viernes, 17 de mayo de 2024

 Salón Dorado del Colón


PARA ESCUCHAR MÁS DE UNA VEZ


Martha CORA ELISEHT


La programación del Ciclo de Cámara del Salón Dorado del Teatro Colón

prevista para este año se caracteriza no sólo por ser sumamente variada, sino también

por albergar artistas nacionales e internacionales de primer nivel. Y, con respecto a los

primeros, no sólo se trata de artistas pertenecientes a los elencos estables, sino a los

numerosos invitados previstos para el transcurso del corriente año. El pasado miércoles

17 del corriente se presentó uno de los mejores pianistas de su generación: Marcelo

Balat, quien ofreció un recital integrado por las siguientes obras:

- Davidsbündlertänze, Op.6- Robert SCHUMANN (1810-1856)

- Balada en Fa menor, Op.52- Frederic CHOPIN (1810-1849)

- Tres piezas para piano, Op.6- Alberto GINASTERA (1916-1983)


La primera de las obras (Danzas de la cofradía de David) es un ciclo de 18

piezas para piano compuesta por Schumann en 1837, dedicadas a Wolfgang von Goethe

y donde participan dos personajes: Florestan y Eusebio. El primero se define como “el

corredor de tormentas, rugiente y animado” y el segundo, como “el joven amable que

se mantiene siempre en un segundo plano”. Algunas de las piezas se refieren a uno de

los dos personajes y otras, a ambos. En la primera edición de 1838 figuraban los

nombres de cada uno de los protagonistas, pero se suprimieron en la edición definitiva

de 1850 -posteriormente a la muerte del músico-, al igual que el epígrafe denominado

Viejo Refrán (Alter Spruch), que mencionaba lo siguiente: “En todo tiempo y en cada

momento/ el placer y el dolor se combinan/Permanece piadoso en el deseo y prepárate

para enfrentar al dolor con valor”. A su vez, cada una de las piezas posee una marca

de tiempo: Lebhalt (vivace), Innig (Con íntimo sentimiento), Etwas hahnbüchen (Algo

impetuoso), Ungeduldig (Con impaciencia), Einfach (Sencillo), Sehr rasch (Molto vivo,

con intimo fervore), Nicht schnell (No muy rápido), Frisch (fresco), Lebhalt (Vivace),

Balladenmässig,sehr rasch (Al ritmo de balada, molto vivo), Einfach (Sencillo), Mit

Humor (Con humor), Wild und lustig (Salvaje y alegre), Zart und singend (Dulce y

cantando), Ftrisch (Con frescura), Mit gutem Humor (Con buen humor), Wie aus den

Ferne (Como el corno lejano) y Nicht schnell (No muy rápído). La interpretación de

Marcelo Balat fue sublime, con absoluto respeto de los tempi anteriormente

mencionados y resaltando las características de los personajes mediante su versatilidad

y maestría.

La Balada en Fa menor, Op.52 de Chopin es la más larga de las cuatro que

escribió y la más difícil, tanto desde un punto de vista técnico como musical. Fue

compuesta durante la estancia de Chopin en París en 1842 y está dedicada a la baronesa

de Rotschild, quien lo presentó formalmente en sociedad. Posee dos temas que se

entrelazan entre sí, combinando la forma sonata y la variación. Es una obra compleja


por su naturaleza contrapuntística, lo que la hace intrincada y difícil de interpretar. No

pareció problema alguno para un intérprete de los quilates de Balat, sino todo lo

contrario. Sonó sumamente sutil, poniendo énfasis en las partes más profundas y

melancólicas hasta desembocar en la exuberante coda final, donde el contrapunto se

explaya en su máxima expresión y permitió demostrar sus dotes de pianista virtuoso.

Naturalmente, el público estalló en aplausos luego de tan exquisita interpretación.

Las Tres piezas, Op.6 de Alberto Ginastera fueron compuestas en 1937 y forman

parte del repertorio de cualquier pianista de fama internacional. La última interpretación

data del pasado lunes 6 del corriente en el Colón, a cargo del portugués Artur Pizarro. Si

Pizarro fue un maestro en la sutileza, Marcelo Balat lo superó ampliamente por su

excelencia interpretativa en cada una de las tres: Cuyana (en ritmo de zamacueca),

Norteña (en ritmo de vidala) y Criolla (malambo) y por el dominio de su técnica en los

arpegios y glissandi. No hay nada mejor que una interpretación de música clásica

argentina por un compatriota y lo logró con creces, motivo por el cual se ofrecieron dos

bises: Reflejos en el agua de Debussy y un magistral e imponente versión de la Danza

del gaucho matrero de Ginastera, que sonó auténticamente criolla.

Así como Nelson Goerner es el mejor embajador del pianismo argentino a nivel

internacional, Marcelo Balat representa un magnífico exponente de una generación de

pianistas que actúan a nivel local, pero que poseen un alto nivel de jerarquía como para

triunfar en el exterior. En este caso, deslumbra al público con la calidad de sus

interpretaciones, que merecen escucharse más de una vez.

miércoles, 15 de mayo de 2024

 

FELICES TRES DECADAS

 

  Este año la Orquesta “Baires Sinfónica” celebra sus primeros treinta años de vida. Es todo un logro mantenerse, subsistir mayoritariamente sin ayudas oficiales y superar más de tres vaivenes económicos que de una manera u otra afectaron la vida en la Argentina. Nacida por iniciativa de Jorge Manfredini, quien siempre está al frente del conjunto, como Orquesta de Cámara del Plata, pasó a llamarse luego Camerata Baires para tomar su nombre definitivo de Baires Sinfónica. Así espectáculos musicales clásicos y de corte lírico le han hecho también un lugar a obras de esencia popular pero siempre respetando la raíz académica del conjunto.

 

   Salas como el Teatro Colón sumado a otras de la zona céntrica, instituciones barriales, profesionales y de colectividades, registran el paso del conjunto por sus instalaciones. También importantes músicos nutrieron sus filas, es así que maestros que prestigiaron a las Orquestas del Teatro Colón pueden hallarse en su composición actual y es interesante el aporte que muy buenos arregladores le hacen a la Orquesta para poder abordar páginas famosas. Algunos forman parte del conjunto y hasta asisten al Mtro. Manfredini en la preparación y  en la Dirección en parte de los conciertos. Para poder acceder a obras cantadas los arreglos están preparados para voces líricas, las que aportan buen nivel al espectáculo.

 

  Quiso la circunstancia que como parte de los festejos se sumara que dos de las presentaciones se llevaron a cabo en la semana del septuagésimo sexto aniversario de la proclamación del Estado de Israel, por lo que los conciertos se llevaron a cabo en instalaciones de instituciones de la colectividad judía.  En mi caso presencié el correspondiente al Sábado 11 en el Jardín y Escuela Marc Chagall del porteñísimo barrio de Monte Castro, en presencia de autoridades educativas de la Ciudad de Buenos Aires y dirigentes de organismos de la colectividad. Tras un inicio en donde una reconocida voz de la institución entonó las estrofas del Himno Nacional Israelí, la Orquesta con la participación de la Mezzosopano Isabel Mínguez hizo lo propio con el Himno Nacional Argentino en el exacto día de celebración del mismo con la unción y el respeto por parte de todos los presentes.

 

  A lo largo de la velada, el conjunto demostró versatilidad en el repertorio y su flexibilidad interpretativa con el mismo. Entre las páginas clásicas sorprendió el Mtro. Luís Cejas tanto en su faceta de Director como de  intérprete portador de un buen registro de tenor. En el primer caso, descubrimos una muy buena versión de “La Victoria del Conde Mazzuchelli” del Op.22 de Bela Keler muy bien llevada por el conductor, al igual que la obra de cierre, el tradicional “La Danza del Rabino” en arreglo de Nicolás Castillo, cuyo motivo central debió ser bisado ante la algarabía del público. Como cantante ofreció  muy sentidas versiones de “Casa Mía” y “Sole e Amore” de Giacomo Puccini en arreglos del Mtro. Manfredini. “Le Dor Vador” de Finkelstein arreglado por Facundo González Montes quien también arregló la Habanera de Yradier y Salaberry “El Arreglito” de donde Georges Bizet habría abrevado para componer “su” Habanera, lógicamente la de “Carmen”, en la que Cejas en este caso junto a Isabel Mínguez derrocharon simpatía en la interpretación. Yendo a la participación de Mínguez la encontramos en la faceta de muy buena intérprete de Tangos con una lucida versión de “El Ultimo café” de Castillo y Stamponi y descollar con una estupenda interpretación de “A Mi Manera” en la que previamente el Maestro Manfredini acertó al narrar la verdadera historia de cómo surgió esta canción a partir del original francés hasta llegar a la versión definitiva de Paul Anka en Inglés que inmortalizara Frank Sinatra. Hubo tiempo para conocer versiones de “Un Muchacho Natural” con arreglo y Dirección del Mtro. César de Miguel (Violista del conjunto y asistente principal de Dirección) en la que Daniel Rombolá participó como solista en trompeta.

 

  En lo que hace a la plena participación del Mtro. Manfredini se lo pudo apreciar en muy correctas versiones de “Shaster Chusidl” (tema tradicional Klezmer) en arreglo propio al igual que en el mencionado “El último Café” y en las canciones de Puccini. Mientras que en arreglos de Marcelo Cambiasso  además de “A mi Manera” se pudo apreciar el  Tema Central de “La Lista de Schindler” de John Williams con una acertada participación del violinista Lucas Bartolomé en el que fue el instante más tocante del concierto sumado a una interesante versión de “Café 1930” de Astor Piazzolla en donde el Violonchelista Pablo Sadlej llevó la parte solista, destacándose en la segunda parte de la obra.

 

  Como se puede apreciar, un programa variado en el que nunca decayó el interés del público. Hallazgos como “La Victoria del Conde Mazzuchelli” o la Habanera “El Arreglito”. Poder escuchar al Piazzolla de “La Historia del Tango” como así también temas populares que nunca pierden vigencia junto a obras de homenaje a la colectividad anfitriona. Todo esto dio por resultado el rescate de una tradición que es la de las presentaciones en instituciones de colectividades en los barrios, algo que al menos en la Ciudad de Buenos Aires se ha perdido mucho y que en algo el Gobierno de la Ciudad mitiga con las fiestas dominicales en Av. de Mayo (Buenos Aires Celebra).

 

  Y ya en el cierre, para que la fiesta fuera total, no podía faltar el celebérrimo “Hava Nagila” ante la desbordante alegría de la concurrencia. Felicidades al Director y a todos los intérpretes. Que el esfuerzo no decaiga y que asistamos a muchas celebraciones más.

 

Donato Decina

lunes, 13 de mayo de 2024

 

NUEVA ETAPA, OTRAS BUSQUEDAS

 

Ciclo de conciertos de la Basílica de San Carlos y María Auxiliadora, temporada 2024. Concierto Inaugural. Presentación de la Orquesta Estudiantil de Buenos Aires, Dirección: Maestro Lucio Bruno-Videla. Solista: Edua Zadory (Viollín). Programa: Obras de  Beethoven, Rosquellas, Gilardi, Josef Strauss, Brahms y Tchaikovsky. 12 de Mayo de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

  La Orquesta Estudiantil de Buenos Aires se halla inmersa en  un proceso de cambios, los que comenzaron a partir del momento en que renunció a su titularidad su Director-Fundador: Guillermo Jorge Zalcman, luego desgraciadamente fallecido. Quien se desempeñaba como su asistente, el Mtro. Marcelo Toso se hizo cargo del organismo continuando con las actividades y presentaciones  tal como acostumbraba a hacer el Mtro. Zalcman. Las nuevas autoridades de cultura de la Ciudad y los Directivos de la Dirección General de Enseñanza Artística han resuelto en el comienzo de la nueva gestión de la Ciudad la designación como Director Titular del Mtro. Lucio Bruno-Videla (casualmente sucesor de Zalcman al frente de la Asociación Argentina de Compositores) manteniendo en la posición de asistente al Mtro. Toso, con lo cual se está estableciendo un nuevo plan de trabajo a partir de la base actual de integrantes, la evaluación de los mismos, el concurso para nuevos aspirantes y el desarrollo de las nuevas programaciones. Esta presentación, enmarcada en el concierto de apertura del ciclo 2024 que se desarrollará en la Basílica de San Carlos y María Auxliadora permitió apreciar el panorama actual del conjunto, el que fue reforzado en el rol de Concertino por la violinista húngara Edua Zadory, verdaderamente una guía para los jóvenes y la labor de ayuda de un compositor e interprete como Pablo Llamazares quien al igual que lo hace en la Orquesta Sinfónica Nacional se sumó como un músico más con su corno y apuntaló la sección de instrumentos de metal.

 

  El programa armado por el Mtro. Bruno-Videla para su debut tuvo todo su sello. Una obra clásica del repertorio Alemán, una partitura hallada, reconstruida y rescatada del olvido, otra de compositor Argentino, presencia Austro-Hungara (tal vez como un modo de no olvidar sus años de trabajo en Viena) y un cierre con un fragmento de un clásico universal. Hubo un plus y de lujo: la presencia de Fabián Persic (El querido “Capitán” del “Titanic” de Radio Nacional) como Maestro de Ceremonias.

 

 Tras la afinación, el concierto dio comienzo con una vibrante versión de la Obertura para la música incidental de “Egmont” de Beethoven la que lleva el op.84 de su producción catalogada. Bien conocida por todos, esta página resume lo que transcurrirá durante la obra de Goethe: la malograda vida de este conde, amigo y luego rival del Duque de Alba por obra y gracia del rey de España, ante la lucha del protagonista por acabar con la dominación española en sus tierras. Vencido en la lucha es condenado a muerte y cuando va hacia a ella intuye que pese a su partida se abre una esperanza y un brillante porvenir para su tierra, lo que luego efectivamente ocurriría. Intensa y muy bien llevada en los “tempi” por Bruno-Videla  para que los jóvenes intérpretes capitaneados por Zadory  se entregaran con total fervor a la interpretación.

 

  Dentro de los trabajos de rescate de música argentina, como así también de trabajos musicales de la etapa fundacional del país, una labor de investigación histórica de un músico notable como Norberto Broggini, y la asistencia del propio Maestro Bruno-Videla junto a otro maestro de la talla de Gerardo Delgado, se pudo reconstruir la partitura del Concierto para Violín y Orquesta Nº 1 de Mariano Pablo Rosquellas, de quien también el Director Titular rescatara la Sinfonía programática “La Batalla de Ayacucho” que el compositor dedicara al entonces Gobernador Bonaerense Juan Manuel de Rosas.  

 

  Pudo establecerse que la composición fue hecha por Rosquellas aun viviendo en España en la década del diez del siglo diecinueve, en donde el Padre de éste era un importante músico al servicio de la corte de Madrid. Tras un paso por Río de Janeiro, Rosquellas se establece en Buenos Aires en donde se destacó con Empresario, Director e Intérprete de Opera, logrando estrenar obras de Mozart y Rossini, ocupando el sitial que hasta ese momento solo había ocupado el recordado Obispo Piacasarri, mentor de varios estrenos Mozartianos y de dar a conocer las primeras partituras de Beethoven. Rosquellas fue el propio intérprete de este concierto en su estreno y no hubo rastro de alguna  otra ocasión en que aquí se la haya nuevamente interpretado.  Indudablemente no se puede dudar de la idoneidad del equipo de reconstrucción de la partitura, por lo que sorprende de manera llamativa su lenguaje musical, el que va más allá de la influencia “paganiniana” y registra algunos toques con esencia solo hallable en Mendelsohn quien por ese entonces aún era un niño en las puertas de entrar en la adolescencia. ¿Influyó en Rosquellas alguien más?. Lo cierto es que la obra se vio favorecida en esta circunstancia por el entusiasmo, entrega y contagio a los demás desplegado  por Edua Zadory  a lo largo de la página. Sumado a ello sus notables cualidades técnicas, la labor de conjunto con Bruno-Videla y los jóvenes  y los hallazgos de la partitura, bien resaltados por Ella, hicieron que la versión ofrecida fuera objeto de una notable recepción por parte del público. Sería bueno volver a contar en un futuro no muy lejano con una nueva concertación de este trabajo.

 

 

  El concierto continuó con una muy buena interpretación de la Danza Incaica de “La Leyenda del Urutau” de Gilardo Gilardi . Una exquisita versión de la Polka “Viaje de Verano” de Josef Strauss (aunque los jóvenes sientan la lógica timidez a la hora de las exclamaciones que deben efectuar como la partitura marca). Brahms estuvo presente con la archiconocida Danza Húngara Nº 1 y el cierre con las Czardas del Tercer acto de “El Lago de los Cisnes”.

 

  En el final, quiero resaltar la presencia del Sr. Embajador de Hungría y su Esposa acompañando a la Compatriota en el desafío solista. A esperar entonces las próximas noticias y apoyar a esta orquesta formativa cuyos jóvenes bien lo merecen. 

 

  Donato Decina

 

Muy buen concierto del Cuarteto BRÍOS junto a Miceal O’Rourke en la Usina del Arte

 

SE MERECEN UN MAYOR AUDITORIO

Martha CORA ELISEHT

 

            El Cuarteto BRÍOS es una de las mejores agrupaciones de cámara del país. Integrado por Alma Quiroga y Damián Noriega (violines), Julio Domínguez (viola) y María Teresa Fainstein- Day (violoncello), ha actuado en las salas de conciertos más importantes de Argentina (Salón Dorado del Teatro Colón, Centro Cultural Kirchner y otras). Esta vez, se presentó dentro del Ciclo de Cámara de la Usina del Arte junto al gran pianista irlandés Miceal O’Rourke el pasado domingo 12 del corriente, donde se interpretó el siguiente programa:

-          Larghetto del Concierto n°11 (Si bemol mayor) para piano y orquesta en Fa mayor, K.413 (versión para cuarteto de cuerdas)- Wolfgang A. MOZART (1756-1791)

-          Quinteto en La bemol mayor para piano y cuerdas- John FIELD (1782-1837)

-          Quinteto para piano y cuerdas en Mi bemol mayor, Op.44- Robert SCHUMANN (1810-1856)

No es la primera vez que el mencionado conjunto actúa con O’Rourke -de hecho, lo hicieron el año pasado en el Salón dorado del Colón, con gran éxito de público y crítica y el presente concierto es una repetición del ofrecido el pasado sábado 4 del corriente en la misma sala, con algunas variantes en el programa- y la simbiosis resultó perfecta desde los primeros compases de la versión para cuarteto de cuerdas del mencionado Larghetto del Concierto para piano en Si bemol mayor de Mozart. El denominado quinto elemento de un cuarteto de cuerdas es la amalgama sonora característica de la agrupación, donde ninguno de los integrantes sobresale del resto. Se logró perfectamente mediante un sonido compacto y equilibrado, con grandes actuaciones de Alma Quiroga y Damián Noriega en contrapunto con los graves -gran actuación de Fainstein- Day-. Miceal O’Rourke aportó su consabida maestría con un sonido cristalino y una impronta típicamente mozartiana al compás del 4/4. El genio de Salzburgo lo compuso en 1782 como el segundo de una serie de tres conciertos al poco tiempo después de establecerse en Viena. Su versión original está escrita para cuerdas, dos oboes, dos fagotes y dos trompas, pero los vientos no juegan un rol muy importante. Por lo tanto, Mozart escribió una versión “a Quattro” para uso doméstico y fue la que se representó en este concierto. Y, pese al mal tiempo imperante, acudió numerosa cantidad de público al auditorio principal de la Usina, que recibió a los artistas con un cálido aplauso.  

Tras el mismo, María Teresa Fainstein- Day agradeció al público y realizó una breve semblanza sobre el compositor irlandés John Field -prácticamente desconocido a nivel local-. No sólo fue muy prolífico, sino que fue el primer compositor de la historia de la música que escribió quintetos para piano y cuarteto de cuerdas, además de acuñar el término nocturno para referirse a una serie de composiciones breves para piano, ya que era un eximio intérprete de dicho instrumento. Provenía de una acomodada familia de músicos e hizo numerosas giras por Inglaterra, Francia, Viena y Moscú -donde finalmente, falleció tratando de buscar la cura contra un cáncer que puso fin a sus días- y escribió 7 conciertos para dicho instrumento, motivo por el cual se lo considera un compositor emblemático en su país natal. Precisamente, Miceal O’Rourke se encargó de difundir su obra mediante una serie de grabaciones que se encuentran disponibles en plataformas digitales. Es un Andante con espresione que dura tan sólo 11 minutos, pero de gran belleza cromática, donde inserta melodías típicas celtas como la giga. En este caso, el cuarteto se lució mediante una calidad de sonido compacto y muy bien ensamblado, mientras el pianista hizo gala de sus poderosas digitación y pulsación, logrando una bellísima interpretación. Una siempre insiste en el rescate de este tipo de obras prácticamente desconocidas y su acertada inclusión en los programas de conciertos.

Por último, la agrupación eligió una obra de fuste para dar cierre al concierto: el célebre Quinteto en Mi bemol mayor, Op.44 de Schumann, compuesto en 1842 y considerado obra clave de la música de cámara y el repertorio romántico. Se dice que Schumann encontró su fuente de inspiración en el Trío n°2 de Schubert, ya que ambas obras están escritas en la misma tonalidad, poseen una marcha fúnebre en el 2° movimiento y concluyen con finales que resucitan drásticamente el tema inicial. Considerado “de carácter exótico y exuberante”, el compositor resalta las múltiples capacidades técnicas del piano y la importancia cultural de las cuerdas en sus 4 movimientos (Allegro brillante/ In modo d’una marcia. Un poco largamento/ Scherzo. Molto vivace. Trío n°1 & 2/ Allegro ma non troppo) mediante una serie de pasajes concertantes donde las cuerdas se concentran contra el piano, alternando con pasajes donde todos y cada uno de los integrantes del cuarteto pueden lucirse en sus solos. Esto fue lo que sucedió y lo que una pudo apreciar durante todo el desarrollo de la obra, con magníficas actuaciones de Damián Noriega y Julio Domínguez-quienes se encuentran en una etapa de notable crecimiento profesional-. Por su parte, Alma Quiroga ejerció a la perfección su cargo de primer violín en la marcha fúnebre del 2° movimiento, mientras Teresa Fainstein- Day se lució en los contrapuntos. Unido a la magistral interpretación de O’Rourke, no hizo falta nada más para poner punto final a un concierto que fue brillante de cabo a rabo. Y, como bis, el conjunto ofreció otra de sus especialidades: el Scherzo: allegretto del Quinteto para piano y cuerdas en Sol mayor de Shostakovich, tras el cual, el público estalló en aplausos.

Cuando se cuenta con intérpretes de jerarquía excelsa, una considera que debieran actuar en el escenario del Colón. Hace ya tiempo que Miceal O’Rourke es asiduo visitante a la Argentina y, de hecho, actuó en el Auditorio Nacional del CCK junto a la Sinfónica Nacional. ¿No sería hora de incluirlo dentro del Ciclo de Abono de la Filarmónica u organizar un recital sobre el escenario del Colón?... Se lo merece por derecho propio y por su bien ganado prestigio.          

 

Buena representación de “SUOR ANGELICA” a cargo de CELEBRARTE

 

ALGO NO SUENA BIEN EN EL CONVENTO

Martha CORA ELISEHT

 

            Con motivo del centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini (1858-1924), tanto los teatros líricos oficiales como las compañías de ópera independiente han decidido rendir homenaje al genio de Lucca. En el caso de CELEBRARTE, la compañía dirigida por Paula Alba y Leandro Sosa decidieron reponer una joya del repertorio pucciniano: SUOR ANGELICA, cuyas representaciones se llevaron a cabo los días 10 y 11 del corriente en dos escenarios diferentes y con dos elencos distintos bajo la dirección musical y acompañamiento al piano de María Inés Natalucci; dirección escénica, vestuario, iluminación y escenografía a cargo de Marlon Zé y asistencia de dirección técnica a cargo de Neil Cagliari.

            Quien escribe asistió a la representación ofrecida en el Teatro Taller del Ángel el pasado sábado 11 del corriente, con el siguiente reparto: Eliana Kestler (Suor Angélica), Carolina Paredes (La Zía Principessa), Ericka Alcon (Abadesa), Claudia Dreschler (Hermana Celadora), Melina Álvarez (Maestra de las novicias), Martina Gioiosa (Suor Genoveva), Lucía Cloppet (Suor Dolcina), Jorgelina Manauta (Suor Osmina), Monique Nogales (Hermana enfermera), Camila Piccolo, Sol Risé (Hermanas limosneras), Sol Sánchez (una novicia), Victoria Sambuelli y Catalina Palacios (Hermanas legas).

            Junto con IL TABARRO y GIANNI SCHICCHI, SUOR ANGELICA forma parte del célebre tríptico. Tras el estreno de IL TABARRO en 1917, el libretista Giovacchino Forzano se acercó a Puccini para proponerle ideas para sus próximas óperas: entre ellas, el libreto de SUOR ANGÉLICA. Si se considera al Tríptico como La Divina Comedia, SUOR ANGÉLICA representa el Purgatorio. No es casual que, en plena etapa del verismo, Puccini haya elegido como tema principal la reclusión de una joven aristocrática en un convento por haber cometido dos osadías imperdonables en aquella época: la sabiduría y los conocimientos de botánica de la protagonista -reservados exclusivamente para los hombres- y el haber provocado la deshonra de la familia por concebir un hijo fuera del matrimonio. Es raro que se represente en forma aislada, pero cuando se logra, permite apreciar aún más un verdadero drama de la vida real y explorar su belleza en toda su magnitud. Sin embargo, su estreno en el Metropolitan Opera House de New York en 1918 no fue muy feliz: los críticos la encontraron floja en comparación con IL TABARRO y GIANNI SCHICCHI y no le dedicaron más de un párrafo. Afortunadamente, las versiones discográficas le hicieron justicia, al igual que las producciones de ópera independiente en Buenos Aires (la última, realizada por LÍRICA LADO B en 2018, en la Iglesia de Santa Felicitas). En esta ocasión, un escenario pequeño, oscuro y solamente iluminado por luces adosadas a diferentes tipos de sillas -cada una de las cuales hacía alusión al oficio que tenían las monjas y novicias antes de entrar al convento- formó el marco donde se realizó la presente representación. Las diferentes etapas del drama se lograron mediante recursos y efectos de iluminación para las escenas principales, mientras el acompañamiento con el teclado se colocó al costado de la entrada al escenario por donde se desplazaban las integrantes del elenco. No hubo coro ni coro de niños, pero el elenco de voces elegidas para esta ocasión supo suplantarlo muy bien, ya que estaban muy bien preparadas; sobre todo, en el bellísimo Ave María a su cargo. Se destacaron Sol Risé, Claudia Dreschler como la hermana celadora, Ericka Alcon como la abadesa y, sobre todo, Martina Gioiosa como Suor Genoveva. Es una de las mejores voces de la actualidad y demostró su frescura e inocencia al encarnar a la joven novicia.

            El acompañamiento musical de María Inés Natalucci al teclado ha sido muy bueno, poniendo énfasis en las escenas de mayor carga dramática y en las de mayor espiritualidad, como el Ave María y las tan ansiadas redención y bendición de la protagonista por parte de la Virgen María cercanas a su deceso.

            Eliana Kestler tuvo la difícil misión de encarnar a la protagonista. Posee una voz muy caudalosa, que corre ampliamente, pero muy áspera y tosca para un rol tan complejo y emotivo como el de Angélica. Sus dos principales arias (“Senza mamma” y “Amici Fiore”) deben sonar absolutamente conmovedoras y llenas de sutilezas, lo que no se apreció en la presente función. Si bien posee muy buenas dotes histriónicas, lució sumamente sobreactuada desde el momento en que recibe la noticia de la muerte de su hijo y en la escena final (“Ah! Son dannata!”). En cambio, la mezzosoprano chilena Carolina Paredes se lució como la Zía Principessa desde el inicio del duetto entre tía y sobrina (“Il príncipe Gualtiero, vostro padre… Nel silenzio di quel racoglimenti”), verdadero núcleo del melodrama pucciniano, donde se contraponen la ansiedad de Suor Angélica por tener noticias sobre su hijo y la frialdad de su tía, a quien sólo le importa que ella firme un documento otorgando la mitad de su herencia a su hermana -quien está próxima a contraer matrimonio- y que tampoco se inmuta al anunciarle la muerte de su hijo, acontecida hace dos años. Una voz profunda, con buen esmalte y dominio de los graves en los momentos de mayor intensidad dramática bastaron para encarar debidamente a su personaje.

            En estos tiempos tan difíciles, el hecho de montar y producir una ópera de manera independiente es un esfuerzo titánico y una gran labor, al igual que reunir el elenco y adaptar los recursos acorde al escenario con el que se cuenta. A veces, es preferible realizar dos o tres funciones con un mismo elenco, donde las voces estén perfectamente ensambladas y se destaque el rol protagónico. En este caso, no se logró y es una pena que tanto esfuerzo de organización y producción se arruine por algo que no funcionó debidamente en el convento de las Jerónimas.   

 

LO NUEVO, LO INFRECUENTE Y LO VIGENTE

 

Orquesta Sinfónica Nacional, temporada 2024. Concierto. Director Invitado: Carlos David Jaimes. Solista: Lilia Salzano (Piano). Programa: Obras de Figueiras, Saint-Säens y Tchaikovsky. Auditorio Nacional, 10 de Mayo de 2024.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO

 

  Una nueva presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional tuvo lugar el pasado Viernes 10 del Cte. La Dirección de este concierto le cupo al Mtro. Carlos David Jaimes, joven conductor quien se desempeña al frente de la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires y la participación solista  a cargo de la siempre muy solvente pianista santafesina Lilia Salzano.

 

  En el  inicio se pudo apreciar el estreno mundial de “Durante el Crepúsculo” de Juan Carlos Figueiras, acaso uno de los más prolíficos compositores de los últimos años, quien viene estrenando obras con mayor asiduidad. La estructura es muy parecida a  su más reciente estreno, “La Frontera”, cuya opinión sobre la misma fue vertida en la crónica correspondiente al concierto celebratorio del trigésimo aniversario de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional “Libertador General San Martín” hacia quién fuera dedicada, al igual que a su titular, Mario Benzecry. Obra de un gran discurso inicial, con una sección central de corte “camarístico” en donde las maderas tienen un rol fundamental y una recapitulación del primer tema en donde tanto como al inicio, la trompeta tiene participación preponderante. Como también ocurre mayoritariamente en la producción de Figueiras, la obra está compuesta en forma tonal y el público la recibió gratamente con un cerrado aplauso a modo de rubrica con el compositor llamado al escenario.

 

Hay que reconocerle a Lilia Salzano su capacidad y tesón para preparar obras lamentablemente poco frecuentadas en los programas de concierto. En esta oportunidad, la gran intérprete santafesina cautivó al auditorio con una esmeradísima versión del Concierto para Piano y Orquesta Nº 5 “Egipcio” de Camille Saint-Säens. El gran creador galo, invitado por la corte del país del Nilo, halló en la música  y en las maravillas naturales del lugar suma inspiración que logró plasmar en el pentagrama en el segundo movimiento en donde las inconfundibles melodías del medio oriente son el vehículo con el cual Saint-Saëns  ofrece instantes de suma vibración, expresividad y magnífico manejo de la paleta orquestal. En tanto los dos movimientos “de punta” son mucho más reconocibles  en cuanto a los manejos melódicos y la intensidad de su música. Salzano desplegó un verdadero trabajo de orfebrería tanto en la seguridad de su digitación, precisión en los ataques, verdaderas sutilezas en el difícil segundo movimiento y un total entendimiento con el Mtro. Jaimes y la Orquesta, quienes a su vez brindaron un muy buen acompañamiento.  Todo esto se vio coronado con una sostenida ovación del público entre el cual pudo percibirse la presencia de habitués del Teatro Colón quienes no siempre concurren a los conciertos del Auditorio Nacional, lo que  habla a las claras de la importancia que la velada tuvo entre los melómanos de fuste.

 

  Sabido es que es parte fundamental del repertorio de Lila Salzano la obra pianística de Don Carlos Guastavino. En un bis no podía estar ausente entonces una obra de este gran creador y fue la Cantilena Nº 1 vertida por la intérprete con sensibilidad a flor de piel.

 

 

  La parte final estuvo reservada e la cuarta sinfonía en  fa menor Op. 36 de Tchaikovsky, la misma que 24 horas más tarde de manera inexplicable también interpretaría la Filarmónica porteña a 15 cuadras en línea recta en la Usina del Arte. Jaimes logró una correcto empaste sonoro a lo largo de la obra, sostuvo la tensión obtuvo muy buenas respuestas en maderas y cuerdas, mantuvo en equilibrio a los bronces y solo hubo que notar algún desborde de percusión que los propios maestros de ese sector deberían analizar, si es que hay algún registro disponible. De cualquier forma la versión fue aceptable y el público se retiró sumamente conforme luego de este verdadero “Oasis” para el alma.

 

Donato Decina

 El viernes 10/5 la Orquesta Sinfónica Nacional se presentó en la Sala Sinfónica del CCK con un programa ecléctico que dio comienzo con un estreno del compositor argentino Juan Carlos Figueiras,"Durante el crepusculo" muy bien recibida por el público con intervenciones solistas de los miembros de la Orquesta, destacable los solos de Jonathan Bisulca. Seguidamente la pianista Lilia Salsano brindo una destacadisima versión del concierto para piano y Orquesta N° 5 de Camille Saint-Saëns, quien fue un pianista de sólidos recursos y escribió cinco conciertos para piano, a los cuales, se dice, Ravel admiraba sin reservas. Este 5° concierto( que recibe el sobrenombre  de"Concierto Egipcio") fue compuesto en la madurez del autor. Contiene en sus tres movimientos las consignas románticas de la época, destacándose en el segundo una sonoridad oriental, que incluye una canción de amor de origen nubio, que según dice el compositor, oyó en una excursión por el Nilo. Aquí la M° Salsano supo imbuir sabiamente ese sabor exótico al movimiento.Y el molto allegro final lleva a la demostración de la gran performance de la pianista, que fue largamente aplaudida por el público presente. Fuera de programa interpretó de C. Guastavino  Cantilena N° 1 Santa Fe para llorar.

Finalizando el M° Jaimes dirigió a la Sinfónica Nacional en una excelente interpretación de la   Sinfonía N° 4 de P. I.Tchaikovsky El primer movimiento, de intenso dramatismo, al que la fila de trombones dio un gran comienzo a esta
primera de la célebre serie integrada por las tres últimas sinfonías de Tchaikovsky, que fue compuesta en 1877. Es un buen paradigma de lo que se ha llamado “sinfonía-novela”.El motivo en metales del comienzo representa al Destino cuya fuerza se interpone a que las esperanzas de felicidad se concreten.Como la Quinta, la Cuarta explota este “motivo del Destino” presentándolo en momentos estratégicos del discurso y, en última instancia, en el punto de culminación del cuarto movimiento, antes de que la música pase definitivamente al modo mayor y produzca una coda notoriamente festiva. Al final el autor parece hallar consuelo en la festividad popular, un sucedáneo paisajístico del paisaje berlioziano. Podemos especular con la suposición del eminente analista británico John Warrack acerca de si Tchaikovsky estuvo influído por la lectura del libro de Tolstoi “Los Cosacos”, cuyo héroe abandona su ciudad natal para instalarse en la atmósfera rural de los Cáucasos y cuya moraleja final señala: “Si no encuentras causa verdadera para alegrarte dentro de ti mismo...vé hacia el pueblo. Las alegrías fuertes pero simples aún existen. Regocíjate en la felicidad de los otros. La vida es todavía soportable.”
La primera audición local fue el 22/7/1922 por la Orquesta de la APO dirigida por Georg Zaslawski en el Teatro Nuevo.
Y después del impactante final el público despidió al M° Jaimes y a la Orquesta con efusivos y merecidos aplausos



                                                                     Marta Lugo de Palacio

jueves, 9 de mayo de 2024

 Se presentó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires con el M° Tobias Volkmann

en el podio y el pianista español Juan Pérez Floristán como solista el pasado 4/5 en la Sala principal del Teatro Colón . En la primera parte se .pudo escuchar una ajustada versión del Concierto N° 1 para piano y Orquesta de S. Prokofiev, donde el M° Pérez Foristan pudo demostrar su virtuosismo. Siendo Prokofiev    un formidable pianista, es sorprendente que sus cinco conciertos para dicho instrumento hayan sido.compuestos antes de cumplir cuarenta años. Este primero data de 1911 y es bastante más que el habitual ensayo del joven inexperto que la posteridad perdona. En los quince minutos que dura intenta una construcción sonatistica global, tal vez inspirada en "locus clasico" de esa idea: la sonata para piano de Liszt de 1854. Como corresponde a una obra juvenil este concierto ofrece una potente direccionalidad, donde la exploración del ostinato y el sabroso tratamiento bitonal muestran además como el autor se acercaba más a Stravinsky que al academicismo de Glazunov o s los inflamados óleos de Rachmaninov. La primera audición local fue en 1962 con Haydee Loustaunau como solista y Stanilav Wislocki al frente de la Orquesta de Radio Nacional.
En la  segunda parte se escuchó una versión eficaz del M° P.Floristan de la Rhapsody in blue del G.Gershwin, que se inició con un maravilloso glissando del solista de clarinete de la orquesta M° Mariano Rey .
Aunque existen todavía desacuerdos de hasta donde Gershwin utiliza elementos genuinamente jazzisticos, la influencia de cierto tipo de sincopas y  la construcción melódico armónica sobre las "blue notes"de las escalas populares de la música norteamericana es evidente. Fuera  de ello estructura de  "rapsodia" en el sentido lisztiano de pieza romántica con ingredientes virtuosisticos, es notoria.
Fuera de programa el Mtro se despidió con Danza de la moza donoza de A. Ginastera
Finalizando el concierto la Orquesta interpretó El Mar de C. Debussy
En esta partitura inmensamente rica y compleja que consta de tres partes, Del alba al medio día sobre el mar, Juego de olas y Dialogo del viento y del mar, la Orquesta guiada por el M° Volkmann pudo transmitir la
elocuencia de los gestos sonoros de la obra, uno de los pilares del repertorio sinfonico y la única de este tipo del compositor francés. Al finalizar los principales solistas de la orquesta recibieron el merecido aplauso del público presente. 

                                                                                                        Marta Lugo de Palacio

martes, 7 de mayo de 2024

 


El Pianista Portugués Artur Pizarro agradece los apláusos del público del Teatro Colón. Créditos: Servicio de Prensa del Teatro Colón Fotografía del Mtro. Arnaldo Colombaroli,




Sublime recital del pianista Artur Pizarro en el Teatro Colón


CON ALMA PORTUGUESA Y MAESTRÍA EN SUTILEZA

Martha CORA ELISEHT


La tierra portuguesa no sólo ha dado a la humanidad navegantes y

conquistadores, sino también un rico legado musical. Numerosas melodías como el fado

y los airinhos ya forman parte del Patrimonio cultural de la Humanidad merced a la

difusión de artistas de fama mundial de la talla de Amalia Rodrigues, Cuca Roseta o -

más recientemente- Mariza. Sin embargo, se conocen muy poco los compositores

lusitanos de música clásica en el ámbito local.

Merced a la participación de la ciudad de Lisboa como invitada de honor en la

48° edición de la Feria del Libro en Buenos Aires, la Embajada de la República de

Portugal organizó el pasado lunes 6 del corriente en el Teatro Colón un recital con

participación del pianista Artur Pizarro, quien se presentó por primera vez en Argentina

para ofrecer el siguiente programa:

- Tres piezas para piano- Armando José FERNANDES (1906-1983)

- Sonatina en Sol menor- Carlos GUASTAVINO (1912-2000)

- Epitalamio- Fernando LOPES- GRAÇA (1906-1944)

- Tres piezas, Op.6- Alberto GINASTERA (1916-1983)

- Ocho piezas breves- Gabriel FAURÉ (1845-1924)

- Sonata n°2, Op.36 (versión 1931)- Sergei RACHMANINOV (1873-1943)

Provisto de una tablet con partitura electrónica, el pianista hizo su presentación para

interpretar la primera de las obras comprendidas en el programa: Tres piezas para piano

(Éstudo/ Homagem a Fauré (Noturno)/ Fandango), compuestas en 1937. Junto con

Jorge Croner de Vasconcelos, Fernando Lopes- Graça y Pedro do Prado, Armando José

Fernandes integró el denominado “grupo de los cuatro” compositores clásicos

portugueses de mediados del siglo XX y precursor del movimiento modernista. Su

música se caracteriza por ser íntima, pero con pasajes de gran virtuosismo. El Estudio

inicial posee una melodía de tinte impresionista y envolvente, donde el intérprete debe

resolver mediante una poderosa digitación pasajes de dificultad técnica como los

glissandi, arabescos, arpegios, cadencias y trinos. El Nocturno central -compuesto en

homenaje a Fauré- sorprende por su cromatismo y belleza, mientras que el Fandango

posee reminiscencias de canciones tradicionales portuguesas (Tiro- Liro- Liro)

fusionadas con pasajes de gran velocidad. La interpretación de Pizarro se caracterizó

por su precisión y por el manejo de los tempi de manera exquisita y sumamente sutil. Lo

mismo sucedió con la Sonatina en Sol menor de Guastavino, cuyos 3 movimientos

(Allegretto/ Lento muy espressivo/ Presto) fueron ejecutados con finura y delicadeza. El

músico santafesino la compuso en 1945 y forma parte de los habituales recitales de

piano dentro del ámbito nacional.

Al igual que Armando José Fernandes, Fernando Lopes- Graça ha sido un

compositor muy prolífico y formó parte del grupo de los cuatro que revolucionó la


música portuguesa a mediados del siglo XX. Su obra comprende numerosas

composiciones para piano solo, canto y piano, música de cámara, obras corales,

sinfonías y sonatas para piano. Epitalamio lleva el Op.84 y data de 1953. Es una obra de

corta duración -apenas 9 minutos-, pero sumamente compleja desde su inicio, donde el

solista debe afrontar pasajes de extrema dificultad técnica, motivo por el cual se necesita

una digitación magistral para poder resolverlos adecuadamente. Tras este impetuoso

primer tema, el segundo tema es mucho más lento -en ritmo de modinha- y va

aumentando paulatinamente en velocidad hasta retomar el tema inicial en una sucesión

de escalas cromáticas y diatónicas. Pizarro hizo delirar al Colón con su maestría y su

precisión para encarar esta obra antes de finalizar la primera parte del recital con las

Tres piezas, Op.6 de Ginastera (Cuyana, Norteña y Criolla), que sonaron brillantes y

auténticamente vernáculas.

La segunda parte del recital abrió con las Ocho piezas breves de Gabriel Fauré,

compuestas entre 1869 y 1902 como piezas individuales y recopiladas posteriormente

por el editor Hamelle. Si bien el compositor no quiso que se asignaran nombres, el

editor desobedeció la orden y así es como se las conoce actualmente (Caprice/ Fantasie/

Fugue en La menor/Adagietto/ Improvisación/ Fugue en Mi menor/ Allegresse/

Nocturne). La primera fue escrita en Mi bemol mayor y compuesta como una prueba de

lectura a primera vista cuando Fauré era profesor en el Conservatorio de París. De

carácter desenfadado y acrobático, representa un desafío para el intérprete, mientras que

la Fantasía en La bemol mayor es sumamente agradable, La fuga en La menor es una

revisión – al igual que su homónima en Mi menor- de una fuga que Fauré compuso al

inicio de su carrera, cuando era aún organista en Rennes. El Adagietto en Mi menor es

un andante moderato grave, serio, firme y maleable, pero a su vez, de gran belleza,

mientras que la Improvisación en Do sostenido menor también fue compuesta como

prueba de lectura a primera vista para estudiantes del Conservatorio. El Allegresse en

Do mayor es un perpetuum mobile de carácter jovial, alegre y vivaz y contrasta con el

Nocturno final en Re bemol mayor. Si bien es la más larga de las 12 piezas

comprendidas en esta recopilación, es mucho más simple que los otros 12 Nocturnos y

posee un delicado acompañamiento de semicorcheas en la mano izquierda. El pianista

portugués sorprendió por el buen gusto y exquisitez en su interpretación, al igual que

por su delicadeza. En cambio, la Sonata n°2 en Si bemol menor, Op.36 es una obra de

carácter más impetuoso y dramático. Compuesta originalmente en 1913 y revisada

posteriormente en 1931, consta de tres movimientos: Allegro agitato/ Non allegro-

Lento/ Allegro molto, que fueron ejecutados por Artur Pizarro de manera colosal,

sorprendiendo por su prodigiosa digitación y pulsación. Para ese momento, el romance

con el público que se dio cita esa noche en el Colón ya era total y ejecutó dos bises: una

exquisita versión del célebre Nocturno de Chopin y el Bailecito de Guastavino, que

sonaron a la perfección.

Éstos son los motivos por los cuales vale la pena asistir a los recitales que se ofrecen

de manera extraordinaria y en último momento en el Colón. Ha sido un auténtico deleite

para los oídos descubrir las obras para piano de compositores portugueses, al igual que

un intérprete de alta jerarquía, maestro en sutilezas y calidad de sus interpretaciones.

lunes, 6 de mayo de 2024

 Muy buena presentación de “AIRES ARGENTINOS” por el Ensamble Lírico Orquestal


UN DESCUBRIMIENTO DEL REPERTORIO VERNÁCULO

Martha CORA ELISEHT


La difusión de la música argentina y -principalmente- de compositores de

música clásica local es una labor que se viene realizando con esfuerzo y ahínco en los

últimos años. Lamentablemente, de no ser porque coincide con el aniversario del

nacimiento o del fallecimiento de algún compositor vernáculo, la música clásica local se

representa muy poco. Y, en el caso de los compositores de ópera argentinos, peor. Con

excepción de la inclusión de “AURORA” de Héctor Panizza en la Temporada Lírica del

Teatro Colón para el transcurso del corriente año, las óperas locales brillan por su

ausencia. Por dicho motivo, el Ensamble Lírico Orquestal decidió rescatar el repertorio

de compositores locales de la talla de Julián Aguirre (1868-1924), Ernesto Drangosch

(1882-1925), Héctor Panizza (1875-1967), Zenón Rolón (1856-1902), Miguel Rojas

(1845-1904), Alberto Ginastera (1916-1983), Carlos López Buchardo (1881-1948) y

combinarlos con autores de música popular como Ariel Ramírez (1921-2010), Carlos

Gardel (1890-1935) y Alfredo Le Pera (1900-1935) para crear un espectáculo

denominado “AIRES ARGENTNOS”, cuyo estreno tuvo lugar el pasado domingo 5 del

corriente en el teatro EL POPULAR de Balvanera, con el siguiente elenco: Ximena

Farías (soprano), Rodrigo Olmedo (tenor), Patricia Carro (recitado), Laura Gerolimetti

y Federico Carrizo (bailarines). Participó el Coro de la entidad, dirigido por Gustavo

Codina y contó con el acompañamiento musical de Gustavo Codina y Sergio Bungs

(piano y teclados).

La producción contó con la ambientación de Cecilia Layseca, iluminación de

Gonzalo Berdes, vestuario de Diana Flaschi, coreografía de Luciano Garbullo y

dirección escénica de Cecilia Layseca.

AIRES ARGENTINOS es el primero de un ciclo de espectáculos denominado

“Ópera en EL POPULAR” y su principal objetivo no sólo es difundir la obra de

compositores locales, sino también mostrar al público que toda su vida cantó un aria de

ópera sin saberlo: la Canción a la bandera de AURORA, cuyo texto original fue

compuesto en italiano por Luigi Illica en 1908 y, posteriormente, traducido al castellano

en 1947 por Josué Quesada y Ángel Petitta para su enseñanza obligatoria en las escuelas

durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón. Sin embargo, el espectáculo no se

inicia con un aria de ópera, sino con el Kyrie de la celebérrima MISA CRIOLLA de Ariel

Ramírez. Compuesta en 1964 por encargo de la Comisión de Iglesias de América Latina

por iniciativa de los sacerdotes Osvaldo Catena y Jesús Gabriel Segade, se transformó

en un ícono de la música religiosa a nivel mundial y adquirió fama desde su estreno.

Escrito en ritmo de baguala y vidala, abre la obra con el coro a boca chiusa hasta la

introducción de las voces. En este caso, el Coro del Ensamble Lírico estuvo muy bien

preparado y conto con la participación de Patricia Carro como recitante. Seguidamente,

Ximena Farías interpretó un aria muy poco conocida de la ópera CHAQUIRA LIEU, de

Miguel Rojas: “Cual nace hermosa flor…”, con libreto de Rafael Barreda (1879), de


carácter nostálgico como consecuencia de un amor contrariado. Posteriormente, se unió

al coro femenino para interpretar el rol de Lía y las dactilógrafas en LA GRUTA DE

LOS MILAGROS, de Ernesto Drangosch (1921) con libreto de Ricardo Hicken.

Concebida como opereta en tres actos, narra los enredos amorosos entre los personajes

principales y su nombre se debe al poder amoroso que ejercen las aguas de un manantial

de la gruta. Tanto la solista como el coro tuvieron un correcto desempeño. A

continuación, Rodrigo Olmedo brindó una excelente versión de la célebre Canción a la

bandera de AURORA, donde hizo gala de sus recursos vocales y su impecable línea de

canto.

Una vez despejado el escenario, el bailarín Federico Carrizo hizo un número

con elementos (silla) al compás del Triste n°3 en La menor del Primer Cuaderno de

Aires Nacionales Argentinos de Julián Aguirre, donde descolló por su plasticidad,

acompañado al piano por Gustavo Codina. Tras su interpretación, el Coro se presentó

para interpretar el Coro de los Cobradores de la zarzuela UNA BROMA INESPERADA

de Zenón Rolón, con libreto de Rafael Barreda. Compuesta en 1900, narra un tema muy

actual: la estafa a un grupo de trabajadores por parte de un vivillo que se hace pasar por

extranjero. Hay un fragmento donde las voces masculinas deben cantar en falsete y lo

hicieron perfectamente bien. Junto con la Canción del Carretero de López Buchardo,

fueron los mejores momentos del recital a juicio de quien escribe. Ximena Farías

ofreció una bella versión de la célebre Canción del árbol del olvido de Alberto

Ginastera. Compuesta en 1938 con letra de Fernán Silva Valdez, es un clásico que se

interpreta muy a menudo como bis -tanto en recitales líricos como en conciertos-. La

compañía se unió en EL DÍA QUE ME QUIERAS, de Gardel y Le Pera sobre el poema

homónimo del mexicano Amado Nervo, donde Rodrigo Olmedo y Ximena Farías

brindaron una hermosa versión, mientras la pareja de bailarines formada por Federico

Carrizo y Laura Gerolimetti ofreció un número de expresión corporal con elementos de

danza clásica y contemporánea fusionados con tango. Tras los aplausos, el Ensamble

hizo otro número de LA GRUTA DE LOS MILAGROS: coro y baile general, para cerrar

con un aria para tenor y coro de la zarzuela UNA FARRA DE NOCHEBUENA, de Zenón

Rolón: “El vino es la dicha que barre las penas”, compuesta en 1897 con texto de

Carlos Castillo. Mientras el Coro llevó la parte principal y el acompañamiento, Rodrigo

Olmedo se lució nuevamente en su aria. Los bailarines acompañaron con un número de

danza para cerrar el espectáculo. Por supuesto, hubo dos bises: AURORA y “El vino es

la dicha que barre las penas”, definido por Cecilia Layseca como el “Brindisi” de LA

TRAVIATA argentino.

Ahondar e investigar sobre obras olvidadas de compositores vernáculos no es

una tarea fácil y, además, demanda mucho tiempo. Al finalizar, Gustavo Codina

mencionó que este proyecto nació en 2021 pero por diferentes motivos, no se pudo

concretar hasta ahora. También se refirió a algunas características de los compositores y

por qué sus obras cayeron en el olvido. En el caso particular de Zenón Rolón, porque

era descendiente de esclavos libertos, mientras que la opereta de Drangosch jamás se

estrenó. Por lo tanto, ha sido todo un descubrimiento y un mérito del Ensamble Lírico

Orquestal el haber rescatado obras de compositores locales importantes, injustamente

olvidadas y que se pudieron representar tras un letargo sumamente prolongado.

 Excepcional concierto de Juan Pérez Floristán y Tobías Volkmann con la Filarmónica


PRECISIÓN, DINAMISMO Y VERSATILIDAD


Martha CORA ELISEHT


El Ciclo de Abono de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) no sólo

se ha transformado en una atracción para deleite del numeroso público -tanto local

como extranjero- que asiste al Teatro Colón los sábados por la noche, sino también en la

carta de presentación de una generación de nuevos artistas. Prueba de ello ha sido el

concierto ofrecido el pasado sábado 4 del corriente, bajo la dirección del brasileño

Tobías Volkmann y la participación del pianista español Juan Pérez Floristán como

solista para brindar el siguiente programa:

- Concierto n°1 para piano y orquesta en Re bemol mayor, Op.10- Sergei

PROKOFIEV (1891-1953)

- Rhapsody in Blue- George GERSHWIN (1898-1937)

- “El Mar” (tres bocetos sinfónicos para orquesta)- Claude DEBUSSY (1862-

1918)

Llama la atención la inclusión en el programa de dos obras para piano de

compositores tan disímiles como Gershwin y Prokofiev, dado a que el único común

denominador de las obras comprendidas en el mismo es el siguiente: sus autores

vivieron entre el siglo XIX y el XX y las tres fueron compuestas a principios del último

siglo (La Mer, entre 1903 y 1905; el concierto n°1 de Prokofiev, en 1911 y la célebre

Rapsodia de Gershwin, hace un siglo, en 1924). No obstante, las tres marcaron un punto

de partida por su originalidad y fueron el marco perfecto para que tanto director como

solista hicieran su debut sobre el escenario del Colón. Asimismo, el título de esta

crónica resume las tres características principales del concierto: precisión, dinamismo y

versatilidad.

El Concierto n°1 en Re bemol mayor, Op.10 fue compuesto cuando Prokofiev tenía

20 años y todavía era estudiante en el Conservatorio de San Petersburgo. Se estrenó en

1912 con el compositor como solista y llamó la atención por su marcado sarcasmo, su

ironía y estilo vertiginoso de composición, marcando un nuevo estilo y un lenguaje

pianístico diferente. Sus tres movimientos (Allegro brioso/ Andante assai/ Allegro

scherzando) se ejecutan sin interrupción y está escrito en forma sonata, donde la

introducción se repite luego de la exposición y regresa al final. El bellísimo Andante

assai central ofrece calidez y está considerado un cuasi medio movimiento, que

desemboca en el Allegro scherzando final, donde regresa a la tonalidad inicial y expone

en forma de scherzo los motivos fundamentales descriptos en el movimiento inicial.

Pérez Floristán deslumbró por ser un pianista joven, dinámico, enérgico, con una muy

buena pulsación y una digitación veloz, que le permitieron resolver con una asombrosa

precisión los arpegios, trinos, arabescos, cadencias y pasajes a gran velocidad. Por su

parte, Tobías Volkmann resultó ser un director versátil y sumamente preciso, que se


destacó por una impecable marcación en las entradas de los diferentes instrumentos. Su

labor se vio coronada por numerosos aplausos y vítores por parte del público.

Tras un breve intervalo y la afinación de instrumentos a cargo del concertino Xavier

Inchausti, ambos intérpretes tomaron sus puestos sobre el escenario para interpretar la

celebérrima rapsodia de Gershwin, la obra más conocida del compositor estadounidense

y la que lo catapultó a la fama como compositor sinfónico. Su estreno tuvo lugar en el

Aeolian Concert Hall de New York en 1924 con el mismo Gershwin al piano. La obra se

inicia con un bellísimo glissando a cargo del clarinete solista que, precisamente, es la

única parte de la rapsodia que Gershwin no escribió, sino que lo tomó del clarinetista

Ross Gorman. Posteriormente, la fanfarria a cargo de los trombones, clarinete y

trompetas con sordina previa a la entrada del piano sonó sumamente precisa de la mano

de Jonathan y Matías Bisulca, al igual que Mariano Rey en el solo de clarinete inicial,

que sonó con su característico tinte jazzístico. La versión ofrecida por la Filarmónica fue

de gran jerarquía y sorprendió por su versatilidad, sonando como si fuera una auténtica

orquesta estadounidense. Por su parte, el solista hizo gala de su pulsación y digitación

en los pasajes que combinan la sucesión de arpegios con trinos y síncopa, ofreciendo no

sólo una versión magistral, sino que también hizo alguna improvisación en los solos con

la melodía del Preludio para piano n°2 del mismo compositor. Tal así fue, que el Colón

estalló en aplausos y vítores tras su interpretación. Posteriormente, se dirigió al público

para demostrar su agradecimiento tocando un bis: la Segunda Danza Argentina de

Ginastera, que sonó auténticamente vernácula.

Claude- Achille Debussy compuso La Mer (tres bocetos sinfónicos para orquesta)

en 1903 como consecuencia de la estancia del compositor en Eastbourne (Canal de la

Mancha) entre 1903 a a1905, fecha de su estreno en París por la orquesta Lamoreux,

bajo la dirección de Camille Chévillard. Debido a su gran complejidad orquestal, no fue

bien recibida al principio, pero con el correr del tiempo, se transformó en una de las

obras más conocidas y ejecutadas del genio de Saint Germain en- Laye. Tal como su

nombre lo indica, se trata de tres impresiones sobre el mar (Del alba al mediodía en el

mar (Très lent), en Si menor/ Juegos de olas (Allegro), en Do sostenido menor y

Diálogo entre el viento y el mar (Animé et tumultueux), en Do sostenido menor) que, si

bien su autor las denominó “tres bocetos sinfónicos”, posee la estructura de una

sinfonía, que permite que se luzcan todas las secciones de instrumentos y los principales

solistas de cada una de las mismas. Una ha escuchado innumerables versiones de este

clásico del impresionismo francés -desde Daniel Barenboim con la Orquesta de París o

la magistral versión de Serge Baudo junto a la Filarmónica en 1980-, pero la versión

de Tobías Volkmann fue excelente. Una vez más, la agrupación sinfónica demostró su

versatilidad y pasó a sonar como una auténtica orquesta europea. Hacía rato que una no

escuchaba una versión tan perfecta de esta magnífica obra por parte de una orquesta

argentina y el Colón volvió a estallar en aplausos y vítores tras su ejecución.

Es muy interesante poder apreciar un auténtico semillero de artistas muy jóvenes y

talentosos que están formando parte del Ciclo de Abono de la Filarmónica en la presente

temporada y que poseen un futuro muy promisorio. La orquesta crece en calidad de

sonido y versatilidad en forma exponencial para reafirmar su bien ganado prestigio.

sábado, 4 de mayo de 2024

 Excelente concierto de Pablo Saraví al frente de la Orquesta de Cámara del Congreso


UN REPERTORIO DE ALTA GAMA Y DE ALCURNIA

Martha CORA ELISEHT


Debido a los actuales sucesos de público conocimiento, la Orquesta de Cámara

del Congreso de la Nación tuvo que trasladar su ciclo de conciertos el pasado lunes 29

del corriente a otro ámbito de alcurnia: el impactante Salón Dorado de la Casa de la

Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (ex sede del diario La Prensa), que

brindó el marco propicio para que esta prestigiosa agrupación -ganadora por tres años

consecutivos el Premio de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina como

mejor orquesta de cámara del país- ofreciera un concierto denominado “VIENA

SOÑADA” bajo la dirección de Pablo Saraví, con participación del concertino Pablo

Pereira en calidad de solista.

El programa estuvo integrado por las siguientes obras:

- Adagio y Fuga en Do menor, K.546- Wolfgang A. MOZRT (1756-1791)

- Concierto para violín y orquesta n°1 en Do mayor, Hob.VII a/l- Franz Joseph

HAYDN (1732-1809)

- La muerte y la doncella en Re menor, D.810 (transcripción para orquesta de

cuerdas)- Franz SCHUBERT (1797-1828)

Una vez ubicado el público y repartidos los programas, los integrantes de la

orquesta -esta vez, bajo la guía de Florencia Ciaffone- tomaron sus puestos sobre el

escenario bajo la dirección de Saraví para interpretar la primera de las obras

comprendidas en el programa. Se trata de una transcripción para cuerdas sobre la Fuga

en Do menor para dos pianos, KV426, compuesta en 1786 e inspirada en el estilo

contrapuntístico de Johann S. Bach. El Adagio fue incorporado posteriormente y la

pieza que se interpretó tal como hoy se la conoce fue estrenada en Viena en 1788.

Mientras que el Adagio está escrito en ¾, la fuga, en alla breve en Allegro. Se escuchó

una versión con sonido muy compacto y preciso, al igual que en el canon de la fuga

introducido por los contrabajos, violoncellos y repicado por los segundos y primeros

violines. Bien es conocida la maestría de Pablo Saraví como violinista y ex concertino

de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, al igual que como músico de cámara,

logrando una excelente dirección. Seguidamente, Pablo Pereira hizo su presentación

para ejecutar el mencionado concierto n°1 en Do mayor de Haydn, compuesto entre

1760 y 1765 y dedicado a Luigi Tomasini, quien fuera concertino de la orquesta del

príncipe Esterházy (fatto per il Luigi). Posteriormente, la partitura se perdió y no se

recuperó hasta mediados del siglo XX gracias a unas ocho copias de manuscritos que

estuvieron en poder de algunos violinistas hasta su publicación. Escrito en forma

sonata, consta de tres movimientos: Allegro moderato/ Adagio/ Finale: Presto, que

fueron ejecutados por Pablo Pereira de manera exquisita e impecable, haciendo gala de

su fraseo e interpretación; sobre todo, en el bellísimo Adagio central. Naturalmente, se

logró una interpretación magistral y una perfecta correspondencia entre solista y


orquesta, que se vio coronada por un estallido de aplausos y vítores, que motivó al

solista a ofrecer un bis: el 1° movimiento de la Sonata n°2 para dos violines de Jean

Marie Leclaire junto a Pablo Saraví. Los dos violinistas formaron un dúo de fuste y

brindaron una magnífica versión de una obra poco conocida para el público general.

Para la segunda parte del concierto, se eligió una transcripción para cuerdas del

Cuarteto para cuerdas en Re menor, Op.14 (“La muerte y la doncella”) de Schubert,

inspirado en su lied homónimo con texto de Matthias Claudius, compuesto en 1817 y

que se incluye en el 2° movimiento. Al igual que muchas otras de sus obras, no tuvo

éxito y no pudo encontrar editor. Se publicó póstumamente en 1832 y alcanzó la fama

mundial gracias a David Oistrach, quien fuera el principal difusor de muchas de las

obras del compositor vienés. Consta de 4 movimientos: Allegro/ andante con moto/

Scherzo: allegro molto/ Presto, que narran el enfrentamiento de una joven moribunda y

la muerte, que se le presenta para acompañarla a dormir el sueño eterno. En este caso, se

optó por la clásica formación de cámara: el director, a la derecha del concertino y los

violines y violas, de pie, mientras los violoncellos y contrabajos permanecieron

sentados. La obra sonó perfecta desde su violenta apertura al unísono del 1°

movimiento, que muestra una carrera por parte de la doncella a través del dolor, la

angustia y la resignación, que culmina con un acorde agonizante en Re menor. En

cambio, el Andante con moto es de carácter apacible y representa a la muerte, donde el

concertino, el solista guía de segundos violines, la segunda viola y el primer violoncello

se lucen en espléndidos solos, como sucedió en esta ocasión por parte de Pablo Saraví,

Catriel Galván, Federico Butera y Mariana Levitin respectivamente. El poderoso

Scherzo -que, por momentos, remeda el leitmotiv del descenso al Nibelheim en EL ORO

DEL RHIN- culmina con un trío que muestra un carácter más lírico para desembocar en

el vibrante Presto final en ritmo de tarantela, que era la danza que protegía tanto de la

locura como de la muerte, ejecutado con una maestría y precisión absolutas. Tal así fue,

que el auditorio estalló en aplausos y vítores tras su interpretación. Por lo tanto, la

orquesta tuvo que volver a interpretar dicho scherzo en calidad de bis para poner punto

final al agradecimiento del público.

No faltaron los diplomas para Pablo Saraví en carácter de director invitado por parte

de las autoridades de la Comisión de Cultura del Senado y de la Honorable Cámara de

Diputados de la Nación ni los agradecimientos correspondientes. Fue un concierto de

excelencia con un repertorio de alta gama, pero también, de alcurnia.

 Homenaje a Giacomo Puccini en el Colón


Teatro Colón

Domingo 28 de abril de 2024  

Escribe: Graciela Morgenstern 


Concierto en homenaje a Giacomo Puccini

Orquesta Estable del Teatro Colón

Coro Estable del Teatro Colón

Solistas: Pablo Fenoglio (trombón), Gastón Oliveira Weckesser (tenor) y Omar

Carrión (barítono)

Programa: G. Puccini: Preludio de "Le Villi"

Dos Intermezzi de Le Villi: - I. “L’Abbandono”- II. “La Tregenda”

Nino Rota: Concierto para trombón y orquesta

G. Puccini: Misa a cuatro voces (Misa de Gloria)

Director del Coro: Miguel Martínez

Director musical: José María Moreno Valiente


Como homenaje a Giacomo Puccini en el centenario de su fallecimiento, se

presentó un concierto con la participación del Coro y Orquesta Estables del Teatro

Colón.

El mismo comenzó con los fragmentos de la primera ópera compuesta por Puccini,

en 1884. Fue un muy buen comienzo en el que coro y orquesta se lucieron por

igual.


Sorprendentemente, éste fue seguido por el Concierto para trombón y orquesta,

de Nino Rota que, si bien presenta dificultades que el solista debe sortear y que

fueron ejecutadas eficazmente por Pablo Fenoglio, la obra no tenía relación con la

del gran compositor de Lucca, ni en estilo ni en temperamento. De todos modos,

Fenoglio realizó una labor de notable realce y respondió a los aplausos ofreciendo,

fuera de programa, Improvisación N°1, de Enrique Crespo -que tal como el solista

explicó, integra las obras requeridas para concursar con el fin de incorporarse al

OETC.

Ya en la segunda parte, se escuchó la Misa a cuatro voces (Misa de Gloria),

compuesta en 1880. El Coro Estable se destacó, luciendo rotundez y equilibrio

vocal y una excelente preparación a cargo de su director, Miguel Martínez El

barítono Omar Carrión tuvo un desempeño destacado en su breve actuación y el

tenor Gastón Oliveira Weckesser cantó con corrección.

Por su parte, la Orquesta Estable mostró sus bondades y ductilidad, respondiendo

con eficiencia a la batuta de José María Moreno Valiente quien, supo mantener el

equilibrio sonoro e interpretar los distintos temperamentos por los que atraviesan

las obras, tal vez con una dirección demasiado ampulosa por momentos. El

director se tomó la cuestionable atribución de modificar el final de la Misa de

Gloria, tal vez para lograr un momento efectista sobre la conclusión. Y el público

respondió con entusiasmo.


CALIFICACIÓN: MUY BUENA