto, de Rossini y “When I am laid” del Dido y Eneas de Purcel.

Otros números musicales como las “4 canciones Op. 27” de Richard Strauss, “Casta Diva” de

Norma de Bellini y “Canción del sauce y Ave Maria” del Otello de Verdi, fueron bien cantadas

por Park, pero no son obras escritas para su tipo específico de voz. Estas obras requieren un

mayor peso vocal que naturalmente su voz no tiene y que sin duda en una grabación sonaría

más aceptable que en vivo y en una gran sala como la del Colon. De este modo, la musicalidad

y la intención expresiva de la soprano sucumben ante la natural falta de contundencia vocal

necesaria que estas obras requieren para interpretarlas.

Por otro lado, las canciones “Estrellita”, de Ponce y “Te quiero, dijiste” de Maria Grever fueron

llevadas a un tiempo tan lento que resultaron monótonas.

Algo raro, y que la cantante no supo explicar su origen, ya que dijo que fue escrito para su

trabajo “Breathe”, sin dar mayor detalle, fue una composición de Un-Yung-La, con arreglo de

Benhard P. Eder (director musical el disco), llamada “Psalm 23”. Consiste en la música de

“Meditación de Thaïs” de la opera Thaïs de Massenet, con la letra del Ave Maria. Extraño en

verdad, y más teniendo en cuenta al escucharla, que a duras penas la letra encaja con la

música.

Excelente trabajo de Marcelo Ayub al frente de la Asociación de Profesores de la Orquesta

Estable del Teatro Colon. Muy buena su interpretación de “Sospiri, op. 70” de Edward Elgar.

Roberto Falcone

miércoles, 17 de abril de 2024

 


El Maestro Antonio Formaro hoy durante su recital en el Salón Dorado del Teatro Colón. Créditos: Martha Cora Eliseht


Extraordinario recital de piano de Antonio Formaro en el Salón Dorado


MAESTRÍA EN INTERPRETACIÓN EN CLÁSICO Y


ROMÁNTICO


Martha CORA ELISEHT


Antonio Formaro es uno de los mejores pianistas argentinos de la actualidad y lo

demuestra en cada una de sus presentaciones -tanto en conciertos como solista como en

recitales-. Este eximio intérprete tuvo a su cargo la apertura de los recitales de piano en

el Salón Dorado del Teatro Colón el pasado miércoles 17 del corriente, donde ofreció el

siguiente programa:

- Rondo n°2 en La menor, K.511- Wolfgang A. MOZART (1756- 1791)

- Fantasía en Fa sostenido menor, Op.28 (“Sonata Escocesa”) – Félix

MENDELSSOHN BARTHOLDY (1809-1847)

- Estados de ánimo, Suite Op.73- Edvard H. GRIEG 81843-1907)

- Scherzo n°2 en Si bemol menor, Op.31- Frederic CHOPIN (1810-1849)

Con un repertorio comprendido entre la etapa clásica y el romanticismo, Antonio

Formaro inició el recital con el mencionado Rondó K.511 de Mozart, compuesto en

1787 y que consta de un único movimiento (Andante) cuyo tema principal en La menor

consta de 8 notas, mientras que el primer episodio -escrito en Fa mayor- usa

semicorcheas. Cierra con un segundo episodio en la tonalidad inicial de La mayor,

caracterizado por presentar tresillos de semicorcheas. La interpretación fue sumamente

precisa, transparente y cristalina y sonó auténticamente mozartiana. Lo mismo sucedió

con la Fantasía en Fa sostenido menor op.28 “Sonata Escocesa” de Mendelssohn,

compuesta en 1833, logrando un sonido envolvente desde el glissando inicial del 1°

movimiento (Con moto agitato. Andante) y perfecta resolución de los crescendi en el 1°

y 2° movimiento (Allegro con moto). Su prodigiosa digitación fue clave para encarar el

dificilísimo Presto final, que consta en un torbellino de escalas ascendentes y

descendentes en 9/8 y 12/8, logrando una versión excepcional. Formaro es un

especialista en Mendelssohn y lo demostró con creces ante un Salón Dorado

prácticamente colmado de gente.

La suite para piano Estados de ánimo (Sstemninger), Op.73 es, quizás, una de las

obras menos conocidas de Edvard Grieg y fue compuesta entre 1901 y 1905. Consta de

7 números (Resignación/ Scherzo-impromptu/ Cabalgata Nocturna/ Canto folk/ Estudio

(homenaje a Chopin/ Serenata de estudiantes/ Lualåt (Canción montañesa)), donde el

compositor toma melodías y danzas folklóricas noruegas (halling, springar) hilvanadas

en diferentes tonalidades, que representan los estados de ánimo expuestos

anteriormente. El primer número (Resignación) posee un tema oscuro y sombrío,

mientras que el Scherzo- impromptu es un springar de carácter vivaz y luminoso. El

tercero (Cabalgata nocturna) es un aire noruego típico en tempo de halling y el Canto

folk, un bellísimo nocturno en tono menor, que abre con un glissando que descolló por

la sutileza y precisión en su interpretación. Por su parte, el Estudio en homenaje a


Chopin posee numerosas semejanzas y reminiscencias del Estudio Revolucionario del

compositor polaco. En este número, Formaro brindó una versión majestuosa y

arrolladora merced a sus prodigiosas digitación y pulsación. La serenata de estudiantes

sonó fresca y limpia, para culminar con Lualåt (Canto montañés), una melodía en tono

menor que remeda el sonido del langeleik -instrumento musical noruego de sonido

similar a una cítara-. La versión ofrecida fue estupenda y el artista recibió numerosos

aplausos tras su interpretación para, posteriormente, culminar el recital con el

celebérrimo e imponente Scherzo n°2 en Si bemol menor, Op.31 de Chopin, compuesto

entre 1835 y 1837. Una versión de fuste, que sonó sumamente precisa y, a la vez,

arrolladora, lo que le valió numerosos aplausos y vítores al final del concierto.

Naturalmente, no podía faltar un bis y el pianista eligió una obra en la que es

experto: el Preludio y fuga n°1 de Mendelssohn, que sonó magistralmente, motivo por

el cual se retiró sumamente aplaudido. Un inmejorable inicio de un ciclo prometedor

dentro de la amplia gama de propuestas que el Salón Dorado tiene para ofrecer durante

el transcurso del corriente año y una maestría en interpretación de un repertorio que

osciló entre lo clásico y lo romántico.

martes, 16 de abril de 2024

 Sinfónica en triunfales Quintas…


                                                                                 Por Jaime Torres Gómez

La actual coyuntura sanitaria ha permitido volver a los estándares ex

ante pandemiales en la oferta de espectáculos, aunque aún con dificultades en

casos puntuales.

Así, del todo encomiable el anuncio de la Sinfónica Nacional con el retorno de

la histórica venta de abonos de su programación anual, a diferencia de

la incertidumbre en los años críticos de la pandemia, con anuncios

parciales bimensuales, no obstante la continuidad de actividades en casi toda la

emergencia sanitaria.

En el ámbito de su proyección internacional, se celebra en los últimos dos años la

gradual llegada de artistas con reconocida trayectoria, como los directores

Maximiano Valdés, Francisco Rettig, Rodolfo Fischer, Carlos Vieu, Ligia Amadio,

Yeny Delgado, José María Moreno y otros, asimismo los talentosos directores

nacionales residentes como Alejandra Urrutia, Pablo Carrasco y Christian

Lorca. Lo mismo en solistas relevantes como Pacho Flores, Sergio Tiempo,

Armands Abols, Iñaki Alberdi, Arta Arnicane, Freddy Varela, Néstor Garrote y Amid

Peled.

El inicio de la actual temporada de abono ha contemplado un interesante ciclo de

diversas Quintas Sinfonías, dirigidas en su mayoría por el solvente titular

sinfónico, Rodolfo Saglimbeni, destacándose el rescate de algunas “Quintas”

largamente postergadas, como la Quinta Sinfonía de Jean Sibelius o la Sinfonía

N° 5 “La Reforma”, de Felix Mendelssohn. A la vez, conforme las

actuales dificultades económicas…, plausible ha sido la llegada de

excelentes solistas internacionales entre marzo y abril, dando cuenta de un real

esfuerzo por retomar la presencia internacional histórica.

Las tres primeras jornadas, a cargo de Saglimbeni, consultaron

las Quintas de Beethoven, Sibelius y Mendelssohn, las que tuvieron

extraordinarias interpretaciones y en algunos casos con visos de antología,

reflejando el notable trabajo del maestro titular en calidad de sonido y ensamble.

A la vez, estos programas han sido un “barómetro” en las preferencias del público,

reflejado en demandas variables según lo más y menos

conocido, advirtiéndose la directa condicionante de las “finanzas domésticas”

(propias de marzo).

Es el caso de la inteligente estrategia de disponer en el primer (y motivador)

programa un binomio beethoveniano con el Concierto N°

5 “Emperador” para Piano junto a la siempre bienvenida Quinta Sinfonía, con

el plus de haber contado con un solista de clase mundial como Peter Donohoe,

largamente ausente, y a la vez debutante en la Sinfónica. Con una asistencia que


colmó el Teatro de la Universidad de Chile, tal como se esperaba, se trató de una

presentación de altos estándares artísticos, signada de una irrefutable autoridad

de cátedra de Donohoe (exacta digitación, delicado toucher y gran manejo de los

contrastes) más un escrupuloso trabajo global de Saglimbeni con la orquesta. Y a

su vez, gran versión de la Quinta Sinfonía (ya presenciada en varias

oportunidades a Saglimbeni, y siempre con deslumbrantes resultados), como al

inicio una atrapante versión de la Danza Fantástica, del emblemático compositor

nacional Enrique Soro (septuagésimo aniversario de su muerte), con neurálgico

pulso y eufónica sonoridad.  

A la semana siguiente, y lamentablemente con una considerable merma de

público, se ofreció el Concierto N° 5 “El Turco” para Violín de W.A. Mozart junto

a la Sinfonía N° 5 de Jean Sibelius -esta última,

inexplicable e irresponsablemente, ausente desde 1996 por estas latitudes…-,

constituyendo uno de los mayores atractivos del año musical. Si bien era

esperable una buena asistencia ante el equilibrio del programa, amén de la

popularidad de los compositores, quizás obedeció a la variada oferta de conciertos

en Santiago (muchos gratis), ante lo cual ameritaría reformular la estrategia

programática para el mes de marzo.       

Contándose con la joven violinista Elinor D´ Mellon (debutante en Chile), y

poseedora de una alabada técnica (formidable afinación y proyección de sonido),

empero, su abordaje estuvo mayoritariamente fuera de estilo,

con tempi aletargados y en general pesante. Saglimbeni, con cabal psicología,

acompañó sin tropiezos a la solista invitada, a quien sería interesante verla en

repertorio romántico y contemporáneo. Y en la Quinta sibeliana, autorizada y

triunfal versión del titular sinfónico. Con un enfoque de acertada limpidez (libre de

almibaramientos) y celebrada reciedumbre, sus fortalezas se dieron con notables

(y empáticas) adopciones de tempi más un soberbio manejo en tensión-distención-

expansión, de idiomática inmanencia discursiva.

Y la tercera jornada de la serie de las “Quintas”, contempló sólo dos obras de corta

duración (siendo prudente haber dispuesto alguna tercera pieza al inicio,

idealmente nacional) con el largamente ausente Concierto N° 2 para Violín “La

Campanella”, de Nicolo Paganini, más la Sinfonía N° 5 “La Reforma”, de Felix

Mendelssohn. 

Completo acierto la convocatoria del joven y deslumbrante violinista Yury Revich,

en su tercera visita a Chile, y ahora debutando con la Sinfónica Nacional. Notable

cometido en esta pieza de bravura técnica, ostentando virtuosismo y musicalidad a

borbotones. Excelente acompañamiento de Saglimbeni. E inusualmente, en la

primera parte, se ofreció una triunfal Reforma mendelssoniana, al umbral de lo

antológico…

Con escrupuloso análisis, Saglimbeni hilvana una interpretación llena de detalles

inadvertidos a lo largo de los cuatro movimientos, amén de obtener una respuesta

de gran jerarquía de la decana orquestal del país. Con gran profundidad, desde la


inicial exposición del “Amén de Dresde” (utilizado después por Wagner en la ópera

Parsifal) más todos los desarrollos posteriores hasta el final con el arrebatador

coral "Ein feste Burg ist unser Gott de Martín Lutero, este último sin la usual

prosopopeya con la que se le suele abordar, optando por un genuino sentido de

elevación, dieron cuenta de un momento muy especial en lo que corre de la

temporada de la Sinfónica Nacional.

domingo, 14 de abril de 2024

 

BUENA INTERPRETACION EN UN AMBITO PROPICIO

 

Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Director: Sebastiano de Filippi. Programa: Franz Joseph Haydn: “Música Incidental para las siete últimas palabras del redentor en la Cruz”  Hob.XX 1ª (versión de cuarteto de cuerdas de 1787, adaptado a orquesta de cuerdas). Segundo concierto del ciclo “Novena Musical 2024 (Distintas notas una sola Nación)”. Iglesia de San Ignacio de Loyola, 14 de Abril de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Dentro del interesante ciclo que la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación desarrolla en templos religiosos, este segundo concierto incluye una obra que luego de su versión original sufrió varias modificaciones hasta llegar a la última (quizás la más conocida), que es en forma de oratorio y que paradójicamente será interpretada esta misma semana por el Coro Polifónico Nacional. Me estoy refiriendo a la música incidental para “Las siete últimas palabras del Redentor en la Cruz”  y que en el catálogo Hoboken lleva el orden XX 1a.

 

  Esta obra es producto de un encargo que el compositor recibiera por parte  de Don José Saenz de Santa María, Canónigo de la Santa Cueva de la Catedral de Cádiz, quien le hizo llegar a Haydn (el compositor más famoso de esa época) la propuesta de este trabajo para acompañar los ejercicios espirituales de cuaresma. El compositor, quien ya se hallaba liberado de sus compromisos con la corte de Esterhazy, aceptó el ofrecimiento, puso manos a la obra y como resultado  emergió una obra dividida en una introducción, siete sonatas que llevan por título algunas frases pronunciadas por Jesús durante su agonía en la cruz y un final inspirado en la pasión, basado en el relato que manifiesta que al instante en que cuando el redentor fallece, la tierra tembló y aparecieron cuerpos alrededor del calvario.  Cada Sonata estaba precedida de la predica del sacerdote, con el tiempo y seguramente para que el trabajo sea ofrecido en sala de conciertos, se apeló a la presencia de un narrador. La versión escuchada en esta oportunidad pareció basarse en la efectuada en Gran Bretaña en el pasado siglo en donde solo se escucharon los dichos de Jesús, los que en esa oportunidad fueron leídos por el recordado tenor Peter Pears. Y en cuanto a la orquestación, sin ninguna duda, la que se escuchó está basada en la segunda versión para cuarteto de cuerdas del año posterior a la composición de la primera, 1787.

 

  La estructura entonces es: Introducción (Maestoso ed Adagio), Siete sonatas que llevan por títulos: “Padre, perdónalos porque no Saben lo que hacen” (largo); “De cierto te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Grave e Cantábile); “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!, Ahí tienes a tu madre!” (Grave); “¡Dios Mío, Dios Mío!, ¿Por qué me has abandonado?” (Largo), “Tengo Sed” (Adagio); “Todo está terminado” (Largo), “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Largo), para luego culminar en “El Terremoto” (Presto e con tutta la forza).

 

  En todos los casos hay un profuso desarrollo de los temas. Las sonatas tienen su clásica estructura de tema inicial, sección central o segundo  tema y recapitulación del tema del comienzo. Ahí es en donde radica la dificultad interpretativa, sobre todo en esta versión netamente instrumental. Hay que sostener el discurso  atravesando  una delgada línea en la que de un lado hay dinámica, pero que de caer en el otro  con un tempi excesivamente “pesante” puede llegarse a una situación verdaderamente insostenible e indigerible para el público. Aquí es en donde radicaron los méritos del Maestro De Filippi y de los músicos que integran el conjunto. Manteniendo la tensión en cada página se sostuvo el discurso y se logró cautivar al público.

 

  Este ciclo le permite al conjunto abordar temáticas diferentes a las que se ofrecen en los conciertos del salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Vale la pena prestar atención a los avisos de estas presentaciones, pueden encontrarse obras que rara vez se frecuentan.  

 

Donato Decina

 


Los protagonistas de la velada inaugural del ciclo de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: La Directora de Orquesta griega Zoe Zeniodi y el pianista uruguayo Homero Francesch. Cred.: Servicio de Prensa del Teatro Colón, fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.


Muy buen inicio de ciclo de la Filarmónica en el Colón de la mano de Zoe Zeniodi


ENTRE EL ROMANTICISMO Y EL DODECAFONISMO

Martha CORA ELISEHT


El 2024 es un año donde se cumplen numerosos homenajes a varios

compositores con motivo de cumplirse el sesquicentenario o bicentenario de su

nacimiento (Arnold Schönberg y Anton Bruckner, respectivamente) o el centenario de

su fallecimiento (Giacomo Puccini). Por ende, es un año prolífico en materia de

conciertos sinfónicos. Por dicho motivo, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

(OFBA) decidió homenajear a Arnold Schönberg en el concierto inicial de su Ciclo de

Abono con motivo del 150° aniversario de su nacimiento, hecho que ocurrió el pasado

sábado 13 del corriente bajo la dirección de Zoe Zeniodi con la participación del

pianista uruguayo Homero Francesch como solista para brindar el siguiente repertorio:

- Pelleas und Melisande, Op.5- Arnold SCHÖNBERG (1874-1951)

- Concierto n°5 en Mi bemol mayor para piano y orquesta, Op.73 (“El

Emperador”)- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

Tras tomar ubicación sobre el escenario del Colón con un orgánico prácticamente

completo y la tradicional afinación de instrumentos por parte del concertino Xavier

Inchausti, Zoe Zeniodi hizo su aparición sobre el escenario del Colón provista de un

micrófono no sólo para agradecer el haber sido invitada para la inauguración del

presente Ciclo de la orquesta, sino también para referirse a la obra de Schönberg.

Basada sobre la tragedia homónima de Maurice Mæterlink, data de 1905 y se trata de un

extenso poema sinfónico para gran orquesta escrito en forma de sonata en un único

movimiento de aproximadamente 40 minutos de duración, que posee numerosas

secciones relacionadas entre sí, a modo de los 4 movimientos clásicos de una sinfonía.

Salvo que en vez de emplear leitmotives (asociados a personas o escenas individuales),

Schönberg utiliza grupos temáticos que conforman la construcción de un gigantesco

desarrollo sinfónico, que se inicia en el bosque -donde Goulaud encuentra a Mélisande

y, posteriormente, se casan-, continúa a través de los segmentos internos del Scherzo -

que retrata la fuente donde Mélisande pierde su anillo de bodas y se encuentra con

Pélleas (hermanastro de Goulaud), del cual, se enamora perdidamente-. El Adagio

retrata la escena de amor entre Pélleas y Mélisande, la despedida de los amantes y la

muerte de Pélleas de la mano de su hermanastro, mientras que el Finale anuncia la

recapitulación de la obra, que retrata la muerte de Mélisande. Los segmentos que lo

componen son los siguientes: Die Achtel ein wenig bewegt – zögernd (La octava se

movió un poco- vacilantemente) / Heftig (Violento) /Lebhalft (dinámico)/ Sehr rasch

(muy rápido) /Ein wenig bewegt (Un poco conmovido) / Langsam (Lento)/ Ein wenig

bewegter (Un poco más movido) / Sehr langsam (Muy lento) / Etwas bewegt (algo

movido) / In gehender Bewegung (En movimiento caminante) y Breit (Amplio). Es una

de las pocas obras tonales de Schönberg -escrita en Re mayor-, que permite que todos y

cada uno de los integrantes de la orquesta se luzcan. Precisamente, eso fue lo que

sucedió en la presente versión, donde hubo un notorio trabajo de afinación, ensayo y


ajustes en los diferentes grupos de instrumentos que integran la orquesta, que sonaron

de manera compacta y uniforme, con bellísimos matices y vuelo, así como en el

ensamblaje de sonido. Una muy buena interpretación de la orquesta, donde la labor de la

directora y los músicos se vio coronada por numerosos vítores y aplausos por parte del

público que se dio cita esa noche.

La obra elegida para la segunda parte del concierto fue el célebre Concierto n°5

para piano y orquesta en Mi bemol mayor “El Emperador”, Op.73 de Beethoven,

compuesto en 1811 y dedicado al archiduque Rodolfo de Austria. En aquel entonces y,

pese a su sordera, Beethoven había estrenado la totalidad de sus conciertos para piano

como virtuoso del instrumento. Sin embargo, no pudo hacerlo con este último, de modo

que la responsabilidad cayó sobre Friedrich Schneider el día de su estreno en la

Gewandhaus de Leipzig. No se sabe con certeza quién le puso el mote de

“Emperador”, ya que Beethoven no lo había consignado en la partitura. Algunos

atribuyen la frase “¡C’est l’ Émpereur!” (Es el Emperador) a un oficial francés que

asistió a su estreno en Viena (1812), mientras que otros, a Johann Baptist Cramer -editor

inglés del concierto-. Posee tres movimientos (Allegro (en Mi bemol mayor, 4/4) /

Adagio un poco mosso (en Si mayor, 4/4) / Rondó: Allegro m non troppo, (en Mi bemol

mayor, 6/8), escritos en forma sonata y de los cuales, el 2° y el 3° se ejecutan sin

interrupción. El tono mayor representa el carácter heroico y épico de la obra,

caracterizada al inicio por la larga introducción del piano y la cadencia característica del

genio de Bonn. Permite el total lucimiento del solista y, en este caso, Homero Francesch

desempeñó una muy buena labor junto a la Filarmónica durante los dos primeros

movimientos. Lamentablemente, hubo numerosas imperfecciones en el Rondó final,

pese a que la amalgama sonora entre orquesta y solista resultó perfecta. Zeniodi le

imprimió una marcación precisa y la Filarmónica respondió de la misma forma. No

obstante, el público respondió con un aplauso sostenido y Francesch culminó su

presentación con un bis: Escenas Infantiles de Schumann, donde tuvo un mejor

desempeño.

Debe ser una de las pocas veces donde ha dirigido una mujer en la apertura del Ciclo

de conciertos de la Filarmónica y no sólo Zoe Zeniodi se ganó el afecto del público

argentino, sino que se rindió un justo homenaje al padre de la atonalidad a 150 años de

su nacimiento en un concierto cuyo repertorio osciló entre el romanticismo y el

dodecafonismo.



sábado, 13 de abril de 2024

 Excelente recital de la pianista Lidia Ksiąźkiewicz en la Biblioteca Nacional


DIGNA REPRESENTANTE DE LA ARISTOCRACIA PIANÍSTICA

Martha CORA ELISEHT


La tierra polaca ha sido y sigue siendo pródiga en materia de artistas en todas sus

ramas y disciplinas. Pese a que su territorio ha sido invadido por numerosas potencias

extranjeras, su cultura y sus tradiciones han permanecido inalterables con el correr del

tiempo y ayudaron a mantener su identidad como nación. Precisamente, la promoción

de esta identidad es uno de los principales objetivos de la Asociación Cultural

Argentino- Polaca -entidad sin fines de lucro con más de 20 años de existencia-

mediante la creación de eventos y proyectos culturales entre los dos países. El pasado

jueves 11 del corriente se llevó a cabo el concierto inaugural de la Temporada 2024 en

el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno con un recital

de la pianista Lidia Ksiąźkiewicz, donde se ejecutaron las siguientes obras:

- Polonesa en La mayor, Op.40, n°1 (“Militar”)- Frederic CHOPIN (1810-1849)

- “El Clave bien Temperado”. Libro 1. Preludio y Fuga n°1 en Do mayor, BWV

846- Johann S. BACH (1685-1750)

- Sonata n°14 en Do sostenido menor, Op.27 n°2 (“Claro de Luna”)- Ludwig van

BEETHOVEN (1770-1827)

- Estudio n°1, Op.2 en Do sostenido menor- Alexander SCRIABIN (1872-1915)

- “Sunny´s Game”- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

- Nocturno en Do sostenido menor, Op. póstumo

- Estudio Op.25 n°9 en Sol bemol mayor (“La Mariposa”)

- Balada Op.23 n°1 en Sol menor- Frederic CHOPIN (1810-1849)


Ante un auditorio prácticamente colmado de gente, el vocero de la institución –

Sebastián Zoltowski- dio inicio a la función y aprovechó la oportunidad no sólo para

agradecer al presidente de la institución -Juan José Okecki-, sino también, a las

autoridades de la Biblioteca Nacional, Sra. Susana Soto -presidente- y Guillermo David

-encargado de Asuntos Culturales- antes de mencionar algunas palabras sobre el extenso

curriculum de la intérprete. No es la primera vez que esta prestigiosa pianista polaca

visita la Argentina -lo hizo en 2022 para brindar un concierto en la Legislatura Porteña,

junto al Coro de la Ciudad de Buenos Aires-, pero sí en un recital. Nacida en Poznan,

comenzó a estudiar piano a los 5 años y órgano a los 20. Luego de graduarse en las

Academias Nacionales de Música en Poznan y Bydgoscz con las más altas

calificaciones, ganó numerosos concursos internacionales y se encuentra actualmente

radicada en Francia, donde se desempeña como organista en la Catedral de Laon. Fue

finalista del Concurso Internacional de Órgano de Chartres en 2004 y desarrolla una

importante actividad como concertista a nivel internacional. No sólo posee una memoria

prodigiosa -ejecutó todas las obras comprendidas en el programa sin partitura-, sino

también un perfecto dominio del pedal, la pulsación y la digitación. Y pese a que hubo


programas de mano, comentó las obras dirigiéndose al público en un perfecto

castellano. Como si esto fuera poco, es profesora de tango y se encuentra

perfeccionándose en ritmos folklóricos argentinos como zamba y chacarera.

El recital comenzó con la célebre Polonesa en La mayor “Militar” de Chopin, que

sonó muy solemne, pero un tanto excedida en volumen para gusto personal de quien

escribe. Lamentablemente, hubo algunas desprolijidades que se repitieron

sistemáticamente en algunos acordes; por lo tanto, una supone que se debió a algún

problema en la cuerda o en el martillo del piano, lo que hizo que la concertista tuviera

que usar el pedal más que lo habitual para subsanar dicho inconveniente. Sin embargo,

tuvo su revancha con el Preludio y fuga n°1 en Do mayor del Libro 1 de El clave bien

temperado de Bach, que sonó cristalino, sutil, fino y delicado. Lo mismo sucedió con la

celebérrima Sonata para piano n°14 (“Claro de Luna”) de Beethoven, logrando una

excelente versión desde el principio hasta el final en los tres movimientos que la

integran (Adagio sostenuto en Do sostenido menor, 2/2 /Allegretto en Re bemol mayor,

en ¾ y Presto agitato en Do sostenido menor, 4/4). El público la ovacionó, pero para

esta cronista, el punto de inflexión lo marcó el Estudio Op.2 n°1 en Do sostenido menor

de Scriabin, que fue lo mejor de la noche. Escrito en ¾, forma parte de las Trois

morceaux para piano compuestas en 1877 y consta de acordes repetidos en ambas

manos, que le confieren riqueza en la armonía y voz interna, con reminiscencias de la

música gitana rusa. Lo mismo sucedió con Sunny´s Game, compuesta por Piazzolla en

su juventud mientras estudiaba con Nadia Boulanger en París para posteriormente,

cerrar el recital con tres obras de Chopin. La primera, el célebre Nocturno en Do

sostenido menor, Op. Póstumo, compuesto en 1830 y cuyo tema se repite en el

movimiento central del Concierto n°2 para piano y orquesta, aludiendo a la nostalgia de

su tierra natal. Seguidamente, Ksiąźkiewicz brindó una exquisita versión del Estudio

Op.25 n°9 en Sol bemol mayor (“La mariposa”), compuesto entre 1832 y 1834. De la

misma época data una de las obras más famosas del poeta del piano: la Balada Op.23

n°1 en Sol menor, compuesta en 1831 y revisada posteriormente entre 1834 y 1835. Fue

de menor a mayor a medida que iba transcurriendo el recital y brindó una excelente

versión desde todo punto de vista. No sólo se retiró sumamente aplaudida, sino que

aprovechó la oportunidad de ofrecer un bis: la Polonesa n°2 en Sol sostenido menor,

Op. Póstumo de Chopin. Compuesta en 1822, fue dedicada a Madame Du Pont y se

trata de una obra prácticamente desconocida en Argentina, ya que no forma parte del

repertorio de los tradicionales recitales de piano. La versión de Ksiąźkiewicz descolló

por su bellísima interpretación, llena de sutilezas y matices que sonaron sumamente

precisos. Era la primera vez que una pudo apreciar esta inédita y hermosa obra -al igual

que la mayoría de los asistentes- y la pianista recibió otra ovación de aplausos y vítores.

En resumen: un recital de alta calidad y jerarquía artística, de la mano de una digna

representante de la aristocracia pianística polaca.

 Muy buen concierto de Gustavo Fontana al frente de la Sinfónica Nacional en el CCK


CON LA ANUENCIA Y APROBACIÓN DEL GENIO DE BONN

Martha CORA ELISEHT


Una de las principales características dentro del ciclo de la Orquesta Sinfónica

Nacional es la presencia de numerosos directores invitados, ya que -lamentablemente y,

al igual que otros organismos sinfónicos- no cuenta con un director estable. Esta vez, le

tocó el turno a Gustavo Fontana, quien se puso al frente de la orquesta el pasado

miércoles 10 del corriente en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK)

para dirigir un programa integrado principalmente por obras de Ludwig van Beethoven

(1770-1827) junto a la pianista polaca Anna Miernik en calidad de solista.

El repertorio elegido fue el siguiente:

- “ELÁN”- Alejandro JUÁREZ

- Concierto n°3 para piano y orquesta en Do menor, Op.37- BEETHOVEN

- Sinfonía n°7 en La mayor, Op.92- BEETHOVEN


A partir de este año, y ante la ausencia de programas de mano, las obras

comprendidas en los conciertos -al igual que los intérpretes- se anuncian por

altoparlante. Tras los anuncios y, ante un orgánico prácticamente completo, Gustavo

Fontana hizo su presentación sobre el escenario para iniciar el concierto con la

mencionada obra del compositor argentino Alejandro Juárez. Ganadora del Premio

SADAIC, ELÁN es una obra contemporánea de aproximadamente 12 minutos de

duración. Se inicia con un ostinato en percusión, arpa y celesta y posee armonías y

contrapuntos muy interesantes entre las diferentes secciones de instrumentos, que

ofrecen un clima de suspenso -con atisbos de atonalidad- y alternan con otro tema más

tonal, con ribetes de jazz y síncopa en los tutti orquestales. Las diferentes melodías se

van armando como si fuera un rompecabezas para confluir en un tema con

reminiscencias folklóricas -a modo de malambo-, que desemboca en un poderoso tutti

en fff para luego, esfumarse al final de la obra. Tuvo una muy buena recepción por parte

del público y Fontana invitó al compositor -quien se encontraba presente en la platea- a

subir al escenario, pero éste prefirió recibir los aplausos desde su butaca.

Tras retirar buena parte de los instrumentos de percusión y del grupo de los metales,

Anna Miernik hizo su presentación sobre el escenario junto a Fontana para ejecutar el

célebre Concierto n°3 en Do menor, Op.37 de Beethoven, compuesto en 1800 y

estrenado en 1803 en el Theater An der Wien con la presencia del compositor al teclado.

Beethoven ya estaba sordo al momento de su estreno, pero no le impidió demostrar que

era un pianista virtuoso. Por lo tanto, es una obra que marca un punto de inflexión

respecto del rol del intérprete. Escrito en forma de sonata con doble exposición -

introducción a cargo de la orquesta y luego, intervención del solista-, posee 3

movimientos: Allegro con brío (en Do menor, 2/2) / Largo (en Mi mayor, 3/8) y Rondó-


Allegro (en Do mayor, 2/4) y su autor se inspiró en el concierto homónimo de Mozart,

pero con una diferencia: Beethoven introduce una nueva melodía en la cadencia del 1°

movimiento -mitad recitativo, mitad aria- que se desarrolla durante toda la exposición.

En la presente versión, hubo una muy buena amalgama sonora entre solista y orquesta,

con una perfecta marcación a cargo del director. Anna Miernik demostró un profundo

conocimiento y compenetración con la obra -de hecho, la ejecutó de memoria- y brindó

una interpretación excelsa merced a su muy buena pulsación y digitación. Los crescendi

sonaron auténticamente beethovenianos y sus arabescos, trinos y arpegios, sumamente

precisos. El público aplaudió calurosa y extensivamente al final, lo que motivó a la

pianista a ofrecer un bis: una exquisita versión del Nocturno en Do sostenido menor,

Op. Póstumo de Chopin, que le valió otra ovación.

Antes de comenzar la segunda parte del concierto, Gustavo Fontana se dirigió al

público provisto de un micrófono para dedicar la Sinfonía n°7 en La mayor, Op.92 de

Beethoven a la memoria Carlos Céspedes -clarinete solista de la Orquesta Estable del

Teatro Colón, fallecido la semana pasada- a modo de homenaje. Esta celebérrima obra

data de 1812 y consta de 4 movimientos: Poco sostenuto- Vivace (en La mayor, 4/4 y

6/8) / Allegretto (en La menor, 2/4)/ Presto (en Fa mayor, ¾) y Allegro con brío (La

mayor, 2/4), que deben ser ejecutados con una precisión milimétrica (especialmente, los

dos últimos, donde es fácil caer en exceso cuando se utiliza un tempo más rápido que lo

habitual). Precisamente, el último movimiento es una variante en compás dúplice del

ritornello instrumental compuesto por el mismo Beethoven como arreglo de la canción

irlandesa “Save me from the grave and wise” (Sálvame de la tumba y del sabio), que

lleva el Op.8 de sus Doce canciones populares irlandesas, Wo.O 154. Esta monumental

obra recibió el mote de “Apoteosis de la Danza” en 1849 por Richard Wagner, quien la

definió de la siguiente manera, según sus propias palabras:

“Esta sinfonía es la apoteosis de la danza en su esencia suprema, la realización más

lograda del movimiento del cuerpo humano casi idealmente en el sonido”. Prueba de

ello han sido las fantásticas versiones coreográficas de Margarita Wallmann en el film

argentino “DONDE MUEREN LAS PALABRAS” (1946), con participación de María

Ruanova y Jorge Alario y la de Maurice Béjart en “LOS UNOS Y LOS OTROS”, de

Claude Lelouch (1981), que catapultó al argentino Jorge Donn a la fama internacional.

La orquestación, marcación y dominio de tempi por parte de Fontana fueron magníficas.

Si bien los dos últimos movimientos se ejecutaron en un tempo más rápido respecto de

las versiones discográficas que una está habituada a escuchar, la precisión milimétrica

anteriormente descripta se cumplió a rajatabla, logrando una versión de fuste y enjundia.

El Auditorio Nacional estalló en aplausos y vítores tras la ejecución de esta celebérrima

sinfonía.

Ha sido una noche auténticamente beethoveniana y una maestría en interpretación.

Y una está prácticamente segura que en caso de haberlos podido escuchar, el genio de

Bonn los hubiera aprobado.

jueves, 11 de abril de 2024

 

CONCIERTO DE LA ORQUESTA SINFONICA NACIONAL : NO HAY NADA NUEVO BAJO EL SOL?

Solista: Anna Miernik

Dirección: Gustavo Fontana

10 DE ABRIL DE 2024

AUDITORIO NACIONAL

CALIFICACION MUY BUENO

 

Programa

Elan para Orquesta de Alejandro Juarez

Concierto para piano y orquesta número 3 en Do Menor Op 36 de Beethoven

Sinfonía número 7 en La Mayor Op 92 de Beethoven

 

En una típica noche otoñal, la Orquesta Sinfónica Nacional ofreció un nuevo Concierto dentro de su temporada anual; la cual viene cosechando adhesiones y asombro en cada presentación.

 

Con beneplácito tanto del orgánico como del público, asume la concertación uno de los mejores exponentes locales, el maestro Gustavo Fontana. Profesional excelente, conocedor y que en màs de una ocasión ha respondido afirmativamente a convocatorias “ sobre la hora” y siempre con resultados satisfactorios.

 

La velada abrió con Elan para Orquesta de Alejandro Juarez, compositor argentino que fuera merecedor del premio SADAIC. Una obra de unos diez minutos de duración que demanda el orgánico completo con una riquísima orquestación que incluye instrumentos poco habituales como la celesta, marimbas y varios de percusión. Destaco los constrastes sonoros de la obra, que mantienen la atención del oyente y lo invita a redescubrir o quizás profundizar los sonidos que generan los instrumentos. Requiere máxima atención de los intérpretes quienes demostraron que la música contemporánea no le es ajena a su ya reconocida probidad. Ojalá se reprograme la obra en un futuro cercano!

Aplausos generosos al autor y a quienes la recrearon reflejaron la muy buena recepción de la misma

 

Siguieron dos obras del repertorio tradicional, con lo cual solamente referiré las impresiones.

Concierto para piano y orquesta número 3 en Do Menor Op 36 de Beethoven con la pianista polaca Anna Miernik.

Un interesante enfoque propuesto por el director junto a la Orquesta y la solista:

Cuando la obra es largamente transitada, solemos esperar lo que habitualmente se escucha…una interpretación pasional, intensa….

Tuvimos la fortuna que nos regalaron un enfoque aterciopelado del querido concierto, en donde la Orquesta hizo gala de su empaste y color.

La solista elegida trató al instrumento con una finura y delicadeza propias de una intérprete de alta jerarquía de técnica refinada y perfección asombrosa

Es de destacar la concertación del maestro Fontana que, mas allá de lo escrito por el genio de Bonn, llenó de aires frescos, permitiendo el lucimiento de cada una de las filas instrumentales y con un empaste perfecto con el piano.

Ovación al finalizar ante esta lectura y enfoque!  Expertos oyentes que estaban en sala destacaron  con regocijo el asombro que les produjo el modelo interpretativo.

La maestra Anna Miernik tuvo que acudir varias veces al escenario ante el júbilo del público; y , como deseábamos, regalo como bis una interpretación de Chopin memorable. Entregó el alma y fue tal la precepción que hubo un silencio de varios segundos luego de la última nota….de esos que suenan tan fuerte como la aclamación posterior.

 

Casi sin intervalo , se sirvió la Sinfonía 7 en la Mayor, una de las preferidas de todos los auditorios!

Antes de sumergirnos en esta obra de arte, el maestro Fontana se dirigió al público como vocero del sentimiento de pesar de la comunidad musical ante el fallecimiento en días pasados de Carlos Céspedes, solista de clarinete de la Estable del Colon, y un profesor muy querido en todo el medio. En justa memoria los profesores de la orquesta le dedicaron como agradecimiento la ejecución de la sinfonía; previo al minuto de aplausos de quienes estábamos en el Auditorio reconociendo la hombría de bien del instrumentista que nos dejara.

 

Los tempis elegidos para esta interpretación fueron más rápidos que los habituales tanto en conciertos como en grabaciones.

Esto requiere precisión milimétrica entre los instrumentistas, y fue logrado con creces. Se destacaron las participaciones solistas de flautas, oboes, los contrastes entre las cuerdas, todo magistralmente coordinado pro al experta mano del director.

Los cuatro movimientos fueron ejecutados sin interrupciones ( muy buen comportamiento del público toda la noche) lo cual redundó en la concentración y el disfrute.

 

El título de esta síntesis también sirve como corolario del mismo.

Cuando se tienen intérpretes de fuste, aunque se programen trilladas obras, nos regalan al público aristas quizás poco exploradas y nos enfrentan a inesperadas nuevas emociones!

Que esta crónica también sea motivadora para seguir acompañando a nuestros artistas!


                                                                                                            Ing. Andrés Berretta


 Dos luminosos réquiems


    Por Jaime Torres Gómez

De la copiosa cantidad de conciertos previos a la reciente Semana Santa,

destacables fueron las presentaciones del Réquiem Alemán de Johannes

Brahms y el Réquiem, Op. 148 de Robert Schumann.

Estas obras tienen en común una genuina amabilidad de carácter y debida

luminosidad ante el misterio de la muerte. Por otro lado, la directa cercanía

musical y de amistad de ambos compositores -sin duda claves del

romanticismo musical decimonónico-, derivó, en el caso de Brahms, incorporar

una directa influencia de la música de Schumann, esté último 23 años mayor, y

quien descubriera y apoyara el talento de un joven Brahms.

El Réquiem Alemán, Op. 45., dado a conocer en 1868, es una obra de relativa

juventud, denotando una atractiva originalidad respecto a los réquiems de la

época -principalmente asociados a los textos litúrgicos del Réquiem Católico-,

habiendo seleccionado (y acomodado) el mismo compositor los textos bíblicos

alusivos a la muerte y del más allá, resaltando con mayor libertad formal (y

expresiva) los elementos humanos respecto la percepción de la muerte ante lo

intrínsecamente religioso. Y como buena obra brahmsiana, su construcción

dispone de sólidos recursos compositivos, entre ellos un excelente manejo del

contrapunto más un notable tratamiento de las texturas vocales e

instrumentales.

En el caso del Réquiem schumanniano, se trata de una obra de madurez y de

gran belleza melódica, sincera expresividad y riqueza armónica. Y proviniendo

de un compositor de alto vuelo poético, esta tardía incursión (obra póstuma) de

carácter religioso y de estructura ortodoxa en lo litúrgico (Católico), de alguna

forma responde, en palabras del mismo Schumann, al “objetivo más elevado de

un artista cual es dirigir sus esfuerzos hacia la música sacra…”. Y de su

carácter, al igual que el de Brahms y lejos de toda prosopopeya, dialoga con

certera amabilidad y luminosidad con el misterio de la muerte…

La versión presenciada del Réquiem Alemán, a cargo de la Sinfónica

Nacional junto al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, estuvo bien

comandada por Víctor Hugo Toro, ausente por 12 años en la Sinfónica,

apreciándose el buen momento de este destacado director nacional.

Con excelentes resultados de la orquesta y coro, Víctor Hugo Toro centró su

versión con alabada naturalidad de discurso, reflejando lo luminoso dentro del

dolor. Buen enfoque en acentos y equilibrio contrastante global. Encomiable

labor solística del barítono Arturo Jiménez, con robustez de timbre, proyección

y homogénea línea de canto. Y de segmentada fluidez el cometido de la

soprano Pilar Garrido, no obstante, sus excelentes recursos vocales y

musicalidad.

En cuanto al Réquiem de Schumann, luego de muchos años de su estreno

local, en esta oportunidad fue ofrecida por la Orquesta de Cámara de Chile


junto al Coro Arsis XXI, dirigidos por Emmanuel Siffert. Cabe destacar la

labor de Siffert, como titular de la OCCH, al promover una importante

renovación de repertorio, siendo reconocido últimamente por el Círculo de

Críticos de Arte de Chile. En consecuencia, se recibe con máximo beneplácito

la llegada de una obra injustamente no frecuentada, asimismo expectantes

ante próximos estrenos contemplados en la programación de la OCCH.

Si bien este Réquiem permite adaptarse a un orgánico tipo clásico, ideal a

futuro sea ofrecido con un formato mayor de cuerdas más un coro más

numeroso, en aras de lograr mejores texturas y mayor profundidad

interpretativa. En todo caso, del todo laudable el enfoque de Siffert,

entendiendo a cabalidad el carácter luminoso de la obra, y obteniendo

completo ensamble de los camaristas nacionales como del coro invitado

(dirigido por Silvia Sandoval). Excelente trabajo en texturas, dinámicas,

balances y matices. De los solistas, destacable la mezzo Raisa Johnson, con

buen espesor vocal y magnífica línea de canto.

Previamente, y con inteligente criterio programático, se ofreció en calidad de

estreno el Regina Coeli Laetáre (Reina del cielo, alégrate), de Ferdinand

Schubert (hermano de Franz…), pieza de poco más de cinco minutos e ideal

para iniciar el programa, seguido con una reposición del Encantamiento del

Viernes Santo de la ópera Parsifal, de R. Wagner, en un notable arreglo para

una orquesta de conformación clásica (alrededor de 35 músicos) realizado por

Pablo Carrasco, conservando en plenitud el espíritu y sonoridad de la pieza.

Ejemplar resultado en ambas obras, denotando nuevamente el gran nivel de la

Orquesta de Cámara de Chile, asimismo la solvencia del trabajo del maestro

Siffert como titular de esta destacada agrupación.