domingo, 30 de octubre de 2022

 

Muy buena versión con segundo elenco de “LOS PESCADORES DE PERLAS” en el Colón

 

DELEITE VOCAL CON TERGIVERSACIÓN ESCÉNICA

Martha CORA ELISEHT

 

            Tras más de un siglo de ausencia -119 años, para ser más exactos-, LOS PESCADORES DE PERLAS (LES PÊCHEURS DE PERLES) se representa por primera vez en su idioma original sobre el escenario del Colón. Esta obra maestra de Georges Bizet (1838-1875) fue compuesta por encargo del Théatre Lyrique de París en 1863, con libreto de Eugène Cormon y Michel Carré. Como requisito para poder ser representada, debía ser ambientada en un lugar exótico. Ceylán fue el lugar elegido donde se desarrolla la trama de esta historia, donde además de existir un triángulo amoroso entre la soprano, el tenor y el barítono, se contraponen sentimientos: el juramento de amistad frente al hecho que ambos hombres están enamorados de la misma mujer y una sacerdotisa al servicio de Brahma que rompe su juramento por amor a un hombre.

            La presente coproducción con el Teatro Wielki Lódž (Polonia) contó con escenografía de Luigi Scoglio, vestuario de Miní Zuccheri, iluminación de José Luis Fioruccio, puesta en escena de Michal Znaniecki, coreografía de Diana Theocaridis y la participación de Marina Nosetto como asistente de vestuario y Nicole Chierico, como asistente de coreografía. Participaron la Orquesta y Coro Estables de la institución bajo la dirección de Ramón Tebar y Miguel Martínez, respectivamente. Se contrató a un grupo de bailarines que actuaron como figurantes y a la acróbata figurante María Eva Di Leo.

            Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función ofrecida el sábado 29 del corriente, que contó con el siguiente reparto: Sang- Jun Lee (Nadir), Federica Guida (Leïla), Germán Alcántara (Zurga) y Emiliano Bulacios (Nourabad).   

            Acorde a las especificaciones del libreto, la escena transcurre en una playa desierta de Ceylán (Sri Lanka en la actualidad), donde Zurga es electo como líder de los pescadores. En la presente puesta en escena, se utilizaron una serie de tubos, dentro de los cuales se ubicaron a parejas de bailarines con escaso ropaje, aludiendo al título de la obra. Mediante un efecto de iluminación, se suponía que se sumergían en las profundidades del mar para pescar perlas. Aquí aparece la primera de las tantas incoherencias que esta cronista pudo apreciar respecto de la puesta en escena. La coreografía empleada dio a entender que se trataba más de establecer una relación amorosa entre un hombre y una mujer que de pescar perlas. Mientras tanto, un grupo de figurantes aparecía en el escenario provistos de bolsas para recoger una gran cantidad de papeles en la playa. Si se quiere hacer una alusión a la contaminación ambiental, no condice para nada con el título de la obra. En todo caso, si se quiere manifestar una protesta mediante una puesta en escena, debiera hacerse alusión a las condiciones laborales infrahumanas que sufrían los pescadores de perlas en aquella época. La falta de elementos de protección hacía que su rendimiento laboral culminara a los 40 años como consecuencia de la descompresión constante al no contar con un equipo de buceo, además de sufrir lesiones auditivas y bucales por contacto permanente con el agua salada -independientemente de los ataques ocasionados por tiburones-. Por otra parte, se observaron numerosas esferas que posteriormente, se iluminaban en alusión a las perlas y, posteriormente, el empleo del tubo como alegoría al velo que debe usar Leïla, dada su condición de sacerdotisa. Este último recurso estuvo bien empleado, pero tampoco se entendió el asiento formado por neumáticos que utiliza Zurga en el 3° Acto. Se supone que es un pescador y, por lo tanto, duerme en su barca -donde se hace cierta alusión- o posee una vivienda humilde. Por ende, tampoco se entendió qué se quiso decir mostrando una carcasa de esqueleto de ballena sobre fondo oscuro antes de pasar a la escena final, así como tampoco el agua donde se mojaban los bailarines en un círculo donde -supuestamente- debía haber fuego purificador para castigar la osadía de Leïla y Nadir con la muerte. En síntesis: un adefesio visual y una tergiversación escénica, que nada tiene que ver con la concepción original de la obra.

            Dejando de lado tan controversial puesta en escena, la Orquesta Estable brilló bajo la dirección de Ramón Tebar. El español es uno de los mejores directores de la actualidad y demostró con creces su oficio, logrando una estupenda versión de este clásico desde el punto de vista musical. Sobre todo, en el preludio que marca la entada de Leïla en el 1° Acto, donde tanto Freddy Varela Montero como Stanimir Todorov se destacaron en los solos de violín y violoncello respectivamente. Por su parte, el Coro Estable estuvo perfectamente bien preparado y actuó como un instrumento más, brindando el marco necesario para las escenas de conjunto.

            En cuanto a los roles principales, Emiliano Bulacios brindo un muy buen Nourabad, tanto desde el punto de vista vocal como actoral. Germán Alcántara fue una de las grandes revelaciones de la noche, dando vida a un excelente Zurga. Posee un gran caudal de voz con bello timbre, fiato, esmalte y línea de canto, pero por sobre todas las cosas, es un gran actor e interpretó el personaje a través de su voz, lo que le valió el aplauso del público en todas y cada una de sus intervenciones (dúo “Au fond du temple sainte”, junto a Nadir y el aria del 3° Acto: “L’orage s’est calmé” / La tormenta se ha calmado), al igual que en el dúo con Leïla en el 3° Acto (“Qu’ai-je vu? O ciel, quel trouble”). El tenor coreano Sang-Jun Lee posee una bella voz -un tanto justa para el escenario del Colón- muy bien timbrada, que resultó fundamental para encarnar a Nadir. Descolló en el dúo del 1° Acto junto a Zurga en la mencionada “Au fond du temple sainte” y en la celebérrima romanza del 1° Acto (Je crois entendre encore”), que le valió el aplauso del público, al igual que en el dúo de amor junto con Leïla del 2° Acto (“Ton cœur n’a pas compris le mien”). La soprano italiana Federica Guida fue la Leïla ideal: excelente coloratura, voz caudalosa, bien timbrada, que sobresalió en sus arias (cavatina:” Comme autre fois” en el 2° Acto y “Zurga, je viens demander grâce”, en el 3°), al igual que los dúos de amor junto a Nadir.  Junto con Germán Alcántara fueron los más aplaudidos de la noche.

            Si se repone un título que está ausente durante más de un siglo, se debe realizar una puesta en escena lo más tradicional posible, para que no se pierda la concepción de la obra. Aquí sucedió todo lo contrario: desde el punto de vista vocal y auditivo, un deleite para los oídos, pero un verdadero adefesio desde el punto de vista visual. Se debe poner especial énfasis y cuidado en este tipo de cosas para poder atraer al público y renovarlo. Caso contrario, tendrá que volver a pasar otro largo período de tiempo para poder apreciar esta joya del repertorio francés. 

sábado, 29 de octubre de 2022

 

Magnífica dirección de Jan Latham Koenig al frente de la Filarmónica en el Colón

 

UNA REIVINDICACIÓN MUY ESPERADA

Martha CORA ELISEHT

 

            Aunque parezca mentira, hace exactamente 4 años que las óperas de Wagner se hallan ausentes de un teatro lírico como el Colón. La puesta de EL ANILLO DEL NIBELUNGO programada para el 2020 se suspendió por razones de pandemia y durante el 2021 -con excepción del arreglo para instrumentos de metal realizado por Enrique Schneebeli al frente de la Orquesta Estable dentro de su Ciclo de 4 conciertos de Abono-, no pudieron representarse óperas de dicho repertorio por razones de protocolo. No obstante, tampoco se justifica la no inclusión de -al menos- un título dentro de la Temporada Lírica. Afortunadamente, la reivindicación del espíritu wagneriano vino de la mano de Jan Latham Koenig -futuro Director Musical del Colón, quien debió reemplazar al holandés Edo De Waart- dentro del Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, que tuvo lugar el pasado viernes 28 del corriente con la participación de Ingrid Flitter como solista, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Concierto n°2 para piano y orquesta en Fa menor, Op.21- Frederic CHOPIN (1810-1849)

-          Preludio del Acto III de “LOHENGRIN”

-          Preludio al Acto I y “Liebestod” (Muerte de Amor) de “TRISTÁN E ISOLDA”

-          Marcha fúnebre de Siegfried de “EL OCASO DE LOS DIOSES”

-          Obertura de “LOS MAESTROS CANTORES DE NÜREMBERG”- Richard WAGNER (1813-1883)

Dentro del programa original del concierto estaba programada la Sinfonía n°7 en La mayor Op.92 de Beethoven, pero se reemplazó por las piezas orquestales anteriormente mencionadas. Fue un auténtico placer poder apreciar nuevamente sobre el escenario del Colón a la pianista argentina Ingrid Flitter, quien brindó una versión sumamente exquisita y refinada del mencionado concierto de Chopin, en una versión que sonó sumamente romántica en los tres movimientos (Maestoso/ Larghetto/ Allegro vivace), donde hizo gala de su virtuosismo. La orquesta supo acompañarla perfectamente, logrando un diálogo y un equilibrio sonoro perfecto entre conjunto instrumental y solista.  Es una especialista en el tema y ha grabado ambos conciertos para piano, los Preludios y Nocturnos completos del compositor polaco. Al finalizar, los aplausos y vítores hicieron que Flitter brindara una versión bellísima del Nocturno n°8 en Re bemol mayor de Chopin, donde una vez más demostró su técnica y maestría. El público volvió a estallar en aplausos, motivo por el cual Ingrid Flitter se despidió del escenario con una electrizante versión del celebérrimo Vals en Re bemol mayor, Op.64 n°1 (“del minuto”). La ovación fue total al finalizar tan conocida pieza.

Para la segunda parte del concierto, la Filarmónica contó con la presencia de todos los solistas de diferentes grupos de instrumentos, además de su orgánico completo. Latham Koenig tuvo una genialidad: colocó a Fernando Chiappero en el lugar del 2° corno y a Luis Ariel Martino en el lugar del solista. De esta manera, los solos alternados de este instrumento sonaron perfectamente bien, al igual que 4 integrantes muy jóvenes de esta sección instrumental, que tuvieron una destacadísima actuación durante todas las obras del compositor alemán. Los trombones y la tuba se lucieron en la fanfarria del Preludio al Acto III de LOHENGRIN, al igual que Mariano Rey en clarinete y la percusión. Wagner es un compositor que debe sonar fuerte en los tutti orquestales y, al mismo tiempo, romántico. Estas características fueron perfectamente encausadas por el director inglés y hacía rato que una no escuchaba a la Filarmónica brindar una versión tan brillante en este repertorio. Le entrada a cargo de los cellos antes de las maderas en el Preludio al Acto I de TRISTÁN E ISOLDA sonó perfecta, al igual que el desempeño de toda la orquesta, con muy buenas actuaciones de Néstor Garrote (oboe), Gabriel Romero (flauta), Michelle Wong (corno inglés), William Thomas Genz (fagot), Mariano Rey (clarinete) y Sebastián Tozzola (clarinete bajo). La versión ofrecida tanto de dicho preludio como de la célebre Muerte de amor de Isolda sonó sumamente romántica y majestuosa, respetándose perfectamente los tempi y los matices sonoros. El solo de arpa a cargo de Alina Traine al final sonó sumamente romántico hasta el desvanecimiento de la música.

Para la interpretación de la famosa Marcha fúnebre de Siegfried se contó no sólo con instrumentistas contratados, sino que se incorporó la sección de tubas wagnerianas liderada por Martcho Mavrov y Margaret Mengel, doble juego de timbales, maderas por 4 y fliscornio dentro de la sección de trompetas, además de abundante percusión y doble juego de arpas. Todos y cada uno de los solistas de las principales secciones de instrumentos de la Filarmónica tuvieron oportunidad de lucirse plenamente, destacándose los metales en este caso -magnífica actuación de Fernando Ciancio en trompeta, Matías Bisulca en trombón y Pedro Pulzován en tuba, además de la sección de cornos y tubas wagnerianas ya mencionada-. Una versión brillante, con una formidable enjundia por parte del organismo sinfónico y un auténtico placer para los oídos -independientemente del sesgo de predilección por Wagner de parte de quien escribe-. Por último, Latham Koenig hizo brillar a la Filarmónica una vez más con una exquisita e impactante versión de la Obertura de LOS MAESTROS CANTORES DE NÜREMBERG -título que no se representa desde hace 42 años en el Colón-. El rugido del público se volvió a sentir mediante numerosos aplausos y vítores al finalizar el concierto.

Después de mucho tiempo de injustificada ausencia, la música de Wagner volvió a sentirse sobre su ámbito natural. Ojalá que luego de la recuperación de la presencialidad, fin de una pandemia que tuvo a todo el mundo a mal traer y con un nuevo director musical, el Colón recupere su alicaído prestigio en materia de temporada lírica e incorpore obras del repertorio alemán. Ya quedó fehacientemente demostrado que se cuenta con cantantes, coro y músicos a nivel local como para poder hacerlo. 

 

¡GRACIAS MAESTRO!

 

Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional: Concierto del ciclo regular de la Orquesta Sinfónica Nacional, Directora: Yeny Delgado. Solista: Pablo Buono (marimba). Programa: Obras de Torrá, Zalcman y Castro. 28 de Octubre de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

 Por muchos motivos este concierto dejará recuerdos muy especiales a saber: el estreno siempre bienvenido de una obra de compositor argentino. El rescate de otras dos composiciones nacionales  (una que viene de un injusto olvido y otra que retorna a los atriles luego de un también incomprensible silencio de muchos años) y la fundamental, que es que se trató del último concierto como Concertino Titular e Integrante de la Orquesta del Maestro Luís Roggero, quien de esta forma culminaba con el conjunto una dilatadísima trayectoria de décadas jalonadas por instancias verdaderamente históricas para el Conjunto Nacional. Hitos, muchísimos. Pero mencionemos algunos que yo considero fundamentales: La gira a Japón y Estados Unidos en 1998, la Presentación de la Sinfónica Nacional en Canarias en 2001. La noche de gloria en el Colón con “La Pasión según San Mateo”  de Bach bajo la Dirección de Michel Corboz en la que luego del inmenso solo que le cupo al Mtro. Roggero, un espectador se atrevió a vulnerar el cerrado silencio y gritarle ¡Bravo!. Las noches en que el Mtro. Pedro Ignacio Calderón unió a la Filarmónica de Buenos Aires con la Sinfónica Nacional en el Colón y en el Auditorio de Belgrano para interpretar “Gurrelieder” de Arnold Schönberg. Sus solos en el segundo movimiento de  la primera sinfonía de Brahms. Y como solista junto a la Sinfónica, el Concierto para Violín de Aram Khatchaturian, la Sinfonía Española de Eduard Lalo y el broche de oro que nos hace regresar a Brahms: su muy emotiva versión del Concierto para Violín y Orquesta , Op. 77 junto a Mariano Chiacchiarini días atrás. Es imponente la nómina de Directores con los cuales Roggero ha actuado dentro de la Orquesta desde su época de violinista de fila hasta llegar por mérito propio a esta merecidísima posición. Desde la línea “Veterana” la que bien podría expresarse en nombres como Juan Emilio Martini, Washington Castro o Vicente La Ferla, pasando por nombres extranjeros como el mencionado Maestro Corboz, Piero Gamba, Volker Wangenheim, Carl Bünte, Francisco Rettig, Juan Pablo Izquierdo o más recientemente Gunther Neuhold y hasta Enrique Arturo Diemecke (en su debut absoluto en Argentina) y maestros argentinos, todos a lo largo de décadas, culminando en esta formidable camada actual de jóvenes conductores. Compañeros suyos: desde muchos “miembros fundadores”, pasando por sus coetáneos y la “sangre nueva” de la actual renovación. Su labor como solista, docente o integrante de conjuntos de cámara exceden largamente al presente comentario. Pero el hecho de la emotiva despedida de sus compañeros, representados en sentidas palabras por la Violonchelista María Teresa Fainstein Day y el Violinista Roberto Calomarde, como del propio Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, quién acertadamente le entregó su testimonio  y declinó hacer uso de la palabra dándole al Maestro Roggero todo el protagonismo, habla a las claras del nivel de ser humano  y del músico exquisito que brindaba en este día su última actuación como integrante de Ntra. máxima Orquesta.

 

   Entrando de lleno en el concierto, la velada fue confiada a la Mtra. Cubana Yeny Delgado, conductora titular de la Orquesta Sinfónica de Salta. Se inició con la breve y muy descriptiva “Rapsodia Entrerriana” de Celia Torrá, a mi juicio la primera compositora clásica de importancia de la Argentina, perteneciente al inolvidable grupo Renovación, el que también fuera integrado por el músico cuya obra cerró este concierto, Juan José Castro (también titular de la Sinfónica). Obra breve, descriptiva del paisaje,  por momentos muy delicada, expresa el estilo tonal vigente en Ntra. música durante las primeras décadas del siglo pasado. Posee una muy interesante orquestación de la que Yeny Delgado con suma inteligencia le extrajo hasta los mínimos detalles marcando así un muy sobrio comienzo.

 

   Guillermo Jorge Zalcman fue un notable compositor, docente, arreglador y director de orquesta. Su criatura más preciada y perdurable ha sido la Orquesta Estudiantil de Buenos Aires, la que de una breve formación instrumental que ensayaba en dependencias de la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta” de la Capital Federal, fue tomando envergadura hasta transformarse en uno de los muy buenos conjuntos formativos de instrumentistas del país. Protagonizó innumerables estrenos de obras argentinas y extranjeras, a veces mediante arreglos instrumentales para poderlos efectuar, tal su determinación por difundir. En la última década, cansado de lidiar con autoridades educativas de la Ciudad de Buenos Aires, decidió retirase del conjunto y enfocarse de lleno en la faceta de compositor, la que lo llevó a ejercer la presidencia de la Asociación Argentina de Compositores. Compuso este Concierto para Marimba y Orquesta dedicado al percusionista Pablo Buono quien integró la Orquesta Estudiantil bajo la titularidad suya, el que debió estrenarse en la velada inaugural de la fatídica temporada 2020 en este Auditorio Nacional. Quién debía dirigirlo era el Mtro. Mariano Chiacchiarini. Al decretarse la cuarentena, dado que Chiacchiarni vino de Europa para esta ocasión, debió aislarse y el programa fue reemplazado por la repetición de uno anterior que se había efectuado en el Gran Buenos Aires días antes. Desgraciadamente el Mtro. Zalcman fue una de las víctimas del maldito COVID 19 y partió muy prematuramente, por lo que se trató de un homenaje Post-Mortem. La obra está estructurada en cuatro movimientos, es absolutamente tonal, hay influencias melódicas de corte más popular y está inteligentemente escrita desde la guía del instrumento solista hacia la orquesta de medianas dimensiones (evidentemente el compositor pensó también en la Orquesta Estudiantil). A lo largo de sus cuatro movimientos, Pablo Buono hizo gala de una exquisita técnica, sonido refinadísimo y contó con Yeny Delgado como una aliada fundamental en la interpretación, ya que el acompañamiento que brindó fue muy ajustado, de un ida y vuelta permanente con el solista y entre ambos construyeron una versión absolutamente grata en la escucha. Luego de los sostenidos aplausos el solista interpretó como bis su transcripción de una pieza de su padre, la que fuera grabada por el solista del instrumento de la mismísima Filarmónica de Berlín: el “Estudio Nº 5” para contrabajo, hecho aquí en marimba. Una composición de esencia “Piazzoleana” muy efectiva y contundente,  en la que Buono ratificó las cualidades que señalamos líneas arriba.

 

  La parte final trajo lo mejor de la noche con la interpretación de la Sinfonía Argentina de Juan José Castro. Compuesta en la década del 30 del pasado siglo, Castro de alguna manera anticipa la música que vendrá de la mano de quienes son hoy Ntros. nombres más representativos en el mundo entero: Alberto Ginastera y Astor Piazzolla. Contiene tres movimientos: “Arrabal”, fuerte pintura que parte de la música orillera hacia el suburbio, franca, de mucha fuerza y ritmo contundente, la que indudablemente es un homenaje del Mtro. a su Avellaneda natal. Un movimiento central que es una verdadera descripción musical de la inmensidad de la llanura, que grafica el tránsito desde el amanecer hacia el ocaso en la que volvemos a encontrar timbres y huellas impresionistas que el Mtro. utilizara en su sinfonía “Bíblica”  rescatada meses atrás por Luís Gorelik junto a la misma Sinfónica y cierra con un “Malambo” que arranca de manera muy enérgica, se va desarrollando y que llamativamente se extingue lentamente entre breves intervenciones de solistas de cuerdas y del dúo que conforman los dos primeros violines, Aquí Delgado comprendió cabalmente el sentido de esta rica partitura y brindó junto a la Sinfónica una versión de muy buena calidad, con un perfecto ajuste, obteniendo rendimientos individuales y de conjunto de verdadera excelencia en todas sus secciones.

 

  Por todo lo expuesto hemos tenido una nueva velada con programación de creadores argentinos a sala llena y con fervorosa respuesta del público, con lo que ello significa. Y lo fundamental, ya desde lo personal, por tantas décadas de música junto a la Sinfónica Nacional (este año cumplo 40 años siguiéndola), un gracias muy grande LUIS ROGGERO y la promesa de reencontrarnos en donde sigas brindando muy buena música.

 

Donato Decina

viernes, 28 de octubre de 2022

 Muy buena actuación de Giulio Biddau en el Festival CHOPINIANA


LA QUINTAESENCIA DEL ROMANTICISMO


Martha CORA ELISEHT


No es la primera vez que Giulio Biddau visita la Argentina. El pianista oriundo

de Cagliari (Cerdeña) es la cuarta vez que visita el país y durante su actual gira de

conciertos se presentó junto al violoncelista Benjamín Báez en el Instituto Italiano de

Cultura y en la Fundación CHOPINIANA, donde ofreció un recital el pasado miércoles

26 del corriente en el Salón Nicolás Levalle del Palacio Paz, integrado por las siguientes

obras:

- Variaciones sobre un tema de Schumann, op.9- Johannes BRAHMS

(1833-1897)

- Romanzas, Op.28- Robert SCHUMANN (1810-1856)

- Balada n°4, Op.52- Frederik CHOPIN (1810-1849)

- Sonata en Do menor, D.958- Franz SCHUBERT (1797-1828)

Tras la presentación a cargo del Secretario de Cultura del Círculo Militar -Coronel

Castiglione-, Giulio Biddau ofreció una majestuosa versión de las dieciséis Variaciones

sobre un tema de Schumann, que fueron compuestas por Brahms en 1854 y donde se lo

apreció muy seguro, preciso, con muy buena profundidad de sonido y perfecto dominio

de los tempi. Lo mismo sucedió con las tres mencionadas Romanzas de Schumann (Muy

marcado/ Simple/ muy marcado), que datan de 1839 y que, probablemente, la segunda

haya servido como fuente de inspiración a Antonin Dvořak para componer la melodía

del célebre Canto de la Luna de su ópera RUSALKA, ya que posee una secuencia de

notas sumamente parecidas. La tercera, en cambio, es muy similar al preámbulo de su

Carnaval, donde Biddau hizo gala de su potente pulsación y su gran digitación. La

primera parte del recital se completó con la Balada n°4 en Fa menor, op.52 de Chopin,

donde el pianista demostró un perfecto dominio técnico en la interpretación de arpegios,

tresillos, arabescos y cadencias en una sucesión de escalas ascendentes y descendentes,

logrando una versión sumamente romántica.

Para la segunda parte del concierto, Giulio Biddau eligió una de las bellas e

importantes composiciones para piano escritas por Schubert: su Sonata en Do menor,

D.958, compuesta en las postrimerías de su vida - otoño de 1828- y que recién se

publicó entre 1838 y 1839, diez años después de su muerte. Desgraciadamente, las

sonatas para piano de Schubert fueron olvidadas durante el siglo XIX y

afortunadamente, vueltas a poner en vigencia durante el siglo XX. Hoy en día se

consideran obras maestras, propias de la madurez del compositor. Consta de 4

movimientos (Allegro/ Adagio/ Menuetto: allegro- trio/ Allegro), que fueron ejecutados

con suma precisión. Se lo vio sumamente concentrado, con muy buen despliegue de

técnica y excelente sonido. Esto se apreció mejor en la tarantela del Allegro final y en

el cromatismo típico del músico vienés. Una versión soberbia, que se vio coronada por

numerosos aplausos, motivo por el cual ejecutó dos bises: el Estudio n°4, Op.10 y otra


pieza de Chopin -no anunciada-, donde una vez más, el pianista sardo volvió a lucirse,

retirándose sumamente aplaudido.

Era la tercera vez que este gran intérprete participó del mencionado Festival y lo

hizo con un recital íntegramente compuesto por obras de compositores románticos. Una

muy buena propuesta por parte de Martha Noguera de traer intérpretes de gran jerarquía

y, en este caso, a un digno representante de la isla infinita.

 Los pescadores de pelas

Teatro Colon 27/09/2022

Ciento nueve años tardó el Teatro Colon en reponer Los pescadores de perlas de Georges

Bizet. En el mes de agosto de 1913, se ofrecieron solo tres funciones, en idioma italiano, en la

que sus protagonistas fueron dos grandes cantantes, amados por el público de entonces; la

soprano Maria Barrientos y el tenor Giuseppe Anselmi.

Con muy buen criterio, el Colon había programado Los pescadores de perlas para su

temporada de 2020, que con motivo de la pandemia debió ser pospuesta para esta

temporada. Bienvenida sea pues la idea de renovar el repertorio con obras como esta, que no

merecen ser olvidadas y refrescan la cartelera.

Georges Bizet, fue un prolífico compositor de opera si se tiene en cuenta que solo vivió 37

años. Escribió un total de 18 operas, siendo Los pescadores de perlas, su séptima obra. Fue

estrenada en París en 1863.

La versión que nos ofrece el Teatro Colon, ha sido musicalmente muy buena.

El tenor ruso Dmitry Korchak, es un destacado cantante a nivel mundial. Abordó el rol de

Nadir, con exquisita línea de canto, técnica y estilo. Con su hermosa voz de tenor lírico y

dominio técnico, conmovió en su interpretación de “Je crois entendre encore” y el público lo

reconoció brindándole un merecido aplauso.

Igualmente, la soprano armenia Hasmik Torosyan, estuvo a la altura de esta bella obra.

Hermosa voz, dominio del canto, y efectiva escénicamente. Conmovedora en el tercer acto

(“Zurga, je viens demander grâce”.).

El barítono Gustavo Feulien interpretó con corrección el rol de Zurga, y el bajo Fernando Radó

se destacó como Nourabad por su distinguida presencia vocal y escénica.

Estupenda actuación del Coro Estable.

La Orquesta Estable bajo la dirección del Maestro Ramón Tebar ofreció una admirable versión

de la obra, resaltando el lirismo y la tensión en el momento preciso en el que esta opera lo

requiere.

Nos resulta ver, cada vez con más frecuencia, como ciertos directores de escena utilizan la

música compuesta por los grandes compositores para sus operas, como “música de fondo”

para una obra que ellos crean en su imaginación y que poco o nada tienen que ver con la idea

original con las que fueron creadas. Estos registas, hace rato que dejaron de ser “intérpretes”

y de formar parte del conjunto que con los cantantes, la orquesta y el director musical

conforman la unidad que lleva adelante un espectáculo lírico.

Músicos y cantantes se aferran a una partitura y no tienen otra opción que tocar, entonar, y

decir lo que está escrito en esa partitura, creada por un compositor y su libretista. Ellos

pueden tener cierta libertad expresiva, pero su límite es el respeto por lo escrito. Al parecer,

ciertos directores escénicos están más allá de todo esto y se adjudican una libertad total, al

punto de forzar situaciones, que los convierte en los nuevos “creadores” de la obra.

Los libretos de las operas, suelen incluir el detalle de la escenografía y la ambientación en que

se desarrolla. El libreto de Los pescadores de perlas dice:

Una playa árida y salvaje de la isla de Ceilán. A derecha e izquierda algunas cabañas de

bambú y de esterilla; palmeras; ruinas de una vieja pagoda hindú y el mar iluminado por un sol

ardiente. Unos pescadores acaban de montar sus tiendas mientras que otros danzan y beben al

son de instrumentos hindúes). Pues nada, ni siquiera algo parecido a esto, se ha visto en esta

versión. De ahí en más, cualquier cosa fue posible y cualquier otro comentario es innecesario.


Esperemos volver a ver Los pescadores de perlas nuevamente sin que pasen otros 109 años, y la

próxima vez, sea “verla” en el estricto sentido de la palabra; no solamente oírla.

Roberto Falcone

domingo, 23 de octubre de 2022

 

Colosal dirección de Mariano Chiacchiarini junto a la Sinfónica Nacional en el CCK

 

LA EDAD COMO COMÚN DENOMINADOR

Martha CORA ELISEHT

 

            Hay varios factores que se deben tener en cuenta a la hora de armar el programa para un concierto. Si se dedica a un determinado compositor, se incluyen todas sus obras, dando lugar a un concierto temático. En otras ocasiones, las obras se eligen porque están comprendidas dentro de un mismo período de tiempo (ej: compositores de principios del siglo XX) y en otras, influyen la nacionalidad, el género o la edad. Esto último fue tenido en cuenta al armar el programa del concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica Nacional el pasado viernes 21 del corriente en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la dirección de Mariano Chiacchiarini, con participación de los bandoneonistas Pablo Mainetti y Eleonora Ferreyra, donde se interpretaron las siguientes obras:

-          Sinfonía n°6 en Do mayor, D. 589 (“La Pequeña”)- Franz SCHUBERT

(1797-1828)

-          Sinfonía “Buenos Aires” (Tres momentos sinfónicos)- Astor PIAZZOLLA (1921-1992)

Tras la tradicional afinación de instrumentos y, ante la consabida ausencia de programas de mano, Mariano Chiacchiarini fue el encargado de anunciar las obras y ofrecer una breve reseña sobre las mismas provisto de un micrófono antes de comenzar el concierto.

En 1817, cuando Schubert sólo contaba con 20 años, compuso su Sinfonía en Do mayor a la manera de homenajear a Beethoven, de quien era un profundo admirador (se dice que incluso ayudó a transportar el féretro con el cadáver de Beethoven durante su sepelio en Viena). Posteriormente, compone una Gran sinfonía en Do mayor, que lleva el número D.944 del catálogo Deutsch y, por ende, esta sinfonía tomó el mote de “la pequeña” para diferenciarla de la anterior. Justamente, la elección de la tonalidad no es casual: Beethoven también compuso su Sinfonía n°1 en Do mayor y su influencia se aprecia en los 4 movimientos que la integran (Adagio- Allegro/ Andante/ Scherzo- Presto- trío/ Allegro moderato). Tras una leve introducción (Adagio), sigue el Allegro en Do mayor, con muchas reminiscencias de Beethoven, pero también de su ballet Rosamunde. Le sigue el Andante en Fa mayor para pasar al imponente y vivaz scherzo- presto- trío (este último, en Mi bemol mayor) donde Schubert le rinde a Beethoven un homenaje en vida. Desgraciadamente, ninguno de los dos la escuchó (su estreno se produjo en Viena en diciembre de 1828, poco después de su muerte y Beethoven había fallecido un año antes). Por último, el vibrante Allegro moderato contiene un staccato en cuerdas que muy probablemente, le sirvió a Nicoló Paganini como tema de inspiración para su célebre Molto presto. La dirección de Chiacchiarini fue impecable, con una ejecución muy precisa e intensa.

Con sólo 30 años, Astor Piazzolla era discípulo de Alberto Ginastera y debía componer una obra para ganar el premio del Concurso de Composición Fabien Sevitsky -que era director de la Orquesta Sinfónica de Indianápolis en 1952-, otorgado mediante la Radio Nacional del Estado, que consistía en una beca para estudiar en Europa y una suma de dinero que alcanzaba para viajar en un barco carguero. Piazzolla gana el concurso -cuyo jurado estaba integrado por Ginastera y Luis Gianneo- con Buenos Aires, Tres momentos sinfónicos en 1953. Se trata de obra bisagra en su carrera, cuyo estreno se produjo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires ese mismo año por la Orquesta Sinfónica del Estado -hoy Orquesta Sinfónica Nacional- antes de partir hacia París para estudiar composición con Nadia Boulanger. Si bien el estreno fue un suceso rotundo, causó un escándalo por parte de los denominados “académicos”, quienes no podían concebir que un instrumento tan asociado al tango como el bandoneón pudiera ser incluido en una orquesta sinfónica. Un preconcepto que le causaba profundos dolores de cabeza al músico marplatense, ya que sus tangos no eran reconocidos como tales por los “tangueros de la vieja guardia”.  El consuelo vino por parte de otro gran músico argentino: Lalo Schiffrin, quien le dijo: “Astor: no debe importarte lo que digan ellos. No es tu problema. Lo que estás haciendo es Piazzolla”. El 1° movimiento comienza con una poderosa fanfarria a cargo de los trombones y la percusión hasta la introducción en ritmo de tango (2/4) a cargo del clarinete bajo en contrapunto con el xilofón. Sigue con el desarrollo de la melodía por parte de las maderas, trombones y percusión hasta la entrada del bandoneón solista -muy buena labor de Eleonora Ferreyra y Pablo Mainetti al respecto-. Se trata de un Piazzolla mucho más vanguardista y una obra típica de la primera etapa del compositor, donde existen numerosos contrapuntos a cargo de grandes secciones de instrumentos, donde todos los solistas de la Sinfónica Nacional tuvieron oportunidad de lucirse; entre ellos, el trompetista Jonathan Bisulca, el trombonista Carlos Ovejero, el solista de clarinete bajo, de corno inglés, el timbalista Gilberto Ayala y los demás percusionistas, además de la arpista Lucrecia Jancsa y Marcelo Balat (piano y celesta). El Adagio del 2° movimiento muestra ya un Piazzolla más característico y melódico, con un excelente contrapunto entre las maderas y los bandoneones solistas en el tema central, al igual que entre las cuerdas con el arpa, piano y celesta. La orquesta recapitula con un poderoso tutti antes de la introducción del primer tema por parte del oboe para cerrar con un solo de bandoneón. El último movimiento se inicia con un poderoso tutti orquestal a cargo de la percusión para seguir con una fuga en cuerdas característica del compositor. El concertino Luis Roggiero se lució con un soberbio solo de su instrumento en contrapunto con el arpa, la celesta y el oboe, previo a la entrada de los bandoneonistas. La obra cierra con otro tutti en fff (fortissimo), donde la dirección de Chiacchiarini fue monumental. Una obra que nunca fue grabada por Piazzolla y que tampoco se representó durante todos los conciertos ofrecidos el año pasado con motivo del centenario de su nacimiento.  

Lo bueno que tiene la programación de la Orquesta Sinfónica Nacional es, precisamente, disfrutar de este tipo de obras, que no sólo se representan en muy escasas ocasiones, sino también cuasi inéditas para el público. Uno de sus objetivos es la difusión de la música sinfónica argentina y lo cumple a rajatabla. Asimismo, les brinda oportunidad a los directores argentinos que están triunfando en Europa de ofrecer conciertos en el país, cosa que no realiza el Colón en los ciclos de abono de sus principales orquestas. Esto es algo que debiera ser tenido en cuenta por parte de las autoridades de nuestro mayor coliseo, ya que el hecho de dirigir en el Colón es sumamente importante para cualquier director de orquesta de prestigio internacional. Y si se trata de argentinos que están triunfando en el exterior, representa un valor agregado. Son jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 30 a 40 años y, acorde al título de esta nota, también debiera ser tenido en cuenta como común denominador.

viernes, 21 de octubre de 2022

 

Muy buena versión de “CARMEN” a cargo de Juventus Lyrica en el Avenida

 

UNA VERSIÓN RENOVADA DE UN CLÁSICO SEMPITERNO

Martha CORA ELISEHT

 

            Tras dos años de inactividad por la pandemia de COVID 2019, Juventus Lyrica es otra de las entidades de ópera independiente que retornó a sus actividades en su habitual sede del Teatro Avenida. Luego de la Gala Lírica llevada a cabo en Julio del corriente año, la compañía volvió al ruedo con un clásico del repertorio francés: CARMEN, de Georges Bizet (1838-1875), que se representa desde el 14 al 22 del corriente con puesta en escena de Ana D’Anna y María Jaunarena y dirección musical de Hernán Sánchez Arteaga, con la participación de orquesta, coro y el Coro de Niños de la entidad, dirigido por Rosana Bravo. La escenografía e iluminación estuvieron a cargo de Gonzalo Córdova; el vestuario, de María Jaunarena y Cecilia Diéguez; maquillaje y peinado, de Silvana Caruso.

            Quien escribe tuvo la oportunidad de asistir a la función del pasado jueves 20 del corriente, con el siguiente elenco: Rocío Arbizu (Carmen), Marcelo Gómez (Don José), Juan Salvador Trupia (Escamillo), Rocío Giordano (Micaela), Virginia Lucero Guevara (Frasquita), Estefanía Cap (Mercedes), Gabriel Vacas (El Dancairo), Lautaro Chaparro (El Remendado), Walter Schwartz (Zúñiga), Marcelo Iglesia Reynes (Morales), Manuel Brenner (Lilas Pastia y Guía), Giorgio Zamboni (Picador y gitano) y el bailarín flamenco Vico Zapata.

            La opéra comique con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Hálevy sobre la novela original de Prosper Mérimée es la más popular y conocida de las óperas a nivel universal, junto con LA TRAVIATA de Verdi. Sin embargo, su estreno en París en marzo de 1875 resultó un rotundo fracaso. Tres meses después, Bizet fallece por un ataque cardíaco sin poder habido disfrutar del éxito que su ópera logró. La genialidad del músico francés radica en varios aspectos: la ambientación en España, la recreación de costumbres tan populares como las corridas de toros y fundamentalmente, en que la protagonista es una gitana y, por sobre todas las cosas, una mujer libre. Ella posee la autonomía necesaria para decidir a quién amar y cuándo terminar con una relación, rompiendo todo tipo de convencionalismo imperante en aquella época. Dueña y señora de sí misma, contrasta con el personaje de Don José, quien representa los valores morales típicos de aquel entonces: se hace soldado para defender a su patria, su madre le recomienda casarse con una muchacha dulce y sumisa de su pueblo como Micaela para formar una familia y mantener la tradición. Sin embargo, no puede resistirse al embrujo ni a los encantos de Carmen y, a medida que avanza la obra, sufre una degradación moral: es capaz de desertar y hacerse bandido por amor a ella hasta llegar a asesinarla antes de verla en brazos de otro. Por lo tanto, Bizet no sólo se adelanta en casi 30 años al verismo italiano de Leoncavallo, Zandonai, Mascagni y Puccini, sino que trata un tema de candente actualidad como el femicidio.

            En la presente versión, Anna D’Anna y María Jaunarena utilizaron una puesta en escena sencilla, pero efectiva, que permite los cambios de escena. El vestuario de época a la usanza tradicional brinda una correcta ambientación de este clásico y están muy bien logrados los efectos especiales -manchas de sangre en el traje de Escamillo ante la embestida de un toro en la Canción del Toreador y en la escena final entre Carmen y Don José, cuya puñalada fatal coincide con el momento en que Escamillo mata al toro-, al igual que la iluminación enfocada en el bailaor flamenco en la taberna de Lilas Pastia. Y otro gran acierto es lograr la entrada de los picadores, banderilleros y chulos por el pasillo central de la platea -interpretados por figurantes y tres bailarinas, portando faroles y cintas con los colores de la bandera española-, al igual que la entrada triunfal de Escamillo en traje de luces antes de su encuentro con Carmen previamente a su ingreso a la plaza de toros.

            La dirección coral y orquestal estuvo a cargo de Hernán Sánchez Arteaga, quien demostró su maestría al respecto. Es un profundo conocedor de la obra y la ha dirigido en numerosas oportunidades. Las entradas estuvieron muy bien marcadas y, más allá que alguna que otra nota dudosa, la orquesta tuvo un buen desempeño. Y pese a que hubo más voces de nenas que de varones, el coro de niños dirigido por Rosana Bravo estuvo muy bien preparado, al igual que el coro de la institución. Se respetó la concepción original de opéra comique; es decir, con parlamentos que marcan la entrada de los personajes o las diferentes arias y duettos.

            En cuanto a los roles secundarios, Virginia Lucero Guevara fue una de las sorpresas de la noche como Frasquita. Esta joven soprano posee una voz potente, caudalosa, de buen color vocal, con una tesitura que le permite interpretar este rol. Tuvo tres destacadísimas intervenciones: el quinteto del 2° acto (Nous avons en tête un affaire), la Escena de las cartas y el trío junto a Carmen y Mercedes del 3° Acto. Por su parte, Estefanía Cap interpretó una muy buena Mercedes, al igual que Gabriel Vacas como El Dancairo y Lautaro Chaparro como El Remendado. Marcelo Iglesias Reynes es un barítono de voz caudalosa y potente y brindó un muy buen Morales, al igual que Walter Schwarz como Zúñiga. Los actores Manuel Brenner y Giorgio Zamboni tuvieron a su cargo varios roles: en el 2° Acto, como Lilas Pastia y un gitano respectivamente, y en el 3°, como el guía que acompaña a Micaela al refugio de los contrabandistas, mientras que Zamboni dio vida a uno de los picadores. Otra de las sorpresas de la noche fue la excelente actuación del bailaor flamenco Vico Zapata, quien derrochó ductilidad, plasticidad y salero sobre el escenario; sobre todo, en la entrada de los banderilleros y picadores en el 4° Acto, agitando cintas con los colores españoles.  

            Con respecto de los roles principales, Rocío Giordano brindó una excelente Micaela desde lo vocal y lo actoral. Interpretó este rol en varias oportunidades y se destacó en el duetto con Don José (“Parlez- moi de ma mère”) y en su cavatina (“Je dis, que rien m’épouvant”), donde se retiró sumamente aplaudida al finalizar su aria. Juan Salvador Trupia no sólo posee una bellísima voz, bien centrada y timbrada, sino que posee el physique du rôle para interpretar a Escsamillo, logrando un excelente desempeño. No puede decirse lo mismo de Marcelo Gómez, cuya voz sonó -por momentos- sumamente tirante el alguno de los pasajes principales de la obra (“La fleur que tu m’avais jetté”) y por momentos, sonó desafinado en el duetto con Carmen del 1° Acto (“Pres les ramparts de Seville”). Mejoró su desempeño en el duelo con Escamillo del 3° Acto y en la escena final (“C’est toi?... C’est moi”). ¿Y qué decir de la protagonista? ... Rocío Arbizu ofreció una magnífica Carmen desde todo punto de vista. Sobresalió en sus arias principales (Habanera: “L’amour est un oiseau rebélle” y la célebre Chanson bohème que abre el 2° Acto, al igual que la mencionada “Pres les ramparts de Seville”) y en las escenas de conjunto (quinteto del 2° Acto, trío del 3° y la Escena de las cartas: “Voiyons, que je vais à mon tour”). Se mostró desafiante, seductora y decidida en su encuentro con Don José (“Je vais danser à votre honeur”) y en la escena final, perfecta desde el punto de vista histriónico al quitarse el anillo que Don José le había regalado hasta desvanecerse al recibir la puñalada final.

            En estos tiempos que corren, montar una producción de ópera independiente a la usanza tradicional representa un auténtico desafío. Si se cuenta con pocos recursos y se los sabe administrar bien, el resultado está a la vista: una versión clásica de una de las óperas más populares y taquilleras del mundo entero. Bizet nunca se hubiera imaginado que sus dos óperas (CARMEN y LOS PESCADORES DE PERLAS) se iban a representar en Buenos Aires con escasos días de diferencia entre el término de las funciones de la una y el comienzo de la otra. Un auténtico festival a modo de justo homenaje dedicado a la memoria de este gran compositor francés, que falleció sin poder gozar las mieles de su éxito sempiterno.  

 

 

Muy buen concierto inaugural del Festival CHOPINIANA en el Palacio Paz

 

DESDE BUENOS AIRES HASTA LA ANTÁRTIDA

Martha CORA ELISEHT

 

            Fundada en 2001, la Fundación CHOPINIANA es una de las instituciones musicales más importantes del país. Dirigida y presidida por la talentosa pianista Martha Noguera, ofrece recitales en forma ininterrumpida desde 2007 hasta la fecha -con excepción  del período 2020-2021, debido a la pandemia de COVID 19-, donde participan prestigiosos pianistas argentinos y extranjeros. El Gran Salón de Honor Levalle del Palacio Paz -denominado así en honor al fundador del Círculo Militar- brindó el marco para el concierto inaugural de la edición 2022 del mencionado Festival, que tuvo lugar el pasado miércoles 19 del corriente a cargo de Martha Noguera y que contó con una particularidad: por primera vez se hizo una transmisión simultánea por streaming para que el personal que trabaja en las bases que posee el país en la Antártida pueda disfrutar del recital. Gracias a los oficios del Presidente del Círculo Militar- General Juan Martín Pera- y del Secretario de Cultura de la institución -Coronel Castiglione- se hizo realidad.

            A la velada asistieron numerosos invitados: entre ellos, los Embajadores de Polonia, Georgia, República Popular de Corea, el encargado de negocios de la República Oriental del Uruguay y el Cónsul General de España en la Argentina. Tras la presentación a cargo del Cnel. Castiglione, Martha Noguera ofreció una impecable versión de las Variaciones sobre un Minuetto de Dupont K.573 de Wolfgang A, Mozart, logrando un sonido prístino. Posteriormente, ofreció una excelente versión de la Sonata n°1 Op.22 de Alberto Ginastera. Compuesta en 1952, consta de 4 movimientos (Allegro marcato/ Presto misterioso/ Adagio molto appasionato/ Ruvido et ostinato), donde Ginastera ofrece una versión elaborada y enriquecida de ritmos folklóricos argentinos (malambo, gato, baguala, huella). Unido a su prodigiosa memoria, la poderosa digitación y pulsación de Martha Noguera hicieron que la versión fuera eximia desde todo punto de vista.

            La segunda parte del recital se completó con dos obras de Frederic Chopin: la Sonata n°2 en Si bemol mayor, Op.35 y la célebre Polonesa en La bemol mayor n°6, Op.53 (“Heroica”). La primera fue publicada en Leipzig en 1840 y consta de 4 movimientos: Grave- Doppio movimiento/ Scherzo/ Marcha fúnebre- Lento/ Presto. La celebérrima Marcha fúnebre fue compuesta como obra independiente en 1837 y posteriormente, incorporada a la presente sonata en 1839. Tras una introducción breve e imponente, el 1° movimiento (Doppio appasionato) contiene dos temas: uno, apasionado -como su nombre lo indica- y el otro, de carácter más lírico, con desarrollo libre. En el 2° movimiento, Chopin invierte los tiempos y coloca este scherzo en Mi bemol menor, fogoso y de tinte netamente nacionalista, que alterna con un trío piú lento, en una soberbia interpretación. Hay que recordar que Martha Noguera es una especialista en la materia y lo demostró con creces, al igual que en la mencionada Marcha fúnebre y en la arrolladora melodía del Presto final, con un pasaje formidable en octavas y tresillos. Se la vio sumamente concentrada y radiante tras los numerosos aplausos luego de su interpretación. No podía faltar en el presente recital el sello distintivo del compositor y su obra más famosa: la Polonesa n°6 en La bemol mayor, op.53 (“Heroica”). Compuesta en 1842, posee numerosas dificultades técnicas (escalas dobles, trinos, arpegios y acordes que exigen mucha apertura de manos) que hacen que sólo pueda ser interpretadas por un virtuoso. Si bien hubo un traspié en el tema principal, fue rápidamente subsanado luego del tema en escalas ascendentes y descendentes centrales, logrando una interpretación brillante en la recapitulación. Al cierre del recital no faltaron los aplausos, el tradicional ramo de flores y una sorpresa: un disco de vinilo que Martha Noguera había grabado para el sello RCA en su juventud y que le fuera entregado como presente. No sólo se emocionó, sino que se dirigió al público avisando que no tenía preparado ningún bis, pero volvió a sorprender con una magistral versión de Claro de Luna de Debussy. Una interpretación exquisita de tan conocida pieza, donde volvió a lucirse.

            Pudo apreciarse que no sólo se sintió sumamente agradecida, sino también relajada y feliz ante la presencia de amigos, invitados prestigiosos y el numeroso público que se dio cita esa noche en los elegantes salones del Palacio Paz. Y fue un hermoso gesto el haber permitido compartir el recital con todo el personal -tanto civil como militar- que defienden a la patria en los confines del continente blanco. La música acorta las fronteras y llega a todo el planeta. En este caso, la tecnología y la logística lo hicieron posible.

 

 

Espléndido concierto de la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen en el Colón

 

LO MEJOR SIEMPRE ESTÁ POR VENIR

Martha CORA ELISEHT

 

            Dentro del Ciclo de Abono correspondiente al 70° aniversario del Mozarteum Argentino, el pasado lunes 17 del corriente estaba prevista la presentación del violinista Christian Tetzlaff junto a la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen en el Teatro Colón. Lamentablemente, a último momento, Tetzlaff decidió cancelar su gira latinoamericana junto a la mencionada agrupación de cámara, pero fue reemplazado por otro solista de lujo: el pianista Jan Lisiecki, quien asumió el compromiso y ofreció en esa fecha junto al ensamble alemán dirigido por Glenn Christensen el siguiente programa:

-          Simple Symphony, Op.4- Benjamin BRITTEN (1913-1976)

-          Concierto para piano y orquesta n°3 en Do menor, Op.37- Ludwig van BEETHOVEN (1770-1827)

-          Sinfonía n°38 en Re mayor. K.504 (“Praga”) – Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

 

     En esta ocasión, el concertino Glenn Christensen asumió la doble función de primer violinista y director de la agrupación, que fuera fundada en 1980 en Frankfurt como un conjunto estudiantil, pero que se transformó en una orquesta de cámara de primer nivel por la alta calidad de sus interpretaciones. En 1992 se establece en Bremen y, con el correr del tiempo, adquirió fama internacional y se convirtió en una de las orquestas de cámara más prestigiosas del mundo. Además de Tetzlaff, ha sido dirigida por figuras de la talla de Paavo Järvi -con quien interpretó la obra sinfónica integral de Schumann y Brahms- y participa de importantes proyectos educativos.

La Sinfonía Simple es una de sus primeras composiciones de Britten (Op.4) y data de 1933, cuando recién había egresado del Royal College of Music en Londres. Escrita solamente para cuerdas, consta de 4 movimientos (Boisterous Bourrée/ Playful Pizzicato/ Sentimental sarabande/ Frolicsome Finale) que aluden a dichas danzas barrocas, donde Britten inserta temas folklóricos de su país (“Now the King is home again”/ Ahora el Rey está nuevamente en casa) en el 1° movimiento, que contrasta maravillosamente con el Presto posible con el cual, se inicia el 2° movimiento en un enérgico pizzicato (Playful pizzicato), donde se ejecuta otra canción inglesa (The Road Song of Bandarlog), que sonó de manera refinada, exquisita y perfectamente acompasada. La sarabanda del 3° movimiento incluye un arreglo de su Suite para piano n°3 (1925) y posee un carácter emotivo, que contrasta con el frote de las cuerdas en el último movimiento (Frolicsome Finale/ Final travieso), que fue interpretado de manera delicada y enérgica. Una muy buena labor de la orquesta, con un auténtico trabajo de precisión.

De los cinco conciertos que Beethoven escribió para piano y orquesta, el n°3, Op.37 es una de las obras más bellas y célebres del genio de Bonn, estrenado en 1803 en Viena junto con su Sinfonía n°2 y el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos. Para aquel entonces, Beethoven ya era un pianista reconocido y un compositor prestigioso, quien interpretó de memoria este célebre concierto la noche de su estreno. En este caso, era la primera vez que esta cronista escuchó a Jan Lisiecki como solista junto a una orquesta – se presentó en dos recitales en el Colón, entre 2015 y 2019- quien ofreció una impresionante versión de este clásico desde los primeros compases del Allegro con brio inicial, con una impecable marcación de la cadencia y el arpegio. Por parte de la orquesta, el acompañamiento fue perfecto, con una excelente marcación de los tempi. Lo mismo sucedió en el largo del Andante en Mi mayor para desembocar en el rondó inicial en Do menor del 3° movimiento (Rondó: Allegro- Presto), con un excelente manejo de trinos, arpegios y arabescos. Quizás, sonó algo fuerte, pero de manera solemne y apasionada. El Colón estalló en aplausos tras su interpretación y salió a hacer un bis: un Nocturno de Chopin, que también sonó magistralmente.

Durante la segunda parte del concierto, la orquesta ofreció una memorable versión de la Sinfonía n°38 (“Praga”) de Mozart, estrenada en 1787 en dicha ciudad mientras Mozart asistió a las representaciones de su ópera Las Bodas de Fígaro, que se había transformado en un hit. Tras el adagio inicial en Re menor, el impetuoso Allegro en Re mayor que domina el 1° movimiento es enérgico y brillante. Precisamente, estas características fueron las imperantes en la interpretación del conjunto. Lo mismo sucedió con el Andante central, donde Glenn Christensen se destacó por brindar entradas muy precisas y muy bien marcadas. Por último, el 3° movimiento (Presto) posee numerosos pasajes in crescendo, con contrapuntos bien definidos, que suenan más parecidos a Beethoven que al mismo Mozart. En resumen: una sinfonía que sonó fresca, juvenil y cristalina, auténticamente mozartiana. Tras la ovación de aplausos al final del concierto, la orquesta decidió ofrecer un bis: el último movimiento (Allegro vivace- Presto) de la Sinfonía n°2 de Beethoven. Una estupenda versión, que hizo estallar nuevamente al Colón en aplausos.

De todas las instituciones musicales privadas del país, el Mozarteum Argentino no sólo ha prevalecido a través del tiempo, sino que siempre ha mantenido un nivel de alta jerarquía. Cuando una agrupación de cámara, solista u organismo sinfónico no puede venir, se lo reemplaza siempre por otro del mismo nivel o de calidad superior. Eso se denomina ofrecer la excelencia con el correr del tiempo y, con respecto de este ítem, pareciera que todavía lo mejor está por venir.

domingo, 16 de octubre de 2022

 

UN CONCIERTO SUMAMENTE EMOTIVO

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2022. Concierto: Director: Mariano Chiacchiarini. SolIsta: Luís Roggero (Violín). Programa: Obras de Solare y Brahms. Centro Cultural Kirchner, Auditorio Nacional,  14 de Octubre de 2022.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

   Este concierto tuvo como atractivos varios factores a saber: Un siempre bienvenido estreno de compositor argentino. La primera interpretación de Luís Roggero, concertino de la orquesta quien el mes próximo se retira de la misma, abordando una obra fundamental para la combinación Violín y Orquesta y la oportunidad de escuchar el enfoque de Mariano Chiacchiarini para una página imprescindible que una orquesta que se precie de ser excelente no debe eludir.

 

  “Angel de Hielo Y Fuego” es el título de la obra de Juan María Solare que toma como referencia a citas musulmanas y que luego de 25 años de fragua y posterior espera tuvo su estreno mundial en este concierto. Se hizo con su autor ya establecido desde hace bastante tiempo en Alemania, pero presente en la sala para esta ocasión. Obra muy intensa, con un muy interesante trabajo de timbres orquestales, fundamentalmente con el empleo del sonido originado en el empleo de copas de cristal que abre y cierra la composición. Luego de un intenso y extenso discurso pasa a una sección central de connotaciones más reflexivas la que conduce finalmente a una melodía que lentamente se extingue y que culmina con el sonido de las mencionadas copas de cristal. Chiacchiarini extrajo aquí todo lo mejor de la página con la plena colaboración de la Sinfónica que entregó todo lo mejor de sí. El sostenido aplauso que recibió al compositor al ser llamado al escenario dio cuenta de la aprobación del público que colmó prácticamente en forma total al Auditorio Nacional.

 

    Obra fundamental para un gran violinista es el Concierto para violín y orquesta, op. 77 de Johannes Brahms. Y Luís Roggero se reveló como un estupendo interprete de la misma. Como nos confiara a Ntros. en Ntro. programa de Streaming de los Sábados en la entrevista que le efectuó Graciela Morgenstern, comenzó a estudiarlo y prepararlo en tiempos de pandemia y entendió que poco tiempo antes de culminar su labor como concertino de la Sinfónica era la ocasión exacta para presentarlo ante la audiencia. Fue una versión de alto  voltaje emotivo, en donde Roggero se fue acomodando durante la primera parte del primer movimiento. Fué a partir de la cadencia en comenzó a demostrar toda su sabiduría y conocimiento puestos a servicio de la obra. Hubo vibración, buena técnica , perfecta conexión con Chiacchiarini y sus compañeros. El andante central fue de una estupenda envergadura, con “canto” de la mayor calidad y el cierre tuvo la categoréa que el remate de la obra exige. El público, que al finalizar el primer movimiento tributo una enfervorizada ovación producto de lo escuchado, volvió a “explotar” y tras cuatro salidas a saludar logro de Roggero como bis un Bach de exquisita factura que fluyó con maravillosa naturalidad tras la exigencia de la obra que abordó.

 

 Y la parte final tuvo por protagonista a Chiacchiarini en otro “Pezzo Grosso” Brahmsiano. La Sinfonía Nº 1 en Do menor, Op. 68 en la que se mostró como un intérprete de fuste alcanzando pasajes rayanos en la excelencia. Las cuerdas mostraron toda su tersura, los vientos en una noche magnífica y decisivas intervenciones de los metales y el timbal, sumados al exquisito solo de violín de José Daniel Robuschi, dieron por resultado ésta muy buena versión que muestra a Chiacchiarini como un intérprete en sostenido y franco crecimiento al que siempre es bienvenido poderlo volver a escuchar.

 

Donato Decina

 

 

 

SENTIDO Y ABSOLUTAMENTE JUSTO

 

La Asociación de Profesores de la Orquesta Estable del Teatro Colón, a través de la iniciativa de su Presidente, Diego Tejedor, y de un grupo de compañeros suyos, realizó un documental llamado “Niño Brujo” en homenaje a quién fuera el primer bailarín del Ballet Estable del Teatro , José Neglia, creador del ballet homónimo de Jack Carter que da nombre a este documental junto a su gran compañera de la danza, Norma Fontenla (también primera bailarina del cuerpo) y a sus siete compañeros quienes ya tomaban el mismo camino que los anteriormente nombrados y que perecieran en un terrible accidente aéreo el 10 de Octubre de 1971, en un marco de irregularidades que exceden al motivo de este comentario y a la razón de ser de este blog.  En este documental se los recuerda a partir del relato  de una crítica y docente de Historia de la Danza como mi estimada colega Patricia Casañas, como las intervenciones del personal del Teatro , por caso,  Arnaldo Colombaroli, quien fue testigo de acontecimientos memorables y , desde luego, de la terrible desgracia y también de nombres vinculados a la danza como Juan Lavanga o el actual Director del Ballet Estable, Mario Galizzi, Eugenio Scavo, nombre indisolublemente asociado al Departamento de Prensa del Teatro Colón  y, fundamentalmente, los testimonios de dos de las viudas, bailarinas ellas también, María del Carmen de Neglia y Katy Gallo y el de Sergio Neglia (Hijo de María del Carmen y José hoy residente en Estados Unidos y desde ya vinculado al mundo de la danza) como del sobrino de Norma Fontenla, quien está en el mundo de la escultura y de uno de los ejecutivos de la firma que contrató y sponsoreó a los bailarines, la que organizó la función en Trelew, destino final del fatídico vuelo.

 

  Rescatar los video tapes en blanco y negro del viejo “Teleonce” de Buenos Aires quien con el apoyo financiero de la compañía patrocinante grabó las funciones del Colón en las que se incluyeron “El Niño Brujo” y “La Muerte del Cisne”,  sincronizada con la música tomada de grabaciones posteriores a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Colón, además de ser una tarea ímproba  trajo el agregado de que probablemente haya sido volver a ver a gran parte de los fallecidos bailando proyectados en el escenario de sus grandes triunfos. Y en mi caso particular,  que los veía en mi casa siendo niño en el televisor blanco y negro, donde los disfrutaba tanto como en aquellas emisiones de funciones en las que el  mismo Rudolf Nureyev bailó en el Colón junto a Olga Ferri y Norma Fontenla.  Mirando el canal que los emitía, en la pausa del programa de Tato Bores de los Domingos a la noche, recibimos con mi familia con la sensación de un latigazo el flash informativo con el accidente. Fue revivir para mí todo aquello. Desde las noches de gloria que presentaban Jorge D’Urbano e Ignacio de Soroa para la televisión,  hasta el vacío que dejo la infausta noticia y del cual compañeros de ballet de aquel entonces como Lidia Segni se encargaron de narrar con mayor precisión de lo que significó sostener las banderas y salir adelante pese a todo.

 

  El resultado, un documento histórico que merece mayor difusión, que honra las memorias de estos brillantes artistas y poder conocer la faz humana de todos ellos a través de anécdotas, recuerdos y sobre todo, comprobar la enorme categoría de esa generación truncada por el accidente. Tal vez ha sido el más justo homenaje que sus memorias merecen.

 

Donato Decina

 

Muy buen concierto con la Filarmónica a cargo de Ligia Amadio en el Colón

 

¡BRAVO, ORQUESTA!

Martha CORA ELISEHT

 

            En el caso particular de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA), el 2022 es un año muy exitoso. Es una de las principales orquestas sinfónicas del país, integrada por músicos de excelente calidad y durante el transcurso del corriente año ha sido dirigida por numerosos invitados extranjeros. Uno de ellos fue la brasileña Ligia Amadio, quien tras 17 años de prolongada ausencia retornó al escenario del Colón el pasado viernes 14 del corriente, con la participación del violoncelista Zuill Bailey en calidad de solista, en un programa integrado por las siguientes obras:

-          Concierto en Si menor para violoncelo y orquesta, Op.104- Antonin DVOŘAK (1841-1904)

-          “De una mañana de primavera”- Lili BOULANGER (1893-1918)

-          Sinfonía n°7 en Do mayor, op.105- Jan SIBELIUS (1865-1957)

 

De los múltiples conciertos compuestos para violoncelo y orquesta, el Op.104 de Dvořak es quizás, el más conocido y permite un perfecto lucimiento del solista. Fue compuesto en 1895 durante su estadía en Estados Unidos, mientras se desempeñaba como director del Conservatorio de Música de New York. Su estilo es netamente romántico en forma de sonata, ya que consta de tres movimientos (Allegro/ Adagio ma non troppo/ Finale: Alegro moderato- Andante- Allegro vivo), donde Dvořak introduce melodías folklóricas típicas de su país de carácter dramático en los dos temas presentados por la orquesta en el 1° movimiento antes de la intervención del cello, que son retomadas por el instrumento solista. En cambio, el Adagio ma non troppo posee un clima más nostálgico y melancólico, donde se introduce un led del propio compositor (“Déjame solo”, Op.82) y culmina plácidamente, mientras que, en el último movimiento introduce melodías folklóricas checas que culminan en un final brillante. En la presente versión, pudo apreciarse un sonido prístino desde la introducción por parte del clarinete marcando el primer tema del 1° movimiento, que se mantuvo durante todo el desarrollo de la obra, donde los solistas de cada grupo de instrumentos se lucieron en sus respectivas intervenciones. Para esta ocasión, con excepción del concertino Xavier Inchausti y el cellista José Araujo -que fueron reemplazados por Pablo Saraví y Benjamín Báez, respectivamente- se contó con los solistas titulares, logrando un sonido sumamente compacto y brillante. Lamentablemente, no pudo decirse lo mismo del cellista Zuill Bailey, quien brindó una versión muy correcta desde el punto de vista técnico, pero completamente insulsa y carente de emoción. El cello es el instrumento más parecido a la voz humana y, por lo tanto, posee múltiples matices que le permiten “cantar” la melodía, cosa que no ocurrió. Y hubo momentos donde la orquesta sonó perfecta, pero opacó al solista. Cabe destacar la magistral cadencia a cargo del Pablo Saraví en el dúo entre el solista y el primer violín del 3° movimiento. Tras los aplausos, Bailey ofreció un bis: una transcripción para cello de Melodía de Glück, donde se lo pudo apreciar mejor en términos de calidad interpretativa.

Antes de comenzar la segunda parte del concierto, Ligia Amadio se dirigió al público munida de un micrófono para agradecer la invitación. Entre 2004 y 2005 dirigió a la Filarmónica en numerosas oportunidades, pero posteriormente, no retornó hasta esta oportunidad, donde brindó -ya con el orgánico de la Filarmónica prácticamente completo- una bellísima versión de “De una mañana de primavera”, de Lili Boulanger. Compuesta unos meses antes de su fallecimiento en 1918, es una obra de neto corte impresionista, donde la flauta introduce el tema principal -magistral intervención de Claudio Barile- que es retomado por el resto de la orquesta, con una paleta cromática sumamente colorida y vivaz, que va hasta las notas más graves. Posteriormente, ocurre un crescendo donde el volumen aumenta hasta un brillante estallido final, que fue abordado de manera muy precisa. Todos y cada uno de los solistas tuvieron muy buenas intervenciones en sus respectivos instrumentos, mientras que Ligia Amadio hizo brillar a la Filarmónica, lo que le valió el aplauso del público.

La Sinfonía n°7 en Do mayor, Op. 105 de Jan Sibelius fue la última del gran compositor finlandés y data de 1924. Con excepción del poema sinfónico Tapiola (1926), Sibelius entra en una etapa de letargo en materia de composición, que sólo se verá interrumpido para los arreglos del himno nacional de su país y música de algunas películas hasta su muerte en 1957. Consta de un solo movimiento dividido en secciones que se ejecutan attaca (sin interrupción) con múltiples cambios en cuanto a la dinámica y tempi, con permanente viraje de diferentes temas que van desde lo romántico a lo dramático, en una línea sumamente expresiva que marca su madurez como compositor. Sibelius incluyó el material de un poema sinfónico nunca compuesto (Kuular/ Diosa de la Luna, que forma parte del Kalévala -poema épico finlandés-) para el inicio del adagio inicial (“Táhtölá” / Donde habitan las estrellas), que posee una hermosa línea melódica desde principio hasta el final en Do mayor. La versión ofrecida por la Filarmónica fue magistral, con una impecable dirección de Ligia Amadio, que se vio coronada con numerosos aplausos por parte del público.

Ha sido una lástima ver a un solista tan deslucido en un concierto tan bello y célebre como el de Dvořak -el predilecto de quien escribe-, porque fue uno de los mejores conciertos de la Filarmónica en lo que va del año. La orquesta sonó perfecta, se encuentra en toda su plenitud y habría que tener en cuenta a valores locales en calidad de solistas. Más aún, cuando uno de sus integrantes es finalista en un concurso internacional en Italia representando al país. ¡Bravo!