domingo, 29 de septiembre de 2019




EL REENCUENTRO CON UNA SALUDABLE COSTUMBRE

CCK- Ciclo de Visitas Internacionales en Colaboración con el Mozarteum Argentino. Concierto Sinfónico Didáctico. Presentación de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, Director: Gustavo Gimeno. Narradora: Ana Hernández-Sanchíz. Programa: Antonin Dvorak: Sinfonía Nº 9 en Re menor, Op. 95 “Del Nuevo Mundo”. Auditorio Nacional, 29  de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  La acción mancomunada del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos junto al Mozarteum Argentino, posibilitó el retorno de las presentaciones con entrada libre y gratuita de las orquestas extranjeras que vienen a presentarse para la segunda entidad mencionada en sus ciclos de abono. Si tenemos en cuenta que entre otras lo hicieron la Filarmónica de Nueva York con Zubin Mehta, la Orquesta Nacional de Francia con Lorin Maazel, los miembros de la West Eastern Divan Orchestra junto a Daniel Barenboim, la Orquesta Sinfónica de Viena con Gennady Rozhdestvensky, la Sinfónica de Bamberg con Witold Rowicki o la Filarmónica de Dresde con Michel Plasson, estamos hablando de agrupaciones y directores de renombre mundial a los que los argentinos tuvimos el inmenso privilegio de escuchar y que aquellos que no tenían posibilidad de acercarse al Colón a escuchar sus respectivos conciertos, sea al aire libre, en el Luna Park, en alguna iglesia o en el Opera (algunas veces en los Conciertos del Mediodía), tuvieron esa posibilidad que jamás se desaprovechó. En esta oportunidad fue el Auditorio Nacional del CCK  el espacio anfitrión y el formato fue el de una actividad didáctico-musical que ya se puso en práctica a través de Ntra. Sinfónica Nacional, con la colaboración de Ana Hernández-Sanchíz, una artista multidisciplinaria española: explicar una obra sinfónica, en este caso la Sinfonía Nº 9 “Del Nuevo Mundo”  de Antonin Dvorak, actuando como interprete la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, la que se presentará en el día de mañana en el Colón para el Mozarteum bajo la guía de su titular, el español Gustavo Gimeno.

  Hernández-Sanchíz es una excelente narradora, sabe comunicar e interactuar con el público e interesarlo, contándole para ello la historia de cómo fue compuesto por Dvorak este trabajo, ofrecer ejemplos musicales con la sólida participación de los instrumentistas del conjunto Luxemburgués, posibilitando de este modo el conocer con mayor profundidad una obra tan conocida.

    Si bien no se interpretó por completo la partitura ya que se ofrecieron los fragmentos principales de los dos primeros movimientos junto a un pequeño pantallazo del tercero, lo ofrecido en la totalidad del cuarto movimiento nos mostró a un conjunto de excepción con el reconocido sonido de la cuerda europea ( el trío de cuerdas previo al final del segundo movimiento fue sencillamente increíble), la distinción de todos sus sectores y el muy buen enfoque de Gustavo Gimeno que llega hasta el fondo de la partitura. El público, que llenó la platea del Auditorio Nacional (se vieron familias con niños y, lógicamente, mayoría de adultos), retribuyó con una gran ovación  a esta estupenda actuación, lo que motivó un bis por parte de la agrupación visitante, un muy buen arreglo de “Libertango” de Astor Piazzolla en donde lució la percusionista Beatrice Daudin interpretando el redoblante con escobillas, para marcar el ritmo con una sutileza envidiable, por lo que no dudo en señalar que quien pueda, asista mañana al Colón a escucharlos junto al muy buen violinista Julian Rachlin y disfrutar de fondo de la Primera Sinfonía de Brahms , la que puesta en estas manos puede convertirse en un acontecimiento excepcional.

Donato Decina

viernes, 27 de septiembre de 2019




DESCARNADA Y CONTUNDENTE

Teatro Colón, temporada 2019: decimocuarto concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y segundo concierto del Ciclo “Colón Contemporáneo”, Director: Wolfgang Wengenroth. Opera: “El Baile” en un acto y cinco escenas con música de Oscar Strasnoy y libreto de Matthew Jocelyn, basado en la novela de Irene Nemirovsky. Intérpretes: Sabrina Cirera (Rosine, la madre), Laura Pisani (Antoinette, su hija), Carlos Ullán (Alfred, el padre), Marisú Pavón (Isabelle, la profesora de piano), Alejandra Malvino (Miss Betty, la institutriz), Víctor Torres (Georges, el mayordomo). Dirección Escénica y Video; Matías Feldman. Ilustraciones: Hermenegildo “Menchi” Sabat. Teatro Colón, 26 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  En menor medida a lo que aconteciera 48 horas antes en el Teatro Coliseo en ocasión de la presentación del conjunto barroco español “La Folía”, durante el transcurso de la versión con semi-montaje escénico con la que se estrenó “El Baile” de Oscar Strasnoy, un sector del público (afortunadamente mucho menor que el martes anterior) se incorporó de sus butacas y abandonó la sala. La cercanía de ambos hechos y los puntos de contacto que la música actual tiene con el barroco me han hecho reflexionar acerca del porqué de  la actitud del sector del público que se retiró en ambas manifestaciones artísticas. El resultado es concluyente: la negación. Negación ante lo cotidiano. Negación a aprender de la historia. No tolerar que se nos muestren  (aún puestas en música) situaciones de la vida diaria que de algún modo nos rozan o afectan.  En todo caso es preferible la banalidad o todo aquello que signifique previsibilidad y no transgreda. Eso se pone de manifiesto en: Rutina, ya sea repertorio tradicional sinfónico u operístico. Apenas  Bartok, Ravel o Debussy en ambos géneros, hasta algo de Britten en ópera, pero no más de ahí. Entonces cuando sobrevienen propuestas como las de Luciano Berio o esta de Strasnoy, en donde es opera, en donde el tratamiento es disonante, pero donde la voz actúa como hilo conductor y donde hay ingenio, mordacidad y sutileza y el argumento es tan verísta como “Cavallería Rusticana”, pero más cercano aún a Ntros. días, sobreviene el rechazo. Y es ahí en donde con la base de la novela corta de Irene Nemirovsky y la muy buena adaptación de Matthew Jocelyn, el tratamiento musical que Oscar Strasnoy emplea, golpea fuerte al espectador, actúa de manera maravillosamente irreverente hasta lograr la reacción de ese sector que no soporta ver la realidad de todos los días. ¿Y que podemos decir entonces de la forma barroca con la que tracé al comienzo la comparación?:  resistir a concentrarse, resistir a pensar, resistir también a bucear en el origen y la forma pues al fin y al cabo de ahí partieron todos los demás, incluidos los contemporáneos que citan y construyen a partir de esos sonidos y estructuras.

  París. Una familia de religión judaica ha ascendido en su posición social. La esposa quiere codearse con el “tout” y para eso nada mejor que ofrecer un baile en donde seleccionará a los invitados entre los cuales pueden haber potables candidatos para novios de su joven hija. Esta junto a su institutriz escuchan la idea de boca de la mujer. La joven se ilusiona de inmediato con el acontecimiento pero de inmediato la madre le dice que no habrá lugar para ella en la fiesta. Junto a su esposo comienzan a ordenar las invitaciones, pero ocurre que han bebido y no están en la mejor forma para hacerlo por lo que es la hija quien redacta las esquelas. La institutriz recibe la instrucción de despacharlas, pero durante la ausencia de sus patrones aprovecha a mantener una relación informal con el criado de la familia. Esto es descubierto por la joven hija y para descomprimir la situación, la institutriz le pide a la muchacha que sea ella quien despache esa preciada correspondencia. Tanto oprobio provoca que la joven vaya, primero inconscientemente y luego deliberadamente perdiendo las esquelas hasta quedarse sin ninguna encima por lo que nunca se recibirán las invitaciones. Los preparativos se acrecientan, la escena la completa una prima de la mujer, profesora de piano que imparte lecciones a la muchacha y que, invitada de oficio, será la única persona que asista al convite. Llegan los músicos, el servicio, se recuerdan las reglas de urbanidad y buenos modales, todo preparado pero los invitados jamás llegarán. La prima comenzará a burlarse y analizar las cosas desde la óptica de quien lo mira desde afuera y la mujer estallará de furia, hasta alcanzar con la misma a su marido a un nivel tal que el hombre se marcha de la casa no sin antes reprocharse mutuamente las miserias con su mujer (posición económica, ascenso social viniendo de la nada y todo lo que Ud. Se imagina). El final mostrará a una joven arrepentida, la que aún sin confesar su venganza sostiene y contiene a su infeliz madre.

  La partitura es contundente, describe esa atmosfera opresiva y lúgubre. La orquestación es densa, pero nunca habrá momentos en “tutti” o “fortes” en exceso. Casi un “guiño” a Berio es la inclusión del momento “Klezmer” del tercer movimiento del “Titán” de Mahler (El funeral del cazador), cuando el Italiano incluyó momentos del tercer movimiento pero de la sinfonía siguiente (Resurrección) del propio Mahler en su propia sinfonía. También incluyó la presencia en el fondo de la platea de una pequeña formación Jazzistica para el momento del frustrado baile. La tarea de Wolfgang Wengenroth no pudo ser más sobresaliente. Plasmó toda la idea de Strasnoy y la llevó de modo admirable con una Filarmónica estupenda de punta a punta. La realización escénica de Matías Feldman incluyó desplazamientos de los interpretes vocales por delante de la orquesta, proyección de notas escritas a mano que permitieron a los espectadores seguir más de cerca  la trama y escenas filmadas con los protagonistas vocales que acentuaron el tono satírico sumados a dibujos estupendos del inolvidable Hermenegildo “Menchi” Sabat referidos a la escena (Uno solo ya de por sí es contundente: el de un reloj de pared  que marca la hora del baile  y se va desdibujando porque la tinta se corre en la hoja). En el aspecto vocal, la homogeneidad y competencia del elenco fue absoluta. Desde Víctor Torres y su impecable mayordomo. Marisú Pavón dando vida a la prima y profesora de piano que se encargará de quitar la máscara de falsedad que envuelve a la familia. Alejandra Malvino en la institutriz y amante con una solvencia vocal y actoral admirable. Carlos Ullán como el esposo, quien termina coqueteando con la prima de su esposa frente a los delirios de esta. Y llegamos al nudo central: Laura Pisani en la estupenda composición de la hija, desde la travesura a la mortificación y Sabrina Cirera erigiéndose en el eje del espectáculo con una criatura que va en un segundo de la euforia a la depresión al naufragar y sobrellevar la angustia solo con la compañía de la hija.

  ¿Será que hubieron muchos presentes que se vieron reflejados y por eso escaparon como Alfred en la trama?

Donato Decina


Estreno de “EL BAILE” de Oscar Strasnoy en el Colón

CUANDO SE MUESTRA LO QUE MÁS DUELE
Martha CORA ELISEHT

            El pasado jueves 26 del corriente se produjo el estreno de la ópera “EL BAILE” del compositor argentino Oscar Strasnoy en el Teatro Colón, en forma conjunta entre los Ciclos “Colón Contemporáneo” y el Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en versión de concierto, bajo la dirección de Wolfgang Wengeroth y la participación de los siguientes cantantes: Sabrina Cirera (Rosine), Laura Pisani (Antoinette), Marisú Pavón (Isabella, la Profesora de piano), Alejandra Malvino (Betty, la institutriz), Carlos Ullán (Alfred) y Víctor Torres (Georges, el mayordomo). La dirección escénica y la proyección de video estuvieron a cargo de Matías Feldman, con ilustraciones del recordado dibujante Hermenegildo Sábat.
            Compuesta en 2009, la obra de Strasnoy cuenta con libreto de Matthew Jocelyn y está basado en la novela homónima de Iréne Némirovsky, que narra los pormenores de una familia judía disfuncional, de origen mediocre, que decide ofrecer un baile e invitar a personalidades de la nobleza y la aristocracia para aparentar su condición de nuevos ricos. Sin embargo, todos tienen algo que ocultar. A medida que transcurre la obra, el oscuro pasado de los protagonistas va saliendo a la luz. En el caso de Rosine, ha dado a luz a una hija fuera de los cánones del matrimonio (Antoinette) con un hombre al cual desprecia, pero no le quedó otro remedio que casarse con él. A su vez, Alfred (padre de Antoinette y esposo de Rosine) sospecha de su esposa, pero no se atreve a enfrentarla, mientras que Antoinette   desprecia a sus padres, a quienes considera unos mediocres idiotas. El mayordomo (Georges) sabe vida y obra de cada uno de ellos y los extorsiona. A su vez, este último mantiene un romance secreto con Betty (institutriz de Antoinette), quien es, a su vez, aliada de la adolescente en contra de su madre. El círculo familiar se completa con la tía Isabelle (la profesora de piano), quien tiene una mala relación con  Rosine y que será el detonante que hará explotar al núcleo familiar durante el mencionado baile.
            Desde el punto de vista argumental, es una obra donde se muestran las miserias humanas en su máxima expresión. Rosine representa la típica iddische mame que comanda la familia y hace que todo el mundo baile a su compás. Es quien decide organizar el baile para aparentar su condición de nueva rica y decidir no sólo lo que se va a servir haciendo alarde de derroche, sino además, buscar un pretendiente para Antoinette, a quien le pide que redacte las invitaciones para la fiesta por su impecable caligrafía. No duda en convocar a la aristocracia local y a un tal G-E-L-D (dinero, en alemán), que se supone ser un millonario. Pero cuando le niega a su propia hija el ir al baile, Antoinette decide vengarse del desprecio materno destruyendo las invitaciones para el evento en vez de enviarlas por correo. Los padres muestran su mediocridad y su falta de diplomacia, que se traduce en la música y en las caricaturas de Sábat. Con respecto a la proyección de video, es un recurso muy bien empleado, ya que permite comprender mejor el argumento y cómo se van armando las relaciones entre los diferentes protagonistas. Finalmente, la venganza de Antoinette surte efecto, ya que la única que concurre puntualmente es la profesora de piano Isabelle, quien les hace ver a todos la realidad: el baile resultó un rotundo fracaso. Desesperada ante las circunstancias e incapaz de soportarlo, la enfurecida Rosine echa a todos. Al final, las miserias humanas salen a la luz y se muestran en su máxima expresión. 
            Si bien es una obra interesante desde el punto de vista argumental, no sucede lo mismo desde el punto de vista musical. La atonalidad típica de la música contemporánea no es del agrado de quien escribe, con excepción de algunas cosas: por ejemplo, la escena del baile abre con la misma melodía que se escucha al inicio de la obra, para luego continuar con inserts de música kletzmer, fragmentos del 3° movimiento de la Sinfonía n° 1 (“El Titán”) de Mahler y cuando Rosine le pide a la orquesta que toque música para bailar, remeda a la de las películas de Nino Rota. Para ello, Strasnoy emplea una orquestación profusa, que incluye acordeón, banjo, celesta, piano y arpa (alineados del lado izquierdo) y numerosa percusión y metales (alineados del lado derecho), mientras que las cuerdas y las maderas se ubican en el centro del escenario. Esto crea un efecto de profundidad sonora y cierto clima de misterio. Y, pese a que la música no haya sido del gusto particular de esta cronista, la dirección musical de Wolfgang Wengeroth fue soberbia, con una muy buena marcación y entrada de los diferentes grupos de instrumentos. Lo mismo sucedió con la preparación vocal, donde todos y cada uno de los cantantes convocados se lucieron sobre el escenario. Sabrina Cirera logró una magistral interpretación del complejo rol de Rosine,  mientras que Marisú Pavón demostró sus espléndidas cualidades vocales en un aria de difícil ejecución como la de Isabelle. Laura Pisani dio vida a  una sufrida y rebelde Antoinette, mientras que Alejandra Malvino  interpretó a su institutriz con su maestría habitual. Muy buenas las actuaciones de Carlos Ullán y Víctor Torres como Alfred y Georges, respectivamente. Lamentablemente, no se vio acompañado del aplauso por parte del público; probablemente, porque la música contemporánea es difícil de entender y, por lo general, no suele gustar. No obstante, es importante que se incluyan este tipo de obras  dentro de un Ciclo de Abono de conciertos. Más aún, si se trata de un compositor argentino en el marco del Colón.


miércoles, 25 de septiembre de 2019




PERDON

“Nuova Harmonia 2019”, presentación del conjunto barroco español “La Folía”, Director: Pedro Bonet. Programa: “De aquel inmenso mar” (Música en torno a las rutas ibéricas de circunnavegación de compositores varios). Teatro Coliseo, 24 de Setiembre de 2019. (Concierto patrocinado por el Gobierno de España al conmemorarse el Quinto centenario de la zarpada de la expedición de Hernando de Magallanes-Juan Sebastián Elcano que culminó en la circunnavegación efectiva del planeta).

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  “La Folía” es un conjunto de cámara fundado por Pedro Bonet en 1977, dedicado fundamentalmente a la difusión del género Barroco (esencialmente el originado en España). Puede decirse que no solamente se dedica a investigar en esas épocas, sino que también se remonta a las formas más antiguas y que se permite comisionar a compositores obras que sean escritas en el lenguaje musical más aproximado al período barroco y  que se empleen en ellas instrumentos a la usanza de esa época. La conmemoración del quinto centenario de la zarpada de la expedición de Hernando de Magallanes, completada por Juan Sebastián Elcano a la muerte trágica del primero (acaecida en las Islas Molucas), fue disparador para que el Gobierno Español patrocinara este concierto como parte de una gira en la cual “La Folía” visitó Rosario, La Plata y ahora el Teatro Coliseo de Buenos Aires como parte del abono de “Nuova Harmonía”. El programa que propuso Pedro Bonet, profusamente comentado por El mismo, con los textos de las obras y la traducción  de las mismas al castellano (ya que hubo textos en Quechua, Latín, Malayo, Francés antiguo , Portugués y Mochico, además del Español de esas épocas), incluyó también momentos en los que se interpretaron canciones japonesas ( del lugar que se llamó la ruta roja española de Japón) y hasta obras Hindúes transcriptas una por un Ingles en el siglo XVIII y otra canción en malayo  adaptada por otro Ingles sobre música de Arcángelo Corelli , la que fuera entonada ante el Sultán de esa región en aquellos tiempos. Como se ve, un programa sumamente ambicioso, con música de las respectivas regiones por las que la expedición pasó, la que dio a España posesión de lugares como Guam y Filipinas, mientras que Portugal luego se hizo de Macao.  Lamentablemente un apreciable sector del público que concurrió al concierto no simpatiza con el género barroco y ya luego de la primera obra ofrecida comenzó a expresar en formas diferentes su incomodidad,  sea hablando a un  volumen más alto de lo que indica la prudencia, manteniendo en funcionamiento los teléfonos celulares (cuyos ringtones sonaron durante diferentes momentos de la primera parte), una fuerte retirada al culminar precisamente este segmento (cosa que continuó durante la segunda parte aunque en menor medida), para finalmente hacerse masiva al culminar de manera formal el concierto, por lo que el bis ofrecido por el conjunto visitante fue de una enorme generosidad para con el público que permaneció en la sala el que con un sostenido aplauso premió la labor de “La Folía”.  Reconozcamos que el Barroco (y más interpretado a la usanza de época) es un género que recién comenzó a redescubrirse en Ntro. Medio en los últimos 30 años. Visitas como las de Trevor Pinnock y “The English Concert”. René Jacobs y su conjunto para hacer en el Colón “L’Incoronazione  di Poppea”  (Casualmente también hecha por “Nuova Harmonía” en colaboración con “Buenos Aires Lírica” con quienes lo interpretan en Ntro. Medio de esta forma),  tan en boga por la versión en concierto que Ntro. Primer Coliseo realizó hace unas semanas atrás con Jean Cristohphe Spinosi y el Ensamble Matheus, más los aportes locales de “Buenos Aires Lírica” o Manfredo Kramer y su “Barroca del Suquía”, pero lo que de ninguna manera se puede permitir es la grosería hacia los intérpretes visitantes como hace mucho tiempo quien esto escribe no percibía. Hubiese sido preferible que quienes no gustan del barroco permanecieran en sus hogares y vendieran sus localidades a quienes si lo disfrutarían. Concurrir a disgusto y exteriorizarlo de esa forma habla claramente del pésimo nivel intelectual de quienes realizaron esos actos. Por todo esto digo que la mayoría del público argentino no es así y es por ello que me animo a asumir la representación y pedir perdón a Pedro Bonet y a los integrantes de “La Folía”. Quienes permanecimos en Ntros. lugares lo disfrutamos ampliamente.

  Además de Bonet en Flautas de pico, “La Folía” vino a la Argentina con una formación reducida al mínimo con la que se pudo abordar el repertorio propuesto. Completaron dicha formación: Belén González Castaño también en Flautas de Pico, Calia Alvarez Dotres en Viola da Gamba, Jorge López Escribano en Clave y la Soprano Celia Alcedo.  Se inició con “Hanacpachap Cussicuinin” (ritual formulario en Quechua, hallado en Lima en 1631) de Juan Pérez Bocanegra. Continuó con la Cantata “De aquel inmenso mar” (Que dio nombre a este concierto) de autoría de Roque Cerrutti, hallada en manuscritos tanto en Ntra. Catedral de La Plata como en Sucre, Bolivia. Un anónimo del Siglo XVII, hallado en el Mosteiro de Santa Cruz de Coimbra, “Tarambote”; “Quien aborrecido hijo”, fragmento de Adonis de “La Purpura de la Rosa” de Antonio de Torrejón, sobre textos de Calderón de la Barca que conocimos en Ntro. Medio; la tonada “Disfrazado de Pastor baja el amor” de Juan Hidalgo hallada en México; las ya mencionadas Dos Canciones Japonesas, provenientes de la tradición Krishitan, recogidas por Kataoka Yakichi en el siglo XX; la también mencionada canción Malaya sobre música de Corelli tomada por el Inglés Thomas Forrest del cíclo “A Voyage from Calcutta to the Mergui archipiélago”; el estreno de “Música en que siempre me esperabas” del argentino Pablo Cetta sobre textos en Francés antiguo de Joaquin Desprez, comisionada por el Conjunto y estrenada la semana pasada en Córdoba. Ya en la segunda parte se retomó con otro estreno: “Fernando y Sebastián huyendo del Mundanal Ruido” de Pablo Sotuyo Blanco, nacido en Uruguay y radicado en Brasil, basada en textos de Augusto dos Anjos. No podía faltar Doménico Zipoli, figura fundamental del Barroco Colonial, esta vez con el motete “In Hoc Mundo”, hallado en San Rafael y Santa Ana de Chiquitos, Bolivia; “The Ghut”, Aire de Hindoostan, hallado en Calcuta en 1789 por el Inglés William Hamilton Bird; el “Minuet de la Amable”, un anónimo de 1799 hallado en Ntro. Archivo General de la Nación; la Sonata Nº 1 en La menor de Teodorico Pedrini, para clave solo, hallada en Pekin; “Tarará qui yo soy Antón” de Antonio de Salazar, hallada en México DF y el “Bayle del Chimo-Tonada del Chimo” y la tonada “El Congo” de Baltazar Martínez Compañon, compuesto en Trujillo (Perú) y conservado en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid.
    En todo el repertorio se evidenció la estupenda técnica de todos sus integrantes, el trabajo de las sonoridades y los planos de las obras, el puro sonido de los instrumentos en donde se destacaron las flautas de pico en cinco variantes  y en la Viola da Gamba  la que en “El Congo” fue empleada como un verdadero “Guitarrón” por parte de una formidable Calia Alvarez Dotres y un estupendo Jorge López Escribano en la sonata de Pedrini. Párrafo aparte para la descollante actuación de Celia Alcedo, portadora de una voz flexible , muy bien calibrada, quien hasta se permite marcarle a sus compañeros cuál es el tempi más cómodo para Ella, capaz de expresar como pocas desde el dolor más profundo hasta la alegría más chispeante.

  El bis fue una “Jaca” hallada en catedral de Guatemala Antígua, hecha de la misma forma que todo el repertorio, es decir, con total solvencia. Frente a tanta excelencia y ante tanto atropello, solo cabe una vez más pedir Perdón.

Donato Decina

martes, 24 de septiembre de 2019




ADELAIDA NEGRI Y UN SENTIDO HOMENAJE

Por iniciativa de Roque Federico Santini Santoro a través del ciclo de solistas que desarrolla en la Capilla Santo Cristo de la Abadía de San Benito de Palermo y con la anuencia de Bernardo Toscano, esposo de Adelaida Negri, se desarrolló una gala lírica a su querida memoria. La Maestra Julia Inés Manzitti acompañó desde el teclado a los interpretes quienes abordaron un repertorio de canciones, canzonettas, arias, dúos y cuartetos de opera en donde no faltaron, Bellini, Verdi, Puccini y Giordano, compositores a los que la inolvidable  Adelaida cultivó como nadie.  Tras las palabras de bienvenida y evocación personal de Roque Santini Santoro, sobrevino el momento más emotivo de la noche y fue cuando Bernardo Toscano a plena voz con sus 99 años evocó a su esposa y agradeció al público y a los cantantes tanto afecto. También hizo uso de  la palabra Eduardo Casullo, responsable escénico de 27 espectáculos líricos protagonizados por “La Negri”, tanto en el Teatro Avenida como en el Margarita Xirgu, para solicitar un minuto de silencio para recordar en ese lapso los momentos mas excepcionales de Adelaida que cada uno haya presenciado. Nadie más indicado que Claudio Mamud,  presentador y comentarista de tantas noches de “La Casa de la Opera”, para cumplir con el rol de Maestro de Ceremonias y  comentarista con sus reconocidos conocimientos.
                                                                                                                                             
  Los intérpretes convocados tuvieron en su mayoría recordadas intervenciones en la sala de la calle Manuel Samperio, jalonando muchos Lunes a la noche para aprovechar de ese modo la oportunidad que Adelaida les brindaba de estar frente al público.

  El otro instante emotivo ocurrió al inicio de las intervenciones cuando el Barítono Alejandro Schijtman leyó un poema del propio  Bernardo Toscano evocando con sentidos conceptos a su esposa, tras lo cual sobrevino la música.

   En muchos momentos de la noche fue imposible sustraerse al recuerdo, ya que muchas de esas operas fueron cantadas por Adelaida Negri  sea en el Colón como en el Avenida. Los Artistas intervinientes dieron lo mejor de sí mismos para estar a tono con la inmensa figura evocada. Vaya desde aquí mi reconocimiento entonces a las Sopranos: María Castillo de Lima, Silvia Duffy y Claudia Montagna; las Mezzosopranos Isabel Mínguez, Rosana Bravo y Andrea Maragno; los tenores Juan Tarpiñan, Jorge Bellone y Pablo Selci; los barítonos Roberto Falcone, Alejándro Schijtman y Jorge Blanco  y al bajo Claudio Rotella por el compromiso y la entrega puesta en cada fragmento. Al sabio acompañamiento de Julia Inés Manzitti y a Roque Federico Santini Santoro por abrir las puertas de su espacio y volver a recrear las atmósferas de Lunes a la noche que tantas veces Adelaida Negri convocó. Mejor evocación, imposible.

Donato Decina

lunes, 23 de septiembre de 2019




UN MUY MERITORIO ESFUERZO

Concierto a cargo de la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata, Director: Pablo Druker. Programa: Obras de Rimsky-Korsakov y Stravinsky. CCK-Auditorio Nacional, 22 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

“Canción Fúnebre”, Op. 5, es un trabajo que Igor Stravinsky compuso en 1908 a modo de despedida a Nikolai Rimsky-Korsakov al fallecer éste. Tuvo su estreno en 1909 en San Petersburgo, pero tras ello la partitura se extravió. En 2015 una bibliotecaria del Conservatorio de dicha ciudad halló el material de orquesta y con ello se pudo reconstruir la partitura general. Valery Gergiev se encargó de exhumarla en 2016 y al frente de la Orquesta del Mariinsky tuvo la oportunidad de someterla al juicio del público. La inquietud de la actual gestión del Argentino de la Plata de enfocar al repertorio de siglo XX y contemporáneo la programación del Coliseo Platense, motivó que se la programara en este concierto (que llamativamente a esta altura del año lleva el Nº 3 de la programación) con Pablo Druker (titular de la Orquesta Estable) al frente del mismo. Se completó el repertorio a abordarse con “La Gran Pascua Rusa” de Rimsky-Korsakov y de fondo “La Consagración de la Primavera”, con lo cual se tuvo un programa dedicado al receptor del homenaje musical y a ver la evolución del compositor del mismo.

  Previo al inicio hizo uso de la palabra una violonchelista de la agrupación para en primer lugar agradecer a las autoridades del CCK el posibilitar la realización del concierto en ese espacio y luego recordar al auditorio que desde hace dos años la sala Ginastera del Argentino está cerrada por arreglos sin fecha prevista de reapertura para agregar además que tienen el mismo tipo de conflicto que la Sinfónica Nacional, es decir, carencia presupuestaria que impide  la realización de espectáculos operísticos y de ballet y falta de ámbito adecuado para la realización en La Plata de los mismos, amén de una falta de contacto con el público del interior de la Provincia de Buenos Aires que bien podrían recibir en las ciudades a los organismos del coliseo platense. Un aplauso cerrado en apoyo al reclamo fue prueba elocuente de la posición de los espectadores al respecto. Inmediatamente hizo su ingreso al escenario el Maestro Druker, quien también informó que el concierto estaba dedicado al compositor y director de orquesta Erik Oña, fallecido en estos días, quien se desempeñó en el Argentino de La Plata. Nos sumamos desde aquí al duelo. Hombre de gran capacidad, estrecho colaborador de Gerardo Gandini y muy buen creador, su partida se suma a otras pérdidas irreparables como la de Marta Lambertini.
  A pesar de lo enunciado en el párrafo anterior, la respuesta de la Estable del Argentino fue sencillamente espectacular. Una versión de “La Gran Pascua Rusa” brillante, muy ajustada, llevada por Druker a muy buen pulso. “Canción Fúnebre” es una obra breve, en donde un tema es expuesto con gran desarrollo discursivo. Se inicia con notas muy bajas y graves expuestas por los contrabajos para luego ir incorporándose de modo paulatino los demás. Muy interesante de escuchar, fue un aporte muy importante al medio musical.

  Y finalmente “La Consagración de la Primavera” con una versión espectacular en todo sentido. Con estupendo ajuste, muy buenas respuestas de todas las familias de instrumentos, plena sonoridad y estupenda exposición de todos los planos orquestales. Una muy buena versión de Druker, quien viene realizando una encomiable labor con la Orquesta y ésta, como también lo hace la Sinfónica Nacional, se prodiga en sus conciertos para deléite del público, logrando con ello sumar el apoyo del soberano.

Donato Decina

viernes, 20 de septiembre de 2019



OBRAS DISIMILES EN MANOS DE MUY BUENOS INTERPRETES




Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019, Director: Federico Sardella. Solistas: Luís Roggero (Violín), Ricardo González Dorrego (Tenor), Martín Caltabiano (Barítono) y el Coro Polifónico Nacional, Director a Cargo: José María Sciutto. Programa: Obras de Mozart y Puccini . CCK-Auditorio Nacional, 20 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Visto a priori, uno podría imaginar que se trató de un concierto de arias de ambos compositores o bien dos óperas breves de ellos (¿por qué no, “La Oca del Cairo” y “Gianni Schicchi”?) . Pues bien, esta velada de la Sinfónica Nacional giró alrededor de una composición consagrada de Mozart y una obra de juventud de alguien que para ese tiempo mostraba pasta de compositor, comenzando ya por ese entonces a hacer gala de muy buen orquestador, capaz de crear perdurables melodías. Se llamó Giacomo Puccini.

  La sesión fue confiada una vez más a Federico Sardella, quien volvió a dar prueba de solvencia interpretativa. Se inició con el Concierto N 4 para Violín y Orquesta  en Re mayor del catálogo Kv. 218 del gigante de Salzburgo. Luís Roggero, concertino titular de la Orquesta, asumió la parte solista. Obra de 1775, con tres movimientos dispuestos de acuerdo a la típica estructura (Allegro-Andante cantábile-Rondó [Andante], con cadencias solistas casi al final de cada uno de ellos), es un Mozart vivaz  y chispeante . Produjo para él varias melodías por cierto muy conocidas para el común del público.  Luís Roggero hizo aquí gala de musicalidad, buena técnica y sobrado oficio. Con muy buen criterio, Sardella optó por una formación reducida, bien camarística, a la que le extrajo hasta el mínimo detalle. Hubo plena comunicación entre Solista, Orquesta y Director, dando por resultado una versión muy lograda.

    “La Misa a cuatro voces”, mucho más conocida como “Misa de Gloria”, es una página de juventud de 1880 a la que Giacomo Puccini compuso como obra de graduación. Proviniendo de familia de músicos, mayoritariamente organistas, no es de extrañar que, aun cuando no fue un hombre de profundas convicciones religiosas, se haya volcado por el género sinfónico-vocal-coral con una obra de un repertorio en el que abrevó “desde la cuna”. Se revela como un hábil orquestador y un muy buen tejedor de melodías. Hay un preanuncio de obras  a futuro (de hecho el “Agnus Del” será reutilizado en el madrigal atribuido a “Geronte di Ravoir” que la cantante le entona a Manon en el segundo acto de “Manon Lescaut”). Hace un muy buen uso de la masa coral, tiene momentos intensos a cargo de la orquesta e incisivas intervenciones a cargo de un tenor y un barítono (preferentemente bajo/barítono).Hay momentos interesantes como la fuga que emplea previo al final del “Gloria”. Sardella construyó una muy correcta versión de la mano de una Sinfónica que respondió con jerarquía al compromiso (más allá de las desventuras por las que atraviesa, narradas previo a cada concierto por los Delegados Sindicales de la misma). El Coro Polifónico Nacional lució de forma magnífica, preparado por José María Sciutto. Ricardo González Dorrego mostró su mejor forma vocal. Tuvo exquisita musicalidad, grato timbre y amplio volumen. Martín Caltabiano tuvo oficio para llevar adelante sus fragmentos, Aun cuando mostró un caudal vocal mucho menor que González Dorrego, no desentonó en modo alguno.

  La ovación final premió con justicia la labor de estos muy buenos intérpretes.

Donato Decina

miércoles, 18 de septiembre de 2019




GUSTAV HOLST NO ES SOLO SINONIMO DE “LOS PLANETAS”

Mozarteum Argentino, Temporada 2019: Presentación de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación. Programa dedicado a obras del compositor inglés Gustav Holst (1874-1934). Incluye el estreno argentino de la ópera “Savitri”. Intérpretes : Jaquelina Livieri (Savitri), Carlos Ullán (Satyavan), Gustavo Gibert  (La Muerte). Sección Femenina del Coro Nacional de Jóvenes: Sub-director a cargo: Pablo Banchi. Piano: María Inés Natalucci. Dirección Musical: Sebastiano de Filippi. CCK-Auditorio Nacional.18 de Setiembre de 2019, Decimotercer Concierto del Ciclo “Conciertos del Mediodía”, con el auspicio de la “Holst Foundation” de Londres.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 Desde hace 60 años, el Mozarteum Argentino presenta en días Miércoles sus tradicionales “Conciertos del Mediodía”, espacio concebido como la posibilidad de un “recreo espiritual” en medio de la jornada laboral, aun cuando en estos tiempos disponer de esa hora de descanso  es para muchos un bien escaso. Desde hace poco tiempo, el Ciclo se desarrolla en el “Auditorio Nacional” del CCK. El público demostró su interés llenando apreciablemente la sala. Nadie salió defraudado.

  La inquietud de Sebastiano de Filippi por incrementar el repertorio de la Orquesta de Cámara del Congreso de la Nación (de la que hace seis años es su titular), lo llevó a dar con una partitura de Gustav  Holst  desconocida entre Ntros.: “Savitri”, una ópera muy breve para tres personajes, coro femenino y pequeña orquesta inspirada en un episodio del “Mahabharata” (libro de la filosofía Hindú). Trata sobre la historia de la joven esposa de un leñador a quien se le aparece la muerte anunciándole que se llevará a su esposo. La joven narra su felicidad  junto al leñador, lo que podría acontecerle si este le faltase y que ante esto,  su felicidad no sería completa sin su esposo al lado suyo, arrancándole entonces a la muerte la promesa de mantenerlo vivo. Al regresar el leñador  al hogar, la muerte no cumple el compromiso y se lo lleva. La joven Savitri le reprocha el no acatar lo prometido, la muerte cede, Satyavan (el leñador) recobra vida y se une junto a su joven mujer mientras la muerte parte.

  La partitura es intensa, muy rica en sonoridades, incluso aquellas en las que solo interviene la voz humana, como al comienzo en que la Muerte y Savitri inician la ópera entonando “a capella”. Pasajes de fuerte intensidad dramática, otros de intimidad que grafican una gran espiritualidad, estableciendo una fuerte conexión entre Savitri y los dos protagonistas masculinos. Los textos del “Mahabharata”, adaptados por ei propio Holst, son de una inmensa riqueza. Me atrevo a decir que se anticipa de algún modo al  Britten que aquí conocimos en “Curlew River” ( ésta, fábula de iglesia) y a la actualidad, como se pudo apreciar en “Nanóperas”.  La obra dura unos veinticinco minutos y sacude al espectador por su contundencia. Sebastiano de Filippi desarrolló una tarea espectacular, tuvo plena conexión con las voces, guió a la sección femenina del Coro Nacional de Jóvenes de manera impecable y le extrajo a la Orquesta todo lo mejor. Exhibió toda la paleta de color que la partitura contiene y redondeó una faena impresionante. En cuanto a las voces, las que además lucieron vestimentas acordes y actuaron en semi-montaje, estupendamente resaltadas por los iluminadores del CCK,  Gustavo Gibert expuso de modo espectacular su oficio y sus cualidades interpretativas como “La Muerte”, con fuerte presencia escénica y graves estupendos. Carlos Ullán como  “Satyavan” (Esposo y leñador), rol que le quedó como anillo al dedo, cumplió con creces con muy buenas respuestas en los pasajes de fuerte carga dramática y supo decir. Jaquelina Livieri fue “La Protagonista” . Se compenetró absolutamente con el rol, desplegó todo su potencial vocal, actuó estupendamente y no se guardó nada. No sintió el ser el eje permanente de toda la obra.

  El inicio trajo además un agregado muy oportuno, también relacionado con la cultura Hindú. Dado que como recién lo expuse “Savitri” se inicia “a capella”, se insertó previamente  el “Himno de los Viajeros” que integra el Op. 58 del compositor, en una versión para Coro Femenino y Piano (el original es para arpa). Aquí de Filippi condujo a las voces y el piano estuvo a cargo de Ntra. bien conocida María Inés Natalucci. Fue una versión muy bella, plena de sonoridad y luz, bien llevada por de Filippi junto a la sobria interpretación al piano de Natalucci. La composición forma parte del tercer grupo de los 14 Himnos Corales del Rig Veda, texto védico de un período estimado entre el 1500 al 1200 antes de Crísto. Evoca el viaje de la vida y su música (del mismo período que comprende a “Savitri”) es muy similar a la del final de la ópera, por lo que inteligentemente se inició con este Himno y sín solución de continuidad se dio paso a la ópera con su comienzo “a cappella”.

  Hubo una primera parte en la cual la Orquesta inició la velada con la Suite “St. Paul” que Holst compusiera también por aquellos años (1913), dándole ese nombre en dedicatoria al Colegio de Niñas en el que ejerciera el cargo de Director del departamento de música.  Son cuatro números en los que rescata danzas y melodías de la música folcklórica inglesa.  El las dispone en “Giga” (originalmente “Jig” en Inglés), un “Ostinato” en el cuál una melodía es trabajada al máximo. Un “Intermezzo” que es  iniciado  por un exigido solo de violín magníficamente resuelto por el Concertino Pablo Pereira  y el cierre con un “Dargason” melodía Inglesa que además es citada en una de las más famosas canciones de la Inglaterra del siglo XVI. Orquesta y Director llevaron aquí a cabo una memorable faena en una versión sin falla alguna. Por todo lo que acabo de exponerles, saludo con mi mayor elogio a los intérpretes y felicito junto a ellos al Mozarteum, quien una vez más estuvo a la altura de su trayectoria.

Donato Decina

lunes, 16 de septiembre de 2019




CUERDAS DE BELLISIMO SONIDO

CCK: Ciclo de Visitas Internacionales: Actuación de la Orquesta Nacional de Auvergne, Director: Roberto Forés Veses. Programa: Obras de Schreker, Mendesohn y Dvorak. Auditprio Nacional, 15 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

  Dentro del ciclo que el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos realiza en el CCK, se presentó en el Auditorio Nacional la Orquesta Nacional de Auvergne, una muy interesante agrupación de cámara francesa integrada por 21 instrumentistas de cuerda bajo la guía del Director de Orquesta español Roberto Forés Veses, titular del conjunto desde el año 2012. La programación presentada permitió establecer que se trata de una orquesta muy disciplinada, bien trabajada por Forés Veses, quien le extrae  hasta el mínimo detalle, Son cuerdas de exquisita tersura y un sonido mate muy característico, típico de las muy buenas agrupaciones europeas.


  Dos interesantísimas obras ocuparon la primera parte. El “Intermezzo para Cuerdas”, Op. 8 del austríaco Franz Schreker, figura de la primera mitad del pasado siglo que fuera perseguido por el nazismo, integrando la triste nómina de prohibidos por su condición religosa. Es una página breve pero muy sentida y Forés Veses la presentó con mucha intensidad, transitando pasajes de pleno “canto”. Y la segunda la Sinfonía para Cuerdas en Re menor Nº 7 de Félix Mendelsohn Bartholdy, la que luego de las dos versiones de la Nº 10 que se escucharan dentro del mismo ciclo de “Nuova Harmonía” brindó una ampliación del panorama de este tan poco frecuentado repertorio. Aquí la Orquesta  mostró su capacidad para trabajar sonoridades (desde las más imperceptibles hasta los  ataques más enjundiosos), mostrar su calidad de conjunto y su bellísimo sonido. El Allegro molto de cierre fue expuesto de modo encomiable siendo una obra muy bien recibida por el público.

  La segunda parte estuvo íntegramente dedicada a la Serenata para Cuerdas en Mi mayor, Op. 22 de Antonin Dvorak. Obra muy bien conocida en Ntro. Medio, sus cinco movimientos transitan momentos de lirismo, apasionamiento, intimidad y plena alegría. Aquí se notó mucho la preparación muy bien  hecha por parte del director español, quien supo imprimirle su sello personal. “Tempi” muy correcto, pulso firme, buena dinámica , extrayéndole todo el color que la partitura contiene, fundamentalmente en los movimientos 1, 3, y el 5 que cierra la obra.
  Tras reiteradas salidas al escenario para saludar al público, Orquesta y Director ofrecieron íntegro el segundo movimiento de la versión para Orquesta de Cuerdas del Cuarteto “La Muerte y la Doncella” de Franz Schubert. Fue algo fuera de lo común, dado el carácter dramático que esta página compuesta de un tema con variaciones contiene. Sin embargo, el público siguió de modo mayoritariamente concentrado la interpretación , quedando al final por unos cuantos segundos en silencio, tal el impacto.

  Estas presencias enriquecen y están a la altura de los conjuntos que otras entidades organizadoras de conciertos han ofrecido hasta este momento.  Permite ampliar al público su espectro sonoro. Esperemos muy pronto una nueva visita de ésta notable orquesta.

Donato Decina

sábado, 14 de septiembre de 2019




CLASICOS RUSOS CON LOGROS IMPORTANTES

Orquesta Sinfónica Nacional, Director: Gustavo Fontana. Solistas: Paula Peluso (Piano), Jonathan Bisulca (Trompeta). Programa: Obras de Glinka, Shostakovich y Rachmaninoff. CCK-Auditorio Nacional, 13 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  Como desgraciadamente ocurre al comienzo de cada concierto de la Sinfónica Nacional, uno de los delegados sindicales toma la palabra previo al comienzo para narrar al público las vicisitudes artísticas y económicas por las que atraviesa el organismo, situación que definen como de “vaciamiento artístico”. A esta altura de las circunstancias debo recordar que en diferentes etapas, algunas más graves, otras no tanto, la Sinfónica nunca pudo desarrollar su trabajo en forma ordenada y previsible. La falta de presencia de la orquesta en localidades en las que jamás se vio una agrupación clásica de envergadura (como fue siempre la norma), ya es grave. La falta de arreglo salarial que viene de dos años a esta parte también lo es. El éxodo de músicos titularizados no solo al exterior sino también a otras formaciones locales en donde son mejor pagos es lamentable. Si usted es habitué de los conciertos de la Sinfónica y lee la nómina de músicos de hace un año con respecto a éste, verá que cada vez  aparecen nuevos nombres y faltan otros más habituales. Desde hace dos años la Asociación de Críticos Musicales de Argentina viene señalando como aspecto negativo de esas temporadas pasadas la falta de titularización de cargos ganados por concurso en la Sinfónica, al igual que en otros de carácter provincial y municipal. Aquí está la prueba palpable. No veo posible en el horizonte cambios. Seguramente los habrá del 10 de Diciembre en adelante. Al menos eso en lo personal espero. Quiero recordar que en otras gestiones se llegó a la suspensión por parte de los músicos de la prestación de sus propios instrumentos ante la falta de pago del plus correspondiente, lo que originó   la cancelación de lo que faltaba de esas temporadas. También que en el año 2002, la acción del entonces Secretario de Cultura de la Nación Rubén Stella impidió que la orquesta desapareciese como consecuencia de la crisis más brutal que el País atravesó, cosa que sí sucedió en otros lugares como en Mar del Plata en donde cesó entre otros grupos el “Quinteto Rego” que estaba en la órbita municipal. Recuerdo particularmente en ese año una Quinta de Beethoven en un lugar emblemático como el santuario de San Cayetano en Liniers. Casi una ofrenda de gratitud. Así y todo la Sinfónica Nacional es una agrupación que siempre se sobrepuso a la adversidad y en cada concierto se prodiga como si fuese la primera vez. Es un milagro que sus respuestas sean siempre de categoría. Y esta vez no fue la excepción.

  El concierto fue conducido por Gustavo Fontana, un  joven y probado conductor al que ya escucháramos en la presente temporada, el que tiene un buen y aceitado vínculo con los músicos de la orquesta. Comenzaron con una muy buena y limpia versión de la obertura de la ópera “Ruslan y Ludmila” de Mikhail Glinka, llevada con muy buen pulso y dinamismo. El discurso orquestal fue siempre sostenido y las respuestas de todos los sectores de la orquesta fueron impecables.

  La segunda obra de programa completó de alguna forma la audición de los dos conciertos que Dimitri Shostakovich compuso para la extraña combinación Piano y Trompeta. La noche anterior, la Sinfónica Nacional de Chile con la guía de nuestro bien conocido Rodolfo Saglimbeni, llevó  adelante en el mismo auditorio el Concierto Nº 2. Aquí, con la participación solista de Paula Peluso en piano y Jonathan Bisulca (solista de la orquesta) en trompeta se ofreció el Nº 1.

  La obra tiene cuatro movimientos y contiene muchos pasajes en donde el Piano es el instrumento más comprometido de los dos, empero, la trompeta también tiene participación en consonancia con cada movimiento. Solo en el movimiento final existe un dialogo más pronunciado entre ambos y de éstos con la orquesta. Paula Peluso tuvo un sobresaliente desempeño, muy firme, con excelente técnica y momentos de exquisito gusto interpretativo. Su sonido fue amplio  y prácticamente no tuvo fallas. Jonathan Bisulca ratificó sus dotes de muy buen trompetista, muy refinado, con momentos de muy alto vuelo. El diálogo entre ambos en el último movimiento fue irreprochable y la participación de la orquesta con Fontana fue estupenda en el acompañamiento. El acople entre todos no pudo ser mejor.

  Para el final Fontana llevó adelante la difícil Sinfonía Nº 2 Op. 27 de Serguei Rachmaninoff. Obra difícil, que exige mucho ajuste, canto orquestal y de amplísimo discurso. Tras una introducción en donde un “tempi” un poco más lento estuvo muy acorde con el sentido de la página, el resto fue transcurriendo dentro de la misma tónica. No ignoro que una cantidad de ensayos escasa para un programa harto comprometido haya sido la causa para ese temperamento. Tal vez algunos pasajes
daban para arriesgar algo más. De cualquier forma, la orquesta respondió con su característica solvencia, Fontana se movió muy cómodo y entre todos llevaron la versión a buen puerto. El fondo de la obra estuvo siempre presente.

  El resultado final nos muestra a una orquesta que aún en las peores circunstancias siempre le ofrece algo más a su público. Y este que en cada concierto llena el Auditorio Nacional, nunca sale defraudado y por eso el romance es inalterable.

Donato Decina    




LO CORRECTO FUE LA REGLA

Teatro Colón, temporada 2019. decimotercer concierto de abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Lilya Zilberstein (Piano). Programa: Obras de Rachmaninoff y Bruckner. Teatro Colón, 12 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: BUENO.

  Llegue a la sala del Colón con la lógica expectativa que genera un programa de enorme compromiso como lo era este. Dos obras, una de corte más popular en el repertorio y otra, que requiere de gran capacidad interpretativa, enorme disposición de fuerzas orquestales y que, para los amantes del género sinfónico, es considerada como un “Pezzo Grosso”. “Variaciones sobre un Tema de Paganini” de Serguei Rachmaninoff (la primera) y Sinfonía Nº 9 en Re menor de Anton Bruckner (la segunda). Debo manifestar que mis aspiraciones fueron satisfechas parcialmente.

    Las 24 variaciones sobre el célebre “capriccio” de Paganini que Serguei Rachmaninoff elaboró para piano, son quizás las más famosas entre las que varios músicos han compuesto para diferentes instrumentos. Sea por su escritura dentro de los cánones del post-romanticísmo que el compositor jamás abandonó, por las dificultades para el solista e incluso por su colorida orquestación que requiere un diálogo casi permanente entre solista, orquesta y director, que su abordaje sea un desafío. Lilya Zilberstein, una reconocida pianista rusa a quien en el medio se la recuerda muy particularmente por sus colaboraciones junto a Martha Argerich y de quién Enrique Arturo Diemecke en sus comentarios posteriores reconoció su admiración  y el deseo finalmente concretado de contarla en la programación de la Filarmónica, fue la interprete elegida para la noche. Posee una solvencia incuestionable, tiene una técnica refinadísima, sonido opulento y es muy personal en la interpretación. Llamó mucho la atención el hecho que se produjeran algunos desacoples al inicio de la obra, inclusive se lo percibió a Diemecke corrigiendo detalles de acompañamiento sobre la marcha como demorar algunas entradas o atacar de inmediato. Tal vez esa necesidad de estar pendiente ante una interprete que va haciendo su versión sobre la marcha (ignoro la cantidad de ensayos conjuntos, pero aun así la impresión que me dejó es que si a Zilberstein le surge algo nuevo lo aplica en el momento), hizo que el acompañamiento de la Filarmónica no fuese del todo convincente. No hubo ese “canto” orquestal y el fraseo al que Diemecke nos tiene acostumbrados. También la reacción del público fue en idéntica dirección. No fueron esas  ovaciones de las grandes noches, pero aún así hubo un bis no anunciado por la interprete (dio la impresión de ser un Rachmaninoff más) en la que ahí si en un clima de absoluta abstracción, intimidad y buen gusto en el toque, Zilberstein se movió a sus anchas.

  Y llegamos a Bruckner y su despedida. Todo el clima que genera esta página es así. Ya muy enfermo estaba abocado a la composición de este trabajo y toda la atmósfera que surge con solo escucharla, ineludiblemente remite al adiós. Tres movimientos. Ya desde el primero en donde tras un “pianíssimi” inicial a cargo de las cuerdas, los bronces en sus primeros sones dejan traslucir el clima fúnebre en que se va a desarrollar la música. Sorprendentemente en estos pasajes Diemecke adoptó un “tempi” muy acelerado lo que trajo como consecuencia que en los ataques en “tutti” los cornos y el timbal extinguieran el sonido del resto de la orquesta. La fundamental intervención de las trompetas, las que en la coda final del movimiento parecen emitir gritos de desesperación, no pudo percibirse. En la sección central de este movimiento, la orquesta estuvo precisa y con buen sonido, pero sin embargo, y lo reitero una vez más, faltó de forma llamativa ese “canto” orquestal.

 El segundo movimiento es un “scherzo” de mucha fuerza que da paso a un segundo tema misterioso y por momentos “diabólico” . Luego una sección central tan característica en Bruckner en donde hay pasajes de ineludible referencia a la música campesina austríaca, para  luego recapitular todo el tema inicial. Fue por lejos lo mejor de la noche que ofreció la Filarmónica. Aquí sí la interpretación fue a fondo.

  El final es un “Adagio” de fuerte carga dramática, incluye momentos de fanfarrias que pueden decirse que son la acción de gracias que el compositor (hombre profundamente católico) expresa por todo lo que ha recibido en la vida. Tal vez sea junto al  Adagio de la Sinfonía Nº 8 una de las dos composiciones mas personales de Bruckner. Hay desarrollo en los dos temas en diferentes formas, hasta confluir en una dramática coda previa al final  en donde luego ya en modo mas ·”pianissimi” la música se va extinguiendo al compás de la intervención de cornos y tubas wagnerianas. Al igual que en el primer movimiento , persistió el enfoque de “tempi” acelerado y es por eso que una vez más se repitió el hecho de que la intervención de cornos y timbales, extinguiese el sonido del resto. Aquí sí, solo las trompetas pudieron en un punto hacer surgir en parte su sonido. Pero aún así la transparencia que pudo lograrse en el final logró que el público permaneciese en silencio por unos cuantos segundos y el cálido aplauso brotase espontáneamente.

    Lamentablemente no fue una noche redonda. Vienen compromisos de suma importancia con “El Baile” de Strasnoy y la octava sinfonía de Shostakovich. Ojalá que vengan con mejores resultados.

Donato Decina

miércoles, 11 de septiembre de 2019




ENTUSIASMO, GANAS Y EL REGRESO DE UNA CALIDA INTERPRETE

Centro Naval de la República Argentina, ciclo 2019. Presentación del Coro de la Institución, Piano. Dirección y Voz. Daniel Saito. Solista Invitada: Isabel Mínguez (Mezzosoprano). Programa: Obras de Verdi, Offenbach, Mascagni, Sotullo y Vert, Serrano, Bizet, Ramírez, Nieto. 10 de Setiembre de 2019.

 NUESTRA OPINION: BUENO.

  Desde hace mucho tiempo, el Centro Naval de la República Argentina se caracteriza por presentar en sus instalaciones a numerosas expresiones del repertorio clásico. Así, conciertos líricos, veladas corales, instrumentistas y diversos conjuntos tienen con periodicidad la oportunidad de estar frente al público.

  En esta ocasión, hizo su actuación el Coro de ésta entidad anfitriona, que dirige, acompaña desde el piano y refuerza con su voz el maestro Daniel Saito. Abordan con corrección y mucho entusiasmo páginas ampliamente conocidas. Así fueron presentando el “Coro de Gitanas” del segundo cuadro del acto segundo de “La Traviata” de Verdi, la parte coral de la “Barcarola” de “Los Cuentos de Hoffmann” de Offenbach, la “Ronda de Enamorados” de “La del Soto del Parral” de Sotullo y Vert  como así también páginas populares como “Agua y Sol del Paraná” de Ariel Ramírez o la “Zamba a Monteros” del “Chango” Nieto.

  Para esta presentación actuó como intérprete invitada  la Mezzosoprano Isabel Mínguez, a la que hace bastante tiempo no se la apreciaba. Se presentó acompañada al piano por el propio Daniel Saito y aquí entre ambos se produjeron los mejores momentos del atardecer, ya que se abordaron fragmentos como “Stride la Vampa” de “Il Trovattore” de Giuseppe Verdi, “Voi lo Sapete o’Mamma” de “Cavallería Rusticana” de Pietro Mascagni y la Romanza de la zarzuela “Los Claveles” de José Serrano. En todos éstos pasajes, Mínguez exhibió un excelente registro grave, muy corpóreo y de timbre acerado, una espléndida zona central y desde allí se proyectó hacia una buena zona aguda. Supo expresar y decir ya que los tres fragmentos requieren transmitir  situaciones dramáticas, para lo cual la garra estuvo presente.

  Solista y Coro mostraron en conjunto dos fragmentos en donde la sensualidad y la alegría desbordaron: la “Habanera” de “Carmen “ de Georges Bizet, en donde Mínguez hizo gala de seducción y sobrado oficio    y “O Sole Mío” como cierre formal y “bis”, lo que motivó el agradecido aplauso del público que llenó la sala.

  La agrupación rindió tributo a la Institución y a la Armada Argentina, interpretando la marcha de la fuerza, aquella que sonara en las dos versiones de la legendaria película “La Muchachada de a Bordo”, coreada como era de esperar por la concurrencia.

    Siempre hay una oportunidad para concurrir. El Lunes 30 se presentará la ´”Compañía Coral de Santa Fé”, la que vendrá a presentar obras de Mendelsohn, Brahms, Faure y Guastavino. Vale la pena concurrir.


Donato Decina

domingo, 8 de septiembre de 2019




ALEGRIAS Y BUENOS RECUERDOS A GRANEL

Asociación “Juventus Lyrica” en el Teatro Colón de Buenos Aires: Gran Gala del Vigésimo Aniversario. Puesta en Escena: Ana D’Anna y María Jaunarena. Vestuario: María Jaunarena. Iluminación: Gonzalo Córdova. Orquesta de “Juventus Lyrica”, Director Musical: Mtro. Antonio María Russo. Coro de “Juventus Lyrica”, Preparador: Mtro. Hernán Sánchez Arteaga. Intérpretes (Por Orden de Aparición): Fernando Grassi, Mariana Rewerski, Carolina Gómez, Ernesto Bauer, Laura Penchi, Juán Font, Rocío Arbizu, Santiago Martínez, Armando Noguera, Sebastián Russo, Ivana Ledesma, Pablo Urban, Gabriel Carasso, Dario Sayegh, Mariana Carnovali, Laura Polverini,  Constanza Díaz Falú, Carlos Ullán, Cintia Velázquez, Natalia Bereskyj, Mirko Thomas, Patricio Oliveira, Mario de Salvo,  Griselda Adano, Alvaro García Martinez. Teatro Colón, 07 de Setiembre de 2019.

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

  En una decisión que desde este espacio acompaño y que es de muy estricta justicia, la Sra. María Victoria Alcaráz, Directora General del Teatro Colón, le concedió a “Juventus Lyrica”, las fechas del 6 y 7 de Setiembre para la realización de dos galas con las que conmemoró los veinte años de trabajo ininterrumpidos. Hemos hecho historia a comienzos de la presente temporada acerca del significado de este particular aniversario, y de hecho la Sra. Ana D’Anna, Directora Artística de la Entidad nos honró con su presencia en el estudio de On Radio, en donde charlamos extensamente al respecto. Pero basta solo con mencionar la oportunidad que tuvieron grandes voces del medio para foguearse en roles de sumo compromiso, muchos de los cuales fueron luego convocados por el Colón para integrar sus elencos, fundamentalmente desde el año 2010 a ntros. días, por lo que con solo mencionar esta circunstancia plenamente se justifica la saludable decisión de la Sra. Alcaráz.

    Estas dos fechas de gala contaron con la participación de valores, algunos de ellos históricos, que a lo largo de estos veinte años integraron las programaciones de “Juventus”. Se ofrecieron una selección de títulos abordados por ésta compañía a través de las escenas más importantes de los mismos. Un dato importante y a tener en cuenta es la presencia de fragmentos de Operas que hace muchísimo tiempo el Colón no ofrece como “Hamlet” de Thomas o “Los Pescadores de Perlas” de Bizet, junto a los títulos más conocidos. Así estuvieron presentes: Mozart con “Cosi fan Tutte”, “Don Giovanni”, “Las Bodas de Fígaro” y “La Flauta Mágica”. Donizetti con “Don Pasquale” (Próximo estreno en el Colón).  Rossini y su “Barbero de Sevilla”. Verdi con “La Traviata”, “Rigoletto” y “Nabucco” (Esta en el “ Va Pensiero” entonada no por el Coro sino por todos los protagonistas conformando Ellos el coro). Leoncavallo con “I Pagliacci”.  Gounod con “Romeo y Julieta”.  Puccini con “Tosca” y “La Boheme”, Offenbach con “Los Cuentos de Hoffmann” y Bizet nuevamente con “Carmen”, además de los dos títulos primeramente mencionados. La Opereta tuvo su momento con fragmentos de “La Viuda Alegre” de Lehar y “El Murciélago” de Johann Strauss II.  Hubo derroche de alegría y simpatía y por supuesto, plena consustanciación en los pasajes dramáticos. Una Orquesta reducida en proporciones, pero estupendamente amalgamada, integrada por extraordinarios instrumentistas, algunos de ellos marca registrada de la música clásica Argentina, fue sabiamente guiada por el Mtro. Antonio María Russo, en lo que marcó el reencuentro del Mtro. con el escenario del Teatro Colón, después de muchísimos años. El Coro lució a pleno en sus intervenciones, magníficamente preparado por Hernán Sánchez Arteaga.

  En cuanto a las voces, todas estuvieron en un nivel muy parejo, la mayoría ya cantan en el Colón. Otras tuvieron esta oportunidad para el lucimiento, cosa que no desaprovecharon, pero quisiera detenerme en un nombre, pidiendo desde ya las disculpas al resto del elenco, pues sé de antemano que me justificarán. El Colón, ¿Seguirá ignorando el nivel del barítono Armando Noguera, radicado en Francia en donde desarrolla una muy interesante carrera?. Su intervención en “Hamlet” de Thomas, que ya la protagonizara para la institución en el Avenida el año pasado fue sobresaliente, su registro se escuchó a la perfección en la sala. ¿Cuánto más hay que esperar?.

  Los movimientos escénicos de la dupla Ana D’Anna/María Jaunarena tuvieron la calidad que distingue a ambas, al igual que el vestuario de la segunda de ellas, de imponente presencia y, como siempre, asistidas por la estupenda iluminación de Gonzalo Córdova.

  Es mucho lo recorrido y es innegable el aporte  que “Juventus Lyrica” ha hecho y aun efectúa al medio local. Que el esfuerzo no decaiga y que podamos disfrutar de sus trabajos por muchos años más.

Donato Decina

viernes, 6 de septiembre de 2019




CON CORRECCION Y ALGO DE ALMA

Teatro Colón, temporada 2019, decimosegundo concierto de abono a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Director: Enrique Arturo Diemecke. Solista: Gabriel La Rocca (Fagot).  Programa: Obras de Hummel y Richard Strauss. 05 de Setiembre de 2019.

  NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

    Este concierto significó la vuelta de la Filarmónica al escenario del Colón tras la accidentada versión de la pasada semana de “La Condenación de Fausto” de Héctor Berlioz. A mi entender, esa actuación debió dejar innegables secuelas, de lo contrario no se habrían percibido tensión en los rostros de algunos instrumentistas como lo pude apreciar. Y a lo largo de la noche esa impresión continuó. Es de esperar entonces que los próximos compromisos vayan creando un clima de distensión que asegure una continuidad de temporada con el nivel que la Orquesta mantiene acostumbrado a su público.

  La primera obra ofrecida fue el  Gran Concierto para Fagot y Orquesta en Fa mayor de Johann Nepomuk Hummel en el que Gabriel La Rocca (Integrante y líder de su fila en la Orquesta) fue el solista. Página que plantea dificultades técnicas a resolver para quien la aborde y escrita durante un período que es bisagra entre el clasicísmo y el romanticismo, posee un lenguaje muy Mozartiano y encontró en La Rocca a un muy exquisito interprete. Se prodigó absolutamente en todos los detalles, obtuvo de su instrumento un refinadísimo sonido y más allá de un accidente con la boquilla de éste  en un pequeño pasaje del segundo movimiento, su técnica fue impecable. En cuanto al diálogo con la Orquesta, llamó la atención el que le marcara algunos detalles al Director. Diemecke acompañó de manera muy correcta, aunque siempre con la sensación de la tensión flotando en el ambiente. De todas maneras fue una versión muy apreciada y bienvenida.

  Para la segunda parte, un Diemecke muy contenido explicó al público detalles de la “Sinfonía Doméstica” Op. 53 de Richard Strauss. Obra de frondosa instrumentación, de programa temático, nos muestra al compositor y su entorno familiar con sus episodios de la vida cotidiana. Es una descripción muy frondosa y ajustada. Diemecke plasmó una labor interesante, con momentos de apasionamiento e intensidad. Se brindó de modo tal que intentó transmitirle alma a la versión, aunque la Orquesta no alcanzó a llegar siempre al fondo. No está de más recordar que se están cumpliendo 20 años del debut del Director como tal en Ntro. País, invitado a estar al frente de la Sinfónica Nacional y con esta misma obra, causándome en aquel momento una muy fuerte impresión. Hoy lo sigo percibiendo tan apasionado como entonces, aunque en esta oportunidad algunas sutilezas estuvieron ausentes y,  en cambio, hubo desbordes como en el caso de los bronces, los que por momentos extinguieron por completo el sonido de los demás instrumentos a excepción, claro está, de la percusión. De cualquier forma el resultado final fue muy digno y servirá de apoyo para el abordaje la próxima semana de la Novena sinfonía de Anton Bruckner que será ofrecida por primera vez entre nosotros por el conductor mexicano.  Esperemos que sea con la categoría con que siempre nos ofrece este repertorio.



¿POR QUE SIN ESCENA?

Teatro Colón, Temporada Lírica 2019. Opera: “L’Incoronazione di Poppea”: drama musical en un prólogo y tres actos, con música de Claudio Monteverdi y libreto de Giovanni Francesco Busenello. Intérpretes: Verónica Cangemi (Poppea), Raffaele Pé (Nerón), Luigi Di Donato (Séneca-Líctor-Tribuno 2), José María Lo Mónaco (Octavia-Virtud-Damisela),Filippo Mineccia (Otón-Familiar 1), Mariana Flores (Fortuna-Drusila),  Emilie Rose-Bry (Amor-Valet-Palas), Juan Sancho (Lucano-Liberto-Soldado 1-Consul-Familiar 2), Jose Lemos (Nodriza de Octavia-Arnalta), Matthieu Toulouse (Mercurio-Tribuno 2 -Familiar 3), Marco Angioloni (Cónsul  2 – Soldado 2). Ensamble Matheus. Dirección Musical: Jean-Christophe Spinosi. Teatro Colón, 04 de Setiembre de 2019 (Versión de Concierto).

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

  Al recibir el programa general de la presente temporada en su presentación a la prensa especializada a fines del pasado año, me sorprendió la inclusión de éste título barroco con intérpretes y director musical de primerísimo orden solo en versión de concierto. Sea porque esas fueran las condiciones en que se contrató a los protagonistas o porque en términos presupuestarios solo podía hacerse de esta forma, lamenté muchísimo el hecho de que ésta “Incoronazione” se hiciese  bajo la forma antes mencionada, máxime cuando la versión anterior fue la inmensa de Rene Jacobs a la que los habitués del Colón ya la han elevado al “mito” o “versión de culto”. También el elenco sufrió mutaciones hasta último momento en la función que presencié, no solo respecto al anuncio oficial, sino que alcanzó a nombres anunciados en el programa de mano. Ya me llamó la atención en la presentación de temporada la ausencia entre las voces que se mencionaban de Verónica Cangemi, siendo que ésta fue la artífice de la primera venida al País de Jean-Christophe Spinosi, quien condujo éste título. Finalmente Cangemi cantó. Y las demás voces intervinientes en mayor o menor medida demostraron su solvencia, estando todas a la altura del compromiso.

  Las ambiciones del poder, los deseos amorosos, las intrigas, celos y pasiones, son genialmente expuestas por Giovanni Francesco  Busenello en un libreto sencillamente impresionante y extremadamente avanzado para su época. El poder del emperador Nerón, el repudio a su esposa Octavia y la consumación de su nuevo matrimonio con Poppea, hasta entonces amante de Otón, general del ejército, entre los años 62 a 58 antes de Crísto,  fueron temas disparadores para esta creación. Un refinadísimo Monteverdi (ya éste en la etapa final de su  vida), la musicalizó con detalles de instrumentación y de expresividad que colocan a este trabajo como una de las cumbres de la forma Barroca.

  En esta oportunidad se obtuvo el concurso del Ensemble Matheus, formación creada y dirigida por Jean-Christophe Spinosi (originalmente un cuarteto) en 1991. Es una agrupación cuyos instrumentistas emplean ejemplares a la usanza de época de acuerdo con el revisionismo histórico en boga en la actualidad. Logran un bello sonido, muy parejo y muy homogéneo, por lo que su presencia en el escenario del Colón fue muy bienvenida.

  En cuanto a las voces,  podemos decir que al igual que ocurriera en “Giulio Cesare” de Haendel, el Colón se dio el lujo de contar con un número importante de contratenores, buenas sopranos y mezzosopranos que ayudaron  a moldear y redondear a ésta presentación, desde la eficacia en los registros de Marco Angioloni, Juan Sancho y Matthieu Toulouse en los roles menores, pasando por el despliegue generoso en escena de José Lemos como Arnalta y la Nodriza de Octavia, dándole un fuerte tinte dramático a éste último rol. Una voz de muy buen tímbre y con generosa actuación fue la de Emilie Rose-Bry, tanto en el papel del Amor en el prólogo, como el Valet de Octavia  y la diosa Palas. Gratísima sorpresa la constituyó la actuación de la soprano argentina Mariana Flores en los roles de la Fortuna en el prólogo y Drusila en la acción, tiene desenvoltura escénica, proyecta muy bien y sabe decir. Otón fue encarnado por Filippo Mineccia, quien tuvo momentos de muy buen desempeño, pudiendo plasmar la naturaleza atormentada de su personaje. Y llegamos así a las que a mi entender fueron las cuatro voces principales de la noche. El Bajo Luigi de Donato que no tendrá tal vez graves profundos y penetrantes pero que sabe decir y actuar un rol como el de Séneca, con una escena de muerte estupenda. La Mezzosoprano José María Lo Monaco, a quien recuerdo de grabaciones que hemos difundido en la inolvidable etapa de mi paso por el “Opera Club”, dueña de una versatilidad increíble, bellísima voz y estupenda labor escénica. Una increíble composición de Octavia de estupenda carga dramática, una fresca emisión como la damisela y grata presencia en el prólogo encarnando a la Virtud. Raffaele Pe como Nerón, tuvo buen timbre, correcta presencia y momentos de buena actuación como Nerón. Verónica Cangemi ofreció una Poppea con muchísimo oficio, buena actuación y momentos de muy buen canto. El dúo final con Pe fue estupendamente expuesto. Cabe destacar que todos los cantantes ofrecieron un semi-montaje escénico en donde caminaron por el escenario y tuvieron actuación, al menos para compensar la falta de escenografía, no hacer algo rígido y estático y de esta forma predisponer mejor al público.

 Jean-Christophe Spinosi lleva al máximo extremo a la forma Barroca. Desde su trabajo de los tempi lentos llevados a una tensión abrumadora, pasando por la increíble resolución de los momentos de carga dramática en donde el ensamble instrumental nos pone en el centro de la acción y detalles de fraseo muy personales que aportaron una nueva visión de Monteverdi desde el revisionismo. Tuvo plena empatía con las voces y plasmó, de esta forma, una concertación interesantísima.

  Sería bueno poder lograr en algún momento al menos el regreso del Director. Y que la nueva propuesta sea completa en todo sentido como corresponde.
   

Donato Decina