sábado, 31 de agosto de 2019


EL REGRESO DE UN MUY BUEN CONDUCTOR

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019. Director: Sylvain Gasançon. Solistas: Haydee Seibert Francia-Gustavo Mulé (Violines). Programa: Obras de Chausson, Ysaÿe, Messiaen y Roussel. CCK-Auditorio Nacional. 30 de Agosto de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Quienes conformamos el equipo de “De Paraíso Para Usted” siempre hemos bregado en Estas páginas y en el Aire en imagen y sonido por la renovación del repertorio de los programas de conciertos (sean en la forma en que se hagan) , tanto como en la Opera y en el Ballet. Por eso no deja de ser sumamente sorprendente y saludable la propuesta que tanto la semana anterior como en Esta ocasión ofreció el joven conductor Francés Sylvain Gasançon al frente de la Sinfónica Nacional en el Auditorio Nacional del CCK. Autores poco frecuentados, obras importantes y resultados que ya Uds. apreciarán,  muy sorprendentes. No es la primera visita de este Director de Orquesta a Ntro. País. Años atrás se presentó al frente de la Filarmónica de Buenos Aires con el Colón cerrado en el 2008 en el Auditorio de Belgrano, durante un ciclo que se llamó “La Filarmónica Joven”. Su solista en aquella ocasión fue su Concertino en esta oportunidad: Xavier Inchausti. Ya por entonces su presentación me causó una óptima impresión. La actual lo muestra consolidado y definitivamente asentado como conductor sinfónico.

  Como viene sucediendo desde el año anterior (y lo mencionamos en cada comentario), antes del comienzo y con una pancarta que expresa “Sinfónica Nacional en Crisis”, el Delegado Sindical de la Orquesta, Mtro. Carlos Cossattini, se dirige al público para comentar que el Secretario de Gobierno de Cultura, Pablo Avelluto, incumple con el Presupuesto Nacional del Corriente año al no aplicar la partida adicional aprobada por el Congreso de la Nación en dicho presupuesto de $500.000.000.- (Pesos Quinientos millones.-) con la cual se pueden efectivizar los cargos vacantes sobre los cuales hubo concurso para tales fines, como así también cubrir los nuevos producidos por emigración de los titulares de los mismos, quienes lo hacen ante mejores ofertas de trabajo dados los bajos salarios sin actualización ni llamado a paritarias, con valores que en las categorías iniciales llegan a estar bajo la actual línea de pobreza, calificando todo este estado de cosas como de “vaciamiento cultural”. Ante esta situación que concierto a concierto el Mtro. Cossattini menciona, viendo la grilla actual de nómina de músicos de la Sinfónica Nacional, que,  ya sea por reemplazos de instrumentistas jubilados, cargos no efectivizados o por licencias de titulares, incluye muchos jóvenes que saltan al ruedo, los muy buenos resultados artísticos de Esta velada son verdaderamente una hazaña y hablan por sí solos del muy buen trabajo que el Mtro. Gasançon realizó con el conjunto y del compromiso permanente que Este último mantiene de modo permanente con su público.

  El programa se inició con “Viviane”, Op. 5 de Ernest Chausson. Obra de 1882, revisada en 1887, pertenece a su etapa inicial con marcada influencia del Wagnerianísmo, ya que era admirador del gran genio Alemán, al que conoció. Tanto que asistió al estreno de “Parsifal” en 1882.  Tiene momentos de gran intensidad y enjundia y otros de exquisita sensualidad, clara influencia de uno de sus mentores , Vincent D’Indy. Gasançon extrajo un rendimiento superlativo de todas las secciones del conjunto, logrando una versión rayana en la excelencia, la que marcó la primera reacción positiva del público.

  “Amitié”, del Op. 26  de Eugene Ysaÿe está concebido como un Poema para dos Violines y Orquesta. Forma parte de la serie de obras que compuso para esa combinación (Uno y dos Violines y Orquesta). Tiene una clara influencia de la época (Vieuxtemps fue uno de sus mentores y fue coetáneo y amigo del recién mencionado Chausson quien le dedicó obras para El, también eximio violinista). Posee una estructura muy similar a la obra de Chausson, momentos “elegíacos”, momentos de gran intensidad y otros de introspección. Hay un diálogo permanente entre los violinistas y la orquesta y entre los violinistas entre sí. Aquí no cabe duda alguna que el tiempo de compañerismo que Haydee Seibert Francia y Gustavo Mule llevan el el “Cuarteto de Amigos” juega de tal manera que se cumplimentan a la perfección. Mulé con su sólida técnica y refinado sonido y Seibert Francia con un oficio inigualable y seguridad absoluta. Tuvieron pleno entendimiento con Gasançon y la Orquesta, quienes entregaron un impecable ajuste y muy buena sonoridad.

  La segunda parte se inició con “La Tumba Resplandeciente” del gran Olivier Messiaen. Obra de 1931, en cuatro partes, alterna los momentos de suma intensidad con otros retrospectivos. Es un Messiaen aún muy joven, muy vibrante y pleno de enjundia. Gasançon supo darle enfoque muy ajustado y obtuvo un rendimiento encomiable de la Sinfónica Nacional. A la Orquesta se la percibió sumamente motivada ante el desafío del nuevo repertorio, y el público respondió con una cerrada ovación por la categoría de la versión ofrecida.

  El Plato Fuerte de la noche fue la presentación de la Sinfonía Nº 3 de Albert Roussel. Compuesta entre 1929 y 1930, coetánea de “Bacchus Et Arianne” y estrenada por Serge Koussevistsky al frente de la Sinfónica de Boston (la que tendría luego de titular a otro gran divulgador de su obra, Charles Munch), la tercera es una página que nos muestra a Roussel en plena posesión de medios y en pleno dominio del lenguaje expresionista que tanto El cómo Ravel (y anteriormente Debussy) trabajaron a fondo. Momentos de pleno colorido, intensidad y total discurso orquestal se alternan a través de sus cuatro movimientos con otros de suma expresividad como el Adagio central. Gasançon presentó una orquesta plena, compacta, amalgamada con sonoridades muy refinadas, logrando exponer una amplia gama de matices. Como era de esperar, el público estalló en una calurosa ovación ante la calidad de lo ofrecido.

  Un Auditorio que estuvo apreciablemente cubierto recibió de muy buena forma este concierto. No cabe duda que ese es el camino a una programación sumamente equilibrada. La Sinfónica Nacional, aún muy limitada en sus recursos, está haciendo lo que quienes tienen y pueden no hacen. No podemos dejar de apoyarla y esperemos que visitas como las de Lano y Gasançon se sigan manteniendo.


Donato Decina
 




Extraordinario concierto a cargo de la Sinfónica Nacional en el CCK

CON ACENTO Y EVOLUCIÓN DEL IMPRESIONISMO FRANCÉS
Martha CORA ELISEHT

            El Ciclo de Abono da la Orquesta Sinfónica Nacional se caracteriza por la diversidad de su programación y por abarcar repertorios integrados por obras muy poco convencionales, o que rara vez se ejecutan fuera de su país de origen. En este caso, el pasado viernes 30 del corriente, la mencionada agrupación brindó un concierto formado por obras del impresionismo musical francés en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la batuta de Silvain Gasancon, que comprendió el siguiente repertorio: Viviane, Op.5 de Ernest Chausson (1855-1899), Poème de l’Amitié para dos violines y orquesta, Op. 26 de Eugène Ysaÿe (1858-1931), con la participación de Haydée Seibert Francia y Gustavo Mulé como solistas; Le tombeau réspléndessant (La tumba resplandeciente) de Olivier Messiaen (1908-1992) y la Sinfonía n° 3 en Sol menor, Op.42 de Albert Roussel (1862-1937).
            La primera de las obras fue el único poema sinfónico que compuso Ernest Chausson durante su breve vida y se basa en la leyenda de los Caballeros de la Tabla Redonda, donde el hada del lago Viviane recibe a Lancelot y le recomienda que tome los consejos del mago Merlín. Fue compuesta en 1882 y dedicada a quien fuera su esposa –Jeanne Éscudier-. Su estreno se produjo en 1883, bajo la dirección de Édouard Colonne. Posteriormente, Chausson realiza una reorquestación de la misma en 1888 y es la que se conoce hasta nuestros días. De tono y estirpe romántica, lleva una orquestación clásica a la cual se le agregan dos arpas –que representan el tema de la protagonista- y trompetas fuera de escena. Musicalmente, posee una estructura donde existen motivos principales –leitmotiv- que caracterizan a los diferentes protagonistas y con tinte impresionista que -por momentos- recuerda a La Péri de Paul Dukas. No hay que olvidar que tanto Chausson como este último fueron alumnos de César Franck en composición. La versión ofrecida por Gasancon fue soberbia, con un perfecto equilibrio sonoro, buena marcación de los tempi y de las entradas para los músicos que estaban fuera del escenario. Hubo un muy buen trabajo de ensayo y brindó una versión exquisita y refinada.
            Seguidamente se ejecutó la obra de Eugène Ysaÿe, quien no sólo fue un eximio violinista y compositor belga, sino que además, Chausson le dedicó su Poema para violín y orquesta y su Concierto para violín, piano y cuarteto de cuerdas.          Por ende, no es casual que la elección del repertorio haya seguido este orden, ya que Ysaÿe fue posterior a Chausson. Además de haber compuesto numerosas obras de cámara, un concierto para violín y orquesta y  numerosos cuartetos para cuerdas, Ysaÿe cultivó un género sinfónico: el poema, en el cual era un experto en la materia. El Poème de l’Amitié (Poema de la Amistad) consta de un solo movimiento, donde los dos violines ejecutan un cantábile a doble canon, estableciendo un diálogo entre ellos y la orquesta. Es una obra bellísima, que rara vez  se escucha en los programas de conciertos y se caracterizó por ser una versión brillante, donde tanto Haydée Seibert Francia como Gustavo Mulé demostraron sus dotes de excelentes solistas, con un fraseo perfecto y una sonoridad estupenda. Silvain Gasancon puso su sello particular y logró una profundidad sonora como un brillo orquestal de alta jerarquía. El numeroso público que se dio cita esa noche en la Sala Sinfónica respondió mediante un cálido y prolongado aplauso.
            La Tumba resplandeciente data de 1931 y es una obra que se ejecuta sin interrupción. Posee una neta influencia de Stravinsky, con algunas disonancias –que recuerdan a Béla Bartok.- y matices jazzísticos hacia el final, a cargo de los trombones, trompetas y tuba –muy similar a las composiciones de André Previn, quien seguramente debió haberse basado en la obra de Messiaen para componer Un tranvía llamado Deseo- y que Gasancon dirigió magistralmente, logrando un sonido puro y poniendo énfasis en los tutti orquestales. Finalmente, el concierto cerró con una monumental versión de la Sinfonía n° 3 en Sol menor, Op. 42 de Roussel. Es la más conocida de las cuatro sinfonías de este músico y fue compuesta por encargo de la Orquesta Sinfónica de Boston con motivo de cumplirse su 50° Aniversario en 1929. Fue estrenada por dicho organismo sinfónico en 1930, bajo la dirección de Serge Koussevitsky, en un programa donde además de la misma, incluyó la Sinfonía de los Salmos de Strtavinsky y la Sinfonía n° 4 de Sergei Prokofiev. Posee 4 movimientos (Allegro vivo/ Adagio/ Vivace/ Allegro con brio) y su duración es de 30 minutos. La música de Roussel posee tres características: refinamiento de la armonía, audacia rítmica y riqueza de color tonal.  Y se nota desde el Allegro inicial la seguidilla –similar a la empleada por Joaquín Rodrigo en el tercer movimiento del celebérrimo Concierto de Aranjuez- con una orquestación más profusa, que lleva celesta, arpa, címbalos y otros instrumentos de percusión y en tono menor. Hay que recordar que ambos compositores formaron parte de la Schola Cantorum, y eso se refleja en sus obras. El bellísimo Adagio abre con un solo de flauta, cuya melodía es tomada posteriormente por la orquesta para engarzar con un segundo tema introducido por flauta y trompetas, donde se ofreció una versión sublime. El movimiento cierra con un bellísimo solo de violín, que el concertino Xavier Inchausti supo ejecutar con su habitual maestría y su profesionalismo. El 3° movimiento (Vivace) abre con un scherzo- rondó con golpes de timbal –al estilo de la Sinfonía n° 4 (La Inextinguible) de Carl Nielsen- que es respondido por las cuerdas y la trompeta mediante un poderoso contrapunto, para cerrar posteriormente con una recapitulación del tema, mientras que el Allegro con brio final se inicia con una cadencia marcada por la flauta en contrapunto con el timbal y la celesta, que es seguido posteriormente por las cuerdas y los metales. Al final de la sinfonía, recapitula con el tema inicial del 1° movimiento. Las actuaciones de los solistas fueron notables y la magistral dirección de Gasancon hizo el resto para el deleite del público.
            Realmente, no sólo es un placer escuchar este tipo de obras para poder apreciarlas en toda su magnitud, sino también innovar el repertorio tradicional de los programas de conciertos. Sobre todo, en estos tiempos que corren, donde –lamentablemente-  los músicos  de la Sinfónica Nacional siguen exhibiendo el consabido cartel de #Sinfónica Nacional en crisis; por lo tanto, carecen de dinero para poder realizar giras por el interior del país (pese al aumento de la partida presupuestaria designada por el Congreso de la Nación a tal efecto). Mientras tanto, se seguirá teniendo la oportunidad de escuchar y contemplar a estos intérpretes de gran jerarquía dentro del maravilloso marco del principal centro cultural de América Latina, ofreciendo al público obras inéditas.    




SALVADA DE “LA CONDENACION…..AL NAUFRAGIO”

Teatro Colón, temporada 2019: Tercer y Ultimo Concierto del Abono Sinfónico-Coral, Director Musical: Srba Dinic. Solistas: Adriana Mastrángelo (Mezzosoprano), Arturo Chacón Cruz (Tenor), Hernán Iturralde (Bajo-Barítono), Lucas Debevec-Mayer (Bajo). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón  y Coro de Niños del Teatro Colón. Directores de Coro: Miguel Martínez y César Bustamante (Respectivamente). Programa: Héctor Berlioz: “La Condenación de Fausto”, Leyenda Dramática para Solistas Vocales, Coros y Gran Orquesta en Un Prólogo, dos partes y Epílogo, basada en la novela “Fausto” de Goethe. Texto de Almire Gandonniere y el propio compositor sobre la traducción francesa de G. de Nerval.

NUESTRA OPINION: BUENO.

   Lo que debió ser una crónica referida al cierre de un abono que bien podría haber sido un acontecimiento extraordinario, pasa primero en mi caso por poner lamentablemente el acento en episodios que parecían haber sido desterrados en la historia de Ntro. Teatro Colón. Si bien es cierto que se han sufrido cancelaciones de importantísimos artistas en los  últimos tiempos (Angela Gheorghiu, Ramón Vargas, por caso) y de Directores de Orquesta que con antelación avisaban que no cumplirían con el compromiso apalabrado (utilizo esta expresión dado que por los procedimientos vigentes en Ntro. País, el Colón no puede asumir con muchísima antelación los contratos), hacía muchísimo tiempo que algún artista no se plantaba en medio de los ensayos y no dejaba trunca su participación bajo excusa de que a su entender la preparación de la obra a ofrecerse era insuficiente y sin una mayor cantidad de ensayo no garantizaba calidad en la versión que se realizaría. Esto es lo que realizó el Conductor Suizo Marc Piollet  (recordado aquí por ser el Concertador de la última y muy accidentada “Carmen” firmada por Emilio Sagi con un mediocre primer elenco del que solo la gran Inva Mula salvó su parte y un gran segundo elenco que junto a la primera salvó la última función titular)  convocado para reemplazar al originalmente anunciado Director de Orquesta Español Ramón Tebar para la realización de una única función de “La Condenación de Fausto “ de Héctor Berlioz y, de esta manera, además de finalizar el Abono a tres funciones de Conciertos Sinfónico-Corales, agregar un homenaje más al padre de la gran Orquesta Sinfónica en el año del Sesquicentenario de su Fallecimiento. Hubo otros cambios: el muy buen y experimentado tenor Mexicano Arturo Chacón Cruz reemplazó al también originalmente anunciado Bogdan Volkov y , de manera sorpresiva, Hernan Iturralde debió suplir a su colega Fernando Radó anunciado por el Teatro hasta en su programa de mano.

  Como expresé líneas arriba, el Maestro Piollet abandona la preparación a escasas 72 hs. de la presentación en el escenario. Lo hizo en medio de un ensayo. Hasta aquí todo podría haber sido resuelto en modo normal. No lo fue de momento en que a través de las redes sociales el Tenor Chacón Cruz expresó que el mismo dirigió el ensayo abandonado de Piollet para que no se perdiera y que esperaban al Mtro. Srba Dinic, quien se hizo cargo del Concierto para los ensayos que quedaban (Pre-General y General) y que de esta manera el Concierto estaba salvado, agradeciendo además la confianza de todos quienes intervendrían por la confianza en El depositada para llevar a cabo en esas condiciones ese polémico ensayo. Si bien es cierto que este abono fue confiado para que tuviese relieve y jerarquía (Presencias como Evelino Pidó en la Primera fecha o el propio Chacón Cruz así lo acreditan), ¿Cómo es posible que el ensayo fuese llevado adelante por el Tenor Invitado?. ¿Los Maestros Preparadores no estaban?, los Directores de Coro, que también son de Orquesta ¿no podían al menos por ese ensayo subir al podio?. ¿Y el Maestro Diemecke en su doble condición de Director de Producción Artística y Titular de la Filarmónica (Orquesta Interviniente) estaba o no en el Colón para hacerlo?. ¿No correspondía que este último se hiciera cargo del espectáculo?. Interrogantes sín respuesta. Afortunadamente Dinic (que había llegado a Buenos Aires para preparar y concertar en el Colón el próximo “Don Pasquale”) le hizo al Colón el tremendo favor de cargarse a sus espaldas el Concierto y logró una verdadera proeza artística y personal, con un resultado sumamente decoroso y le evitó así al Teatro lo que a todas luces pudo ser un escándalo mayúsculo. Y a propósito, ¿La Sra. Directora General estuvo al tanto de todo?.

     Ya en el escenario las cosas comenzaron a fluir de manera más o menos armónica en la primera parte, en donde Arturo Chacón Cruz mostró una fuerte presencia escénica y nobles medios vocales. Un Imponente Hernán Iturralde haciendo su aparición con completo dominio de su voz y la escena,  una especie de semi-montaje (no me cabe duda que propuesta por el Tenor, quien de este modo se muestra en la misma línea de Ntro. Compatriota José Cura), que hizo mucho más llevadero el Concierto y Lucas Debevec-Mayer, haciendo con corrección su intervención como Brander en el pasaje de la Taberna. La célebre marcha “Rakoczy” que cierra la primera escena fue interpretada de modo muy ajustado y digno. La Filarmónica, con Pablo Saraví como Concertino, fue una verdadera “facilitadora” de las cosas.

  En la segunda parte, lució todo de manera más segura y con un muy buen ajuste por parte de Dinic. Adriana Mastrángelo en el rol de Marguerite comenzó de manera muy segura y con buen timbre su monólogo de inicio. Luego se la percibió un tanto irregular, pero tal vez haya sido producto de la tensión vivida. Una muy buena comunicación con Chacón Cruz  en el Dúo de Amor para la tercera parte y estridente en cambio para la escena del abandono.

 Los Coros estuvieron muy  bien en líneas generales y entiendo que no puede expresarse mucho más en virtud de todo lo expuesto anteriormente por lo que el producto final fue muy correcto, Srba  Dinic demostró tener muchísima pericia para enfrentar estas situaciones (la limpeiza con la que se escuchó el pasaje del “Descenso a los Infiernos” fue prueba cabal) y merced a su muy buena predisposición las cosas no tuvieron un final de escándalo.

  Ya que no hubo información previa alguna a la prensa a través de su departamento respectivo, ¿no sería bueno al menos para dejar en claro que fue lo que ocurrió un comunicado del Directorio del Teatro al respecto?

Donato Decina


LA CONDENACION DE FAUSTO – 29/08/2019
Dice LA Ley de Murphy: "Si algo malo puede pasar, pasará".
Por suerte para el Teatro Colon, esta vez el enunciado de la Ley de Murphy, no se cumplió.
Resulta que después del escándalo por el abandono de los ensayos pre general y general, por parte del Director de Orquesta asignado para la representación de La condenación de Fausto de Berlioz,  Maestro Marc Poillet, debidos sus entredichos con la OFBA, todo parecía naufragar.  La situación llegó a tal punto, que el mismísimo tenor Arturo Chacón Cruz, (Fausto, en la obra) alzando una birome, en lugar de una batuta para dirigir la orquesta  continuó con el ensayo, esperando una definición, o la llegada de la caballería, (como en las películas del Oeste), en forma de conductor de orquesta. La función podría haberse cancelado, si no hubiera estado ya en Buenos Aires el Maestro Sbra Dinic quien dirigirá las próximas representaciones de Don Pasquale, de Donizetti y que gracias a la Providencia conocía la obra y cual Teniente "Rip" Masters, de la serie “Rin Tin Tin”, se hizo presente en el Teatro para salvar la situación.
Con solo el ensayo de la segunda parte, originó  en la Orquesta, Coro y solistas, la confianza suficiente como para encarar al día siguiente la ejecución de una obra difícil, como lo es La condenación de Fausto.
Arduo trabajo el del Maestro Dinic durante la función, para lograr sacar adelante semejante tarea. Felizmente lo logró con un buen resultado. No hubo desajustes, y todo transcurrió con normalidad a  pesar que por las razones expuestas, no hubo tiempo para una profundización interpretativa de la obra ejecutada.
Evidentemente, y a pesar del profesionalismo de todos los involucrados, la situación daba como para estar un poco tensos por lo que pudiera ocurrir, y es no justo remarcar falencias ante tales circunstancias y sí, comentar los puntos positivos, porque los hubo.
El tenor mexicano, Arturo Chacón Cruz, en el rol de Fausto, resulto eficiente y lució su brillante registro agudo en el dúo con Margarita de la segunda parte. El barítono Hernán Iturralde, que reemplazó a Fernando Radó, en el rol de Mefistopheles, lució su hermosa voz, y todo su profesionalismo en un personaje que le queda muy bien a su vocalidad. Correcta Adriana Mastrangelo como Margarita.  El Maestro Dinic, héroe de la jornada, demostró su pericia al frente de la OFBA.
Esta situación por la que tuvo que pasar el Teatro Colon, y que providencialmente pudo superarse, demuestra a las claras la precariedad con la que se está trabajando. ¿Cómo es posible que no haya ningún Maestro Interno, que se haga cargo del espectáculo cuando estos imprevistos ocurren? ¿Si el Maestro Dinic, no hubiera estado en Bs, As.; se hubiera suspendido la función?. Quedaron al descubierto falencias que necesariamente deben corregirse  y que demuestran que el Colon no es “El mejor Teatro del mundo”, como algunos ingenuos creen y otros ineficaces que están a cargo, nos quieren hacer creer.
Roberto Falcone


Cierre del Abono Sinfónico Coral con “LA CONDENACIÓN DE FAUSTO” en el Colón


PARA BIEN Y PARA MAL
Martha CORA ELISEHT

            El Ciclo de Abono de Conciertos Sinfónico- Coral llegó a su fin el pasado jueves 29 del corriente con la reposición de “LA CONDENACIÓN DE FAUSTO” (“La Damnation de Faust”, según su título original en francés) de Héctor Berlioz (1803-1869), dentro de los festejos con motivo del 150° aniversario del fallecimiento del compositor. En esta ocasión, participaron la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires –bajo la dirección del croata Srban Dinic-, el Coro Estable y el Coro de Niños del Teatro Colón –bajo la dirección de Miguel Ángel Martínez y César Bustamante, respectivamente- y los siguientes solistas: Arturo Chacón Cruz (Fausto), Adriana Mastrángelo (Marguerite), Hernán Iturralde (Mefistófeles) y Lucas Debevec Mayer (Brander).
            La mencionada obra de Berlioz está caratulada por su autor como “leyenda dramática” y se basa en la obra homónima de Goethe. Berlioz compuso un primer esbozo cuando tenía 24 años y ante la falta de respuestas por parte del autor alemán, abandonó su obra para retomarla posteriormente en 1845 y la estrenó en 1846 como ópera en versión de concierto. El fracaso fue rotundo y no le quedó otra cosa por hacer mejor que emigrar –por sugerencia de su amigo Honaire de Balzac-. Volvió a representarla en Moscú y San Petersburgo, donde obtuvo un gran suceso que lo llevó a dirigirla en Berlín y Londres. Pero no fue hasta 1877 –a poco menos de diez años luego de la muerte del compositor- hasta que La Damnation de Faust pudo volver a escucharse en Francia merced a los esfuerzos de Édouard Colonne y Jules Pasdeloup, quienes la rescataron del olvido y la incorporaron al repertorio de sus respectivas orquestas. Posee una estructura de 18 números, divididos en un Prólogo, Segunda, Tercera y Cuarta partes antes del Epílogo final y se requiere una orquestación numerosa, con bronces fuera de escena, abundante percusión y un trío de piccolo para lograr los efectos diabólicos por parte de Mefistófeles; dos arpas, dos oboes, corno inglés para las escenas románticas de la dulce e inocente Marguerite; metales (3 trombones, 2 tubas, 4 trompetas y 4 cornos), que marcan el leitmotiv de Mefistófeles y la célebre Marcha de los Caballeros con la que se cierra el prólogo; clarinete, clarinete bajo y requinto más 4 fagotes. A su vez, los diferentes grupos de instrumentos ilustran con su sonoridad los diferentes pasajes de la obra: la llegada de la primavera y la exaltación de la Naturaleza por parte del Doctor Fausto, el festejo de los campesinos, la entrada de  Mefistófeles, la balada de Marguerite sobre el rey de Thulé, el descenso a los infiernos y la salvación de Marguerite antes de su entrada en el reino de los cielos. Berlioz pinta todas estas escenas con una paleta tonal magistral y se anticipa en casi 10 años al impresionismo musical francés, que alcanzará su apogeo de la mano de Dukas, Ravel y Débussy a posteriori.
            Si bien para la presente versión estaba previsto que el francés Marc Piollet dirigiera a la Filarmónica, hubo una queja del director debida a que a su criterio, necesitaba más ensayo para representar adecuadamente la obra, debido a su alta complejidad. Al recibir la negativa por parte de las autoridades del teatro, se retiró ofuscado y debió ser reemplazado de urgencia por el mencionado director croata, que le puso un sello muy personal a la orquesta. Pese a que logró un buen sonido, hubo momentos donde se lo escuchó muy excesivo en los tutti y en el Pandemonium, al igual que con cierto grado de desacople en las entradas del coro- que fueron rápídamente subsanadas- . No obstante, debido a la profesionalidad de los músicos de la Filarmónica, se brindó  una interpretación de calidad. Los trombones sonaron espléndidamente, al igual que el trío de flautín formado por Claudio Barile, Gabriel Romero y Ana Rosa Rodríguez. Michelle Wong también ejecutó con proverbial maestría el bellísimo solo de corno inglés que anticipa el aria de Marguerite luego de ser abandonada por Fausto (“O’amour! L’ardente flamme”), mientras que Matías Tchicourel, Sebastián Tozzola y Alfonso Calvo se lucieron en sus pasajes. También fue soberbia la interpretación de las violas –bajo la guía de Kristine Bara en el solo de dicho instrumento- en la Segunda parte de la obra y la consabida maestría de Pablo Saraví en su carácter de concertino de la agrupación.
            En cuanto a los principales protagonistas, el mexicano Arturo Chacón  Cruz encarnó a Fausto con pasión y gran soltura escénica. Posee una bellísima voz y una muy buena línea de canto, aunque por momentos, se lo notó algo impreciso en el fraseo. No obstante, sorteó sin dificultad las notas sobreagudas que requiere su personaje y se lució en las principales arias (“Le viel hiver a fait place au printemps”, al inicio de la obra y en “La cours au énfer” (La carrera hacia el infierno). Hernán Iturralde –quien también debió reemplazar a Fernando Radó en último momento- encarnó un muy buen Mefistófeles, tanto vocal como actoralmente. Lucas Debevec Mayer brindó una correcta versión del Aria de la rata como Brander en la Segunda parte, mientras que Adriana Mastrángelo tuvo una actuación un tanto irregular. Comenzó muy bien en el aria del rey de Thulé (“Autrefois, un roi de Thulé…”) y logró un buen dúo de amor con Chacón Cruz, pero se la notó algo deslucida en “O’amour, l’ardente flamme”, que es el aria más conmovedora de toda la obra. El Coro Estable estuvo muy bien preparado y sonó muy bien, mientras que la intervención del Coro de Niños fue muy breve –sólo marca la entradas de Marguerite al cielo, logrando ese efecto de ascenso mediante voces angelicales-, pero efectiva.
            Una vez más hubo desprolijidades, cambios de elenco y de director de orquesta a último momento, sin comunicar previamente a la prensa especializada ni a los abonados. Cualquiera puede enfermarse o sufrir un contratiempo, pero es la segunda vez en lo que va del año donde ocurre este tipo de situaciones. Ya pasó con LA SYLPHIDE y ahora vuelve a suceder. Un teatro lírico de la jerarquía del Colón no puede darse el lujo de tener estos contratiempos y mucho menos, que el público se habitúe a los mismos. Caso contrario, es una clara señal que demuestra que las cosas van de mal en peor.

martes, 27 de agosto de 2019




EXCELSO

Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación, Temporada 2019, Primer Violín y Director Invitado: Nicolás Favero. Solista: Pablo Saraví (Violín).  Programa: Obras de Alberdi, Haydn y Schoemberg. Salón de los ios Pasos Perdidos, 26 de Agosto de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

    De la mano de dos de los mejores Violinistas del medio musical Argentino, la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación produjo uno de los conciertos más importantes en sus casi 30 años de historia. Bajo la guía de Nicolás Favero y actuando como solista Pablo Saraví,  se desarrolló un programa que cubrió desde los albores de la música Nacional, pasando por el Clacisismo y llegando a una de las cumbres del Post-Romanticísmo. El resultado fue superlativo en todo sentido  y el público se mantuvo expectante en todo momento.

  El inicio nos mostró a Favero Director empuñando su batuta para rendir homenaje al Padre de la Constitución Nacional de 1853, Juan Bautista Alberdi, con una breve composición que es toda una autocita: “Figarillo”, seudónimo que utilizaba para firmar sus escritos periodísticos. Es un arreglo para conjunto de cámara ya que su original es para Piano. Lamentablemente la falta incomprensible de programas de mano hace que no podamos dar cuenta del autor de este arreglo. Sí en cambio hace casi 30 años tuve la oportunidad de apreciar uno sinfónico a cargo de José Rodriguez Faure, quien, como no podía ser de otro modo, lo interpretó al frente de la Sinfónica Municipal de Avellaneda en el Teatro Roma la previa de un 9 de Julio.  Es una composición breve, sencilla, bien desarrollada, tratada en su arreglo de modo muy noble y Favero supo conducirla acertadamente obteniendo un muy buen rendimiento del conjunto.

  El primer momento extraordinario de la noche, sobrevino de la mano de Pablo Saraví, quien fue el Solista del Concierto Nº 1 para Violín y Orquesta en Do mayor de Franz Joseph Haydn. Composición en 3 Movimientos se inicia con un Allegro Moderato en donde tras una relativamente breve introducción el Solista comienza a desarrollar un amplio pasaje. Saraví estuvo impecable en todo momento, tuvo refinamiento, exquisito sonido y excelente técnica. La Orquesta muy bien guiada por Favero tuvo matices y muy buena dinámica, logrando que este movimiento fuese del gusto de todos. El siguiente momento es un Adagio sencillamente exquisito que obra a modo de Serenata en donde el Solista, extraordinariamente secundado por la agrupación, tuvo momentos de altísimo vuelo interpretativo, condiciones reafirmadas en el Presto que cierra la composición. Aquí Solista, Director y Orquesta actuaron en un todo logrando una versión de excelencia virtualmente aclamada por el Público, lo que tras tres salidas a saludar y tras la explicación por parte de Saraví de la naturaleza del segundo movimiento, se lo bisó de manera completa, reiterándose idéntica reacción del público al recibir la totalidad de la obra.

  Para la parte final, Favero asumió el carácter de Primer Violín Guía, dispuso en semicírculo y de pié a los instrumentistas (a excepción lógicamente de los Violonchelos) y ofreció al frente del conjunto una electrizante versión de “Noche Transfigurada” en la versión final de 1943 de Arnold Schoemberg. Tras la explicación del propio Favero de la naturaleza del poema que originó la composición, del origen del trabajo y de la versión a ofrecerse, se pudo disfrutar de momentos de tensión, energía, lirismo y alto vuelo interpretativo, a tal punto que un silencio cerrado en torno al Salón de los Pasos Perdidos fue la prueba elocuente del impacto causado sobre el auditorio. Tras un cierre exquisito de la obra en donde el virtuosismo del conjunto fue absoluto, se pudo obtener un silencio de varios segundos hasta que Favero comenzó a bajar su arco casi como señalando inequívocamente que se podía comenzar a aplaudir, desatando una ovación que este cronista no recuerda a lo largo de los conciertos escuchados por El a cargo de este conjunto en el edificio legislativo.

  Esta es una prueba concluyente de la categoría alcanzada por esta formación y este debe ser el único fin para el cual se desempeña. Quienes piensen en otras cosas, se equivocan.

Donato Decina

domingo, 25 de agosto de 2019


Ecos del Concierto de cierre de Horacio Lavandera en el Teatro Coliseo

CON SELLO PROPIO Y ESTILO PERSONAL
Martha CORA ELISEHT

            Hace ya un tiempo que además de actuar como solista, Horacio Lavandera participa en conciertos donde ejerce el doble rol de pianista y director de orquesta. Así  como su colega Andras Schiff se presenta regularmente como solista y director del Ensamble Andrea Barcia,  Lavandera ha decidido incursionar en este rubro desde hace ya un par de años atrás, donde una pudo apreciarlo al dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner (CCK), con gran suceso de público y crítica.  Por lo tanto, este año decidió repetir esa maravillosa  experiencia ofreciendo dos conciertos los días 23 y 24 del corriente en el Teatro Coliseo, dirigiendo a la Orquesta Clásica Argentina en un programa que incluyó los dos Conciertos para piano y orquesta de Frederik Chopin (1810-1849) y sus homónimos n° 3 en Do menor, Op. 37 y n° 5 en Mi bemol mayor, Op.73 (“El Emperador”) de Ludwig van Beethoven (1770-1827).
            En declaraciones radiales ofrecidas hace aproximadamente dos meses a quien escribe, Horacio Lavandera manifestó que se encuentra actualmente en una etapa de crecimiento profesional y que se sentía muy cómodo al ejercer los dos roles. Por ende, decidió organizar estos conciertos incluyendo las obras anteriormente mencionadas, que conoce a la perfección merced a su prodigiosa memoria y a su temperamento, que le permite incursionar en ambos géneros. Asimismo, mencionó que la elección del repertorio no fue casual, ya que siempre soñó con dirigir estas obras además de tocarlas, imprimiendo- les su sello personal. Para ello, convocó a músicos de las más importantes agrupaciones sinfónicas del país –Orquesta Sinfónica Nacional, Filarmónica de Buenos Aires y de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, entre otras-y creó la Orquesta Clásica Argentina.
            Debido a compromisos profesionales, quien escribe participó del concierto ofrecido el sábado 24 del corriente, donde se interpretaron el Concierto n°5 para piano y orquesta en Mi bemol mayor, Op.73 (“El Emperador”) de Beethoven y el n° 2 en Fa menor, Op.21 de Chopin. Ambos poseen tres movimientos,  pertenecen al género romántico y forman parte de los tradicionales programas de conciertos. Y si bien una los ha escuchado infinidad de veces por grandes intérpretes,  en esta nota sólo se referirá a la presente versión.
            El título de “Emperador” no pertenece a Beethoven, sino al editor inglés Johann Cramer, quien lo publicó en Londres luego de su estreno por la Gewandhaus de Leipzig en 1811. Desde los acordes del Allegro inicial, el último de los conciertos escritos por el genio de Bonn sonó magistralmente, respetando los tempi y los tres temas del 1° movimiento. Lavandera sorprendió dirigiendo de memoria y dando perfectamente las entradas a cada uno de los grupos de instrumentos al mismo tiempo que interpretaba sus solos, que fueron  ejecutados con su habitual maestría y su técnica impecable.  Esto se notó aún más en el tercer tema –introducido por el piano hacia el final del movimiento-, caracterizado por su virtuosismo y por ser vibrante (cualidades que Lavandera cumplió eficazmente). Como no podía ser de otra manera, el lirismo típico del 2° movimiento (Adagio un poco mosso) fue sublime, al igual que la coda que anuncia –de manera attaca-  al Rondó- Allegro ma non tanto final. Mientras que la parte solista estuvo maravillosamente ejecutada desde el principio hasta el final, no obstante, hubo un ligero desacople entre solista y orquesta previo a la capitulación final. Probablemente, pudo haberse apurado un tanto en la marcación del tiempo correspondiente, pero en líneas generales, la orquesta supo acompañar perfectamente al solista y todos los instrumentistas desarrollaron una muy buna labor. Si Lavandera no podía dar una entrada, el concertino Gustavo Mulé sí lo hizo en tiempo y en forma, constituyendo una dupla perfecta. De todos modos, no fue motivo para desmerecer todo lo actuado hasta ese momento, sino todo lo contrario, ya que el público estalló en aplausos hacia el final, en un teatro prácticamente colmado de gente.
            El célebre Concierto n° 2 en Fa menor, Op. 21 data de 1829 y fue estrenado por el mismo Chopin en Varsovia al año siguiente. En realidad, fue compuesto antes que su homónimo en Mi menor y también consta de tres movimientos. El primero de ellos (Maestoso) está escrito en forma sonata y posee una amplia introducción orquestal, donde se exponen los dos temas principales: el primero, más lírico –desarrollado por la orquesta- y el segundo, de carácter íntimo –desarrollado por el solista-. Luego de un fortissimo, el piano toma el comando y ya será el protagonista hasta el final. Para un pianista de los quilates de Horacio Lavandera, fue como un guante que le calzó perfectamente bien, ya que pudo hacer gala de su técnica y su brillante interpretación. Se lo apreció más aplomado y seguro como director en este concierto que en el de Beethoven, logrando un espléndido equilibrio sonoro entre piano y orquesta y respetando perfectamente los tempi. El maravilloso tema romántico del 2° movimiento (Larghetto) encontró en Lavandera a un intérprete ideal, ya que supo conjugar los momentos de mayor dramatismo con el cantábile y la connotación erótica de la melodía (hay que recordar que Chopin se lo dedicó a su amada, Konstanza Gladkowska, antes de abandonar su Polonia natal). El tercer movimiento (Allegro vivace) está escrito en forma de rondó y también tiene dos melodías principales, de las cuales, la última es una mazurka, que fue interpretada según la mejor tradición romántica polaca, donde el piano juega con la orquesta para cerrar con un brillante moto perpetuo final, que la misma supo ejecutar magníficamente bien. Una versión memorable desde todo punto de vista,  que encontró su correlato en los numerosos vítores y el aplauso unánime del público al final del concierto.
Naturalmente, no faltaron los bises y ante el aplauso sostenido por parte del público. Horacio Lavandera decidió brindar uno junto a la orquesta, y el otro, como solista: el último movimiento del Concierto para piano n° 3 en Do menor, Op.37 de Beethoven (Rondó- Allegro), donde tanto el solista como la orquesta se lucieron en una versión excelsa, caracterizada por respetar perfectamente los tempi y por la soberbia interpretación  de la cadencia por parte del solista, que cerró el recital con una monumental variación para piano de Libertango, de Astor Piazzolla. Tanto Lavandera como los músicos se retiraron ovacionados y se lo vio profundamente conmovido y feliz  por el suceso alcanzado. Ha crecido como director orquestal y ha demostrado con creces que puede ejercer ambas funciones a la vez. Y, al igual que varios de sus colegas –Leopold Hager, Andras Schiff y Daniel Barenboim, entre tantos otros- ha decidido incursionar en este nuevo rol. ¿Quién dice que en el día de mañana no se transforme en un gran director de orquesta sinfónica?... Sólo es cuestión de tiempo.

sábado, 24 de agosto de 2019




CON EL SELLO DE HORACIO LAVANDERA

Teatro Coliseo: Presentación de la Orquesta Clásica Argentina, Solista y Director: Horacio Lavandera. Programa: Obras de Beethoven y Chopin. 23 de Agosto de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  A raíz de la votación que efectuaran sus espectadores el año anterior, Horacio Lavandera y los integrantes de la Orquesta Clásica Argentina que Coordinan Gustavo Mulé (Violín Concertino)  y  Gustavo Cosentino (Oboísta) se encontraron ante el desafío de que las obras más requeridas fueron los conciertos para piano y orquesta Nºs 3 y 5 (“El Emperador”) de Beethoven y los dos de Frederic Chopin. Con ese resultado Lavandera y los músicos pusieron manos a la obra y llegamos así a la primera de las dos noches con un programa compuesto por el Concierto para Piano y Orquesta Nº 3 en Do menor, op. 37 de Beethoven y el Concierto para Piano y Orquesta en Mi menor,Op. 11 de Chopin.
  Ya desde los primeros compases tomé nota del crecimiento de Lavandera Director, extrayéndole buen sonido a la orquesta en la introducción de la obra. Cuerda de buena tersura, ataques seguros y buen empaste general. Lavandera sorprende por su estupenda digitación a un “tempi” mas rápido de lo habitual, llega con total nitidez al fondo de cada frase o cada fragmento. La tensión del “Allegro con Brio” que inicia la obra estuvo en todo momento presente. En cambio hubiese preferido que el “largo” siguiente fuera abordado a un tiempo un tanto más lento dado el carácter íntimo que Beethoven le imprime. El Rondó final mostró a un muy seguro Lavandera, muy bien secundado por la Orquesta redondeando una muy aceptable labor. Digno de señalar es que el Orgánico de la agrupación estuvo conformado por músicos provenientes de las principales Orquestas del medio, los que en los ensayos lograron amalgamarse muy bien  

  La segunda parte nos trajo una buena versión del Concierto para Piano y Orquesta en Mi bemol, Op. 11 de Chopin. Aquí se ofreció la versión completa de la introducción, con una Orquesta muy afiatada. Lavandera ofreció una versión para nada edulcorada, vibrante y ya sí en el segundo movimiento logrando crear un clima de mayor intimidad, para rematar de modo inteligente  el movimiento de cierre con un conjunto que lo siguió al pié de la letra y muy ajustado en todo momento.

  A los sostenidos aplausos se les retribuyó con un muy buen bis. El Rondó de Cierre del Concierto “El Emperador” como para entusiasmar al Auditorio para que concurra al día siguiente.

Donato Decina


uy buena reposición de “LA SYLPHIDE” en el Colón

UN IMPREVISTO QUE SALIÓ MUY BIEN
Martha CORA ELISEHT

            Tras algo más de 30 años, el Ballet Estable del Teatro Colón incluyó un clásico dentro de la Temporada 2019: “LA SYLPHIDE”, con música de Jean Madeleine Schneitzhoeffer y coreografía de Pierre Lacotte (basada en la original de Filippo Taglioni), cuyas representaciones tendrán lugar entre los días 20 al 27 del corriente, donde participará la Orquesta Estable del mencionado organismo, bajo la dirección musical de Tara Simoncic. La escenografía y el vestuario pertenecen al Teatro Colón (según los originales de Pierre Ciceri y Eugène Lami, respectivamente), mientras que Rubén Conde se hará cargo de la iluminación. Actuarán como coreógrafos invitados  Anne Salmon y Jean Christophe Lésage.
            En la función ofrecida el pasado viernes 23 del corriente,  el reparto estuvo integrado por los siguientes bailarines: Macarena Giménez (La Sylphide), Hernán Cornejo (James), Edgardo Trabalón (Gurn), Camila Bocca (Effie), Igor Gopkalo (La Bruja), Analía Sosa Guerrero (Madre de Effie), Ludmila Galaverna, Ayelén Sánchez y Emilia Peredo Aguirre (Tres Sylphides) y la pareja formada por Natalia Pelayo y David Gómez, quienes tuvieron a su cargo el Petit Pas de Deux del 1° Acto.
            Para esta ocasión, Paloma Herrera –Directora del Ballet Estable- invitó a dos prestigiosos bailarines del American Ballet Theatre para los roles principales de James y la Sylphide: Hernán Cornejo y Misty Copeland. Debido a una lesión que sufriera la étoile, fue reemplazada a último momento por Macarena Giménez en las funciones de Abono. Sin embargo, al ahondar en el curriculum de la bailarina estadounidense, este ballet no figuraba dentro de su repertorio. Y en el caso de nuestro compatriota Hernán Cornejo, días antes del debut había manifestado en declaraciones a la prensa que si bien sí la tenía en su  repertorio, siempre había bailado la tradicional coreografía de August Bournonville (1836) y no la de Lacotte (1972). Por lo tanto, tuvo que aprender nuevamente la coreografía en sólo cuatro días.
            De todos modos, fue un gran acierto haber contratado a Tara Simoncic para dirigir a la Orquesta Estable, ya que se trata de una directora de ballet. Y esto es fundamental, porque respeta los tiempos de los bailarines para que haya una coordinación perfecta con los compases de la música. No sólo ofreció el clima de misterio que ronda a la protagonista –una criatura sobrenatural y etérea, que habita en los bosques y que enamora a James irrumpiendo justo el día de su boda con Effie- , sino que además, Oleg Pishenin y Jorge Bergero se lucieron respectivamente en los solos de violín y violoncello de las escenas de amor, sino que además, Rodolfo Rosón brindó el bellísimo solo de corno del 2° Acto en el Gran Pas de Deux. La excelente iluminación de Rubén Conde puso el marco perfecto para los momentos de luz –los preparativos para la boda- como de oscuridad –la aparición de la Sylphide, el sueño de James y la noche de las brujas-, logrando unos magníficos efectos. El vestuario – basado en dos colores: rojos y celestes, correspondientes a los diferentes clanes de Escocia- fue soberbio, al igual que los tutús románticos para las sílfides en el 2° Acto. También fueron estupendos los efectos especiales –desaparición de la  Sylphide en la escena del Pas de Trois y las sílfides volando en el bosque- y brindaron  una producción de gran jerarquía.
            En cuanto al ballet y sus protagonistas, y pese a los contratiempos anteriormente mencionados, Hernán Cornejo demostró que no sólo fue capaz de aprender en pocos días la coreografía de Lacotte, sino que lo hizo con la habitual maestría a la cual ya tiene acostumbrado al público argentino. Sus trucos, piruetas, solages y developés fueron de una precisión increíble y formó un magnífico trío junto a Macarena Giménez y Camila Bocca en el Pas de Trois del 1° Acto. El delirio fue total al encarar sus piruetas como solista en el Grand Pas de Deux del 2° Acto y el público estalló en aplausos. Camila Bocca ofreció una flûte magnífica en su solo del 1° Acto y sus arabesques fueron sumamente correctos. A su vez, Macarena Giménez tuvo la difícil tarea de reemplazar a Misty Copeland y encarnar a la protagonista a la que hace alusión el título de la obra (Sylphide). Y lo hizo muy bien, porque es una bailarina etérea y posee el physique du rôle perfecto para esta ocasión. Ha mejorado muchísimo su técnica y sus desplazamientos, lo que le permitió consolidar su posición e hizo un muy buen Grand Pas de Deux en el 2° Acto, al igual que el Pas de Trois anteriormente mencionado. Mejoró su panché y su souplée e hizo una muy buena performance. Quizás estuvo algo inexpresiva en el 1° Acto, pero fue creciendo actoralmente a medida que avanzaba la obra hasta verse envuelta en el chal mágico que le ocasiona la muerte en brazos de James. Edgardo Trabalón ofreció un muy buen Gurn, pero en materia actoral, Igor Gopkalo se llevó los laureles al encarnar a la bruja Magda. Es un gran bailarín de carácter y lo demostró con creces. Las escenas de conjunto también estuvieron bien logradas y merece una mención aparte  la pareja formada por Natalia Pelayo y David Gómez, quienes tuvieron a su cargo el Petit Pas de Deux del 1° Acto. Ella es una bailarina consagrada y suplente de solista, mientras que él es una joven promesa que poco a poco, se va afianzando. La interpretación fue magnífica y él posee no sólo una muy buena técnica, sino también, una gran plasticidad. También fue muy bueno el trío de Sylphides formado por Emilia Peredo Aguirre, Ayelén Sánchez y Ludmila Galaverna.
            Afortunadamente y pese a todos los contratiempos, todo salió bien. No obstante, si se tiene en cuenta que –en general-  los contratos se firman de un año para otro, es indispensable informar a los bailarines invitados que no sólo cuenten con la obra en su repertorio, sino también con la coreografía que se va a reponer. A juicio de quien escribe, parece una desprolijidad –por no decir una irresponsabilidad- por parte de quienes hicieron las contrataciones o sugirieron el elenco. Sin ir más lejos, otra compatriota que brilla como étoile en París –Ludmila Pagliero- está considerada como  la principal intérprete de este rol en la actualidad. Y si se tiene también en cuenta que la última vez que se representó en el Colón fue con dos colosos de la talla de Ghislaine Tésmar y Michel Duval, con más razón todavía como para ofrecerla con intérpretes de alta calidad y gran jerarquía. Porque justamente fue la que inició  la gran tradición del ballet romántico y el uso de las zapatillas de punta, marcando un hito en la historia de la danza clásica.




OTRA MIRADA VALIDA

Colegio Nacional de Buenos Aires: Presentación del Coro Nacional de Jóvenes (Sub Director a  Cargo: Pablo Banchi). Programa: Johannes Brahms : “Un Requiem Alemán”, Op. 45. Solistas: Natalia Salardino (Soprano), Alejandro Cerone (Barítono). Pianistas: Hae Yeon Kim – Claudio Santoro. Director Invitado: José María Sciutto. Aula Magna: 23 de Agosto de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

  A muy pocos días (por no decir horas) de la Presentación de esta obra que en formato para Orquesta de Cámara, Solistas y Coro realizara “MusicaQuantica”, tuvo lugar Esta a Cargo del Coro Nacional de Jóvenes en el Aula Magna del Colegio Nacional de Buenos Aires, completando las interpretaciones de Este trabajo hechas en Mayo pasado, actuando como Director Invitado el Mtro. José María Sciutto y como Solistas las Soprano Natalia Salardino y el Barítono Alejandro Cerone. Se utilizó la llamada versión de Londres para Piano a 4 manos en lugar de la Orquesta Sinfónica, ideal para este tipo de espacios. Dado que el análisis profundo de la obra se encuentra en mi comentario de unos días atrás en ocasión de la presentación de “MusicaQuantica”, ruego a Uds. remitirse al mismo, por lo que entraré a analizar esta presentación.

  José María Sciutto es un muy experimentado Director Coral y Orquestal. Ha trabajado en ámbitos como la Opera di Roma y la Accademia Nazionale di Santa Cecilia. En Ntro. Ambito, ha desarrollado una muy interesante actividad en el último quinquenio. Actualmente es el Director a cargo del Coro Polifónico Nacional y es el Director General de Coros de la Dirección Nacional de Organismos Estables de Música de la Nación. Su visión de la Obra es muy clara, dinámica, quizás a un “tempi” más ágil de lo habitual, sin que ello signifique sacrificar el fondo del trabajo.  Bajo su Dirección, el Coro Nacional de Jóvenes tuvo emisión homogénea, plena, muy buen empaste junto al piano y los solistas y redondeó con suma sutileza detalles a veces poco perceptibles.

   Natalia Salardino abordó en muy buena forma su intervención vocal del Quinto tiempo, mientras que Alejandro Cerone cantó con corrección sus momentos de los tiempos 3º y 6º.  Tal vez en algunos momentos su timbre resultó muy blanco para los pasajes abordados (como en el 3º tiempo de carácter fuertemente dramático), pero de todos modos su participación fue muy efectiva.


  Los Pianistas Hae Yeon Kim y Cláudio Santoro conformaron un tándem excelente, llevando a cabo un  trabajo formidable, con sonido uniforme y pleno, matices y plena consustanciación con la obra.

  El Público presente premió con un cerrado y sostenido aplauso la interpretación . Esperamos que muy pronto se pueda disfrutar en tan maravilloso Ambito de manifestaciones de igual jerarquía.

Donato Decina




DISTINTO Y ESPECIAL

“Nuova Harmonia”, Temporada 2019: Presentación de Ari Avital (Mandolina) junto a la Orquesta de Cámara “L’Arte del Mondo”, Concertino y Director: Werner Ehrhardt. Programa.: Obras de Sanmartini, Vivaldi, Dall’Abaco, Bach, Mendelsohn, Bartok/Avital y de Falla/Avital. Teatro Coliseo, 22 de Agosto de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 Por demás interesante fue la formulación de esta propuesta que “Nuova Harmonia” ofreció a sus abonados y público en general el pasado jueves 22. Por lo poco frecuente de la participación de un intérprete de la mandolina y por el agregado adicional de la presencia como acompañante de una Orquesta de Cámara bajo la guía de un músico de afamada reputación mundial (Baste recordar que Werner Ehrhardt fue el fundador del “Concerto Koln”), con obras poco habituales del repertorio consagrado a agrupaciones de reducidas dimensiones, más allá de una nueva versión de la Sinfonía para cuerdas Nº 10 de Félix Mendelsohn, la  que ya había sido interpretada dentro de este mismo ciclo por los “Kiev Virtuosi”, pero que permitió apreciar un enfoque distinto de la misma.

  La apertura correspondió a la agrupación de cámara con su Titular en el rol de Concertino y Guía para abordar  la Sinfonía en La mayor de Giovanni Battista Sanmartini, para algunos el verdadero “Padre” de esta forma musical. Hacía muchísimo tiempo que en mi caso no tenía la oportunidad de volver a apreciar alguna obra de este notable compositor del siglo 18. Recuerdo que una sinfonía suya (tal vez esta misma) fue interpretada por Andrés Spiller y la Orquesta de Cámara de la Municipalidad de La Plata en el Centro Cultural General San Martín hace más de 30 años y me había causado la muy buena impresión que hoy ratifico. “L’Arte del Mondo” hace sus versiones con instrumentos modernos pero mostrando la mayor fidelidad en sus interpretaciones con respecto a la época en que fueron compuestas, tal como en Ntro. Medio lo realiza Mario Videla al frente de la “Academia Bach”. Son catorce instrumentistas (Director Incluido), tienen un bello y refinado sonido y equilibrio en todos los sectores de las cuerdas que la integran. Los tres movimientos que conforman esta composición fueron desgranados en modo superlativo por los visitantes, con agilidad en los de “punta” (Presto y Presto Assai) y con bello color el central (Andante).

  Luego la presencia de la figura principal de la noche. Ari Avital es un joven interprete Israelí quien desde muy joven mostró vocación por el instrumento que hoy lo lleva por el mundo. Tiene probadas y excelentes inquietudes y es por eso que se ha presentado en importantísimos escenarios internacionales.

  Inició su actuación con una extraordinaria versión del Concierto Rv. 93 para su instrumento y Orquesta de Vivaldi al que ¡Por Fin! escuchamos en su formulación original. Sorprende de Avital su exquisito refinamiento, el bello sondo que le extrae a la mandolina y su precisión. También aquí el Director Ehrardt cedió a Avital la potestad de la guía de la obra de acuerdo a los parámetros interpretativos de Este último. Fue una versión sumamente inspirada a la que “L’Arte del Mondo”  contribuyó con un ajustadísimo marco sonoro.

  Otra sorpresa de la noche la constituyó la inclusión del Concerto Grosso Nº 5 en Re mayor de Evaristo Dall’Abaco, Compositor nacido en Verona quien desarrolló su labor en las Cortes de Bruselas y Munich, ciudad esta última en donde falleció. Obra vivaz y chispeante en tres movimientos fue muy bien recibida por el público.

 El cierre de la primera parte nos trajo una transcripción para Mandolina del propio Avital del Célebre concierto para Violín, cuerdas y Contínuo Bwv 1041 de Bach. Aquí el intérprete ratifico la excelente impresión inicial, sosteniendo un maravilloso contrapunto con el Bajo y el Violonchelo continuo, haciendo una interesante transpolacion del violín a la Mandolina. Las cuerdas agudas de la Orquesta brillaron también en el acompañamiento.
  
   La ya mencionada versión de la Sinfonía para Cuerdas Nº 10 de Mendelsohn abrió la segunda parte. La característica principal del enfoque de Ehrhardt y sus dirigidos fue de mayor introspección frente al modo más brillante en que la ofrecieran los Kiev Virtuosi. Al ser menos integrantes con respecto a la agrupación Ucraniana , este enfoque favoreció ampliamente a la interpretación. Hubo Tensión, energía, homogeneidad de sonido.

  Avital regresó ahora para ofrecer una transcripción suya de la célebre “Chacona” que integra la Partita para violín en Re menor Bwv 1004 de Bach, en donde mostró lirismo, total consustanciación con el estilo y fidelidad en la transcripción. Aquí hizo gala de un sobresaliente virtuosismo que hizo estallar al público en la mayor ovación de la noche.

    Junto a la Orquesta, el intérprete mostró dos transcripciones más suyas para cerrar la parte formal del Concierto. La primera un arreglo de las Danzas Rumanas de Bartok que sonaron coloridas, brillantes y contundentes, con total comunión Solista-Orquesta y un maravilloso arreglo del célebre “Vals” de “La Vida Breve” de Don Manuel de Falla, que fue tan hispánico como su original de gran Orquesta.

  Los bises no se hicieron esperar y fueron dos que conformaron plenamente al público. “Bucimis” (motivo tradicional Israeli) y una nueva transcripción de Vivaldi en este caso del movimiento central del Concierto para Flauta, Clave y Cuerdas en Do mayor Rv. 443, con notoria inspiración y dado su carácter introspectivo, lo que dejó una atmosfera de serenidad que se trasladó al público de inmediato.

Donato Decina

Muy buena presentación de la Filarmónica en la Usina del Arte junto a César Biustamante

A TODA ORQUESTA
Martha CORA ELISEHT

            Independientemente de su Ciclo de Conciertos en el Teatro Colón, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires organiza  conciertos en otras instituciones oficiales. El pasado jueves 22 del corriente tuvo lugar el 3° concierto  del Ciclo “Divertimentos y Pasiones”, ofrecido en la Usina del Arte bsjo la dirección de César Bustamante, con la participación del trompetista argentino- alemán Werner Mengel como solista, en un programa que comprendió las siguientes obras: Obertura de “Las Alegres Comadres de Windsor” de Otto Nikolai (1810-1849), el Concierto para trompeta y orquesta en Fa menor, Op.18 de Oskar Böhme (1870-1938), “Las Grutas de Fingal” de “LAS HÉBRIDAS”, Op.26 de Fe´lix Mendelssohn- Bartholdy (1809-1847), la Obertura de “Caballería Ligera” de Franz Von Suppé (1819-1895) y la Suite de “Otto e Mezzo” de Nino Rota (1911-1979).
            Además de ser el actual Director del Coro de Niños del Colón desde 2010 en adelante, César Bustamante es pianista, director y arreglador. Tras haberse graduado con las más altas calificaciones en Dirección Coral en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, estudió piano con Nora Pons, Susana Romé y bajo continuo con la pedagoga Silvia Malbrán, desempeñándose como bajista continuo y asistente de dirección en la Sociedad Haendel de Buenos Aires durante muchos años, donde efectuó una extensa producción de conciertos, oratorios y óperas barrocas. Actualmente también se desempeña como Coordinador General de Estudios Musicales en el Teatro Colón, donde ha dirigido obras dentro del ciclo Colón para chicos. El trompetista Werner Mengel nació en Remedios de Escalada (Provincia de Buenos Aires) y comenzó sus estudios de trompeta con el maestro Osvaldo Lacunza –integrante de la Orquesta Estable del Colón- e integró el Coro de Bronces de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata de Temperley. Posteriormente, viaja a Alemania para completar sus estudios con Joachim Pfeiffer en Lübeck, Echarrd Schmidt en Hamburgo y Vaelntin Garvie en Frankfurt y se perfecciona en trompeta mediante una diplomatura realizada en España con  Luis González Martí y en Rotterdam (Holanda) con Giuliano Sommerhalder. A su retorno a la Argentina, ejerció como trompetista en la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario hasta 2013, cuando entra por concurso a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires como asistente de solista, hasta  que gana por concurso el cargo actual de suplente de trompeta solista en la Orquesta Estable del Colón en febrero del corriente año.
            Las Alegres Comadres de Windsor es una ópera compuesta en 1849 sobre la obra homónima de William Shakespeare y es la obra más conocida de Otto Nikolai. Su estreno se produjo en Berlín en marzo de 1849 –dos meses antes de la muerte del compositor- y si bien existen numerosas grabaciones de esta ópera, lo único que se ejecuta periódicamente en salas de conciertos es su obertura. Se dice que Giuseppe Verdi se inspiró en ella para componer FALSTAFF, pero a diferencia de la ópera verdiana, la obra de Nikolai en un Singspiel; es decir, posee diálogo hablado en vez de ser un continuo musical y se caracteriza por su brillante orquestación. En la presenta versión, la Filarmónica logró un sonido muy compacto, con buena lírica melódica, que no sonó de forma exagerada en los tutti. Una de las características de Bustamante fue su correcta marcación de los tempi –que prevaleció durante todo el concierto-, brindando muy buenas versiones de las diferentes obras comprendidas en el programa. La más descollante fue el Concierto para trompeta y orquesta en Fa menor, Op. 18 de Oskar Böhme, que se caracterizó por la brillante actuación de Werner Mengel como solista.  Compuesto en estilo romántico, es la obra más conocida de este compositor alemán, quien, a su vez, fuera trompetista en la Ópera de Budapest  y en el Teatro Marinsky de San Petersburgo, donde se desempeñó como solista durante 24 años. Posteriormente, ejerció la docencia en dicha ciudad y trabajó en el Teatro de Drama de Leningrado hasta 1934, hasta que cayó como víctima de las purgas stalinistas, siendo trasladado a Orenburg –ciudad ubicada al pie de los Montes Urales, donde vivían numerosas comunidades alemanas radicadas en Rusia- , donde ejerció un tiempo como profesor en el Conservatorio local hasta su asesinato en 1938. El concierto consta de tres movimientos (Allegro/ Adagio/Andante- Scherzo- Rondó), donde la trompeta juega un diálogo pleno con la orquesta mediante una serie de fiatos y trinos en una concatenación de escalas ascendentes y descendentes en los solos. Posteriormente, a fines del 1° movimiento, el instrumento solista recapitula sobre el tema principal mediante escalas. Werner Mengel logró un excelente sonido, muy compacto, con un poderoso dominio de técnica y brindó una maravillosa versión del 2° movimiento (Adagio), de gran belleza melódica. Antes de desembocar en la entrada del solista del 3° movimiento, la orquesta tuvo una excelente introducción a cargo de los bronces –con ciertas reminiscencias del cierre del Concierto para piano y orquesta de Alexander Scriabin- , mediante una fanfarria que da paso posteriormente al solista, quien introduce el tema principal. Y el público respondió con un cálido aplauso, al igual que los trompetistas de la orquesta, que vitorearon al solista.
            Antes de la segunda parte del concierto, César Bustamante agradeció al público y ofreció una breve reseña de las obras, refiriéndose a la célebre Obertura de Von Suppé. Cavallería Ligera es una opereta en dos actos, que se estrenó en Viena en 1866 y que prácticamente no se representa desde 1934. Sin embargo, la Obertura ha sobrevivido hasta nuestros días y forma parte de los programas de conciertos. En la presente versión, los metales tuvieron un sonido excelente en la fanfarria y Bustamante demostró un perfecto trabajo de ensayo y compaginación. Hubo una muy buena entrada de la trompeta en la célebre cavaletta por parte de los bronces, con muy buen contrapunto de tuba previamente a la entrada del resto de los instrumentos y manteniendo un muy buen equilibrio sonoro en los tutti. Lo mismo sucedió con “Las Grutas de Fingal” de “LAS HÉBRIDAS”, donde los metales brindaron un sonido excelente, ofreciendo una versión compacta y equilibrada. Esta obra fue compuesta por Mendelssohn cuando tenía 21 años y no es una obertura, sino un poema sinfónico breve de singular belleza. No es de las obras más conocidas del compositor alemán, pero se destaca por poseer matices y reminiscencias de su Sinfonía n° 3 (“Escocesa”), que le brindan un encanto muy particular. Y finalizó con la suite de Nino Rota sobre la célebre música compuesta para el film “Otto e Mezzo” (“8 y medio”)  de Federico Fellini, que arranca con un bello cantábile a cargo de las cuerdas, el arpa y las maderas, a los que se acopla el resto de la orquesta. Excelentes trémoli y vibrato por parte de los violines y una muy buena labor de la percusión en el vibrafón, que introduce el Andante antes del 3° número, en tono menor a cargo de los bronces y la percusión, hasta que las cuerdas marcan el continuo. Excelente el solo de saxo tenor en la síncopa del 4° número, así como también el stacatto que marca la célebre melodía en clarinete y flauta, con contrapunto de la tuba, hasta la recapitulación sobre el tema inicial.
            Con excepción de las dos oberturas y de la música de Nino Rota, era la primera vez que esta cronista escuchaba este tipo de obras –felizmente rescatadas del olvido para poder apreciarlas en todo su esplendor- . Sería bueno que para el futuro, el Colón volviera a ofrecer conciertos sinfónicos en la antigua Temporada de Verano –hoy lamentablemente perdida en mérito de usar el teatro para recitales de artistas populares, a precios exorbitantes y en desmérito tanto del teatro como del público habitué- donde se ofrezcan este tipo de obras. Por suerte, se cuenta hoy en día con intérpretes de excelente talla como para poder abordarlas.  Una tradición que podría recuperarse y brindar al público general la oportunidad de conocer nuestro mayor coliseo con funciones a precios módicos. Y una forma de acercar la música clásica a mayor