martes, 30 de julio de 2024

 Magnífica actuación de Gustavo Gibert junto a la Orquesta de Cámara del Congreso


CON TODO EL ACENTO Y EL ENCANTO DE LA BELLA ITALIA

Martha CORA ELISEHT


Dentro del ciclo de conciertos de la Orquesta de Cámara del Congreso de la

Nación, el pasado lunes 29 del corriente se rindió homenaje a la música italiana y a la

ópera en un concierto temático denominado LÍRICA MENTE, que tuvo lugar en el Salón

de los Pasos Perdidos del Parlamento Nacional y que contó con la participación del

barítono Gustavo Gibert como figura invitada. De la mano de Sebastiano De Filippi, la

mencionada agrupación brindó el siguiente programa:

- Allegro en Do mayor- Gaetano DONIZETTI (1797-1848)

- Canción de cuna- Licinio REFICE (1883-1954) (orquestación de Giovanni

Panella)

- Obertura de la ópera “LO FRATE ‘NNAMURATO” – Giovanni Battista

PERGOLESI (1710-1736)

- Arias de Uberto, de la ópera “LA SERVA PADRONA”- Giovanni Battista

PERGOLESI (1710-1736):

- “Aspettare e non venire”

- “Sempre in contrasti”

- “Son imbrogliato”

- “Crisantemos”- Giacomo PUCCINI (1858-1924)

- Sonata n°3 en Do mayor- Gioacchino ROSSINI (1792-1868)

Ante una nutrida concurrencia de público y, tras los anuncios correspondientes, el

concertino Pablo Pereira se presentó para realizar la tradicional afinación de

instrumentos previamente al inicio del concierto. Seguidamente, Sebastiano De Filippi

hizo su presentación en el podio para ofrecer una versión de fuste del Allegro en Do

mayor de Donizetti. Es una de las especialidades de la orquesta -quien escribe lo ha

escuchado en más de una ocasión- y también, una de las pocas composiciones de

cámara del músico bergamasco. Posee numerosas reminiscencias mozartianas y pasajes

de difícil ejecución técnica, que fueron interpretados de manera sumamente precisa. El

público respondió con un ferviente aplauso para posteriormente continuar con la

Canción de cuna de Refice. Compuesta originalmente para piano, es una bellísima obra

de estilo netamente impresionista, que -por momentos- remeda a la Pavana para una

infanta difunta de Maurice Ravel y que también posee reminiscencias de Erik Satie. En

la presente versión, se usó una transcripción para cuerdas de Giovanni Panella que sonó

magistralmente, con muy buenos contrapuntos a cargo de violoncellos y contrabajos. Es

una de las obras menos conocidas de este prolífico compositor italiano, quien también

era sacerdote y uno de los grandes reformadores de la música sacra del movimiento

suscitado por el Papa Pío X, junto con Lorenzo Perosi y Raffaele Casimiri.

Uno de los grandes precursores de la ópera buffa italiana fue Giovanni Battista

Pergolesi, cuyas obras alcanzaron gran popularidad entre 1731 y 1735. La mayoría de


ellas se estrenaron en Nápoles -excepto L’Olimpiade, que tuvo lugar en Roma-, entre las

cuales, LO FRATE ‘NNAMURATO (El hermano enamorado, en lengua napolitana) fue

compuesta en 1732 y es una típica comedia de enredos. Su obertura posee tres temas:

Allegro/ Andante/ Allegro, donde los solistas de cada grupo de instrumentos se lucen

mediante la interpretación de un solo en contrapunto con los demás instrumentos en el

Andante central, con intervenciones magistrales a cargo de la violista Mercedes

Sánchez, la cellista Mariana Levitin, el contrabajista Adrián Speziale y del concertino

Pablo Pereira. El Allegro inicial presenta el tema, mientras que el final recapitula el

tema inicial mediante una serie de variaciones. Una versión magnífica desde lo musical,

con un sonido prístino y una absoluta precisión tanto en los contrapuntos como en el

canon instrumental.

Concebida originalmente como un intermezzo de la ópera IL PRIGIONER

SUPERBO (El orgullo prisionero), LA SERVA PADRONA es la más conocida de todas

las óperas de Pergolesi y se estrenó en Nápoles en 1733. Debido a un terremoto que

destruyó la ciudad en ese mismo año, se cerraron los teatros y la obra original no se

representó más, pero el intermezzo gozó de gran popularidad en toda Europa mucho

tiempo después de su estreno y se transformó en ópera por mérito propio. El personaje

de Uberto -un viejo solterón que se muestra impaciente con su sirvienta Serpina- fue

encarado magistralmente por Gustavo Gibert merced a su histrionismo, maestría e

impecable línea de canto y legato. (De hecho, apareció fuera de escena, sorprendiendo

al público). A medida que iba avanzando en su interpretación de las tres arias de este

gran clásico buffo (“Aspettare e non venire”; “Sempre in contrasti” y “Son

imbrogliato”), el público deliraba en risas y aplausos, mientras un locutor explicaba las

características del personaje entre cada aria para que la gente pudiera entender el

argumento de la ópera. La orqueta supo acompañarlo perfectamente en cada

interpretación. No hay que olvidar que -además de ser director de orquesta- De Filippi

es cantante lírico en la cuerda de bajo. Por lo tanto, es un especialista en este género y

brindó una versión excelente de este gran clásico. El auditorio estalló en aplausos y

vítores tras su interpretación y, como de costumbre, los representantes de la Comisión

de Cultura del Senado y de la Cámara de Diputados de la Nación- Dr. Daniel Abate y

Sra. Andrea Barbieri, respectivamente- hicieron entrega del correspondiente diploma al

barítono, quien se mostró sumamente complacido.

La segunda parte del concierto abrió con Crisantemi (Crisantemos), elegía

compuesta por Puccini en 1890 tras la muerte de Amadeo di Savoia – duque de Aosta y

amigo personal del compositor- para cuarteto de arcos. Posteriormente, se realizó una

versión para orquesta de cuerdas, que es la que se presentó en este concierto. Es un

lamento melancólico e íntimo, que debe sonar como tal y donde las cuerdas tienen que

llorar. Este efecto sonoro fue magníficamente logrado por la orquesta, logrando una

versión de excelencia de esta célebre pieza.

Por último, De Filippi ofreció una versión sublime, brillante y precisa de la Sonata

n°3 en Do mayor de Rossini, compuesta en 1804 y cuyos 3 movimientos (Allegro/

Andante/ Moderato) fueron ejecutados con maestría y grandes actuaciones de los

principales solistas de cada grupo de instrumentos. Principalmente, en el Moderato

final, donde se destacaron el solista de segundos violines Catriel Galván, la cellista

Mariana Levitin y el contrabajista Adrián Speziale en las variaciones. Otro logro más


para la orquesta, que se perfila como una de las mejores de la Argentina y que cada día

suena mejor en todas y cada una de sus presentaciones en los escenarios más

importantes del país. Y, cuando se cuenta con intérpretes invitados de alta jerarquía, se

potencia aún más y se logra un nivel óptimo.

domingo, 21 de julio de 2024

 



La Pianísta Arta Arnicane, destacada solista del último concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires del pasado 19 de Julio en el Teatro Colón.Créditos: Prensa Teatro Colón. Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli.



Muy buena actuación de Chungki Min y Arta Arnicane con la Filarmónica


UN REPERTORIO FRANCÉS CUASI INÉDITO Y PRECISO

Martha CORA ELISEHT


Dentro del armado del repertorio de conciertos, a veces se conforma por obras

de diferentes compositores que vivieron en la misma época; en otras ocasiones, por

estilo y en otras, por nacionalidad. El repertorio francés fue el elegido en la función

correspondiente al Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

(OFBA) el pasado viernes 19 del corriente en el Teatro Colón bajo la dirección de

Chungki Min, con la participación de los siguientes solistas: Arta Arnicane (piano) y

Felipe Delsart (órgano) para interpretar el siguiente programa:

- Obertura Polyeucte- Paul DUKAS (1865-1935)

- Variaciones sinfónicas para piano y orquesta, FWV 46- Cesar FRANCK (1822-

1890)

- Sinfonía n°3 en Do menor, Op.78- Camille SAINT- SAËNS (1835-1921)

Tras la tradicional afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier

Inchausti, el maestro coreano hizo su aparición en el podio para ejecutar la mencionada

obertura de Paul Dukas, compuesta en 1891 y basada en la tragedia homónima de

Corneille, que narra el martirio de Polieuto de Melitene en mano de los romanos en el

siglo III de la era cristiana. Dukas debutó en público con esta pieza en los Conciertos

Lamoreux de París y, posteriormente, fue interpretada por Eugène Ysaÿe en Bruselas y

Sylvain Dupuis en Lieja. Se puede preciar influencias wagnerianas tanto en los

leitmotives como en la orquestación (maderas por tres, clarinete bajo, requinto, metales

por tres, tuba y percusión), pero también posee elementos que anticipan el surgimiento

del impresionismo francés. Una obra que se representa muy escasamente en el medio

local y una versión muy buena y precisa.

Seguidamente, la pianista letona Arta Arnicane brindó una magnífica versión de las

Variaciones sinfónicas para piano y orquesta de Cesar Franck, estrenadas en 1866 en el

concierto anual de la Societé Nationale de la Musique. Si bien era belga de nacimiento,

su obra se considera dentro del repertorio francés. En el caso particular de quien escribe,

era la primera vez que una la escuchaba y se trata de una pieza escrita en un único

movimiento, pero que funciona como si fuera un concierto para piano y orquesta. Sus

tiempos son: Poco allegro/ Allegro non troppo/ Allegretto quasi andante (presentado

por el piano) y las variaciones sinfónicas. Arta Arnicane no sólo ofreció una

interpretación llena de sutilezas, sino que asombró al público por su magnífica

digitación, pulsación y, por sobre todas las cosas, su precisión. La orquesta supo

acompañarla debidamente mediante una perfecta marcación de tempi. El público estalló

en aplausos al final de la obra, motivo que obligó a la solista a interpretar un bis. Fue

una pena no haber tenido un micrófono disponible para anunciarlo, porque no se la

podía escuchar. Logró otra genial versión y se retiró sumamente aplaudida.


La Sinfonía n°3, Op.78 “con órgano” de Saint- Saëns fue compuesta por

encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres y estrenada en la capital inglesa en

mayo de 1866. A las pocas semanas luego de su estreno, Franz Liszt murió, motivo por

el cual el compositor francés dedicó su sinfonía a la memoria de su amigo. No se trata

auténticamente de una sinfonía para órgano, sino que dicho instrumento participa en dos

secciones de cada cuatro. Posee una orquestación profusa: cuerdas, maderas por tres,

piccolo, corno inglés, clarinete bajo, contrafagot, 4 cornos (2 naturales y 2 cromáticos),

tres trompetas, tres trombones, tuba, percusión (timbales, bombo, platillos y triángulo),

órgano de tubos y piano a cuatro manos. Sus dos movimientos (Adagio- Allegro

moderato en Do menor, 6/8- Poco adagio (4/4) / Allegro moderato- Presto (6/8)- fueron

ejecutados de manera brillante y precisa, con un perfecto dominio de tempi por parte del

director, donde los solistas de las principales secciones de instrumentos de la

Filarmónica tuvieron un excelente desempeño, al igual que el piano a 4 manos a cargo

de Iván Rutkauskas y Juan Ignacio Ufor. Pero quien se llevó los laureles -y los

aplausos- fue Felipe Delsart, cuya interpretación en órgano sonó magistral. La excelsa

acústica del Colón brindó el marco oportuno para que el órgano sonara como los dioses,

lo que valió una ovación de aplausos para el director, solistas y artistas.

Con excepción de la sinfonía de Saint- Saëns, este repertorio -cuasi inédito para la

mayoría de los asistentes- sonó sumamente preciso y representó otro logro más para la

Filarmónica. Lamentablemente, falta educar al público. Un concierto sinfónico no es un

recital donde se aplaude después de cada canción o melodía. El público que asiste

últimamente al Colón puede no saber este ítem, pero tampoco es posible que se cuele un

aplauso inmediatamente después de un silencio. La música es melodía y sonidos, pero

también existen pausas y silencios escritos en la partitura que se deben respetar. Caso

contrario, puede desconcentrar al intérprete y malograr un concierto. Sería óptimo

solicitar al público que se abstenga de aplaudir entre movimientos mediante el anuncio

de locución previo al inicio de cada concierto, pero parece ser que las propuestas de los

abonados y cronistas caen en saco roto.

 

CALIDAD CON MAYUSCULAS

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2024. Concierto: Director: Caros Calleja. Solista: Alexander Panizza (Piano). Programa: Obras de Wagner, Richard Strauss y Mahler. Auditorio Nacional del CCK, 19 de Julio de 2024.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE

 

  Este concierto que marcó la reaparición del Mtro. Carlos Calleja como Director Invitado al frente de la Sinfónica Nacional, se caracterizó por la excelencia interpretativa en todas las obras por parte de una orquesta que respondió siempre de la mejor manera a los requerimientos del Director Invitado y que acompañó al solista  de manera absolutamente ajustada, en estilo y con plena conexión con éste último.

 

  En el comienzo se escuchó una muy buena versión de la Marcha Fúnebre de Sigfrido correspondiente  a la Opera “El Ocaso de los Dioses” de Richard Wagner correspondiente a la tercera y última jornada del ciclo “El Anillo del Nibelungo, música que va desde los compases iniciales en pianissimo que retratan el clima sombrío por la muerte del héroe hasta los enérgicos ataques que exponen el drama wagneriano con suma virulencia. Calleja expuso de notable manera todos los planos sonoros, tuvo pleno nervio y equilibrio interpretativo, extrayéndole a la orquesta lo mejor de sí.

 

  El Maestro Alexander Panizza fue el solista elegido para una magnífica versión del “Burleske” para Piano y Orquesta de Richard Strauss. Pieza en la que el compositor hace un guiño humorístico a todos los creadores para la combinación Piano-Orquesta, con instantes de suma enjundia, dificultades para el solista (el que llega a tener momentos en el estilo de Liszt), pasajes de construcción de acuerdo con los cánones del romanticismo e instantes de suma vibración, todo ello condensado en una partitura que, dependiendo de los intérpretes, ronda unos 22 a 25 minutos de extensión. Panizza exhibió pasajes de suma elegancia, ataques muy seguros, digitación plena, técnica impecable y portentoso sonido, acompañado por Calleja y la Orquesta, como ya dije, de manera magnífica, resaltando el diálogo del solista con el timbal, en este caso a cargo del Mtro. Marcos Serrano, quien lo hizo estupendamente bien. La ovación no se hizo esperar y el Mtro. Panizza electrizó al auditorio con una espectacular versión de la transcripción hecha por Franz Liszt de “La Campanella” de Paganini que hizo poner de pié al público y  arrancó aplausos por parte de todos los maestros de la Orquesta.

 

  El broche de oro tuvo lugar con una imponente versión de la Sinfonía Nº 1 en Re mayor “El Titán” de Gustav Mahler en donde Calleja pudo exponer de manera muy clara todos los detalles de esta formidable página. Acertadísimo en la elección del “tempi”, ajuste impecable del conjunto, exposición plena de los temas de cada movimiento, especialmente el tercero, el que contiene detalles de música “Klezmer”, junto a una sección central que lleva la re-elaboración de la música del lied “Los ojos azules de mi amada”, de tratamiento de corte “camarístico”,  con  notables intervenciones de los solistas de cada familia de instrumentos e ir siempre hasta el hueso en toda la partitura hasta exponer de manera imponente el tema de gloria final.

 

  Una merecida ovación por parte del público que llenó prácticamente la totalidad del Auditorio Nacional premió una labor sin fisuras de un conjunto cada vez más afianzado con sus nuevos integrantes y a la capacidad de un formidable Director cuyas presentaciones son sinónimo de jerarquía: Carlos Calleja.

 

Donato Decina

 

MERECIDO Y MUY SENTIDO HOMENAJE

 

Teatro Colón, temporada 2024. Tercer concierto del ciclo a cargo de la Orquesta Académica del Teatro Colón: Director: César Bustamante. Solistas: Diana Lopszyc-Manuel de Olaso (Claves), Claudio Barile (Flauta), Alumnos de Especialización en Opera Barroca del Instituto Superior de Arte: Natalia Salardino (Soprano), Lucas Alvan (Contratenor), Norberto Miranda (Tenor), Nicolás Foresti (Barítono). Academia Coral del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, Director: César Bustamante. Programa en homenaje al Maestro Mario Videla al cumplirse el primer año de su desaparición física con obras de Johann Sebastian Bach. 19 de Julio de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  Ya desde el artículo a cargo  de Marcelo Birman (Director del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón) inserto en el programa de mano,  se percibió una sentida evocación a uno de los más grandes solistas, pedagogos, gestores y difusores que la Argentina supo distinguir durante gran parte de la segunda mitad del siglo veinte y las primeras dos décadas del siglo veintiuno: Mario Videla, de quién se ha cumplido el primer año de su fallecimiento. Imposible no recordar sus trabajos como miembro de la Asociación Amigos de la Música, su infatigable labor como Director Artístico de Festivales Musicales de Buenos Aires (Al principio con exclusividad en el género Barroco para luego expandirse hacia el Clasicismo, Romanticismo y Post-Romanticismo) y finalmente su criatura musical: La Academia Bach de Buenos Aires de la que alcanzó a celebrar los cuarenta años de su constitución. Quienes hemos crecido con  la música durante sus ciclos no podemos olvidar lo que significó para nuestro medio la visita de intérpretes de la talla de Michel Corboz, Helmut Rilling o Leopold Hager,  ya sea con agrupaciones traídas por ellos desde el viejo continente o más aun, guiando a músicos argentinos con orquestas basadas sobre la Filarmónica de Buenos Aires o la Sinfónica Nacional de aquellas épocas. Si bien el mismo declaró no animarse a realizaciones en el género barroco con instrumentos a la usanza de época, su orientación fue con instrumentos de orquesta moderna bajo la guía de Maestros que interpretaban con el “tempi” de la época de las creaciones del género y El fue el continuador de ese estilo interpretativo en Ntro. Medio.

 

    La conducción de este concierto fue confiada al Mtro. Cesar Bustamante  quien en esta etapa de su carrera se está desempeñando como Director de la Academia Coral del Instituto del Colón y el programa, obviamente dedicado a obras de Johann Sebastian Bach, incluyó tres de las obras más representativas de su producción con muy reconocidos y solventes solistas que enaltecieron el marco de este homenaje.

 

  En primer lugar se escuchó el Concierto para dos claves en Do menor que lleva el Nº 1060 del catálogo BWV., en el que Diana Lopszyc y Manuel de Olaso  descollaron como solistas. Perfecta cumplimentación entre ambos, ataques precisos, inspiradísimos ambos en la sección central que es un desarrollado Adagio y  una vibrante intervención de los dos en el Allegro de cierre. El Mtro. Bustamante estuvo atento a cada frase musical y a las intervenciones orquestales, recalcando justamente a los jóvenes músicos los detalles por él pretendidos en cada intervención, redondeando un muy acertado acompañamiento.

 

  A renglón seguido, y con el aporte de un solista de la talla de Claudio Barile en flauta, se apreció una muy buena versión de la Suite Para Orquesta Nº 2  con Número 1067 del mismo catálogo BWV. Con la solvencia que siempre lo ha caracterizado, el Mtro. Barile desarrolló una labor formidable, en la que brindó una vez más la exquisitez de su sonido, su total compenetración con el estilo Bachiano y el total entendimiento con el Mtro. Bustamante y el conjunto.  A lo largo de la obra se pudo apreciar las reacciones favorables del público que colmó las instalaciones del Colón, máxime en esta época de receso invernal y con entradas gratuitas, por lo que no extrañó los aplausos entre movimientos a pesar de no ser lo recomendable en estos casos. La ovación final marcó justamente el disfrute del soberano ante la versión entregada.

 

  Como obra final se ofreció de manera íntegra la cantata “Corazón, Boca, Obras y Vida” que lleva el Nº 147 del ya mencionado catálogo. Un guiño de ojo al recordado programa dominical “La Cantata del Domingo” que el Mtro. Videla tuvo en Radio Nacional Clásica y en la que en cada emisión  comentaba la cantata que Bach había compuesto para el evangelio de ese día como parte de sus obligaciones como maestro de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig.  Desarrollada en dos partes, el tratamiento musical respecto a los textos guarda conexión con las convenciones de la época, esto es Coro en el comienzo, recitativo seguido de aria para retornar al coro en el final de la primera parte, comenzar con un aria la segunda, seguida de recitativo y otra aria y el coro nuevamente interviniendo, esta vez en el final de la página. Cuatro solistas intervienen en la misma: Soprano, Tenor, Barítono y aquí encontramos la novedad del empleo de un Contratenor en lugar de la contralto como se le escucha habitualmente.

 

  Fue de muy buen nivel la versión escuchada. El Maestro Bustamante fue un fiel traductor del estilo Bachiano con muy buenas respuestas del conjunto musical del que destaco al trompetista Yord Abregú con muy ajustadas y precisas intervenciones. La participación de la Academia Coral del Instituto Superior de Arte del Teatro, preparada y dirigida por el propio Mtro. Bustamante tuvo una muy ajustada intervención y en cuanto a los solistas destaco especialmente a la experimentada Natalia Salardino (Quién está desarrollando la especialización en Opera Barroca dentro del mismo Instituto) la que cantó con voz muy fresca y de agradabilísimo timbre. También fueron efectivas las participaciones del Tenor Norberto Miranda y del Contratenor Lucas Alvan, mientras que el Barítono Nicolás Foresti lo hizo con corrección. También estos tres últimos intérpretes  mencionados cursan la misma especialización que Natalia Salardino.

 

  La entusiasta respuesta del público motivó un bis que ya estaba preparado. Y es que el Maestro Bustamante homenajeó de la mejor manera a Mario Videla, haciendo participar al público para cantar (como en misa) el himno “Naciones todas Entonad” con el que Videla cerraba siempre estos conciertos. Nada mejor. Al recrearlo Bustamante logró que el público saliera de la sala tan revitalizado como cuando el Mtro. Videla lo hacía.

 

Donato Decina

 El viernes 19 se presentó en la Sala  principal del Teatro Colón  la Orquesta Académica del Teatro en un homenaje al primer año del fallecimiento del M° Mario Videla con un programa dedicado a J.S. Bach

Dirigida por el M°C.Bustamante contó con la presencia de Diana Lopszyc Claudio Barile y Manuel de Olaso como solistas
En primer lugar.se interpretó el Concierto para dos claves BWV 1060,considerado una de las cimas de esta serie.Aquí la orquesta es tratada con notoria relevancia en los movimientos extremos, asumiendo mayor importancia de lo habitual,a diferencia de su intervención en el movimiento central  donde acompaña con sencillos pizzicatos.Los M° De Olaso y Lopszyc dejaron oír la gran riqueza polifónica y  gama de matices de la obra en sus óptimas interpretaciones
Luego el M° Barile interpretó junto a la Orquesta la Suite para orquesta Nº 2
Las cuatro Suites orquestales de Bach siguen de cerca el modelo de la Suite francesa,tal como fue desarrollada principalmente por Lully. En su estructura incluye una Obertura y una secuencia de danzas con velocidades,
métricas y caracteres opuestos.En ellas se pudo escuchar al solista demostrando su musicalidad y virtuosismo, sobre todo el la Polonesa y en la célebre Badinierie, que bajo su aparente facilidad, guarda más de una trampa para el instrumento solista
Finalizado se escuchó la Cantata BWV 147.
Dentro de la producción de Bach se destacan una gran número de cantatas (más de 200), la mayoría de ellas de inspiración religiosa. La 147 "Herz und Mund und Tat und Leben" fue creada para la conmemoración de la fiesta de la visitación de la Virgen María. Es una de las más famosas gracias a su coral Jesu bleibet meine Freunde. El coro realizó un destacado trabajo,como así mismo los solistas.Asi la orquesta supo transmitir la especial riqueza en la instrumentación que indica la partitura,bajo la dirección del M° Bustamante,siendo destacable las intervenciones del oboe y la trompeta.Se llego al coral final,de una sencillez que desafía toda verbalización, de una de las cantatas más inspiradas de compositor.
Un merecido recordatorio a la figura del M° Videla, concierto que contó con una sala principal del Teatro repleta, que terminó con fervorosos aplausos a los artistas

                                                                                             Marta Lugo de Palacio

miércoles, 17 de julio de 2024

 Muy buena versión del Réquiem de Mozart por el Ensamble CONCENTUS


CON INSTRUMENTOS ORIGINALES, ES OTRA COSA

Martha CORA ELISEHT


Con una notable presencia de público, se llevó a cabo el segundo concierto del

Ciclo “ROMÁNTICOS Y REVOLUCIONARIOS” organizado por el Ensamble

CONCENTUS bajo la dirección de Ricardo Sciammarella el pasado martes 16 del

corriente en el Teatro Avenida, denominado “UN RÉQUIEM PARA MOZART” y que

contó con la participación del Grupo de Canto Coral dirigido por Néstor Andrenacci y

los siguientes solistas: Silvina Petryna (soprano), Sarah Migliori (mezzosoprano),

Ricardo González Dorrego (tenor) y Víctor Torres (bajo/ barítono). Al igual que en el

concierto anterior, hubo dos actores -Belén Pasqualini y Néstor Caniglia- quienes

interpretaron a Constanza Weber y a un periodista encargado de efectuarle un reportaje.

La dramaturgia estuvo a cargo de Betty Gambartes y Diego Vila, con dirección general

de Betty Gambartes.

El programa estuvo compuesto por las siguientes obras:

- Obertura del oratorio “JUDAS MACABEO”, HWV 40- Georg F. HÄNDEL

(1685-1759)

- Réquiem en Re menor, K.626- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

- Ave Verum corpus, KV 618- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

Dedicado al príncipe William August -Duque de Cumberland- con motivo de su

victoria en la batalla de Culloden en 1746, Händel decide componer su célebre oratorio

JUDAS MACABEO en ese mismo año con versos de Thomas Morell, quien, a su vez, se

basó en el deuterocanónico Macabeos (2-8), con motivos agregados de las

Antigüedades Judías de Flavio Josefo. Gozó de una inmensa popularidad desde su

estreno en 1747 y ha sido fuente de inspiración para otros compositores de la talla de

Beethoven y Mozart. Su obertura es un clásico ejemplo de obertura a la francesa y

consta de dos secciones (Largo/ Allegro), con un contrapunto característico. El

Concentus brindo una muy buena versión, con perfecto dominio de tempi y empleo de

instrumentos de época.

Tras los aplausos, el demiurgo Néstor Caniglia hizo su presentación sobre el

escenario para interpretar a un periodista dispuesto a entrevistar a Constanza Weber -

viuda de Mozart- con motivo de aclarar la verdad sobre la composición del Réquiem. En

Junio de 1791, se presentó en el domicilio del compositor un hombre vestido de negro,

que rehusó identificarse y que le encargó la composición de un réquiem.

Posteriormente, se supo que era un emisario del Conde Franz Walsegg von Suppach,

músico aficionado cuya esposa había fallecido y que quería pasar la obra como si fuera

suya. Debido a la muerte de Mozart en Diciembre de 1791, el Réquiem quedó

inconcluso, motivo por el cual, su viuda solicitó a varios de sus alumnos poder

finalizarlo y que pareciera escrito por el propio compositor. La responsabilidad cayó en


Franz Süssmayr (1766-1803), quien aceptó el encargo en 1792 y preparó una copia

limpia de la partitura de Mozart, agregando su orquestación. Actualmente, se sabe que

Mozart completó íntegramente el Introito y la mayor parte del Kyrie, Sequentia y

Ofertorium, que fueron completados y orquestados por Süssmayr. El Sanctus,

Benedictus y Agnus Dei pertenecen a Süssmayr, pero el número final (Lux Æterna)

posee la misma melodía del inicio. De esta manera, la obra se cierra con la música

original de Mozart y toma un sentido cíclico.

Sobre esta controversia acerca de la autoría de la obra, Betty Gambartes creó una

dramaturgia fantástica para dar origen al reportaje anteriormente mencionado, donde

Belén Pasqualini se lució no sólo como actriz, sino también como cantante -interpretó

las primeras líneas de la Misa en Sol mayor -, mientras que Néstor Caniglia dio vida a

un periodista incisivo y arrogante.

Tras la intervención de los actores, el Grupo de Canto Coral Buenos Aires, los

integrantes del Ensamble Concentus y los solistas tomaron su ubicación sobre el

escenario para brindar la versión original completada por Süssmayr, que posee

instrumentos originales de época (corno di bassetto en vez de oboe, fagotes vieneses y

sacabuches -especie de trombón usado en música religiosa de la época, de timbre

solemne-). Merced al gran desempeño de Ricardo Sciammarella en el podio, la labor de

los músicos fue estupenda, logrando una versión con un sonido de época que no se

escucha habitualmente. Si a esto se le suma que el ensamble cuenta con profesionales de

altísima jerarquía -algunos de los cuales son especialistas en este género-, la calidad fue

insuperable. Por su parte, el desempeño del Grupo de Canto Coral Buenos Aires fue

magnífico, con un perfecto equilibrio entre las voces, merced a la preparación de Néstor

Andrenacci -otro especialista en el tema-. Dentro de los solistas, tanto Silvina Petryna

como Sarah Migliori, Víctor Torres y Ricardo González Dorrego tuvieron una gran

noche en todas y cada una de sus respectivas intervenciones.

Tras un aluvión de aplausos y vítores, los intérpretes brindaron una hermosísima

versión de Ave Verum Corpus, motete para coro, cuerdas y órgano compuesto por

Mozart en 1791 con motivo de la celebración de Corpus Christi, que sonó bellísimo y, a

la vez, simple y sencillo. Otra nueva ovación para los intérpretes, dando cierre a un

concierto brillante. Una de las mejores versiones del Réquiem mozartiano, que permite

apreciar la belleza de la melodía original mediante el empleo de instrumentos de época.

 



Final del tercer acto de "Carmen" en la visión de Calixto Bieito. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.


 

 

A CONFESION DE PARTES, RELEVO DE PRUEBAS

 

Teatro Colón, temporada 2024. Opera: “Carmen”, basada en la novela de Prosper Merimée con libreto de Ludovic Halévy y Henri Meilhac y música de Georges Bizet.

Intérpretes: Francesca di Sauro (Carmen), Leonardo Caimi (Don José), Simon Orfila (Escamillo), Jaquelina Livieri (Micaela), Cristian de Marco (Zuñiga), Sebastián Klastornick (Dancairo), Pablo Truljchak (Remendado), Laura Polverini (Frasquita), Daniela Prado (Mercedes), Felipe Carelli (Morales), Iván García (Lilas Pastia). Coro Estable del Teatro Colón, Director: Miguel Martínez, Coro de Niños del Teatro Colón, Directora: Helena Cánepa, Orquesta Estable del Teatro Colón. Escenografía: Alfons Flores, Vestuario: Mercé Paloma, Iluminación: Alberto Rodríguez Vega. Dirección Musical: Kakhi Solomnishvili. Puesta en escena: Calíxto Bieito en reposición de Yves Lenoir. Función del 16 de Julio de 2024.

 

NUESTRA OPINION: REGULAR

 

  “Normalmente trabajo con mucha libertad, pero aquí hice lo que quise”. Esta frase textual se halla en el programa de mano página 11 dentro del artículo “En Escena” y la firma el responsable de la puesta, Calixto Bieito. Es una perfecta síntesis de lo que se vio en el escenario del Colón. Una versión libre de “Carmen” de autoría del Director Escénico, basada en este caso no en la novela de Merimée, sino a partir de la Opera de Bizet con libreto de Halevy  y Mehilac, por lo que entiendo que carece de sentido adentrarse en disquisiciones, debates, discusiones y demás sobre el respeto o no al original, si los movimientos escénicos se correspondían con la puesta tradicional o no. Yo fui a ver “Carmen” de Bizet y el Colón ofreció “Carmen” de Bieito. Entrando entonces de lleno a analizar a ésta última, encontramos un alegato contra la violencia de género (enfoque actual de Bieito  por lo que evidentemente ha actualizado el concepto de su espectáculo respecto a un cuarto de siglo atrás) en donde un atribulado Don José  culmina por descargar su odio sobre la  protagonista ante un nuevo fracaso en su vida, esta vez el definitivo, tras ser un hijo dominado por su madre,  un soldado desertor y una pareja que está a años luz de ser la ideal para El.  Al cambiar el lugar en donde transcurre la acción, en este caso Ceuta, una de las dos emblemáticas ciudades del Africa Territorial en posesión de España, desde donde en 1936 se alzó Francisco Franco contra la República, estamos hablando de otras fronteras, ya sea con Marruecos en lo geográfico, con otro tipo de vida y otro tipo de costumbres. Es una rémora de la transición de la dictadura Franquísta a la Monarquía democrática con lo que para muchos significó el “destape” español. A lo largo del espectáculo desfilarán escenas de fuerte connotación sexual,  diferentes tipos de violencia y escatológicas que culminan con el asesinato de “Carmen”.  Para el que fue a ver Carmen como en mi caso y muy a pesar de toda esta carga comentada, hemos visto puestas, incluso de realizadores nacionales en el mismísimo Colón, de corte mucho más explosivo (recuerden Beatrix Cenci) y me terminó resultando absolutamente anodina. Incluso ésto pareció trasladarse al escenario en donde algunos intérpretes parecían estar “pasando” letra.  ¿Quiénes superaron este desafío?: Jaquelina Livieri con una Micaela de impecable factura tanto  vocal como actoralmente y con total justicia la más aplaudida de la noche, la dupla Frasquita-Mercedes interpretadas por Laura Polverini y Daniela Prado, respectivamente, con total gracia y mucho desparpajo sumadas a una estupenda línea de canto en ambas y un correcto Simón Orfila en Escamillo. Otra vez más el Coro Estable se erigió en puntal fundamental de la función bajo la guía de Miguel Martínez. Un Coro de Niños al que la puesta no lo benefició en el primer acto ya que al cantar desde muy atrás se perdía el caudal y no se lo escuchaba. Desgraciadamente se desperdició a un artista de los quilates de Iván García al emplearlo como Lilas Pastia (Rol actuado). Ojalá podamos verlo pronto en roles vocales a su medida. El resto de co-primarios cumplieron en sus partes haciéndolo con absoluta corrección.

 

  La pareja protagonica a cargo de Francesca di Sauro (Carmen) y Leonardo Caimi (Don José) no estuvo a la altura del espectáculo. Vocal y actoralmente absoluta medianía en ambos. ¿Qué se puede decir cuando dos páginas sublimes como la “Habanera” y el “Aria de la Flor” son recibidas por el público con respetuosos aplausos de circunstancia?. Otro tanto le cabe a la Dirección orquestal de Kahki Solomnishvili, correcta en tempi pero absolutamente carente de matices.

 

  Donato Decina


 



Escena previa al asesinato de Carmen durante la función de estreno. Aquí sus protagonistas: Francesca di Sauro y Leonardo Caimi. Créditos.Prensa Teatro Colón, Fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.


La Carmen de Bieito


Georges Bizet – Cermen – Teatro Colon 16/07/2024

La opera Carmen, de Georges Bizet, fue estrenada en L’Opera

Comique de Paris el 3 de marzo 1875 y no fue un éxito

inmediato. De hecho, Bizet murió el 3 de junio de ese mismo año

conociendo las críticas desfavorables y no la trascendencia que

más tarde tendría su obra maestra.

Carmen es una obra tan trascendental, popular y vigente que dio

lugar a infinidad de adaptaciones en diversos géneros artísticos.

Quizás es por eso que se menciona más a “La Carmen de….” que

de “La Carmen de Bizet y sus libretistas”.

En el programa de mano de la función del Colon, aparece un

comentario firmado por Calixto Bieito, perpetrador de la puesta

en escena, que confiesa “aquí hice lo que quise”, y es una verdad

evidente pues esta fue “SU” Carmen y no la de Bizet.

Hace ya tanto tiempo que existe la discusión entre las “puestas

tradicionales” y “las puestas modernas”, que no hay nada que

agregar y cada cual tendrá su posición al respecto. Y tanto es así

de perimido el tema, que esta producción de “La Carmen de

Calixto Bieito” ya cumplió un cuarto de siglo y a pesar transgredir

la obra de Bizet, hoy resulta vieja y aburrida. El hecho de

provocar para escandalizar, perdió vigencia. Tanto nos han

provocado y escandalizado, que a estas alturas nada sorprende o

exaspera.

Pero sí, hay que reconocer algo en Calixto Bieito que ya

habíamos apreciado en su visita anterior, en el Teatro Argentino

de La Plata, en ocasión de su puesta de Pepita Jimenez de

Albeniz. A diferencia de otros registas actuales, él propone un


trabajo de marcación y movimiento escénico de acuerdo con su

estilo y visión de la obra; a diferencia de otros que solo quieren

llamar la atención en lo visual dejando de lado la labor del

Director de escena sobre la marcación actoral de los intérpretes

y el desarrollo dramático del argumento.

El nivel musical de la ejecución tampoco ayudó a levantar un

poco el nivel. El Director musical, Kahki Solomnishvili impartió

por momentos tiempos muy veloces y muy poco refinados para

el estilo de la obra.

Por otro lado, los protagonistas principales de esta Carmen se

desenvolvieron en un nivel discreto de corrección sin lograr

trascender con el canto.

Tampoco los ayudó las características de una escenografía tan

abierta que por momentos dificultaba su audición.

Hubo si, momentos interesantes como el Aria de Micaela,

cantada por Jaquelina Livieri , la mejor del elenco, con sutilezas y

expresión y el Aria de las cartas, cantada por la protagonista de

esta Carmen, Francesca di Sauro que resultó convincente.

El conjunto de cantantes que participaron en los roles

secundarios fue de un buen nivel, destacándose Laura Polverini y

Daniela Prado en los roles de Frasquita y Mercedes

respectivamente.

Buen trabajo del Coro Estable, con belleza de sonido, aunque a

veces un poco extralimitado en el volumen de ciertos pasajes.

Conclusión: Una tediosa función de la ya vieja “Carmen de

Calixto Bieito”

Roberto Falcone

martes, 16 de julio de 2024

 



Pianista con mayúsculas, Danil Trifonov agradece las ovaciones que el público del Teatro Colón le tributó a lo largo de toda su actuación en el Teatro. Créditos: Prensa Teatro Colón, fotografía del Maestro Arnaldo Colombaroli.


 El debut de un excelente pianista


Daniil Trifonov en el Colón

Teatro Colón


Lunes 15 de julio de 2024


 


Escribe: Graciela Morgenstern


 


Daniil Trifonov (piano)

Programa:

Jean-Philippe Rameau : Suite en La menor

Wolfgang Amadeus Mozart: Sonata Nº 12 en fa mayor, K. 332

Sergei Rachmaninov: Variaciones sobre un tema de Corelli, Op. 42

Ludwig van Beethoven: Sonata Nº 29 en si bemol mayor, Op. 106 “Hammerklavier”

Con un programa variado y atractivo y una sala colmada de público expectante que

esperaba su presentación, debutó en el Teatro Colón el joven pianista ruso Daniil

Trifonov. Considerado uno de los mejores del mundo en este momento, dio muestras de

que este concepto lo tiene bien ganado.

La velada comenzó con Suite en La menor, de Rameau, reemplazando el anunciado

Álbum de la juventud, Op. 39, de Tchaikovsky. Trifonov realizó un soberbio trabajo de

filigrana con esta obra del barroco francés, mostrando su perfecto dominio del instrumento

y precisión en la digitación, además de sutileza.

La primera parte continuó con una magistral interpretación que abordó la  Sonata Nº 12 en

fa mayor, K. 332, de Mozart combinando virtuosismo y sensibilidad. En todo momento

resaltó los contrastes entre movimientos con fraseo elegante y profundidad emotiva.

Cerrando esta primera parte, Trifonov abordó las Variaciones sobre un tema de Corelli,

Op. 42, de Sergei Rachmaninov, evidenciando una técnica sin quiebras y profunda en

emotividad. El pianista exhibió versatilidad y gran capacidad para abordar las diferentes

variaciones de manera fluída.

Luego del intervalo, el artista culminó su magnífica actuación con la Sonata Nº 29 en si

bemol mayor, Op. 106 “Hammerklavier”, de Beethoven, obra monumental que presenta

innumerables desafíos para el intérprete y a la que imprimió un sello propio. El joven

pianista, una vez más, puso de manifiesto su destreza técnica y una paleta de colores

emocionales que fueron desde la grandiosidad expansiva, al ritmo y la energía, y a la


melancolía de una belleza conmovedora. Ya en la fuga final, su dominio de la complejidad

contrapuntística, ejecutada impecablemente y con una fuerza arrolladora llevó el

concierto a un cierre triunfal.

Las ovación no se hizo esperar, lo que llevó a Trifonov a ofrecer cinco obras fuera de

programa, entre ellas, un tango de su propia autoría y Canción del árbol del olvido, de

Alberto Ginastera.

Un concierto para recordar. Es de esperar que se repita

CALIFICACION: EXCELENTE

domingo, 14 de julio de 2024

 


Protagonístas de "Hansel y Gretel" de Humperdinck durante la función presenciada por Martha Cora Eliseht en el Teatro Avenida. Créditos a la autora de la crítica.


Buena producción de “HÄNSEL Y GRETEL” por Opera Festival Buenos Aires


EN LOS CUENTOS DE HADAS, LAS BRUJAS SON MALAS

Martha CORA ELISEHT


En vacaciones de invierno, las óperas infantiles representan una excelente

opción para familiarizar a los chicos con el género y, de paso, crear y formar nuevos

públicos. Dentro de éstas, la más conocida y representada mundialmente es HÄNSEL Y

GRETEL, de Engelbert Humperdinck (1854-1921), basada en el cuento homónimo de

los hermanos Grimm y que se representó en el Teatro Avenida los días 6 y 13 del

corriente por la compañía Ópera Festival Buenos Aires, con dirección general y artística

de Graciela De Gyndefelt. Esta producción contó con la siguiente ficha técnica:

dirección de escena, escenografía e iluminación de Emilio Urdapilleta, vestuario de

Mariela Daga, asistencia de vestuario y maquillaje de Ana Julia Figueroa y María Luisa

Gómez Hoyos; peinado y pelucas por parte de Fabián Seguino y subtitulado de

Guadalupe Sánchez. Participaron el Coro de Mujeres y Niños del Festival, dirigido por

Damián Roger y la Orquesta del Ópera Festival, dirigida por Helge Dorsch.

Esta cronista asistió a la función del pasado sábado 13 del corriente, con el

siguiente reparto: Lidice Robinson (Hänsel), Ana Sampedro (Gretel), Virginia Lía

Molina (Madre), Luis Gaeta (Padre), Luchi De Gyndefelt (La Bruja) y Lorena Sayegh

(Hombrecito de Arena y Hada del Rocío).

Esta auténtica gema de la ópera infantil se representó en su idioma original y se

dispuso de subtitulado electrónico para facilitar su comprensión. Discípulo y asistente

de Richard Wagner, Engelbert Humperdinck ha sido un músico muy prestigioso y un

gran pedagogo, que puso la influencia wagneriana al servicio de la música popular y,

especialmente, de la ópera infantil, siendo un auténtico precursor del género. Además de

Hänsel y Gretel, compuso otros títulos tales como Cuatro Lieder para niños, La Bella

Durmiente, Los siete Geislein, Los Hijos del Rey y Sueño de Navidad. El libreto

pertenece a su hermana -Adelhaide Wette-, sobre el cuento de los hermanos Grimm. Su

estreno tuvo lugar en Weimar en 1893 bajo la dirección musical de Richard Strauss y

gozó de una enorme popularidad desde su estreno. Posteriormente, Gustav Mahler la

dirigió al año siguiente en Hamburgo y Arturo Toscanini, en 13 ocasiones entre 1901 y

1902. Se compone de tres actos, divididos por interludios orquestales donde predominan

los diferentes leitmotives característicos de los protagonistas, junto con melodías

folklóricas alemanas y danesas. El resultado es una obra maestra, con una línea

melódica exquisita que ilustra a la perfección este célebre cuento infantil.

En la presente producción, la escenografía es sumamente sencilla, pero efectiva.

El primer acto muestra la humildad en la que vive la familia (una cocina, una mesa, una

alacena y dos sillas), mientras que el segundo se desarrolla en el bosque y, en el tercero,

no faltan la casa de dulces de la Bruja -en cuyo marco se leía claramente la palabra

Hexe (en alemán, bruja)-, la jaula donde encierra a Hänsel y el horno. Los cambios de

escena se hicieron mediante la presencia de figurantes y bajada de telón entre los


diferentes actos y sus correspondientes interludios orquestales. La caracterización de los

personajes estuvo muy bien realizada, al igual que la de los niños que recuperan la vida

cuando se rompe el maléfico hechizo tras meter en el horno a la Bruja. El bien triunfa

sobre el mal, los padres se reúnen con sus hijos y hacia el final, la algarabía sobre el

escenario es total.

El maestro alemán Helge Dorsch tuvo un muy buen desempeño, teniendo en

cuenta que el foso del Avenida es pequeño para que quepa el orgánico que la obra

requiere -motivo por el cual, la percusión se situó en el palco avant-scène-. Logró que la

orquesta del Festival tuviera un buen sonido, al igual que el coro de niños y las voces

femeninas. Excelente las actuaciones de Lidice Robinson y Ana Sampedro en los roles

protagónicos, sobresaliendo por los matices vocales, la coloratura y la línea de canto,

además de la caracterización. Por su parte, Virginia Lía Molina tuvo un muy buen

desempeño como la Madre, al igual que Lorena Sayegh como el Hombrecito de Arena -

que protege el sueño de los niños cuando se pierden en el bosque- y el Hada del Rocío

cuando los despierta. Pero quien se llevó los aplausos fue Luis Gaeta, quien, una vez

más, hizo gala de su maestría, profesionalidad e histrionismo al encarnar al Padre. De

más está decir que es uno de los mejores cantantes líricos argentinos y lo demostró con

creces sobre el escenario.

El rol de la Bruja es uno de los más importantes dentro de esta ópera y lo

interpreta una mezzosoprano. En este caso, estuvo a cargo de Luchi De Gyndefelt, quien

se define como una mezzo queer; es decir, se relaciona con una identidad de género que

no corresponde con las reglas establecidas en cuanto al tema de sexualidad o de género.

Si bien su caracterización y su actuación estuvieron perfectamente bien, se notó mucho

desde el punto de vista vocal que se trata de un hombre que canta en falsete, con una

emisión sonora áspera, desprolija y -por momentos- chillona. Una pena, porque opacó

una función que era muy buena en todos los aspectos hasta su intervención.

Como en todos los cuentos infantiles, el bien triunfa sobre el mal y en la ópera

de Humperdinck, cuando los hermanos se enfrentan al maléfico poder de la Bruja, la

inteligencia y la astucia priman por sobre la maldad. En los cuentos de hadas, las brujas

son malas y puede llegar a ser peor cuando no se define.



Escena de conjunto de "Hansel y Gretel" que Opera Festival de Buenos Aires ofrece en el teatro Avenida. Créditos: Martha Cora Eliseht.


viernes, 12 de julio de 2024

 Emotiva versión del Réquiem de Verdi


          Por Jaime Torres Gómez

Continuando con las presentaciones de abono de la Sinfónica Nacional, en el

marco del 79 Aniversario del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, se

ofreció la Misa de Réquiem de Giuseppe Verdi.  

Importante ha sido la trayectoria de este coro -actualmente el segundo más

antiguo de Chile-, donde ha abarcado una importante cantidad de obras sinfónico-

corales, desde el Barroco a la música actual. Históricamente ha sido el soporte

coral de la Sinfónica Nacional, manteniendo su buen nivel. Fundamental ha sido

por décadas el apoyo de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, conjunto

profesional cuyos integrantes están vinculados al Coro Sinfónico, oficiando de

instructores de cuerda y ayudando al buen nivel del mismo.  

Luego de seis años, del todo acertado haber incluido esta Messa da Requiem

verdiana en la actual temporada de la Sinfónica, al tratarse de una magnífica obra

y de amplia popularidad, reflejado en una gran llegada de público al Teatro de la

Universidad de Chile, sede de la Sinfónica.    

De gran orgánico coral e instrumental, sigue la estructura de la misa de difuntos

católica (Requiem, Dies Irae (subdividido en nueves partes; Ofertorio, Sanctus,

Agus Dei, Lux Aeterna y Libera me), teniendo su origen en un homenaje de varios

compositores a la muerte de Gioachino Rossini (1868), adquiriendo más tarde su

actual estructura al morir el escritor Alessandro Manzoni (1873), a él dedicado. Y

sin duda, al tratarse de un Verdi maduro, plasma completo oficio composicional

con un manejo magistral en la continuidad global, más completa autoridad en

elementos estructurales como el manejo de la polifonía y del contrapunto, como un

soberbio tratamiento de timbres y colores instrumentales. En definitiva, una obra

magistral…

Su abordaje interpretativo permite amplias miradas, al ser Verdi principalmente un

compositor de ópera, aun cuando aquí se percibe una genuina (y personal) mirada

contemplativa, a pesar de su agnosticismo, aflorando, de alguna manera, su

formación inicial en la Fe, y subsecuentemente su inconsciente adhesión… A la

vez, ineludible su dimensión teatral, especialmente en todo el Dies Irae como en el

desgarrador Liberame final, planteando la interrogante de poder adquirir una

dimensión litúrgica propiamente tal. Aun así, se trata de una composición religiosa

en su más amplia significación, trascendiendo cualquier exégesis interesada…

Formidablemente dirigida por Rodolfo Saglimbeni, titular de la Sinfónica, su

lectura balanceó inteligentemente cierto carácter litúrgico sin perder de vista la

omnipresencia de un creador esencialmente de ópera, dejando fluir honda

expresividad en secciones tan interpelantes (y emotivas) como el Rex tremendae

majestatis-Recordare, del Dies Irae, como grandes logros en recogidos momentos

de contemplación como en el Agnus Dei y en el Lux Aeterna.


De los resultados, hubo atenta respuesta de los sinfónicos a las autorizadas

indicaciones de la batuta titular, con buen esmalte sonoro, balances y calibrado

ensamble general. A la vez, deslumbrante desempeño del Coro, considerando que

el Réquiem verdiano históricamente le ha sido afín, aunque en esta ocasión,

irredargüiblemente, se trató de su mejor preparación desde 1980, año que se le

viera por primera vez, y luego presenciado ininterrumpidamente con esta

agrupación. Notables resultados en brillo sonoro, diáfanas transparencias y

celebrado ajuste.

Respecto los solistas, no es fácil encontrar las voces ideales ante exigencias muy

particulares de la producción verdiana en cuanto timbres, espesores y colores. De

hecho, casi siempre ha debido recurrirse a algún cantante extranjero ante la falta

de alguna vocalidad local. De hecho, son escasos en Chile los tenores lírico-spinto

requeridos, lo mismo en el caso de las soprano, que hoy en día definitivamente

casi no se conocen localmente sopranos-spinto propias para el Réquiem de Verdi.

No obstante lo anterior, en esta oportunidad el equipo de solistas, ciento por ciento

nacional, cumplió en general satisfactoriamente. Muy buena elección del bajo-

barítono Cristián Lorca, de amplio rango y debidamente empoderado, obtuvo

formidables resultados interpretativos. Lo mismo la mezzo Evelyn Ramírez, con

pareja linealidad de canto y adecuado espesor, asimismo con mayor maduración

interpretativa respecto a su última presentación en la misma obra (2018). Notable

su “decir”, especialmente en Recordare, Lacrymosa y Agnus Dei. El tenor Patricio

Saxton, con buena proyección y garra, se vio excelente en el Ingemisco, aunque

algo inestable en el Domine Jesu del Offertorio. Y la soprano Javiera Saavedra,

de buenos medios vocales, pero inadecuada por su registro de soprano lírica,

siendo inoportuna (e irresponsable) su exposición al no poseer la vocalidad

requerida, y consecuentemente, al forzar en exceso, perdió homogeneidad de

timbre más, en momentos, con problemas de afinación. Igualmente, al tratarse de

una voz de buen material, amerita seguirle su derrotero profesional.

En suma, una versión de jerarquía y de gran emotividad del Réquiem verdiano…

miércoles, 10 de julio de 2024

 La Filarmónica en ambiciosos programas


                                                                     Por Jaime Torres Gómez

Hasta la fecha ha sido posible asistir a casi todos los conciertos de la Filarmónica

de Santiago en la actual temporada de abono del Teatro Municipal de Santiago.

Si bien el abono filarmónico es insuficiente en cantidad de presentaciones

(ocho conciertos, en comparación a los diez de antaño…), es menester ponderar

la “generosidad” de la buena música dispuesta, tanto en relevancia de obras como

a las duraciones de cada jornada, no obstante, en algunos casos, con

combinaciones un tanto burdas. Igualmente, se agradece mostrar el máximo de

repertorio posible, aunque ideal distribuirlo mejor, evitando así abultar ciertos

programas.

Puntualmente, hubo presentaciones con excesos como la Misa Solemnis de L.V.

Beethoven precedida, innecesariamente, de la Obertura Trágica de J. Brahms…, a

la vez haber juntado el Primer Concierto para Piano de J. Brahms con la Sinfonía

Alpina de R. Strauss, como la Suite del Mandarín Maravilloso de B. Bartók con

la Suite del West Side Story, de L. Bernstein. Si bien se trata de obras

notables, pero inconveniente comprimirlas en un solo programa... Empero,

se celebran sus resultados, dando cuenta de la admirable capacidad de

los filarmónicos por sacar adelante presentaciones desafiantes…

En el caso de la Misa Solemnis beethoveniana, se trató de una formidable

versión dirigida por el titular filarmónico, Roberto Rizzi-Brignoli, quien ha

liderado solventes presentaciones a lo largo de la actual temporada.

Este logro se realza ante la complejidad de una obra “extraña y revolucionaria”, al

ser un genuino “auto da fe”, con cuestionamientos internos respecto a la

misma Fe y su praxis ante la realidad del Mundo… Así, con un despliegue de una

endemoniada batería de recursos, las mayores dificultades se dan en el

tratamiento polifónico del orgánico coral, amén de inmisericordes altas tesituras

vocales, como requerimientos no menores en lo instrumental, con abruptos

giros en las progresiones expresivas.

Rizzi-Brignoli, con cabal entendimiento del entramado armónico, extrajo lo mejor

de los filarmónicos en balances, acentos y evolución

expresiva. Deslumbrante desempeño del Coro Profesional del Municipal de

Santiago, con pulido esmalte y ajuste. Formidables intervenciones

solísticas de Yaritza Véliz (soprano), Evelyn Ramírez (mezzo), Gonzalo

Quinchahual (tenor) y Matías Moncada (bajo). Y huelga insistir en

la extemporánea presencia de la Obertura Trágica brahmsiana inicial,

deslucida y descontextualizada frente a la gran versión de la Misa

beethoveniana…  


La siguiente presentación, a cargo de Pedro-Pablo Prudencio (Director

Residente de la Filarmónica), contempló el Primer Concierto para Piano de J.

Brahms junto a la Sinfonía Alpina de R. Strauss, sin duda una apuesta

riesgosa por la gran duración y complejidad de sendas obras.

Luego de varios años de ausencia en el Municipal, regresó el destacado pianista

chileno Gustavo Miranda (Premio del Círculo de Críticos de Arte de Chile 2023),

en esta oportunidad para el concierto brahmsiano. Con pleno entendimiento

del pathos interno, Miranda construye una interpretación con grandes méritos en

la construcción de atmósferas -notables transiciones de lo amable a lo

desgarrador-, con una galería de detalles en total correlato. Con diáfana digitación

y aplomo, se destaca un sereno inicio más completa precisión de los trinos en el

primer movimiento, como una profunda exposición del segundo, y completa

claridad de voces en los pasajes fugados del último. Y la alada

batuta de Prudencio proveyó un inmejorable marco idiomático junto a

los filarmónicos.

Con una esperada Sinfonía Alpina de Richard Strauss finalizó esta jornada

filarmónica, a cargo de Pedro-Pablo Prudencio. Cabe señalar la larga ausencia de

esta atractiva obra straussiana -en el tiempo-, con no más de tres ocasiones

hecha en Chile, recordándose vivamente las versiones de Gabor Ötvös con

la Filarmónica y luego con David del Pino con la Sinfónica. Luego, al ser

programada en los años 2005 y 2018, a último momento fueron canceladas…

pudiendo ahora concretarse.

Y como buena pieza de R. Strauss, la Alpina (en rigor, “Una Sinfonía Alpina”, “Eine

Alpensinfonie”…) obedece al género “poema sinfónico” del cual este compositor

fue un gran exponente, asimismo representa uno de sus trabajos

más virtuosísticos en lo orquestal. Gran versión firmada por Pedro-Pablo

Prudencio, con musicalidad a borbotones… Encomiable visión del todo y a la vez

puntilloso en auscultar detalles que ayudaron a recrear el relato del “alpino

viajero”. Formidable respuesta de los filarmónicos en ensamble y calidad de

sonido. Sin duda, una versión triunfal…

Finalmente, muy esperado regreso a la Filarmónica de Helmuth Reichel Silva,

talentoso director chileno radicado en Alemania. Con

un programa definitivamente inadecuado en la relación (y combinación) de las

obras, empero, los resultados fueron de excelencia por parte del abordaje

interpretativo como de una respuesta de gran nivel de los filarmónicos.

Incomprensiblemente iniciando con la Suite del ballet “El Mandarín

Maravilloso” de Béla Bartók -obra de compleja temática-, resultaba lógico

disponerla al final del programa. Con una inmisericorde exigencia a todas las

secciones, exige un acabado nivel de preparación. Reichel Silva, con celebrada

solvencia, ofreció una desgarradora versión con acertadas transparencias,

empáticos tempi y neurálgicas progresiones expresivas.


Con radical giro estético y de carácter, se continuó con la Raphsody in Blue, de

George Gershwing, adhiriéndose al centenario de su estreno. Escasamente

ofrecida localmente, encomiable haber programado esta popular pieza que fusiona

estructuras de la música de tradición escrita con efectos jazzísticos. De solista -

con un tardío debut en la Filarmónica-, se contó con el formidable pianista nacional

Danor Quinteros, demostrando completa afinidad con la obra. Con un idiomático

enfoque, más deslumbrante técnica y consumada musicalidad, Quinteros

desarrolla una eficaz interpretación con magníficos fraseos (celebrado legato en

las frases), y certera intuición en el manejo de los contrastes y transparencias.

Reichel Silva, con cabal comprensión, siguió magistralmente al autorizado solista

junto a una entusiasta Filarmónica, a pesar del accidentado popular glissandi

inicial del clarinete…

La segunda parte, y nuevamente sin entender la relación de las obras, consultó

notables versiones de la Rapsodia Española, de Maurice Ravel, y las Danzas

del West Side Story, de Leonard Bernstein, obteniendo resultados de gran

jerarquía de los filarmónicos junto a un empoderado Reichel Silva, dando cuenta

de absoluta versatilidad en variopintos repertorios. Deslumbrantes resultados en la

Rapsodia Española en calidad de sonido -esfumado y esmaltado- como una

magistral administración de los matices y rubatos. Asimismo, con soltura, Reichel

Silva dominó una versión sin efectismos aunque de gran sustrato en West Side

Story, justripreciado ante una rotunda ovación del numeroso público.

domingo, 7 de julio de 2024

 

UN ESTUPENDO SOLISTA

 

Teatro Colón, temporada 2024. Noveno concierto de abono del ciclo a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director Chungki Min. Solista: Richard Alonso Díaz (Tuba). Programa: Obras de Schubert, Vaughan Williams y Richard Strauss. 06de Julio de 2024.

 

NUESTRA OPINION: BUENO.

 

  Lo mejor y lo más importante de este concierto, que hace que en el balance final haya sido bueno, ha sido la presencia de Richard Alonso Díaz, intérprete de tuba oriundo de Colombia que integrara justamente la Filarmónica y, en paralelo, la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. Establecido hoy en Qatar, de muy sólida formación musical, fue el intérprete perfecto para el Concierto para Tuba y Orquesta de Ralph Vaughan Williams, obra compuesta en 1954 para los festejos de la Orquesta Sinfónica de Londres, la  que transcurre dentro de los cánones de la música inglesa, esto es, temas de enjundia, movimiento central que es un andante de neto corte post-romántico y un magnífico rondó-allegro de plena vivacidad. Convocado para interpretar por primera vez esta obra en el Colón con motivo del año internacional consagrado  a su instrumento, Alonso Díaz (quién lo estrenó en Argentina con la misma Filarmónica pero con la dirección de Yeni Delgado  en la Usina del Arte) tuvo plena musicalidad, dominio total del muy buen instrumento con el que  interpretó la obra, expresó muy bien los temas que integran esta página y expuso todos los matices para realzar el colorido de este noble concierto. El acompañamiento brindado por el maestro Min y los Filarmónicos fue estupendo de punta a punta, estableciéndose un perfecto diálogo solista-director-orquesta. El nutrido público que desafiando las inclemencias climáticas se dio cita en el Colón, tributó cálidos aplausos al solista, el que agradeció interpretando a dúo con quién fuera hasta hace muy poco su compañera de trabajo, la arpista Alina Traine una versión para tuba y arpa de una Sarabanda de Bach expuesta por ambos de manera exquisita.

 

  Tras este concierto completó el programa una correcta versión del poema sinfónico “Don Juan”, Op. 20 de Richard Strauss en donde se destacaron las labores de Pablo Saraví (quién retornó a la Filarmónica como Concertino Invitado cubriendo al titular, Xavier Inchausti, en la rotación que le corresponde, ya que el cargo de Concertino Adjunto en el que Saraví estuvo hasta el momento de retirarse permanece aún vacante), Claudio Barile en Flauta, Mariano Rey en Clarinete,  Natalia Silipo en Oboe y la hilera de Cornos capitaneada por Fernando Chiappero. Min condujo correctamente al conjunto más allá una cierta ampulosidad de movimientos que en el final le jugaron una mala pasada, ya que al descender del podio se hizo visible que había padecido una contractura muscular que le impedía desplazarse a pleno sobre el escenario y que en los primeros momentos tuvo al público expectante y  en zozobra.

 

   El concierto se inició con una muy discreta versión de la Sinfonía Nº 3 de Franz Peter Schubert en la que Min guió con corrección, pero carente de matices e ideas interpretativas.

 

Donato Decina

viernes, 5 de julio de 2024

 


Diferentes instantes del concierto brindado por el Coro Polifónico Nacional el oasado día Miércoles 03 de Julio en el Auditorio Nacional.









Espléndido concierto con obras de Fauré por el Coro Polifónico Nacional en el CCK

MUCHO MÁS QUE UN MERECIDO HOMENAJE

Martha CORA ELISEHT

El 2024 es un año donde se rinde homenaje a compositores ilustres de la música
clásica y la ópera con motivo del bicentenario de su nacimiento (Anton Bruckner) o
sesquicentenario de su natalicio (Arnold Schönberg). Además de cumplirse el
centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini, durante el transcurso del corriente año
también se conmemora el de Gabriel Fauré (1845-1924), motivo por el cual se realizó
un concierto en su homenaje a cargo del Coro Polifónico Nacional el pasado miércoles
3 del corriente en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK) bajo la
dirección de Antonio Domeneghini. Participaron como solistas la soprano Laura
Delogu, el barítono Alejandro Spies y, como pianista y organista acompañante, Claudio
Santoro para ofrecer el siguiente programa:
- Pavana en Fa sostenido menor, Op.50 (sobre texto de Robert Montesquiou-
Fézensac)
- Cantique de Jean Racine, Op.11
- Réquiem en Re menor, Op.48 (versión para solistas, coro y órgano)
El concierto se dividió en dos partes: en la primera parte, la mitad de los integrantes
del Polifónico cantó la mencionada Pavana en Fa sostenido menor y luego, la otra
mitad ingresó al escenario del Auditorio Nacional mientras el resto se iba retirando para
interpretar el Cantique de Jean Racine. Ambas obras fueron acompañadas
magistralmente por Claudio Santoro al piano. La Pavana, Op.50 fue compuesta
originalmente para pequeña orquesta en 1887 y dedicada a la condesa Elisabeth
Greffulhe, famosa por su belleza y elegancia. Precisamente, fue ella quien le sugirió que
compusiera un texto para coro mixto a 4 voces. Inmediatamente, Fauré se contactó con
su primo -Robert Montesquiou- Fézensac-, quien compuso el texto que hoy se conoce.
El estreno de esta versión tuvo lugar durante un concierto de la Societé Nationale en
1888 y ha servido como fuente de inspiración para diversos compositores; entre otros,
Maurice Ravel, cuya Pavana para una infanta difunta está basada en la homónima de
su maestro (Ravel era alumno de Fauré en el Conservatorio de París). El Polifónico
estuvo muy bien preparado, con un perfecto equilibrio entre las voces y la versión se
caracterizó por ser precisa y exquisita.
A diferencia del Réquiem y la Pavana, el Cantique de Jean Racine, Op.11 es una
obra de juventud sobre la paráfrasis del himno pseudo ambrosiano “Verbe égal au Très-
Haut”, escrita por Racine (1639-1699) para los maitines del martes (Consors paterni
luminis). Fauré la compuso entre 1864 y 1865 cuando todavía era estudiante en la École
Niedermeyer a los 19 años y ganó el primer premio. Su estreno tuvo lugar al año
siguiente y se inicia con un canon a 4 voces (bajos/ tenores/ altos/ sopranos), donde el
coro puede estar acompañado por el piano o el órgano. En este caso, se utilizó el piano y

la intervención del Coro también fue magistral; sobre todo, en los pianissimi, con un
gran desempeño.
El plato fuerte del concierto fue el Réquiem en Re menor, op.48 (“Petit
réquiem”), compuesto cuando el músico se desempeñaba como organista de la Iglesia
de La Madéleine en París en 1887 y estrenado en dicho templo en 1888. Posteriormente,
la obra sufrió una evolución que duró 13 años y se publicó su última revisión en 1900
con las siete partes que lo componen (Introit et Kyrie/ Offertoire/ Sanctus/ Pie Jesu/
Agnus Dei/ Libera me/ In Paradisum). La genialidad de Fauré consiste, precisamente,
en omitir el Dies Irae de este tipo de misa y añadir el responsorio In Paradisum,
proveniente del oficio de difuntos. Por lo tanto, desaparece el horror apocalíptico de la
ira de Dios y ofrece una visión más plácida del reino de los cielos, lo que le brinda un
toque mucho más romántico.
Con respecto de su obra, el compositor escribió lo siguiente: «Se ha dicho que
mi réquiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado "un
arrullo de la muerte". Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz
liberación, una aspiración a una felicidad superior, antes que una penosa experiencia.”
…” quizás también he querido yo escapar del pensamiento más habitual, ¡después de
tantos años acompañando al órgano servicios fúnebres! Me lo sé todo de memoria. Yo
quise escribir algo diferente». Originalmente, se compuso para órgano, coro, violines,
timbales y arpa, pero en la presente versión, el órgano Kreis brindó el marco de
majestuosidad que un Réquiem necesita. El acompañamiento de Claudio Santoro fue
sublime, al igual que todas y cada una de las intervenciones del Coro. Por su parte,
Laura Delogu brindó una angelical versión del Pie Jesu merced a su muy buen dominio
de los pianissimi, mientras que Alejandro Spies puso su voz al servicio de la melodía en
el Offertoire y Libera Me de manera celestial. De más está decir que Antonio
Domeneghini posee un profundo conocimiento de la obra, logrando una versión que
será recordada por su excelencia y calidad debido al ensamble perfecto entre solistas,
coro y acompañamiento. La ovación de aplausos y vítores fue unánime, pese a que no se
contó con una afluencia masiva de público.
Durante el transcurso del concierto, sucedieron dos eventos: se dedicó en homenaje
a la memoria del maestro Guillermo Opitz -fallecido recientemente- y tuvo lugar la
despedida del bajo Adolfo Mughdessian con motivo de su jubilación, quien fue
largamente aplaudido por parte de sus compañeros. Ha sido una de las mejores
versiones que una pudo apreciar de este célebre Réquiem y mucho más que un simple
homenaje a uno de los grandes compositores que Francia ha brindado a la humanidad,
auténtico exponente del romanticismo tardío.

 A Continuación, secuencia fotográfica realizada por Martha Cora Eliseht con la progresión escénica para la interpretación de la Obra de Alejandro Iglesias Rossi













Espectacular concierto de la Sinfónica Juvenil Libertador Gral. San Martín en el CCK

ENTRE ESTRENOS Y RESCATES, LOS CHICOS CRECEN
Martha CORA ELISEHT

“Una imagen dice más que mil palabras”. Este viejo aforismo periodístico
cobra más vigencia que nunca para poder describir la experiencia que una vivió en el
concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil “Libertador General San
Martín” el pasado jueves 4 del corriente en la Sala Sinfónica del Centro Cultural
Kirchner (CCK), donde el mencionado organismo se presentó en forma conjunta con el
Ensamble Vocal Siglo XXI, dirigido por Miguel Pesce y la Orquesta de Instrumentos
Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la Universidad Nacional de Tres de Febrero
(UNTREF) bajo la dirección de Lucía Zicos para brindar el siguiente programa:
- “Itinerarium Peregrinationis” (Cánticos de traición y redención) (estreno
mundial)- Alejandro IGLESIAS ROSSI (1960)
- Sinfonía n°2- (partitura cedida por la Asociación Argentina de Compositores)-
Celina KOHAN de SCHER (1931-2015)
- Sinfonía n°7 en Fa menor- Emilie MAYER (1812-1883)
Al entrar a la Sala Sinfónica, una se quedó sorprendida al ver la escenografía que se
muestra en las fotografías que acompañan esta nota y la abundante cantidad de
instrumentos autóctonos -principalmente, de percusión- sobre el escenario.
Posteriormente, tras los anuncios de la locutora, los músicos de la Libertador Gral. San
Martín fueron tomando posición en el escenario, mientras que los pertenecientes a la
Orquesta de Instrumentos Autóctonos de la UNTREF lo hicieron vestidos de monjes y
soldados otomanos, y los coreutas del Ensamble Vocal XXI, de cruzados.
Seguidamente y, ante la ausencia de programas de mano, Lucía Zicos hizo su
presentación sobre el escenario para explicar las obras comprendidas en el programa. La
primera de ellas fue compuesta por Alejandro Iglesias Rossi para celebrar el 20°
aniversario de la creación de la Orquesta de Instrumentos y Nuevas Tecnologías de la
UNTREF y se presentó en calidad de estreno mundial. Itinerarium Peregrinationis
narra una historia de traición y redención entre tres personajes históricos de diferentes
religiones: Ricardo Corazón de León (cristianismo), Saladino (islamismo) y
Maimónides (judaísmo). Al regresar de las Cruzadas, Ricardo Corazón de León es
tomado prisionero y despojado de su corona. Pese a ser su enemigo, el sultán Saladino
le ofrece a su médico personal -Maimónides- para que cure sus heridas en combate. A
partir de allí, nace una profunda amistad entre los tres hombres, representada por un
cántico que posee elementos de las tres religiones. La orquestación es profusa, con
órgano, abundante percusión, cuerdas, instrumentos autóctonos en gran proporción
(tambores y bombos de diferentes tamaños, bombo legüero, cajas, cahschas (sonajero de
pezuñas) y otros). Se inicia con un tutti a cargo de la percusión y cadenas hasta la
entrada del lamento árabe, donde Ricardo Corazón de León hace su presentación
cantando en francés antiguo. Mientras tanto, el coro vocaliza mientras cantan dos voces

femeninas. Los graves en trombones y tuba unidos al sonajero de pezuñas anuncian la
captura del rey inglés, quien canta un lamento acompañado de clarinetes y fagotes. Dos
actores encarnan a Saladino y Maimónides, quienes hacen su presentación mediante una
fanfarria a cargo de los cornos. Posteriormente, le devuelven sus atributos al rey-
anunciados por un poderoso tutti orquestal- seguido por el coro, donde se interpreta el
cántico de redención que reúne elementos de las tres religiones. La producción se logró
en cooperación con las Escuelas de Educación Artística de la Ciudad de Buenos Aires,
el organista Miguel Maturo, la Escuela de Gong Terapia, Tawa Movimiento, la
Licenciatura en Música Autóctona, Clásica y Popular de América; la Maestría en
Creación Musical, Nuevas Tecnologías y Artes Tradicionales; Escuela Loto Blanco,
Medievalcon y el CIDEM- UNTREF. Aproximadamente, se estima que participaron
más de 200 artistas en escena entre músicos, cantantes y figurantes. La puesta en escena
y la coreografía estuvieron a cargo de Susana Ferreres y el resultado fue espectacular,
pese a su breve duración. Una marcación con entradas muy precisas por parte de Lucía
Zicos y un gran desempeño de todos los intérpretes lo hicieron posible. El público la
recibió calurosamente con un aplauso sostenido.
La Sinfonía n°2 de Celina Kohan de Scher se estrenó en el Teatro Colón en 1983 por
la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y, curiosamente, nunca más se volvió a tocar
hasta la presente versión, cuya partitura fue cedida por gentileza de la Asociación
Argentina de Compositores. Consta de tres movimientos: Allegro/ Adagio/ Rondó-
allegro y posee numerosas influencias de la Sinfonía n°5 de Beethoven y su homónima
de Gustav Mahler -las cuales, a su vez, inspiraron a John Williams para componer La
Guerra de las Galaxias-, aunque también pueden apreciarse atisbos de Nino Rota en el
movimiento final. La orquesta le imprimió su sello propio, logrando un excelente
sonido -particularmente, en la fanfarria del movimiento inicial, a cargo de las trompetas
y la tuba-. También se destacaron las maderas en el movimiento final. Ha sido un
acierto poder volver a escuchar esta obra de una compositora vernácula tras 41 años de
olvido.
Emilie Mayer fue una compositora alemana muy prolífica, que vivió prácticamente
en la misma época que Wagner y cuyo estilo se encuadra dentro del romanticismo
vienés. Su producción comprende 8 sinfonías, un concierto para piano y orquesta,
numerosas obras de cámara, lieder y una ópera (Die Fischerin). Lamentablemente, su
música cayó en el olvido y recién ahora se están recuperando muchas de sus obras. Su
sinfonía n°7 en Fa menor fue compuesta entre 1855 y 1856, pero se estrenó recién en
1862. Consta de 4 movimientos (Allegro agitato/ Adagio/ Scherzo/ Finale) y está escrita
en forma de sonata a la usanza clásica. Pese a que se la conocía como “la Beethoven
con faldas”, su estilo de composición remeda más la línea melódica de Schumann, con
numerosos contrapuntos entre maderas, cuerdas y metales. Dentro de este último grupo
de instrumentos, los cornos de la Gral. San Martín sonaron impecables en los solos y en
todas sus intervenciones, al igual que los solos de trombón en el 2° movimiento. La
marcación e interpretación de Lucía Zicos se vio correspondida por una perfecta
interpretación por parte de los músicos, logrando un excelente resultado.
A menos de dos meses de su primera gira internacional por Japón, la Orquesta
Sinfónica Juvenil Gral. San Martín es un orgullo nacional y lo demuestra en cada
concierto. Su crecimiento profesional es extraordinario y es capaz de abordar un

repertorio complejo. En este caso, entre estrenos y rescates de obras inéditas o de
compositoras nacionales injustamente olvidadas.